01. They left him behind.
. . .
Era tranquila aquella tarde en la que todo empezó por primera vez, en medio de la desesperación del atardecer. Tal como una serpiente al acechó, un hombre alto y delgado se acercó siseante a la gran multitud que creaba bullicio a lo lejos de sus pacíficos pensamientos, notando de inmediato un tinte de confusión, agobio y gritos en ello. Frunció el entrecejo frustrado, ya sintiendo cómo su pacífica tarde del té con su trío se vería brevemente interrumpida por dicho evento.
Se abrió paso entre la multitud intentando llegar con sus compañeros de equipo. Ni siquiera tuvo que prestar atención para notar los para nada lejanos gritos de desespero de una chica, voz la cual reconocía pues era habitual oírla gritar de emoción. La única diferencia era que ahora solo eran gritos de ira... Ajenos a su obsesión.
Y no solo eso, esos gritos provenían de enfrente de SU propiedad.
Toda la multitud de brawlers miraban la escena consternados, murmurando por lo bajo sin saber qué hacer en realidad. Byron se encontraba perdido, sin tener el contexto completo de la situación; lo único que podía ver medio claramente era lo desesperada que se encontraba Colette, cubierta entre lágrimas mientras se aferraba a su vieja libreta... Y era claro para todos que las lágrimas no eran algo habitual en su rostro.
Ahí notó a Piper unos pasos cerca de la chica, observando todo con una expresión de angustia profunda. Al lado de ella estaba un hombre con un traje negro y ojos rasgados, acompañado de una esbelta mujer de largo vestido amarillo, con estampado blanco en zigzag. Los tres se encontraban hablando entre susurros, Byron era incapaz de saber qué rayos hacía Colette frente a su casa sentada en la acera, abrazando sus piernas en desesperación, mientras los otros tres parecían solo querer ignorarla.
—¿¡POR QUÉ NADIE QUIERE AYUDARME!?
Por primera vez en su tiempo viviendo ahí, Byron sintió otra cosa que no fuese molestia al oír aquella chillona voz. Aunque era cierto que le irritaba saber que le estaban cerrando el paso a su propia casa, no podía evitar ver a la joven de la tienda de regalos tan desesperada, sin rastro alguno de obsesión o algo similar.
—Ugh... Por quinta vez, señorita Colette —comenzó a hablar entre dientes aquel hombre del curioso traje—. Si coopera con nosotros, le ayudaremos a encontrarlo...
Al oír eso, ahora sintiéndose aún más confundido, gruñó por lo bajo mientras intentaba buscar a su compañero Barley a la espera de alguna respuesta, pero era casi imposible ver su aburrido color gris entre tantos brawlers de diferentes colores y edades.
—¡A mi no me miente! -—ella, Colette, respondió con la ira atorada en la garganta—. ¡Eso me dijeron hace tres días, y aún no hay NADA!
La rubia entonces negó con la cabeza, antes de voltear a ver a otro lado incómoda. Byron por un momento sintió cierta impotencia; era claro que la chica no iba a calmarse y que necesitaba la paz que transmiten las respuestas a sus preguntas, pero aún así era tratada como una molestia a la cual deseaban desechar.
Aún así, la duda de qué, o quién, era el que estaba buscando aún no era respondida.
Pronto, su presencia captaría la atención de la albina.
—¡S-señor Byron! —ella gritó, con una creciente sonrisa en su rostro, a pesar de lo rojizas de sus mejillas cubiertas en saladas lágrimas. Byron se exaltó y retrocedió un paso, confundido, una vez todos voltearon a verlo por culpa de los gritos de Colette—. Usted podría ayudarme, ¿v-verdad? ¿A encontrar a Edgar?
Byron la miró con una expresión de profunda confusión, ¿por qué él, de entre, literalmente, cualquier otra opción de las que habían ahí? Ahora tenía claro que el mejor amigo de la albina se encontraba desaparecido, pero no lograba comprender por qué él sería de ayuda.
—¡Usted habló c-con él antes de que desapareciera! Usted debe saber algo, ¿o no?
Ah, si, bueno... Ya entendía.
