10. Regalo

No era su problema.

La mirada perdida, la poca conversación. La despedida cansada y las excusas creíbles, pero preocupantes.

No tenía que importarle.

El intento de animarlo con un mísero abrazo. La correspondencia de este y el...

"Desde que llegaste a mi vida no has hecho más que mejorarla"

Aun así, le fastidiaba en la mente como si de un bicho que le zumbara en la oreja se tratase.

Después de aquel día, Foolish había notado un cambio en Vegetta. A pesar de seguir pasándola bien cada vez que se encontraban, el rostro pensativo del de ojos morados que salía a la luz de vez en cuando preocupaban a Foolish, quien no estaba seguro de si debería decir algo o mantenerse callado.

Cierto día, Vegetta le dijo que por un tiempo se le haría difícil pasar tiempo con él y Leo, pues debía terminar de una vez con la otra mitad de su proyecto, por lo cual se enfocaría en este, aunque siempre le enviaría todo lo que la gatita necesitara y las video llamadas antes de dormir continuarían, aunque estas últimas serían más cortas.

"Solo unas semanas, ¡pasarán más rápido de lo que imaginas!"

Se sentían como meses desde la última vez que interactuaron cara a cara.

Vivían en el mismo edificio y aun así parecía estar a muchos kilómetros de distancia. Esto, en un principio, no incomodó a Foolish. Al contrario, lo entendía y le deseó buena suerte. Empero, las pocas veces que chocaron sin desearlo en el edificio, al ver a Vegetta notaba el claro cansancio de noches en vela, así como también cierta preocupación en el rostro a pesar de la sonrisa que le solía dedicar.

Tampoco quería molestarlo ¡iba a respetar su enfoque en los estudios! ¿Pero por qué sentía que había algo más? Era por Rubius, ¿verdad? Haberlo vuelto a ver lo afectó más de lo que quiso admitir. Foolish no iba a meterse, no era su problema... aunque, si Vegetta se lo pidiese, sería el primero en ir a escucharlo, así como este lo hacía con él respecto a su ex.

Mariana, ah... aún seguía siendo un tema reciente. A veces su nombre pasaba por su mente y se preguntaba qué estaría haciendo en esos instantes. A veces abre el cajón de su escritorio y vuelve a tomar el frasco y el pañuelo que seguían ahí, indeciso de si ir a devolvérselos o no. Foolish no tenía intenciones de volver, ya no, pero tenía una molestia en el pecho cada vez que el recuerdo de la persona que amó aparecía en su mente, como si necesitara hablar por última vez para estar en paz por completo.

Fueron tres años de su vida compartida y sea como sea que haya terminado, no podía no tener aunque sea una pizca de tristeza de que las cosas con Mariana jamás serían como antes.

Quizá eso es por lo que pasa Vegetta, y refugiarse en su proyecto era su vía de escape. Tampoco podía asegurarlo.

Al final, Foolish solo deseaba volver a pasar tiempo con él.

— Foolish, ¿me tomarías una foto con Leo?

Sin embargo, tendría que esperar. Agarró su celular y enfocó a la persona que le pidió la foto. Tina le sonreía mientras abrazaba Leo, quien para nada estaba molesta por el contacto. La joven había comenzado a venir con frecuencia a su departamento, enamorada de la idea de tener una gatita y jugando con ella cada vez que podía. Leo no se negaba, al contrario, parecía muy feliz de ser el centro de atención de alguien nuevo.

— ¿Quién es tan bonita? ¿Quién es tan hermosa? ¿Quién es tan perfecta? — Tina alzó a Leo, quien movía la cola.

— ¡Miau!

— ¡Respuesta correcta!

¡Clic!

Era una foto hermosa. Tina dio un saltito cuando la vio, mostrándosela a Leo y diciendo que ella podría ser su manager si decide ser una modelo. Foolish solo aceptó la idea de que quizá ya no era la persona favorita de su gata. Los niños crecen y sus padres dejan de ser sus únicos centros de atención, después de todo.

