12. Llamada

Foolish había contemplado tantas veces el rostro de Vegetta que pensaba conocerlo a la perfección.

Cada gesto, cada mueca, cada reacción a distintos escenarios... lo había visto desde lo más feliz a lo más agobiado. Se sentía especial de que el hombre de ojos morados tuviese la confianza de mostrarse tan expresivo frente a él, incluso si llevan conociéndose menos que cualquier otra amistad que Vegetta tuviese. Aquel privilegio era un pequeño placer que le hacía sentir honrado, aunque nunca se lo diría a alguien.

No obstante, aquella madrugada previa a la ponencia final de Vegetta, con este agradeciéndole por los guantes y estando tan cerca suyo, agarrados de las manos, Foolish juraría que la cara que ya estaba acostumbrado a apreciar mostró una nueva expresión que desconocía.

De repente Vegetta lucía más iluminado de lo normal, con las pecas resaltando cual puntos estelares asemejando una constelación pintando su rostro. Sus mejillas, de un leve carmesí, le invitaban a ser acariciadas, ¡y lo hubiese hecho! Mas sus manos seguían sujetadas por las de Vegetta, firmes pero cálidas, sin saber si eran por los guantes o el mismo hecho de ser él quien lo agarraba. Sus labios formaban una sonrisa fina, asemejando a un trazo dibujado con sumo cuidado, que expresaba gratitud ¿quizá más? Rosados debido al frío, o tal vez siempre fueron así solo que Foolish no se percató hasta ahora. Sus pestañas, de igual forma, curvas perfectas que hacían de cortina para lo más bello que halló en esa pintura por rostro de su tan querido amigo...

Sus ojos.

¿Podía Foolish haber descubierto una nueva tonalidad de morado? Se veían más brillantes, más profundos, más vivos, como si bastase de un botón para prender aquellas dos gemas y deleitarlo con un espectáculo chispeante.

Esos ojos, no, esas amatistas, piedras preciosas con las que Fooolish las comparó, fueron tan hipnotizantes que él quería... deseaba ser el único testigo de ellas.

No entendía como unos guantes lograron hacer dicho rostro más hermoso de lo que ya era.

Vegetta se veía increíble o, al menos, eso fue lo que su boca alcanzó a decir, dejando atorados en la garganta una infinidad de halagos debido al aliento perdido por admirar dicho ser tan perfecto frente suyo, quien escarapelaba su cuerpo con un agradecimiento sincero causante de un revoltijo en la mente del rubio, batallando con su autocontrol para seguir firme.

Los siguientes momentos pasan en un abrir y cerrar de ojos. Vegetta se suelta de él y se despide como si no hubiese pasado nada ¿quizá todo ese momento fueron imaginaciones suyas al perderse en su mirada?, sale del departamento y Foolish no es capaz de detenerlo. La puerta yace ahí, y él extiende su mano para tocar la manija, empero se detiene y se convence de que el de cabello oscuro debo prepararse para su exposición, mientras que Foolish por su lado debería volver a dormir para despertar con energías y empezar otro día de trabajo.

Llega a su habitación, recostándose en la cama donde Vegetta estuvo hace poco y se cubre entre las sábanas con la mente aún alborotada. Una sensación familiar lo invade, aunque intenta no pensar en ello. Leo sube a la cama y remueve la sábana para poder verlo, fijando sus verdosos ojos con los suyos y parpadeando lentamente antes de echarse a su lado. Foolish revuelve la cabeza de la minina, quien no reacciona más que abrir sus ojitos antes de volver a intentar descansar, y su mente vuelve a traerle el recuerdo del rostro de Vegetta frente a él; su sonrisa, sus labios, aquellos ojos...

Deja de acariciar a Leo y se tapa la cara con la mano, sonrojado ante la idea de lo mucho que le encantó ver a Vegetta así, y como logró que su corazón se volviese loco al añorar que ese momento haya durado más.

De poder seguir viéndolo enamorado.

Tuvo un sueño extraño.

En él, estaba pasando un día normal ¿una cita? Con Mariana, tal cual solía ser en el pasado cuando eran pareja. Todo marchaba bien y la conversación fluía aunque no recordara ya el tema central. Reían e iban tomados de la mano, avanzando y avanzando hacia quien sabe dónde. Ni siquiera pensaría que había terminado con él de no ser que, en cierto instante, Mariana dejó de ser a quien veía, cambiando radicalmente por la figura de Vegetta, sonriente a su lado. Foolish no pareció sentirse confuso, al contrario, siguieron con la caminata como si nada, aunque las risas aumentaron y la felicidad en los ojos verdes incrementó.

De repente, ese Vegetta se detiene y atrae la atención del muchacho, quien lo observa curioso. Lo jala cerca suyo y toma su mentón para aproximar sus rostros, con un Foolish que se dejaba llevar al no poder evitar volver a notar esas amatistas por ojos para, luego, bajar la vista a los labios de Vegetta.

La distancia poco a poco está por desaparecer... hasta que Foolish despierta.

Se sienta de golpe en su cama, respirando por la boca al no creer lo que acababa de soñar y lo real que se sintió. Mira a sus alrededores, a Leo, a la luz de la mañana entrando por la ventana y a la alarma que comenzó a sonar, sacudiendo su cabeza y convenciéndose a sí mismo de que todo se debía a la escena de la madrugada.

A esos bellísimos ojos que no dejan de perseguirlo en su mente, incluso dentro de ella.

Pasa las siguientes horas confuso, con la cabeza pesada, invadida por los rastros del sueño que aún no olvida y la escena de la madruga pegada a su mente cual canción pegajosa. Desayunar, trabajar, cuidar a Leo, estudiar; todo fue hecho en automático para él, o al menos se sentía así, mientras miraba cada dos por tres su celular en búsqueda de la notificación que le dijera que Vegetta le había escrito para contarle cómo le fue. Se sintió un tonto por estar tan pendiente de ello, pero no podía evitarlo cuando el autor de dicha ponencia no salía de su cabeza desde hace unas horas.

