Capitulo 34


Narrador

La noche -según la semi demonio- se volvía más aburrida con cada minuto que pasaba. Por lo que, su conversación con Irene Díaz fue lo único que la mantuvo cuerda mientras se revisaban los tres cadáveres en las otras habitaciones.

De nueva cuenta, la lluvia golpeteaba fuertemente contra el vidrio de las ventanas logrando crear un irritante sonido repetitivo. Sonido que no era apaciguado ni siquiera por los casi gritos de Charles Grey exigiendo más comida durante la cena.

Lau: Bien. Ya que hemos saciado nuestro apetito. Lo mejor es que tratemos de esclarecer el misterio que nos ocupa. ¿Le parece, Reverendo Jeremy?

De alguna manera, el tema del asesino se había aligerado durante la degustación de alimentos. Sin embargo al escuchar al comerciante chino, el ambiente nuevamente se tornó tenso.

Jeremy: No se precipite. Aún hay algo muy importante que necesitamos. Conde, ¿podría ayudarnos? -preguntó cortésmente.

Ciel: Claro. No veo problema.

Jeremy: Entonces... Si es tan amable... -pareció dudar en sus palabras- Desnúdese.

El silencio inundó la sala, rompiéndose solo cuando (t/n) tosió repentinamente ahogándose con el vino.

Pov. (t/n)

¿Qué?

¿Por qué tuvo que decirlo justo bebí el vino de mi copa? La tos ni siquiera parecía querer irse. Cubrí mi boca con mi pañuelo intentando calmar la tos, cosa que tampoco funcionó; incluso May-rin se había acercado a darme ligeras palmadas en la espalda intentando ayudarme.

Jeremy: Señorita (t/a), ya que ha dejado de toser. ¿Puedo hacerle una pregunta? -aún sin recuperarme del todo solo asentí- ¿Qué tan agudo es su oído?

Se explicó el plan a seguir para capturar al culpable, al menos el de Patrick Phelps. Así que ahora estoy en la habitación de Ciel esperando al 'asesino' junto al Reverendo, el doctor Arthur y Charles Grey. Según las palabras del hombre mayor: es probable que el culpable volviera esta noche a la habitación del niño, y que sería la oportunidad perfecta para atraparlo.

El silencio y la obscuridad de la habitación eran abrumadores, vaya, ni siquiera se podían escuchar nuestras respiraciones. Hasta que, marcadas casi las 11:00 p.m. el sonido de un deslizamiento se escuchaba por las paredes. Esperé el momento adecuado, justo cuando el sonido se hizo más denso como si se deslizara sobre el papel tapiz. Miré hacia el hombre mayor junto a mi, y cuando logré captar la atención de sus fríos de ojos, asentí ligeramente dándole a entender que ya era el momento.

Jeremy: ¡Ahora, esquívelo! -Gritó hacia el señuelo en la cama. Pronto la mujer china que vestía solo el abrigo de Ciel arrojó la sábana hacia el suelo.

De los otros que estábamos en el cuarto, solo el doctor se quedó en su lugar sorprendido. Por otra parte, el conde Grey se lanzó apuntando con el filo de su espada hacia el 'perpetrador', siendo detenido por mi, que tomé su brazo sorprendiéndolo dejando caer su arma.

—Hay que interrogarlo, ¿no? -le pregunté con burla al ver su expresión frustrada. Aunque no pude deducir si esa expresión era debido a mi presencia o que no pudo matar a alguien.

Mientras nosotros nos matábamos con la mirada, el anciano se acercó hasta la sábana tirada en el suelo, tiró de uno de los extremos que atraparon al criminal, revelando por fin su identidad.

El simpático reptil se deslizó hacia mi, pero cuando notó que mi piel no irradiaba el calor suficiente se distrajo, consiguiendo que el reverendo Jeremy lo capturara.

