Engaño
6 años pasaron desde la primera vez que había sonreído al ver a la niña de ojos negros.
Kurotsuchi había insistido a su padre visitar a Deidara frecuentemente en el orfanato en donde él había sido puesto hace años atrás, al ver el deseo de su hija al ser amigo de aquel niño rubio y lo bien que se habían llevado desde el principio el respetado policia Gakure había hecho el papeleo para que el rubio fuera dirigido al orfanato más cercano a ellos.
Durante 6 años cada vez que el padre de la chica salía a trabajar en las tardes ella se dirigía a visitar al rubio para jugar con él después de la escuela.
—Este lugar es enorme para poder esconderse en donde tú quieras— mencionó una Kurotsuchi más crecida sobre el pasto de aquel enorme lugar.
—No dirías eso sí probaras la comida de la madre superiora— Deidara se recarga sobre sus dos brazos en el pasto junto a ella.
—En casa es muy solo...papá trabaja todo el día, me quiero quedar aquí y no ir más a esa estúpida escuela— bufó la chica de ojos negros frunciendo el ceño.
Deidara cambió de posición está vez recargando su cuerpo en su pierna derecha que se encontraba flexionada.
—Basta Kuro-fea, no te gustaría para nada estar aquí las clases son igual de aburridas y mis compañeros peores que los tuyos, no aguantarías ni un día sin llorar— dijo cerrando los ojos seriamente, inmediatamente sintió un golpe departe de ella en su hombro izquierdo.
—¿A quién le dices fea?— le reclamó la chica sentada ahora dejando suposición de descanso.
—No veo a nadie más aquí— sonrió burlonamente, sufrió otro golpe más fuerte— yo... pronto cumpliré la mayoría de edad, me iré de aquí.
Kurotsuchi abrió ligeramente los ojos para después mirar hacia el cielo deprimida haciendo un puchero.
Deidara observó la expresión de la chica e inmediatamente sonrió a sus adentros, ella siempre había sido la única mujer que él consideraba en todo el concepto de adorable.
—No pongas esa cara, te llevaré conmigo...—la chica levantó la vista ligeramente sonrojada viendo a Deidara quién no la veía si no al cielo— viajaremos por el mundo, me convertiré en un empresario famoso y tendrás un lugar igual de enorme que este para esconderte cuando quieras.
El rubio le dedicó una sonrisa sincera mirándola, el aire revoloteó sus cabellos rubios, la chica pensó que así es como se veía la paz y la felicidad.
Su sonrojo le tomó por sorpresa cuando estuvo lo suficientemente avergonzada desvío la mirada.
—Idiota...—hizo de nuevo su puchero con la boca totalmente avergonzada y Deidara río divertido.
El celular de Kurotsuchi sonó en un mensaje.
Cuándo ella lo abrió vió el mensaje con gran sopresa, Deidara vió como la expresión de paz de la chica había cambiado completamente mostrándole extrañada y algo agitada.
—¿Que ocurre?— preguntó el chico con curiosidad.
—Mi padre... sufrió al parecer un accidente...— la chica le mostró el mensaje al chico de ojos azules.
"Soy un amigo de tu padre, él sufrió un accidente lo traje a casa, ven lo más pronto posible"
Deidara decidió acompañar a la chica inmediatamente partieron.
Cuando los dos chicos llegaron Kurotsuchi sacó sus llaves y las trato de insertar en la cerradura sin embargo con un ligero toque la puerta se abrió.
Oscuridad se veía por dentro, la chica trato de prender una luz sin éxito alguno, avanzó por todo el pasillo seguido de Deidara.
El chico se detuvo cuándo sintió en sus pies algo resbaloso, dejó de caminar sin embargo Kurotsuchi no se detuvo seguía avanzando sin él.
El rubio se agachó con curiosidad para mirar sobre lo que estaba parado y lo tocó con sus dedos la luz del exterior que venía de la puerta alcanzó para que Deidara viera algo de color rojizo y viscoso.
El color de la sangre.
Se paró inmediatamente y corrió contoda velocidad hacia Kurotsuchi pero ya era tarde.
— ¡Kurotsuchi espera!
Ella se había detenido a observar lo mismo que ahora el rubio observaba estrupefactos.
Tapó los ojos de la chica por detrás inmediatamente.
El respetado policía Gakure que lo había salvado hace años yacia colgado del techo con una soga en su cuello, todo su cuerpo estaba lleno de cortadas y su mirada ya sin vida con dirección hacía el suelo.
Deidara sintió como las lágrimas de la chica mojaban la palma de su mano que le impedía ver.
Escuchó un grito ahogado por parte de ella mientras los dos caían al suelo, a la chica le habían fallado las piernas y el rubio cayó con ella para evitar que se lastimase, la volteó hacía él abrazándola fuertemente, ella lloraba y gemía en su pecho.
