───capítulo dos❞


—¡Es un desastre! —gritó por el micrófono del celular.

—Lili, cálmate ¿si? —respondió su amiga.

—Pero Leah, ¿sabes lo que estoy sufriendo? —se lanzó a su cama derrotada totalmente.

Damián entornó los ojos mientras terminaba de subir a la litera, escuchando los quejidos de su compañera de cuarto, susurró —Dramática.

Lilium lo escuchó y fulminando su espalda con la mirada volvió a lanzarse sobre el colchón —De todas las personas en este lugar, justo me tenía que tocar con Damián imbécil, tonto, tarado, idiota, cabeza hueca Vansteli. —y Damián solo podía sentirse ofendido y a la vez la situación dándole gracia.

—En serio lamento tu mala suerte, amiga —escuchó la fuerte risa de la menor, su molestia creciendo levemente en ella —Mira el lado positivo, toma este tiempo para volver a intentarlo con él.

Eso la descolocó completamente. Con sorpresa y la ira corriendo por sus venas se sentó de golpe en la cama, el acto brusco llamó la atención del mayor quien asomando la cabeza haia abajo con una ceja alzada la miró curioso. Lilium estrujó la sábana con su mano libre, su mandíbula se apretó tanto que podía sentir doler sus dientes. 

Damián sabía que eso no era para nada bueno, subiendo su cabeza agarrando una almohada se cubrió la cabeza mientras esperaba la explosión de la menor.

—¡Leah eres una grandísima hija de tu mami! ¡Es increíble que después de toda la mierda que pasé por culpa del imbécil, tú aún quieras que volvamos! —sus gritos podrían oírse hasta el segundo piso, y eso no le importó mucho —¡Tú mas que nadie sabes cómo me humilló Dam! —el apodo lo hizo sentirse pequeño, frágil. Nunca pensó en lo difícil que fue  para Lilium sobrellevar todo lo que él le había hecho y verla así de destruida solo logró hacerlo sentirse más culpable.

—No quiero escucharte más, yo te llamaré, adiós —finalizó la llamada y luego solo se sentó en el colchón luciendo devastada.

Damián alzó la almohada con lentitud, sus ojos ubicaron una silueta pequeña en el suelo de la habitación. No sabía que hacer, nunca supo realmente cómo actuar cuando Lilium tenía ese tipo de reacciones. No sabía que decir, cómo ayudar, no sabía nada y se sentía jodidamente inútil.

—No tienes que hacer nada, y no eres inútil por eso, calma por favor —dijo ella mirándolo sin expresión en su rostro —Estas nervioso, lo sé porque aún te muerdes el labio cuando te sientes así —se levantó suavemente de la cama y tomando sus zapatos, se los colocó.

—Liu yo...

—No, Damián, solo... no —respondió deteniéndolo al verlo intentar bajar de la litera y acercársele.

—Liu sé que te hice daño, l-lo lamento tanto, no f-fue mi intención...

—Detente —susurró.

—Jamás haría algo para lastimarte de nuevo, fuiste mi salvación, me diste cosas que pensé nunca tener y te permitiste amarme aún cuando solo querías estudiar —bajó por completo de la litera y se acercó al pequeño cuerpo de la menor.

—Para...

—Pero te herí, y lo perdí todo. Mis ojos dejaron de brillar, mi cabello es un desastres, no sé quién soy o donde estoy, pero encontraré la manera de sacarnos de aquí, de poder volver a recuperarnos, porque sabemos que las estrellas aún guardan nuestra promesa.

—¡Basta! —gritó con enojo, las lágrimas que sus orbes habían estado acumulando cayeron por sus rosadas mejillas y se perdieron en alguna parte de su ropa. Lentamente, el azabache secó sus lágrimas, trazando cada facción de su rostro sintiéndose como en casa cuando los ojos mieles de la castaña lo miraron.

—Te extraño... —susurró.

Un fuerte golpe a su pecho lo hizo tambalearse, sabía que la castaña quería alejarlo, pero él no podía hacerlo ahora que la tenía a tan escasos centímetros de nuevo.

—Perdón por dañar tu corazón, Liu.

—Sería fácil decir que únicamente heriste mi corazón, pero tu rompiste mucho más que solo eso. 

Sin decir nada más, tomó el pomo de la puerta y salió de la habitación con un nudo en la garganta y su corazón dolido. No quería excusas, no quería saber nada de él. Se había cansado de siempre tener que llorarle, de siempre ser ella la que sufriese, ya lo había superado... ¿por qué los juntaron de nuevo? ¿por qué su corazón volvió a latir cuando vio sus ojos? ¿por qué se llenó de esperanzas cuando lo escuchó?

