Capítulo 45 🐰 Una pequeña solución
#ViernesDeRTR
#ASHUDAGENTENOHEDORMIDO
La furia se expande por mi cuerpo como fuego frente a la imagen impresa que está pegada en mi puerta. Casi paso desapercibido el rechinido de mis dientes apretados y el dolor que causan mis uñas enterradas en la piel. La verdad, eso poco me importa, porque el disgusto es mucho mayor.
La imagen es una selfie de Bonnie, posando junto a Chase, quien tiene el torso descubierto y a todas luces se ve que no está dentro de sus cinco sentidos, pero desde el conocimiento cualquiera diría que es una foto después de haber tenido relaciones por la playera que Bonnie está usando. Y abajo, la frase: «una imagen vale más que mil palabras 😘».
Sus intenciones huelen hasta aquí.
Arranco la hoja, la hago una bola y tengo la intención de lanzarla a un lado. Me arrepiento al darme cuenta que Flavio, el de la recepción, está cerca, quitando las demás hojas de los murales.
Porque sí, esa maldita foto está por todo el pasillo.
Quiero ir a reprocharle cómo pudo pasar una cosa así en su presencia, pero prefiero descargar mi enojo en la bola de papel. Apretarla hasta que mis dedos duelan o lanzársela a los residentes curiosos que se acercan a ver los murales.
Lo que hago es quitar las hojas también, incluyendo la que está pagada en la puerta de Chase.
Me pregunto dónde está y si se ha enterado ya de la nueva decoración que Bonnie impuso.
Entro a la habitación y ahora sí me siento libre de lanzar la bola hacia lo primero que veo: la estúpida lámpara de mesa que pertenecía a Bonnie.
El tiro es tan desastroso que ni siquiera la muevo, pero atrae la atención de Pato, que no duda en abalanzarse sobre la bola y ponerse a jugar sobre la cama.
—Ten cuidado, Pato, esa cama necesita ser bendecida —me burlo con desgano y dejo mi bolso a un lado.
Llegar de una clase tan pesada como Astrofísica y toparse con una imagen tan desagradable debería ser penado con cadena perpetua.
—Si yo fuera tú, estaría grabando un video de cómo quemo toda su ropa, a ver si le gusta —comenta Anne enseñarle la hoja arrugada a más no poder—. Me daría igual recibir luego alguna clase de pena o si me quieren expulsar de la universidad, hay cosas con las que no se puede jugar ni tocar.
—Es obvio que intenta tergiversar la situación y ponerme celosa.
—Lo que intenta es dar a entender que tuvieron sexo, Michi, y eso contradice a lo que dijo antes.
Estaba tan molesta que no me di cuenta de su error.
—Chase puede agarrarse a eso.
—Exacto.
Me incorporo y coloco la laptop sobre la cama. Anne y yo estamos haciendo una videollamada mientras trato —en vano— de acomodar los párrafos del informe que necesito entregar mañana.
—Pero de alguna forma va a manipular la situación, ya lo veo venir. Fue actriz, ¿recuerdas?
—Recuerdo que era una niña chillona, molesta y sobreactuada, tal cual la describiste en la oficina del rector. Esa niña no ha cambiado en nada. ¿No recuerdas que cada vez que aparecía en un programa con otros niños de su edad actuaba como si quisiera ser el centro del universo?
—Anne la licenciada en Psicología —me burlo.
—Hablo en serio, siempre sentí algo raro en ella.
Escarbando en mis recuerdos sobre Bonnie en su época de actriz infantil, la recuerdo como una niña risueña que era el ejemplo de las demás niñas. Era todo un ícono infantil, y lo tenía todo. Absolutamente todo.
—¿Por qué crees que ha llegado tan lejos conmigo y Chase?
—Debe tener algún complejo que todavía no logra arreglar. Que vaya a terapia, urgente.
—Ella era tan linda y famosa...
—Y luego pasó al olvido —Anne emite una risa nasal—. Ahí tienes su complejo: está desesperada por volver a ser el centro de atención. Asunto solucionado, debería convertirme en detective.
—Pero ¿llegar tan lejos? Sus actos solo traen mala fama.
—Según lo que me cuentas, le está yendo bastante bien haciéndose la víctima.
