「Amistad pienso, pero eso no ha de cuadrar.」
Capítulo Dos.
"Y la única forma de poder hablar con él
Era por aviones de papel...
Cuando mi padre se va hasta su trabajo
Me escapo del hospital
Para hablar contigo
Y darte un momento especial..."
Abría los ojos nuevamente, esta vez cegada por los rayos del sol, quedándose un rato acostada para acostumbrarse, quitarse esa flojera y con los ánimos del mundo iniciar un nuevo día. Como era usualmente, despertó a su padre, éste se alistó y en una hora ya se encontraba encendiendo el carro para irse a su trabajo, donde Amy siempre lo veía desde la ventana.
«Si tan solo no fueras un prisionero, estarías aquí conmigo» pensó inconscientemente, quedándose en shock por un rato, recapacitando en lo pensado, ¿qué fue lo que dijo? Ni idea, ¿por qué lo dijo? Menos iba a saber. Confundida miró un punto invisible de la ventana, adentrándose en su mente nuevamente, recordando cómo aquel azabache la veía, como le "sonreía". Recordó cuando los ojos rubíes se iluminaron y una expresión más tranquila y alegre apareció en su rostro; su voz gruesa y seria, llena de frialdad que de un momento a otro se convirtió en una más suave. Suspiró, ahogando un pequeño chillido de emoción, viendo como si fuera un vídeo en su mente los movimientos de Shadow, cada uno, repitiéndolos varias veces y gozándolos con cada segundo, sintiendo sus mejillas arder, su boca babear, su respiración acelerarse, ¡Alto! ¿Qué hacía?
Se sobresaltó, alejándose de la ventana, empezando a caminar por la habitación, regañándose, diciendo o preguntándose sobre lo que acababa de suceder, hasta que llegó a enredarse un poco con el cable que se conectaba a sus venas, por donde pasaban medicamentos que necesitaba, quitándole los pensamientos anteriores para estar más pendiente de aquel objeto de plástico, ya que, si lo jalaba, sería horrible y doloroso. Lo sabia de experiencia, por lo que ya más tranquila se desenredo con cuidado y se volvió a sentar en su camilla, acomodando los cables otra vez, sin embargo, ese apretón en el pecho aún seguía y era por él.
Un sentimiento de amargura y depresión de pronto apareció, recordando lo limitada que era su vida, lo poco que podía hacer, lo poco que soportaba, ¿cómo funcionaría? ¿Qué cosa? No sabía. Aquellos cables que le conectaban a máquinas le hicieron volver a la realidad. La realidad que odiaba.
-Como desearía no tener este asma -murmuró, suspirando fastidiada.
Lo bueno es que fue justo en ese instante en que el doctor tocó la puerta, dando aviso a qué entraría, lo que hizo. Traía la bandeja con una comida un poco diferente: sopa de pollo, puré de papas y un jugo natural de mandarina. Sonrío por el echo de que al fin iba a comer algo más rico, con más sabor, a excepción del puré, pero de igual era muy delicioso.
-Señorita Rose, buenos días -Le saludó alegre, dejando la bandeja donde siempre-. Aquí tengo su comida.
-Gracias -dijo acomodándose para sentarse y así comer más a gusto.
-Hoy no saldrá, recuerde que es el próximo mes -avisó, sabiendo que a lo mejor y se quejaría, mas sin embargo, sólo asintió sin alguna molestia. Le extrañó.
-Okey.
«Oh, claro que saldré» pensó, pues ya tenía un plan para hacerlo sin ser detectada por lo guardias, por suerte, vivía en el primer piso.
-Bueno, vuelvo a las tres a ver como estas y te voy a examinar, recuerda no hacer mucho esfuerzo, tu respiración se podría acelerar.
-Si -afirmó, viendo como el doctor salía por la puerta y quedaba sola otra vez entre aquellas paredes blancas, dio un sorbo a la sopa y miró la hora en el reloj que se posaba en la pared-. Son las siete cuarenta y tres, tengo mucho tiempo para ir a ver a Shadow y volver a las once, será fácil -repasó su plan, empezando a comer lo traído por el mayor.
