☆ capítulo 24
Abrió la boca y los ojos al mismo tiempo. No podía creer que Moonbin había dicho eso, encima delante de Hyungwon y aquellos chicos.
Tampoco iba a negar que escuchar aquello le provocó un vuelco en el estómago. Cómo si millones de hormigas estuvieran rondando por el mismo.
Había un incómodo silencio que inundaba la zona de la cancha. Los grillos acompañaban el ambiente que se había creado; incómodo, sorpresivo, pero también frustrante.
Moonbin miraba a Hyungwon con desafío, sin arrepentimiento y completamente seguro de lo que había hecho. Estaba erguido, con los puños apretados, ni siquiera lo miraba, y eso lo tenía más turbado.
Podía sentir los latidos de su corazón con arritmia, como sus palmas transpiraban un sudor frío, su pecho quemaba, ardía. Se mordió el labio inferior incapaz de decir algo.
- Yo... Lo sabía - rompió el silencio Hyungwon, ni siquiera estaba sorprendido. Sanha levantó la mirada avergonzado.
- Si lo sabías ¿Entonces para que preguntas? - dijo Moonbin, con desdén.
- Quería asegurarme de comprobar que evidentemente no tienes escrúpulos - aquello lo soltó con la voz ácida. Sanha frunció el ceño, y Moonbin apretó la mandíbula.
- ¿Qué estás diciendo? - preguntó Sanha.
- Es la verdad. No puedo creer que de todas las personas en la universidad te atrevieras con tu "mejor amigo" Moonbin, eso no se hace. Sabes muy bien que Sanha no es como tú, así que sí...
- Cierra la puta boca, antes de que te la destroce - gruño Moonbin interrumpiendolo - Si no sabes cómo son las cosas, mejor no te metas.
Hyungwon soltó una carcajada - ¿Las cosas? ¿Qué cosas? ¿Qué te pusiste a seducirlo hasta que cayó el pobre? ¿Qué en una de tus borracheras probablemente lo follaste y con eso se "enamoró" de ti? Porque sabes... es lo que todo el mundo cree.
Sanha se molestó por todo aquello que estaba insinuando. Y entonces se colocó al lado de Moonbin antes de que este pudiera responderle algo.
Por mucho cariño que le tuviera a Hyungwon, no iba permitir que ofendiera a su alfa. Él estaba enamorado, era feliz con él, nunca estuvo obligado a nada, sus sentimientos surgieron de una manera natural, se entrego por amor, sin Moonbin provocarlo ni incitarlo.
Y jamás en su vida volverá a poner en duda la palabra de su alfa, a discutir por una tontería. Sí, Moonbin había dicho que le gustaba, ¿Y qué? Ya estaba harto de todo, de estarse ocultando.
¿La gente quería saber que Moonbin y él se traen? Bien, lo dirá y que se jodan.
- Ya está bueno Hyungwon, no voy a permitir que sigas diciendo eso de él - se interpuso con la voz dura y firme. El alfa lo observó con sorpresa, pestañeando con confusión.
- ¿Qué...? Sanha pero yo...
- Tú nada. No te metas en esto, ya me lo dijiste una vez, y no me importó ¿Qué te hace pensar que ahora me va importar? - sabía que estaba siendo un poco duro, que esa no era su forma de ser, que no le gustaba ofender a los demás. Pero... Moonbin estaba por delante de cualquier cosa en ese momento.
- ¿Cómo puedes defenderlo? Él está jugando contigo - dijo, sonaba dolido y enojado.
El omega lo observó por un segundo antes de mirar a Moonbin, quien estaba a su lado impasible, atento a todo lo que estaba diciendo.
Sanha sonrió con tranquilidad, y entonces deslizó su mano hasta donde estaba la de el alfa, y las entrelazó. Miró a Hyungwon con firmeza y decisión.
- Lo defiendo por que lo amo.
Aquellas palabras retumbaron en lo profundo de la mente de Moonbin. Su respiración se detuvo por unos segundos, sus ojos incluso agrandaron. En ese momento su mente estaba completamente vacía, como un salón, y lo único que podía escuchar eran lo latidos de su corazón golpeándolo como si fueran tambores.
Y con aquellas tres simples palabras había terminado de caer rendido a sus pies, se había convertido en su caballero, en su esclavo si él lo deseaba.
