Capítulo 38 🦊 Un desastrozo Halloween
#DomingoDeNoViernesDeRTR
Capítulo dedicado a Areliriera <laf3
—¡Las extrañé taaaanto!
Apenas ponemos un pie en la cafetería, Vea nos abraza a Kash y a mí con una fuerza descomunal. Hemos acordado de vernos para tomar una malteada y ponernos al día, pero ninguna de las dos esperábamos un recibimiento tan caluroso. Necesitamos tomar aire una vez nos deja en libertad.
Ha cambiado de objetivo.
—¡Nathan, mira cuánto has crecido...!
La expresión de Nathan cuando Vea lo abraza dice «sálvenme». El pobre lo que menos esperaba era ser apachurrado en los brazos de la fanática de los libros. Yo solo puedo reírme de la situación para mis adentros, aunque la mueca de burla esté rebosante entre mis comisuras, sobre todo cuando Vea lo deja libre y agita su mano en dirección a mi mejor amigo.
—¡Houston, ven tú también!
Antes de que Vea pueda asfixiarlo cual jugador de lucha libre dispuesto a hacerle una llave, Houston se agachó y pasó por debajo de ella.
—No exageres, Vea —le dijo al ponerse de pie y cruzarse de brazos.
—Estoy sentimental, me pasé los días esperando volver a verlos.
A la única que le hace gracia su comentario dramático es a Kash, los demás preferimos hacer la fila para pedir nuestras cosas. La cafetería está poco concurrida gracias a que la mitad de los estudiantes todavía no regresa, por lo que hacer el ridículo en la entrada es algo que podemos permitirnos.
Tomamos una mesa del segundo piso junto y nos dedicamos a poner al día sobre las vacaciones. Vea cuenta que se la pasó leyendo y molestando a sus amigos; mientras que Houston cuenta que además de estar con sus amigos, estuvo en casa. Vea se indigna sobremanera cuando se entera que Houston estuvo con su ex por última vez y él no halla dónde meterse para que sus regaños no despierten la atención del grupo de chicos que está sentado a unas mesas más allá.
—Fue una forma de entender mejor lo que siento.
—Todo el maldito mundo sabe cómo te sientes, Houston. ¿Por qué no mejor dices que fue una forma de «despedida»? Eso queda mejor.
—Porque no lo fue.
—Para mí sí. Y no me digas que te sentiste confundido o que todavía lo quieres, porque juro que te sacaré de los pelos de tu maldita axila.
Nathan hace a un lado su taza de café formando una mueca de disgusto.
—Gracias por la imagen mental —dice entre dientes. Luce más serio e impaciente que el otro día, en el cine.
—No me presiones —sigue Houston—, estoy haciendo lo mejor que puedo.
—No lo suficiente —insiste Vea, agrandando los ojos. Sus ojos son tan expresivos que Houston y yo comprendemos a qué se refiere—. Si se te dificulta yo puedo ser tu vocera. Usaré mis dotes gramaticales para expresar lo que sientes.
—Es cierto —habla Kash, que parece divertida con la mini discusión entre los dos—. ¿Qué era lo que querías hablar? Dijiste que lo contarías cuando volviéramos de las vacaciones.
Houston se queda boquiabierto un instante, pero logra recuperarse.
Me pregunto si Kash se ha dado cuenta que Houston siente cosas por ella y de ahí viene su preocupación.
—Todavía no me siento preparado —confiesa mi amigo, desviando la mirada hacia sus dedos inquietos sobre la mesa. Es impresionante que el chico que me aconsejaba hace unos meses sea tan tímido.
—Está bien, a veces no hay que presionarnos...
Nathan emite una risa nasal.
—¿Qué es lo gracioso? —cuestiona Vea.
—Nada —responde con el mismo misticismo que presentaría el villano de alguna película—. Es que a veces mirar la situación desde un punto más alejado es divertido.
Todos a excepción de él nos contemplamos sin comprender a qué se refiere. Yo supongo que lo dice porque las discusiones entre Vea, Kash y Houston son como para un club de comedia en algún bar de mala muerte.
