38. Little souls of children. ⚠️

. . .


Xdon los trolie, este no es el final.
Me tomó mas de lo esperado escribirlo así que lo separé en dos partes.
Lamento los inconvenientes y la tardanza, ahora sí, mañana es la final XD

. . .

Y entonces... Abrió lentamente los ojos cubiertos en lágrimas... Viéndolo a él.

Edgar permanecía sujetándolo, igual en medio del llanto, viéndolo con un rostro preocupado a más no poder.

Estiró su mano y la vió fijamente... Estaba completo, incluso si creyó que se había desvanecido en el otro mundo, incluso si un bicho diabólico lo estaba controlando.

Con esa misma mano tomó el suave rostro del menor... Y quitó el flequillo que lo cubría solo para poder ver aquellos lindos ojos azules de los que se había enamorado en primer lugar...

-Sigo diciendo... Que eres tan hermoso de cerca.

A pesar de estar casi llorando, no evitó reír al oír las palabras del hombre, cubriendo su rostro de forma inconsciente al sentir como sus mejillas se coloreaban de un rojo vivo.

-Estoy tan feliz que estés bien... Realmente me asuste horrible.

Byron frunció el seño y comenzó a analizar por completo la situación.

Todos ahí tenían máscaras de gas puesta. Byron era el único que no. Notó que había una máscara sin sueño en sus piernas, cubierta de sangre casi por completo.

Deslizó su dichosa mano cubierta de anillos y joyería por sus labios, en seguida notando un líquido viscoso saliendo de ahí.

Sangre.

Bueno, no era para nada relajante ver qué estabas tosiendo sangre, pero a decir verdad le calmaba más ver eso que esa cosa negra que había estado perturbadolo todo este tiempo.

-Estabas vomitando sangre... Casi parecía que estabas convulsionando.

Byron miró a su alrededor, todos lo miraban consternados, parecía como un extraño show donde él era la atracción.

Se sentó, ignorandolos a todos. Entonces se dejó llevar por sus emociones y abrazó con fuerza al muchacho que lo estaba cargando. Se aferró tanto a él, tanto que parecía que moriría si se separaba siquiera un centímetro.

Edgar correspondió el abrazo sin siquiera dudarlo... Aún estaba casi hiperventilando del miedo que le había causado, pero aún así podía al fin sentirse seguro a su lado...

No, ya no se separarían, nunca más.

Por más que el corazón de ambos estuviese destruído a más no poder, no se abandonarían, no ahora, y nunca en un futuro cercano.

Por más heridos que estuvieran... Se sentían bien de estar juntos de nuevo...

Tan bien...

Algunos susurros se oyeron entre los heridos de aquel extraño restaurante. No parecían ser susurros de odio, de todas maneras.

Y si lo fueran, ¿qué importaba? Si ahora se tenían el uno al otro.

-Espera...

Edgar interrumpió aquel tierno momento, solo para tomar una máscara limpia de la mochila de Colette, y así poder ponérsela al hombre mayor.

-No quiero que este lugar te haga más daño.

Su corazón dió un salto al oír esas palabras mientras una larga sonrisa de colegiala enamorada se extendía sobre su rostro, y una vez la máscara estuvo en su lugar, tomó al menor de la cintura para atraerlo a él y rozar frentes en un acto cariñoso.

Esto tomó por sorpresa al chico, pero no reprimió aquella acción. Simplemente volvió a abrazarlo con un obvio cariño.

-Eres simplemente increíble...

Y apenas dichas esas palabras, Edgar escondió su rostro dentro del abrazo, asegurándose de que Byron no pudiese ver sus sonrojo. Esto solo lo hizo reír enternecido, y así comenzó a acariciar su cabello suavemente.

-¡Encontramos a los últimos!

Un pelirrojo entró al restaurante casi gritando mientras se sujetaba de la mano de la ya de sobra conocida señora Pam. Se veía agotada, completamente destrozada, e incluso parecía herida del estómago... Pero seguía de pie, cargando a su pequeña hija, como la mujer empoderada que era.

También, para sorpresa de todos, venía cargando a Sandy con su brazo libre en un abrazo por los hombros, el aún parecía estar completamente quebrado exactamente como en el sueño... No parecía estar herido más allá de los rasguños que tenía sobre su rostro.

