7. Paseo
"¡Jaiden!"
"¿¡Foolish!? ¿¡Cómo estás!? ¿¡Cómo te sientes!?"
"¡Mejor que hace un mes! Lamento mucho alejarlos."
"Aquí siempre estaremos para apoyarte"
"Quisiera disculparme propiamente pero antes quería pedirte un favor"
"Lo que sea."
"¿Podrías venir a mi casa y cuidar por un día a mi gata?"
"¿Una gata?"
"Es que voy a salir a ver a un nuevo amigo."
"¿Nuevo amigo?"
"Y de paso iré a ver un departamento que alquilar."
"¿¡Nuevo departamento que alquilar!?"
"Sí... pasaron muchas cosas las últimas semanas."
A Vegetta le gustaba el edificio donde vivía. No era ni muy caro, ni muy barato, y el poder estar en el séptimo piso le daba un adicional personal mejor. Las vistas de su habitación eran preciosas, y el espacio era lo suficientemente grande para que no tuviese problemas en vivir con dos personas más. Ni qué hablar de los lugares de esparcimiento como el gimnasio, la piscina y la zona de barbacoa, aunque simples a comparación de departamentos de lujo, siempre estaban bien cuidadas y concurridas por los habitantes del lugar.
Hablando de estos, cada vecino que había conocido, aunque sea durante breves encuentros, era increíble: como Fit y Pac, del tercer piso, una pareja de universitarios que se habían mudado hace poco y eran muy cariñosos; o Maxo, con quien hablaba de vez en cuando al cruzarse con él en los ascensores, siempre diciendo lo mucho que sus inventos revolucionarían el futuro y que no esperaba el día en que fuera capaz de hacerlos realidad, ¡e incluso los misteriosos hermanos Cellbit y Bagi! A quienes a veces veía murmurando quién sabe qué y con muchos papeleos en los pasillos, eran las personas más amigables y cordiales cuando los veía en las juntas de vecinos. A Vegetta le gustaría poder entablar una amistad más profunda con la gente que vive ahí, aunque es difícil cuando la mayor parte de su tiempo se enfocaba en los estudios, su trabajo, o cuidar de una gata.
Era increíble que unos departamentos como esos fueran lo suficientemente cómodos para universitarios, razón por la cual se lo comentó a Foolish cuando este le relató su preocupación por no ser capaz de seguir costeándose el alquiler de su casa actual. Vegetta recordó que, en pisos inferiores, una vecina que se acababa de casar y dejaría el edificio para vivir en su propia casa estaba buscando a alguien para alquilar su departamento.
— ¿Cómo estuvo?
Es por eso que ahora se encontraba ahí, en el pasillo del tercer piso, viendo como Foolish se despedía de su vecina luego de entrar a ver el apartamento y conversar con ella.
— ¡El lugar es increíble! — dijo el de ojos verdes, con estos chispeando de emoción — Es más pequeño que mi departamento, pero tiene todo lo necesario para que Leo y yo vivamos sin problemas. Además, el alquiler es cómodo y pide dos meses de garantía, creo que puedo lograrlo, aunque me dijo que me apresure porque hay mucha gente interesada.
— ¿Y... tomaste una decisión?
Foolish se encogió de hombros, observándolo con diversión.
— Bueno, no lo sé. Digo, saber que en cualquier momento puedes bajar y regañarme por mimar mucho a Leo no suena muy tentador si me lo preguntas.
Se formó una media sonrisa en el rostro de Vegetta, no dejándose sucumbir.
— Ah, ¿sí? Si no mal recuerdo, alguien me pedía que me quedase en su casa la última vez que fui. — el rubio abrió la boca, impresionado de que Vegetta mencionara aquello. Este, por su parte, sentía que había ganado la "batalla" — O quizá fueron las copas de más, de todos modos, dicen por ahí que los borrachos hablan con la verdad.
Lo que no se esperó, por supuesto, fue que Foolish se cruzara de brazos y lo mirase fijamente. Sus esmeraldas por ojos lo pusieron nervioso, sin entender por qué pues no era la primera vez que aquellas gemas lo observaban tan profundamente.
— Perdón por realmente adorar tu compañía. — dijo, no realmente molesto, lo cual le pareció tierno — Y porque la adoro... es que le dije a la señorita que sí.
