☆ capítulo 27

- Lo único que te digo es que me dejes aquí hasta que las cosas se calmen - le pidió desesperando, asustado. El hombre que estaba en frente de él lo miraba con ira y frialdad.

- ¿Dejarte aquí? ¿Estás loco? Este lugar está minado de policías, ya se abrió una investigación y si no fuera por el testimonio de los profesores yo estaría tras las rejas ahora mismo - le explicó con la voz dura. El joven se froto el rostro recargando los codos en el escritorio.

- Papá, por favor, échame una mano. ¡tú no quieres que yo vaya a prisión! - le dijo, ya al borde de la locura.

- Y una mierda Wohno. Tú solo te metiste en esto, así que vas buscando como salirte. A mí no me involucres, ya tengo suficiente - le respondió tajante, mirándolo con enojo.

- Si mal no te recuerdo, ¡Tú me dijiste que todo había quedado en un suicidio! ¿Cómo demonios el bastardo de Moon lo descubrió? - le reclamó alterado, levantándose de el asiento mirando con rabia.

- ¿Y yo que iba a saber? Eso pasó hace un tiempo, jamás se me cruzaría por la cabeza que Moonbin iba a investigar eso.¿Sabes la cantidad de dinero que tuve que darle a el médico forense para que lo haga ver como un suicidio? ¡Mucho, mierda! - declaró. Wohno resopló rabioso.

- Ese imbécil... - masculló apretando la barbilla - Por su jodida culpa ahora me está buscando la maldita policía. Por eso te pido que me dejes esconderme un tiempo papá, donde sea, no puedo ir a prisión.

El hombre arrugó el gesto - No voy a solaparte algo más.

- Papá, te conviene que no vaya a la cárcel - le advirtió con frialdad, acercándose a él.

- "No me conviene" - soltó una carcajada - Por favor Wohno... Eres tú quien se metió solito en esto ¿A qué demonios te pusiste a molestar a Sanha?

- Tengo mis razones - bramó con furia apretando los dientes - ¿Y sabes algo? Si me llevan a prisión, voy a confesar que fuiste tú el que me dijo que matará a Myung dae porque no querías que otra vez mancharan la reputación de tu "universidad prestigiosa" ¿Y sabes que más papá? También diré a todos los estudiantes que soy tu hijo, y que me tuviste oculto aquí, y me dejaste hacer mis fechorías sin que te importará - le advirtió con una sonrisa de frialdad, sintiéndose capaz de hacer todo aquello. El hombre mayor lo miró con el ceño fruncido y el rostro aterrorizado.

- No atreverías, soy tu padre - alzo la mirada, levantándose de el asiento.

- ¿Ah no? - gesticulo con ironía - Yo también soy tu hijo, y me quieres echar de cabeza en algo que ¡tú! - lo apuntó con rabia - Me ordenaste hacer... Padre.

– Cierra la boca, pueden escucharte - musitó alterado, mirándolo para todos los lados para asegurarse que nadie este cerca.

- ¿Ah sí? ¡Pues que-!

- Shh... Esta bien - interrumpió. Suspiró derrotado, y lo miró con mala cara - Voy a conseguirte un apartamento donde quedarte, pero por favor, no salgas de ahí, y no le digas a nadie. Wohno, te ayudo por eres mi hijo, y porque no quiero que vayas de boca floja. Los dos estamos en esto, por ende, nos hundirias, y yo... no puedo manchar mi reputación.

El alfa sonrió con suficiencia - ¿Ves papá? ¿Cómo si podemos estar de acuerdo en las cosas?

El hombre lo miró con enojo, entonces buscó entre sus cajones, sacó una llave y se la tendió a su hijo. Él la tomó jugando con el llavero, con la sonrisa maliciosa al saber que ya tenía una guarida donde poder estar tranquilo. Ayer tuvo que hacer muchas cosas para impedir que la policía se lo llevará. Por suerte, mientras se escuchaban las sirenas pudo huir perdiéndose en la bruma de estudiantes que salían aterrizados cuando los policías invadieron el auditorio en busca de él.

Tuvo que correr mucho, y aunque fue visto por algunos chicos que lograron delatarlo cuando lo veían pasar, pudo escapar. Y entonces se escondió en uno de los apartamentos de allí. Estuvo ahí por media hora, alerta, hasta que escuchó que alguien entraba. Entonces sacó un arma de el bolsillo y la afianzó listo para matar a cualquiera que atravesará la puerta de la habitación donde estaba escondido.

- ¿Quieres que te ayude a empacar?

Esa voz...

-No te preocupes, yo puedo. Además, mientras más rápido nos vamos, mejor será para mí.

Esos hijos de puta estaban justamente a sólo una puerta de él.

Deseaba matarlos en ese momento. Dispararles y perforar sus patéticos cuerpos hasta que las balas se acabaran.

Y lo iba hacer, porque salió sigilosamente hacia el pasillo que estaba oscuro, se asomó con vacilación en la habitación que al parecer era donde dormía Moonbin, y la perra de Sanha se quedaba allí también.