—¿Y lo de Chase? A ella realmente le gusta.
Anne me mira como si acabara de soltar la mayor estupidez contada.
—Lo de esa chica no es amor, es puro capricho porque no puede ser suyo. Está tan acostumbrada a obtener lo que quiere, a ser la linda, a que todo el mundo la mire, que no soporta el hecho de que un chico tan buenorro como Chase no le preste atención. Luego se volvió un reto, pero no le funcionó. Y ahora lo ha metido en un fregado.
—Es un poco triste, ¿no?
—¿Vivir siendo una mierda de ser humano? Sí.
—No, tenerlo todo y quedarte en el olvido. Cuando la conocí, Bonnie dijo que había entrado a Actuación para volver a las andanzas. Saber que ya no es la misma niña y tratar de aferrarse tan fuerte a su época dorada es simplemente deprimente.
Anne blanquea los ojos.
—No puedo creer que intentes empatizar con la tipeja que dejó que Pato escapara.
Escucho sus palabras, pero lejos de tomármelo como una ofensa, lo tomo como algo con lo que acompañar la repentina idea que me ha surgido.
—Hablamos luego, Anne...
—¿Qué? ¿Vas a dejarme tirada? —reclama— ¿A una embarazada?
A veces olvido que es una dramática. Y ahora que está embarazada lo es todavía más.
—Hablamos luego, dije. Deséame suerte.
—¿Qué vas a hacer? —pregunta en lo que yo me coloco de pie.
—Algo muy estúpido. Te cuento luego.
Antes de que reclame otra vez, termino la videollamada y guardo el informe en la nube de mi cuenta.
Haré uso de mi poder como protagonista de un libro.
O lo que pueda obtener de él.
Con mi teléfono en mano salgo del dormitorio y llamo a Houston.
—¿Qué pasa? —Su voz es baja, como si acabara de meterse bajo el escritorio para contestar— Estoy en medio de una clase.
—¿No puedes escapar de ella?
—Ojalá pudiera, pero en el siguiente turno me toca exponer un trabajo. Estoy muy nervioso, no me vendría mal que vinieras a secuestrarme o armar un escándalo con consecuencias desastrosas para que pueda tener unos días más de preparación.
—Eres un irresponsable —acuso en lo que salgo de la residencia.
—Soy responsable con mi salud mental... —Ambos reímos, pero parece que recuerda que necesita ser cauteloso y deja de reír— ¿Qué necesitas? —insiste con la voz baja otra vez.
—Que me acompañaras a un sitio, pero se lo pediré a Kash.
—¿Así de fácil me reemplazas?
Blanqueo los ojos, aunque no pueda verme.
—Bobo. Éxitos con tu exposición.
—Gracias...
Antes de que pueda continuar, escucho una voz imponente. Debe ser su profesora llamándole la atención.
—Lo siento —le digo antes de cortar la llamada.
Bien, creo que mi suerte de protagonista sigue siendo mala.
Espero que con Kash las cosas sean diferente; marco su número y espero.
—¡Hola, Michi!
Ella siempre tan animada. Escucharla es una brisa fresca que no imaginaba necesitar; pero eso es lo que Kash hace: refrescar el ambiente, incluso cuando es por llamada.
—Hola. ¿Estás ocupada?
¿No hay un «¿cómo estás? ¿Dónde quedaron tus modales?
Carraspeo con incomodidad, ignorando mi consciencia.
—Pensaba sacar a pasear a Pocky, pero puedo hacerlo más tarde. ¿Qué necesitas?
—Te llamaba para pedirte un favor.
Por algún motivo pedírselo a Kash es mucho más complicado que hacerlo con Houston. Supongo que haber dejado a la deriva su propuesta de celebrar el cumpleaños de Nathan el otro día y no mencionar más el tema, es lo que me pesa.
—Claro, en lo que sea.
—¿Podrías acompañarme a la casa de los Sigma Alpha? —Lo digo rápidamente.
Hay un silencio, de esos que se pueden interpretar como incómodos.
—¿Acompañarte en qué sentido?
—Creo que en el único sentido existente. Necesito hablar con ellos.
La oigo suspirar y juraría que también chasquea la lengua.