Cuando terminó, de inmediato se vistió con un sencillo vestido blanco y sus zapatillas de igual color, solo quería irse ya y ver otra vez a Shadow, no le importaba nada más. Agarró las sabanas que tenía y las amarró, creando una cuerda, para atarla a una pata de la camilla que, extrañamente, estaba atornillada al piso y lanzó el otro extremo por la ventana, empezando a bajar con cuidado mientras que a la vez sostenía su tanque, hasta que tocó suelo, donde tomó un descanso recuperando el aire perdido y se dedicó a esconder la sabana tras unos árboles que se encontraban al lado, así nadie los vería. Sin más, se dirigió al bosque, caminando por la misma ruta hasta llegar al mismo prado.
Suspiró insegura, sus manos empezaron a temblar de los nervios, sin embargo, empezó a acercarse. Miraba todos los presentes buscando al erizo azabache, hasta que lo vio haciendo pesas; estaba solo, nadie se le acercaba y hablaba; mientras que los demás discutían agradablemente él solo se concentraba en lo suyo. Amy por un momento se sintió mal, quedándose anonadada sin quitarle la vista a Shadow, ni siquiera se dio cuenta cuando yacía pegada a las rejas de metal y un erizo verdoso se le acercaba, con una mirada pícara y misteriosa la veía, fue que reaccionó cuando este se le colocó en frente.
-Hola hermosa, ¿que haces por aquí? -coqueteó juguetón, viendo con una sonrisa encantadora a la chica.
Amy no dijo nada, solo lo miraba con seriedad, asustada en lo más profundo de su ser, temblando internamente.
-Eres hermosa ¿lo sabias? -Volvió a decir, esta vez apoyando su hombro en la reja, más cerca de ella.
Igualmente, no dijo nada, estaba segura que si hablaba su voz temblaría y tartamudearía como no hubiera un mañana. Él rió.
-Soy Scourge ¿y tu linda? -Se presentó, mirándola lujuriosamente, esperando escuchar su delicada voz, más sin embargo...
-Amy -hablo seca, con una voz gruesa y segura, no sabia de donde la había sacado, pero la adrenalina la estaba invadiendo de pies a cabeza.
-No te pones nerviosa, eso me gusta -dijo, sacando su mano por los huecos en la reja, intentando colocarla en la mejilla de la chica, más sin embargo, ella se alejó y a parte un grito se escucho.
-¡Ni se te ocurra tocarla, Scourge! -exclamó enojado, acercándose rápidamente a la escena, con el semblante más serio y enojado que una persona pueda tener.
-¿Que? ¿El bebe de mamá se puso celoso? -Se burló una vez el erizo yacía frente a él, tapando a la chica.
-No estoy celoso -contradijo, mirando fijamente al contrario mayor que él, decidido a enfrentarlo si era necesario.
-¿A no? ¿Y porque estas actuando así? -atacó nuevamente, esta vez acercándose más a Shadow, colocando su mano en la mejilla del azabache y haciendo que sus respiraciones se entrelazarán. Un escalofrío le recorrió la espalda.
-Y-Yo n-no lo sé -dijo nervioso, temblando levemente por la cercanía, pensando en lo cierto que era lo que dijo. Scourge rió otra vez.
-Shadow se enamoro, vaya que eso es nuevo -Soltó a Shadow con brusquedad, alejándose sonriente y burlón, sin dejar de mirarlo-. Nos vemos, idiota, te dejo con tu chica.
Shadow no se movió sino hasta que no volvió a ver ese pelaje verdoso que tanto veía en sus malos momentos, en esos en donde solo podía gritar y suplicar que terminara, que parara. Más tranquilo, se volteó encontrándose con Amy, quien curiosa le veía.
-Lamento eso, Amy -dijo apenado y con un toque de tristeza, demostrándolo con una expresión no tan vista de él, mientras recordaba los malos momentos en aquella carcel.
-No te pongas triste, me tienes a mi y yo estaré siempre para ti -habló en un intento de animar al azabache, quien la miró encontrándose con aquella sonrisa que expresaba todo y que lograba contagiar a todos.
-Gracias -soltó en un tono dulce, con una pequeña sonrisa que se le había formado. Fue cuando reaccionó ¿Qué hacía? Se sentía tan cálido y confiado con ella que no se dio cuenta de sus expresiones; su rostro se coloró de carmesí por la vergüenza.
-Además, no eres el único que esta solo, yo me paso todo el día con mi padre -contó, sentándose en el pasto, sin preocuparse si se manchaba el vestido o no, solo quería charlar con su amigo.