—Si quieres ser parte del club de payasos puedes unirte —lo invita Kash, pero Nathan niega con la cabeza.
—Prefiero mi punto alejado.
—Aburriiiiidooooo —Vea coloca sus manos alrededor de la boca y abuchea—. ¿Irán a la fiesta de Halloween? Harán un concurso de disfraces, retos, fotos de recuerdo, un DJ famoso traído de no sé dónde... Creo que será un buen momento para que este muchachito —pasa su brazo por detrás del cuello de Nathan y lo acerca a su hombro— por fin se rebele contra el mundo.
Nathan blanquea los ojos y aparta el brazo de Vea.
—Yo iré —dice Houston—, me gustan las fiestas de disfraces. Michi, más te vale ir también.
—Si me amenazas diré que me lo estoy pensando —digo cruzándome de brazos. La verdad es que ir a una fiesta de disfraces después de ser una ridícula estrella me parece divertido, pero me gusta hacerme la difícil para fastidiarlo un poco.
—¿Y si digo «por favor»? —Forma un puchero que lejos de parecerme tierno me da gracia.
—Eso está mucho mejor —sonrío—. Está bien, también iré.
—Pues me apunto —Kash deja su malteada sobre la mesa llena de satisfacción al ver que ya somos tres los que vamos—. Aunque no sé de qué disfrazarme.
—¿Qué les parece si vamos con un disfraz grupal? —propone Houston.
A Vea esa idea la entusiasma tanto que da saltitos en su asiento. Empiezo a cuestionar que realmente sea la mayor de los cinco.
Como todos estamos de acuerdo con la idea de disfrazarnos en grupo —porque sí, para sorpresa de todos, Nathan también aceptó— barajamos nuestras opciones. La lluvia de ideas va desde minions hasta los personajes de la saga de Harry Potter. Al final, todos concordamos que disfrazarnos de La familia Addams es la más acertada. El problema es que los personajes más relevantes son seis.
—Falta uno más —digo tras un conteo rápido—. Si Gómez, Morticia, Tío Fester, Pugsley, Wednesday y Lurch, entonces debemos ser seis o dejar a uno fuera.
—Es cierto... —se lamenta Kash—. Puedo invitar a una amiga.
—No, no —agita sus manos Vea para detener a Kash antes de que saque su celular—. Invitemos a Chase.
Su mención hace que mi corazón de un salto, lo admito.
—Él y Michi podrían ser Gómez y Morticia —propone Houston. Al mirarlo alza las cejas de manera sugerente.
—Y Nathan que sea Tío Fester —dice Vea y estalla en carcajadas.
—Creo que te verías bien sin cabello —le digo a Nathan a modo de broma, despeinándole el cabello.
De manera inesperada, Nathan me detiene de la muñeca y esboza una sonrisa.
—Yo no me reiría tanto —Me mira y, por alguna razón, presiento que sus palabras tienen otro significado— cuando lo irónico de todo esto es que el papel ideal para ti es Lurch —dice al soltarme y voltea hacia Vea—. Será un reto para ti permanecer callada todo el tiempo.
Kash se ríe y yo hago el intento. Sé que le hablaba a Vea, pero no puedo dejar de pensar que lo primero iba para mí.
Eso sonó como una advertencia.
—Entonces yo seré Wednesday y Houston se disfrazará de Pugsley —alza la voz Kash.
—Esperen, primero debería consultarlo con Chase —digo al ver que ya todos tenemos nuestros personajes.
—Pff... —Vea le da un manotazo al aire— Es obvio que dirá que sí. Bien, ya que lo hemos decidido, será mejor que empecemos a buscar esos disfraces.
No quiero discutir, así que prefiero quedarme callada. ¿Cómo debería decirles que Chase ni siquiera ha vuelto de Hazentown?
Después de una semana de nuevas materias y muchos apuntes, el día de la fiesta llega. Los rumores sobre la terrorífica decoración del estadio techado de la universidad se han repartido como un virus y nos dejan expectantes. Resulta que para Atkins es una tradición celebrar Halloween de la manera más loca posible, por eso en estas fechas todas las residencias y sitios aledaños han decorado sus casas. Y al igual que la tradición de pedir dulces, los estudiantes deben ir residencia por residencia buscando cupones que deben coleccionar; quien más junte cupones ganará diferentes premios.