O quizá desde hace mucho más.

Termina de entregar un documento cuando escucha que su móvil suena, agarrándolo al instante y escapándosele una sonrisa al notar el nombre de Vegetta en la pantalla.

Suspira, ignorando los nervios que aparecieron en él, y contesta.

— ¡Vegetta! ¿Cómo te fue? Ha pasado un buen rato desde que se supone que expusiste.

No quería sonar desesperado, pero estaba tan ansioso por saber cómo le fue que le resultó imposible no admitir que estuvo esperando esa llamada.

Adivina.

La voz al otro lado de la línea sonó divertida y retadora, cosa que a Foolish le gustó. Casi podía imaginarse la sonrisa socarrona que había de tener el de ojos morados mientras esperaba por su respuesta.

— Si eres tú, la nota debe ser la máxima.

Foolish se tensó ante el breve silencio, ¿era bueno? ¿Malo? Estaba a punto de preguntar, pero fue interrumpido por una risa que lo alivió más que nada.

No solo eres un amuleto de la suerte, también tienes poderes de adivinación, ¿sabes lo genial que eres? — fue la respuesta que escuchó.

— ¡Soy un chico afortunado!

Creo que la fortuna me la llevo yo desde que te conocí. — una pequeña sonrisa apareció por parte del rubio — Se logró, Foolish, ¡las dos partes del proyecto terminadas! Ahora solo debo ir a ver a los demás exponer, pero al menos en ese curso no tengo más pendientes por este semestre. Ah... todos estos días enfocado valieron la pena.

Sí, lo valieron. Aun si no se veían mucho, al final del día, el trabajo arduo de Vegetta pudo salir a relucir y consagrarse terminando con una buena nota.

— Aunque extrañé verte. — empero, no pudo evitar escapársele aquella frase que, aunque ya la había dicho en el pasado, sus labios no dudaron en soltar.

Descuida. Ahora podrás tenerme cuando quieras... para lo que quieras. — Vegetta volvió a reír. El rostro de Foolish podía ser comparado a un tomate — Dime, ¿estás libre mañana para celebrar?

— ¡Eso debería preguntártelo yo! — respondió, con una ola de decepción en su interior. Después de lo de la madrugada, quería verlo ya — Pero, ¿mañana? Pensé que nos veríamos hoy.

Eso quería, pero Luzu y Lolito me interceptaron antes y estoy con ellos desde hace un par de horas. Por eso recién te he llamado, lo siento.

Foolish escuchó las voces de los mencionados a lo lejos, con un "perdón por robártelo, pero lo conocimos primero" que le hizo imposible odiarlos.

— ¡Diviértete, entonces! Ya si hoy no nos vemos...

¿Y quién dice que no? — los ojos esmeraldas se iluminaron ante ello — Dije que mañana celebremos, pero, aunque sea ¿me permites verte un rato cuando vuelva a casa?

— Si estas ocupado no tienes por qué.

Nunca más estaré ocupado para ti, Foolish, ni para Leo. — exclamó — Quiero verlos, ¿puedo?

— ¡Cl-claro que sí! — entusiasmado, no nota que tartamudeó un poco con su respuesta.

Vegetta vuelve a reír. A Foolish le parece una risa maravillosa y contagiosa.

Tu entusiasmo siempre ha sido adorable. Tú eres adorable.

— ¡Deja de darme tantos halagos! Me pones nervioso.

Quizá eso es lo que quiero.

El calor lo invade a pesar de estar en pleno invierno. Al no obtener respuesta, Vegetta se despide no sin antes decirle que quizá vaya en un rato y que por favor le diese un beso a Leo de su parte. Foolish le dice que así será y termina por colgar. Echándose en su sofá y agarrando una almohada que estaba en su costado para ponérsela en la cara y gritar, intentando relajar su cuerpo luego de la conversación que acababa de tener.

Era consciente de que a veces se intimidaba y se ponía nervioso cuando Vegetta bromeaba con él, mas esta vez se sintió diferente, admitiendo para sí mismo que no le disgustó, e incluso le hubiese encantado contraatacar de no ser que su mente no actuó debido a tales balas por palabras que Vegetta supo aprovechar.

Los recuerdos del sueño volvieron a él, la escena final más que nada, pero Foolish los espantó, agotado; solo fue un modo raro de su inconsciente de decirle que ya quería reunirse con Vegetta, eso tenía que ser.

— Ugh, sentí que interrumpía algo íntimo ¿Siempre es así cuando esos dos conversan, Leo?

Se paró de golpe cuando escuchó una voz familiar cerca suyo. Asustado, notó a Tina cargando a Leo en el mueble a su izquierda, observándolo con una risita burlesca.

— ¿¡Tina!? ¿¡En qué momento!?

Vio su puerta, pero esta estaba cerrada. Al mirar de nuevo a la muchacha, esta hacía girar con su mano libre una llave plateada que llevaba consigo.

— En serio que te pierdes en tu mundo cuando hablas con él. Me diste una copia de la llave para cuando venga a cuidar a Leo, duh. — la aludida maulló, y Tina le dijo por infinita vez que era la más hermosa gatita que había visto — Estoy aquí desde hace, no sé, ¿mitad de tu conversación? Pero te veías tan feliz que preferí escuchar y ya.

¡Era cierto! Foolish lo recordó al instante, aunque debía admitir que estuvo tan concentrado en la voz de Vegetta que no la sintió llegar para nada.

— ¿De verdad son solo amigos? — Tina volvió a hablar y Foolish asintió — Bueno, si tú lo dices... — no parecía convencida.

— Hoy no te pedí cuidarla, ¿por qué estás aquí?

Tina lo miró con una expresión filosa en los ojos, ofendida.