-¿Enserio? ¿Y que haces con él? ¿Él trabaja? -pregunto, curioso del tema, después de todo, ver a una chica linda y muy sociable sin amigos o alguna otra compañía que su padre, le llamaba la atención, le impactaba de cierta forma ¿cómo era eso?
-Bueno en las mañanas se va a su trabajo y me quedo sola, prácticamente. Luego él regresa más tarde, a veces hablamos, vemos televisión o jugamos un juego de mesa. Es algo que siempre hemos hecho -contó, recordando el día a día que se inició desde la muerte de su madre. Se entristeció.
-¿Y que haces cuando estas sola? -pregunto nuevamente, extrañamente más curioso que por la primera pregunta. ¿Estaba siendo muy metido? Él solo quería conocerla.
«Tendré que mentirle, no quiero que se preocupe» pensó Amy con tristeza, apenada por tener que hacerlo, pero tampoco quería preocuparlo, no quería decirle que se encontraba interna en un hospital desde hace muchos años, ya era mucho con que supiera que tenía un artefacto que la ayudaba a respirar. No quería vivir el pasado junto a él; él era su presente.
-Solo me siento a ver televisión o dibujo -respondió dando una cálida sonrisa, que obvio era forzada pero al parecer Shadow no lo notó, lo que entristeció y alegro a la más joven.
-Oh, debe ser aburrido -soltó de sopetón, sin medir la severidad o no de sus palabras, si la ofendió, si la enojo. Cuando reaccionó, se sonrojó de la vergüenza y nervioso intento disculparse-. ¡ah! ¡Yo lo siento! Lo siento de verdad, no quería...
-No te preocupes, en realidad si es muy aburrido, tantos años en la misma rutina ya se me está empezando a fastidiar de tan solo estar en mi habitación -explicó tranquila e intentando calmar a su contrario igualmente, transmitiendo más confianza.
-¿Y no sales?
-No mucho, solo al patio de mi casa, pero son muy pocas veces.
Shadow se extrañó de eso, ¿si no le gustaba su casa, entonces por qué no salía? ¿No podía? ¿No sabía andar sola? ¿Le daba miedo? Eran tantas sus dudas que solo decidió callar, ya le había preguntado cosas muy personales, creía que a lo mejor y ella se sentía invadida, así que solo dijo:
-Valla, no sé qué decir -Se retractó.
Amy al verlo otra vez nervioso solo sonrió, le gustaba este Shadow más expresivo, más abierto, le agradaba mucho, pero también extrañaba al otro. Con una sonrisa llena de gozo, miró alegre al contrario.
-Pero ayer estaba tan emocionada de salir, ya que mi padre me dejó esa libertad, que camine por el bosque y sin darme cuenta llegue hasta el final, encontrándome con este hermoso jardín, con esa hermosa flor y con mi nuevo mejor amigo -contó, sonriendo emocionada y sonrojada, recordando el día de ayer, sintiendo como su pecho palpitaba de sobremanera que empezaba a alterar su respiración. Era tanta la alegría que tenía ganas de abrazar a Shadow. Sin embargo, jamás pensó que aquel erizo de mirada seria sonreiría mostrando los dientes blanquecinos, en una expresión de completa felicidad, con un sentimiento tan verdadero como la palabra misma. Ambos corazones revoloteaban tal cual mariposa en un campo de flores.
-Amy, cuando vuelvas, ven un poco más tarde y dirígete a la parte de atrás, mi ventana es la última, así nadie se acercara a ti o te verá -ordenó preocupado, recordando cómo Scourge se le había acercado y temía que esa noche entrara a su celda, aunque eso ya no le importaba, su amiga estaba metida en ello y no quería que saliera afectada.
-¿Por qué?
-¿No recuerdas? Pasó hace unos minutos, jeje -dijo divertido, pensando en lo despistada que era Amy-. No quiero que te causen problemas, no quiero que te vean o sepan de ti, en este lugar hay muchos asesinos, ladrones y desquiciados, cualquier loco llega y puede querer hacerte algo.
Amy sonrió más alegre que nunca, sintiendo como su corazón hacía que hasta todo su cuerpo palpitara al mismo ritmo, cautivada por lo preocupado que Shadow estaba por ella.
-Esta bien, lo haré -habló resignada, pero son quitar la expresión.