Por esta razón, no es extraño que hayan tocado la puerta del dormitorio de Kash y Vea más de una vez.
—Se nos han acabado todos los cupones —le explica Vea al chico que ha tocado. Está disfrazado de fantasma, pero uno con muy bajo presupuesto porque se nota que ha agarrado la sábana de su cama y le ha hecho dos agujeros.
El chico se toma mal la respuesta de Vea y le insiste, pero esta le da un empujón y cierra la puerta.
—Estos mamadores de verga se vuelven locos por un premio tan malo... —se queja volviendo a sentarse en su escritorio para retocarse la corbata.
—¿Cuál es el premio? —pregunto al mismo tiempo que trato de no gritar de dolor cuando Kash me pasa la alisadora de cabello.
—Un mes de comida gratis en la cafetería —responde Kash—. O sea, es como un mes en un tenedor libre, solo que en la universidad. No está tan mal.
Tengo que darle la razón; comida gratis es comida gratis.
Mientras Kash termina de alisarme el cabello, el cual tengo mucho más largo de lo que esperaba, busco en el celular mis últimos mensajes. Como era de esperar, el primer chat que aparece es el grupal, seguido de un mensaje de Anne colocando un emoji de sorpresa después de mandarle una foto de mi cabello, un mensaje de Houston pidiéndome que le desee suerte, uno con mamá y, por último, un chat sin abrir de Chase.
La noche después de la cafetería le escribí para comentarle sobre el disfraz grupal, pero dijo que no sabía si volvería esta semana sin dar más explicaciones. Faltó los cinco días a clases y no lo vi en la residencia, algo que —con mucha pena— me puso los pelos en punta.
A: Acabo de llegar a la residencia, pero haré todo lo posible por ir.
Yo: ¿Por qué tardaste tanto?
A: Sé que quieres verme, bonita, pero controla un poco las ganas ;)
Yo: Sabes a lo que me refiero, bobo.
A: Margareth volvió de su viaje y quería pasar más tiempo con ella, por eso no estuve estos días... ¿Me perdí de algo interesante?
Yo: Sí, pero debes ir a la fiesta para averiguarlo.
A: Tramposa.
Yo: Aprendí del mejor ;)
Me descubro riendo como una tonta en el espejo. Y Kash también se ha fijado en ello.
—¿Va a ir? —pregunta.
—Dice que hará lo posible —resoplo encogiendo los hombros y provocando que Kash me tire el cabello—. A estas alturas es difícil que consiga el disfraz.
—Disfrazarse de Gómez es facilísimo —interviene Vea—, es un traje, dibujarse un bigote y peinarte el cabello hacia atrás. Como Lurch —extiende los brazos hacia los lados—. ¿Qué tal me veo?
—Muy fuera del papel —se burla Kash, ganándose el desprecio de su roomie quien lo demuestra con una mueca.
—Ni loca estaré callada en la fiesta, esta lengua se hizo para hablar, el sexo oral y la comida —se señala—. Y eso es lo que haré esta noche.
Kash y yo mostramos nuestra disconformidad con un rugido.
—Ahora... —continúa— ¿Estás lista para maquillarte?
—Ya casi termino —informa Kash y acomoda hacia atrás una de sus trenzas—. Solo un poco más en la parte de adelante y... ¡listo!
Vuelvo a mirar mi cabello en el espejo. Es impresionante cómo un poco más de calor lo ha dejado completamente liso. Bueno, calor y paciencia, la cual yo no tuve, por eso decidí venir a la residencia de las chicas.
En lo que Vea prepara la base que me hará ver más pálida, recibo un nuevo mensaje de Chase.
Es una foto de su bigote.
A: En la escala del 1 al 10, ¿con qué nota puntúas mi bigote?
Yo: Un 11, definitivamente.
Sabía que no me iba a fallar.
—Qué ternuritas... —pronuncia Kash, casi metida en la pantalla de mi móvil.
—¡Oye! —Lo bloqueo enseguida— Son conversaciones privadas.
