9. Gustar

— ¡Vegetta!

— Oh, ¡Foolish!

Para Vegetta, era extraño el saber que ahora podía encontrarse en cualquier momento con Foolish por los pasillos de su edificio. Era sorpresivo cada día que el ascensor se abriese y su cabellera dorada iluminara el lugar, mientras sus ojos cansados lo observaban con cariño. Era inesperado saber que casi siempre chocaban cuando iban a la tienda de la esquina a comprar suministros para la semana, o tener que mirar con ojos inquisitivos a la dependienta cada vez que esta le regalaba a Foolish un café gratis, aunque el otro pensaba que era solo amabilidad.

— ¡Tengo que contarte lo último que Cellbit y Bagi me dijeron! ¿Sabías que este edificio puede estar embrujado?

Por otro lado, era un alivio ver la chispa de vida en aquellos ojos verdes, más brillante que antes, desde que llegó ahí. Vegetta podía pasarse horas solo escuchándolo, viendo su rostro iluminado de genuina emoción a la vez que le relataba que aquellos hermanos lo invitaron a una reunión de en su hogar junto a Maxo para descifrar ese y demás misterios. Así mismo, sonreía al escuchar como Fit lo ayudó a arreglar su lavabo, y que él y Pac invitaron a Foolish junto a Leo a pasarse por su departamento para conocer a Ramón, el gato de la pareja.

Foolish tenía un talento innato para relacionarse con los demás inquilinos, logrando hacerse de más amigos y, por consiguiente, teniendo más motivos para esperar cada día por una nueva aventura. Eso sí, Vegetta no podía evitar sentirse avergonzado cuando Foolish hablaba de él a los demás y mencionaba lo feliz que está de haberlo conocido y ayudarlo a conseguir un nuevo hogar.

Aun así, Vegetta estaba feliz de tenerlo ahí.

Sí, era una sensación extraña el ser consciente de que ahora lo veía casi todos los días, pero no por ello menos encantadora. Después de todo, Vegetta apreciaba cada momento que podía pasar con él.

Su vida era tranquila, luego de muchos altos y bajos y, aunque debía admitir que se volvió monótona con el tiempo, no le molestaba seguir así. Tenía a sus amigos, tenía su carrera, tenía su trabajo, ¿podía pedir más?

A pesar de ello, la llegada de Foolish a esta fue... no sabía cómo explicarlo pero era, para él, era como un soplo de aire fresco a su vida luego de bastante tiempo.

Foolish siguió hablando de los mismos temas e incluso sobre Leo, pero la concentración de Vegetta estaba ya en el tono cálido de su voz, como sus verdosos ojos se entrecerraban por segundos al sonreír, sus manos moviéndose para hacer ademanes conforme explicaba la situación o el aroma de su perfume que no había podido descifrar hasta el momento, tan cerca suyo, pero al mismo tiempo muy... embriagador.

Vegetta no sabía en qué momento había comenzado a notar hasta el más mínimo detalle de Foolish, pero era un pequeño placer que su corazón agradecía.

— ¿Y qué es lo que opinas?

— ¿Perdona? — parpadeó varias veces, notando que se perdió en sus pensamientos pues ambos ya se encontraban en la puerta del departamento del menor.

— Sobre lo que Jaiden sugirió. — dijo, abriendo la puerta de su departamento. Vegetta podía sentir el aroma del perfume más fuerte — Lo de poner anuncios sobre Leo en grupos de ciudades cercanas. Me lo recomendó hace un tiempo, a decir verdad, pero se me había olvidado hasta ahora. Y Leo... ¿no es muy pequeña para recorrer grandes distancias?

Apenas y dijo eso ambos escucharon un maullido del otro lado. Leo apareció, con su ratón de peluche empujado por sus patitas, rodeando tanto a Foolish como Vegetta y en busca de mimos.

— ¡Mi niña! — el de ojos morados la cargó, acariciando su cabecita.

Era cierto, ¿hubiera Leo sido capaz de venir desde otra ciudad? No parecía cuando la hallaron, por lo que no creyó que fuese posible.

— No perdemos nada intentando. — sin embargo, decidió darle el beneficio de la duda a la idea de Jaiden; así, podrían decir que intentaron buscar al dueño de todas las formas posibles. — Y si no funciona...

— ¡Nos podemos quedar con ella esta vez! ¿Verdad?

Sus ojos chispeantes de genuina esperanza le parecían hermosos. Si pudiese, iría en contra de sus morales y decidiría que ahí mismo se quedarían con Leo para siempre, juntos los tres. Si así podía mantener la mirada radiante de Foolish, haría lo que sea.

— Humn... ¿Vegetta?

Un "¡miau!" le hizo entender que Leo ya deseaba bajar de sus brazos. Así lo hizo, notando que, a pesar de ello, Leo lo observaba exigiendo más caricias.

— ¡Perdón! Si ya hemos hecho todo lo posible, no veo por qué no. — terminó por responder.

— Decidido entonces. — Foolish juntó sus manos en un aplauso, adentrándose en su hogar — Por otro lado... es temprano aún ¿Qué te parece si nos pasamos todo el día buscando que nos admitan a esos grupos y luego pedimos algo para comer? No tengo mucho trabajo y me da flojera cocinar hoy.