Colt sonrió, ayudando a Pam con la niña mientras que Brock la ayudaba a tomar asiento. Tara por su parte de encargó de Sandy, abrazándolo y llevándolo a una cama para que pudiese descansar.

Byron se separó y miró a los recién llegados...

Pam le regresó la mirada, sin decir ni una sola palabra.

No podía saberlo, pero por la forma que tomaron sus ojos, pudo notar que sonría de verlo en brazos de Edgar de nuevo...

Todo... Iba marchando bien, a pesar de las numerosas muertes, los cadáveres cerca y la obvia densidad causada por el ambiente tóxico del parque, todo estaba yendo bien.

Una vez estuviesen listos, escaparían de ese horrible lugar.

Byron miró a Edgar por unos segundos, con una mirada un tanto coqueta...

-Me debes muchos besos, muchacho.

Este chico solo se sonrojó el doble y desvió la mirada. La palidez de su rostro no hizo más que hacer aún más notorio su sonrojo.

Y Byron no se salvaba, aunque pudiese controlar sus emociones mejor que Edgar, aún se podía notar el mismo sonrojo casi a la misma intensidad que el otro.

Eran tan tiernos.

-En serio, te juro que quisiera... Pero no es buen momento...

Colette se sentó a su lado después de mucho rato.

-Nadie está en condiciones para compartir babas tóxicas, aguantense un ratito más, no se desesperen.

Rió inevitablemente al oírla decir aquello, y Edgar por su parte solo cubrió su rostro molesto tratando de no parecer tan obvio.

-Bien... Ya veremos qué pasa luego.

Y así pasó un rato más aquella noche, hablando entre ellos y compartiendo sus traumas de forma relajante. A pesar de la tensión, las heridas y el obvio ambiente pesado que cargaba toda esa situación, la gente había comenzado a usar ese pequeño momento de paz para hablar de sus problemas y apoyarse entre ellos.

Byron y Edgar no fueron la excepción, pues se hablaban de manera reconfortante sobre sus problemas y cosas personales, tomados de la mano tiernamente.

Así fue como Edgar descubrió que Byron se apellidaba Wayne y tenía 52 años. Tuvo una hija y una esposa de la cual se divorció tras una infidelidad de parte de ella. Byron no soportó esto y comenzó a desarrollar miedo a las relaciones, así mismo fue que comenzó a visitar un psicólogo pues, aparentemente tenía problemas psicológicos desde antes.

Era un hombre de dinero, con un trabajo envidiable y una casa preciosa. La única persona en la que gastaba su dinero más allá de si mismo era en su hija, a quien consentía para ayudarla a olvidar todo por lo que había pasado en el proceso de divorcio. La mujer era extremadamente abusiva, y los regalos a Victoria eran una carta de disculpa por dejarla hacer eso.

Así mismo el mayor comentó rápidamente que no quería volver a ver cosas negras y viscosas en su vida, y que prefería no meterse nunca más con una argentina.

Byron por su parte descubrió que Edgar era lo contrario a él. De apellido Cottsweld, un muchacho de apenas 21 años que recién empezaba su vida como adulto. Vivía con sus padres pero tenía muchos problemas con ellos, terminó escapando de su casa junto a Colette. Ambos, junto a la madre de la chica, se mudaron a Japón pues la chica había sido intercambiada a una universidad del país.

Y bueno, al Edgar ya ser mayor de edad tanto en Estados Unidos como en Japón, no podían detenerlo de mudarse, y sus padres no podían retenerlo pues sería un acto ilegal.

A pesar de ser apoyado por Birdie, Edgar no aceptaba ni un regalo de ella pues ya consideraba mucho lo que hizo hecho por él y que lo cuidara como a un hijo, por lo que se propuso trabajar todos los días en el parque para tener y comprarse sus cosas. Lamentablemente no podía cotizarse ni un solo capricho pues la paga del parque era miserable.

Byron dijo entonces que si se daba la oportunidad, lo consentiría a más no poder, mientras que Edgar se negaba rotundamente a aquello.

Byron parecía tener la necesidad de consentir a cualquiera al que le tuviera mínimo cariño.

Pasaron de soltar lágrimas a soltar carcajadas, era realmente agradable poder hablar con él de manera civilizada y sin borres raros de memoria.