Piper volteó a verlo, con una expresión de confusión, combinada con molestia. Byron no tuvo más opción que andar un par de pasos hacia ellos, sujetando firme su bastón y los tirantes de su cargamento de pociones y elixires que reposaba en su espalda. Solo se paró al lado de su amiga, la miró como preguntando qué estaba ocurriendo. Ella solo inclinó su paraguas contra su hombro y dió media vuelta antes de alejarse, sin dejar en claro a Byron por qué.
El hombre de traje entonces lo miró... Fijamente, con una expresión imposible de leer. Por primera vez Byron estaba sintiéndose nervioso por algo, algo que ni siquiera podía terminar de comprender.
—Usted... ¿Supo algo del joven Edgar antes de que desapareciera? —el hombre habló con una fría mirada. La albina se levantó sujetándolo del brazo, mientras una creciente sonrisa se dibujaba en su salado rostro, intentando opacar la desesperación que sentía.
—¡SÍ! ¡Él y Edgar hablaron un poco antes de que todo pasara! —Colette volteó a verlo con una enorme sonrisa, y a pesar de ello, podía ver una profunda desesperación y afligimiento en sus ojos... Byron le pedía con la mirada que cerrará la boca antes de que lo metiera en un problema que no sería capaz de resolver, pero aún así, ella siguió hablando—. Edgar le dijo a dónde iría, ¿no? ¡Dígaselo!
Regresó su mirada hacia el hombre acompañado de la mujer con apariencia de porrista. Sintió la necesidad de desajustar su corbata en busca de aire al oír como varios brawlers comenzaban a murmurar su nombre, tal vez teorizando que posiblemente él sería el culpable de tan horrido hecho. Byron solo tragó saliva, y se mantuvo firme. No terminaba de entender qué se creía aquel señor para ser el que hiciera las preguntas allí, pero no planeaba darle terreno.
—Escuche, caballero, si tuve el placer de hablar con él antes de que... Haya sucedido lo que sea que haya sucedido. Sin embargo —la mirada del hombre de negro se intensificó sobre él, un sudor frío comenzaba a bajar por su frente—. Realmente no hubo mucho tema de conversación, lo único que hizo antes de marcharse de mi propiedad fue pedirme un favor...
Todos los brawlers jadearon en sorpresa -por alguna razón-, causando que el hombre frunciera el entrecejo, echando humo. La porrista lo tomó de los hombros intentando calmarlo.
—¿Vio algo más? —preguntó este con cierta desesperación. Byron negó—. ¿Alguien estaba siguiéndolo? Tal vez, ¿tenía alguna actitud extraña? —Byron volvió a negar, haciendo al otro hombre gruñir con molestia.
Colette permaneció colgando de su brazo, aferrada a él tanto que ya parecía perdida, igual que su cansada mirada. Su silencio en ese preciso instante era mortal, haciéndolo sentir como si estuviera sujeto de una completa extraña... La Colette que tenía al lado no tenía ningún tipo de parecido con la chica obsesiva que los perseguía a todos sin parar.
Bajó la mirada al suelo. Estaba sucio y había algunos papeles que empobrecen la apariencia de su querida propiedad.
—¿Hay algo más que pueda hacer por usted? —finalmente Byron se dignó a romper el silencio incómodo que había entre todos los presentes, usando un tono calmado, entintado de una ligera amenaza...
El de ojos rasgados no respondió, solo soltó un suspiro antes de sacar un portapapeles de debajo de la solapa de su saco.
Silencio. Nadie parecía querer decir nada sobre lo -obviamente- extraño de la situación. Parecía que todos aquellos ajenos estaban reducidos a ser simples maniquíes murmurantes, admirando y juzgando con recelo a aquellos que se encuentran en el foco de atención, en medio del escenario en el teatro.
Y aunque le hubiera gustado lo contrario, el hombre se dignó a volver hacia ellos con una incómoda sonrisa en el rostro, tan falsa como sus ganas de ayudar.