— ¡Qué rudo! ¿No puedo venir simplemente porque quiero ver a mi amigo y a la mejor gata del mundo? — el rubio alzó una ceja, y ella se encogió de hombros — ¡Bien! Solo a Leo quería ver, y... Bagi me invitó a una excursión. Es en unas horas por lo que me quedaré aquí hasta entonces.

Foolish notó que ella había traído consigo una mochila que parecía llena de muchas cosas.

— ¿Planeas quedarte a dormir también?

— Claro, ¿no puedo?

— Sí que puedes, ¡pero avisa con tiempo!

Tina dijo que no volvería a pasar y Foolish no le creyó, mas prefirió ver ese tema para después y le indicó que al menos le ayude jugando con Leo mientras él ingresaría a su última clase. Ella accedió gustosa, dejando sus cosas en la habitación del muchacho y volviendo con todos los juguetes que la gata tenía guardados ahí.

Una hora y media después, el dúo de amigos cenaba luego de pedir la comida pues ambos no tenían energías para cocinar. Conversaron de cosas redundantes pero divertidas, y Tina le explica sobre lo que haría esa noche y lo ansiosa que estaba por pasar más tiempo con Bagi. Foolish quiso relatarle sobre su sueño y lo que estaba sintiendo, si se podía decir así, por Vegetta, mas ver el entusiasmo de su amiga por pasar tiempo con su persona amada hizo que decidiese priorizar aquella conversación. Ya tendrían tiempo después.

— ¿Y cuándo será el día donde por fin lo pueda conocer? — dijo luego de terminar su plato, agradeciendo por la comida. Foolish no le entendió, por lo cual ella continuó — A Vegetta, me refiero. Aunque... si siempre se pierden en el otro entre coqueteos tan solo hablando, preferiría evitar hacer de sujeta-velas si estamos en la misma habitación.

— Que no estábamos coqueteando. — responde, ignorando la mirada chocolatosa de la joven — Nuestras conversaciones son las de dos simples amigos.

— Pues tú no te pones todo tontito cuando conversas conmigo. — Foolish iba a reclamar, empero la joven cambió el tema — A propósito, ¿le llegaste a dar el regalo?

— ¡Sí! — el recuerdo de aquel momento volvió a resonar en él — Le fascinaron ¡Fuiste una genia, Tina! Se veía tan genial... — sonrió — realmente se enamoró de esos guantes.

El rubio sonrió ante el recuerdo, con una Tina sorprendida por su reacción. Si Foolish era capaz de ver expresiones en Vegetta que muy pocos podían, Tina era igual con respecto a él.

— Solo del regalo, dices... ¿No será que de ti también? — preguntó, sin pizca de malicia en su voz — Ustedes y Leo ya son una familia después de todo, pasan mucho tiempo juntos y ambos están solteros ¿De verdad no...?

No era la primera vez que pensó en Vegetta enamorado de él, había sido algo similar en una conversación con Jaiden, y con sus propios pensamientos. Sin embargo...

— No creo interesarle. — responde, encogiéndose de hombros. — Además, ¿para qué? Si eso pasara, yo...

— Tú lo rechazarías. — ella intentó completar la frase.

Foolish pensaba asentir, pero no fue capaz de hacerlo, porque...

Porque esos ojos tan hermosos volvían a aparecer para hacerlo dudar.

— ¿No tienes que arreglarte ya para tu excursión? — fue lo que terminó diciendo, poniendo en alerta a Tina quien miró su reloj con tensión.

— ¡Es cierto! — gritó, haciendo que Leo saltara del susto — ¡Lo siento! Iré a prepararme, ¿me prestas la bañera?

— Es toda tuya.

Tina le agradeció y corrió a prepararse. Foolish dio un suspiro y volvió a recostarse en su sofá por segunda vez en el día. Leo lo observaba, con sus profundos ojos verdosos y él le acarició la cabeza para posteriormente cargarla. Ella no hizo esfuerzo alguno en soltarse, al contrario, comenzó a ronronear como si fuese un juguete.

— Siempre sabes hacerme sentir relajado. — dice, notando que Leo estiraba sus patas para acomodarse en su regazo.

Cerró los ojos e intentó descansar un rato. Había sido un día muy agotador mentalmente, y solo necesitaba ahora de los ronroneos de Leo y la melodía apenas audible que Tina cantaba mientras se bañaba.

No tenía más que hacer por él día; las clases terminaron una hora antes, no tenía pendientes en el trabajo, y creyó que, si se dormía ahora, mañana despertaría con las energías renovadas. Empero, recordó que Vegetta le dijo que podría ir ese día, y aún faltaban un par de horas para que la noche dé su fin, por lo que no fue capaz de dormir.

Pensó en las palabras de Tina una vez más, ¿le gustaría que Vegetta se enamore de él?

El rotundo no de hace unos meses flaqueó, sorprendiéndolo. Sin embargo, tampoco era un . Veía imposible a alguien como Vegetta enamorándose de un tipo como él y, ¡ey! Que Foolish jamás diría que no es buen partido, pero que Vegetta lo vea con otros ojos más que de amistad se veía lejano, casi irreal.

Aun si había pequeños instantes donde los dos parecían compartir algo único... no sabría decir con exactitud lo que el de cabellera oscura sintiese por él en su totalidad.

Por otro lado, si hablaba de sus propios sentimientos... no había tocado el tema de lo que él sentía por el de ojos morados a profundidad, al menos no desde que obtuvo el regalo para dárselo. Después de ese día ya no podía negar que amistad no era lo único que sentía cuando estaba a su lado, mas tampoco podía decir con certeza que era amor, al menos, no el mismo amor que sintió por Mariana.

Foolish no quería forzarse a creer que ese sentimiento había vuelto a él, tenía miedo de estar confundiéndose, de solo ser la costumbre de pasar tiempo con Vegetta lo que hacía que pensara que hay algo más entre los dos. Vegetta no merecía, si es que estuviese alguito enamorado de él, recibir un amor a medias. Nadie lo merecía.

Y, al mismo tiempo, se sentía enojado por querer ser solo él quien siguiera haciéndolo feliz.