Una risa se escuchó en el fondo de la habitación, Deidara miró inmediatamente la esquina derecha al lado del cadáver de dónde provenia, una silueta de un hombre apareció en la oscuridad.
—El amor es una de las cosas más bellas de este mundo— la voz del extraño hombre sonó en los oídos de Deidara como escalofriante— así lo pienso por qué puede destruirte totalmente o puedes destruir con el si lo prefieres, en lo personal prefiero ser un espectador de el.
—¿Quién demonios eres?— escupió lleno de enojo Deidara aún abrazando a Kurotsuchi quién se había tranquilizado un poco.
La luz se hizo presente en la habitación ya que el hombre fue el que encendió una lámpara a su costado de dónde estaba sentado, el extraño estaba vestido de un traje elegante, el rubio observó cómo se encontraba cubierto de sangre, era peligroso con solo verlo, no cabía duda de lo que había pasado, Deidara sintió la necesidad de sacar a su amiga de ahí lo más pronto posible.
Miró hacia la puerta, el pasillo estaba muy lejos de ellos, si salían corriendo apenas podrían avanzar antes de que el misterioso hombre de ojos violetas los acanzará.
Con Kurotsuchi en el estado en que se encontraba no tenía muchas opciones.
Tenía que pensar en algo y rápido.
—Hay un mensaje departe de tu padre antes de morir niña— Hidan sonrió ligeramente dando un trago a lo que parecía alcohol, el vaso estaba manchado de sangre— su última voluntad al parecer.
Deidara sintió como su amiga pelinegra se separó de su pecho rápidamente mirando al hombre sentado frente a ellos.
El chico notó como su mirada había cambiado totalmente, tenía que el ceño fruncido hacia el hombre.
—"Lo siento Kurotsuchi, lo siento tanto"— Hidan imitó una voz más aguda y desesperada.
—Tú...tú lo mataste, ¿por qué?— la rabia en las palabras de Kurotsuchi hicieron que Deidara quisiera sacarla con desesperación de aquella casa, ponerla a salvó, tenía un mal presentimiento acerca de todo esto.
—¿Incluso su propia hija cree que no hay motivo para tal acción?, vaya que lo ocultaste bien de todo el mundo sin excepción viejo amigo— Hidan río divertido, se levantó de aquel sillón y caminó hacia el cuerpo colgado tocando su pierna derecha y mirándolo desde abajo— él me pagaba por información relacionada con su trabajo, prácticamente todos sus logros me los debe a mí, me debía dinero desde hace ya un año cuando le hice una propuesta de trabajar para mí asesinando personas por dinero él la rechazó argumentando sobre su reputación... así que hice lo que tenía que hacer.
—Maldito— Kurotsuchi se levantó seguido de Deidara que no la soltó, la sostuvo mientras ella quería abalanzarse sobre el con una rabia contenida.
—Sólo son negocios...—sonrio retorcidamente hacía ella su ojo derecho se abrió mas que el izquierdo dándole un aspecto de locura— y hablando de ello la deuda de tu padre no está pagada, eres el aval de su deuda niña, trabajarás para mi ahora ocupando el lugar que debería de haber ocupado.
Cuándo se acercó a ella, Deidara de interpuso protegiéndola.
—Basta, yo lo haré, yo trabajaré contigo en lugar de ella hasta pagarla— le miró decidido.
Hidan se detuvo sin expresión alguna en su rostro y miró al rubio de pies a cabeza.
Deidara apenas reaccionó el asesino cuando sacó una navaja y avanzó hacia él con una velocidad impresionante clavándola en su ojo izquierdo, el chico gritó de dolor al instante, Hidan sacó la navaja enterrada de inmediato, Kurotsuchi gimió y miró con horror, inmediatamente cuando el rubio cayó por el dolor ella lo auxilió.
—Odio a la gente que se entromete en una conversación ajena— suspiró Hidan aburrido, limpió su navaja con su camisa y la guardó, los miró desde arriba y con superioridad.
Deidara presionaba su ojo, el dolor agudo que experimentaba jamás lo había sentido, sintió que se iba a desmayar en cualquier momento, no podía, no podía ser tan patético para desmayarse y dejar a la chica sola con ese demente, se esforzó al máximo para mantenerse consciente, con su ojo derecho observó cómo la pelinegra al borde de las lágrimas tenía un rostro hundido en la desesperación.
Apenas podía pensar con aquel dolor agudo presente, pero deseo no mirarla más con esa expresión, quería sacarla de ahí, moriría antes de que le pasará algo.
—Deidara...— lágrimas gruesas caían de aquellos ojos negros como la noche— estarás bien, mantente conmigo, quédate conmigo por favor.
—K-kuro...chan...— mencionó entre un susurro.