—Ya que los acontecimientos presentes terminaron de una u otra forma, involucrandolo a usted... —su voz... Su maldita voz tenía el tono de voz de un maldito psicópata. Una incomodidad indescriptible empezó a recorrer cada rincón del cuerpo y mente de Byron—... ¿Le parece bien si nos acompaña a las sala de interrogaciones del sheriff Colt?
Su cuerpo se contrajo inmediatamente tras oír tal resolución. No sabía en qué podía ayudar aquello a encontrar al ahora desaparecido de Edgar, pero no le parecía que estuviera haciéndolo por ayudar, sino por joder. Eso, o tal vez Byron quería verse de cualquier modo menos involucrado en ese lío. Honestamente y ante todo pronóstico se estaba desesperando de no poder simplemente tomar té acompañado de su equipo.
—¿Y eso en qué forma va a ayudar? —exclamó el mayor. Era claro que en situaciones como esa la primera opción era interrogar a los sospechosos, pero a este punto Byron solo quería librarse de ese problema.
—Tal vez a averiguar algo más a fondo sobre la desaparición del muchacho...
Byron no respondió, solo hizo una mueca de disgusto antes de volverse a la chica que se mantenía aferrada a su brazo, derramando lágrimas sin un solo sollozo.
—Creo que los hechos indican que el único extrañamente sospechoso aquí es usted —finalmente contraatacó, intentando usar a la albina en contra de ese estúpido hombre—. Ninguno de nosotros, los brawlers aquí tenemos idea de quién demonios son ustedes y con todo el respeto del mundo, quién debería ir al interrogatorio es usted, caballero.
Su voz sonando como un arrullo, Colette sonrió al oír a Byron responder con tanta clase, elegancia y respeto, y aún así sonar tan amenazante como una serpiente al acecho. Todos los brawlers ahí volvieron a susurrar su nombre, aunque ahora se trataba de susurros que incluían frases como "tal vez tenga razón", o "realmente tiene un punto". El hombre de traje únicamente pudo volver a su expresión de molestia al ver cómo había perdido el poco apoyo que había construido ahí.
—Además, yo... —y cuando creían que Byron había terminado de defender su propio honor, este siguió hablando. A diferencia de antes, ahora lucía titubeante—... Creo que tanto yo como la señorita Colette podemos ser una pista importante para una investigación... Personal.
Y ahí, Byron había terminado de entregarse a un problema del que no quería ser parte.
Aunque, era mejor eso que entregarse a un completo ajeno de la ciudad, ¿no? ¿O acaso haberse entregado a Colette no era lo peor? No sabría decirlo a este punto. Ambas parecían opciones terribles.
A pesar de haber esperado insultos o simples negativas, el otro hombre no entregó nada de eso, sino más bien una afirmativa después de un par de segundos de pensamiento. Con un suave asentimiento, Byron finalmente supo que no tenía vuelta atrás... Era eso o dejar su orgullo ensuciarse.
—Bien. Lo dejaré tratar de investigar por su cuenta si es lo que usted quiere —la porrista tras el hombre sólo se contrajo con una expresión de pánico, tomando de los hombros a su malhumorado acompañante como si le pidiera que no cayera ante los trucos de aquella víbora... El cual todos conocían por ser un engaña-tontos de primera—. No te preocupes Allie. Estoy seguro de que el señor Byron se puede encargar.
Byron entrecerró los ojos, deslizando su brazo con el cual sostenía su bastón por sobre los hombros de Colette, mientras una sonrisa cínica se dibujaba en su rostro. No planeaba cederle ni una pizca de su molestia.
—Les deseo suerte a ustedes dos —su voz sonaba igual o más cínica que la sonrisa de Byron—. Veamos qué tan lejos pueden llegar.
Y así, el hombre de negro simplemente se alejó con paso firme, lejos de la enorme multitud de brawlers que rodeaban la dichosa propiedad infestada. Su sonrisa pronto de reemplazo por una mueca de hartazgo, analizando fríamente los movimientos de aquél idiota con traje, al igual que los de la porrista la cuál solo obedecía sus ordenes en silencio, manteniéndose firme cuál piedra.