Ya con el 'sospechoso' capturado y 'seguro' en las manos del hombre mayor, solté el brazo del conde Grey alejándome de él. Para mi suerte, antes de que el albino fuera capaz de decir algo, llamaron a la puerta. Sin esperar respuesta alguna, un hombre de edad avanzada sosteniendo un candil de tres velas entró a la habitación informándonos que Ciel y el resto de personas habían sido llevadas a la habitación del señor Woodley; para luego retirarse tan rápido como llegó.
Por nuestra parte, antes de irnos inspeccionamos el lugar asegurándonos que no hubiera otra presencia más que la nuestra.

Narrador

El pequeño candil de una sola vela que el doctor Arthur llevaba en mano no alumbraba demasiado, pero si lo suficiente como para saber dónde estaban y por dónde caminaban; además los repentinos y repetitivos relámpagos iluminaban por unos segundos el camino.

Al llegar a la habitación el primero en entrar dando la noticia de haber capturado al culpable fue el joven doctor, seguido del conde Grey, (t/n), Ran-Mao, y por último el reverendo Jeremy que sostenía al 'asesino'; cosa que provocó que la única mujer rubia en la habitación gritara de pánico en los brazos de su amado. Los rostros llenos de sorpresa e incredibilidad no se hicieron esperar, lanzando comentarios sobre lo absurdo que se escuchaba la teoría de la serpiente asesina, hasta que el joven castaño explicó la situación real y el hecho de que, esa linda serpiente -según palabras de la peli-(c/c)-, era el asesino del tierno Patrick Phelps.

Arthur: Yo tampoco lo creía, pero la serpiente fue de inmediato tras la señorita Ran-Mao mientras tenía puesta la ropa del conde -explicó.

—Para las serpientes es muy sencillo encontrar a su presa en la oscuridad por su aroma y las vibraciones de su cuerpo -habló caminando por la habitación hasta llegar al lado del chico del parche, tomando asiento a su lado en la cama.

Jeremy: Eso significa que el asesino entrenó a la serpiente para que atacara al conde por medio de su olor. Está en particular -elevó ligeramente al animal en sus brazos- Es una 'Mamba Negra' proveniente de África del sur, cuyo veneno letal mata a su presa en menos de una hora. Es la más veloz y de las mejores trepadoras de su especie; perfecta para cometer un homicidio.

—Si. Pero al final solo es un animal. No podía saber sobre el engaño -cruzó sus brazos en su pecho.

Arthur: ¡Cierto! -se detuvo un momento anotando algo en una pequeña libreta- El autor intelectual no  tenía forma de saber que quien estaba en la cama no era el conde.

Ciel: Y quien durmió en mi cama esa noche fue... -se levantó despacio de la cómoda mientras hablaba, pero se calló al ser interrumpido por la semi demonio.

—Patrick Phelps -habló descuidadamente en tono un poco bajo pero firme.

Jeremy: Lo que salvó al conde fue que esta señorita -apuntó a la de negro con el pulgar- usara su ropa. Si hubiese sido el conde, no habría podido esquivar el ataque.

Lau: Si el conde hubiera muerto, sería una tragedia para nosotros, ¿verdad, Ran-Mao? -de nueva cuenta la seriedad del momento se fue por la borda en el momento que dicho hombre abrió la boca. Burlándose del niño siendo estrujado entre los brazos y el pecho esponjoso de la mujer inexpresiva. Acción que provocó un ligero tic involuntario en el ojo derecho de (t/n).

Después de varios intentos de forcejeo, Ciel por fin pudo librarse de los delgado, pero fuerte, brazos femeninos.

Ciel: Como sea. ¿Por qué tuvimos que usar la ropa de mi mayordomo para enmascarar mi olor? -preguntó cambiando el tema.

—Si, yo tampoco encuentro una respuesta para eso. Pero te ves gracioso así -se colocó nuevamente al lado de Ciel, ahora ambos de pie. Luego le susurró al oído- Sin embargo, apestas a demonio.

Jeremy: Es como si su mayordomo lo estuviera protegiendo, ¿no lo cree? -'claramente se burla' pensó (t/n), al mismo tiempo que ella y su acompañante veían mal al reverendo.

Arthur: Pero, está prohibido traer serpientes venenosas en barcos de carga. Trabajé como médico en un barco que viajó a África. Los equipajes se revisaban cuidadosamente -explicó.

