25. Realistic nightmares.
. . .
Era de noche, se encontraba en medio de la oscuridad...
Se levantó de golpe sin saber dónde estaba o qué había pasado... No había más luz que la de la luna entrando por entre las cortinas de la ventana...
¿Dónde estaba?
Se removió un poco sobre la cama, y a su lado pudo sentir el peso de alguien... Había alguien recostado a su lado...
Volteó a ver... Era una figura femenina, de pelo rubio y largo. Podía notarlo, era tan suave, brillaba con la luz de la luna.
Si levantó y tanto confundido, poniéndose un par de pantuflas en sus pies. Y entonces, estando ya de pie, comenzó a caminar.
Caminó por la habitación un rato, habitación que no reconocía por lo oscura que estaba. Ni siquiera podía ver la puerta, lo único que era visible era la ventana y la cama con la extraña mujer recostada encima.
Reviso su mano izquierda, su muñeca específicamente. Se suponía que debía tener un reloj ahí.
Y efectivamente, ahí estaba, pero no marcaba ninguna hora.
Raro.
Pasó un rato sin saber que hacer hasta que finalmente logró salir de la habitación. ¿Cómo? Ni él sabe, pero lo hizo.
Era un pasillo, el de una casa, con muchísima decoración elegante... Lo ponía ansioso, ver ese lugar causaba incomodidad... El pasillo parecía nunca terminar.
Comenzó a caminar a través de este mientras se aseguraba de no ser perseguido por un ente extraño o algo. No había nadie, todo era silencio...
Al menos así era hasta que vió a una niña parada frente a él.
Una pequeña niña rubia, con el pelo sujeto de dos coletas...
—Hola.
Su dulce voz habló y resonó como tambores en su cabeza.
—... Hola...
Apenas respondió una tierna sonrisa se formó en el pequeño rostro de la chiquilla...
—Te ves perdido. ¿Quieres que te ayude?
Él solo asintió muy extrañado por la situación, y la niña lo tomó de la mano para después comenzar a caminar.
Así pasaron un rato, caminando y caminando sin detenerse.
La pequeña rubia se detuvo justo en frente de la puerta de la que él había salido. No sabía cómo, ni por qué, si se supone que habían caminado en línea recta todo el tiempo.
Sin embargo la niña no dijo nada al respecto de esto, y justo en la puerta frente de la que él había salido, había otra más... Pero está era diferente.
Lo había notado apenas salió.
—Este lugar es donde la magia comienza...
Ella sonrió, él solo le devolvió la sonrisa, aún muy confundido.
La puerta de madera vieja decorada con estrellas se abrió... Del otro lado, había una habitación enorme, gigantesca, abismal, en la que habían juegos de feria por todos lados, mucha gente riendo, mucha gente disfrutando.
Habían globos, estrellas, girnaldas, miles y miles de confetis volando...
Aunque se notaba que la habitación no generaba luz por si misma, el parque en sí tenía varios reflectores y luces por doquier.
Todo de colores.
—¡Adoro este lugar, papá!
Su corazón se detuvo de golpe...
—Desearía poder haber pasado más tiempo contigo...
Poco a poco las luces comenzaron a apagarse, mientras la música se distorsionaba y las sonrisas de la gente se volvían muecas.
Muecas de terror.
—Pero no es tu culpa. Un día podremos jugar juntos de nuevo.
Juntos...
¿Cuándo fue la última vez que estuvieron juntos?
La última vez que él fue feliz de verdad.
No sabía ni siquiera si fueron un par de meses...
O años.
—Te extraño.
Mientras la niña comenzaba a llorar en los brazos de su padre, de entre la gente con horribles muecas salió alguien. Alguien que podía reconocer.
Se arrastraba entre llanto mientras alguien trataba de jalarlo de vuelta a la multitud.
La niña lo empujó, incitando a su padre a ayudar al muchacho que estaba siendo llevado por un ente desconocido. Él, tras darle una palmada en la cabeza a su hija, corrió a tomar de las manos al pobre muchacho en peligro...
—¡No quiero morir, por favor, no me sueltes!
Esas eran algunas de las palabras que el muchacho repetía. Su fleco cubría la mitad de su rostro, le era difícil ver su cara pero, podía notar lágrimas.
—Byron...
El hombre comenzó a jalar del menor tanto como pudo, e hizo lo posible para sacarlo de entre la multitud de gente con caras de pesadilla.
—¡Byron!
Pero a este paso era imposible... Era simplemente imposible.
Y más aún cuando oyó el grito de su hija... Victoria.
Volteó completamente en pánico aún sin soltar al muchacho... La mujer, la mujer rubia con la que estaba acostado, ella había tomado a la niña y planeaba llevársela.
Pero Byron no permitiría eso, no, claro que no...