—No lo sé, Vea dice muchas cosas de ellos y, la verdad, me los creo. Sus fiestas son...
—Un horror, lo sé, por eso necesito ir a hablar con alguno de ellos. Puedes quedarte afuera, solo necesito a alguien que me dé apoyo moral.
—No, por Dios, no te haría eso. Jamás permitiría que entres sola, es como dejarte entrar sola a La Casita del Horror que está en el parque de atracciones. Pero... —su pausa es la prueba de que la respuesta general es un no— ¿es estrictamente necesario ir con ellos?
—Sí, te lo explico luego.
Otro largo silencio.
—Si me acompañas celebraré el cumpleaños de Nathan. ¿Te parece?
—Eso se llama chantaje.
—Yo lo llamaría un acuerdo.
Su risita nerviosa me sabe a victoria.
—Está bien, me has convencido.
—No fue difícil —digo, lo más orgullosa que el enojo que llevo dentro me permite.
—¿Dónde te veo?
Kash y yo nos encontramos a dos cuadras de Sigma Alpha, lo que me da tiempo de contarle por qué razón estoy poniendo en riesgo nuestras vidas. Bueno, estoy exagerando, pero ya me entienden. Mis justas razones la dejan más tranquila, y le despiertan el lado justiciero.
Lamentablemente, ese lado nuestro flaquea al ver que la fraternidad ha llevado al siguiente nivel la palabra «locura» y se ha montado una fiesta más ruidosa de lo que esperábamos.
Estando lo suficientemente cerca, me dirijo hacia el nuevo sujeto que custodia la entrada a la casa mientras Kash se queda a unos pasos de mí.
—Disculpa, necesito saber si puedo ver las cámaras de seguridad de la casa.
—Eso es imposible, nena.
Omito ese «nena» que me enerva la sangre.
—Es para algo importante, yo...
—No me importa —dice a modo de burla—. Las cámaras de seguridad solo se ven en casos especiales.
—¿Cómo cuáles?
—Hurtos, problemas legales... Lo normal.
—Qué bueno que mencionas lo de robos y asuntos legales porque precisamente eso quiero...
—¿Tienes una hoja que nos obligue a enseñarte las cámaras?
—No, pero...
—Entonces no hay discusión. Cruza los brazos sobre el pecho y le hace una seña a la pareja que se nos une en la entrada, permitiéndoles el paso.
—¿Podrías enseñarme los videos que grabaron el fin de semana pasado al menos?
—Hay clips en internet, nena. Búscalos.
—Necesito ver las grabaciones, nada más.
—Puedes verlas por internet. Si es todo lo que quieres, puedes largarte.
—Por favor —odio tener que rogar—. Es para...
—Oye, yo te conozco. —La voz gruesa del gorila cambia drásticamente cuando sus ojos se posan detrás de mí— ¡Eres la chica que me ayudó en el terminal de buses!
Kash se encoge de hombros, nerviosa, como si se preguntara si realmente le está hablando a ella.
—Ah, ¿sí?
—Tu nombre suena como una caja registradora... ¿Cómo era?
—Es Kash —le corrige.
—Ese mismo. Puedo recordarte bien porque vestías muy similar.
Alzo las cejas. ¿En qué momento el sujeto pesado de la entrada se convirtió en un cachorrito adorable?
—¿Eres al que ayudé con las maletas?
—Oh, con que me recuerdas.
Vaya, vaya, parece que Kash ha conquistado a alguien más...
—Veo que te has adaptado bien —comenta Kash, señalando la enorme casa llena de ruido.
—Pues sí, ningún calzoncillo ha sido arrollado por un bus.
—El cierre de su maleta no cedió y toda su ropa salió disparada, incluyendo un calzoncillo que cayó justo en la calle —me resume Kash para que no esté tan perdida.
—Fue mala suerte, pero sirvió para comprarme unos nuevos. ¿Qué era lo que necesitaban?
Si yo soy un imán de problemas y mala suerte, Kash es todo lo contrario. Venir con ella ha sido lo mejor. Con la guía del sujeto —que le pide a otro chico que lo suplante— llegamos a una de las habitaciones principales donde nos enseña un registro de todos los locos vídeos que graban en sus fiestas. No tarda en dar con el que grabaron de Chase.