La idea era muy tentadora, más con Foolish frente suyo, extendiendo una de sus manos como si fuera una invitación. Leo también, ahora al lado de Foolish, maullando como si le pidiese que entrara y siguiera con los mimos. Sería una mañana preciosa, e incluso con sensación a familia. Recordó como Luzu le bromeaba diciendo que ahora pasaba más tiempo en ese departamento y que mejor lo considerara su segundo hogar, pero Vegetta no estaba de acuerdo.

No veía el lugar como una nueva casa. Lo que en realidad lo hacía estar ahí cada día eran aquellos pares de ojos verdes que tanta alegría le habían dado a su monótona vida.

Foolish volvió a repetirle la propuesta y el de ojos morados pensó que se veía muy tierno ¿Cómo Vegetta podía negarse a algo así?

Un ¡beep! Sonó proveniente de su celular.

Ah, cierto, tiene algo que hacer más tarde.

— Tú lo que quieres es que te siga ayudando a sacar tus cosas de las cajas que no has tocado. — Vegetta sonrió y se limpió los pelos de gato que se habían quedado impregnados en su pantalón por culpa de Leo, escuchando un "¡bah!" de parte de Foolish que le dieron ganas de reír. — He quedado ya con un amigo de la universidad.

Siguió acomodándose el resto de la ropa, esperando alguna típica respuesta o broma de parte de Foolish; sin embargo, solo recibió de respuesta inicial el maullido de la gata.

— ... ¡Ya veo! ¿Una cita? — respondió el menor luego de un breve silencio.

— De estudios. — corrigió, observando de nuevo su celular — Debo llegar más temprano de lo acordado, aunque con el frío de estos días preferiría quedarme en casa.

— Oh sí, tus manos siempre están heladas. — despidiéndose como habitualmente lo hacían, Foolish hizo hincapié a ese detalle.

— Nada que ponerlas en mis bolsillos no solucione. — acto seguido, Vegetta realizó dicha acción. — ¿A no ser que quieras tomarme de las manos para entrar en calor? — Foolish rodó los ojos.

— Tu cita puede hacer eso por ti.

Vegetta no se esperaba aquella respuesta, mas solo se encogió de hombros y sonrió, complacido de ver como Foolish empezaba a decirle a Leo que serían abandonados por su otro padre ¡le encantaba bromear con él!

— Que es de estudios, no te pongas celoso. — bromeó.

— N-no lo estoy, ¡para nada! —resopló, entre tartamudeos — Solo que si encuentras el amor... ¡que te lo mereces, ¿eh?! Leo te extrañaría si ya no te pasas más por aquí.

La aludida maulló, aunque más como una queja que confirmación. Parece que no le gustaba que hablaran en su nombre, incluso si había vuelto a rodear la pierna de Vegetta con su cola confirmando las palabras de Foolish.

— ¿Solo ella me extrañaría, dices? — se tomó un tiempo para acariciarle el lomo, no esperando realmente una respuesta.

Incluso si llegase a tener una pareja en esos instantes, Vegetta estaba cien por ciento seguro de que no dejaría ni un momento de visitar a su querida Leo ni a Foolish. Después de todo, también era el padre de la gata, la quería muchísimo, como si fuera realmente suya, y esperaba poder verla cada vez que le era posible.

Por otro lado, tener pareja ahora no estaba entre sus planes; aun así, de enamorarse de alguien, ese sería...

— Y yo también te extrañaría, Vegetta, ¿cómo no voy a extrañar a alguien como tú?

Un tono bajo, casi en un susurro, pero lleno de absoluta sinceridad. Vegetta no lo observó, sus morados ojos seguían fijos en Leo. Sin embargo, se sentía cayendo en un abismo sin fondo y sin poder reaccionar del todo.

¿Qué es aquella sensación escarapelada en la piel ante tales palabras? ¿Qué son esos segundos eternos de silencio, donde solo puede escuchar los latidos de su propio corazón? ¿Qué es ese calor que llena su rostro, haciéndole no pensar con claridad? ¿Qué es ese acto de morderse los labios para evitar que aquella gran sonrisa que su cara quiere mostrar, sea notada?

¿Y por qué Vegetta se pregunta todo eso siendo consciente de haberlo experimentado en el pasado?

— ¡Basta, que me sonrojas! — luego de un suspiro se paró y le sonrió al rubio, quien respondió a esa mueca con otra sonrisa, inocente, sin saber lo que había causado en Vegetta — En primer lugar, ahora vivimos en el mismo edificio, por lo que no te escaparás de mi tan fácilmente. Dos, Leo es también mi hija, no la abandonaré. Y tres, si conozco a alguien ten por seguro que haré que también ayude con los costos de Leo. — rio — Ahora sí me voy, Quackity ha de estar esperándome.

— ¿Quackity? ¡Haberlo dicho antes! — parecía alivio saliendo de su voz. Vegetta recordó entonces que ya le había comentado sobre él en el pasado, como el muchacho que siempre se olvida de publicar el poster de "se busca" de Leo en sus redes — En fin, no te hago demorar más. Te iré pasando algunos grupos para que entres y enviemos los carteles.

Vegetta asintió y terminaron por despedirse.

Se dirigió al ascensor, esperando que las puertas se abriesen para volver a su piso y regresar con el desayuno para él, Lolito y Luzu. Luego de eso, iría a la universidad y esperaría a Quackity en la biblioteca, le explicaría el tema que este no comprendía y probablemente lo invitaría a comer por ahí antes de dirigirse a su trabajo y pasar el resto de la tarde entre papeleos y clientes insaciables. Finalmente, llegaría a casa para descansar y culminar su día, otro más de tranquilidad.