Mientras sujetaba al muchacho de ojos tristes con una mano, extendió la otra para tomar la mano de su hija, quién no titubeó en aferrarse al hombre.
Pero esa mujer, su ex esposa, estaba dispuesta a llevársela.
¿Qué debía hacer?
No podía soltar a ninguno de los dos, ni aunque quisiera. Si algo le llegaba a pasar a alguno, no se lo perdonaría nunca. Jamás.
Estaba sufriendo, estaba viviendo una verdadera pesadilla.
No estaba conciente, pero le dolía mucho. Le dolía a más no poder.
Sus brazos ya no aguantaban... Y estaba a punto de rendirse, cuando...
"Bang."
Volteó a ver a su hija... Ella yacía muerta entre los brazos de su madre, quién se veía muy asustada...
Aunque las lágrimas comenzaron a derramarse de sus ojos, se impulsó a si mismo a ver al muchacho que intentaba ayudar... Él también estaba muerto.
Alguien le había disparado a él también.
Tres...
Veces...
El pecho de Byron se llenó de desesperación en cuanto notó que ambos estaban muertos por la misma persona...
Él.
Ellos.
Habían matado a Victoria.
E iban detrás de Edgar.
Sin soltar la mano del chico comenzó a sollozar en desespero total, miró unos cuantos centímetros arriba.
No hay forma de escapar. ¿Verdad?
¿Verdad?
. . .
—¡Byron!
El hombre se levantó de golpe de su cama en cuando oyó el grito de cierta rubia que reconocía muy bien.
—¿¡Estás bien!? Estabas hiperventilando...
—... ¿De verdad...?
Su amiga asintió.
—Por un momento creí que te ibas a morir en tu sueño...
Byron sujetó su cabeza y tomó una bocada de aire. Estaba sudando frío y sentía una presión contra su pecho.
Se alegraba de que fuese solo una pesadilla, pero maldecia a su cerebro internamente por recordarle lo que lo lastiman a más no poder esos días.
Todo estaba bien ahora. Tenía que pensar claro, tener la mente en blanco.
Debían escapar de ahí.
Pero ahora entraba la duda. ¿Qué hacía Piper ahí?
Volteó lentamente hacia donde estaba su elegante amiga, viéndolo preocupada.
—¿Qué haces aquí?
La mujer dió un brinquito al reaccionar, y comenzó a sobar su codo un tanto apenada.
—Perdón, es que quería hablar contigo sobre... Algo... Pero ahora no es importante. Casi te me mueres y me preocupa que haya pasado mientras dormías, hay que revisar eso primero. ¿Te duele la cabeza?
Byron asintió.
—Deja voy por medicina y un vaso de agua rápido, ¿sí?
Y dicho y hecho, Piper abandono la habitación, dejando a Byron completamente a solas...
Pensando.
Se acomodó sobre la cama y recargó su espalda contra la cabecera. Miró al rincón más oscuro de la habitación. Juraba que ya eran las cuatro. ¿Había dormido tanto? ¿Qué pasó el día anterior?
No podía recordar bien. Sabía que había ido a un lugar y ahí encontró a Edgar pero, en realidad no podía recordar nada más que eso. Soltó un quejido, molesto consigo mismo por no poder recordar.
¿De qué había hablado con él?
Quién sabe.
¿Acaso estas serían las repercusiones del borre de memoria? Y posible lavado de cerebro, por cierto.
Tal vez.
Se detuvo un segundo y miró su reloj. Las manecillas se movían, a comparación de su sueño. Efectivamente, eran casi las cuatro para entonces.
Tal vez debería volver a hablar con Edgar...
A la habitación entró Piper de nuevo, con un vaso en una mano y un par de pastillas en la otra.
—Toma, cielo.
Byron no renegó y se dispuso a tomarse la pastilla junto al vaso de agua.
—¿Te sientes bien? ¿Qué soñaste?
Oh, ¿cómo le explicas a tu mejor amiga todo este enorme lío sobre Starr Park, Victoria, Edgar y el extraño e inconcluso plan de escape?
La pregunta dejó a Byron sin palabras, lamentablemente. A partir de aquello ya no supo que más decir al respecto.
Agachó la mirada, se sentía extraño.
Ya ni siquiera podía recordar el rostro de su ex esposa.
—Es difícil de explicar... Tiene que ver con mis viejos recuerdos, es muy complicado, no hablemos de eso.
Piper se sentó al costado de la enorme cama de Byron, y se cruzó de brazos, pensante...
—Entiendo si no quieres hablar de eso pero... Me siento asustada... Quería hablar de algo un tanto similar como lo que te pasó hace unos días. No sé por qué, pero es muy raro...
Byron miró a la mujer completamente atento.
—Exactamente, quiero hablar sobre mis viejos recuerdos...
. . .
3つの弾丸。
1砂漠。
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