—No para las chismosas —puntualiza Vea, acercándose con el maquillaje—. Ahora, más vale que cierres los ojos, no queremos ensuciar tu lindo cabello.
Obedezco y guardo silencio.
Me pregunto qué tanto leyó Kash de mi chat y si se dio cuenta que en el chat con Houston aparece su nombre...
Pasan quince minutos hasta que Vea termina de ponerme la sombra de ojos y pulir algunos detalles en mis labios. Lo que queda es colocarme el vestido y los zapatos de tacón. Me meto al baño para hacerlo y allí dentro me miro al espejo. El vestido de disfraz es más revelador de lo que esperaba, con un escote en V con corsé que al amarrar forma una tentadora línea entre mis pechos; pero con mangas largas y acampanadas. Atrás, la curva de mi cintura es pronunciada y mi trasero se ve como una enorme masa redonda, pero me gusta, porque mis caderas se ven prominentes y mis piernas delgadas, por lo que la caída tipo sirena hace ver mi cuerpo curvilíneo.
Estoy irreconocible. Como una verdadera Morticia Addams.
Las chicas gritan de emoción al verme de pies a cabeza. Kash se acerca para arreglarme el cabello y echarme fijador. Vea, por otro lado, aprovecha de sacarse una selfie con nosotras detrás sin darme tiempo para cubrirme.
Aun así, no le reclamo, apuesto que quien la vea no sospecharía que se trata de mí.
Decido hacer una prueba.
—¿Qué tal me veo, Pato? —Un perezoso Pato levanta la cabeza al escuchar su nombre. Al verme, se queda estático, como si frente a sus ojos estuviera una completa desconocida—. Creo que no me reconoce.
—Normal, pareces otra persona —asume Vea.
Alguien golpea la puerta.
Es Kash quien abre y, en cuanto lo hace, se echa a reír. Houston se asoma por la puerta vistiendo una playera a rayas que lo hacen ver como un reo.
—Me veo fatal, creo que... —No acaba la frase cuando me ve. Sin siquiera pedir permiso, entra a la habitación y camina hacia mí con los ojos tan abiertos y tan brillosos que parece que estuviera viendo una deidad—. ¿Michi, eres tú? ¿Qué le hiciste a tu cabello?
—Se metió mucho en el personaje —dice Kash—. Es una profesional.
La sorpresa no abandona el rostro de mi amigo ni siquiera al animarse a tocarme un mechón de pelo.
—¿Es real?
—Sí, quise hacerme un cambio —admito.
—Entiendo lo del pelo liso, pero teñirlo de negro es... es...
Ups, olvidé decirles que no solo decidí alisarlo, también teñirlo.
—Es un tinte de fantasía, se irá con agua caliente —lo tranquilizo.
Parece que mis palabras lo calman. De pronto su preocupación se transforma en una risita nerviosa.
—Ya quiero ver la cara que pondrá Chase —dice con una sonrisa maliciosa.
—Yo me encargo de llevar el babero —se burla Vea—. ¿Y Nathan?
—Abajo —responde Kash enseñando su celular—, nos está esperando. Lo escribió en el chat grupal.
Con los últimos arreglos listos nos dirigimos al estacionamiento. Nathan está apoyado en el auto, de brazos cruzados y con una calva falsa que brilla bajo la humilde luz de la luna. Es imposible para Kash y Vea contener la carcajada, pero Houston al verlo le besa la cabeza.
—Para la buena suerte —le dice y se mete al auto.
—Me ha llevado un rato pegarla —murmura y voltea hacia mí.
Es extraño recibir ese tipo de expresión que le veía hacer a tantos chicos cuando estaban cerca de Anne. Sin embargo, lejos de sentirme complacida, quiero hacerme un ovillo.
—Hola —saludo con timidez y la mano levantada.
—Te ves...
—¿Como la futura ganadora del concurso de disfraces? Lo sabe —interviene Vea—. Subamos al auto que se nos hace tarde.
Antes de que pueda subir, Nathan sonríe y murmura:
—Vas a meterte en muchos problemas esta noche.
Me detengo.