Pasó un rato más, entonces fue cuando después de casi quedarse dormido, alguien volvió a entrar al lugar, con una enorme caja cargando y un rifle en la espalda.

Era Belle, quién con una enorme sonrisa victoriosa, entró sujetando la ya mencionada caja aparentemente repleta de aquella medicina que medio salón necesitaba.

Eso sí era una victoria.

-Que chinguen a su madre los Starr, ya les dí baje con todo.

Y la caja no era para nada lamentable. Era enorme, la verdad era una sorpresa como Belle podía cargar con ella. Era una mujer realmente fuerte.

La dejó en el suelo y la abrió, dejando ver no solo la dichosa medicina por la que tanto se había preocupado, sino también botellas de agua, comida enlatada -típica de apocalipsis- y varias mantas delgadas.

Edgar se levantó dejando un segundo a Byron por su cuenta y se acercó a la otra para darle un fuerte abrazo entre risas. La felicidad que sentía en ese preciso instante era enorme. Primero había logrado salvar a Byron después de mucho, y ahora podía asegurar que todos sobrevivirían una noche más.

La probabilidad de morir al día siguiente seguía siendo enorme, pero a decir verdad, disfrutaría sus últimos momentos de felicidad en medio de la miseria tanto como pudiera.

-¿¡Quién tiene hambre!?

Gritó Belle, notoriamente feliz por su increíble logro alzando una lata de comida como si de una copa de vino se tratase. Varias personas se levantaron corriendo de inmediato con ella. Edgar se abrió paso y se arrodilló frente a la caja, para comenzar a repartir comida.

Tres meses en coma, sin comer, y que por alguna razón seguían todos con vida. Obviamente debían estar hambrientos.

-¡No se preocupen, hay suficiente para todos!

Colette también se acercó a ayudar sacando de la caja varias mantas y botellas de agua, conservando únicamente las jeringas y los botes con medicina adentro. Según pudo ver, Belle incluso había conseguido cajas con tabletas para el dolor, le iría perfecto a todos los heridos que vivían ahí agonizando.

Todo eran risas y alegría, cada persona en aquel lugar ya había tomado su parte y habían comenzado a comer como bestias en completa paz... Hasta que una persona se acercó a ella... Con una expresión seria.

-Belle...

A la mujer se le borró la sonrisa en cuanto vió a Byron acercarse.

-Ah... Hermanito...

Él frunció aún más el seño y jaló a Edgar consigo, tomándolo obviamente por sorpresa...

-¿Qué mierda planeas, y desde cuándo conoces a Edgar?

-Woah, woah, tranquilo viejo... Soy su jefa, y lo único que planeo es ayudar.

Él rodó los ojos.

-¿Ayudar después de toda la mierda que hiciste? ¿Tú y tu familia?

-Es tu familia también.

-Vete a la mierda, nadie de ahí es mi familia ahora.

El silencio comenzó a inundar el lugar... Belle incluso comenzaba a verse ansiosa por la actitud de Byron. Tímidamente, Edgar se entrometió entre ambos, buscando calmarlos.

-Hey, calma... No sé pongan a pelear ahora...

-Edgar, no te entrometas.

Wow, vaya que estaba agresivo...

El muchacho se echó para atrás y solo desvió la mirada molesto.

-Si quieres hablar de algo, hagámoslo afuera. No hay necesidad de arruinar más la poca estabilidad que tiene toda esta gente.

. . .

Muy bien, ahora Colt también estaba involucrado en la pelea familiar.

Y resultaba ser que Byron era tío del actor y ninguno de los dos lo sabía.

El más joven de los tres se sentó al lado de Pam cruzándose de brazos, completamente molesto, mientras que Byron lo imitó yendo más al lado de Edgar.

No, no habían salido de ahí, por más que Belle insistiera en seguir la pelea afuera ninguno de los dos aceptó en absoluto.

Simplemente puso sus dos dedos en el puente de su nariz y renegó ya hostigada.