— El amor destruye como ya dije— cuando Hidan habló Kurotsuchi le dedicó una mirada de entero odio aún con las lágrimas empapando su rostro— su vida no vale más que la tuya y todo por estar enamorado, es ahí donde se equivocan no puedes morir por alguien por que no hay nadie por quién valga la pena morir.
—Maldito psicópata— escupió con palabras de odio hacía Hidan quién después de escucharla le sonrió divertido.
—¿Sabes?, yo decidí amar también como ustedes, pero el amor es destruirte a ti mismo por la otra persona, decidí que no lo haría, me aseguraría de que esa persona me perteneciera que no pudiera escapar de mí por más que lo intentara, así jamás me desgastaria por ella, jamás daría mi vida por que ella tampoco tendría que dar su vida por mi— Hidan camino hasta estar a los pies de Deidara— unas cadenas invisibles eran necesarias para lograr eso, fue hace unos años que la encontré, ella me necesitó y yo la amé, jamás podrá irse por qué nunca lo permitiré.
— A-aléjate...de ella...— Deidara se levantó con un esfuerzo impresionante y Kurotsuchi permaneció detrás de él ayudándolo a sostenerse en pie— no permitiré que le hagas nada...maldito...
Hidan soltó una carcajada, dobló su estómago sin dejar de reír, cuando terminó observó de nuevo a Deidara directo a los ojos.
—Vaya me has hecho cambiar de opinión mocoso, probaré un experimento con ustedes, hace años que no me divertía tanto, las creaciones de Dios me divierten tanto— metió las manos a sus bolsillos y sonrió confiadamente hacia ellos y miró a Kurotsuchi— querida no te llevaré conmigo por una sencilla razón, eres muy inocente, tu deseo de matarme por venganza no está ahí, en tu mirada sólo está un simple odio por la situación, eres capaz de perdonar a tu peor enemigo te pareces a tu padre, y eso no es algo que tenga mi interés.
Deidara suspiró a sus adentros pero no se relajó, algo dentro de él le dijo que lo peor estaba por venir.
—Tú por otra parte...— inclinó su cabeza mirándolo a los ojos azules— eres lo mismo que ella, sólo que sin la inocencia, pero es algo que se puede arreglar después de un adiestramiento y entrenamiento, tú fuerza de voluntad para permanecer de pie consiente después de toda la sangre que has perdido has despertado mi curiosidad acerca de lo que puedes llegar a hacer, serás como arcilla en mis manos, sólo quedará el problema de que alguien te identifique.
—Crecí en un orfanato, será fácil desaparecer, alguien que no existe será pan comido— afirmó Deidara rápidamente.
—No, te pagaré, sólo dame algo de tiempo— le dijo kurotsuchi, había entendido exactamente a lo que él se había referido.
—Desafortunadamente ya no es una deuda que puedas pagar con dinero— explicó Hidan con tono aburrido en su voz— sólo debes ocupar el lugar que su padre despreció, a cambio de eso la dejaré en paz y nada de la reputación del respetado polícia se verá comprometida jamás.
—Acepto, iré contigo— mencionó inmediatamente Deidara sin dudarlo.
—No, Deidara...— Kurotsuchi lo llamó alterada, este volteó y le dio una ligera sonrisa mientras todavía sostenía su ojo izquierdo con sangre ya coagulada.
—Ya... estaré bien... todo estará bien Kuro-chan, tienes que irte sana y salva de aquí no permitiré que te pase nada.
Lo tomó de los hombros, la hemorragia de su ojo se había calmado, y aunque él sabia qué necesitaba ayuda médica de inmediato decidió tranquilizar a la chica.
— Pero que conmovedor —dijo Hidan entre risas— tranquila estará en buenas manos, no toque ningún nervio importante cuando clavé la navaja, su vista no volverá pero tengo un cliente que le pondrá algo mecánico para que cumpla con los trabajos que le encomiende.
—Promete que si voy contigo y te obedezco la dejarás en paz— Deidara volteó y lo miró con furia.
—Tranquilo, soy un hombre de palabra, está en mis principios cumplir con lo que prometo en un trato justo— Hidan sonrió satisfecho— mírenlo de esta manera, estoy haciéndoles un favor, estoy alejándolos de esa cosa destructiva que llaman amor, me lo agradecerán después cuando crezcan completos por dentro, tu mi querida niña no volverás a olvidar que él te protegió de esta manera y en cuanto él nunca olvidará que todo lo que cumpla para mí será para mantenerte a salvo y eso los mantendrá vivos por largo tiempo, ¿lo ven? las cadenas invisibles que puse hoy en ustedes son mejores que el amor, ya que estás los mantendrán en una deuda constante el uno con el otro y no se les permitirá dudar en cumplir sus objetivos.
Los dos vieron al asesino sonreír con algo de entusiasmo, su expresión era la de alguien que acababa de darle un chocolate a un niño de la calle.
Su salvación había sido tan engañosa como lo era su sonrisa.
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