Los nervios pasaron a emoción cuando esa confirmación salió de la boca del rubio.
— ¿En serio?
— Muy en serio. Todavía me falta ver algunas cosas en mi departamento y el contrato que ya tengo, pero es un hecho que Lenay me esperará y, cuando todo esté en orden, podré iniciar con la mudanza.
— ¡Muchas felicidades, Foolish! — aplaudió, sintiéndose feliz de haber sido de ayuda — Cuando te mudes avísame, para poder ayudarte en lo que pueda.
— ¡Dale por hecho! — respondió — Mientras tanto, ¿por qué no vamos a comer algo? En agradecimiento por ayudarme a conseguir donde vivir.
— ¿No tienes que ir a ver a Leo?
— Le pedí de favor a una amiga que cuidara de ella por un rato.
Vegetta se alegró al saber ello, siendo señal de que Foolish había vuelto a retomar el contacto con sus amigos.
— ¿Entonces? — preguntó el de ojos verdes.
— Solo hice lo que hubiese hecho por cualquier amigo, no tienes por qué.
— ¡Insisto! — Foolish no daría su brazo a torcer — ¡Vamos a...! Huh, no conozco para nada este vecindario.
La mueca de confusión de Foolish fue suficiente para que Vegetta soltara una carcajada. El rubio se puso rojo de la vergüenza, ¡no podía invitarlo si a las justas sabía dónde estaba parado!
— No te burles. — exclamó, aunque eso solo hizo que Vegetta se divirtiese más.
— Ya tienes excusa para ir a conocer el vecindario cuando te vayas. — respondió — Bien por ti, yo iré a seguir estudia...
— ¿Quisieras pasar la tarde conmigo explorando los alrededores?
Ni siquiera le dio tiempo a dar su media vuelta.
— ¿Me estás invitando a una cita? — no pudo evitar decir con burla, arqueando una ceja, a lo que Foolish sonrió.
— Si así lo quieres ver no me molestaría.
Hubo algo en el tono de su voz, no queriendo perder ante él, que hizo que los latidos del corazón de Vegetta pudiesen ser sentidos por este con mayor ímpetu. No ayudaba el hecho de que sus verdosos ojos seguían fijos en él, ni esa sonrisa blanquecina que sabía de antemano que su respuesta sería sí. Vegetta se sintió frustrado por sentirse débil ante Foolish, incapaz de hallar un contra ataque pues su mente solo le gritaba que se mantuviese con calma.
— Me gustaría que me enseñes el vecindario, Vegetta. — continuó, logrando escarapelar todo el cuerpo del mencionado, quien le echó la culpa al viento — Así no me tendrás cada día a las afueras de tu apartamento preguntando donde queda tal o cual lugar.
— De por sí ya te tengo todos los días en mi celular enviándome múltiples fotos de Leo.
— ¡Solo soy un padre orgulloso! — rie — ¿Y bien?
Solo era una salida de amigos al final de todo, no tenía que sobre pensar las cosas y era su acto diario de bondad.
— La respuesta es más que obvia. — respondió.
Vegetta llevó a Foolish por todos los lugares alrededor de su edificio que él pudiese visitar si necesitaba algo. Restaurantes, farmacias, tiendas de abarrotes e incluso librerías. El rubio estaba maravillado, por donde él vivía actualmente a lo mucho podía encontrar un lugar para comer si caminaba unas cuantas cuadras, pero aquí todo estaba al alcance.
— Esto me hace preguntarme qué hacías en esa cafetería donde nos conocimos, teniendo todos estos lugares más cerca para ti. — preguntó Foolish, mientras comía un pastel de chocolate que había pedido en la cafetería donde ingresaron, cumpliendo el rubio su promesa de momentos atrás.
— Las de aquí son más concurridas y yo quería un momento de paz. — respondió, saboreando su pastel de vainilla — Aunque al final terminé con algo a largo plazo, aunque no me molesta.
— ¡Genial! Ya te iba a decir que no iba a firmar los papeles del divorcio y haría lo posible para que Leo y yo volviésemos a agradarte.
El azabache sonrió. Era imposible que ellos dos dejaran de agradarle algún día.