¿Qué es esto? ¿Qué es este sentir? ¿Qué sucede?
-S-Si quieres, puedes agarrar la rosa -ofreció, intercambiando momentos en que podrían hablarse en persona, por aquella flor que creó su encuentro. Estaba claro que una cosa era más importante que la otra, pero con tal de hablarse, de conocerse, pasar tiempo juntos, para ellos era suficiente y eso que apenas se conocieron ayer.
-¿Enserio?
-Si.
-E-Esta bien -Emocionada, acerco sus manos con inseguridad y nerviosismo al tallo verdoso de la rosa, arrancándolo con cuidado, aunque tuvo que hacer fuerza para lograrlo. Cuando ya se encontraba completamente en su posesión, la olió con total satisfacción apreciando el dulce aroma que emanaba-. Huele delicioso -opinó en murmullo, perdida en la belleza de la rosa, acariciandola con su mano libre delicadamente-. Gracias, Shadow.
-De nada.
Tururiru Tururiru~
La chica se sobresaltó, casi que soltó la rosa a punto de dejarla caer, pero una espina logró rasguñarla haciéndola reaccionar. Odiaba la realidad.
-Me tengo que ir, Shadow -Informó, levantándose de sopetón, preocupada si habían entrado a su cuarto, si su padre había llegado temprano o si la estaban buscando con la policía, temiendo un regaño enorme.
-¿Por qué te vas cuando suena eso? -preguntó igualmente levantándose, pero no quería que ella se fuera, no quería seguir estando solo, le agradaba tener una compañía que no lo torturara, que no se burlara o se riera en burla. Se sentía querido.
-Es que... -Quería explicar, pero la verdad no salía de su boca, no quería expresarla y volver a ver su mirada preocupada, triste-. No puedo estar mucho tiempo fuera de casa.
-Oh, está bien -dijo desanimado, sonriendo forzosamente.
-Nos vemos mañana.
-Adiós.
Sonriendo como última acción antes de voltearse, empezó a caminar con cuidado y tranquilidad, concentrada en la rosa que yacía en sus manos, agarrándola con cuidado y viendo como una poca cantidad de sangre salía de su dedo índice. Poco a poco, logró llegar al hospital, dirigiéndose a donde había ocultado la sabana e intento escalarla, le fue difícil, pero terminó entrando a su habitación a la final, lo que era más importante. Se vistió con las ropas de esa mañana, guardando la que recién uso en su maleta. Se acostó en su camilla y colocó con cuidado la rosa blanquecina en una jarra que se posaba en la mesita a su lado, escondiéndola un poco entre las otras flores, para que su padre no la notara, pero al tocar cierta parte de los pétalos, sintió uno muy duro, como si de una roca se tratase. Confundida, se acercó más a la flor y detalló ese lugar, encontrándose con una hoja doblada hasta hacerse chiquita, blanca que hasta llegaba a camuflarse con los mismos pétalos, por eso no logro notarlo. Con cuidado, sacó el pedazo de papel y lo abrió, quedándose aún más cautivada por lo escrito en una hermosa y fina letra:
Mi querida, Amy:
Eres mi mejor amiga
La única que se acercó a un prisionero y le habló tranquila.
Eres única
Tanto como una rosa.
Te digo que puedes confiar en mi.
Juro que te protegeré.
Y Si me necesitas ahí siempre estaré.
Yo de prision saldré muy pronto
y estaré junto a ti sin ninguna duda.
Vaya que tuve de suerte de conocer a tal magnífica alma hermosa.
Att: Shadow The Hedgehog.
Sorprendida, no tuvo más reacción que aquel llanto alegre se aparecía en su rostro, sonrojada y con el corazón palpitante, emocionada. Leer aquel poema de verdad le transmitió y le aseguro lo bueno que es Shadow, llegando a preguntarse el como entro a aquel lugar, «¿Qué te ocurrió, Shadow?».
Feliz, dobló nuevamente la hoja y la oculto otra vez en la rosa, asegurándose de que no se notará, temía de que su padre la regañara si encontraba esa nota. Con total sumergimiento en su cabeza, las horas se fueron pasando rápido, siendo así las tres de la tarde, justo el momento en que su padre llegó, despertándola de su propio mundo en donde el azabache era gobernante.
-Hola, hija ¿cómo te fue? -preguntó sonriente, dejando sus cosas aún lado del sofá que había y acercándose a su hija.