— Te la quedarás, ¿cierto? — la joven preguntó — Ya pasaron unos meses y nadie ha respondido, ¡es tuya!

— Recién nos aceptaron en los grupos de otras ciudades, así que si nadie responde en dos semanas... sí. — acarició a Leo, viendo como ella movía su cabecita para que siguiera con los mimos — Vegetta quería asegurarse por última vez de que nadie la esté buscando.

— ¡Ah! Recuerdo su nombre, me lo has mencionado más de una vez.

¿Cómo no?

Si Foolish tenía que mencionar a Leo, por supuesto que el nombre de Vegetta saldría en la conversación tarde o temprano. O si tuviese que hablar de cómo consiguió su nuevo hogar, o de aquella vez donde se enfrentó a Mariana... quizá lo mencionaba por cualquier motivo, mas le era inevitable.

— Estoy seguro de que te agradará cuando lo conozcas. — ahora era Foolish quien tenía la atención de Leo, con Tina haciendo un puchero.

— ¡Eso espero! Necesita mi aprobación como el otro padre de Leo.

— No es necesaria. — dijo él, sonriente — Vegetta es increíble, es atento, carismático, agradable. Siempre está al pendiente de ella y cada viernes hace una lista de lo que necesitaremos para la otra semana. No lo puedo apartar de Leo cuando está de visita, y encuentra la manera de hacer algo distinto con las cajas para crear más casas donde Leo pueda esconderse. Hablábamos al acabar el día para que le desee buenas noches y una que otra vez lo encontré mimándola con premios, aunque diga que debemos ser más rectos con ella.

Foolish podía seguir hablando horas y horas de todas las cualidades que hacían de Vegetta un excelente padre para la gata, más se detuvo al ver los ojos curiosos de Tina con él, poniéndose nervioso ¿había dicho algo de más?

— ¡Jaiden tenía razón al decir que no parabas cuando hablabas sobre él! — rio con diversión. Foolish solo se encogió de hombros — Aunque ya van tres veces que estoy aquí y ni rastros suyos.

— Está ocupado. — alcanzó a decir — Proyectos finales.

— Ugh, odio eterno a esas cosas, aunque me alegro que sea eso y no que haya problemas en el paraíso.

— ¿Qué insinúas, Tina?

— Pareces perdido, más cuando te mencioné a Vegetta. — se arregló el cabello, mirando con cautela a su amigo —Pensé que habían peleado y por eso tu desgano.

¿Tanto se le notaba la preocupación?

— Es mi amigo, es normal que me preocupe. Él hizo lo mismo. — dijo sin convencerse — Vegetta ha estado... un poco diferente antes del proyecto. Tampoco lo he visto en días. Es extraño, luego de tanto tiempo juntos. Solo espero que esté bien.

— ¿Le pasó algo?

— No lo sé con certeza. Aparte de frustrado con su proyecto... quizá tenga que ver con su ex, o no, pero me preocupa. No quiero molestarlo porque sé lo mucho que se concentra cuando anda ocupado así que solo puedo pensar.

Tina pone una mueca de tristeza al notar la genuina preocupación de su amigo. Mira hacia el techo, en busca de alguna respuesta, y sus ojos se iluminan al pensar en una idea que podría servir.

— ¿Por qué no intentas animarlo?

Foolish la observa con curiosidad.

— ¿Qué tienes en mente?

— ¡Un regalo! — dijo, entusiasmada — Algo que perdure en el tiempo. Que, cuando lo vea, le recuerden que Leo y tú están animándolo en cada momento. Seguro lo hará feliz.

— Puedo entenderlo por Leo, pero yo no...

— Siempre mencionas lo feliz que él es cuando está con Leo y lo mucho que te divierte pasar tiempo con él. No creo que de su parte sea diferente.

"Tu sola presencia es suficiente"

Ah, de nuevo las frases de ese día. Lo dejaron con una sensación inexplicable, pero aun sin poder creérselas.

