Oscuridad
Se aproximó al bar y entró con su capucha colocada no había pasado menos de una hora desde que terminó con su trabajo, se sentía tranquila como todas las veces que lo realizaba.
20 asesinatos en total, había empezado desde que tenía 14 años y la habían abandonado a su suerte cuando su madre murió, necesitaba dinero y un trabajo.
Lo consiguió, aunque a un precio muy caro, su libertad.
Ya adentró y sintió como el viento en su rostro el ambiente que se daba en ese lugar, hombres bebiendo con mujeres que los seducían, apostadores que jugaban póker en una mesa, personas solitarias ahogando penas en el alcohol, el barman la saludó con un gesto de mano, ella se aproximó a la barra mientras él le ponía una copa de licor enfrente de ella, se sentó en el banco y dejó el maletín en una mesa.
-¿Noche pesada? - le dijo el rubio con una media sonrisa.
-Como siempre- ni siquiera lo miro a los ojos azules y traviesos solo le dio un trago a su bebida, no sin antes olerla un poco, el sabor lleno sus papilas gustativas de dulce, licor de arándanos su favorito- un poco asquerosa en realidad.
-¿No fue sencillo?, siempre es sencillo para ti y casi nunca escucho una queja- dijo en tono sarcástico a lo que ella lo miro con molestia y complicidad, ella sabía que solo era una broma entre ellos.
-Un hombre maduro y pervertido, si viste a uno viste a todos los empresarios de este país.
- ¿Se sobrepasó contigo? - limpiaba las copas de vino lavadas dejándola de ver aun con una sonrisa traviesa en su rostro.
-Lo maté primero, resultó pedir clemencia como los otros, respetado empresario, hombre de negocios con su asqueroso dinero, si me lo preguntas se lo tenía merecido-dio otro sorbo a su copa y suspiró mientras la dejaba en la mesa, miró a su compañero.
Deidara. Miembro de la organización a la que ella pertenecía.
Él la miraba de forma burlona, eran amigos, bueno a menos eso era lo que ella creía, platicaban después del trabajo, pero ella jamás confiaba en nadie completamente.
La vida le había enseñado que hacerlo trae consecuencias tanto buenas como malas, casi siempre para ella, malas.
-Los hombres somos así vemos la oportunidad de acostarnos con una mujer tan bella como tu mi querida Tenten y la aprovechamos, en fin, que se le va hacer- su expresión traviesa cambio de un minuto a otro- hablando de aprovechar la oportunidad para estar contigo mi bella Tenten, él te está esperando en su despacho, llegas tarde sabes que odia esperar, aunque contigo siempre hace excepciones.
Terminó su copa rápidamente con una mirada neutra, tomo su maletín y se levantó de aquella barra, sin voltear al ver a su compañero, él hizo lo contrario hasta que se perdió de vista abriendo una puerta en el fondo del bar y cerrándola tras su paso.
Se encontró en frente de un escritorio, colocó el maletín enfrente de su jefe, que se encontraba con una cara poco amigable apoyado su cabeza en su propia mano, sabía que estaba enojado por haberlo echo esperar como se lo habían dicho cuando entró, de repente una sonrisa apareció en su rostro.
-Parece que te demoraste un poco, preciosa- rompió el silencio con su voz masculina.
-Lo siento, no volverá a pasar- su mirada era seria, pero ella no se atrevió a mirarlo a los ojos, jamás lo hacía, pasaría algo malo si lo hacía, respiro suavemente antes de hablar de nuevo - cumplí con el objetivo, lo mate sin dejar rastro alguno no tienes de que preocuparte la policía no tendrá pistas de lo que ocurrió y me atrase en salir, la mujer que sustituía llegó, pero salí antes de que alguien me viera.
- ¿Dónde estabas? - preguntó bruscamente justo después de que ella parara de hablar, lo que puso a la chica nerviosa.
Tenten lo supo inmediatamente, él calcula el tiempo entre cada misión que le encomienda, él sabe cada paso que ella da.
- Yo... venia para acá cuando una patrulla me vio sospechosa por andar en la calle a altas horas, me dijo que me llevaría a casa, lo arreglé rápidamente.
-Siempre tan descuidada, ¿Qué no te he enseñado a ser más sigilosa? - sacó una bolsa de su cajón y la dejo enfrente del escritorio-aquí está el pago por el trabajo.
-Si... g-gracias- respondió mientras miraba sólo a la bolsa llena de billetes, se imaginó comprando con el algo de comida para su cena.