Pronto se daría cuenta que el buen humor que cargaba después de ganar tantas copas por su grandiosa habilidad como brawler se vería opacada por su propio mal humor. Las ganas de soltar un grito lo consumían de tal forma que su rostro comenzaba a ponerse rojo de la rabia, pero tan pronto como sujetó el puente de su nariz con su mano libre pudo calmarse, dejando así solo un simple tic en su ojo derecho.
Por poco lo olvidaba. Tenía una chica al lado la cuál no se había molestado en soltarlo ni un solo segundo. No sabía por qué, si es que acaso se había vuelto un especie de salvador para ella o algo por el estilo, pero eso no sería suficiente razón para que Byron no la sacudiera lejos de él.
Ella solo lo miró confundida. Sus ojos rojos inyectados en sangre y emperlados por las lágrimas. La reacción de Byron no era sorpresa, y aún así Colette no podía evitar sentirse traicionada.
Los brawlers no parecían querer marcharse aún, el chisme los mantenía pegados a aquella obra de teatro.
—Creí que... —intentó formular Colette con su boca después de un rato de sentir su mandíbula temblar, aunque sería prontamente interrumpida por el mayor.
—Sí. Lo sé —él respondió en un susurro intentando no dejarse llevar por sus propias emociones—. Simplemente no soporto este dolor de cabeza —su sentencia se sentía tan fuera de lugar—. Tampoco soporto el contacto físico.
Colette prefirió alejarse del hombre un paso para darle su espacio, y a pesar de ello sus ojos no dejaron de brillar esperanzados de no oír un "no te ayudaré" como respuesta. Genuinamente la chica estaba agradecida profundamente de que Byron hubiese intervenido y que, a pesar de su mal humor, se hubiese tomado la molestía de no apartarla de un golpe antes, mostrándose inusualmente amable aquel día. Esto mismo fue notado por el resto de la multitud, quienes lentamente empezaron a alejarse de la escena listos para seguir con sus rutinas habituales en busca de completar sus misiones correspondientes.
Así poco a poco dejándolos solos, en un silencio que aunque no expresaba nada, compartía algo de paz entre ambos albinos. En ese momento solo podían detenerse a pensar por donde podrían empezar la dichosa... Investigación.
Bajo los últimos cálidos rayos de sol, Brawltopia parecía volver a caer ante el silencio de la noche. Ahí, a un par de metros alejado de los dos albinos se encontraba de pie un hombre pelirrojo, mirando la escena con curiosidad e impotencia.
¿Cuándo iba a acabar todo esto? No tenía idea. Una voz en su cabeza le pedía llegar al fondo de todo eso, después de todo estaba involucrado desde un principio en la desaparición de Edgar, pero su silencio no le permitía moverse.
Su silencio... Y esa otra voz ajena a sus pensamientos.
—Sé lo que estás pensando.
Colt bajó la mirada molesto, se sentía incapaz de hacer nada para cambiar lo que estaba ocurriendo.
—No creo que tengas derecho de decir eso —él respondió. Aquella voz solo respondió con un largo quejido tras una voz carrasposa—. Después de todo, tú sabías que sucedería, ¿no?
Pam finalmente decidió acercarse. Ni siquiera parecía molesta, solo hostigada.
—No estaba en mis manos.
—Es lo que dices siempre —Colt volteó a verla. Su rostro masacrado pedía a gritos una respuesta que pudiese darle paz por las noches... Pero, a sabiendas de qué sería lo que recibiría, no dejó a la mujer responder—. Pero al final siempre sigue pasando —su voz cansada no hacía más que detonar su obvio agotamiento mental. Buscar pleito era lo que menos deseaba—. Y nada de esto importará, pues lo olvidaremos todo. ¿No?
Pam no respondió, solo mantuvo gacha la mirada mientras descansaba sus manos en los bolsillos de su holgado pantalón.
—No importarán las lágrimas...
Una voz lejana se escuchó, la de una pequeña niña que estaba en busca de su madre. Colt no se molestó en voltear, sabía que Pam se alejaría de él y dejaría sin respuesta alguna al muchacho que tanto había estado buscando por soluciones. Ella simplemente avanzó, alejándose de él hasta encontrarse con su hija y actuar como si nada estuviese sucediendo.