¿Suficiente? ¿En serio? ¿Cómo así es suficiente?

Foolish quería reír ante aquella ironía, pues solo podía pensar que lo único que le ofreció a Vegetta fueron discursos innecesarios sobre su ex, gastos extras por una mascota temporal, conversar con vecinos para el departamento nuevo e invadir sin querer su espacio personal justo el día donde no se sentía bien.

Bueno, le dio un abrazo. Empero, comparado con todo lo que Vegetta había hecho por él, a sus ojos, no era nada. No era suficiente.

Por lo que... la idea de Tina no sonaba mal.

— Si hago eso tiene que ser especial. — dice, decidido por fin— Algo que le haga decir "¡Eres el mejor, Foolish!" y yo respondería con un "¡No es nada, en serio!" y él reiría, como siempre hace cuando estamos juntos.

— ¿Su sonrisa es bonita?

— La más bonita que he visto.

Los ojos de Tina se agrandan, aunque Foolish no lo nota. Ella percibe algo, mas no se lo dice, sonriendo ante el rostro ahora animado de su amigo.

¡Ding, dong!

El timbre los saca de su conversación, siendo Tina quien decide abrir la puerta al ser ya casi la hora para que regrese a su propio hogar no sin antes abrazar por última vez a Leo y dejarla correr hacia la habitación.

— Debe ser un regalo bonito, digno de él, ¡no debe ser tan difícil! — menciona antes de agarrar la perilla — Y su reacción deberá ser la misma que yo haría si un tesoro me esperara apenas abriera esta puer...

Tina se detiene cuando el blanco y marrón de una cabellera parecida a la suya y unos ojos de un azul oscuro la reciben al otro lado del umbral. La persona frente suya da un saltito de la sorpresa, aunque no se compara con el rostro digno de un premio que Tina refleja.

— ¿Hola? — Bagi sonríe, curiosa ante esta nueva persona que jamás había visto — ¿Se encuentra Foolish?

— ¡Aquí estoy! — el rubio se acerca a ambas y nota como la nueva invitada llevaba consigo una caja con más papeles y notas — ¿Te ayudo con ello?

— ¡Para nada! Solo estoy de paso. Quería preguntarte si estarás en la reunión que Cellbit y yo haremos el fin de semana. — sus ojos vuelven a posarse en Tina, quien seguía sin habla — ¿Es nueva inquilina?

— Oh, no no. — interrumpió Foolish — Ella es mi amiga, Ti...

— ¡Soy Tina! — respondió de repente la muchacha, sorprendiendo a ambos — Un placer... ¡Un placer conoc...! — al querer alzar su mano para ofrecérsela en saludo chocó con la caja de Bagi, haciendo que los papeles cayeran y se esparcieran por el piso — ¡Perdón!

Los tres se agacharon y comenzaron a recoger todo, con constantes disculpas de Tina y muchos "¡no importa!" de Bagi.

— Descuida, está bien. — repetía la nueva invitada, ya con los papeles de nuevo en la caja y agradeciendo al dúo de amigos por la ayuda — Tina, ¿cierto? Es un hermoso nombre.

— ¡El tuyo igual!

Foolish quería reír ante la escena, ¿su amiga estaba flechada?

— Soy Bagi, ven más seguido por aquí que es un lugar muy interesante. — la otra joven asintió, dirigiéndose ahora Bagi a Foolish — Como decía, ¡espero verte en la reunión, Foolish! Tina, ¡también puedes venir si estás ese día por aquí!

El muchacho asiente y Bagi, luego de despedirse de ambos, termina por retirarse. Ya solos, Tina cierra la puerta de golpe y se lanza al sofá, enterrando su cara en una almohada para poder gritar.

— ¡Soy una idiota! ¡Soy una idiota! — dijo, antes de sacarse la almohada para poder respirar. Foolish notó la cara de un rojo intenso de su amiga, permitiéndose esta vez reír. — Acabo de pasar vergüenza frente a la mujer más hermosa que haya visto en mi vida.

