♡ - 02
Jimin estaba al frente del edificio. Acomodó su ropa y respiró hondo antes de hundir su dedo en el timbre del portero electrónico; pasaron unos segundos para que se oyera un zumbido que permitió que la puerta principal se abriera para luego ingresar.
Observó a los lados fijándose si había alguien, pero no encontró a nadie. Revisó la dirección que el chico le había enviado anteriormente para asegurarse que estaba en el lugar correcto.
Lo estaba.
Se encaminó hacia las escaleras. Antes de pisar el primer escalón, oyó cómo se abría una puerta y cómo alguien murmuraba algo que no pudo descifrar, pero que se volvió cada vez más claro a medida que iba subiendo por las escaleras.
—Tienes mi número, cariño —susurró una voz femenina.
Un suspiro.
—Hey, ya te he dicho que yo...
—Que no tienes compromisos, lo sé, lo tengo clarísimo. No tienes que repetirlo.
Pronto se escuchó un sonido extraño e indescifrable. A Jimin le ganó la curiosidad y agudizó más su oído, arrepintiéndose de haberlo hecho.
Esos dos individuos se estaban besando y no eran de esos besos suaves y lindos.
Estaba tan metido en su trance que no se había dado cuenta de que se había detenido a medio tramo. Sacudió su cabeza recordando a lo que había venido y subió nuevamente los escalones con la mirada fija en sus zapatos.
Un leve suspiro sonó cerca de él. Desvió la mirada y vio cómo aquella mujer pasaba por su lado, sus mejillas estaban rosadas y su cabello alborotado. Sin duda, había visto a alguien especial, pues esbozaba una sonrisa llena de ilusión.
《Oh.》
Cuando ya estaba en el piso dos. Fue en busca del número de departamento que hace unos minutos el chico le había enviado. A la izquierda vió una puerta entreabierta por lo que la empujó un poco hasta terminar de abrirla.
Observó el lugar. El pasillo estaba limpio y ordenado; un perchero con algunas chaquetas colgadas y, debajo, unos pares de zapatillas y unas botas de motorista.
《Buenos gustos.》
Se atrevió a pasar el umbral y adentrarse al lugar. El piso estaba alfombrado, así que se apresuró en sacar su calzado para dejarlo junto al resto de zapatos. Hace poco había aprendido que la gente se llevaba una buena impresión con ese gesto.
—¡Joder, lo siento! —dijo una voz que se escuchaba desde una habitación—. Me ha costado una eternidad intentando que se marchara sin quedar como un idiota, pero es que no entiende las indirectas ni a tiros...
《Oh, parece un chico muy agradable》
La voz empezó a oírse con más claridad. El pelirosa oyó cómo se estaba acercando a él, sus pasos retumbaban sobre el suelo.
—Cuando tengas novia, seré yo quien te critique, al menos mientras...
Cuando el otro chico apareció por la puerta, no fue el único que se quedó boquiabierto. Jimin soltó una exclamación ahogada.
《Mierda》
Lo primero que vio fue su torso desnudo, tenía buena figura, no podía negarlo. Sus tatuajes se robaron su atención. Inconscientemente, inclinó su cabeza examinando la tinta que tenía sobre la piel.
Lástima que esa inspección le duró poco porque el pelinegro aclaró su garganta, sacándolo de su ensueño.
—¿Qué mierda haces aquí?
《Uy, andamos bravos》
Jimin lo miró perplejo. No estaba entendiendo. Ese chico no era tan mayor que él, tenía los ojos oscuros y el cabello medianamente largo.
Tardó un poco para encontrar las palabras correctas para responder.
—Ya te había avisado —balbuceó precipitadamente.
El pelinegro pasó su mano por su rostro y negó con la cabeza, lo miró con recelo.
—Te había dicho que necesitaba la habitación... —murmuró Jimin en voz baja.
El contrario, lo recorrió con la mirada de arriba abajo una vez más y, de nuevo, movió la cabeza de un lado a otro muy lentamente. Lo había olido, ese aroma tan dulce.
《Omega》
—No.
—¿No? No, ¿Qué? No entiendo. ¿Qué?
—No.
Ya estaba entendiendo. —¿Cómo que no? —exclamó el rubio con los brazos cruzados—. ¡Pero si te envié un mensaje y me respondiste!
—Tiene que haber un malentendido. Queda claro que aquí no te quedas —respondió dándole la espalda.
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