Se dio unas palmadas en el rostro, diciéndose que cuando vea de nuevo a Vegetta, todo seguirá como antes.

Toc, toc.

Como si sus palabras fuesen órdenes, dos leves toques a la puerta alarmaron a él y Leo; la gata saltó de sus piernas y se sentó frente a la entrada, maullando, y el cuerpo de Foolish se movió nervioso al saber quién estaba al otro lado de la puerta.

Se preguntó, mientras iba a abrir, si aquella expresión de la madrugada seguiría perenne en él. Si no había sido una ilusión y tendría la dicha de volverla a apreciar. De si él se vería igual cuando veía a Vegetta y si este había notado que últimamente su corazón late con más rapidez cuando está junto a él.

Abrió, no sin antes arreglarse un poco la ropa y el cabello, mordiéndose el labio al notar que sí que le importaba que Vegetta lo viese en buen estado y avergonzándose al recordar que en la mayoría de encuentros no fue así.

Ah, que frustrante es tener sentimientos a veces.

— Foolish.

Lo primero que vio fue a un Vegetta sonreírle apenas sus ojos hicieron contacto. Aquellas amatistas seguían igual de brillantes que en la madrugada, contentando al rubio. Vegetta iba elegante, con una camisa, pantalón y zapatos de vestir oscuros; el saco colgando entre sus hombros. Foolish notó que los guantes seguían cubriendo sus manos y no pudo evitar alegrarse internamente por ello.

— Sí que te preparaste para hoy. — dijo, intentando sonar gracioso. Vegetta asintió mas no se movió de su lugar.

— ¿No vas a felicitarme?

Antes de que Foolish respondiese, Vegetta extendió sus brazos en espera delo que, supuso, era un abrazo. Los ojos verdes brillaron por un instante y, en automático, se acercó a él y rodeó el cuerpo del más bajo mientras le decía que estaba feliz de que haya logrado la nota máxima.

Juntos y sintiendo como los brazos del de ojos morados lo rodeaban con delicadeza, Foolish percibió el aroma del perfume que se impregnaba en la ropa de Vegetta. Era delicioso, ¿lavanda, quizá? Le quedaba demasiado bien que quería seguir ahí por más tiempo. Así mismo, sintió como la cabeza de su amigo se recostaba en su hombro, logrando que una sensación eléctrica rodease su cuerpo. Foolish juraba que podía escuchar a su propio corazón, pero volvió a convencerse de que era el contacto con sus cuerpos lo que lo ponía así... aunque no es como si eso fuera mejor ayuda para su mente atolondrada.

Al sentir como Vegetta comenzaba a separarse se sintió triste, aunque aquel sentimiento terminó por esfumarse cuando en su mente solo aparecía que sus rostros estarían muy cerca al esto terminar, como hace unas horas y en sus sueños, y Foolish no estaba seguro de que reaccionaría con la misma calma que tuvo esa vez.

Para su fortuna, en vez de quedarse viéndolo, Vegetta se agachó para saludar a Leo, quien no dejaba de maullar al sentirse ignorada.

— Esta será la última vez que me reclames porque prometo visitarte todos los días y quedarme aquí por horas. — dijo, dejando que Leo se arrullara junto a él — A no ser que daddy se hostigue con mi presencia a cada instante.

— Ella me mataría si le privo de verte — respondió y Vegetta rio — Esta es tu casa.

— Vale, pero no me hagas pagar el alquiler.

Rieron mientras Leo los guiaba a su rascador. Ya ahí, Foolish quería preguntarle sobre la exposición, las preguntas que habrá respondido, cómo es que se veía tan guapísimo con ese traje... no, quizá eso no, pero deseaba hablar con él y saber sobre su día, tenerlo de nuevo a su lado se sintió diferente, más familiar, y Vegetta parecía sentirse igual pues no dejaba de verlo y hacer pequeños comentarios de lo bien que se veía para ser un día casual.

— Me gusta este estilo. — respondió, acompañado de un bostezo pero feliz por el cumplido.

— Oh, ¿estás cansado? ¿Es porque te hice despertar muy temprano? — Vegetta parecía algo culpable por ello — Si quieres descansar puedo volver mañana, de paso celebramos y...

— ¡No, no! Estoy perfecto, además podré descansar todo lo que quiera en esta semana porque pedí vacaciones del trabajo. E igual...te estaba esperando de todos modos.

— ¿Realmente confiaste en que vendría?

— Jamás dudaría de ti, Vegetta.

Solo ellos dos y una gata que los ve con mucho amor. Un Vegetta conmovido y un Foolish que sabe ha sido sincero. No hay tensión, ni incomodidades, tan solo dos jóvenes que tienen tanto que decirse y admitir aunque no lo supiesen.

— Foolish. — inicia Vegetta, frotando la lana de sus guantes con delicadeza — De hecho, hay algo que me gustaría hablar contigo.

— Soy todo oídos.

Una mirada firme, una sonrisa sincera y ojos morados cálidos que lo invitan a relajarse. Unos labios que se preparan para hablar...

Empero, antes de que pudiese decirlo, una puerta se abre y Tina sale vistiendo una bata de baño larga y rosada, con estampados de gatitos en ella. Su rostro no se ve, pues sigue secando su cabello con la toalla que llevaba consigo antes de amarrarla y ponérsela en la cabeza.

— Foolish, debes poner agua caliente en tu... — apenas nota al nuevo sujeto en la habitación, su cara se enrojece y corre detrás de su amigo para resguardarse — ¡Por qué no me dijiste que tendríamos visitas!

¡Era cierto, Tina! Había olvidado por completo que ella se encontraba en su casa. Miró a Vegetta y este parecía en shock, no dejando de intercalar su mirada en él y luego en la muchacha.

— ¿Tendríamos? — susurra Vegetta, arrastrando la palabra y notando como la chica lo observaba con una curiosidad que cambiaba a enojo cuando se dirigía al rubio.