— Lucías adorable.

— ¡No te burles! — se quejó. — En fin, escucha, así es cómo Vegetta deberá reaccionar a tu regalo.

— ¿Preso del pánico?

— ¡Deja de recordarme la impresión que di! — ella parecía lamentarse, pero sacudió la cabeza — Él debe parecer enamorado de tu regalo.

¿Enamorado?

— ¿A qué te refieres con eso?

— Tan feliz que no tenga otra opción que enamorarse de ti.

Tina no dijo más, acariciando otra vez a Leo y marchándose no sin antes preguntarle a Foolish cuando sería la dichosa reunión. Este le respondió y ella parecía alegre de nuevo, segura de que podría mejorar su inexistente relación con Bagi la próxima vez que la viera.

Cuando Foolish volvió a quedarse solo con la compañía de Leo se sentó en su sofá y pensó en la idea del regalo. No era mala, y sería una excelente excusa para volverlo a ver.

Aunque... ¿enamorado? Rio ante la idea de ver a Vegetta así, por más que era algo que le causaba suma curiosidad.

¿Cómo se vería Vegetta enamorado? ¿Quién podría causarle ese sentimiento?

Vegetta con alguien más...

De repente se sintió incómodo ante la idea, recordando lo de la cita de estudios. Era la misma sensación hasta que se enteró que se trataba del muchacho que nunca publica el cartel de Leo ¿Quackity? Así que daba igual... si es que no se hubiese puesto tan a la defensiva aquella vez.

¿Por qué lo hizo?

"Yo también te extrañaría, Vegetta, ¿cómo no voy a extrañar a alguien como tú?"

Era verdad, sí que lo era, sin embargo, sonó tanto a una súplica que se alegraba de que Vegetta no se percatase. Si lo hubiese hecho, quizá se hubiera puesto tan nervioso que aquella despedida hubiese terminado muy incómoda.

Vegetta era solo su amigo, tenía derecho a enamorarse. No estaría para siempre a su lado, al igual que Leo.

— Ey... — cargó a la gata, quien lo miraba fijamente — ¿Qué crees que le pueda regalar a tu padre?

Nada lo convencía.

Llevaba tres horas recorriendo todo el centro comercial al que había ido con Jaiden mientras Tina cuidaba de Leo (y con la esperanza de ver a Bagi una vez más). Bad también fue invitado a pesar de las quejas de Foolish. Para alivio suyo, este tuvo que cancelar pues estaba a cargo de Dapper y otros perros como su trabajo de medio tiempo.

Ahora, sentados en el patio de comidas, Foolish intentaba pensar en alguna tienda a donde no hayan ido, fallando en el intento.

— ¡La comida ya llegó! — Jaiden le da la caja de donas que compró y la abre para poder comerse algunas — Qué hambre hace luego de estar horas buscando... ¿exactamente qué buscamos?

— Un regalo para animar a Vegetta, aunque aún no estoy seguro de qué. — mordió una dona de chocolate con furia, enojado de no poder saber con exactitud qué debería darle.

— ¿Qué le gusta?

— Ya lo tiene todo. — y no era por sonar prepotente, de verdad que no había encontrado algo que Vegetta necesitara o quisiese en la actualidad — Intenté sacarle algo durante las video llamadas antes de dormir, pero fue imposible.

— Difícil de complacer, ¿uh? — Foolish asintió — Podríamos venir otro día, digo, no hay un plazo para el regalo.

— Lo sé, es solo que... —movió sus piernas levemente — Quiero verlo feliz.

Jaiden nota la franqueza de sus palabras, soltando una pequeña sonrisa.

— Y yo quiero verte feliz a ti. — menciona, terminando sus donas y parándose — ¿Qué te parece si nos divertimos mientras piensas en qué podrías darle? Hay una feria al costado de este lugar, oí que es el último día.

— ¿Por eso insististe en venir aquí?

Ella asintió, ¡todo era parte de su plan!