Sonrió con malicia mientras asomaba el cañón de la pistola dentro de la habitación. Aquel tipo que había acabado con su vida hace sólo una hora estaba de espaldas, con el mortal objeto apuntando a cuerpo, completamente ajeno a las ganas que tenía de dispararle hasta verlo agonizar en el suelo.

Iba a jalar en gatillo.

Pero entonces se detuvo abruptamente al escuchar unos sonidos en el exterior que se hacían más cercanos.

Maldijo interiormente.

Se guardó el arma en el bolsillo y se escabulló hacia la habitación de al lado nuevamente.

La próxima vez no iban a correr la misma suerte.

Todo se caería a pedazos muy pronto, aquella felicidad no sería nada más que algo pasajero, algo que moriría, que se quemaría hasta quedar cenizas y el viento las pierda en algún lugar.




Los mechones castaños caían en rostro de el omega de manera desordenada. Esa expresión de despreocupación, respiración suave y calmada, provocaron que su pecho ardiera y su corazón latiera más. La inmensa paz que le provocaba el verlo tan tranquilo era una de las cosas que más amaba ver. Sabía que todo podía desvanecerse cuando el menor de despertará, que aquella preocupación y dolor regresarían nuevamente.

La luz de el sol ya empezaba a colarse por la ventana, empezó caer contra la piel de el alfa. Suspiró cansando. No había podido dormir en toda la noche. No estaba acostumbrado a esas condiciones, además, se había despertado con ímpetu varias veces por el ruido de personas gritando en el pasillo, incluso música demasiado alta. Iba a salir a decir algo, a quejarse, porque ellos también estaban pagando. Pero estaba seguro que les rompería la cara si se atrevían a responderles algo que no le gustara. Así que mejor tuvo que soportar, y cuando se dio cuenta que había silencio, ya era de día, y no podía darse la tarea de dormir, tenía cosas que hacer.

Escuchó pequeños quejidos. Dirigió su vista a Sanha, el cual apretaba los párpados y colocaba una mueca de dolor. Se preocupó inmediatamente.

Se acercó a él como pudo. El espacio reducido en la habitación era incómodo. Hasta parecía un clóset.

- Amor... - empezó a removerlo con delicadeza - Despierta... ¿Estás bien?

El abrió los ojos lentamente. Estaban aguados, y lo miraba con ellos bien abiertos.

Sin terminar de reaccionar, se abalanzó a los brazos de Moonbin. Sollozando en su hombro, el alfa se quedó aturdido. ¿Qué había pasado?

- Bebé ¿Qué tienes? - preguntó con una mueca contraída en preocupación.

- Y-yo... Pensé que estaba soñando - lloró - Pensé que estaba... Aún en la universidad, q-qué todo fue un sueño Bin... - y entonces empezó a llorar.

Aquel llanto era doloroso, le dolía que no pudo evitar lagrimear. Era su omega, y estaba sufriendo.

- Tranquilo Sanhie... No llores, sabes que odio verte así - lo separó lentamente, limpiando sus lágrimas con los pulgares. El menor hipaba, intentando calmarse - Tranquilo, no necesitas de esa mugrosa universidad, eres brillante y sé que vas a poner conseguir estudiar en otra.

El sonrió con amargura.

- Sabes... Hoy saldré a buscar un trabajo, para ver si podemos salir de aquí.

Sanha lo miró con sus ojos llorosos, pero ya no lloraba - Yo también saldré a ver qué consigo.

Moonbin arrugó el gesto, serio. Entonces lo tomó de el rostro para que lo mirara.

- No, no saldrás a buscar trabajo. Saldrás a buscar otra universidad, yo me encargaré de trabajar y cubrir nuestro gastos - El omega frunció el ceño, confundido y desilusionado.

- ¿Qué dices? Bin, no-

- Sanah, tú eres el que tiene más futuro de los dos. Y no voy a permitir que eso se pierda, así que quiero que vayas a buscar una nueva universidad. Yo buscaré trabajo, y ahí me dices, me encargaré de pagar tu carrera. Estaremos bien, amor - declaró con una sonrisa, y con firmeza.

Pero Sanha aún se negaba. De ninguna manera permitía que Moonbin se tire al hombro todo ese peso, es demasiado. Él puede trabajar de medio tiempo, en algo... Y también estudiar, no es problema.

- No Moonbin, yo puedo trabajar, yo pagaré mi carrera, no te apures por mí - expresó decaído.

- Sanha, por favor. Si dejas pasar mucho tiempo será más difícil que puedas retomar las clases donde justamente te quedaste, así que es mejor que vayas buscando ahora. De verdad, no me molesta mantenernos, para eso soy tu alfa. Y sabes amor, quiero verte graduado de médico, ese es mi más grande sueño - le dijo con orgullo y admiración, sonriendo.

A el omega se le humedecieron los ojos otra vez, sintiendo un vuelco en el estómago. Entonces se volvió a abalanzar sobre él, rodeándolo con sus brazos y piernas. Completamente enamorado.

