29. Café

Este es, probablemente el único café que le va a invitar y no lo hace realmente por gusto, sino más bien porque quiere que Kanon se olvide de la conversación de ayer, al menos lo suficiente hasta que pueda escaparse y regresar hasta que el otor está bien muerto y su alma enterrada en el Cocytos, momento donde ya debería de haberse olvidado sobre lo que casi suelta sobre su hermano.

El lugar no está vacío, pero tampoco tan lleno como para que sentirse incomodo ante la presencia de tantos mortales, aunque es algo a lo que medianamente ha sido capaz de acostumbrarse con todos aquellos días rondando por ahí, aunque el deseo de volver y solo trabajar en el silencio es cada vez más fuerte, que casi puede entender el alivio de Balrog al no tener que participar en tan extraña actividad. Así que respira profundo antes de darle un trago a su café, cansado, ignorando por completo que Kanon tenía varios minutos mirándolo fijamente y que sus ojos por alguna razón se iluminan con la nada cuando claramente disfruta de su bebida no tan caliente, pero si cargada.

—¿A ti, te gusta el café?

Kanon habla después de los largos minutos de silencio, jugando con las bolsas a sus pies, cumpliendo con su promesa del día anterior sobre ir a buscar los "recuerditos" para Oneiros, asegurándose de desquitarse con el dinero del sirviente de Hades tras haber tenido que gastar su propio dinero en él.

—Algo, tengo la sensación de que lo solía tomar mucho, hace tiempo.

—Oh, es curioso —guarda silencio un momento, dándole un sorbo a su propia bebida antes de seguir hablando—, tal vez por eso tus besos parece que saben a café.

La taza de Oneiros se queda a medio camino después de que Kanon soltara tal cosa, su rostro es todo un poema, lo suficiente, que hace reír al géminis de tal manera que llama la atención de toda la tienda, que, aunque siguen sin ser demasiadas personas, sigue siendo un numero lo suficientemente grande que le hace sentir incomodo al saber que los están mirando.

No sabe exactamente qué es lo que ocasiona que su rostro se ponga más caliente de lo normal, pero por alguna razón parece que de repente Kanon ríe con demasiada fuerza que en cualquier momento parece que se quedará sin aire y morirá por la falta del mismo.

—Eres un estúpido. —murmura enojado, sin entender que está pasando, buscando esconder su vergüenza tras la no tan cálida bebida.

Menos mal que esta era la primera y última vez que le invitaría un café.

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