Finalmente, ambos retomaron su camino hacia el edificio del de ojos morados, aunque tomaron un pequeño desvío. Vegetta lo guió hacia la parte trasera del lugar, donde había un pequeño parque, naranja por el otoño que ya estaba por despedirse en cualquier instante. En el centro, un gran roble yacía firme, con algunas hojas cayéndosele, pero aun siendo capaz de servir de sombra para cualquiera que quisiese echarse debajo. Foolish corrió hacia él, sentándose con la espalda reposando en el tronco e invitando a Vegetta a hacer lo mismo.
— De verdad que este lugar tiene de todo.
— Tiene su encanto, sí. — Vegetta miró como Foolish se comenzaba a echar en el pasto, feliz de verlo relajado luego de la última vez que se vieron — Cuando es Navidad solemos decorar el árbol y abajo ponemos nuestros presentes para el intercambio de regalos. — menciona, limpiándose una que otra hoja que caía en sus hombres — No estás obligado si no quieres participar, yo mismo solo he estado en una debido a estar ocupado, pero sería un buen modo de conocer a todos los del edificio, estoy seguro de que les agradarías.
— Cuéntame sobre ellos. — respondió Foolish, con los ojos cerrados y disfrutando de la brisa gélida.
— Ah, no es que sea muy amigo de todos, una que otra conversación cuando los encuentro por el ascensor, unos simples saludos... me hablo más con mis compañeros de piso.
— ¿Ah? Pero si tú eres alguien con quien se es muy fácil de hablar. — ladeó la cabeza, realmente sorprendido por aquella confesión — Nosotros conectamos rápido después de todo.
— Pequeñas excepciones.
Quiso justificar su relación con Foolish con eso, una simple casualidad de la vida, mas el rubio no dio su brazo a torcer y lo miró con una mueca de enojo.
— No, Vegetta, tu eres una persona increíble. — afirmó — Si todos te conocieran más estarían de acuerdo conmigo. — empezó a enumerar una lista de cualidades de Vegetta, sonrojando a este quien le dio un golpecito en su hombro.
— Basta, bobo. — susurró, sin verlo — Si no llego a estar tan metido con mis estudios, quizá esta vez pueda asistir de nuevo al intercambio de regalos, o a algún compartir entre los vecinos.
— Nada de "quizá" — Foolish se golpeó el pecho con una de sus manos — Conmigo aquí, haré que conozcan la maravillosa persona que eres.
¿Cómo no podía sentir su corazón acelerado luego de semejantes palabras? Que alguien que no fuera uno de sus amigos más cercanos tenga un bonito concepto de él se sentía bien, imposibilitándolo de evitar sonrojarse por ello. No era un coqueteo, ni una competencia por ver quien perdía primero: simplemente fue Foolish siendo genuino con él, y eso llenó de felicidad a su ser.
— Dejemos ese problema para nuestros yo del futuro. — terminó por echarse y estar a la par que Foolish, mirando las hojas caer — Ahora, simplemente relajémonos.
— No será ningún problema, de hecho, me siento importante. Soy de las pocas personas que te conocen como realmente eres, ¡debo ser muy especial!
O simplemente es que una gata los unió y comenzaron a convivir. Aun así...
"¡Debo ser muy especial!"
Vegetta se tapó el rostro para que Foolish evitara verlo aún más rojo.
Conversaron sobre trivialidades un poco más hasta que ambos optaron por tomarse un momento de silencio y disfrutar del paisaje, aun descansando debajo del árbol. Vegetta vio por el rabillo del ojo como la sonrisa cálida de Foolish seguía en su rostro medio adormilado. El rubio tarareaba canciones de vez en cuando, jugaba con las hojas caídas y miraba al cielo, en busca de quien sabe qué.
Para el de ojos morados, era una vista preciosa.
— De verdad que este lugar es muy relajante. — susurró el de ojos verdes, atrayendo la atención del otro — ¿Sabes? Cuando Mariana y yo llevábamos unos meses juntos, solíamos vernos en un parque cercano a nuestras casas cada vez que podíamos. — dijo, con los débiles rayos del sol cayéndole en el rostro como puntitos, debido a las hojas de los árboles — Cada vez que pasaba por uno de camino a casa me imaginaba recorriendo todos los alrededores con él, sentir el viento en nuestros rostros mientras nos besábamos, reír cuando las hormigas querían subirse en nuestras ropas, o ponernos a jugar imaginando la vida de todos los que pasaban a nuestro lado.