La vida tranquila y equilibrada de Vegetta como a él le gustaba.

Sin embargo... al mirarse en el espejo del ascensor una vez dentro, toda su agenda desapareció de su mente al ver su cara aún colorada por las palabras que Foolish le había dicho. Se tocó una de sus mejillas y bajó la mirada, confundido ante su propio sentir.

¿Cómo unas simples palabras lo habían hecho tan feliz? ¿Era solo eso lo que alteró su ser, o Foolish en sí? ¿Acaso él le...?

No.

Sacudió su cabeza, no tenía tiempo para eso, solo estaba interesado en cuidar de Leo, ser amigo de Foolish, terminar su proyecto del semestre, trabajar y ser ascendido, y...y...y...

— Y eso es suficiente para mí. — se dijo, con las puertas del ascensor cerrándose por fin.

Ir a la universidad un día donde no tenía clases era... agotador. Prefería pasar esas mañanas con sus compañeros de piso, teniendo una buena charla o preparándose para la siguiente clase; en otras ocasiones, pasaba su mañana intentando enseñarle a Leo a darle la pata o rindiéndose y simplemente jugar con ella, mientras Foolish se dedicaba a trabajar. Aun así, el tener que ir a la universidad sin la presión de alguna exposición o trabajo que entregar lo tranquilizaba, consciente de que le quedaba poco para acabar y entrar de lleno a la vida profesional.

Entró a la biblioteca y buscó un cubículo libre para sentarse y poder leer el libro que trajo consigo mientras esperaba a Quackity. Le envió un mensaje diciendo que ya estaba ahí, a la par que una foto de su lugar exacto. El menor respondió que lo vería en media hora, pues sus clases aun no concluían. Vegetta asintió, colocándose unos auriculares, poniendo música baja e iniciando su lectura mientras notaba como, poco a poco, la biblioteca se llenaba de más estudiantes en búsqueda de libros, artículos, reuniéndose para hacer trabajos o solo escondiéndose de todos y echándose un rato a dormir.

Con los minutos pasando y tomándose un descanso de su lectura se imaginó a Foolish ahí, con él, intentando estar callado para dejar a los demás estudiar, y rio ante la idea de que le susurraría a cada rato al no poder evitar querer hablar de lo que sea. Vegetta haría lo mismo, pues cada vez que estaba con él, el de ojos morados no podía evitar querer contarle todo lo que le sucediera, incluso si fuese lo más insignificante del mundo.

Quizá podría escribirle ahora y preguntar por... por Leo, sí.

Sin embargo, el sonido de la silla frente suya moviéndose y una sombra opacando su visión lo detuvieron, extrañándolo al saber que todavía era temprano para que Quackity apareciese. Alzó la vista, con sus morados ojos agrandados y molestos con quien ahora se hallaba frente suyo.

— Vegettita~

Aquella voz era imposible de pasar desapercibida, mucho menos esa sonrisa socarrona que se le era dedicada en señal de saludo. La persona frente suyo parecía feliz de verlo, aunque para Vegetta era todo lo contrario, mordiéndose el labio a la par que dejaba su libro en la mesa.

Rubius estaba ahí.

— Lárgate. — siseó Vegetta. El aludido alzó una ceja, no convencido con sus palabras.

— Eso no será posible. — respondió con burla — No puedes echarme siendo la biblioteca un lugar público para todos los estudiantes y menos cuando este es el único asiento disponible.

No le creyó. Empero, al pararse para buscar otro lugar disponible se dio con la sorpresa de que sí, las palabras del otro eran verdad. Con la temporada de trabajos finales el flujo de alumnos en la biblioteca se incrementó, aprovechando los huecos entre clase y clase para estudiar o buscar información. Carraspeó, pero no quería darle el lujo a Rubius de quitarle su lugar, por lo que se volvió a sentar a la par que evadía la sonrisa ladina del otro.

— Es raro verte hoy, pensé que nuestros horarios no coincidían. — continuó el de ojos verdes, jugando con unas monedas que había sacado e intentando hacer una torre con ellas.

Vegetta sabía que debía ignorarlo, pero había algo en Rubius que le provocaba responder.

— Hoy es solo un caso excepcional, me aseguré de jamás tener otra clase el mismo día que tú. — sonrió, esperando que no responda más.

— ¡Qué agresivo, no te recordaba así! — le devolvió la sonrisa, recordando ambos sus típicas confrontaciones sin vencedor — O quizá sí, pero bajo otras circunstancias...

— Estás en un lugar público, mejor cállate. — le cortó.

— Vale, vale. Solo te vi y quise pasar a saludar. —al no obtener respuesta, siguió — Y estoy esperando a que la señorita me diga si tienen el artículo científico que ando buscando en la base de datos, así que me quedaré un rato más.

— Podrías esperar parado, ¿no crees?

— Si hay un lugar disponible, ¿por qué no aprovechar?

El de ojos morados suspiró, no podía hacer nada para sacarlo de ahí.

— Solo no hagas bulla.

— ¡A la orden!