— ¿Por qué no? ¡No he salido con mi amigo en meses y necesitas relajarte! — lo tomó del brazo — ¿Qué dices?

Los ojos reconfortantes de Jaiden le transmitían una paz que le hacían pensar que no tenía que preocuparse tanto. Asiente, parándose de su asiento.

— Dirige el camino, capitana.

— ¡Así me gusta!

Los dos salieron del centro comercial y se encaminaron a la feria. Ya ahí, observaron todo lo que este lugar ofrecía, con los ojos iluminados como si de dos pequeños niños se tratasen, y se subieron a todos los juegos que su dinero les permitió, pidieron toda la comida chatarra disponible y tuvieron que agarrarse del brazo y buscar un asiento para no sentirse enfermos de tanto comer. Se tomaron fotos en cada lugar posible y revisaron los regalos que veían en cada estante, disponibles solo si ganabas ciertos juegos.

Era un sitio maravilloso, a Foolish le hubiese encantado saber antes las fechas y así ir con Tina y Bad de paso. Así mismo, hubiera apartado un día en específico para ir con Vegetta, seguro que lo animaría despejarse un poco de tantos proyectos.

— ¡Soy horrible en esto! — Jaiden volvió a él luego de haberse decantado por un puesto en particular, lamentándose de no haber sido capaz de ganar.

— ¿Quieres que juegue por ti?

— ¿Para qué? ¡Un niño de diez años se terminó ganando el peluche que quería! ¡Solo observa esa cara de malicia!

Sus ojos se dirigieron al lugar de donde Jaiden venía. Era un puesto de lanzar aros, común en este tipo de lugares. Se acercaron, notando como el dichoso niño del que Jaiden se quejaba la miraba con burla mientras alzaba un peluche de un ave muy bonita en su opinión.

— ¿Desea participar? — escucharon la voz de la persona a cargo, quien se dirigía a Foolish — Un ticket y tendrás tres intentos, ¡puedes ganar desde cosas simples hasta objetos muy valiosos!

Foolish miró el resto de premios para ver si había alguno que captase su atención. Peluches, pulseras, maquillaje, juegos de mesa... nada realmente atractivo, y estuvo a punto de decirle que pasaba por el momento.

Al menos... hasta que vio aquellos guantes.

Un par de guantes de lana llamaron su atención. Protegidos en una cajita de cristal aquellos guantes de un blanco níveo reposaban, siendo el centro de atención de al menos ese piso del estante. Elegantes y finos, el recuerdo de las manos heladas de Vegetta llegó a su mente. Siempre le pareció curioso el hecho de que las manos de su amigo estuviesen constantemente heladas, preguntándose si eso le incomoda, más si era invierno. Vegetta respondía con que no era importante, para eso estaban sus bolsillos, pero esa respuesta nunca logró satisfacer a Foolish.

Ahora, con aquellos objetos frente suyo, una luz iluminó su cabeza.

El regalo había aparecido por fin.

— ¿Cuánto puntaje debo hacer para obtener esos guantes? — preguntó, sorpresivamente serio.

— Buena elección — el hombre agarró la cajita y sacó el preciado objeto — Hechos de la lana más fina que encontrarás, son tan valiosos que deberían estar en una tienda lujosa — Foolish arqueó una ceja, esperando la respuesta a su pregunta — ¡Tienes que asestar en el objetivo más difícil!

El hombre señaló el estante más alto, donde había un tubo que era poco visible a la vista. Foolish y Jaiden se preguntaron si era justo tenerlo ahí y no abajo como los demás, pero no eran los dueños del lugar así que no pusieron objeciones.

— Solo un aro. — continuó — y esos guantes serán tuyos, ¿qué dices?

— Acepto. — respondió, dándole un ticket antes de recibir los objetos y posicionándose para lanzar el primero.

— ¡Vamos, Foolish!

No debía ser difícil, ya había jugado algo similar cuando era joven. Miró hacia el objetivo y lanzó el prime aro. Falló. Intentó con el segundo y luego el tercero, sin embargo, ambos terminaron cayendo en cualquier lugar menos donde deberían.