- ¿Ah?, pero ¿qué te pasa con tu voz?, ¿estás muy asustada de mi acaso? - interrogó mientras ella escuchaba una risa divertida entre cada pregunta.
-N-no nada de eso, yo solo estoy un poco cansada.
Él sonrió aun más de lo que lo hacía, se paró de su silla, rodeo su escritorio para caminar a la dirección de la chica.
"Maldición" pensó ella aterrada, viendo los pasos que se aproximaban cada vez más, hasta que te detuvieron enfrente de ella, vio como la mano de él se dirigía a su rostro, tomando su barbilla, obligando a ver sus ojos inusualmente violetas y mirada divertida.
-Mírate, no eres más que un gatito asustado en mi presencia, no vuelvas a llegar tarde me preocupaste demasiado, no sé qué haría sin ti -la chica trataba de esquivar su mirada pero no lo logró, él sonreía y ella odiaba que la tuviera siempre a su merced- dime una cosa que me da curiosidad, ¿alguna vez has planeado escapar de nuevo?
Tragó saliva, claro que lo había pensado, su libertad, era lo único que anhelaba todos estos años, pero ahí estaba frente a él, tratando de ocultar la verdad tras un "no", pero su mente se negó a decir ese monosílabo.
-... Si...
Su expresión cambio, ya no se veía la sonrisa divertida que tenia, si no una mirada seria.
-Ni siquiera haces el esfuerzo de mentir, eso es bueno, entre nosotros no hay secretos, solo recuerda que tú me perteneces, prometiste quedarte conmigo y una promesa no se rompe ¿verdad mi pequeña gatita?
-No... no la romperé- bajo su mirada apenada.
-Bien, entonces no vuelvas hacerlo, recuerda que si tratas de huir te buscaré en donde estés y te traeré personalmente para encerrarte de nuevo en mi mundo, ¿quedó claro?
-S-si- cruzó su mirada con la de él al responder.
-Buena chica, ahora puedes irte, yo te llamaré si hay un trabajo pendiente o si requiero tu presencia- él se sentó de nuevo en su escritorio revisando unos papeles, sus expresiones habían cambiado, supo que su respuesta no era la que el había esperado, se quedó observándolo unos segundos, él se dio cuenta y le devolvió la mirada.
- ¿Sucede algo?
- No... me iré enseguida- tomó la bolsa de dinero junto con su maletín y salió del despacho, se encontró de nuevo en aquel bar donde sonaba la música a medias, Deidara la volteo a ver, ella le hizo un gesto de despedida, él le respondió igual, al terminar de servir una copa a un cliente.
Salió de aquel lugar, varias motocicletas se encontraban estacionadas, una pareja se comía a besos en una esquina, los ignoró y se dirigió a su departamento.
Algo que ella llamaba hogar, un departamento con las comodidades suficientes para una persona, lo había comprado con su dinero que ganó trabajando. A veces se daba pena a ella misma, tanta soledad era natural, lo había sido desde que era chica y la vida la botó a un basurero donde vivía y donde él la encontró, Hidan jefe de una organización que él mismo había formado, asesino profesional, empezó matando individualmente y pronto se transformó en todo un negocio.
"...sólo recuerda que tú me perteneces..." recordó las palabras de él con asco y su mirada perdida en el techo de su departamento.
La desgracia la perseguía a donde fuera, incluso en ese día en que pensó que saldría de aquel vacio, tirada en un callejón entre los botes de basura con la mirada perdida, sólo una manta que no era demasiado grande para cubrirla toda, la cual había robado la protegía de la llovía, el hambre no cesaba, la gente iba y venía con sus paraguas continuando sus vidas sin voltear ni siquiera a verla, los odiaba, a todos, su desesperación por el hambre y sufrimiento iba creciendo al grado de querer arrancarles la sonrisas de su rostro, matarlos sin piedad, despreciables.
Una niña entró al callejón, era muy linda con dos coletas en su cabello, se detuvo enfrente de ella mirándola con curiosidad, la castaña sólo la miro, cada detalle quedó grabado en su memoria, su color azul pastel de vestido, sus zapatos, de un lado sostenía un paraguas y del otro colgaba una tierna muñeca.
- ¿Y tú por qué no vas a casa?, la llovía te mojará, y mami dice que eso hace te enfermes.
Tenten no respondió, tenía la garganta lo suficientemente seca como para no hacerlo, seria gastar energía a lo tonto, esperó a que simplemente se fuera.
De un momento a otro la chica la cubrió con el paraguas y le entregó la muñeca.