La tristeza e impotencia me sube al pecho como una llama ardiente que duele. Es desesperante verlo en medio del grupo de trogloditas bebiendo hasta el hartazgo. Y, por si fuera poco, dame cuenta que entre las personas que están viendo la estúpida competición está Bonnie, aplaudiendo con vítores el momento.
En la grabación de la casa, solo se puede ver en el pasillo a Chase siendo arrastrado hacia una de las habitaciones del segundo piso, sin playera e inconsciente.
—¿No hay cámaras dentro de la habitación? —pregunto.
El gorila de la entrada niega con la cabeza.
—Tenemos prohibido grabar lo que pasa dentro de cada habitación.
Resoplo.
—Mierda, eso no ayuda en absoluto.
—Pero sirve para demostrar que Chase estaba borracho hasta las patas.
—Normal —se ríe el sujeto—, bebió hasta reventar.
—No es gracioso —lo regaño y no sé de dónde me salen las agallas para hacerlo—. Pero Kash tiene razón, sirve para...
Mi voz se detiene al notar en las grabaciones que Bonnie pasa por el mismo pasillo llevando la playera de Chase. Y tiene el descaro de olerla. Luego se mete a la habitación.
Hasta ahora su versión está clara, pero lo que hizo dentro del cuarto —además de tomarse fotos— seguirá siendo un misterio.
Con el fragmento de las grabaciones en mi poder y los clips tomados de la fiesta, Kash y yo salimos de esa horrorosa fraternidad tomándonos un respiro profundo del aire puro que nos regala la naturaleza.
—Es increíble lo pesado del ambiente de esa casa —dice Kash.
Asiento.
—Espero no volver a entrar nunca más —digo, emprendiendo mi camino hasta la residencia—. Odio haber dejado solo a Chase ese día. Si tan solo hubiera tenido las agallas para ponerme frente al chico y exigirle que me llevara con Chase... tal vez la historia sería diferente.
—No te culpes por eso. Cualquier persona en tu lugar hubiera querido salir huyendo de ahí.
Eso no me consuela demasiado.
—Además, fuera de las intenciones de Sigma Alpha, lo que hizo o deja entrever Bonnie es otro cuento si Chase hubiera despertado al día siguiente sin ella en la cama. Eso es justo lo que ella quería: sembrar una duda. Y lo ha conseguido.
—Espero que con esto —agito mi celular— le caiga toda la consecuencia de sus actos.
—¿Estás seguro de que quieres llegar a esto, Frederick?
La mirada del rector denotaba cierta advertencia que no me gustó nada. Era una forma de decirme que no importa cuán lejos llegara con mi determinada decisión, el perjudicado iba a ser yo. Sabía que detrás de toda la fachada de rectitud que dejaba ver la universidad, el dinero movía todas sus decisiones, y yo no era rico precisamente, solo el hijo de un benefactor que acusaba a la hija de otro benefactor.
—Creo que es lo correcto.
—Es una acusación muy grave la que estás cometiendo.
—Sí, ya me lo han dicho. Pero estoy exponiendo una situación grave, si esto no tiene consecuencias graves para ella, me temo que solo se hará más grande el problema.
El recto entrelazó los dedos y se apoyó en la mesa.
—La cuestión es que no tienes prueba alguna.
—Su contradicción debe servirme de algo, ¿no? Y a usted también.
Una mueca fue todo lo que obtuve.
—Mire, si vine hasta acá para contar lo sucedido, espero un mínimo de comprensión. Cualquier persona en mi situación lo desearía, sobre todo cuando la persona que está allá afuera está jugando con la verdad. Primero dijo que no pasó nada; ahora insinúa que sí. Por donde lo vea, ella está jugando con una situación en la que yo soy vulnerable. Lo mínimo que pido es que se le sancione por eso. Si este caso no involucrara a la hija de un benefactor ni siquiera se lo estaría pensando.
—Nosotros tratamos de ser imparciales a la hora de juzgar. No basta un testimonio, necesitamos pruebas, porque en caso de que exista una demanda...
No quise seguir escuchando. Me coloqué de pie, interrumpiendo su falso discurso moralista y me situé detrás de la silla.
