☆ capítulo 11

Moonbin probablemente pensaba que era el alfa más afortunado de el mundo. Bueno, en ciertas cosas. Ese día había recibido sus notas de semestre y no pudo sentirse más satisfecho con ello.

Cuando tenía dieciséis años, su padre siempre le reprochaba por todo. Aunque por más que se esforzará en la escuela, le llevará puros dieses, él siempre lo reprobaba diciendo que no valían de nada las notas buenas si era una mierda. Eso lo hacía sentir mal. Porque por más que quería complacer el viejo decrépito que le dio la vida, no lo contentaba con nada. Así que decidió irse de su casa, tomar un rumbo propio, y aunque se quedará en la casa de Sanha, jamás quiso ser un mantenido. Hacía tareas para sus compañeros por dinero, reparaba motos, trabajaba en cybers y aveces trabajaba de camarero por la noches. Con aquello conseguía un buen dinero para ayudar con el abastecimiento de la casa, y comprarse algunos antojos ¿Por qué no?

A los veinte su vida tomó un rumbo más alocado. Se empezó a aficionar con las fiestas, beber, fumar y salir con omegas y betas sin ningún tipo de atadura.

Lamentablemente todo trae consecuencia. Porque perdió años desperdiciando su vida. Sanha había entrado a la universidad desde que término la secundaria, siempre le aficionó la medicina, y a él, más los que tenía que ver con la tecnología. Siempre fue muy bueno en ello. Porque después de años de tonteo y perder el tiempo, decidió entrar a la universidad ya a los veinticuatro años. Aunque Sanha siempre le decía estaba joven, y que no se preocupara.

A pesar de estudiar en la universidad, y ser uno de los mejores alumnos de su carrera. Sus ganas de parrandeo no había desaparecido. Cuando podía se colaba a una que otra fiesta, y aprovechaba el tiempo para tener sexo. Eso lo divertía mucho. Oh, hasta eso pensaba.

Ahora a sus veinticinco años, reflexionaba sobre su futuro. Ya nada de eso le divertía o le atraía tanto. De hecho, sentía repulsión el sólo pensar en acostarse con otro omega que no pueda ser él.

Sanha.

Nunca le había atraído tanto un aroma como el que él tenía. Era suave, como a flores con vainilla o chocolate. Todavía no explicaba bien, pero le encantaba.

No podía dejar de pensar en él. Quería ser el dueño de ese aroma, por más egoísta que sonará. Siempre ha sentido una gran inclinación hacia Sanha desde que se conocieron. Toda su atención era para él, no le importaba nadie más a su alrededor. Lo cuidaba, le daba cariño, le brindo su amistad y así formaron un vínculo juntos.

Pero ahora ese vínculo él quería hacerlo diferente.

Quería dejar todas esa mala vida para demostrarle a Sanha que puede ser un hombre dignó de él.

Porque Sanha no se merecía menos. Era especial, extraordinario, y merecía alguien que esté a su altura.

Y él, por más egoísta que suene, no quería que fuera ninguno otro.

De madrugada, parado en la terraza fumando un cigarrillo, pensaba en toda aquella amargura que tuvo que pasar hace unas horas. Sanha le avisó de último momento que tenía un trabajo grupal, no se había preocupado tanto, hasta que vió a Hyungwon. Tuvo que tragarse las ganas de gruñirle cada vez se acercaba a Sanha. Sí, sabía que estaba siendo posesivo con algo que ni siquiera le pertenecía. Pero no podía evitarlo, él sólo pensar en un alfa cortejandolo, le daban ganas de vomitar, un disgusto terrible y incluso sacaba su lado más salvaje.

Inmóvil ahí, viendo la vista a todo el campus completamente en silencio y vacío, intentaba disipar sus pensamientos un poco.

Resopló con frustración cuando término el cigarrillo.

El frío azotó su cuerpo como si fuera cuchillo. Llevaba sólo una camisa de tiras, y para sus brazos era una verdadera tortura. Así que decidió irse a su apartamento.

Todo estaba a penumbras, así que entró sigilosamente cerrando la puerta detrás de él. Subió a su habitación y se detuvo a mirar hacia la puerta de el omega. Ese maldito olor estaba ahí, torturando sus sentidos y llamándolo.

Y juraba que dió un paso adelante para entrar a la habitación de el omega, pero se detuvo. No podía hacer eso, porque su celo estaba muy cerca y podría perder el control.

Así que a regañadientes se fue ahabitación. O eso creía.

****

Sanha despertó con los rayos de el sol filtrándose por la ventana y posando en su rostro. Abrió los ojos lentamente sintiéndose pesado. Se estiró en la cama perdiendo su mirada en el blanquecino techo.

Aún recordaba los episodios de la noche anterior. Una parte de él se sentía feliz al percibir los celos de el alfa, también el echo de que estuvo en sus brazos, sintiéndose cálido, queriendo estar allí para siempre. Porque no pudo evitar soltar un quejido lastimero cuando el alfa lo bajo y sus pies sintieron aquel frío que tanto odiaba.