—¿Por qué lo dices? —cuestiono.
—Porque te ves encantadora —susurra y procede a entrar.
Algo me dice que no es la respuesta verdadera, pero lo dejo pasar porque ya es tarde para reprochárselo. Entro al auto y me acomodo junto a Kash.
En unos minutos llegamos al estadio de la universidad, el cual han decorado su exterior con toda la parafernalia tenebrosa que han podido conseguir. Hay lápidas desperdigadas por la entrada, iluminadas por cabezas y extremidades cadavéricas. Telas de arañas sintéticas colgando de los pilares principales y un camino de velas falsas guían hacia la entrada.
Pasamos el arco de seguridad y entramos a las gradas. La música electrónica está por todo lo alto y la muchedumbre se ha amontonado para bailar. A lo largo de las canchas hay diferentes sectores de comida, para tomarse fotos, relajarse con los amigos. También hay reporteros de canales de TV y otros que pertenecen a electivos. Kash y Vea no pueden dejar pasar la oportunidad de salir en la pantalla, por lo que deciden ir a intentar hacer alguna aparición.
Nathan, Houston y yo nos dirigimos a la zona de los alimentos para coger un par de snacks de las mesas custodiadas por profesores disfrazados.
Al pasearme por una de las mesas entiendo por qué les gusta tanto esta fiesta: el alcohol. Uno sujetos vestidos de zombi son los que están repartiendo a los estudiantes.
—¿Quieres una copa, mamá? —me pregunta Houston al ver que he fijado mi vista en el bar.
—De momento paso —digo, omitiendo que me ha llamado «mamá» a modo de burla.
En realidad, si me apetece beber algo, tal vez así se vaya el nudo que tengo en mi estómago. Esta maldita incertidumbre de no saber dónde está Chase me hace ver como una estúpida enamorada, pero quiero verlo. Y quiero que me vea.
—Creo que vamos a salir en la televisión —dice Kash una vez llega junto a Vea.
—¿Lograron que las entrevistaran? —pregunta Houston, asombrado.
—Nos colocamos detrás de la reportera con caras de culo y llamamos su atención —explica Vea llena de orgullo después de asentir.
—¿Y qué les preguntaron? —pregunto.
—Lo normal —Kash se encoge de hombros—: qué vestíamos, qué haremos, qué estudiamos...
—Bueno, dudo que les preguntaran sobre física cuántica —ironiza Nathan. No sé si me lo parece a mí nada más o los demás también han notado que está más punzante que otras veces.
—Michi una vez salió en la tele —comenta Houston con una sonrisa maliciosa en el rostro. Me ofende que saque eso ahora, pero no le digo nada.
—¿¡De verdad saliste!? —A Kash eso le sorprende más que el hecho de que haya conseguido ser entrevistada por un canal de TV. Sonrío, divertida, y asiento—. ¿Por qué?
—Quisieron entrevistarme porque pensaron que un amigo era mi pareja, fue un desastre y... en resumen salí huyendo. Fue muy vergonzoso.
Inician una conversación a la que poco puedo prestar atención. Desde el escenario, el DJ reproduce una canción familiar que me recuerda a Chase, otra vez. Lo busco entre las personas; chico alto, traje negro con rayas... Sin embargo, la mayoría con esas descripciones son intentos baratos de Jack o Beetlejuice.
Lamento haber dejado mi celular donde las chicas, pero con este traje no tenía dónde guardarlo.
—¿Vamos a tomarnos una foto familiar? —propone Vea, señalando la zona de las fotos.
Los demás están de acuerdo, pero yo debo oponerme.
—Esperen, no podemos ser la familia Addams sin Gómez.
—Ay, que le falta el novio, chicos —se burla Houston.
Le lanzo una mirada que busca entrar a su psique y torturarlo psicológicamente.
—Houston, no me provoques, porque si las cosas no funcionan esta noche, seré el único hombro que te consuele.
Se lleva una mano al pecho emitiendo un quejido de dolor.
—Salvaje —pronuncia.