—Estaré esperando la fecha y hora de la citación.
Con un ademán me despedí sin esperar sus palabras de despedida. Dejarlo con la boca abierta me dejó un sabor a satisfacción en la boca que no oculté al salir.
Sin embargo, el peso de la situación me estaba cobrando factura. Era agotador intentar los actos de Bonnie cuando de su parte tenía a dos hombres de negocios con mucho dinero. Muy agotador; tanto que la idea de dejar pasar todo se me cruzó por la cabeza al salir del edificio.
Sería tomar el camino fácil, sí, pero a la larga pensaba en que lo terminaría olvidando.
Luego recordaba lo sucio y desprotegido que me sentí, que ella me había arrastrado hasta ese momento, que tenía una obsesión insana por Michi y por mí, y que si salía impune nada me aseguraba que en un futuro hiciera algo peor.
Vaya dolor de cabeza. Llevaba toda la mañana esperando hablar con el rector y el disgusto que me había llevado no lo compensaba.
Busqué mi celular y miré los mensajes. Había algunos de Mika hablando sobre la vida en otra ciudad y Jax quejándose de los horarios universitarios; también había uno de mamá, preguntándome qué pasaba y si estaba bien; más mensajes sobre la universidad; y por último mensajes de Michi.
Lo más seguro era que ella ya había visto la foto de Bonnie y no quise que lo malinterpretara.
El temor que me embargó al leerlos fue real, palpable e incómodo.
Le envié un mensaje pidiéndole juntarnos a hablar; respondió que estaba en clases y que luego pasaría a entregarle los avances del trabajo a sus compañeros, pero que podíamos juntarnos más tarde.
Ese «más tarde» fue en la noche. Específicamente en la zona alta de la universidad donde el cielo era perfecto para ser estudiado.
Verla tratando de ver a través de su telescopio, mientras Pato daba vueltas a su alrededor enredándola con la correa, me sacó una sonrisa.
Me quedé de pie observando la escena a una distancia prudente, pero dio conmigo con facilidad. Su frustración se transformó inmediatamente en una expresión de odio.
—¿Vas a quedarte ahí a burlarte o me vas a ayudar? —se quejó. Al menos no parecía molesta, molesta.
Me crucé de brazos y esbocé una sonrisa ladina.
—¿Y qué gano a cambio? —Alcé una ceja.
—Mi gratitud eterna.
Fingí una mueca de disgusto.
—Necesitas elevar el precio si quieres mi ayuda.
—Jódete —gruñó con todo el odio del mundo expresado en una pura palabra.
Dejó de lado el telescopio para ocuparse del gato, pero esto solo consiguió que la mira se hiciera a un lado, perdiendo la coordenada señalada. Maldijo entre dientes y tomó a Pato por las axilas.
—Yo sabía que no tenía que comprarle una correa tan larga —murmuró para sí.
—Pues yo lo agradezco, es una imagen adorable que deja en evidencia tu torpeza.
—Qué sabiondo, señor obvio.
—No lo digo en mal plan —defendí, acercándome—. Lejos de ser un punto negativo, demuestra que tus esfuerzos valen más que el de otras personas.
—Ay, sí, esas son las palabras de consuelo que espero de alguien al que siempre le salen bien las cosas —dijo con una cuota de sarcasmo que me causó una risa nasal. Ella chasqueó la lengua y permitió que la ayudara sosteniendo a Pato—. Ahora sé lo que siente Pato cuando trae el arnés puesto.
—¿Estás de mal humor? —Blanqueó los ojos y acomodó la ropa arrugada por la correa—. Bien, eso significa que todavía te agrado.
—Lamentablemente hay enfermedades que no tienen cura.
Le lancé una mirada de pocos amigos y le sacó una sonrisa de victoria que no ocultó.
—¿Ya viste el cielo? —Miró hacia arriba y su mirada perspicaz cambió; era la misma mirada perdida en el mundo de la astronomía, el sitio donde podía perderse por horas— Está despejado, lleno de estrellas a la vista, por eso traje mi telescopio, aunque ya ves que no le hace buena compañía a Pato.
—No necesitas ver las estrellas, me tienes a mí.