Abrió su libro de nuevo y continuó con su lectura, sabiendo que la mirada profunda del otro seguía fija en él. No habían terminado bien, ¡dioses, que le tomó mucho superarlo! Fue una relación dura para ambos, aunque Rubius se empeñaba en que podían solucionarlo y hacer las cosas diferentes. Vegetta ya se había dado varias oportunidades con él, prefiriendo salir de ese círculo vicioso y no quedarse ahí atrapado para siempre.

Como si de un milagro se tratase, su celular comenzó a vibrar. Vegetta lo agarró y notó el nombre de Foolish escrito en la pantalla, disponiéndose a responderle y agradeciéndole en silencio por la distracción. Notó que el muchacho le había enviado varios links de grupos de las ciudades más cercanas a la suya, chequeándolas todas y viendo que había ciertos pasos a seguir ante de que los administradores aceptaran sus solicitudes.

"Demasiadas encuestas que llenar, ¡aburrido! Quizá es una señal para que nos quedemos con Leo, ¡solo digo!"

A Vegetta le gustaría reír en ese mismo instante al imaginarse el rostro de Foolish, fastidiado por tener que completar todos los requisitos.

— ¿Con quién te mensajeas que te ves tan feliz?

Recordó que no se encontraba solo en esa mesa y volvió a observar a Rubius, quien tenía curiosidad por su celular, sin dejar de mirarlo. El tono de su voz, entre intrigado y alerta, le fastidió.

— No es de tu... — aun así, si había la mínima posibilidad de esparcir el cartel de Leo entre más personas, las chances de encontrar al dueño aumentarían — Digamos que estoy cuidando de una gata hasta encontrar a su dueño.

— ¡Un gatito! — la voz del otro se suavizó, Vegetta rodó los ojos — Adoro a los gatos ¿Es tu buena acción del año?

— Podría ser la tuya si me ayudas a compartir los carteles.

— ¡Oh! ¿Ves cómo al final siempre me necesitas? — al querer Vegetta volver a pararse para irse de ahí, Rubius alzó sus manos — ¡Wow! Está bien, lo lamento. Dime cómo puedo ayudar.

— Tan solo dime si tu número sigue siendo el mismo.

Después de asentir, el de ojos morados lo buscó entre sus contactos y le pasó el cartel. Rubius lo observó con sumo detenimiento, enfocándose en una parte en especial.

— El número que sale aquí no es el tuyo. — dijo.

— Eso es porque estoy cuidando a la gata con alguien más.

— Entiendo — tecleó algo más y dejó su celular de lado, a sus verdosos ojos no se le escapaban nada — ¿Luzu? ¿Lolito?

— No lo conoces.

— Alguien nuevo, ya veo. — guardó las monedas y se echó para atrás en su silla — ¿Tan rápido me has olvidado?

— Ha pasado más de un año. Supéralo.

— ¿De verdad soy tan fácil de olvidar? — Vegetta fingió una sonrisa mientras asentía, intentando calmarse al saber que no estaban solos — Nuestra relación fue demasiado intensa como para ser olvidada tan rápido.

— ¿En serio quieres que hable? — la furia quería invadir sus pensamientos, no estaba para lidiar con la insistencia del otro.

— A pesar de las peleas, siempre encontrábamos la forma de reconciliarnos, y parecías disfrutarlo. — respondió Rubius, no dejándose intimidar — Tampoco eras un santo.

— Nunca he dicho que lo fuera. — dio una rápida mirada hacia sus alrededores, esperando no estar armando un show — Pero es por eso que lo mejor fue separarnos; solo nos hacíamos daño, lo sabes muy bien.

Pero Rubius no parecía entender. Quiso acercar una de sus manos a las de Vegetta, alejándose este. A estas alturas comprendía que Rubius solo intentaba provocarlo, no podía aceptar la idea de que Vegetta haya sido quien terminó con él, volviendo esto más que un intento por recuperarlo, en un intento por mantener su ego a flote.

— He estado mejor de lo que hubiese imaginado desde que me alejé de ti.

— Qué aburrido. — retrocedió, no convencido por sus palabras — Todavía creo que podríamos intentarlo de nuevo.

— En tus sueños.

Otro mensaje llegó, rompiendo la lucha de miradas que no parecía llegar a un final. Vegetta alzó su celular y nuevamente la fotografía de Foolish apareció en la pantalla.

"¡Dile a tu cita que más le vale invitarte algo luego de ayudarlo!"

Solo Foolish era capaz de mejorar su estado en unos instantes.

"Que ya te he dicho que no es mi cita, bobo."

— Tú amigo con quien cuidas a la gata, ¿cierto? — Rubius miraba a Vegetta y luego al celular, sin ninguna sonrisa en el rostro esta vez.

— ¿Algún problema?

— Muchos. — Vegetta no entendía a dónde quería llegar — ¿De verdad es solo tu amigo?

— ¿A qué viene eso? — inquirió.

Rubius apoyó ambos codos en la mesa, entrelazando sus dedos y poniendo su mentón encima de sus manos, sonriendo como si hubiese descubierto algo que Vegetta era incapaz de descifrar. Enfurecido era menos de lo que sentía el azabache en esos instantes, recordando aquella sonrisa socarrona que siempre aparecía cuando el de ojos verdes decía algo para fastidiarlo.

— Reconozco esa mirada, Vegettita. — escupió. Aquel apodo nunca había sonado tan irritado en su boca — Es la misma que solías dedicarme cuando aún me querías.

Esta vez, sin embargo, solo pudo dejarlo anonadado.

¿A qué se refería con...?