Michi no respondía mis llamadas, así que asumí que ya se había marchado a la fiesta. Yo apenas terminaba de abrocharme los zapatos a esas alturas. Me encontraba solo en el dormitorio, Pol ya se había marchado en busca de cupones para un concurso del cual no sabía más información.
Después de arreglarme, me miré una última vez en el espejo para acomodar mi bigote falso, cogí el móvil y salí de los dormitorios. Por cuestiones de costumbre, dirigí la mirada a la puerta 15 y me puse ansioso cuando esta se abrió. Creí que Michi saldría de ella, pero fue Bonnie.
Si en algún momento de la noche hubiera pensado en ella y en su disfraz, estuve seguro de habría acertado cuál llevaría. Se había disfrazado de conejo, con unas largas orejas blancas y una corbata del mismo color, el body bien ajustado, las mallas en las piernas y unas botas largas que comenzaban por encima de las rodillas.
Verla condujo un escalofrío por todo mi cuerpo. En lo que me estremecía por dentro, ella se percató de mi presencia y me saludó.
—¿No tienes frío? —pregunté genuinamente incómodo. Yo llevaba un traje y aun así tenía frío, y no era para menos, la noche era el gélido recuerdo de que el invierno nos pisaba los talones.
—Madura, Chase —Blanqueó los ojos.
—Si no quieres responder...
—Claro que tengo frío —me frenó arrastrando las palabras—, pero a veces, para verse así de espectacular, hay que hacer sacrificios.
—Una neumonía no es un simple sacrificio —ironicé.
Ella rio y luego suspiró, complacida de que le proporcionara algo de diversión.
—Hablas como un señor de setenta años —se burló y me hizo un repaso—. Y te ves como un viejo verde de cincuenta —concluyó.
Menudo halago.
De camino a la salida de la residencia, Bonnie preguntó por Pol, sobre mis vacaciones y luego se ofreció a llevarme en auto con sus nuevas amigas, las cuales pertenecían a una fraternidad. Me negué pese a que insistió, no olvidaba lo que había hecho, pero tenía que mantenerme cordial para no causar problemas.
Uno de los chicos de la residencia con los que ocasionalmente comía aceptó llevarme en su auto hasta la fiesta.
Desde el estacionamiento podía oír la música, los gritos, el horror. Al ingresar al estadio busqué por todos los sitios a Michi, pero ninguna de las personas con el cabello rubio y rizado se trataba de ella. Intenté llamarla, pero no respondía.
Decidí entonces escribir por el chat grupal y preguntarles dónde estaban.
Kash respondió que estaban en donde los cócteles. Sin embargo, cuando me adentré entre la oscuridad y la música, alguien cubrió mis ojos. Permanecí de pie, sintiendo una presencia en la espalda y un aliento a fresa invadió mi nariz.
—Buenas noches —susurraron con la voz impostada.
—¿Quién es?
Bajaron las manos y me permitieron dar media vuelta. Se trataba otra vez de Bonnie.
—Pensé que reconocerían mi voz, digo, por los viejos tiempos.
Seguí caminando.
—¿Cuáles serían esos? ¿Los tres en que fuimos supuestos amigos?
No quería sonar borde, pero que me tomara el pelo no me había gustado nada.
—Pero fuimos buenos amigos. ¿Por qué no podríamos serlo ahora? Dejar a un lado nuestras diferencias, olvidar lo que dijimos... No es un trabajo complicado.
—Yo puedo hacerlo —afirmé—, pero dudo que lo hagas tú.
Rio.
—Estas vacaciones me ayudaron a darme cuenta de muchas cosas.
—Ah, ¿sí?
—Ajá, he venido como una persona completamente renovada —hablaba como el cura de una secta, así no podía tomarla en serio.
—Es un gran paso, felicitaciones —hablé con sarcasmo—. ¿Vas a decirme por qué estás siguiéndome?
De primeras no logró figurar que había podido darme cuenta de sus intenciones, pero asumió que había sido demasiado obvia y bajó levemente la tensión en sus hombros.
—Es que las chicas de la fraternidad se marcharon hacia no sé dónde —dijo formando una mueca de desagrado y sin poder mirarme a los ojos. Parecía que le avergonzaba que la dejaran a un lado y se sentía sola.
