☆ capítulo 29

Por suerte llegaron a tiempo antes de ser alcanzados por la lluvia, ingresaron al edificio con la respiración rápida por haber corrido. La señora de mala cara levantó la mirada, con desprecio. Ellos no le dieron importancia, hasta que al dar un paso ella habló. Con aquella voz de cacatúa que irritaba a Moonbin.

- Si van a estar causando problemas con mis otros inquilinos será mejor que se vayan.

Ambos chicos giraron robóticamente para mirarla. Moonbin frunció el ceño, molesto.

- Disculpe de verdad... Nosotros no somos de problemas, es sólo que...

- Sus inquilinos son unos irrespetuosos - interrumpió Moonbin, con seriedad. Ella alzó una ceja.

- Por supuesto que no, ellos nunca me han dado problemas. Desde que ustedes se mudaron aquí no me han dado más que quejas, que a ustedes les molesta todo - les reclamó.

- ¿Qué? Por supuesto que no. Nosotros sólo tuvimos una pequeña discusión porque tenían el radio muy alto - le dijo Sanha, de una manera calmada. Sabía que no podía alterarse, el doctor se lo recomendó.

- ¿Y eso a ustedes que les importa? Ellos estan en su apartamento - Moonbin apretó los dientes.

- Mire, no me gusta faltarle al respeto a gente mayor, pero usted, se está ganando que la insulte - la amenazó. Ella soltó una burla, buscó en su cajón un cigarrillo y lo encendió, expulsado el humo.

- Mira muchachito, desde que llegaste aquí me estás tocando los ovarios, así que si no quieren que los eche a la calle, mejor quédate calladito y respetame - espetó ella, ofendida.

Moonbin rió - Respete también vieja decrépita. Qué usted ande de perra con sus inquilinos, revolcándose con ellos, no significa que tenga que solaparle todas sus sinvergüenzadas.

Ella abrió los ojos desmesuradamente. Sanha apretó los labios, y se sostuvo fuerte de el brazo de Moonbin. Miró hacia la puerta, y entonces se dió cuenta de que estaba lloviendo. Ya sabía, por la bocota de Moonbin iban a dormir en la calle, bajo la lluvia.

- ¡¿Y tú quien te crees para decirme eso?! - gritó ella, molesta.

- No lo sé, usted dígame - respondió Moonbin.

Ella iba abrir la boca, para gritarle algo a Moonbin.

- Lo siento, por favor. No volveremos a quejarnos por el ruido, se lo prometemos - dijo Sanha, apenado. Ella lo miró con manía, seria.

- ¿Qué? Sanha no tienes porqué...

- Cierra la boca Moonbin - musitó apretando el brazo de el alfa, reprendiendolo. El alfa resopló con mala cara y desvío la mirada, le daba asco mirar a esa mujer.

- No pienso aguantar los insultos de tu novio - dijo ella.

- Disculpe de verdad. No volverá a suceder, yo hablaré con él - prometió. Ella indago un poco, mirando hacia arriba, después hizo un gesto que Sanha no supo cómo descifrar...

- Bien, los voy a soportar un poco más. Pero eso sí, quiero mi dinero puntual y que ya no me sigan ocasionando problemas - les dijo. Sanha asintió frenéticamente.

- Gracias... - miró a Moonbin, el cual
estaba serio - Vamonos Bin, quiero descansar.

El alfa asintió. Entonces Sanha se lo llevó tomado de el brazo, pero antes irse, mientras caminaba, Moonbin volteó la cabeza, llamó la señora con un silbido y cuando está miró, le enseñó el dedo de en medio.

Ella frunció el ceño, ofendida y disgustada. ¿Cómo se atrevía ese mocoso?

Subieron al piso de arriba, y el alfa se percató que en la puerta había dos latas de pintura. Arrugó el entrecejo confundido ¿Quién habrá dejado eso ahí? Usualmente nadie se preocupaba por el mantenimiento de ese cuchitril.

- Oh, aún están aquí. Qué bueno - expresó Sanha, tomando las latas de pintura con la sonrisa aliviada.

- ¿Qué? - Moonbin lo miró incrédulo. No, no podía ser que Sanha se atreviera a...

- Compre esto en la mañana, quería pintar un poco para que se vea algo decente, en lo que estamos aquí - le contó dejando la lata en el suelo. Tomó las llaves de Moonbin y abrió el departamento.

- No Sanha, no hagas eso... Esa vieja no se merece que arregles su desastre - le dijo ingresando al departamento junto a él.

Sanha rodó los ojos, y dejó los botes de pintura debajo de una mesa.