— ¿Tu silencio me hace creer que estoy en lo correcto?

Vegetta quería responderle con una negativa, sin embargo, ¿por qué su boca no se movía?

— Nunca había odiado conocerte tan bien como ahora.

—Ah, qué reunión para más incómoda.

Antes de que el de ojos morados pudiese responder Quackity apareció, igual de sorprendido de ver a Rubius ahí.

— Guardé tu asiento y lo cuidé para ti. — Rubius se paró, acomodándose la mochila y saludándolo, como si nada hubiese pasado pero sin apartar la mirada de Vegetta — Quizá tengas razón al final, Vegetta, y esperar parado frente al mostrador sea más efectivo para que me digan si tienen el artículo que busco. En fin — sacó su celular — una charla amena luego de tiempo, quizá podamos continuarla por chat ya que... ah, me acabas de volver a bloquear, ¿cierto?

— No pensabas que te dejaría volver a escribirme cuando se te dé la gana ¿o sí? — la voz volvió a él, más que nada por evadir la sospecha que se reflejaba en el rostro de Quackity.

— Que sepas que ya publiqué el cartel igualmente.

— Algo bueno, al menos. — Rubius rodó los ojos.

— ¿De qué cartel habla? —preguntó con inocencia Quackity.

Y así, sin más, se retiró.

— Adiós. — Quackity dijo, recibiendo la mano alzada de Rubius como respuesta. Volvió a fijarse en Vegetta, quien no dejaba de tocarse la frente, como si tuviese migraña — Siento que he evitado un desastre en la biblioteca. — se infló el pecho, orgulloso de algo que creía había realizado, mas no obtuvo respuesta por parte del mayor — Ok, disculpa por llegar un poquito más tarde de lo previsto, te juro que no creí que te encontrarías con tu ex aquí.

Vegetta solo suspiró, sacando algunas libretas de su mochila a la par que Quackity se sentaba en su lugar.

— Da igual, Quackity, iniciemos con lo que querías. ¿Marco teórico, me equivoco?

— ¿De verdad estás bien?

— Sí, no tienes de qué preocuparte. Rubius no me ocasiona más que un dolor de cabeza con su insistencia.

Sin embargo, aquel dolor no era por Rubius exactamente, sino por las palabras que este le dijo.

Más que todo... porque tenían algo de verdad.

Horas después y agradecido con la tutoría, Quackity le ofreció ir a comer. A pesar de ello, Vegetta lo rechazó bajo la excusa de que estaba tarde para el trabajo y que ya conseguiría algo rápido para antes de iniciar con sus horas laborales. Se despidieron, prometiéndose volverse a ver pronto, dejando ahora a Vegetta solo con sus pensamientos.

Mientras caminaba hacia su trabajo su mente regresó a la afirmación de Rubius respecto a su relación con Foolish. Que él se lo diga es revelador, inimaginable, recordando los momentos de placer donde el otro se regodeaba complacido al ver los ojos morados solo dedicados a él. Sabe que fue sincero, pues Rubius no se burló ni por un instante. Al contrario, su ceño estaba fruncido, hasta podía jurar que los celos querían apoderarse de él al afirmar que sus amatistas habían encontrado un nuevo interés, una nueva luz a la que dirigirse.

Rubius lo conocía más que nadie, y es por eso que su corazón no dejaba de latir asustado. Vegetta no era tonto; no podía negar que llevaba preguntándose algunas cosas desde hace ya un tiempo. Cosas respecto a su relación con Foolish o, más bien, a lo que él sentía por Foolish.

¿Acaso el muchacho que conoció de la forma más extraña posible había hecho un espacio en su corazón sin darse cuenta? ¿Todos esos momentos juntos lograron aflorar en él un sentimiento que creía dormido? Si es que era así, si es que Foolish le gustaba... estaba bien, se dijo a sí mismo que estaba bien.

No sería la primera persona que le interesara sin llegar a ser algo más; Akira resonó en sus memorias, o Lolito, seres espectaculares y con quienes incluso salió más de un par de veces, pasando un buen momento. Aun así, no surgió en él más de un pequeño interés y atracción pues ninguna de las partes estaba atraída a la idea de una relación más profunda.

Si simplemente era un pequeño crush, entonces estaba bien. Con el tiempo desaparecería, no debía alarmarse.

Y Foolish no estaba interesado en él, ¡acababa de terminar una relación de años!

Exacto, no había anda de qué preocuparse. Todo seguirá su curso y estaría bien.

Esto no era amor.

Las horas del trabajo pasaron fugaces, Vegetta solo pensaba en terminar sus tareas rápido y llegar a casa a dormir. Así lo hizo, espantando cada pensamiento sobre sus sentimientos de los cuales no quería ponerse a discutir hasta llegar a la puerta de su departamento y preparado para entrar y lanzarse a su cama, olvidando este día de una vez por todas.

— Hogar, dulce hogar...

No obstante, al abrir la puerta de su departamento, el brillo de una cabellera dorada y unos ojos esmeraldas lo recibieron con sorpresa trasformada en alegría instantánea.

— ¡Vegetta! — Foolish lo saludó por segunda vez en el día, con esa sonrisa radiante que lo cegaba cual sol.

— ¿Pero qué haces aquí? — preguntó, entrando y confundido aun, sin apartar la vista del otro.