— Pensé que habías escuchado toda mi conversación. — respondió Foolish a la joven, rodando los ojos — Este es Vegetta, el otro padre de Leo y...

Apenas lo presentó, ella salió de su escondite y miró al de ojos morados con mucha sorpresa. Este sonrió nervioso, aun sin comprender lo que estaba sucediendo.

— ¡El tan famoso Vegetta! — no le dejó terminar y tomó la mano del joven, con sus ojos chispeantes de emoción — Me alegra mucho por fin conocerte.

— ¿El placer es todo mío? — Tina comenzó a mover sus manos de arriba abajo, y él solo pudo dar una sonrisa nerviosa — ¿Tú eres...?

— ¡Tan solo dime Tina! — lo soltó. Vegetta aun la miraba confuso — He escuchado tantas cosas de ti, pero es la primera vez que te veo ¡ni cuando me quedo a dormir te aparecías! Ya pensaba yo que me andabas evitando.

— ¿T-Te quedas a dormir? — respondió, intentando ocultar en vano la sorpresa de su voz. Parecía estar pensando en muchas cosas en ese instante.

Ella notó el pánico en la voz del hombre.

— Y a él lo mando al sofá, ¡ni te atrevas a malentenderlo! — le amenazó.

— Sí. — fue Foolish quien habló esta vez — Por eso estoy acostumbrado. Tina es mi mejor amiga y la persona que me ayudó con la idea de darte un regalo. A veces cuida a Leo cuando no puedo, o bueno, lo usa de excusa para estar cerca de su crush.

La cara de la muchacha se enrojeció, dándole unos golpes en la espalda que fueron respondidos con risas de parte del rubio.

— ¡Cómo te atreves a revelar mi secreto! — Tina se había quitado la toalla del cabello para usarla como arma contra Foolish.

Vegetta observó la escena que se presentaba a sus ojos: Tina tenía la toalla agarrada de ambas manos cual bastón, y Foolish había saltado al otro lado del sofá para alejarse. Leo, incluso, estaba entre los dos, echada sobre el sofá y lavándose el cuerpo.

— Oh, por supuesto, ¿en qué estuve...? Se nota que ustedes nunca se aburren. — Vegetta parecía más relajado, hecho que distrajo a Foolish lo suficiente para que Tina pudiese lanzarle la toalla al rostro. Ella sonrió triunfante — Gracias por el regalo, Tina, ha sido lo mejor que me pasó hoy.

Esas palabras parecieron una melodía para el rubio que la joven notó.

— La idea fue mía, sí, pero el objeto y el valor dado fueron gracias a Foolish. — ella volvió a acercarse al de ojos morados y vio los guantes — Que sea tan preciado para ti es porque él se encargó de que sea justo lo que necesitabas, o quizá lo amas tanto porque viene de él, ¡es mi teoría!

Vegetta parecía querer responder, pero las palabras estuvieron ahogadas en su boca. Tina sonrió, acercándose más y poniéndose de puntitas para susurrarle algo al oído que Foolish no entendió. Sin embargo, vio como la cara de Vegetta pasaba de una sorprendida a una feliz, con una media sonrisa dedicada a la muchacha.

— Por supuesto. — dijo el de ojos morados. Tina parecía encantada.

— ¿Solo se conocen menos de veinte minutos y ya comparten secretos? — se quejó el de ojos verdes, haciendo un puchero.

Estaba contento con la instantánea química entre su mejor amiga y... su amigo.

Vegetta se acercó a él y posó una de sus manos en su hombro, en un repentino acto que dejó confundido al rubio.

— Descuida, tú siempre serás mi favorito. — respondió, susurrando ahora él en su oído y dejando que su cuerpo se escarapele ante tal acción.

— Vegetta, creo que has bebido mucho hoy. — es todo lo que pudo decir.

El más bajo se alejó y volvió con Leo, quien lo seguía con la mirada desde que llegó. La acarició, tocando su nariz, y con el rostro más calmo y contento que pudiese mostrar.

— Hoy no bebí. Es solo que... — observa fugazmente a Foolish y vuelve a posar sus amatistas en Leo, quien parece adorar el contacto con la lana de los guantes — Estoy feliz. Ha sido un día muy bueno desde que desperté.

De nuevo, el recuerdo de la madrugada se avivó en Foolish. Acompañado del sueño que tuvo, solo pudo soltar una risa nerviosa incapaz de tener con claridad las palabras necesarias para una respuesta.

— ¡Muy bien! — Tina interrumpió el silencio — Iré a cambiarme de una vez o si no llegaré tarde a mi cit- ¡excursión! Vegetta, ¿te quedarás?

— Lo amaría. — sus miradas indiscretas al rubio siguieron — Pero desde el inicio esto sería una visita corta.

— Oh... — Foolish por fin fue capaz de decir algo, acaparando la atención de ambos — Fue genial verte de nuevo hoy.

Escuchó a lo lejos un "¿De nuevo!?" de parte de su amiga, mas estaba concentrado en como Vegetta parecía conmovido por esas palabras, acercándose otra vez, que no respondió.

— Yo igual, ah... —Foolish no pudo evitar observar esta vez sus labios, como en el sueño que tuvo — Mañana pasemos un bonito día con Leo, ¿qué dices?

— Sí... claro que sí.

Sentía su voluntad débil frente a la voz de Vegetta, deseoso de aceptar todo lo que le pidiese. El de cabellera oscura sonrió por enésima vez, acercando su rostro al de Foolish quien, por un momento, tuvo la necesidad de cerrar sus ojos y... recibir sus ya comunes dos besos en la mejilla.

No negará que, aunque los adoraba, hoy se sintió algo... decepcionado.

— ¡Te escribo en un rato para la llamada nocturna! — le dijo para después ir con Tina, quien tenía las manos cubriendo su enrojecido rostro por la escena anterior, despidiéndose de ella también — Espero poder conversar más contigo a partir de ahora, Tina.