El rostro atónito de los chicos fue una de las cosas que más le dió miedo a Sanha, pero sin embargo, la mano de Moonbin que estaba entrelazada con la suya, estaba haciendo el trabajo de un cable, transmitiendole la seguridad que necesitaba para poder enfrentarse a cualquiera cosa que fuera a suceder en ese momento.
- ¿Entonces... Ustedes son...? - expresó Hyungwon, atónito, pero con una leve frustración.
- Somos pareja - dijo Moonbin está vez, apretando levemente la mano que estaba unida con la suya. Sintiendo como la felicidad formaba parte de todo su cuerpo. Su lobo interior corría en círculos contento.
- No puede ser... - murmuró desvariado, sin poder creerlo. Sanha ladeó la cabeza confundido.
Hyungwon no podía creer que Moonbin se atrevería a salir con él. No. Para nadie era un secreto, excepto para Sanha, que él gustaba del beta. Desde que lo vió por primera vez caminar en el campus, no pudo dejar de pensar en él. Su actitud tímida, sus mejillas cuando toman aquel rubor, su inteligencia y su fortaleza. Pero Sanha siempre lo miraba con otros. ojos, o no lo notaba como él quisiera, entonces se unió al equipo de básquetbol por él, para estar más cerca, pero aún así, Sanha no lograba darle el cariño o la atención que este deseaba.
En cambio a Moonbin. Siempre observaba como le sonreía, lo abrazaba, se reía, le daba toda su atención.
¿Qué tenía Moonbin que no tuviera él?
A él no le importaba que fuera beta, sólo quería quererlo, que sea suyo.
Pero ahora... Ahora... Pasó una de las cosas que más temía.
- ¿Cómo puede ser? Saben que no están permitidas las parejas juntas en dormitorios, no importa si son beta. Es una falta de respeto - dijo molesto. Moonbin enarcó una ceja mirándolo con diversión.
- ¿Y?
Hyungwon apretó la expresión, tenía ganas de golpearlo. Cómo aquel idiota podía ser tan despreocupado y arrogante, era despreciable.
- Sé que es una falta de respeto. Pero esto tampoco es un delito - dijo Sanha. Hyungwon lo miró, y en momento su expresión se fue suavizando.
Su corazón se oprimió.
- ¿De verdad lo amas, San? ¿De verdad estás seguro que él te ama? - preguntó el alfa, mirándolo fijamente. Aún albergaba una pequeña esperanza de que el beta se diera cuenta de que aquel alfa no le convenía.
Moonbin función el ceño molesto. Abrió la boca para decir algo, pero Sanha se adelantó - Sí, lo amo. Y sabes algo, si Moonbin no me quisiera tampoco saldría contigo. Lo siento.
Hyungwon abrió los ojos, sintió una punzada en el pecho y su estómago revolotear - Tú.... ¿Cómo?
- ¿Crees que no me iba a dar cuenta? Hyungwon, era obvio que siempre has sentido algo por mí. No dije nada, pero tampoco te di razones para que te ilusionaras porque sé que no te puedo corresponder - trató de ser tranquilo y dulce con las palabras. De verdad que aquella situación era muy complicada, y no quería herirlo.
- Ya veo - fue lo único que dijo, antes de agachar la mirada pensativo, dolido.
Y entonces otra vez quedaron en aquel incómodo silencio, incluso los chicos de el equipo no se atrevieron a comentar nada, simplemente se quedaron ahí, expresándose con gestos en silencio entre ellos.
Moonbin dirigió su vista a Sanha, el cual miraba a Hyungwon apenado, pero también se le veía tranquilo. Ni siquiera había soltado su mano todavía. Al contrario, le seguía dando leves apretones. El alfa sonrió con orgullo por dentro, pero no por lo que pasó, si no por su omega, por la manera en que se están enfrentando a las situaciones sin tener miedo, sin arrepentirse, estar seguro de lo que dice y decide.
Todas las formas de ser de Sanha las ama, pero está definitivamente lo tenía más enamorado.
- Pues nada - soltó Hyungwon derrotado - Espero que no te arrepientas de esto. Y tú - señala a Moonbin, con seriedad está vez - Espero que no estés jugando con él, porque de lo contrario, y mira Moonbin que no me gusta la violencia, me vas a conocer ¿Entendido? - amenazó fuerte, claro y preciso.
