30. Hablar
Este es el último día que van a estar juntos y como no puede ser de otra manera, solo hay caos a su alrededor. Como una fiesta de despedida, principalmente para aquellos espectros que no pensaban volver a poner un pie sobre la tierra bañada de luz, todos se encontraban reunidos en la mansión Kido, bromeando entre ellos, gritándose y esperando cualquier oportunidad para lanzar a cualquiera sobre las rosas para que se espinara o a la piscina para joderle el día.
Es difícil caminar por cualquier lugar, la sala esta casi a reventar, no hay ningún asiento disponible y los que están alrededor de algún lado sacaron un tenga y simplemente disfrutaban jugando entre ellos mientras el resto los observaba, el patio no estaba mejor, podría parecer que 176 seres, sin contar a los sirvientes, eran pocos para tan enorme mansión, pero todos estaba tan dispersos en el patio que se sentía lleno y las discusiones, literalmente, estaban a la vuelta de la esquina.
—¡La próxima vez que venga traeré a Kora para que juegue contigo!
—¡Dudo que tu señor te deje sacarlo tan lejos a pasear!
—¡¿Acaso estas retándome?!
Se movió del lugar donde se había quedado momentáneamente plantado, admirando la discusión, antes de tener que irse para evitar quedar en medio de la pelea, sorprendiéndose de que a ambos guerreros se les hubiera permitido traer sus respectivos instrumentos ¿Iban a dar un concierto en conjunto? Eso sería todavía más divertido de admirar que la discusión que ahora estaban llevando a cabo junto a la destrucción del patio.
—¡Shura, dame un beso de despedida!
—¡Señorita Phantasos, deje de correr detrás de él!
—¡Señorita Phantasos, el dios Hypnos exige que se presente de inmediato ante él!
—¡Shura, deja de correr de él, es solo un beso!
Como ya sabía, dentro de la mansión todo era peor, su espalda golpeo violentamente contra la pared antes de siquiera empezar a subir las escaleras, empujado por Shura que rápidamente intentaba huir de las garras de la rubia que no paraba de ser insistente y que era perseguida por otros dos espectros, mientras Aioros correteaba al grupo, probablemente por las ordenes de alguien más.
—¡Hay Kanon, ¿no quieres despedirte de Radamanthys?!
—¡Venga, tengan otra pelea en calzones!
La siguiente vez que puso su espalda contra la pared fue para dejar pasar al extraño grupo borracho que probablemente se terminó el vino en el aquel piso para no compartir, vagamente reconoció a los caballeros de Cuervo y Lagarto, los cuales iban casi abrazados de unos espectros, todos tan felices de camino a las peleas de la parte baja, probablemente harían que fueran peor ya que ellos ya estaban algo pasados de copas demasiado temprano.
Finalmente y tras preguntar a varios sirvientes, abrió una de las muchas puertas de las habitaciones, asegurándose que al cerrar sonara el seguro y caminar con cierta ira hacia el balcón que aquella habitación poseía, la vista era hacia la parte frontal de la mansión, por lo que se apreciaba sin problema alguno el trabajo del jardinero, uno que no sería mancillado como el patio trasero y, sobre todo, finalmente fue capaz de darle un coscorrón al dios menor, que ni siquiera hizo un intento por esquivarlo.
—¡Oneiros, llevo toda la maldita mansión recorrida solo para buscarte! —gruño entre dientes, cansado después de caminar tanto y descubrir solo tras preguntar a los sirvientes, que el de cabello plata se encontraba ahí, menos mal su cabello y ojos eran únicos, de otra manera dudaba haber dado con el tan fácilmente.
—Lo sé, te vi cuando llegaste. —Oneiros se mantuvo en la misma posición con la que había visto a cada uno de los espectros y santos caminar hacia la puerta principal, consciente del momento en que el otro había arribado al lugar.
—Podrías haberme gritado ¿sabes? —se recargo también en el barandal, intentando buscar que era lo que Oneiros parecía mirar con tanto interés, aunque no había nada en especial frente a ellos más que el buen trabajo de jardinería.
—No me hubieras escuchado, lo sé —respiro profundo, disfrutando del silencio que la habitación otorgaba al igual que la entrada principal, no tenía que ser un genio para saber que probablemente ya había algunos combates desarrollándose por ahí y su hermano probablemente estaba siendo un problema—, le grite a Radamanthys y a mi hermana, si Phantasos me hubiera escuchado, no estaría dando vueltas por ahí.
Kanon se separó del barandal para cruzar los brazos, pensando que, tenía razón, si la rubia se hubiera dado cuenta de donde estaba su hermano, probablemente se hubiera encerrado en alguna habitación con Shura en lugar de perseguirlo, aunque tomando en cuenta como era su compañero, dudaba que se hubiera dejado atrapar a la primera en alguna habitación.
—Bueno... Este es nuestro último día juntos oficialmente ¿hay algo que quieras hacer?
Disfruto del aire fresco antes de que una lejana explosión los hiciera brincar al mismo tiempo y entonces un montón de ruido se comenzó a escuchar en la planta baja.
—No realmente, ni siquiera me dan ganas de ir a ver como se están matando aquellos.
—Por el ruido probablemente fue Aioria.
—También podría haber sido Capricornio, ¿no?
Se quedaron en silencio un poco más, no queriendo hablar mucho sobre el tema y la posible destrucción de la mansión, aunque Athena debería de haber estado consciente de que algo así iba a pasar después de todo un mes lleno de tensión.
Inconscientemente, sus ojos se desviaron hacia el tranquilo dios menor, que parecía casi tan ausente como aquel día en el bosque, pero no lo suficiente para quedarse callado. Curioso, levanto su diestra para acariciar el cabello plateado un poco y jugar a estirar los mechones cortos, una acción que no esperaba, Oneiros se la permitiera.
—¿Oye, alguna vez vamos a volver a hablar?
A estas alturas no podía decir que lo odiaba tanto como al principio, si le daban la oportunidad probablemente si lo atacaría con la intención de matarlo, pero había algunas ocasiones en que había sido tan... Divertido e incluso casi agradable, aunque estaba al tanto de que algunas veces Oneiros no lo estaba mirando específicamente a él, lo que le daba cierta curiosidad por saber a quién miraba, aunque claramente en 30 días no iba a conseguir la confianza suficiente para que el otros soltara cualquier cosa, si tan solo le daba un poco más de tiempo...
—No...No lo creo —respondió el dios menor, apartándose del barandal al mismo tiempo que tomaba la mano de Kanon para apartarla de su cabeza a la par que le sonreía tranquilamente—. Aun te odio.
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