"No importarán las lágrimas de la pobre Colette", pensó Colt, "pues ella y Byron sólo se adentrarían al olvido eterno de que algo así pasó algún día".
El sheriff solo los miró adentrarse al hogar del hombre mientras la noche caía. Su mente fija en el oscuro azul que empezaba a decorar el cielo, parecido a los cabellos azabaches del chico de la bufanda.
"¿Dónde estás, Edgar?".
Confiaba en que ambos albinos lograrían dar con el paradero del chico de la bufanda.
. . .
Ajeno a sus pensamientos caminó. Se sentía algo adormilado debido a lo temprano que se vio forzado a levantarse, después de todo su propósito nunca fue más que dormir, y dormir, y dormir.
Soltó un bostezo antes de adentrarse lentamente a uno de los eventos dispuesto a cumplir las últimas misiones que tenía esa semana. Sabía que las terminaría todas pronto, siendo la única razón por la que se tomó la molestia de despertarse en primer lugar.
Así, en silencio, caminó por entre las puertas corredizas frente al evento actual de noqueó que había. No había nadie más que él ahí adentro en ese momento, por lo que, mientras esperaba a que algún brawler apareciese para formar equipo con él, se aproximó a la banca más cercana para recostarse y dormir.
El sitio, aunque frío y desolado, era ligeramente cómodo. No sabía si se debía a que ahí había pasado la mayor parte de su tiempo esperando por algo de acción en su ensoñada vida, o si era porque ahí era donde más "amistades" hizo.
Por qué sí, Sandy consideraba el platicar por un par de minutos el hacer un nuevo amigo.
Rió internamente, manteniendo esa aura de paz que siempre cargaba consigo mismo.
Pasaron los minutos, los brawlers habían comenzado con sus respectivas rutinas cada quien, preparados para cumplir con las misiones o finalizar retos personales como alcanzar nuevos rangos. Poco a poco podía escuchar como a la lejanía distintos eventos se empezaban a llevar a cabo, y aquella voz masculina tan familiar exclamando cada acción lograda por algún afortunado.
"¡GOL de Eve!", exclamó la voz a su izquierda.
"¡Lola ha eliminado a Crow!", dijo de nuevo, ahora a su derecha, a lo lejos. "Quedan 9 brawlers restantes", debía ser humillante ser eliminado primero.
"¡El equipo rojo ha invocado el robot de asedio!", se volvía entretenido saber cómo les iba a ciertos brawlers, aunque Sandy no sabía si solo él lograba escuchar las voces. "¡Defender contra Robot de Asedio Nivel 8!"... Ouch, ese se oía pesado.
"¡Lou ha anotado dos puntos!", eso definitivamente era una sorpresa, todos eran muy malos apuntando el balón a la canasta en basketbrawl.
"El Stunt Show Trio ha ascendido a Oro 3 en liga de clubs", siendo honesto, aún no comprendía eso de los clubs, pero estaba contento por la familia de acróbatas.
Ya había pasado varios minutos escuchando la voz hablar al fondo de sus sueños. Aunque quisiera apresurarse, parecía que la vida le estaba dando la chance de descansar más y no molestar a nadie. Lo agradecía.
No fue hasta que, de fondo y más fuerte que las veces anteriores, Sandy logró escuchar otra voz femenina hablando desde lo que parecía ser el lobby principal. Se levantó tallando sus ojos con molestia. Ese era un aviso general.
"Servicio de lupa", era raro, casi nadie usaba ese servicio... "Fang está en busca de un equipo". ¿Fang? Ese chico normalmente iba solo a todos lados lo suficientemente confiado de que ganaría todas las partidas en las que se veía involucrado, ¿qué haría buscando compañeros con la lupa?
"Servicio de lupa cancelado", bueno, eso sin duda fue raro, cosa que obviamente terminaría captando su atención. ¿Habría sido un accidente?
Se dió cuenta de que sus dudas permanecerían sin respuesta alguna al momento de oír cómo las puertas corredizas del evento se abrían, dando paso a su posible compañero de equipo. Levantó la mirada, tardó un rato en aclarar su vista debido al sueño que cargaba consigo, volviendo a ese hombre alto y delgado una simple sombra.