- No se trata de que se lo merezca o no, es algo que yo quiero hacer porque quiero Moonbin.

Moonvin se quedó estático, confundido. No entendía el porque el omega era de esa manera, era tan bueno, tan...

Mierda.

Ahora recordaba el porque se enamoraba cada día de más él. Sanha tenía un ángel que a su diablo le encantaba.

Era tan dulce y amable que aveces solo tenía ganas de corromperlo.

Observaba como Sanha sacaba dos vasos con tallarines de la pequeña alacena para prepararlos. Era tan bonito, tan simple, tan... dulce.

Inmediatamente el deseo lo atravesó como misil. Pero sentía que aquello no era correcto, recordaba que Sanha en la mañana casi había sido... es que ni lo quería decir. Porque tenía ganas de destruir todo cuando se acordaba.

Así que tuvo que sentarse en la puerta de la pequeña habitación, y se limitó a observarlo.

Sanha colocó el agua en la estufa, entonces miró a Moonbin, el cual estaba sentado en el suelo, mirándolo con profundidad y tenía una erección en sus pantalones. Inmediatamente se ruborizó avergonzado y se dió la vuelta, disimulando que no vió nada.

Moonbin pestañeo confundido, saliendo de su zona de sopor. Entonces se percató de las orejas rojas de Sanha, a pesar de que este le daba la espalda.

- Este... Me voy a dar un baño... - le avisó, levantándose de el suelo avergonzado.

- S-sí, yo terminaré esto - le dijo nervioso.

Cuando escuchó que Moonbin se había a metido al baño, suspiró con su corazón latiendo rápido. Aún sentía los horribles y asquerosos besos de ese alfa sobre su cuello, sentía asco. No quería eso. Incluso su cadera y muñecas le dolían, pero estas estaban vendadas con una gaza.

Tragó saliva. Caminó lentamente hacia donde estaba el baño, el cual sólo tenía una cortina haciendo de puerta. Vaciló un poco, sabía que espiar a las personas estaba mal, pero mierda, quería borrar un poco de lo que vivió en la mañana mirando a Moonbin. Aunque se muera de la vergüenza, porque jamás se acostumbrara a ver a Moonbin.

Movió un poco la cortina, y entonces su corazón ardió. Moonbin estaba desnudo, de espaldas, lavando su cabello con sumo cuidado y concentración. Tragó saliva nervioso.

Sintió su cuerpo acalorado, y aquella fue señal suficiente para alejarse de allí sigilosamente. Pero en ese momento vió una cucaracha parada en la persiana. No se alarmó, hasta que vió que voló. Ahí pegó el grito de su vida.

Moonbin salió alarmado de el baño, completamente empapado.

- ¿Qué pasa? ¿Estás bien? - preguntó alarmado.

- U-una cucaracha voladora... - apuntó con la voz temblorosa. Moonbin abrió los ojos desmesuradamente y se metió al baño corriendo.

- ¡Mata a esa bestia! - le gritó aterrorizado desde el baño.

Sanha frunció el ceño - ¿Qué? Pero yo pensaba que tú la matarías...

- ¡No! ¡Le tengo miedo a esa cosa! ¡Es repugnante!

Sanha lo miró extrañado. Entonces tomó valentía, agarró una zapato de Moonbin, y empezó a perseguirla, hasta que por fin logró que se saliera por la misma persiana. Inmediatamente la cerró.

Moonbin se asomó para asegurarse que el perímetro está a salvo, y al ver a Sanha con los brazos cruzados mirándolo con el ceño fruncido, supo que ya no había peligro. Ah, excepto por su omega.

- Ya la saqué señor macho, no se preocupe - le dijo, para después revisar que el agua estuviera hirviendo.

Moonbin encogió los hombros, y ingresó al baño para terminar de ducharse.

Al cabo de unos minutos, ambos estaban terminando de comer los tallarines en silencio. Sanha se levantó para organizar un poco la cocina. Pero notó una inquietud en Moonbin, el cual estaba pensativo mirando hacia la persiana, a pesar de que está estaba cerrada.

- ¿Sucede algo? - preguntó el omega.

Moonbin pestañeo con el ceño fruncido, mirándolo - Creo que ya no tengo empleo.

- ¿Cómo? - articulo sorprendido.

- Cuando recibí la llamada de Minhyuk está mañana, salí corriendo, así que lo más probable es que me despidan o que este despedido ya - dijo con amargura.