Emitió un «ja» que le raspó la garganta.
—Sí, eres toooda una estrella.
Por la forma en que lo dijo, era obvio que algo sabía. El miedo a que se lo tomara mal o que esas imágenes me dejaran como mentiroso me recorrió la médula. Sobrecogido, apegué a Pato a mi pecho, una forma de soporte inconsciente.
—Así que ya te enteraste sobre la foto.
—Bonnie se encargó de eso —pronunció con la nariz arrugada—. Imprimió la foto con un lindo mensaje, el cual no voy a repetir porque me niego a que una estupidez así salga de mi boca —se señaló a sí misma—, y la pegó en la puerta de mi dormitorio. Y del tuyo. Ah, y se aseguró de que lo viera también en los murales del pasillo.
—¿Y...?
Busqué con cuidado su respuesta.
—Dejando de lado lo grave que me parece la situación y lo que te hizo, sales fatal en esa foto.
Expulsé el aire de golpe.
—Ponte seria, boba.
—Soy seria... bueno, no, en realidad estoy furiosa. ¿Qué esperaba con una foto así? ¿Ponerme celosa? ¿Demostrar que...?
—Ella no tiene nada que demostrarnos a nosotros, quiere convencer a su padre, mi padre y manipular la situación de modo que los demás piensen que tuvimos una aventura.
—Pero ¿cuál es el fin de todo esto?
—¿Vengarse? Lo sabremos muy pronto.
Su confusión se hizo evidente al ladear ligeramente la cabeza a un lado.
—Hablé con el rector y me dijo que hará una especie de juicio donde exponga las pruebas y la deje en evidencia —expliqué—. No estuvo muy de acuerdo, pero... —suspiré, agotado de solo pensarlo— tiene la disposición de llegar a un dictamen.
—Eso es...bueno. Yo tengo una forma de demostrar que estabas completamente inconsciente en la fiesta; si ella insiste en decir que tuvieron relaciones, entonces estaría admitiendo un delito.
—¿Cómo lo hiciste?
—Digamos que tengo un enorme poder de convencimiento.
Desvió la mirada hacia un lado y jugó con
—En realidad, fue gracias a Kash. ¡Pero yo fui la de la idea!
—Pudo ser peligroso.
—Tranquilo, estoy lo bastante grandecita para intimidarlos. Además, es por una razón justa y...
En cuanto apoyé mi cabeza sobre su hombro. Sus músculos se tensaron y los elevó un poco, quizá sintiendo un cosquilleo en su cuello a causa de mi respiración colándose entre su cabello.
—Abrázame —le pedí y su respiración se agitó, lo supe por el movimiento de sus hombros.
No pareció desagradarle mi petición. Y a Pato tampoco.
—Si me lo pides así no puedo negarme —murmuró, escondiendo su rostro en mi cuello.
—Tendré que hacerlo más seguido entonces.
La música suena, las serpentinas cruzan el cielo de la sala, hay cerveza en la mesa y Vea está agitando un globo mientras Houston hace lo posible por llegar a la nota alta en la famosa canción de Whitney Houston. Tuvo la brillante idea de cantarla porque el apellido de la cantante y su nombre son iguales.
La verdad, está algo pasado de copas. Y en parte lo entiendo un poco; durante toda la tarde estuvo nervioso y afligido por tener que ayudar a organizar la fiesta de cumpleaños de Nathan. Si tuviera que describirlo de alguna forma, diría que pavimentó el camino para que las cosas entre Kash y Nathan se acerquen.
Supongo que no se ha dado cuenta que entre los dos la situación sigue siendo un tanto incómoda. Dos personas sin ninguna experiencia en el amor... Si yo estuviera en su lugar tendría comezón. Tuve suerte —o tal vez no— de que Chase tomara la iniciativa y acariciara mi enorme orgullo, porque si fuera por mí seguiría odiándolo.
«Odio».
Aquella palabra ronda en mi cabeza desde hace mucho tiempo, pero nunca lo sentí realmente.
Al menos, no hasta ahora.
—Estás muy pensativa.
Nathan me habla y todo lo que puedo ver en su rostro cuando vuelvo a verlo, es que tiene una especie de acuerdo con Bonnie.