—Sandy —su voz sonó como un susurro alejado de sus sueños—... Necesito tu ayuda.
El chico adormilado no respondió, cuando las puertas volvieron a abrirse dándole paso a alguien más.
—Por favor, hablemos después de esto —su voz... Cada vez más clara, la pudo reconocer debido a ese marcado acento, arrastrando la 'r' y a veces, entonando la 's' de más. Talló sus ojos intentando reincorporarse y con una sonrisa baja asintió antes de acercarse a los casilleros donde cada quién se prepararía para la batalla que estaba apunto de empezar.
—¡Par ahoy! —una voz robótica interrumpió, haciendo al hombre más alto poner los ojos en blanco—. ¡Es un gusto formar tripulación con ustedes camaradas! Espero ayudaros a ganar botines. ¡Yar har!
El otro hombre recibió al robot con una sonrisa forzada, antes de voltear el rostro al lado contrario y rodar los ojos. Sandy solo soltó una ligera risa.
—Bien... Hagamos esto —dijo en un susurro calmado—. Buena suerte.
Así y después de una larga espera, Byron y Darryl se unieron a Sandy para empezar de una vez con aquella batalla que llevaba rato esperando por ser iniciada. Tras ajustar y revisar su artillería personal, los tres se desvanecieron en el aire de forma indolora dentro de una burbuja brillante, la cual los llevaría a su enfrentamiento en noqueo.
¿Qué querrá hablar Byron con él? No sabía, y no estaba dispuesto a hacer muchas preguntas al respecto. Solo sonrió, parecía que el día sería interesante.
Max, El Primo, Bibi. Ellos serían el equipo rival.
Qué divertido, tenía ganas de sonreír.
. . .
Atareados jadeos era lo único que se podía escuchar entre todo el silencio que inundaba las calles ahora vacías de Brawltopia. Su mirada perdida lo mantenía jodidamente desorientado. Se sentía como si lo hubiesen drogado debido a la borrosidad que cubría su vista, al igual que la desorientación que no le permitía encontrar su propio destino.
Su cuerpo prontamente estaría siendo consumido con lentitud presa del cansancio. No sentía las piernas después de correr tanto, después de huir. No sabía qué era lo qué lo estaba siguiendo en primer lugar, no sabía qué era lo que quería. Él simplemente sentía la necesidad de sentirse seguro.
Y así casi al borde del desmayo, un par de extremidades extras atadas a su cuello le empezaron a servir de apoyo, encaminándolo lentamente hacia donde Edgar quería ir desde un principio, lugar el cuál no había podido alcanzar debido a su desorientada mente.
Iba a amanecer pronto, y aún así no se dignaba a rendirse en absoluto.
Ese curioso pedazo de tela viviente siguió arrastrándolo puesto a que, aunque Edgar tratara de seguir adelante, era cierto que se encontraba realmente débil.
Sus gemidos de dolor acompañados de su respiración pesada le dieron una curiosa armonía al canto de las aves, a pesar de ser tan ajenos el uno del otro. Sentándose con un agotamiento claro sobre un pequeño escalón que guiaba a una vieja pero elegante puerta de madera, el chico se dispuso a admirar el ambiente... Un pequeño pueblo, algo distinto a la zona residencial en la que vivía Edgar, rodeado de apartados departamentales en los cuales vivían jóvenes de su edad recién empezados en la vida adulta. Todo aquello parecía un ambiente tan pacifico a comparación de su hogar.
Los pequeños árboles nacientes pero bien podados, acompañado del suelo enladrillado y bien lijado, sin duda alguna le daban una excelente vibra de comodidad al pueblo. Además las casas con tejados tan añejos decorados naturalmente por el reposar de las hojas que caían rendidas sobre ellos, todo eso acompañado de distintas figuras que le daban una personalidad única a cada hogar...