- No digas eso. Tal vez si le explicas a tu jefe la situación, él podrá entenderlo ¿No? - se acercó a él, sentándose a su lado en el piso. El alfa lo miró dudoso - ¿Pasa algo? ¿Es mala persona?

- Como todo jefe tiene su carácter de mierda, pero no es tan mala persona - musitó un poco afligido. No sabía si era buena idea regresar allí otra vez, se sentía avergonzado.

- En ese caso - rodeó su brazo acostándose en su hombro - mañana irás y le explicarás todo lo que pasó. Si él no entiende y te despide, ni modo amor, puedes conseguir trabajo en otro lado.

Moonbin lo miró un segundo antes de resoplar derrotado y asentir levemente. Sanha sonrió, se acercó él y le dió un corto beso en los labios. Sintiendo un extraño escalofrío recorrer su cuerpo. Pero no quiso darle importancia, estaba con su alfa, y no tenía porque tener miedo con él ni de él.

Así que, al ver que el alfa lo miraba fijamente, con profundidad, volvió a acercarse para besarlo. Era un contacto simple, pero transmitía cosas tan grandes en ellos. Era un beso tranquilo, dulce y con paz, con apenas unas caricias mudas en sus cuerpos.

Porque ellos eran felices juntos, no importa que ahora tengan poco, que hayan perdido cosas, o que pierdan. Se amaban mutuamente, eligieron el camino de construir su propio futuro juntos desde ahora, porque si el destino lo quiso así, así será.

En la mañana Sanha fue el primero en despertarse. Se sentía ligero y mucho mejor, incluso de alguna manera las vitaminas de el suero habían ayudado a revitalizar su cuerpo, porque sentía que su color de piel se veía más bonito, más sano y brillante.

Se deslizó un poco hacia el pie la cama para poderse bajar, porque por aquel reducido espacio era imposible bajarse por los costados. Moonbin dormía delante de la habitación, con sólo una colcha en el piso y un túmulo de sábanas. Se sintió tan mal de verlo ahí, además lo extrañaba demasiado durmiendo a su lado, abrazándolo, su calor, sus pequeños ronquidos y su olor.

Pero confiaba que todo no duraría, que algún día no muy lejano saldrían de allí. Estarían en otro lugar donde podría dormir en una cama más grande junto a su alfa.

Se levantó con cuidado de no pisarlo o hacer ruido. Entonces se metió al baño, donde se dió una pequeña ducha con sus jabones de esencia favoritos. Aquellos lo relajaba y ayudaba a disminuir el olor repugnante de ese lugar. Salió, se vistió con una ropa cómoda y sencilla. Moonbin aún seguía profundamente dormido, sintió envidia ver cómo aquel rostro descansaba sin culpa, sin preocupaciones. Pero también le dió paz el ver qué Moonbin estaba descansando bien, ya que no hubo ningún ruido de un vecino que lo despertará.

Se dispuso a preparar el desayuno para ambos. Se sirvió su porción con un poco de café, y guardó la mayoría para Moonbin, el cual tenía cinco estómagos.

Ahora tenía que despertarlo, porque al parecer a el alfa se le había olvidado que tenía cosas que hacer. Pero se veía tan relajado que le dió pena.

- Bin... - empezó a removerlo. Él dejó de roncar, pero siguió con los ojos cerrados - Moonbin, despierta...

Él arrugó el entrecejo disgustado, pero sin abrir los ojos.

Sanha resopló cansado - Moonbin... Vamos despierta...

Empezó a moverlo con más fuerza. Moonbin le gruñó con advertencia, pero Sanha no se inmutó. Así que tuvo que pellizcarlo con fuerza en el brazo y darle en zape en la cabeza.

Moonbin por fin había despertado. Se sentó y se frotó la cara. Después miró confundido a todos lados, como si no supiera donde está, incluso como si no supiera su propia identidad.

- ¿Qué horas es? - preguntó con la voz ronca y rasposa.

- Son las siete y veinte, así que date prisa - le dijo.

Moonbin refunfuño, pero no sé levantó. Quería seguir durmiendo. No entendía el porque los sueños se ponen más buenos los días que hay que salir.

- ¿Y si lo dejamos todo para la tarde? Así puedo dormí un ratito más - le dijo, con una mirada inocente. Sanha frunció el ceño y se cruzó de brazos.

- No, levántate Moonbin. Esto es importante, y las cosas importantes no se dejan para después - y le dió un beso en la mejilla. El alfa rodó los ojos.

- Ya está bien, voy a ir... - masculló, con mala cara. Sanha sonrió victorioso y entonces se levantó de el suelo.