-Bien -respondió más animada que nunca, sonriéndole con total satisfacción, llegando a confundir un poco al mayor, despertando su curiosidad, aunque no dijo nada sobre eso.
-Esta bien ¿y Cuándo viene el Doctor?
-En unos momentos, a lo mejor. Él me dijo que venia a las tres.
Un silencio cómodo inundó la sala, donde Amy se levantó y abrazó a su padre, transmitiéndole fuerzas y alegría, pues sabía lo mucho que su padre hacía en el trabajo; siempre llegaba agotado. Ambos poco a poco solo se dejaban llevar por el sueño, hasta que Amy reaccionó y empezó a preguntarle sobre su deberes como policía; debían mantenerse despiertos para el doctor. Así iniciaron una tranquila y divertida charla entre padre e hija, echándose bromas y contando anécdotas sobre su día, hasta que el golpeteo a su puerta resonó en la habitación.
-¡Pase! -habló Sonic.
Un doctor, alegre, de mirada ambarina y tez blanca, entró con su maletín donde llevaba sus herramientas de trabajo, las más necesarias, y dejándola en la camilla, donde anteriormente Sonic se encontraba sentado, ya que éste se bajó dejándole espacio al señor de bata. En toda su vida, Amy siempre tuvo dos doctores.
- Hola señorita, Amy, señor Sonic -saludó mirando a los nombrados, con total satisfacción, le gustaba pasar rato con aquella pequeña familia. Era cómodo.
-Hola, señor Silver -devolvió el saludo el cobalto, sonriendo de igual forma y estrechando su mano con la del albino.
-¡Hola, Silver! -continuo Amy, sonriendo emocionada y esperando hablar con el mayor como siempre hacían.
-Bueno te voy a chequear, Amy.
-Okey.
El doctor abrió su maletín dejando ver lo muy ordenado que estaban sus implementos y así iniciar la tarea que tenía. Le reviso los latidos del corazón, los ojos mediante una luz, los oídos y la garganta; una revisión normal se podría decir, sin embargo, prosiguió a sacarle una muestra de sangre, calculando que eso ayudaría en saber si tiene alguna enfermedad interna, luego solo se dedicó a anotar en un papel los avances o no, para el historial de la paciente, por último acomodando sus cosas y cerrar el bolso. Miró a la chica seriamente, regañándola.
-Okey -Empezó a hablar, acomodando su bata-. Estas bien, pero tienes que quedarte tranquila, tus latidos están muy acelerados y tus pulmones están en un estado que no pueden ayudarte, debes relajarte y no hacer un gran esfuerzo ¿me entiendes?
-S-Si -contesto triste, con la cabeza gacha y sintiéndose culpable, más una suave mano le empezó a acariciar sus cabellos, animándola.
-Tranquila, solo descansa un rato -sugirió sonriente-. Es difícil estar aquí por mucho tiempo, sobre todo ya que eres hiperactiva, lo sé, pero debes saber que no puedes hacer mucho, tu cuerpo no te dará esa libertada, Amy.
Ella solo asintió suavemente, con ganas de llorar, pero el cálido abrazo que el doctor le dio hizo que sonriera con más ánimos, la hacía sentir feliz.
-Adiós -Se despidió, agarrando su maletín y acomodando su bata nuevamente. Cuando recibió como respuesta la misma palabra, sonrío enormemente y sin más salió de la habitación, dirigiéndose a su próximo chequeo con una paciente que acababa de llegar.
-Todo estará bien, mi pequeña -dijo, abrazando a su hija con total cariño, ambos quedándose en esa posición por varios minutos.
-Si.
•♢•
Oh, Dios del cielo...
Si has de escucharme o has de verme...
Te ruego en el piso,
Te pido en desespero,
Y deseo con anhelo...
Que esas almas vean el destino,
Destino que tú le otorgaste,
Destino al que les condenaste.
Oh, Dios del cielo...
Te ruego en el piso,
Te pido en desespero,
Y deseo con anhelo...
Que la piedad te apiade
Y sientas pena por un alma hermosa y alma rota,
Que lo feliz te alegre
Y te alegre ver sus sonrisas,
Que el amor te llene
Y te sientas completo al verlos enamorados.
No los separes
Que ellos ya están destinados.
Continuará.
【Editado ✔️】
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