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Jimin mojó su rostro con agua fría y de repente sintió que todo se despejó. Vio todo con claridad, más de lo que le habría gustado.
Su madre lo había encontrado. Aunque había hecho todo lo imposible por evitarlo, había descubierto donde vivía. Quería que vuelva a Busan, y lo peor de todo era que sería en contra de su voluntad. A ella le daba igual lo que le ocurriera, siempre y cuando regresara y siguiera guardando las apariencias como todos estos años.
Tragó saliva e intentó no pensar más, pero no lo consiguió. Le picaban los ojos, echó nuevamente agua en su cara para reprimir las lágrimas.
Se sentía mareado. Aún le daba vueltas la cabeza, no como antes, pero sí un poco. Se sentó sobre la tapa del inodoro y cubrió su rostro con sus manos.
La voz de su madre seguía resonando sus oídos.
No quería salir de baño y que Jungkook se diera cuenta. No quería de ningún modo que viera lo afectado que estaba.
Como si hubiera leído sus pensamientos abrió la puerta de repente.
—A la cama, borracho.
Su voz sonó muy cerca de él, pero no quería mirarlo.
—¿Puedo pasar la noche aquí? —preguntó con pereza.
Jungkook lo cogió de las manos y las apartó del rostro.
—No. Ahora levántate. Necesito ocupar tu cómodo asiento.
Jimin negó con la cabeza y se puso de pie. Jungkook tenía la increíble capacidad de alternar lo cariñoso con lo ordinario sin problemas.
Caminó hacia su cama y se tiró sobre ella hundiendo su cara sobre la almohada. Los hombros le temblaban mientras intentaba no dejar salir las lágrimas.
《No llores. No por culpa de ella. No te pongas así. No es para tanto. No puedes llorar sólo por una tontería. Piensa en tu padre》
Ojalá hubiera podido desahogarse golpeando algo para sacar la rabia que llevaba dentro. Esa tarde, cuando su madre llegó, había tenido la sensación de que todavía ejercía sobre él y sobre su vida en un poder absoluto, pero eso ya no era cierto. Ya no era su prisionero.
La puerta de la habitación se abrió con suavidad. Como era costumbre, Jungkook ingresaba sin tocar.
—Toma.
Recibió la pastilla para la resaca y me la pasó con el vaso de agua que le había ofrecido. Iba a dejar el vaso a un lado pero él negó con la cabeza.
—Bébelo todo —ordenó el alda.
Jimin soltó un bufido y lo hizo.
—Así me gusta, valiente.
—¿Ahora te importaría dejarme en paz de una vez?
En lugar de responder se sentó sobre el escritorio y le lanzó una mirada cargada de recelo. No se pensaba ir en lo absoluto.
—Bueno, pues entonces mirarás como duermo —se tapó con las sábanas y se volvió a un lado. Jungkook seguía allí.
—¿Quieres hablar?
—Regla uno.
—Soy yo quien dicta las reglas —afirmó el alfa—. Y si te hago una pregunta, quiero que me respondas.
《Aparte de amargado, mandon》
—No quiero hablar, Jungkook.
Jeon asintió poco a poco, pero sin apartar la mirada de los ojos de Jimin.
—¿Quieres que me marche?
El omega lo pensó durante unos segundos y luego negó con la cabeza.
—No.
El rostro de Jungkook se suavizó. Juraba que una diminuta y casi invisible sonrisa yacía en su expresión.
—¿Qué te pasó? En la fiesta.
Jimin levantó la cabeza, no sabía si era por el alcohol o simplemente por tenerlo al frente, pero sintió la necesidad de contarle algunas cosas. No todo, pero al menos una parte.
Suspiró antes de hablar.
—Quería desconectar mis pensamientos.
—Parece que no es la primera vez que lo haces —dijo. No sonó como regañó, pero a Jimin le provocó una sensación extraña en su pecho.
—Antes… solía beber para silenciar mi cerebro. Supongo que hoy se podría considerar una recaída —explicó el omega encogiéndose de hombros.
—Si lo dices de ese modo, suena como si en tu cerebro hubiera habido un escándalo continuó hace tiempo.
—En mi cabeza reina el caos, alfa gruñón —respondió sonriendo. Jungkook respondió con otras, pero no tan convencido—. Cuéntame algo —pidió luego Jimin—. Cualquier cosa, para no volverme loco.
—¿Qué te gustaría oír?
—Háblame de tus tatuajes. Me gustaría saber qué significan, desde el día que te conocí tengo curiosidad por saber sobre cada uno de ellos.
Ahí estaba de nuevo esa amplia sonrisa. Sus labios delgados y poco resecos. Era bonita, para Jimin era así.
—Con lo observador que eres, dudo que no sepas algo.
Jimin puso los ojos en blanco, sonriendo. Jungkook dio un paso hacia él, cerca de su cama.
—Apártate un poco y dame espacio —murmuró. El omega hizo lo que le pidió, viendo como este se sentaba a su lado.
—¿Por dónde empiezo? —preguntó Jungkook, como si la situación en la que se encontraban fuera muy normal en ellos.
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