— Jaiden, ¿cuántos tickets tenemos?

— Como diez, pero puedo comprar más.

Sería una tarde larga, pero Foolish estaba dispuesto a conseguir esos guantes a como dé lugar.

Veinte tickets más, sesenta aros más. Ya era de noche y algunas personas se quejaban de cuándo sería su turno.

— Nos quedamos sin dinero... y tickets. — escuchó a Jaiden decir para desgracia suya.

— Fudge.— gruñó — ¡Esto es imposible!

El hombre lo observó, acercándose a él.

— ¿Quieres los guantes para ti? — le preguntó.

— Para alguien especial. — fue su respuesta — Estoy seguro que no solo le harán feliz, sino que le servirán.

— Con el dinero que has gastado en tickets podrías comprar guantes en alguna tienda.

— Tienen que ser esos. — señaló la caja que resguardaba los que quería — Son perfectos. No sé cómo explicarlo, pero de tan solo verlos... sé que son justo para él.

— Oh... ya veo — sonrió — Muy persistente, me agrada eso. — el vendedor le da un aro, de color morado, para sorpresa del par de amigos — Una. Última. Oportunidad.

Foolish no podía creerlo.

— ¿En serio?

— ¡Toma la chance, Foosh! — le anima Jaiden, y este asiente para luego tomar el aro.

— Espero no se arrepienta luego de que consiga esos guantes, señor. — es lo último que Foolish dice antes de volver a ponerse en posición.

Observa los guantes una vez más, imaginando el rostro de Vegetta cuando se los diera. Foolish le pondría cada una en sus manos, esperando que el frío jamás vuelva a invadirlas. Vegetta le agradecería, soltando algún piropo para avergonzarlo y terminando los dos entre risas. Leo se acercaría y Vegetta, aunque en un inicio parecería receloso con sus guantes, terminaría por cargarla pues la ama demasiado como para preocuparse por el pelo impregnado. Foolish adoraría ver ese momento, sobre todo esos ojos amatistas brillantes, dirigidos a Leo y él, y se acercaría a ellos para por fin tener la tan dichosa foto familiar que hasta el momento no habían sacado.

Ver a Vegetta tan feliz sería suficiente para Foolish. Quien luciría enamorado de esa escena sería él mismo.

Pero la palabra enamorado era algo muy fuerte, y solo lo está utilizando pues es como Tina se refirió con respecto al regalo. Eso es.

¿O no lo es?

Lanza el aro con ello en mente, confuso.

¿Qué es lo que está pensando?

El aro cae, perfectamente, en el tubo indicado. Foolish no parece creerlo hasta que Jaiden aplaude de la felicidad y el vendedor lo felicita con los guantes ahora guardados en una cajita de cartón plateada, dándosela.

— Qué afortunada es la persona a quien se lo regalarás. — le dice — ¡Nadie había podido lograrlo hasta ahora!

— ¡Muy, bien, Foolish! — es ahora Jaiden quien se le acerca, aun aplaudiendo.

Pero los pensamientos de Foolish ya no están ahí.

Se da cuenta de que quiere ser el causante de varios momentos de felicidad de Vegetta. No por sentir que le debe un favor, ni por agradecido por todos los momentos que estuvo a su lado. Daría lo que fuera por siempre ser testigo de aquel carisma que embriaga a cualquiera que se dignara a conocerlo.

¿Pero es así como un amigo debería sentirse? Es así, ¿verdad?

¿Lo que sentía por Vegetta era solo amistad?

— ¿Tierra llamando a Foolish? — Jaiden lo hace volver en sí, notando que ya estaban de camino a su auto para volver a casa — ¿Estás tan feliz que no puedes hablar?

— Yo... me encuentro muy confundido.

Jaiden notó como los ojos verdosos de su amigo se dirigieron a los guantes al decir eso, sonriendo levemente.