Moonbin quería reírse en ese momento, por el comentario tan idiota que había dicho. ¿Jugar con Sanha? Ni en sueños. El omega era lo mejor que le ha pasado en toda su patética existencia.
- Si es por eso, entonces pasaré mi vida sin saber quién rayos eres - expresó Moonbin, con un poco de burla.
Sanha lo reprendió con la mirada, y este se encogió de hombros con desdén.
Hyungwon le dió una última mirada a Sanha, quien la agachó aún con algo de pena. Les avisó a los chicos que no se sentía bien, y que dejarán la comida para otro día. Ellos lo miraron con lástima, pero a fin de cuentas aceptaron. Todos se marcharon sin decir absolutamente nada más. Moonbin y Sanha se quedaron solos. El omega aún se encontraba turbado, terminando de procesar lo que acababa de pasar. Un pequeño escalofrío recorrió su espina dorsal, trayendolo a la realidad.
Moonbin caminó un poco más adelante, parándose en frente para mirarlo al rostro. El omega alzó la mirada avergonzado, notando como el alfa lo miraba con profundidad, con el ceño fruncido, como si estuviera esperando una respuesta de algo. Se puso nervioso y se ruborizó.
- ¿P-pasa algo...? - preguntó con evidente nerviosismo. El alfa lo tomó por el rostro, con delicadeza.
- ¿Es cierto? ¿De verdad me amas? ¿Es cierto eso, Sanha? - deseó saber con ansías. El omega se sonrojó, con el corazón latiendo a mil. Entonces sonrió con ternura.
- Sí, Bin. Te amo - le respondió. La felicidad invadió todo el cuerpo de el alfa, sonrió ampliamente mostrando una hermosa dentadura y achinando los ojos.
Y entonces Moonbin lo atrajo hacia él, estrechadolo en sus brazos, perdiendo la cabeza en la cuna de su cuello. Completamente embobado por el aroma de el omega, e inundado por la felicidad que jamás había sentido en su vida. Sintiendo como empezaba a filtrarse luz en sus tinieblas, como aquellas nubes grises que tanto odiaba por fin se dispersaban. Ahora su propio cuerpo, su propia mente se sentían como un lugar mejor para él mismo.
- Tambien te amo tanto - formuló el alfa, sin dejar de abrazarlo. Sanha sonrió, dejando escapar unas cuantas lágrimas, feliz, pleno, pero también preocupado por lo que pasaría. Porque aquello no se le iba de la mente.
Pero por ahora, cada minuto contaba.
Se separaron un poco, mirándose con una sonrisa. Moonbin miró para todos los lados, entonces lo tomó de la mano, llevándolo detrás de los asientos de el público en la cancha. Ahí no había absolutamente nadie, todo estaba a penumbras debido a que era un lugar que estaba a contra luz de el pequeño poste que alumbraba.
- ¿Qué hacemos a-?
No pudo formular su pregunta, porque inmediatamente sintió como los labios de el alfa apresaron los suyos. En un beso ansioso, pero también delicado, agarrando su cintura con posesividad y sensualidad.
Sanha se aferró a sus hombros, perdiéndose completamente. Los labios de Moonbin era lo más adictivo que había probado. La sensación de deseo, amor, adrenalina, ternura, rebeldía y posesividad que le trasmitía el alfa con cada toque, con cada beso, con cada caricia, lo volvía loco.
Moonbin caminó con él sin dejar de besarlo, llegando hacia una pared de un pequeño callejón, acorralandolo y tomando su cintura con más fuerza, pegando sus cuerpos que estaban ardiendo.
En ese momento Sanha no se dió cuenta cuando abrió la boca, y entonces pasó algo que nunca había experimentado, y le encantó. Había una guerra de danza de lenguas, donde ambas peleaban por quién dominará la exquisita boca de quién.
Entonces el omega empezó a sentir la falta de oxígeno, y poco a poco disminuyó el ritmo hasta que logró abandonar los labios el alfa, el cual, no perdió el tiempo y bajó inmediatamente hasta su cuello, perdiéndose en la bruma de placer.
- Moonbin... - llamó, ladeando la cabeza para darle más acceso - Bin, tenemos que limpiar, no podemos... - le recordó con dificultad, con su rostro sonrojado.
El alfa gruño de disgusto sin salir de su cuello - Que se joda la limpieza.