—Tienes muchos más amigos; algunos más agradables que yo —mi sutil invitación le sacó una carcajada corta.
—Lo sé también. No es por eso que estoy aquí, ¿sí? Es que... —Sea lo que fuera que quería decir, le costaba soltarlo. Tomó mi mano, la cual quise apartar al sentir su tacto, pero al verla que se acercaba a mi oído me quedé inmóvil— Hay un chico que me está siguiendo.
Sus palabras fueron un susurro agónico; la súplica para que no la dejara.
Se cambió de lado y suspiró.
—Está a unos metros de aquí, disfrazado de Jack Sparrow —dijo e intenté buscando entre la oscuridad y las luces de discoteca—. Es un chico con el que coqueteé en una fiesta y ya no me deja en paz. Se ha puesto más pesado de lo que creí, casi agresivo y... ya sé que no me soportas, pero no quería estar sola con él estando por ahí.
Lo primero que me pregunté fue si decía la verdad, pero ¿quién era yo para juzgarla? Desde hace mucho supe que el mundo como lo percibe cada persona era diferente, por eso no podía detenerme a pensar si Bonnie mentía o no. Si mentía no sacaría nada de provecho con eso; pero si decía la verdad y decidía no ayudarla, una vida podría correr peligro.
—¿Quieres que te ayude a buscar a tus amigas? —propuse.
—Por favor...
Mis planes de encontrarme con Michi y los demás habían cambiado irónicamente por tratar de ayudar a Bonnie en un estadio repleto de personas. No supe cuánto me tardaría, pero mientras más pasaban los minutos, más ansioso me ponía. El cansancio no ayudaba en absoluto. Finalmente, las encontramos en la pista de baile, haciéndole la pelota a uno de los guardias para que las dejara subir al escenario. Algunas de ellas parecían sorprendidas de que Bonnie recién apareciera; a las otras les dio igual.
Me despedí del grupo con una seña militar y atravesé la pista con dirección a la mesa de cócteles, pero a mitad de camino, como si una fuerza sobrehumana intentara detener el encuentro con los chicos, alguien jaló de mí.
—Hasta que apareces.
Una figura esbelta y curvilínea se presentó ante mis atónitos ojos. Aquellas facciones se veían diferentes debido al maquillaje y el cabello negro y liso la hacía todavía más irreconocible, pero esa mirada era única. Quedé tonto, completamente anonadado por el cambio en su aspecto. Michi poseía una belleza tan particular y cada una de sus facetas me gustaba, y pese a que esta era diferente, era una con la que había sacado a lucir el lado más sexy; ese que solo yo había tenido el privilegio de ver.
Sonreí como un idiota deleitando mis ojos con cada parte de su figura.
—Michi, estás...
No pude continuar. Al igual que tantas veces, quería abalanzarme sobre ella y besarla.
—Sí, definitivamente te viene el bigote —dijo ella con una sonrisa que intentó ocultar—. Aunque ese peinado deja mucho que desear.
Salí de mi trance para reírme con ella.
—Puedes despeinarme cuando quieras. Lo sabes, ¿verdad?
Ensanchó la sonrisa y me tomó de la mano.
—Es muy temprano para eso, Chase, no te entusiasmes tanto.
Me guió por la pista hacia una de las gradas, donde sus amigos estaban disfrazados. Para ellos habían escogidos personajes que no les pegaban para nada, pero eso hacía de sus disfraces más divertidos. A diferencia de Michi, ellos compararon mi bigote con diferentes personajes importantes, pero tuve una réplica para todos sus comentarios, sobre todo hacia Nathan, que llevaba una calva falsa de látex de la que prometí no olvidar.
Eso no le gustó.
Estuvimos ahí, sentados unos minutos hasta que el presentador anunció al ganador de los cupones y luego fuimos a tomarnos una foto para el recuerdo de la noche. A Michi parecía incomodarla tener que ser el centro de la toma, pero bastó que la tomara de la cintura para que se metiera en el personaje.
La foto quedó más bien de lo que esperaba, con Michi y yo en medio, juntos, como si fuéramos una pareja; Nathan a un lado, tan serio como de costumbre; Vea, atrás, levantando el pulgar; Kash y Houston del lado de Michi, muy serios.