El rubio alzó su mano al cielo, como si quisiese agarrar esos recuerdos y traerlos de vuelta. Vegetta no hizo más que mantenerse en silencio y dejarlo hablar.
— Para mí los parques eran especiales, eran saber que Mariana y yo pasaríamos un buen momento juntos. Cuando todo se acabó... solo eran otro lugar más.
— Perdieron la magia.
— Supongo que sí. — suspiró — Incluso cuando Leo apareció, solo estaba cruzando el parque porque quería llegar al otro lado de la ciudad. Se volvieron vacíos.
El azabache se sentó, preocupado de que quedarse mucho tiempo ahí pusiera triste a Foolish.
— Podemos irnos si deseas, si ya no te sientes cómodo...
Pero antes de que Vegetta pudiese pararse, Foolish lo tomó del brazo y negó con la cabeza.
— Espera, no te estoy contando esto solo para desahogarme. — lo miró — sino también para agradecerte.
— ¿A mí?
— Sí, ¿recuerdas el día donde pusimos los carteles de "se busca"? ¡Me divertí mucho a tu lado! — el rubio recordó la caída con Leo y todo lo que le había contado sobre los gatos — No dejo de reír cada vez que paso por un parque y recuerdo ese día. Y ahora con este sitio, aunque más pequeñito, tengo otros motivos por el que ver los parques con alegría más que tristeza de un recuerdo vago. Gracias a ti, los parques vuelven a darme una sensación placentera cuando los visito.
Sonrió, ya sentado a la par que Vegetta. Este le correspondió la sonrisa y una sensación cálida inundó su cuerpo.
— Para eso están los... amigos. — dijo Vegetta, casi yéndosele la voz.
Sí, amigos, es lo que ellos eran. Vegetta estaba bien con eso y se sentía feliz de haber conocido a Foolish. Estaba bien, incluso si por un instante su mente se rehusó a reafirmar su amistad, intentando ignorar aquello.
— Quizá deberíamos terminar con la excursión por hoy. — no quiso sobre pensar las cosas, por lo que volvió a cambiar de tema — Ya se está haciendo tarde.
La cara de Foolish cambió de una de felicidad a una consternada. Se paró de repente, nervioso, siendo seguido por los ojos morados con curiosidad.
— ¿¡Hace cuánto estamos aquí!? — miró su celular, ahora más asustado que antes — ¡Oh, Jaiden! ¡Se supone que habría vuelto a casa hace media hora! — Foolish comienza a llamar a su amiga esperando que ella no esté enfadada. — ¡Hola! Perdona la demora, perdía la noción del tiempo y... ¿ah? Oh, ¡vale! Entonces llevaré un poco como disculpas, gracias por poder quedarte más tiempo. — colgó.
— Si tomas la ruta de aquí, llegarás rápido a tu edificio. — dijo Vegetta, señalando un paradero a unos metros de distancia.
— ¡Espera! Déjame acompañarte a tu departamento primero, fui yo quien te sacó de ahí hoy después de todo.
— ¡No hay problema! No quiero quitarte más tiempo y Leo ha de estar extrañándote.
— Lo sé — suspiró — pero esto es una cita al final del día, ¿no? Nunca lo negaste.
La tranquilidad con la que lo dijo volvió a poner nervioso a Vegetta, ¿estaba hablando en serio? Hace tan solo unos días, no, hace un instante estaba hablando sobre su ex.
— Tú...
— ¡Estoy bromeando! ¿A qué soy bueno? — rio — Pero lo que si no es broma es que me he divertido mucho hoy. — agarró del brazo a Vegetta y lo encaminó de camino al edificio. Este aun estaba consternado por el cambio repentino del rubio, pero se rindió — ¡Vamos! Tengo que acostumbrarme a mi futuro hogar.
— Me estoy arrepintiendo de haberte dicho sobre el alquiler.
Foolish rio, Vegetta igual. Ambos sabían que esa última frase era mentira.
En la puerta del departamento del de ojos morados, Foolish rogaba por ver un poco del lugar donde Vegetta vivía. Este le dijo que no, que se apresurara en regresar en casa y que habría oportunidad en otra ocasión, aunque la verdad era que no quería que ingresase pues no le dio tiempo a arreglar la sala de estar.