No quiso dar más vueltas. Así que se levantó de la cama para iniciar con su día. Tenía muchas cosas que hacer.

Entonces piso algo que lo hizo perder el equilibrio, seguido de un grito lastimero grueso que hizo que se sobresaltara.

Al enfocar su vista se dió cuenta que Moonbin estaba tirado en el piso, agarrando su brazo con una mueca de dolor, y encima con sólo unos pantalones de pijama. Cómo siempre.

- ¿Qué rayos haces ahí? - preguntó levantándose de el piso.

El alfa se reincorporó y luego se sentó en la cama agarrando su brazo.

- Puta madre, sí que pisas fuerte - expresó con una mueca.

- Eso no responde mi pregunta Moonbin. ¿Qué haces en mi habitación, y para colmo, en el piso? ¡Casi me mato! - Le gritó molesto.

El alfa se rascó la cabeza apenado.

- Perdón, no quería asustarte. Sólo que tú olor me calma un poco a la hora de dormir. Pero como no quería ser inoportuno considerado que casi estoy en celo, mejor me quedé en el piso.

Sanha se ruborizó con el ceño fruncido.

- ¿Desde cuándo eres así? Siempre te metes en mi cama sin pedir permiso ¿Ahora tienes pudor o te preocupa eso? - Alzo una ceja contrariado.

Por dentro moría porque el alfa durmiera con él. Despertar con aquel aroma,contemplar su rostro, y sentirse envuelto en aquellos cálido brazos.

- ¿Acaso quieres que duerma contigo? - levantó una ceja divertido.

- ¡¿Qué?! ¡No! - expresó sonrojado - Solo lo digo porque tú... pues... me extraña que ahora te dé vergüenza quieras pedir permiso, antes solías meterte en las cosas así... sin más.

- Es que para meterme en algo ahora debo pedir permiso - Dijo divertido. Aunque Sanha juro que tuvo doble sentido.

- Eres un payaso - masculló rodando los ojos.

- Ahora que eres omega, siento que no quiero faltarte al respecto, por eso no hago nada indebido - admitió con tranquilidad está vez.

Okey, admitió que aquello le provocó ternura. No todos los alfas respetaban a los omegas, muchos los marcaban si ni siquiera preguntarles.

Sanha resopló negando.

- No tienes que hacerlo. Te conozco, y además... sé que jamás haz hecho algo que no me guste - murmuró desviando la vista avergonzado. Moonbin abrió los ojos y sonrió ampliamente.

- Entonces ¿Puedo dormir contigo? - preguntó animado. El omega asintió con las mejillas coloradas. Sintió al alfa suspirar de alivio mientras se tumbaba en la cama.

- ¿Acaso piensas que porque soy omega debes tratarme como una flor delicada? - Cuestionó riendo levemente.

- En realidad, no. No quiero que pienses que eres débil, porque no lo eres. Incluso podría decir que eres más fuerte que yo - declaró. Sanha abrió los ojos y la boca.

- ¿Por qué lo dices?

Moonbin refunfuño entre dientes antes de levantarse y quedar sentado en la
cama.

- Pues, empezado por la tremenda pisada que me diste - Sanha rió apenado - Y también, porque a pensar de tener el mundo encima, siempre te has mantenido de pie. Eso es lo que admiró de ti -  el omega se ruborizó con su corazón acelerado - Yo en cambio, intentó evadir mis problemas con fiestas, fumar o beber, toda esa mierda - dijo con amargura.

- No creas que siempre soy así Bin, yo también suelo tener miedo - se sentó a su lado. Sintiéndose satisfecho por el calor que emanaba de el cuerpo de el alfa - Por ejemplo, cuando me presenté como omega tenía miedo, quería desaparecer o me arrepentía de esto, lo odiaba - su voz decayó, sonó ácida. El alfa lo miraba expectante - Por eso no quería decir nada, Bin. Sé que el camino es más difícil para un omega, y yo... no quería arriesgarme a perderlo todo, incluso perderte a ti - musitó mirándolo a los ojos sonrojado.

El alfa sonrió con ternura. Con sus manos despejó un poco el flequillo de el menor, contemplando su mirada.
- No pienses eso, jamás me perderás Sanha. Pase lo que pase estaré contigo siempre, aunque no me necesites - dijo con amargura

Sanha abrió la boca para decir algo, pero Moonbin continuó - Y escucha, puedo decir que eres muchísimo más inteligente que cualquier alfa o beta. Para mí serás el mejor médico de toda esta puta cuidad, de eso estoy seguro, y cualquiera que intente oponerse o diga algo horrible, me aseguraré de que no respire el mismo aire que tú - su voz de tornó seria.

- Uy, cuidado sicario - bromeó riendo levemente.

- Sabes que por ti, haría cualquier cosa - declaró con una sonrisa, pero sonaba muy firme.