-Bien. Lo admito, soy y fuí una mierda todo este tiempo con ustedes dos. A ambos los abandoné por el dinero cuando más me necesitaban, bien, lo sé. Fuí la peor villana que pudo llegar a sus vidas. ¿Pero adivinen qué? ESTAMOS EN UN PUTO APOCALIPSIS. Tuve que casi perder mi brazo para comprender mi error y lo horrible que fue de mi parte aportar a todo esto solo por los placeres que da tener billetes, pero...

-Ah, y no olvides que fuiste tú quién pagó el viaje aquí para mi hija por su cumpleaños.

Ella rodó los ojos casi al borde del llanto.

-¡Ya sé! ¡Pero no ganaré nada diciendo que soy una mierda más de lo que ustedes lo han dicho! ¡Ni siquiera puedo ganarme su perdón!

Colt tomó la mano de Pam silenciosamente... Mientras ella lo miraba preocupada...

-Y por más que no pueda arreglar el daño que ya les hice, voy a llevarlos a la salida de aquí así me corten las piernas y me saquen las tropas. Me chupa un huevo si no confían en mí y me odian a muerte, los voy a ayudar a huir.

-Por tu culpa Shelly está muerta...

Colt dijo en voz baja, dejando sin palabras a la pobre de Belle.

-Por tu culpa Victoria está muerta.

Esto ya estaba yendo demasiado lejos, no quería seguir oyendo sus palabras, no más. A decir verdad y aunque nadie le creyera, realmente estaba dolida por todo lo que había causado ella y su padre, sus tíos, todos los que formaban parte de la corporación.

El peso de la culpa cayó sobre ella de sobremanera cuando vio el rostro de su hijo quebrado al borde del llanto, siendo abrazado por una mujer que ni siquiera era de su sangre...

Cuando vio el rostro de su hermano al decir que su sobrina había perdido la vida por la negligencia del parque.

Lo peor es que Byron ni siquiera sabía sobre los desechos tóxicos como para prevenirlo antes, lo último que supo fue que el parque y sus experimentos completamente ajenos a la producción fueron vendidos a parte del gobierno ruso, por más que el gobierno japonés de negara a que pasara.

Se abrazó a si misma.

No tenía más opción que seguir con el plan, y dejar a ambos vivir su vida en paz.

Miró a lo lejos en dirección al pequeño Donatello que la miraba con un rostro confundido, preocupado... Decepcionado.

Él ya se había encontrado con su padre por quién había llorado todo este tiempo en primer lugar.

No le quedaba nada, ni nadie... Más que asegurar que llegara bien a la salida junto a su padre.

Agachó la cabeza unos segundos para tomar un respiro... Y en seguida volvió a levantarse, ignorando por completo sus sentimientos en ese momento.

-Odienme lo que quieran. Desconfíen de mi cuánto quieran. Pero no descansaré hasta que él escape sane y salvo de aquí...

Todos guardaron silencio... A pesar de las horribles revelaciones que la familia de la mujer había dicho de ella, su determinación se veía tan real, sus palabras se oían tan sinceras... El brillo en sus ojos, deslumbraba como los de un superhéroe.

El pequeño niño se levantó alejándose de su padre quién permaneció abrazándolo todo este tiempo. Ignoró los gritos de este mismo, y corrió en busca de los brazos de la mujer...

Se lanzó contra ella y la abrazó de las piernas con mucha fuerza.

-¡Yo te creo mamá Belle!

Ella sonrió y se agachó silenciosamente para corresponder el abrazo.

Lo cargó con ella y se levantó de vuelta, mirando de nuevo a todo el salón.

-Este es el plan.

. . .

Se volvió a remover sobre la cama improvisada.

Silenciosamente y con cuidado de no molestar al hombre tomó su bufanda lentamente y la sacó de dónde la había atrapado...

-Te extraño...

Dijo en susurro mientras la abrazaba suavemente...

-¿No puedes dormir?

No evitó dar un brinco apenas escuchó la voz del hombre cerca de su oído. Volteó un momento y lo vió ahí, con unas grandes ojeras y mirada cansada.

En seguida negó con la cabeza y se dió la vuelta hasta quedar frente a frente a él.

-Intenta descansar. Llevas desde muy temprano yendo de aquí para allá, no vas a aguantar nada mañana.

Suspiró nervioso y volvió a abrazar a su bufanda.

-Lo sé... Es solo que no puedo dormir... ¿Qué pasa si termino en el otro lugar de nuevo?