—¿No te estás divirtiendo? —pregunta.
—Escuchar cantar a Houston no es precisamente un panorama divertido, sobre todo cuando se está destrozando la garganta.
—¡Te oigo, maldita! —dice mi amigo a través del micrófono y sigue cantando.
—No lo hace tan mal. —Nathan se encoge de hombros. Es un gesto extraño viniendo de él; y también es extraño que lo defienda.
—No, canta decentemente —disparo con sarcasmo.
Pobre Houston, yo estoy irritada con Nathan, pero quien se lleva todos mis reproches es él.
No lo mereces, mala amiga.
Empiezo a creer que mi consciencia es una extensión de Anne que me habla, solo ella podría llamarme mala amiga.
O es que estoy algo borracha.
—Entonces ¿a qué se debe que estés tan fuera de ti?
Se inclina para ver mi expresión. Pese a las luces de colores que se mueven sin parar en la sala, puedo ver sus ojos analíticos incursionando en mi cabeza.
—¿Por qué quieres saberlo?
—Porque me importas —responde.
Una risa nasal es la evidencia de mi sarcasmo.
—Permíteme ponerlo en duda.
Me muerdo la lengua por soltar lo primero que pienso.
—Puede que me hayas rechazado, pero seguimos siendo amigos, ¿verdad?
—Es difícil para mí ser amiga de quien simpatiza con la chica que le está haciendo la vida imposible a mi otro amigo —digo, sin pensarlo otra vez, y todo a una rapidez alucinante.
Sus labios se aprietan formando una fina línea.
—Más teniendo en cuenta que planeó enrollarse —hago comillas— con él en una fiesta en la peor fraternidad existente, a la cual, por cierto, irías tú.
No dice nada, lo que me da pie para salir del protocolo de felicidad que tienen las fiestas de cumpleaños y ser la aguafiestas.
—No sé si lo planeaste con Bonnie o no, pero en cualquiera de los casos mi perspectiva sobre ti ha cambiado y dudo mucho que vuelva a hacer igual a cuando te conocí. Así que, si querías tenerme feliz celebrando, lo siento, no puedo, no se me da bien ser una hipócrita.
Kash se asoma detrás de su espalda.
—¿Están discutiendo?
—No, estamos hablando sobre quién de los dos va a cantar —miente Nathan, y lo hace con una facilidad escalofriante.
Pretendiendo que nada pasó, se pone de pie y se quita de encima algunas migajas de galletas.
—Tienes razón, no se te da bien ser una hipócrita, pero a mí sí.
Esboza una enorme sonrisa, de esas con segundas intenciones, y le pide el micrófono a Houston.
A partir de esa noche no vuelvo a ver a Nathan en varios días. Sin embargo, por esas casualidades de la vida, cuando iba de camino a la guardería de Pato, lo vi de camino a su departamento junto a Bonnie.
Esto no pinta nada bien.
_________________________
Buenas tardesss bbssss~ Aquí está el capítulo del viernes, esperen el domingo, si todo sale bien, el otro <3 No pude actualizar porque pasaron cositas jiji estaba enferma (pasen tips porque llevo 2 semanas tosiendo a lo loco) y el domingo fui al cementerio y quedé pior, así que no pude actualizar
En fin, un capítulo menos para que acabe la historia~ Quiero pero no quiero porque echaré de menos al chami :(
Pa que sepan, porque el tema de Bonnie me tiene los ovarios hinchados, en el próxima capítulo sabremos qué pasará con la coneja, Chase. por fin seremos libres de esa pesada... a menos que se salga con la suya D:
Quiero contarles igual que recaí, gente :( La droga me tiene durmiendo 4 horas. No puedo evitarlo, es demasiado adictiva. Con droga me refiero al nuevo dueño de mi corazón: Astarion, mi vampiro engendro fav.
Me compré un juego de casi $40 dólares SOLO para tener un romance con él.
ASÍ QUE esa será la pregunta randon de hoy :3
¿Cuál es su personaje de ficción favorito? Puede ser de libros, pelis, juegos (en mi caso), series, etc.
Los jamoneo intensamente, pero no más que a Astarion jiji
PD: Gracias a las personitas que me dejaron msj por mi cumple <3
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