Momentos después Moonbin apareció húmedo, con la toalla rodeando su cintura. Sanha trato de no mirar mucho al alfa vistiéndose con tranquilidad. Como el espacio en el apartamento era reducido, tenían que colocarse la ropa en la misma sala-cocina. Sintió un hormigueo en su estómago, y también se sintió acalorado. No entendía, porque no estaba mirando, pero tal vez el olor de Moonbin estaba otra vez manipulando su cuerpo.

- ¿Contento? - extendió los brazos mirándolo divertido.

- ¿E-eh? Ah, sí... - sonrió sonrojado.

El alfa se sentó en el suelo, junto a él. Entonces empezaron a desayunar en silencio. Sanha miraba de reojo a Moonbin, sin seguir entendiendo a donde se iba toda esa comida o por que jamás engordaba.

Después de varios minutos Sanha se levantó a lavar los trastes. Aquel hormigueo no se había ido, y ahora sí estaba poniendo atención. Suponía que era normal, aunque nunca le había pasado.

- Ya me voy - le avisó Moonbin, cuando término de colocarse los tenis.

- E-esta bien... Ve con cuidado - le dijo, con la voz algo distorsionada. Su corazón también empezó a latir rápidamente, y entonces su cuerpo empezó a arder.

Moonbin caminaba hacia la salida cuando se paró abruptamente, y se dió la vuelta mirándolo con el ceño fruncido. Entonces después de oler un poco, su cara se puso colorada.

- Sanha... —Se acercó a él rápidamente. El omega alzó la mirada ruborizado.

Moonbin lo examinó con la mirada, como si estuviera sorprendido de ver algo. De pronto el omega sintió mareos, sus pies empezaron a temblar y sintió una necesidad, pero no aquella necesidad, si no de una de que lo abrace, lo bese y que permanezca con él.

El olor de Sanha se había multiplicado por cien veces más, se había vuelto más fuerte, más dulce, más tentador y embriagante. El alfa sintió como su propio cuerpo reaccionaba.

- ¿Q-qué es es-esto por qué m-me siento a-así? - dijo con dificultad y la voz entre cortada, respirando irregular.

El alfa lo miró, y entonces posó una mano en su cintura.

- Bebé... Estás... Estás en celo - ni siquiera él también podría pronunciar bien las palabras, el calor, el olor, todo lo estaba volviendo loco.

El menor abrió los ojos
desmesuradamente, como si acababa de ver la cosa más terrorífica de el mundo.

- Quiero quedarme contigo - le pidió el alfa.

- No... Tienes que ir a...

- Me vale un carajo. Me necesitas, yo después veré qué hago, pero no quiero dejarte así - sentenció.

Sanha puso una mueca de dolor y soltó un pequeño alarido. El calambre en su vientre se hacía más insoportable, más doloroso y más difícil de aguantar. Moonbin se alarmó, entonces pasó los brazos por debajo de su trasero y lo alzó de modo que el omega lo rodeará con sus piernas.

- B-Bin... - murmuró sobre su hombro, aferrándose a él. Sintiendo como el dolor disminuía poco a poco, pero la necesidad de quererlo más cerca se hacía más grande.

- Tranquilo... Yo... Estoy aquí... - su voz empezó a escucharse más grave, como si estuviera conteniendo algo.

Sanha entendió todo lo que pasaba con el cuerpo de Moonbin. Entonces levantó el rostro, y se dió cuenta de que este lo miraba ruborizado, sudado, con la respiración algo lenta. Pero con deseo, un deseo que el omega no pudo evitar ignorar, y tampoco su cuerpo.

Se acercó a él, besando su mejilla y viajando hasta sus labios, como si estuviera buscándolos. El alfa soltó un gruñido gutural, que rebotó desde su pecho, aferrando sus manos más.

Entonces empezaron con aquella sincronización en sus labios que sólo ellos conocían. Sus olores se mezclaron, haciendo una combinación excitante, dulce y agria, suave pero con un toque fuerte. Fue bajando poco a poco, sin dejar de besarlo. Lo recostó en la pila de sábanas donde dormía, y que a Sanha le encantó. El olor de el alfa estaba por todos los pedazos de las telas.

Acunó su cuello, besando con delicadeza, pero con deseo y pasión. Sanha soltaba pequeños gemidos con los ojos cerrados, disfrutando de las sensaciones. Sintiéndose ligero como pétalo, a merced de aquel hombre que era dueño de absolutamente de todo lo suyo.