Byron deslizó sus manos por la cintura del menor, y lo acercó en un cálido abrazo en medio de la frialdad del lugar.

-Yo estaré aquí para cuidarte, cierra los ojos con calma.

Edgar sonrió y dejó de abrazar su bufanda para corresppnder el abrazo del otro.

-Gracias.

Y cerró los ojos un tanto más calmado, aún entre los brazos del mayor...

Silencio, solo pudo sentir como la gran mano del otro pasaba por su cabeza mientras que con la otra lo protegía del helado ambiente, antes de caer completamente dormido en medio de la oscuridad.

Pasaron unos minutos, Edgar no sentía que estuviese durmiendo, se sentía como si su cerebro no dejará de trabajar y revolverse muy en su interior.

Una sensación extraña no lo dejaba apagar su mente.

Fue entonces que volvió a abrir los ojos... Y solo pudo ver oscuridad.

Estaba en el suelo por alguna razón, y no había ni un solo rastro de Byron.

Se levantó lentamente mirando alrededor... Ese lugar le parecía conocido.

Su mirada se dejó llevar y miró a través de lo que parecía ser un largo pasillo con miles de puertas... Cubierto sobre una luz roja, en un completo silencio mortal y desesperante.

Comenzó a caminar al fondo del pasillo un tanto ansioso, ese pasillo le sonaba familiar. Sabía que era parte de sus constantes pesadillas pero... Fuera de eso, sentía haber visto ese pasillo en la realidad, cuando era más joven.

Sus pasos empezaron a tomar un rumbo desesperado y casi sin desearlo se dedicó a correr a través de aquel largo e interminable pasillo.

Llegó a la última puerta.

Y abrió los ojos.

-¿Qué cara-...?

Solo pudo ver la entrada del parque completamente destruida...

No había ni una sola pizca de existencia mínima. Todo lo aue había visto antes simplemente no existía. Ni siquiera había suelo, ni siquiera había cielo.

Comenzó a caminar mientras la ansiedad se apoderaba de él fuertemente. Vio rastros largos de sangre en la nada, armas con la punta del cañón quemadas, la conocida torreta de 8Bit volando por encima de él.

No quedaba ni siquiera el enorme muro que cubría Brawltopia, ni los laboratorios.

Solo pudo ver los viejos uniformes amarillos que los trabajadores del parque tenían antes de desaparecer... Y finalmente... Un gorro en forma de estrella.

Se acuclilló y miró fijamente el gorro en completo silencio.

-Furokobi...

Según había aprendido gracias a Colette y su habilidad con el japonés, la frase decía algo similar a diversión inestable.

Una combinación de palabras no muy bien cuidada, pero que podía deducir después de las extrañas clases que su amiga le había dado.

Lo tomó entre sus frías manos, entonces su bufanda pareció volver a cobrar vida. Como si fuese su conciencia, lo abrazó y trató de alejarlo del gorro, pero no podía hacer mucho al ser solo un par de brazos de tela sujetos a la misma persona que quería proteger.

Soltó el gorro para que su pequeña bufanda volviese a calmarse.

Edgar volteó a mirarla y le sonrió aprovechando que en ese mundo no tenía que usar máscara de gas.

-No veo el problema, ¿qué pasa?

Fue cuando escuchó el sonido algo viscoso tomar forma frente a él. Se volvió lentamente hacia aquello que a acababa de crecer mientras el no veía, y solo pudo verlo de nuevo...

La bestia que lo estuvo perseguido por tanto tiempo, había crecido bajo aquel gorro que había tomado antes, dejándolo decorando su destrozada cabeza.

Aquella bestia lo miró con una sonrisa nerviosa en el rostro. Parecía al borde del llanto.

Edgar retrocedió de golpe a punto de gritar... Pero el monstruo no se movió de su lugar.

Silencio...

Ni un mínimo sonido en ese lugar. Solo silencio...

-¿Quién...?

-Victoria.

El monstruo dijo en voz baja interrumpiendo la pregunta de Edgar...

-Soy Victoria...

El muchacho abrió los ojos con sorpresa, viendo cómo la enorme y esquelética bestia caía de rodillas frente al chico de la bufanda...

-Martin... Johnny... Suzie... Felix... Wendy...