— ¡Dalo por hecho! Acordemos un día para ir a una cafetería y conocernos, ¡como tía favorita de Leo, debo asegurarme de que su otro padre es igual de increíble que Foolish!

— De acuerdo. — por último, cargó a la gata que le maulló ante ello, juntando su rostro con el de ella — Mi niña, papi volverá mañana ¡Te lo aseguro!

— ¡Miau!

Vegetta termina por marcharse, dejando a gata y dueño sin dejar de observar la puerta, y a una Tina curiosa ante lo poco que había presenciado.

Foolish aun sentía la calidez de los labios de Vegetta en sus mejillas. Era reconfortante, se avergonzaba de admitir, y ya sentía su ausencia aunque solo pasaron unos segundos. Se asustó ante la idea de que sus sentimientos eran más complejos y confusos luego de volver a verlo, ¿será así cada vez que se encuentren a partir de ahora?

No era una mala sensación, pero le asustaba estar equivocándose.

— Tu amigo/chico/custodia compartida de Leo se ve como alguien agradable. — la voz de Tina volvió a traerlo a su realidad — Lo apruebo.

— ¿Huh? Pensé que necesitarías de un café para aprobarlo como padre.

— No me refería a eso. — rio — Foolish... te vez muy feliz.

— Siempre lo estoy.

— Sabes a lo que me refiero.

Sí lo sabía, pero si lo decía... todo iba a cambiar.

— Vegetta se ve tan feliz contigo como tú con él, si es que te lo has preguntado alguna vez.

— Tina...

— No te voy a obligar a que me confirmes nada. — Tina agarró la toalla que yacía en el piso y la dobló entre sus brazos — A lo que voy es que te vi muy feliz hoy, muy cómodo con alguien a un nivel que no vi desde hace mucho y eso... eso me alegra demasiado.

— Me ha ayudado bastante. — sonrió, no podía evitarlo cada vez que Vegetta aparecía en sus pensamientos.

— Lo veo. — siguió, ya con una mano en la puerta de la habitación — Ahora sí, ¡iré a cambiarme! Pero... cualquier cosa estoy para ti, así como Jaiden y a veces Bad ¿entendido? Si tienes algo en qué pensar... tomate todo el tiempo que desees.

Tina desapareció de su vista y Foolish volvió a quedarse en la sala de estar, acompañado de Leo. Recordó que Jaiden le había dicho algo similar, preguntándose si las dos habían conversado sobre ello. No le dio tantas vueltas pues sabía que siempre velaron por su bien.

No obstante, había una tercera opinión que desconocía y, aunque no la necesitase del todo para tomar una decisión, podría ayudarlo a aclararse.

— Entonces, a ver si entendí ¿Te tomaste unos días libres del trabajo?

— Sí.

— ¿Y fui el primero a quien invitaste a pasar el rato?

— Eh... ¿Sí?

— Ya veo... — los ojos de Bad se iluminaron — Eso solo deja una respuesta posible ¿Te tomaste unos días porque me extrañabas tanto?

— ¡Fudge, no!

Bad rodó los ojos, pero sonreía, satisfecho de haberlo molestado. Foolish deseó en ese instante dar media vuelta e irse de ese lugar. Sin embargo, no lo hizo. Al contrario, se movió a un lado de la puerta para que Bad pudiese sacar a Dapper, su mascota, e ir ambos a pasear como habían acordado unas horas atrás.

Era una bellísima mañana, posterior a la última vez donde vio a Vegetta con quien había acordado verse para festejar en la tarde.

— Si te hace sentir bien negar que me quieres, no te diré más. — la sonrisa ladina no se le quitaba, pero Foolish se negó a seguirle el juego.

— Debía cobrar mis días faltantes antes de que termine el año. — respondió el rubio, dirigiendo su vista hacia el perro y jurando que este se estaba burlando al igual que su dueño.

— Claro, como digas. — por supuesto que no le creyó — Ya sé que solo por Vegetta pedirías vacaciones sin dudar.

Tan solo escuchar ese nombre hizo que Foolish se detuviese en seco, incrédulo.

— ¿Hmn? ¿No has venido a visitarme para hablar sobre él? — Bad parecía tan tranquilo que eso lo desconcertó.

— ¿Cómo lo supiste?

— Una corazonada. — Dapper ladró, no convencido por sus palabras — Bien, bien. Foolish, tu cara grita "ayuda, me estoy enamorando y desgraciadamente no es de ti, Bad".

— Solo la mitad de eso es verdad.

— ¡Oh! — Bad sonríe — ¿Entonces sí admites que te está gustando el otro padre de Leo?

Touché, esa fue una buena jugada.

Llegaron a un parque donde más perros y dueños paseaban y jugaban. Bad soltó la correa de Dapper, quien comenzó a correr en círculos, esperando que sacase algunos de los juguetes que este trajo para pasar el rato.

— Tuve... un sueño. — Foolish, una vez encontrado un lugar para sentarse, se agarró el cabello y miró hacia otro lado para no darle el gusto a su amigo de verlo sonrojado.

— Desconozco esos temas, Foolish.

— Déjame terminar. — se quejó — Mariana y yo en una cita interminable que llevaba a quien sabe dónde y... ¡y luego no era Mariana! Era Vegetta. — Bad silbó — Ni fui consciente del cambio, creo, no sé, pero todo marchaba tan bien y... de pronto, ¡de pronto! No lo sé... se sentía correcto ir tomados de la mano, apreciarlo reír y saber que yo era una de las razones, que tomara mi rostro y se acercara para...

— Se besaron.

— Desperté. — corrigió — Desperté y no pude quitarme eso de la mente incluso hasta ahora. Sé que solo era un sueño, una jugarreta de mi mente o un modo morboso de explicarme que extrañaba su compañía... eso pensé, pero luego recuerdo a Vegetta aquella madrugada en mi departamento...

— ¿Eh?