— También me sorprende que hayas hecho lo imposible para ganar esos guantes. — ella cambia el tema, sabiendo que su amigo necesitaba un tiempo para con sus pensamientos.

Ambos suben al carro, con Jaiden preparándose para dar marcha.

— Vegetta los amará. — prosigue — Seguro que le encantará saber cómo los obtuviste. Después de todo, el objetivo era que se animara, ¿cierto?

— Sí.

— Por ahora hay que enfocarnos en eso.

El camino había sido tranquilo, escuchando ambos la música que Jaiden puso y que ella tarareaba sin errores. Foolish miraba las calles pasar, con la cajita acurrucada en su pecho y nervios ante una realización de la que aún no estaba seguro si era cien por ciento verdadera.

— Jaiden...

— ¿Sí?

— ¿Alguna vez juraste que no volverías a hacer algo y terminaste por no cumplirlo?

— Una vez dije que dejaría de comer chocolates, y fallé una semana después. — respondió — ¿Tú?

— No lo sé, por el momento no he roto nada, pero...

— ¿Puedo ganar algo si terminas fallando?

— Que poca fe me tienes.

— Se supone que no sé de lo que hablas, ¿o sí?

Y claro que lo sabía, Foolish podía notar en sus ojos que sabía a lo que se refería: aquel juramento el día que se volvieron a ver en el antiguo departamento. Sin embargo, ella esperaría a que fuera él quien diera el primer paso para ahondar en un tema que creyó nunca volver a tocar.

— Necesito pensarlo con la almohada, puede que al final solo se trate del cansancio.

— Muy bien, dímelo cuando estés listo.

El carro se detuvo, llegando a su destino. Foolish salió, por fin en casa.

— A dormir, Foolish, hoy fue un día muy divertido. — Ella abrió la ventana de su auto para decirle ello — Sabes que siempre estoy a una llamada de distancia.

— Lo sé. — le agradeció — ¡Llega sana y salva a tu hogar!

Foolish alza una de sus manos para despedirse y así Jaiden desaparece de su vista más rápido de lo que se imaginó. Mira los guantes, suspirando e intentando desvanecer cualquier pensamiento respecto a su amistad con Vegetta, optando por alegrarse de obtener por fin un regalo digno de él.

Ya mañana sería otro día, y seguro el cansancio le hizo pensar cosas de más ¡Sí! Eso debía ser. Él no estaba para nada pensando en la posibilidad de que Vegetta le gus...

Empero, al abrir las puertas del edificio, su mente se queda en blanco. Vegetta estaba ahí, hablando con sus amigos y pareciendo que acababan de regresar de quien sabe dónde, ignorante a su presencia. En circunstancias normales Foolish se acercaría y los saludaría, le entregaría el obsequio y se iría a su departamento a terminar con su día. No obstante, han pasado tantos días desde que lo vio frente suyo y el momento en la feria lo tenían pensativo que sus piernas no se mueven y no sabe cómo actuar.

¿Por qué se le hace difícil acercarse a su amigo?

— ¿Foolish? — es Vegetta quien da el primer paso al notarlo ahí, acercándose a él mientras sus dos compañeros se ponen en marcha al ascensor — ¡Qué alegría verte! ¿De dónde vienes tan tarde?

— H-hola, Vegetta. — responde entre tartamudeos, ocultando la caja detrás suyo, inconscientemente — Salía a pasear con Jaiden. Había una feria y era el último día, no queríamos perder la oportunidad de ir.

— ¡Eso es maravilloso! — junta sus manos — Creo haber oído de ella, lástima que estuve ocupado para ir por mi cuenta.

— Podríamos ir el otro año si deseas. — propone, sus palabras tan rápidas que se hizo un poco difícil para Vegetta entenderlo — Sería muy divertido.

Vegetta suelta una sonrisa y mira hacia otro lado. Foolish se siente un poco avergonzado, ¿quizá habló de más otra vez?

No puede ignorar que le gusta verlo sonreír.

— Si es contigo me encantaría.