- Moonbin...

- ¿Si?

- Te amo...

El alfa sonrió, entonces lo apresó con sus brazos. Aquel omega era poco convencional y haría todo lo que tuviera en sus manos para hacerlo feliz, para que a su lado borrará todo lo que lo ha herido y lastimó. Entonces se puso como meta llenar de recuerdos hermoso en los que sólo estuvieran ellos, y su necesidad avasalladora de tenerse cerca.

- Yo te amo muchísimo más, bebé - le respondió, alejando sus rostros un poco. Lo suficiente para unir sus labios delicadamente.

Y la verdad, el refrán de; no importa el lugar, si no con quién, acaba de aplicar con ellos.

Porque a pesar de haber pasado una de las peores noches de su vida. Lo necesitaba, lo necesitaba con ansiedad.

Moonbin era la cura a todo.

- Sanha... - musitó el alfa, excitado.

- Sólo... Sólo hazme el amor, por favor, lo necesito... Te necesito - le rogó bajando el pantalón de pijama de el alfa. Ni siquiera tenía que pedírselo, aquello era una orden, porque él vivía para obedecerle, para ser su esclavo. Además... Estaba desesperado por perderse en él.

Así que sin dejar de besarlo, bajo los pantalones de el omega, su ropa interior, y se hundió en el sin tibutear. El gemido de bienvenida que soltó al recibirlo, logró excitarlo más. Aquel encuentro fue sin caricias, sin ternura, sólo pasión y excitación. Se adentraba frenéticamente mientras Sanha se aferraba a su cuello, gimiendo al borde del placer. Perdido en la bruma.

El alfa gruño de excitación, aquel rugido animal despertó en Sanha un deseo más profundo.

Entonces cuando sintió que llegaba al clímax, aceleró sus movimientos, gruñendo. Se abrazó a el omega, hundiendo su cabeza en el cuello, donde sus colmillos picaban por enterrarse, hacerlo más suyo de lo que era, conectar su vida a la de él, ser uno solo.

Pero sabía que lo podía hacerlo si Sanha no estaba de acuerdo, quizás aún no era el momento.

Y lo esperaría con ansías.

Entonces comenzó a moverse más
rápido, a embestir con más profundidad, mientras Sanha se deshacía en gemidos, hasta que sintió como se hinchaba dentro de él, atrapandolo juntos. Se desplomó encima de el omega, regularizando la respiración, aún abrazados.

Entonces reaccionó, preocupándose de haberle hecho daño. Nunca había sido tan rápido y bruto con él, siempre lo ha tratado con delicadeza.

- ¿Estás bien?... No debí dejarme llevar así, perdóname - se disculpo. El omega lo miraba lánguido y sonriente.

- Tranquilo Bin... Estoy bien, fue increíble, todo perfecto. Te amo... - le dijo acariciando el rostro con la yema de sus dedos, sonrojado. El alfa sonrió.

- Joder... Qué alivio - suspiró. Sanha rió levemente. Entonces se quedaron acostados hasta que el nudo bajo, pero aún así se sentía incapaz de separarse.

Pero habían cosas que hacer esa mañana.

Así que se ducharon como pudieron en aquel andrajoso baño. Se vistieron y salieron cerrando todo con llave, para buscar algo para desayunar. Mientras caminaba por la calle tomados de la mano, Sanha no se había percatado que Moonbin tenía una pequeñas ojeras, su rostro lucía cansado, a pesar de que quería mantenerse firme.

Se sintió tan mal. Se suponía que el del semblante así debería ser él, y no Moonbin. Él raramente pudo dormir por la noche, no era muy sensible a los ruidos, y al aparecer el alfa se había quedado despierto.

Encontraron un pequeño restaurante, donde compraron dos cafés y unas tostadas. Comieron en silencio
mientras pensaban que harían después. Obviamente tendrían que ir por caminos separados para que cada quien buscará lo suyo.

- ¿Y como haremos esto? - preguntó Sanha, afuera de el restaurante una vez que terminaron.

Moonbin se encogió de hombros - Yo iré a ver algunos lugares en donde me percate que se necesitaban empleado - buscó algo en su bolsillo y se lo tendió. Sanha lo miró con curiosidad - Son algunas universidades de la zona, yo las busque anoche mientras... Dormías.

El omega se ruborizó.

- El caso es que vayas y preguntes, cualquier cosa me llamas - Sanha asintió con las mejillas coloradas y una sonrisa leve - Bien, te amo - y le dió un corto beso en los labios.

- Yo también - expresó con una sonrisa, acariciando su rostro.

- Cuidate - y entonces se dió la vuelta para alejarse. Sanha sintió la garganta pesada, y otra vez las ganas de llorar.

Se sentía tan afortunado de tenerlo.

Aquel hombre que caminaba de espaldas alejándose de él cada vez más, lo amaba con todas sus fuerzas.

Y no sabía que haría sin él. Ya no.

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