—'Me sorprende cómo pueden pasar de lo serio a la burla, y luego volver a ser serios' -pensó la muchacha.

Lau: ¿Fue contrabandeada? Resultaría sencillo si se trajera en un barco de carga. Están menos regulados -habló con la mano derecha sobre el mentón y la izquierda acariciando a la mujer recostada en su pecho.

Arthur: Eso evoca al comercio sudafricano, importaciones y diam....

A pesar de no terminar la frase, era más que obvio a qué se refería. Gracias a esto todas las miradas del salón se dirigieron al único empresario que trabajaba con diamantes, el millonario excéntrico, Karl Woodley. Quien al sentir las miradas a su alrededor comenzó a entrar en terrible pánico, negando al instante las acusaciones en su contra; alegando el hecho de que tenía una coartada para el primer asesinato, solo para ser refutada por el reverendo.

Jeremy: Les pregunto: El cuerpo que el mayordomo y los demás llevaron al sótano, ¿de verdad estaba muerto?

Las aclamaciones llenas de confusión sonaron aún más fuertes que los golpes de la lluvia en las ventanas, si es que eso era posible. Sin embargo, al caer en cuenta que en realidad la herida en su pecho no fue revisada por la oscuridad que había en el lugar, comenzaron a considerar que tal vez no era una idea tan descabellada.

Jeremy: Recientes publicaciones médicas hablan sobre una sustancia llamada 'tetrodotoxina'. Al ingerirse en una preparación especial con esta sustancia, se puede inducir a un estado semejante a la muerte.

Irene: ¿Como en 'Romeo y Julieta'? -preguntó la mujer que hasta ahora había estado callada.

Jeremy: Si -contentó con simpleza.

Después de un rato en el intercambio de notas, se llegó a la conclusión de que en realidad Lord Siemens había sido engañado para beber la sustancia mezclada con el veneno de pez globo, para realizar una "broma" al resto de los presentes. Broma que salió mal pues la herida en su pecho si fue la causa de su fallecimiento, el hombre a pesar de ayudar al bromista, este terminó por matarlo realmente.

Arthur: Creo que este fue un plan para inculpar al conde -rompió el repentino silencio con firmeza.

Ciel: Pero no tienen ningún sentido implicarme, ya que no había conocido a Lord Siemens antes de hoy.

Jeremy: El culpable tuvo amplias oportunidades para hablar con él durante el banquete.

Woodley: ¡Entonces cualquier invitado pudo haberlo embaucado! ¡Ninguno de ellos tiene coartada para ese momento!

—Eso es cierto, todos aquí hablamos al menos una vez con Lord Siemens durante el banquete.

Jeremy: Pero nadie lo confesaría, porque los humanos aman la mentira.

Grey: Pues por lo que sabemos usted también puede estar mintiendo. En primer lugar, si Siemens bebió veneno, ¿dónde está la ampolleta?

Ciel: En el único lugar donde nadie metería la mano para buscar: La chimenea.

Arthur: Correcto, nunca la habríamos buscado en ese lugar. El culpable pudo extraer la ampolleta cuando las cenizas se enfriaron.

Ciel: Eso nos lleva a la segunda víctima. Sebastian.

Arthur: Es verdad. El mayordomo sería el primero en encontrarla cuando lo limpiara.

Jeremy: El mayordomo descubriría de inmediato la clave de la muerte falsa al revisar el hogar, eso arruinaría la coartada. Por eso, después de asesinarlo tomó la ampolleta y la escondió en su habitación.

Woodley: ¡Eso fue obra del verdadero asesino! ¡No tengo ninguna ampolleta! ¡¿No revisaron mi habitación?! -pobre hombre parecía que explotaría en cualquier momento.

Ciel: Si, es correcto. Todo menos la chimenea.

El intercambio de gritos viajaba de aquí a allá, culminando con un exasperado Grimsby moviendo violentamente el coque de la chimenea buscando los fragmentos vidriosos de dicha ampolleta. Ampolleta que efectivamente se encontraba ahí, y que fue reconstruida meticulosamente por el hombre que resolvió el caso.