— Tengo una explicación para eso. — dijo antes de que llegaran los malentendidos — Lo importante es que no solo sentí que era correcto estar a su lado en ese sueño. Cuando estoy con él en la realidad, yo... ya no sé qué me sucede, o sí lo sé, pero es confuso para mí.

— ¿Por qué es confuso?

— Por Mariana. — Dapper había regresado con una pelota en la boca, objeto que Bad le había lanzado. Se la dio a Foolish, y este la volvió a lanzar — ¿Está bien que me empiece a gustar alguien más tan pronto? — lo dijo más para sí mismo que para Bad, aunque fue consciente de que lo escuchó — Quiero decir, no ha pasado ni un año desde que Mariana y yo terminamos y, aunque no puedo negar que Vegetta me hace sentir... diferente, todavía hay momentos del día donde Mariana acapara mis pensamientos. No es que piense en que quiero verlo y regresar, besarlo y eso que solíamos hacer... pero sí pienso en él, a veces sin querer.

— Pues él te olvidó muy fácil. — mas no lo dijo con burla — Creo que es normal todavía preocuparte un poco, es diferente en cada persona. Algunos sanan y avanzan más rápido. Otros, incluso demoran años. Así como también el proceso de enamorarse no es el mismo en cada uno de nosotros y no está mal si estás sintiendo gusto o amor ahora por una nueva persona, no le debes nada a nadie.

— Aun así, si decido avanzar, debo estar seguro de que ya no siento una pizca de cariño por mi pasado.

— Foolish. — el aludido lo observó, Bad parecía molesto, pero era su modo de notarse serio ante él — Fueron tres años, está bien. Incluso si no deseas volver con Mariana no se puede negar que todo lo vivieron existió, hubo amor, y es aceptable que aun te preguntes por él de vez en cuando. No estoy diciendo que nunca lo superes en su totalidad, pero no tengas miedo si algún día te preguntas qué es de su vida, ¿no es lo mismo que preguntarte por un amigo que no ves hace años?

— Supongo...

— Dime, ¿qué es lo que sientes exactamente por Mariana ahora?

Foolish se tocó el mentón y puso una mueca pensativa. Bad sonrió ante tal escena.

— Nostalgia. — dijo — Hay demasiados momentos que atesoraré siempre.

— Es bonito que lo tengas en buena estima a pesar de todo.

— Intento ver el lado positivo de las cosas. — respondió — Eso me lo enseñó... humn...

— Vegetta. — Bad no dudó en decir y el rubió asintió — Y dime, ¿Qué hay sobre él?

Si debía ser sincero...

— Hay muchas experiencias más que deseo compartir a su lado. — Bad parecía complacido con dicha respuesta — Aun así, mi mayor temor es... ¿Si solo estoy confundido? Pasé mucho tiempo con él desde la ruptura, es mi lugar seguro, ¿y si solo es porque estuvo en el momento y lugar indicado?

— No lo sabrás si no te arriesgas a volver a querer. — le ofreció unos muffins que había traído consigo, aprovechando que Dapper seguía a lo lejos jugando con otros perros — Te diré algo que estoy seguro Jaiden y Tina también estarían de acuerdo: tómate tu tiempo, nadie te está forzando a decidir lo que sientes, ni a tomar una decisión. Es tu vida, Foolish, vive acorde a lo que desees hacer. Si quieres cerrar el capítulo de Mariana con una conversación, hazlo. Si prefieres borrarlo de la existencia en tu memoria, hazlo. Si quieres decirle a Vegetta que estás sintiendo algo por él, hazlo. Si quieres ignorar y que sigan siendo amigos, hazlo también. Sé sincero contigo y haz lo que creas es mejor para tu bienestar. Al final, debes priorizar que tú estés bien.

Que Bad le dijera eso fue extraño... pero revelador.

— ¿Quién eres y qué hiciste con Bad?

— Ey, que siempre he sido un muy buen amigo y consejero.

Foolish rodó los ojos, pero en serio se encontraba demasiado agradecido con él. Con Jaiden y Tina igual, después de todo, ambas le habían dicho que se tome todo el tiempo necesario para definir sus sentimientos.

— No sé por qué pensé que tu consejo sería diferente al de ellas.

— ¿Qué te hizo pensar ello?

— Nada, debí habérmelo esperado. — admitió — Quizá solo buscaba una excusa para no admitir lo evidente.

— ¿Y eso es...?

— No me hagas decirlo.

Dapper regresó y se paró en dos patas, apoyándose en Foolish con una mirada penetrante pues también quería que hable. El rubio pensó que dueño y perro compartían la mente, pues siempre parecían saber lo que el otro ansiaba.

— Tú... bien. Vegetta me gusta un poco.

— Mucho.

Y no lo negó, simplemente sonrió ante ello.

— Gracias por hoy, Bad, de verdad...

— ¡Espera! — sacó su celular — Antes de continuar con tus sinceras palabras hacia mí, déjame prender esto para grabarlas y tenerlas como trofeo.

— ... Y volvió el Bad de siempre.

De repente, es ahora el celular de Foolish quien toma el protagonismo al comenzar a sonar, con una llamada en él. Los dos lo observan, sorprendidos.

— ¿Quizá lo invocamos?

Foolish agarró su celular, suspirando de alivio al ver que la persona que lo llamaba no se trataba de Vegetta, pues no sabría cómo actuar luego de aquella charla a corazón abierto con Bad. Respondió, aun si era un número desconocido, para que aquello terminase de una vez y pudiese continuar con el paseo.

— ¡Hol...! — saludó, y una voz resonó en respuesta.

Antes de poder hablar escuchó a la otra voz presentarse y decirle el motivo de su llamada. Foolish, quien en un inicio parecía relajado, cambió su expresión a una seria y asentía y respondía con monosílabos. Su rostro, lleno de seriedad que se transformaba en desconcierto y sorpresa, eran un mapa inaccesible para su acompañante, quien también ya comenzaba a preocuparse.