¿Por qué?, ¿por qué?, ¿por qué?

Porque aún confiaba en él.

Porque seguía sintiéndose en casa a su lado.

Porque también lo extrañaba.

Y aunque tenía las respuestas frente a ella, el orgullo y el rencor que su dañado corazón sentían, tomarían aquella claridad de la verdad y las guardarían al fondo de todo su ser.

Porque Damián Vansteli era un jugador y un manipulador que solo quiere volver a usarle. 

En otro lado, un azabache se encontraba tirado en el suelo de la habitación mientras un vacío de nostalgia y culpabilidad lo devoraban. Porque pasar el rato en un lugar donde no pertenecía nunca fue algo nuevo para él, se sentía cansado y enfermo perdiendo todas sus fuerzas para poder ir tras ella y decirle lo mucho que sentía haberla roto.

Nada de lo que hacía estaba bien, ninguna de sus acciones eran suficientes. Solo llegaba a repetirse una y otra vez "—Es tu culpa" empezando a temblar porque no podía soportar el cambio que su vida había dado, ese cambio donde él era lo mejor y que luego de su partida, se haya convertido en nada. 

Agarró su cabeza mientras se encogía en posición de feto, lloró por aproximadamente cinco minutos sin descanso solo dejando ir todo de nuevo, intentando calmar sus espasmos y luchando contra sí mismo por seguir viviendo. 

—No quiero morir, por favor cántame una canción —pidió en un murmullo. Sin embargo, nadie estaba en la habitación y lo único que podía escuchar en respuesta, eran sus sollozos en eco. —Lo jodí todo y yo estoy arruinado —lloró.

Y al otro lado de la puerta una triste Lilium estaba conteniendo sus ganas de entrar y abrazarlo, porque sabía lo sensible que podría ser Damián, lo conocía de pies a cabeza y aunque sabía que la única forma de tranquilizarle era cantándole, no entraría. La herida aún no estaba sanada del todo como para volver a repetir la misma historia.

Se levantó del suelo una vez escuchó que los sollozos del mayor se detuvieron, tocando la puerta es cuchó un "pase" y prosiguió a entrar encontrándolo acostado en la ama baja abrazando un peluche que no pensé aún tuviera con él.

—¿Todavía tienes al Señor Bam? —dijo con ternura. Era un bonito peluche de corderito que ella le había regalado en una de sus citas a una feria en Canadá cuando asistían a la preparatoria. 

—Era lo único que me recordaba a ti —la miró con un mohín en sus labios. Sonriendo Lilium se acercó a su maleta y sacó un peluche de un zorro. Damián rio inmediatamente lo vio —¡Tu también tienes aún a la Señora Fufa! 

—¡Calla! —reprendió aferrándose al peluche —Es que no puedo dormir si no abrazo algo, lo sabes.

Se levantó de la cama y con miedo a arruinar el momento sobó el castaño cabello que tenía en frente —Lo sé —afirmó, tomando aire y valentía suspiró —Liu, yo... —un abrazo hizo que toda palabra en su boca se perdiera.

—Fuiste mi mejor amigo y mi primero en muchas cosas, lo que hiciste me dolió cientos de vidas —soltó abrazándolo más fuerte sintiendo los brazos de él rodeándole también —Pero lo que vivimos y el tiempo que pasamos juntos me importa más —lo miró a los ojos —Yo también aún te extraño, zorrito. Pero Damián, yo no siento ya nada por ti, solo nostalgia.

—¿Al menos podemos volver a ser amigos? —pidió el mayor.

—Claro que si, tonto —se separó —Pero dame tiempo, me cuesta confiar.

—Gracias, Liu —abrazó una última vez y tomando ambos peluches los colocó juntos en la cama —Te ayudo a desempacar, boba.

Así pasaron la tarde acomodando la ropa y pertenencias de la menor, jugando entre risas sintiendo que la conexión que tenían nunca desapareció y que nada había cambiado entre ellos. Habían vuelto a ser Lilium la loca de la lista Donovan y Damián odiosa sonrisa de zorro Vansteli.

Y esa amistad recuperada les iba a hacer perder mucho más.




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venga a que no se esperaban esa interacción tan directa

ciertooo, conozcan al señor bam y a la señora fufa

cinco añitos tienen mis bebés, los adoro

lottie se despide ♡

Charlotte

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