— Mi culpa, perdón. — Vegetta volteó, notando ahora otros pares de ojos verdes, pertenecientes a Lolito — Llevo tiempo queriendo conocer al tan famoso Foolish y aproveché que me lo encontré en el primer piso para invitarlo a cenar. — ya junto a los dos, se apoyó en uno de los hombros de Foolish, quien lo miró avergonzado — Espero que no te moleste.

— ¿Por qué debería? — oh, Vegetta sabía las intenciones de Lolito, pero prefirió hacerse el desentendido.

— Es solo un decir.

— No pude ignorar su invitación, ¡él y Luzu han sido muy amables! — Foolish rompió la tensión, sin darse cuenta de que esta existía en primer lugar. — Lolito cocina muy bien.

— Todo para el invitado de honor ¿Nos acompañas, Vegetta? Recién iniciamos.

Bien, quizá no podría irse directo a dormir.

Se sentó al lado de Luzu, quien lo recibió con una sonrisa nerviosa al saber que la sorpresa de Foolish ahí fue muy inesperada para él, y así los cuatro continuaron con la cena. Estaba delicioso, debía admitir, y saboreaba cada cucharada mientras escuchaba las conversaciones entre sus dos amigos más cercanos y Foolish, quien no dejaba de responder cada pregunta como si estuviese en una entrevista. Parecía disfrutarlo, después de todo, Foolish tenía un carisma inigualable. No por nada Lolito ya le estaba diciendo que era bienvenido cuando quisiese y Luzu se ofreció a tomarle fotos a Leo para que ella tuviese un retrato individual.

— ¡Oh, Foolish! Y esa chica con la que te encontré por el pasillo, ¡puedes invitarla la próxima vez si quieres!

— ¡Eso sería genial!

Vegetta pensaba que se referían a Jaiden, asintiendo con lentitud mientras comía. Aunque se habían visto poco, le agradaba tener charlas con ella y Leo la quería demasiado.

— Tina estará feliz de aceptar. Al principio se preocupó mucho de que me llevase bien con el resto de vecinos, aunque en realidad era ella misma preocupada por no saber como presentarse ante todos.

¿Tina? No recordaba haberla visto alguna vez. Foolish hablaba de ella con mucha naturalidad, ¿quizá era la amiga que no pudo asistir aquel día de la mudanza? Era algo que preguntaría después, aunque no podía ignorar que la curiosidad por saber más de ella quería invadirlo.

Siguieron conversando de distintos temas, siendo Vegetta el que menos hablaba, teniendo aun en su mente todo lo abrumador de ese día. Estaba confundido, agobiado, cansado y agotado.

Él quería ir a dormir ya.

— That's crazy!

Pero justo Foolish rie ante un chiste de Luzu y Vegetta podía jurar como su energía volvía a su cuerpo con tan solo ser capaz de admirar tan adorable rostro. Su pecho se siente cálido, y desearía que ese momento se quede ahí por más que unos instantes.

¿Cómo no gustarle ese chico?

— Espero que no te haya molestado que no hayas sido tú el primero en mostrarme tu departamento, pero me divertí mucho hoy conociendo a tus amigos.

A diferencia de la mañana, ahora era Foolish quien se despedía en el umbral de la puerta del departamento de Vegetta. Este solo negó con la cabeza, sabiendo que tarde o temprano sucedería.

— Ven cuando gustes, aunque Leo no puede subir ya que Lolito es alérgico. — respondió, dando un leve suspiro.

— ¡Con gusto!, humn... — el de ojos morados alzó una ceja, curioso por el cambio repentino en la voz de Foolish — ¿Estás bien, Vegetta?

Eso lo tomó aún más desprevenido, ¿cuántas veces se había sorprendido en el día?

— ¿Eh? Sí, ¿por qué?

— Estabas ido durante la cena. — dijo, Vegetta no se había percatado de que Foolish le prestó atención durante ese momento — Me tenías preocupado, pero no quería preguntártelo frente a tus amigos por si era algo personal.

— Nada de qué alarmarse. — respondió — Solo... me encontré con Rubius.

— ¡Oh! — el de ojos verdes se tapó la boca para evitar que su sorpresa sea escuchada por los otros dos —Y... ¿qué pasó?

— Todo bien. — volvió a afirmar, para disgusto del otro — Solo un leve dolor de cabeza.

Foolish no parecía convencido con su respuesta.

— No parece, estás... pensativo. — continuó — Quiero ayudarte así como siempre me ayudas a mí. — mencionó, con la voz un poco temblorosa — Somos amigos después de todo, ¿no?

Sí, lo eran.

— No entiendo a lo que quieres llegar.

— Yo tampoco. — Foolish cerró sus ojos por un breve instante, pensando en quien sabe qué.

Vegetta estaba por decirle que no se preocupara, empero, cuando menos se dio cuenta fue rodeado por los brazos de Foolish, estupefacto ante tal acto.

— Quizá esto suene tonto pero un abrazo podría ayudar. — dijo con rapidez, nervioso de su acto de impulsividad — Me diste uno cuando ocurrió lo de Mariana y, debo admitir, fue lo que necesitaba. Sé que lo que sea que hayas hablado con Rubius será diferente a lo mío, pero si por un momento puedo hacerte sentir lo que tú a mí en ese entonces, quizá valga la pena.

Los brazos de Vegetta rodearon el cuerpo de Foolish en automático. Su mente ya no pensaba, dejándose rodear por aquellos brazos que más de una vez lo sujetaron.