— Saluda a Leo de mi parte. — le dijo, con una mano ya en la perilla de la puerta — Iré pronto con un nuevo juguete, que los últimos ratones de peluche ya fueron destrozados.
— Sí por favor, que sino mis muebles serán las víctimas de sus garras de nuevo.
— Muy bien. Hasta pronto, Foolish.
Empero, el rubio no se movió. Parecía esperar algo, aunque Vegetta no fue capaz de descifrarlo.
— ¡Te veo cuando te vea! — dijo finalmente, rompiendo el silencio — Por cierto...
¡Flash!
Ambos jóvenes parpadearon más de lo usual luego de ser casi cegados por aquella luz inesperada que apareció por el pasillo. Vegetta fue el primero en notar quien la había causado, sorprendido de notar a Luzu frente a ellos. El mencionado, quien portaba una cámara polaroid consigo, alzó su mano libre en señal de saludo para posteriormente, con ella, sacar la foto que acababa de tomar.
— Que temprano, Luzu. — dijo Vegetta, sabiendo que normalmente sus clases de los sábados demoraban más.
— Suena a que quieres que me vaya, ¿interrumpo algo? — respondió, mirando ahora con curiosidad a Foolish. Ambos muchachos negaron con la cabeza, acercándose el rubio a él.
— ¡Hola! Me llamo Foolish, soy amigo de Vegetta y viviré dentro de poco en este edificio. — con alegría, le ofreció su mano — ¿Tú eres?
A Vegetta se le hacía raro ver a ambos conocerse, como si dos partes de su vida que nunca pensó mezclar colisionaran.
— Oh, cierto, que no los he presentado.
— Descuida, Vegettoide, puedo hacerlo yo. — tomó la mano de Foolish, y este sintió como se tensó — Me llamo Luzu, vivo con Vegetta.
Previo a que Foolish siquiera pudiese decir algo la voz de Vegetta se escuchó, exasperada.
— Y es mi amigo, mejor amigo. — aclaró — dormimos en habitaciones diferentes.
— La aclaración no era necesaria, pero sí. — asintió Luzu. Foolish rio al ver al de ojos mordos ahora avergonzado — ¿de dónde se conocen?
— ¡Una gata cayó en mi cabeza y Vegetta me ayudó a llevarlo al veterinario!
— ¿Eh?... ¡Ah! ¡Con que tú eres esa persona! — los ojos de Luzu brillaron, como si hubiese encontrado un tesoro — Las fotos que Vegetta no deja de mostrarnos a Lolito y a mi sobre Leo son muy buenas, pero por favor, dejen de quedarse hablando hasta altas horas de la madrugada, las paredes son delgadas y algunos necesitamos todas nuestras horas de sueño.
— ¡Luzu! — se quejó Vegetta, ¡era una evidente mentira!
— ¡No prometo nada! — sin embargo Foolish respondió feliz, le agradaba ese chico.
— Al menos lo intenté. — Luzu vuelve a ver la foto que acababa de sacar, notando que ya era visible.
En ella, los tres vieron los rostros de Vegetta y Foolish mirándose fijamente. Era tierno, un pequeño momento íntimo entre dos amigos que estaban a punto de despedirse. Vegetta no había notado lo cerca que estaba de Foolish antes de que Luzu apareciera, intentando volver a esfumar los extraños pensamientos que querían brillar en su mente.
— ¿Me la puedo quedar? — la repentina petición de Foolish sorprendió a los mejores amigos — Es un buen recuerdo del día donde iniciaré mi nueva vida.
— Claro, aquí lo tienes. — el de cabellos marrones se la dio y Foolish la agarró como si fuera un objeto muy delicado — Estoy cansado, así que iré ingresando al departamento. Un placer conocerte, Foolish. Vegetta — miró a su amigo, con diversión en su rostro — ¿Café o té?
— Un café está bien, ahora te acompaño. — respondió.
— Café será. — Vegetta se hizo a un lado para que Luzu ingresase, no sin antes escuchar la despedida cantarina del rubio hacia él — ¡Bienvenido al vecindario!
Y así, Luzu se retiró.
— Que agradable es. — dijo Foolish, aun sonriente mirando la foto — Y tiene talento con las fotos.
Vegetta observó la imagen y sonrió. También le hubiese gustado quedársela, pero las razones de Foolish para tenerla eran mejores, a su parecer.