-Ten- dijo la niña con una sonrisa en su rostro- te acompañará si estás sola, yo no la necesito.
La tomó por inercia.
Esperanza.
Ese simple gesto hizo que ella se sorprendiera de tener a la muñeca en sus manos sucias y maltratadas.
- Gra...
-¡Naome!, No te desaparezcas así, te he estado buscando- una señora alta y rubia apareció, tomando a la niña del brazo zarandeándola- vámonos de aquí- la señora notó la presencia de la castaña e hizo un gesto de disgusto, al ver que sus manos tenía la muñeca de su hija- que asco
- Mamá, mi muñeca, ella me la quitó- la niña mintió dejando a Tenten perpleja sin entender los motivos.
-Oh mi pobre hija, te compraré otra, esa ya está sucia.
Se quedó viéndolas mientras se iban alejando de ellas, la niña volteo y sonrió con arrogancia.
Todo era por un motivo, no recibir regaños de su madre, así que mintió para evadirlos.
Observó seria la dirección la pared que tenía enfrente y luego miro al suelo viendo a la muñeca en el mojándose en un charco de agua.
- Son despreciables... ¿no lo crees? - un chico parado en el callejón no llevaba paraguas pero vestía con buena ropa, sus manos estaban en sus bolsillos, una sonrisa se asomó con arrogancia- envidiosos hasta conseguir lo que quieren, así es el ser humano, la criatura más despreciable que jamás conocerás.
Ella tembló por el frio sin dejar de mirar a aquel chico, el extraño podía intentar algo con ella pero ya no le importaba, ya la habían usado millones de veces.
-Mírate, ¿Qué fue lo que te hicieron?, pobre alma desamparada-se acercó más a ella, la chica lo ignoró ahora miraba hacia el vacío de nuevo- yo puedo ayudarte, sólo que pido un alto costo a cambio.
-Vete de aquí, mi cuerpo no está a la venta, ni tampoco en condiciones, no te sirvo si lo que buscas es satisfacción- respondió sin importar gastar su garganta seca.
-Oh no, no, te equivocas, no quiero tu cuerpo como pago, aunque no estaría mal, se ve que detrás de toda esa suciedad eres hermosa- Tenten sintió como la observaba de pies a cabeza.
-Entonces largo, no sé lo que pidas, pero no te lo puedo dar- frunció el ceño, estaba harta de la gente, quería morir de inanición lo más rápido posible.
- ¿Prefieres pudrirte aquí?
- No ruego ayuda de nadie- respondió ella con una mirada severa.
-Me encanta ese enojo en tus palabras- el extraño río suavemente divertido- se nota que guardas un rencor muy grande, eres perfecta para mí.
Ella ignoró sus palabras, al ver esto él se paró enfrente de ella, la lluvia seguía cayendo y el rostro del extraño se vio con más claridad, cabello gris ligeramente largo, mientras sus ojos eran de un color inusualmente violeta, parecía tan joven como ella, pero debido a su expresión de confianza, ella notaba que tenía experiencia y seguridad, una mano se tendió hacia ella, lo observó intrigada.
- Ven conmigo, te sacaré de tu miseria, lo único que pido a cambio es que trabajes para mi, que prometas lealtad hacia mí, la ayuda que te ofrezco te salvará, pero a cambio de eso me darás tu alma y vida, me pertenecerás.
La chica lo miraba sorprendida, ¿de verdad le estaba diciendo esas palabras?, sería una oportunidad para salir de ahí, pero ¿a qué costo?, pertenecer a alguien era un costo demasiado alto como él había mencionado en un principio, pero lo observó de nuevo tenía una sonrisa en su rostro y su mano se extendía frente a ella todavía, extendío su mano huesuda, temblorosa y sucia, antes de estrechar la del extraño se detuvo a cuestionar la decisión que tomaría, como cambiaría su vida de repente, su mano se cerró poco a poco rechazando y entonces él hablo.
-Tú eliges tu propio destino, pero no es casualidad que este aquí parado frente a ti, todo pasa por algo, puedes confiar en mí.
Esas palabras reforzaron su decisión, tomó la mano que le tendía y se levantó para irse con él, desde ese día se marcaría su camino, un destino a expensas de la muerte de otras personas, aquellos que alguna vez la hicieron sufrir pagarían poco a poco, los odiaba a todos, desde ese día se convirtió en un alma incapaz de perdonar, un corazón que se encontraba endurecido, mientras el miedo de verse de nuevo en el fondo de ese oscuro abismo de desesperación la perseguía día con día.
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