— No tienes que decir nada, solo déjate llevar.

Vegetta le hizo caso, rodeándose del perfume que tanto le gustaba. Sintió como los brazos de Foolish rodeaban más su cuerpo, tan perfecto como las piezas de un rompecabezas juntándose por fin. Se sentía bien, con la mente despejada, como si el solo tacto de Foolish en él lo llevara a las nubes para poder dormir. Incluso por un breve instante consigue olvidar que la mayoría de sus preocupaciones eran por los sentimientos latentes hacia aquel muchacho.

"¿Podríamos quedarnos en esta posición para siempre? " Quiso preguntar, aunque lo descartó al sentir como Foolish comenzó a separarse de él luego de lo que pareció una eternidad.

— ¿Y bien? ¿Tengo poderes curativos? — bromeó el de cabellera dorada. Vegetta pasó de la ensoñación a la risa, alegrando al menor.

— Eres un bobo. — dice — Pero sí, diría que sí.

— ¡Es más que suficiente para mí! — asintió, contento con el resultado. — Si hay algo más en lo que pueda ayudarte...

— Ya haces suficiente viviendo aquí.

— ¿Eh?

Vegetta se acomodó la camisa y observó a Foolish. Sincero, le mostró la sonrisa más agradecida que podía tener.

— Desde que llegaste a mi vida no has hecho más que mejorarla. Tu sola presencia es suficiente.

El rubio se quedó sin habla por unos segundos, con las mejillas coloreándose de carmesí a la par que sus palabras aparecían en su boca.

— Ah, eh... vaya. No sé qué decir.

— Perdón si estoy actuando raro. Solo estoy cansado.

— N-no tienes de qué preocuparte ¡Está bien! Te dejaré por hoy entonces. Eh... ¿te veo mañana?

Vegetta asintió, sabiendo que era todo por ahora. Aun así, no perdería la oportunidad de mostrarle lo feliz que estaba de tenerlo ahí.

— Y todos los días de nuestras vidas si así lo deseas.

Foolish asintió y se dirigió al ascensor. Vegetta lo vio irse, cerrando la puerta para finalmente centrarse en él.

O eso haría... de no ser que tenía frente suyo a Lolito y Luzu, observándolo con interés.

— Es lindo, ¿lo sabes? — dijo el de ojos rojizos, llamando la atención de Vegetta.

— ¿Foolish? Sí, sí.

— También. — rio — Sin embargo, me refiero a que la relación entre ustedes dos es muy, ¿cómo decirlo? Linda.

Los ojos morados lo miraron fijamente, cerrando la puerta detrás suya.

— Supongo que así es como son los amigos. Soy igual con ustedes.

—¡Cómo no! — Lolito, quien lavaba los platos, habló — Mi rey, tú no eres así ni con nosotros

— La vez pasada que te enfermaste fui a comprar tus medicinas. — refutó el de ojos morados — Me importas mucho.

— Y después dijiste que todos mueren de algo. — concluyó. Vegetta se encogió de hombros, divertido. No iba a negar eso — Debo decir que me encantó conocer a Foolish hoy, entiendo por qué te tiene tan hechizado ¿Está soltero? Me olvidé preguntarle.

— Volviendo al tema. — Luzu prosiguió, intentando evitar que los ojos morados, ahora con una sensación asesina hacia Lolito (quien no estaba para nada intimidado, al contrario, parecía divertirse) quisieran pasar a la acción — Solo era un comentario. No te había visto tan interesado en alguien desde, ah... no tiene importancia.

— Desde Rubius. — el de pelo naranja completó — Aunque eso sería algo bueno, ¿no es así?

Vegetta rodeó el departamento hasta llegar a la puerta de su habitación, abriéndola.

— Me iré a dormir. — prosiguió.

— ¡Si huyes es verdad! — escuchó a Lolito decir antes de cerrar la puerta, pero no le importó. Sabía al final que solo estaba bromeando.

En cuanto a él y sus sentimientos... ¿que tanto era cierto?

Salió de la ducha y pasó a secarse el cabello, feliz de que ya solo le quedaba dormir para finalizar con el día. Muchas emociones terminaron por agotarlo. Miró su escritorio, con sus notas sin estudiar, y recordó que debía concentrarse si no quería fallar con la segunda mitad de su proyecto ¡Sí! Había que concentrarse en los estudios, así su mente volvería a su ritmo habitual y no se preocuparía por temas amorosos, ¡ya no era un adolescente!

— ¿Puedo pasar? — aunque quizá este día aun no estaba por terminar. Escuchó del otro lado de su puerta, terminando de ponerse su pijama.

— Adelante, Luzu.

Este ingresó y se sentó a su costado, dándole una sonrisa cansada.

— ¿Qué te trae por aquí?

— Oí lo de Rubius. — dijo sin rodeos. Vegetta abrió un poco la boca, aunque no dijo nada más — ¿Todo bien?

— Un pequeño enfrentamiento, pero nada alejado de lo usual. — dobló la toalla y la dejó en su mesita de noche, sabiendo que debía dejarla en la cesta de ropa sucia luego — Cada día agradezco no tener que encontrármelo en mi horario habitual.

— De nada. — recordó que Luzu, con ayuda de Quackity, le había ayudado con el tema de los horarios. — Cualquier cosa, sabes que estamos para ti.