Foolish se paró y comenzó a preguntar por datos, fotos y direcciones, con la voz intentando permanecer calmada. Luego de una eternidad que tan solo fueron minutos colgó, acordando esperar por algo durante las siguientes horas.

— ¿Qué pasó, Foolish? — le dijo Bad, preocupado al ver como el rubio lo miraba con desconcierto.

— Bad, ah... — intentó sonreír, pero su amigo notaba que solo era una fachada para la tristeza que sentía — Necesito hablar con Vegetta.

¿Cuál era el beneficio de ser de los primeros expositores? En efecto, tener el resto de las clases para enfocarse en otras cosas mientras los demás salían a presentarse y no sentir más nervios por hacerlo mejor o peor. Aunque, si Vegetta era sincero, estuvo tan seguro en su ponencia que creía firmemente que había (y seguía) siendo el mejor.

En el receso entre clases, salió por una bebida y relajarse con el viento que bailaba con su cabello. Al arreglarse, los guantes que Foolish le dio estaban a la vista de cualquiera, y sonrió por lo reconfortantes que se sentían y al imaginar el rostro adorable de Foolish diciéndole que era un regalo para él.

¡Ah! Su querido Foolish, podría pasarse todas las horas que quedaban en fantasear con la idea de volverlo a ver pronto, junto a Leo, siguiendo con la vida familiar que los tres habían creado en esos meses. Luego de admitir sus sentimientos se sentía más libre de expresar todo el cariño contenido hacia él, y adoraba ver sus respuestas nerviosas pero reconfortantes que también le hacían suspirar. Aun así, se avergonzó un poco al recordar como ayer creyó por un instante que Foolish y aquella joven, Tina, tenían algo, sintiéndose tonto al notar que en realidad solo se trataba de buenos amigos.

"Gracias por cuidar de Foolish todo este tiempo, por favor, sigue haciéndolo feliz". Es lo que ella le h había susurrado aquella noche, y estaba dispuesto a cumplirlo.

— ¡Vegetta! — oyó la voz de Quackity acercándose cada vez más, pues venía corriendo desde que notó su presencia — ¿¡Y cómo te fue!?

— ¿La exposición? Sublime. — expresó, con el ego elevado a lo cual Quackity solo se encogió de hombros entre risitas— Nota perfecta, ¿o acaso lo dudabas?

— Genial pero no me refería a eso. — respondió, para sorpresa del de ojos morados — ¡Tu cita con el loco de los gatos!

— Foolish.

— Como se llame. — rodó los ojos — Espero que hayas aprovechado el hecho de que los dejé solos ese día, ¡no me contaste más! No pasar chisme es pecado.

Vegetta rio, sabía que tarde o temprano esto sucedería.

— Fuimos juntos a comprar comida para nuestra gata, nada más.

— ¿¡Tan solo eso!? — se quejó — No puede ser que hayan tenido todo el tiempo del mundo y solo fueron por comida para gatos, ¡nunca más te doy asistencias! — se cruzó de brazos — Al menos debes admitirme que sí que te has enamorado de él, tu cara era todo un espectáculo cuando lo viste aquel día y...

— Quackity. — el aludido lo observó — Tenías razón, Foolish me gusta.

Los ojos del más bajo se agrandaron y su boca se abrió como si quisiese soltar un grito. A Vegetta aquello le pareció tierno, pero de cierto modo debía agradecerle por haberle hecho dar cuenta de sus sentimientos en primer lugar.

— ¿Y ya están juntitos?

— No, todavía. Aun debo estar seguro si él siente algo por mí.

— ¡Estoy seguro que sí! — afirmó, golpeándose el pecho, aunque solo perdió el aire luego de ello. Vegetta rio — Tengo un don para detectar parejas, debo que usarlo con sabiduría... ¡oh! Vegetta, ¡podríamos ir en citas dobles!

— ¿No vive tu Roier en otra ciudad?

— Hablando de eso, podrás conocerlo dentro de poco, pasa que...

El celular de Vegetta comenzó a vibrar, seguido de una melodía calmada que dejó confuso a Quackity. Era Foolish, ni siquiera tenía que revisar el nombre, pues él mismo le había puesto un tono diferente relacionando con una canción que le transmitía lo mismo que a él: paz.

— Es él. — sus ojos se iluminaron y la sonrisa automática apareció en su rostro.

— ¡Contéstale! Quizá te dirá que se dio cuenta de que te ama y que quiere formar una familia contigo ¡pido ser el padrino de la boda!

El de ojos morados le hizo caso, incapaz de borrar la sonrisa dibujada en su rostro.

— ¡Foolish! — la alegría lo embargaba.

Vegetta, hola...

Sin embargo, no podía decir lo mismo de su adorado compañero.

— ¿Sucede algo? ¿Está Leo bien? — la sola idea de que a la gata le hubiese pasado algo lo asustó, y es que solo escuchar a Foolish así le hizo entrar en pánico.

Leo está perfecta. — respondió — Sin embargo, sí es sobre ella.

Vegetta podía escuchar su propio corazón, así como su mente imaginaba todos los escenarios posibles ante esa última frase. Había uno en particular que creía era el más coherente, pero ansiaba tanto que no fuese el caso.

— No me asustes, ¿la llevaste al veterinario y dijo algo?

No.

— ¿Se lastimó?

No.

— Foolish, déjate de rodeos, hombre. Dímelo ya.

Quackity lo observó preocupado cuando sintió la mano de Vegetta tomar la suya por confort, sabiendo lo que vendría.

El... el dueño de Leo apareció. 

CHAN CHAN CHAAAAN

Ya estamos en el  clímax y muchas cosas serán resueltas! Muchas gracias por esperarme y tomarse el tiempo para comentar y votar, me anima muchísimo saber que aun hay interés por esta historia que inició como algo pequeñito, pero que adoro demasiado. Espero nos leamos pronto, ¡pasen un buen domingo!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top