Todo eso lo hacía pensar en qué tal vez nunca podría obtener un hogar así, propio y anotado a su nombre en un papel importante. La responsabilidad que conllevaba lo ponía tan de nervios que prefería dejar de pensar, además de que el salario insuficiente que su jefe le proporcionaba parecía apenas alcanzar para comprar sopas instantáneas cada semana para sobrevivir.
¿Qué se sentiría vivir ahí...? En un hogar tan cómodo, al lado del amor de su vida... Acompañados del amanecer eterno que les otorgaba la ciudad.
Fantasías inalcanzables, pensó Edgar.
Porque por mucho que desease confesar sus sentimientos a Byron, sabía que no obtendría más que una negativa rotunda.
De todas maneras, para eso estaba ahí, ¿no? Había recorrido todo ese camino en busca de salvación, en busca de paz. ¿Pero acaso eso sería suficiente? ¿Acaso el suave sostener del hombre podría calmar su llanto incesante? ¿O podría enfrentarse ante aquello que parecía no dejar a Edgar sentirse solo?
Sonrió, intentando ocultar su agobio tras una falsa mueca de felicidad. Una ligera risa se escapó de sus labios, aunque esa risa se tratase de todo menos de gracia.
Tenía miedo.
Pero no estaba dispuesto a poner en riesgo a Byron sólo por su propio bienestar. Eso sería muy egoísta de su parte.
Solo quería protegerlo... Y sí, a ella también. Aunque ella se hubiese apartado de su lado días atrás.
Una pequeña y suave palmada lo sacaría de sus pensamientos repentinamente. Su bufanda, aunque débil e incapaz de seguir moviéndose por su cuenta sin la energía de su portador, permanecía determinada a demostrarle su cariño al único dueño que se dignaba a reconocer. Ahí, tras un poco de cariño, esta le señaló a lo alto.
Edgar, a pesar de no sentir las piernas como suyas ya, aún así se movió un poco para poder alcanzar a ver a dónde su compañera le señalaba. Miró con recelo, notando que una de las ventanas del hogar del hombre se encontraba abierta, destilando un brillo no muy lejano.
Ese hombre tenía que estar loco para querer despertarse a unas -insanas- 5 de la mañana.
Y sin preguntar, la bufanda se adelantó a tocar la puerta. A pesar de su consistencia normalmente suave, el toque se oyó como el golpe de una mano de carne y hueso.
Edgar quiso matar a su compañera a golpes en ese preciso momento, pero por ahora no tenía escapatoria. Estaba atrapado bajo las garras del cansancio y las de aquel tan temible pero admirable hombre al que profesaba su enamoramiento en secreto.
Tragó saliva, sus ojos perdidos en la elegante puerta que presentaba en curioso hogar del venenoso hombre. La cabeza de una serpiente hecha de lo que parecía firme plata, decoraba el centro de la puerta con un acabado dorado, mientras sostenía un aro que servía para golpear la madera y llamar a quien sea que estuviese dentro. Está serpiente poseía una mirada tan intimidante cómo la del dueño de la propiedad.
Sudor frío bajó por su frente. Ganas de salir corriendo también.
Pero ya era un poco tarde puesto a que la perilla pronto sería sujeta desde otro lado.
Ojalá poder tener un abrazo de su parte antes de ser desaparecido por esa cosa.
. . .
"This is just starting..."
. . .
Bienvenidos de vuelta. Es un honor verlos por aquí<3
Como sabrán esto se trata del remake de RAAS que había anunciado desde hace un par de meses. Finalmente me he dignado a darle una pulida al prólogo, ahora el primer capítulo del fic.
Espero que aprecien el progreso que he tenido como escritora tanto como yo lo he notado mientras reescribía el primer capítulo. Por favor, recuerden compartir con amigos, otros lectores de RAAS o gente a la que crean que le puede interesar. Al ser un nuevo inicio de un fic ya reconocido, costará un poco que vuelva a tener el mismo reconocimiento que en un principio tuvo.
Muchas gracias por acompañarme en esta aventura nuevamente. Les juro que no se volverá predecible lo que vendrá después, y habrán muchas cosas nuevas que tal vez les interese.
PD: De momento no hay portada porque no tengo presupuesto x'D
Los quiere
Soul~
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