Ante esas palabras, Foolish sería capaz de tomarlo de la mano y pedir el primer taxi que los lleve a la feria, hacerlo divertirse en todas las atracciones y terminar comiendo en el primer restaurante que encuentren hasta reventar. Es ese toque de emoción y adrenalina lo que las palabras de Vegetta causan en él, y desea tanto que los ojos morados dejen de parecer cansados y lo iluminen con aquella chispa que tanto le encanta.

Aprieta la caja, pensando si sería el momento para darle los dichosos guantes. Empero, antes de realizar algún movimiento el celular de Vegetta suena, notando como el joven parece cansado de tan solo leer la pantalla.

— Ja, no pueden iniciar la noche de películas sin mí, incluso si es la primera vez que participo en más de una semana — Vegetta suspira — Por cierto, estaré libre dentro de unos días y podré ir a visitar a Leo, ¿hay algo que necesite?

A ti.

— Quizá comida porque ya está por terminarse, pero puedo encargarme de ello.

— ¡No, no! Déjamelo a mí. — se pone una mano en el pecho — Hay una tienda cerca de mi universidad. Solo menciona el día que se termine e iré a comprarla sin dudar.

— Dalo por hecho. — confirma — Eh... ¿Vegetta?

— ¿Sí?

Debe sacar los guantes y dárselos.

— Buena suerte con tu proyecto. — sin embargo, no lo hace — Leo ya quiere volver a pasar tiempo contigo, no solo a través de una pantalla.

"Y yo también" no fue capaz de decir, pues sintió que era innecesario.

Vegetta vuelve a sonreír, y Foolish podía volver a afirmar que su sonrisa era la más bonita que había visto.

— Yo también extraño a mi niña... y a ti.

Vegetta se va, pues las notificaciones en su celular comenzaron a hostigarlo y Foolish emprende camino a las escaleras, con una sensación confusa pero agradable en su pecho.

Si Vegetta se lo hubiese pedido lo hubiera acompañado en el ascensor, aunque eso hubiera hecho más evidente los guantes que seguían escondidos detrás de su espalda.

Cuando llega a su apartamento nota a Tina durmiendo plácidamente en su sofá. Busca una manta para cubrirla y hace una nota mental de que debe decirle que puede dormir en su cama si tiene sueño, mientras él se recostaría en el sofá en su lugar.

Llega a su habitación y nota a Leo jugando con uno de los ratones de tela que ella le trajo.

— Hoy vi a tu papá. — le dice, mientras ella lo rodea con su cola y maúlla — Te extraña. Quise darle su regalo, pero... no era el momento.

Foolish se sienta en su cama, mirando la caja y abriéndola para revelar los guantes. Leo sube a su lado, curiosa, olfateándolos.

— Sus manos siempre están heladas, así que es algo necesario. Y se vería bien con ellas, aunque él siempre se ve bien...

Leo maulló como si le estuviese respondiendo. Este la acarició, contento de tenerla a su lado un día más.

Se paró y abrió un cajón para guardar los guantes por el momento. Cuando se dio cuenta, era la misma donde los objetos de Mariana se hallaban. Una sensación inquieta se apoderó de él, aun así, guardó la caja en el mismo lugar y cerró sin mirar atrás.

Sus sentimientos por Mariana y sus sentimientos por Vegetta... de solo pensarlo se mareaba.

— Solo estoy cansado, y cuando lo estoy pienso en tonterías. — se intentaba convencer — Leo, si esto es más que un simple desvarío... humn... ¡ya sé! Si es así te compraré dos bolsas gigantes de comida, ¡recuérdalo!

¡Miau!

Con sus ojos poco a poco entrecerrándose, miró por última vez el cajón donde guardó los guantes y sonrió. Lo que debía importar era que tenía algo para alegrar a Vegetta y ya quería ver su reacción.

Quizá todas sus dudas se esfumarían cuando cayese ante el sueño.

Aunque, muy en el fondo, no quería olvidarse de esa sensación.

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