— Sí, seguro lo conocerás mejor cuando ya vivas aquí ¡En fin! Buenas noches, Foolish.
— Espera, eh...
— ¿Sí?
— ¿No hay... dos besos de despedida?
Foolish era ahora el que se notaba nervioso, moviendo la foto entre sus dos manos. Vegetta recordó que era algo que le gustaba hacer para molestar al de ojos verdes, pero que olvidó la última vez al sentirse confundido por las palabras de Quackity.
— ¡Si suena raro simplemente ignórame! — el rubio sintió que esto era tonto, había hablado sin pensar, solo añorando algo de lo que se había acostumbrado sin querer — Me voy ya, no es necesario, ¡En serio! Qué tontería, ja ja, bueno...
Nervioso al igual que Vegetta, quien comenzó a caminar a su dirección y acercar sus labios hacia una de las mejillas de Foolish. Dar dos besos de despedida siempre fue normal para él, sin embargo, nunca había sido consciente de la calidez de la piel del de ojos verdes con la suya, la cercanía de sus labios cuando se preparaba para dar el segundo beso y el rubor evidente en Foolish cuando sus labios se despedían por fin de su rostro.
Lo que siempre se trataba de una despedida de segundos ahora se sentía como una eternidad.
— Ya está. — dijo el azabache, alejándose un poco y evitando su mirada, enojado de que lo que era en un inicio su juego para molestarlo, ahora también lo ponía nervioso a él.
Foolish tocó una de sus mejillas y sonrió, cálido.
— Ahora me puedo ir contento, ¡gracias!
— ¡No te olvides seguir la ruta que te dije!
Foolish asintió, dio media vuelta y se encaminó al ascensor. Le dio una última mirada a Vegetta y alzó su mano para volver a despedirse, sonriente. Vegetta suspiró, ¿qué había sido todo este día? Se supone que solo lo había invitado para que viera el apartamento en alquiler.
Cuando Vegetta ingresó a su hogar, agarró la taza de café que Luzu ya le había preparado y se sentó a su lado. El de ojos rojizos lo miraba curioso, notando las mejillas rosadas de su amigo y alzando una ceja por ello.
— Muy curioso chico ese tal Foolish. — le dijo, mientras acababa su té. — Sigo sin creerme que la primera vez que lo viste fue con un gato en la cabeza.
— Ja, sí, de eso han pasado ya varias semanas. — tomó un sorbo de su café, recordando aún la despedida y lo nervioso que se sintió — Es alguien muy amable y atento con ella, Leo está en muy buenas manos.
Y próximamente lo tendría más cerca de él, emocionándolo.
Luzu notó la sonrisa que Vegetta le hacía al café, sabiendo muy bien que la bebida no era la razón de ello.
— Eso parece, es bueno por fin conocer a tu nuevo pretendiente del que Quacks no dejaba de hablar.
— ¡No le creas a ese exagerado! — aunque era Vegetta el exagerado a ojos de Luzu, pues apenas y terminó su pregunta, el de ojos morados se paró de su asiento, con la cara roja, a lo que Luzu rio — Ya sabes cómo es él, y está peor desde que conoció a ese tal Roier.
— Ah, ¿sí? Yo solo lo he visto más feliz. — el de cabello chocolate caminó hacia Vegetta y tocó uno de sus hombros con su mano, dedicándole una sonrisa cálida — Y a ti también desde que esa gata apareció en tu vida.
— Exacto, Luzu, tú sí lo entiendes. — Vegetta pareció sentirse aliviado al escuchar el cambio de tema — Es Leo la causante de mi cambio, si es que ha habido alguno, claro.
Luzu rodó los ojos, alejándose de Vegetta y dirigiéndose a la puerta de su habitación.
— Por supuesto, la gata es la razón. — dijo, fingiendo estar de acuerdo con Vegetta — Deberías invitar a Foolish a almorzar un día de estos, ya que pronto vivirá en este edificio.
— Huh, no lo sé.
— Hay que ser buenos vecinos. — prosiguió — Y aún no conoce tu habitación.
La cara de Vegetta volvió a ponerse roja mientras el causante de esta reía y corría directo a su dormitorio para escapar de la furia de ojos morados.
— ¡Luzu!
Buenos días! Espero les guste el capítulo de hoy, un poco más tranquilo que el anterior, para darnos un respiro cx
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top