- No Moonbin, no podemos... No me siento cómodo... - intentó apartarlo, pero su cuerpo temblaba queriendo ceder.
- Dame un segundo - y entonces continuó con su tarea, volviendo a besar su cuello, chupando y lamiendo, provocando que aquella nivea piel se erizara. Se alejó de el cuello de el omega con pesar, gruñendo.
- ¿Qué...? - Sanha lo miró con los ojos abiertos y el rostro colorado. Un escalofrío recorrió su espinal dorsal, el alfa tenía los ojos rojos, y sus colmillos se veían alargados - ¿Bin?
- Perdón, es que olías a esos. No me gustó, así que te impregne mi olor - le dijo con tranquilidad, a pesar de verse aterrador.
- ¿Tú olor...? ¿Por qué? Bin, fácilmente podía ir a casa a cambiarme. No puedo oler a ti cuando estamos dentro de establecimiento de la universidad, ya te lo dije. Dios... Eres terrible - expresó alarmado
Moonbin arrugó el entrecejo, lo miró con malicia, y entonces se acercó a él nuevamente, acorralandolo con ambos brazos a cada lado.
- Si yo quiero que huelas a mí, vas a oler a mí - demandó mirándolo con profundidad.
- ¿Qué? ¿Estás loco? - lo miró abriendo los ojos, pero sintiéndose nervioso por la cercanía.
- Sí... Muy loco, de hecho ¿Quieres saber
que tal loco estoy? - se acercó más a él, sin dejar de mirarlo. El omega tragó saliva.
- Moonbin... Deja ser payaso, y déjame. Tenemos que irnos - intentó quitarlo, pero el alfa tenía demasiada fuerza. Su corazón estaba latiendo como loco.
- ¿Y si no quiero qué?
Sanha desvío la mirada, completamente sonrojado - Ya Bin, vámonos... Debo quitarme esto para que -
- Tú no te vas a quitar nada maldita sea, vas a oler a mí de ahora en adelante. Y cualquiera que te diga algo le romperé la puta cara.
Sanha lo miró con el ceño fruncido - ¿Qué? ¿Por qué?
- Eres mío Sanha. Sólo mío - le susurró al oído, provocando un escalofrío en todo su cuerpo.
Pero también un calor recorrió todo su cuerpo.
- Bin... - murmuró con las mejillas
rojas, mirándolo fijamente.
- Eres muy listo ¿Eh? Colocando esa carita sólo porque sabes que me manejas a tu antojo - le dijo el alfa, con una sonrisa divertida y llena de chulería.
Sanha escondió la cabeza en el hombro de Moonbin, apenado e incapaz de decir algo. Su corazón quería salirse de el pecho.
Moonbin rió, quitando los brazos de la pared y rodeando su cuerpo con ellos, en un protector abrazo. Le encantaba como el omega reaccionaba con vergüenza a ese tipo de situaciones. Sus mejillas rojas, y aquellas expresiones faciales lo volvían loco.
Se separaron, y Moonbin le dió un beso en la frente con cariño - Vamos bebé. Pero no te quites mi olor, no es necesario. Mientras más rápido sepan que eres mío, mejor será.
El omega lo miró indagando un poco, pero después asintió levemente, sonrojado. Entendiendo que aquello no debería importarle. Era su alfa, y además, todavía nadie sabía que era un omega. Así que posiblemente pensaran que utiliza ropa de Moonbin.
O descubran que están juntos.
Pero a estas alturas de su vida, no leimportaba mucho.
Se lo dijo a Hyungwon, se lo podía decir a alguien más.
Se tomaron de la mano y cruzaron por el campus juntos. Eran las ocho y media de la noche, y la mayoría de clases habían terminado por una reunión de maestros.
Pasaron al rededor de tres horas y media limpiando el área de abajo de la universidad. Ya que el director le había dicho se el área de arriba se encargarían los conserjes. Moonbin agradeció aliviado, aquella universidad era malditamente grande. Y estaba seguro que Sanha o él, no acabarían ese mismo día.
Terminaron exhaustos, con hambre y sueño. El omega seguía sintiéndose débil, todavía tenía presente lo de la nota, y aquello estaba provocando malestar en él.
Las horas estaban contadas, y no sabía que hacer.
Bueno, si tenía algo en mente. Era arriesgado, pero no podía dejar que Wohno se salga con la suya.
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