Sanha sentía y escuchaba perfectamente los latidos de su propio corazón. Sus pecho ardía y las mejillas se colocaron nuevamente.

Sin pensarlo mucho, se abalanzó sobre el alfa, el cual inmediatamente lo rodeó en sus brazos cálidamente y con profundidad, aquello se sentía tan reconfortante. Incluso sentía que podía gritar verdades al mundo y no le importaría nada si estuviera sostenido por Moonbin. Escondió su cabeza en el pecho de el alfa, aspirando ese aroma que tanto le gustaba, envolviendose en ese calor.

Moonbin introdujo las manos entre las hebras castañas y comenzó a acariciar con sus dedos. Sonrió enternecido, hasta que escuchó la respiración de el menor relajarse cada vez más. Y él, sólo podía dejarse caer en la cama con el omega en brazos. Sintiendo una vez más, como sus cuerpos complementan uno al otro, como si fueron creados con la finalidad de estar juntos.

***

El reloj analógico marcaba las once de la mañana cuando Sanha despertó nuevamente. El sol había golpeado su rostro esta vez con más fuerza y más caluroso. Posiblemente este ya estaba avisándole que era hora de despertar. Lo primero que sintió fue a Moonbin rodearle la cintura con una mano, y la otra estaba posada directamente en su espalda debajo de su camiseta. El alfa solía ser muy frío-lento, así que en un intento de calentar sus manos, las metió allí.

Sonrió mientras contemplaba la expresión serena de el alfa. Su respiración tranquila iba acompasada de los leves ronquidos. Sus músculos estaban relajados, y su piel se sentía tan cálida, que no pudo evitar volver a acurrucarse con él. Ganándose un gruñido de el alfa por intentar despertarlo.

Una de las cosas que más amaba Moonbin era dormir, así que probablemente si lo intentan despertar bruscamente, como todo animal, te
muerda.

Recordó que un vez logró ver a Moonbin durante su celo, pero sólo de lejos. Aquello le dió escalofríos y le pareció espeluznante. El alfa tenía los ojos rojos, una expresión de furia, gruñía a todo el mundo, pero lo que más le aterrorizó, fueron los colmillos. Aquellos colmillos afilados le provocaron tanto miedo, que en su momento agradeció ser beta para no ser mordido.

Qué equivocando estaba.

Aún en su mente divaga la expresión de felicidad que tenía Mj cuando les avisó que su alfa lo iba a marcar. Sintió una pequeña punzada, y por primera vez en su vida había deseado tener una también.

- ¿En qué estás pensando? - preguntó el alfa con la voz rasposa. Su corazón sufrió una pequeña arritmia.

Subió la mirada, y el alfa lo observaba con sus ojos pequeños por el sueño, su piel un poco más pálida y su cabello desordenado, se detuvo de mirar por la vergüenza.

Sanha acarició su cabello, despejando algunos mechones negros de su rostro, como solía hacerlo algunas veces.

- En lo inofensivo que te vez cuando duermes - tespondió divertido. El alfa abrió los párpados sonriendo.

- ¿Ah sí? - gesticulo con ironía. Sanha asintió, y entonces con pesar se reincorporó quitando la mano de el alfa de su cuerpo.

Moonbin Frunció el ceño disgustado. Entonces rodeó con sus manos en su cintura nuevamente y lo tumbó en su pecho.

- ¡Qué demonios! - exclamó - Moonbin, tengo cosas que hacer, sueltame -  empezó a removerse ruborizado. El alfa negó con la cabeza y enterró el rostro en su cuello, aspirando su aroma.

Sanha suspiró con cansancio.

- Vamos Moonbin. Hoy tienes clases, llegarás tarde y no tendré tiempo de preparar nada para comer - le dijo en un intento de que lo soltara.

Moonbin resopló frustrado, y aflojó el agarre lentamente.

- Bien - refunfuñó.

Sanha se sentó en la cama mientras bostezaba. Moonbin se bajó de la cama y se estiró con pereza. El omega trato de no mirarlo mucho, porque el alfa tenía una erección que se notaba directamente en sus pantalones de pijama. Pero si remontaba minutos atrás, estaba justamente debajo de ella cuando Moonbin lo tiró encima de él.

- Bien, iré a darme una ducha - Le avisó Moonbin. Él asintió tímidamente sin mirarlo.

Una vez que Moonbin salió de la habitación. Se tiró en la cama tapando su rostro rojo.

Moonbin era un descarado.

Pero peor era él, que su cuerpo empezó a reaccionar sintiéndose acalorado. Su respiración se volvió errática, y su pecho ardía.

Entonces se dió cuenta de algo. Él nunca había tenido su celo, ni tampoco sabía cuándo vendría.

Se reincorporó alarmado, tomó su celular y buscó en el internet alguna información sobre ello. Abrió los ojos con sorpresa al leer aquel artículo. La mayoría de celos se presentaban poco después de que el omega se presentará.

No, no podía ser.

Tiró el celular y se metió rápidamente al baño .

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