Grimsby: ¡Lo sabía! ¡Tu eres el culpable!

Woodley: !No tengo idea de qué es eso!

Arthur: Tratar de inculpar a un niño en su crimen, ¿por qué haría tal cosa?

Ciel: Por diamantes. Quería evitar que reanudara el proyecto de mi antecesor, en base a la tecnología de corte y pulido en el mundo de las joyas -explicó sin muchos detalles- Por eso quisiste asesinarme. Pero tu plan fue descuidado.

Pov. (t/n)

El cuello del hombre ahora era amenazado por la filosa espada del albino mayordomo de su majestad. Pobre hombre, la expresión de su rostro era horrible, definitivamente se desmayará en cualquiera segundo.

Ya estaba amaneciendo, incluso la lluvia comenzaba a detenerse. Era como si la madre naturaleza estuviera enjaulándonos mientras resolvíamos el caso, y como el caso está resuelto, ella ha calmado el juicio sobre todos nosotros.

Aún así, faltaba brindar por el caso cerrado; y qué mejor que con un tónico contra el envejecimiento. Vamos, esta es mi tercera vida, ya no soy tan joven; algo así no me vendría mal.

Después del brindis, todos los invitados se retiraron a sus habitaciones a empacar sus cosas, puesto que hoy por fin podrían volver a sus hogares después de dos agotantes días llenos de conspiraciones y muertos. Mientras tanto acompañé a Ciel hasta la recepción de la mansión para despedir a los invitados. Hablamos unas cuantas cosas, como por ejemplo el vestido chino que el señor Lau le regaló, creo que estoy muy cerca de conseguir que se lo ponga. Después de un rato ya casi todos los huéspedes se habían retirado; el único que aún estaba ahí era el doctor Arthur, lindo hombre por cierto. Sin embargo, me mareé un poco, Ciel se dió cuenta de esto y prácticamente me arrojó dentro de la mansión, no tuve otra opción más que sentarme en un lindo sillón individual. Curioso, es el sillón en el que me senté cuando llegué aquí, antes de encontrar a mi padre, y cuando comencé a conocer a Ciel. Aún así no pude evitar notar algo distinto en una de las esquinas del techo de la habitación.

—¿Desde cuando hay arañas aquí? -murmuré más para mi misma que para que me escucharan.

Tal vez Michaelis lo paso por alto. Así ya tengo con qué burlarme de él. No es tan perfecto, ¿eh?

Miré por el ventanal lo que pasaba afuera, el reverendo Jeremy estaba hablando con el viajero del carruaje, supongo que Ciel está en las escaleras de la entrada. Seguido el hombre mayor se despide y el carruaje comienza su andar. Por la gran puerta principal dos figuras de distintos tamaños aparecen, me levanté y fui hasta ellos siguiendo también sus pasos hacia las grandes escaleras.

—¿Ya puedo reírme? -pregunté a ambos hombres. Esperé mi respuesta afirmativa, pero una presencia extra arruinó ligeramente mi plan. Ese adorable doctor castaño había vuelto- ¿Qué lo trae de vuelta?, ¿Olvidó algo? -solo me ignoró parcialmente.

Arthur: Vine a confirmar la verdad, reverendo Jeremy... No. Mayordomo Sebastian -¿por eso hablaba con él en el carruaje?

Sebastian: Creo que lo subestimamos, doctor -arrancó la máscara de la cara.

—Y yo creo que tú eres un idiota -miré a Ciel, quien solo asintió en afirmación a mis palabras.


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Hey✨
Oigan sé que me tardé un día en actualizar, perdón por eso. Pero esta semana ha sido una completa basura, ayer dormí todo el día porque no tenía el ánimo para levantarme. También se supone que en compensación hoy abría capítulo doble, pero mi ánimo no mejoró así que no puedo hacer mucho, tal vez si me siento mejor actualizo de sorpresa entre semana.
De verdad lamento mucho si el capítulo l@s decepcionó.

Disculpen las faltas de ortografía👀

GRACIAS POR LOS 47K
💕L@S AMO💕

Sin más por el momento...

Se despide~

🔥Haruka Black🔥

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