Vegetta lo sabía, pues Luzu había estado con él en casi todos los momentos cruciales de su vida, aconsejándose entre los dos y formando una amistad muy bonita que a día de hoy era de las más valiosas para él.

Y así como Luzu era una persona de confianza quizá podría ayudarlo con su dilema.

— Hay algo... hay algo que me dijo y no puedo sacarme de la mente.

Luzu ladeó la cabeza, aunque su mirada se volvió filosa.

— Si es sobre volver con él, te juro que...

— ¡No, para nada! — lo calmó — Es sobre... bueno, es sobre Foolish.

— ¿Foolish? — preguntó — ¿Siquiera lo conoce?

— Que yo sepa no. — se encogió de hombros —Dijo algo que... ¡bah! Olvídalo.

Vegetta se echó en su cama, mirando hacia el techo. No estaba muy seguro de decirlo o no, pues tan solo hablarlo con alguien volvería aquel asunto real.

— Si él te lo dijo y te tiene tan pensativo como para no meterte en la conversación de la cena, estoy seguro de que es importante. — Luzu se echó a su costado, intentando hacerlo sentir acompañado.

Los ojos morados lo miraron en silencio, agradecidos de su modo de dar confort. Sabía que podía confiar en Luzu.

— Dijo que el modo en que solía mirarlo ahora era dirigido a Foolish. — susurró — Y se veía tan convencido de ello, Luzu, como si hubiese dado con algo que yo no veía, o no deseaba ver. — dudó por un instante en seguir — Y puede que la razón por la que no dejo de pensar en ello es que quizá, posiblemente, podría ser, al parecer... puede que tenga razón.

Luzu pensó por un instante antes de hablar, entrelazando sus manos y poniéndolas en su pecho.

— ¿Razón en qué, Vegetta?

El de ojos morados suspiró, recordando el abrazo de Foolish y las ganas de volver a este.

— Puede que... Foolish me guste, aunque sea un poco.

Después de decirlo sintió que un peso se le quitaba del pecho. Observó a Luzu otra vez, quien parecía sorprendido, pero feliz.

— ¿Solo un poco? — Vegetta estaba demasiado cansado como para ponerse a pesar si esa fue una pregunta, o una afirmación — ¿No es eso bueno?

— No tengo tiempo para enamorarme, Luzu.

— ¿No hay tiempo o no quieres?

Oh, esa era una buena pregunta.

— Luego de Rubius no me había sentido así. — dijo — He tenido otras cosas en las que enfocarme, y pasar el rato con ustedes también. Quizá solo he estado evitando ese tema con otros, o Rubius me dañó tanto que ahora me da miedo amar. — rio — ¿No quiero enamorarme, es eso? Más bien, no pensaba volver a sentir algo parecido por un largo tiempo y menos de... él.

— ¿Qué tiene de malo?

— Pues Foolish terminó con su ex de años hace tan solo un par de meses y está saliendo de esa ruptura de a pocos. — respondió, haciendo círculos imaginarios con su mano — Lo veo tan feliz, no creo que necesite que de la nada venga yo y le diga que me gusta. Tampoco quiero iniciar algo... en definitiva no si no sé si ya dejó atrás a su ex. Ugh, me odio por esto, ¡debería estar preocupado por terminar mi estúpido proyecto! ¡Qué ya soy mayor para sufrir por temas amorosos!

— Ey, que eso no es estúpido. — le resondró Luzu, parándose — Y eres muy joven, Vegettoide, no hay edad para enamorarse.

— Lo sé pero todo esto es agobiante. — se paró también, derrotado — Hace tan solo unos meses todo iba tan bien.

— ¿Ya no es así?

— Ahora es mucho mejor. — se corrigió — Aunque con el costo de no saber si lo que siento por la persona con quien comparto custodia de un gato me podría gustar. Me estoy haciendo un mundo por las palabras de Rubius, y me dije a mí mismo que nunca más él me volvería a afectar.

— Creo que Rubius solo hizo que te des cuenta más rápido, Vege. — comentó — Algo bueno de su parte, al menos, el admitir que ya amas a otra persona.

— Ey, que no es amor. — afirmó — Aun debo planteármelo más. Quizá es solo un gusto pasajero y listo, hemos pasado muchísimo tiempo juntos.

— Pasas el mismo tiempo conmigo y nunca tuve oportunidad.

— ¿Acaso querías una? — le lanza una almohada, divertido.

— No eres mi tipo. — Vegetta fingió ofenderse, pero terminaron en risas — Foolish es un chico agradable y se nota que eres muy importante para él. Decidas lo que decidas, solo espero que seas feliz.

Y Vegetta sabía que así sería.

Luzu se fue, agarrando la toalla y diciendo que él la llevaría para que Lolito no interrogue a Vegetta si este salía de su habitación. Ya solo, se preparó para dormir hasta que su celular vibró en la oscuridad. Lo agarró, notando que era una foto de Foolish y Leo, con ella durmiendo y agarrando uno de los brazos de Foolish, quien parecía nervioso.

"Tendré que hacer malabares para dormir hoy y no despertarla"

Vegetta sonrió, quizá no estaba mal que la primera persona que le gustase luego de tanto fuera Foolish.

FINALLY

Lamento la demora x.x cosas de la vida personal impidiéndome avanzar, pero ya todo bien :D Espero les guste el capítulo, votos y comentarios se agradecen como siempre <3

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