¿De qué estaba hablando?

Mientras que Edgar se levantaba poco a poco listo para correr, la bestia seguía nombrando cada vez más nombres de entre sus afilados y ensangrentados dientes.

No sabía que estaba pasando, ni de quién eran todos esos nombres.

Solo pudo reconocer a Victoria y apenas dicho eso sintió unas enormes ganas de llorar y salir corriendo.

Volvió a caer al suelo una vez el suelo comenzó a tambalearse, y la bestia levantaba la mirada hasta dar con el joven...

-Soy Gregory...

Edgar intentó gritar y huir, pero era imposible, no podía moverse de nuevo. Cada vez que lo veía frente a él, no podía hacer más que quedarse pasmado en completo shock.

Paralizado... Dentro de su propio sueño.

Cerró los ojos y su bufanda le cubrió el rostro...

-Leon...

Solo... Eran nombres de niños...

Fue entonces que entró en conciencia de todo lo que quería decir la bestia.

La miró aún paralizado... Estaba en el suelo de rodillas, inmóvil. Estaba seguro de que estaría llorando de no ser porque no podía borrar aquella enorme sonrisa de su rostro.

Entró en completo pánico, sentía escalofríos recorrer todo su cuerpo.

-Yo... N-no... No entiendo...

-Arruinaste mi sueño.

Esto no podía ser lo que creía que era. Él sabía que gran parte de las cosas que le pasaron dentro del sueño era parte de su mente y sus traumas. Incluso podía asegurar que Byron, Colette e incluso Sandy también pasaban por lo mismo.

-Toda la diversión... Todo lo lindo... Te lo llevaste.

No... No podía ser...

Estaba jugando con su mente, usando los nombres de los niños muertos dentro del parque, intentando perturbarlo.

Pero no iba a funcionar. No ahora.

Con toda su fuerza de voluntad forzó su mente a volver a caer en trance de nuevo mientras la bestia le sonreía de manera cínica.

-¡Éramos solo niños! ¡Solo queríamos divertirnos!

Pero la necesidad de huir de Edgar de mucho más grande.

-Vete a la mierda...

Cosa que hizo sentir rabiosa a la bestia.

-¡VEN Y DIVIERTETE CONMIGO!

Sus grandes y viscosas manos se lanzaron contra él hasta tomarlo por las piernas, jalandolo hacía esa cosa al instante. Edgar seguía sin poder moverse, solo hiperventilaba sin parar, al borde del llanto.

Solo pudo escuchar las risas de todos los niños taladrando sus oídos sin parar...

Poco a poco comenzaba a perder la cabeza... Fué deslizado hasta el suelo, y en un intento de no mirar a la bestia al rostro, volteó hacia atrás... Pudo ver a Shelly y a todos los demás muertos que llegó a conocer en la entrada del parque.

Una vez su cabeza fue obligada a darle frente a esa cosa... Pudo ver al rostro a Leon... Cambiando repentinamente a otro niño, luego otro, luego otro, luego otro...

Hasta que se detuvo... Ahora mostrando el rostro de la pequeña niña rubia de vestido azul... Sujetándolo con extrañas manos esqueléticas...

-Todo estará bien Edgar.

Sus almas nunca descansarían en paz.

Nunca.

Nunca...

-¡EDGAR!

El chico se levantó de golpe casi cayéndose de la cama... Volteó a su costado y vio a Byron con un rostro de preocupación extrema...

-¿Estás bien...?

Edgar sujetó su cabeza mientras miraba al suelo. ¿Cómo le contaría su sueño al hombre?

Suspiró nervioso, solo miró al otro lado.

Ya había amanecido, y la luz del sol comenzaba a iluminar aquel feo restaurante.

Ya todos estaban despiertos, preparándose y siendo inyectados por Belle y Colette en conjunto. Parecía ser que estaban listos para irse...

-... ¿Regresaste?

Volvió a ver a Byron, cansado, nervioso... Todavía en shock por su pesadilla.

Y entonces negó con la cabeza.

-Estoy bien, solo una pesadilla.

El hombre aceptó su respuesta un tanto inseguro y lo abrazó cariñosamente...

-Ya va a acabar, ¿estás listo?

Él solo asintió y se levantó.

Era hora.

. . .

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