Los minutos pasaban dentro de aquella neblina que el deseo logra infiltrar. Con destreza, se desnudaron mutuamente, ansiosos, perdiéndose en cada pequeño detalle que tenían sus cuerpos, cada lunar, cada vena, cada cosa que los adornaban, haciéndolo irresistible a los ojos de el contrario, una obra de arte que siempre querían admirar.

En un momento Sanha se encontraba sentado encima de Moonbin, devorando sus labios con ansiedad, con deseo, mientras el alfa acariciaba su espalda, apretaba lugares que jamás el omega se imaginó que amara tanto que fueran tocados.

Quería evitar gritar, hacer mucho ruido, pero al sentir los labios de Moonbin por aquellos puntos más sensibles, su cuerpo estaba enloqueciendo, estaba tomado voluntad propia incluso para frotarse en su entrepierna.

Entonces cuando se sintió listo, se alineó en la erección de Moonbin, deseando ya juntarse con él. Cerró los ojos y tomó aire, entonces se dejó caer lentamente, soportando el ligero dolor. Moonbin gruño de placer, cerrando los ojos también, abrazándolo para calmar la dolencia que sabía que Sanha tenía.

Cuando el omega supo que el dolor había disipado un poco, empezó a moverse con lentitud, a su ritmo, con confianza. Moonbin disfrutaba de aquello, gimiendo en voz baja y gruñendo. Sanha se deleitó con los sonidos y expresiones de el alfa, sonriendo con suficiencia.

Colocó las manos en el pecho de Moonbin, haciendo que su espalda tocará el suelo y quedará acostado. Entonces sin quitar las manos de ahí, empezó a dar pequeños saltos, a moverse de atrás hacia delante, tomando el control.

A Moonbin aquello le fascinó. Nunca en su vida había tenido ese tipo de encuentro sexual, que una persona sea la de arriba, moviéndose a su antojo. Nunca le había gustado, porque como alfa siempre prefería tener el control de todo. Pero con Sanha era diferente, era especial, porque el omega era quien tenía control sobre él, podía hacer lo que le dé la gana con su cuerpo, con su vida, y este jamás se opondría.

Cuando sintió que Sanha perdía fuerzas en las piernas supo que era su turno. Así que flexiono las rodillas, y empezó a embestir con velocidad y profundidad, tocado puntos más sensibles en el omega, el cual se deshacía en gemidos encima de él.

Cuando Sanha sintió los espasmos, abrió los ojos lentamente, los cuales tenían lágrimas, y su rostro estaba rojo.

- Márcame - le pidió, con la voz suplicante y jadeando.

Moonbin detuvo sus movimientos,
mirándolo con sorpresa y respirando con dificultad. Su cuerpo ardía, su mente estaba consumida en la bruma de placer, pero su sentidos se detuvieron escuchando esa sola palabra.

- ¿Cómo...? - articulo con la respiración entre cortada.

No mentiría que se moría por hacerlo, pero quería sentir que es el deseo de Sanha y no de el celo.

- Quiero... Quiero que me marques, quiero ser tuyo, lo deseo Moonbin...

Entonces aquello lo tomó como una orden, su alfa aullaba de la felicidad, su corazón latía y su cuerpo ardía. Sintió nervioso y emoción.

De un movimiento ágil lo acostó sin salir de él, quedando encima. Moonbin empezó a moverse con más rapidez y profundidad, sintiendo como los colmillos picaban, y poco a poco llegaba.

Al sentir que se hinchaba, se acercó al cuello de el omega, y entonces enterró los dientes.

Sanha abrió los ojos, tenso. Y soltó un chillido de dolor. Quería ser discreto y no hacer mucho ruido, pero joder, aquello dolía como el demonio. El nudo y la mordida, las dos cosas. Empezó a sollozar, y entonces Moonbin levantó el rostro, con un hilillo de sangre en la boca, preocupado. Empezó a pasar la lengua por la herida, limpiando los restos de sangre, y disminuyendo el ardor.

Cuando terminó ambos se miraron, sonriendo. Los efectos de el enlace fueron de inmediato. Moonbin apretó la expresión sintiendo el dolor de Sanha, y Sanha sintió la preocupación y el placer de Moonbin.

Si antes no podían vivir uno sin el otro, ahora menos.

Se quedaron así hasta que el nudo bajo. Entonces Moonbin se desplomó al otro lado, extasiado. Sanha se acostó encima de su pecho, abrazándolo con una sonrisa.

- Ahora eres completamente mío - le susurró Moonbin al oído, con posesividad.

Sanha rió levemente, sonrojado.

- Siempre he sido tuyo, Moonbin...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top