Pensé que la noche no sería tan mala, estaba empezando a divertirme.
Después de tomarnos la foto, Chase y yo nos vamos a escondidas a bailar. Él coloca sus manos en mi cintura y parece gustarle la idea de que el vestido se acomode tan bien a mí. Noto cómo se muerde el labio inferior y me regala una mirada insinuante.
—Contrólate, bobo, pareces un perro hambriento —lo regaño entrelazando mis dedos detrás de su cuello. Ahora que estoy con zapatos altos puedo acomodarme mejor frente a su figura.
—Estoy metiéndome en el papel.
Su defensa es tan pobre que me saca una carcajada llena de sarcasmo.
—Ja, sí claro.
—Oye, detrás de este bigote hay un gran actor.
Niego con la cabeza, divertida. Es imposible que a estas alturas pueda molestarme por sus bromas.
—Por un momento pensé que no vendrías —confieso—. Es lindo saber que mis suposiciones fallaran.
—Bueno, no es que aciertes a todo...
—No me obligues a pisar tu lindo piececito, recuerda que llevo tacones.
Baja la cabeza y yo me subo un poco el vestido para enseñarle mis piernas. Más que una demostración galante de mi nuevo zapato, Chase lo toma como una invitación libidinosa. Su mano recorre mi muslo; sentir su calor sobre la tela negra es más placentero de lo que creía. Tomo su mano para que la ráfaga de energía que desprende su toque no siga revolucionando mi cuerpo. Al menos, no tan pronto.
—Te recuerdo que acordamos pretender durante las vacaciones —le digo como llamado de atención.
Chase sujeta mi mano y se acerca a mi oído haciendo a un lado un mechón de cabello.
—Podemos fingir un poco más, ¿no? —Su aliento choca en mi cuello causando más sensaciones agradables—. Solo por esta noche.
Inspiro hondo, encogiendo los hombros, atrapándolo en mi cuello mientras besa mi piel. Su tacto me hace olvidar que estamos rodeados de personas, en medio de una pista de baile, quietos, lejos de nuestros amigos... Entonces, mi resistencia se debilita y me dejo llevar. Vuelvo a rodearlo con mis brazos y él me atrapa mi cintura entre sus manos. Cierro mis ojos y busco sus labios. Su bigote falso me provoca cosquillas y sonrío.
—Por favor, nunca te dejes el bigote —pronuncio contra sus labios, rozándolos como una tímida caricia.
Se ríe y con una mano se lo quita.
—¿Así está mejor?
—Eso tenemos que comprobarlo...
Tiro de su corbata y él atrapa mis labios entre los suyos. Es un beso suave y tierno que se va transformando poco a poco en uno más pasional. Desliza una mano a mi espalda, acercándome. Mi pecho se inflama al entrar en contacto con el suyo. Con mi mano libre acaricio su cuello y la zona baja de su cabello, los cuales ha peinado hacia atrás.
No obstante, algo no me deja tranquila. Cuando abro los ojos veo una figura distante que llama mi atención, ya sea por las orejas de conejo o porque hasta ahora no la había visto.
Bonnie.
Allí está, a varios metros de nosotros, mirándonos con un odio indescriptible. Tiene los mismos ojos rabiosos que el día en que supo que Chase y yo fuimos novios.
Lejos de sentirme intimidada, quiero hacerle saber que cual sea su juego o sus planes, Chase y yo estamos juntos. Quiero que se dé cuenta de que no importa lo que intente, no puede arrebatarnos porque lo que nos une va más allá de un capricho. Quiero que entienda que los planes de ella y el padre de Chase no interesan, nuestro amor es más fuerte. Así que vuelvo a besarlo y, después de hacerlo, me apoyo en su hombro y despliego una sonrisa dirigida a Bonnie.
Ella se queda viendo de pie, con la mandíbula muy apretada, pero luego empieza a reír.
—¿Qué ocurre? —pregunta Chase.
—N-nada —pronuncio, desviando la mirada hacia él.
Después de un rato bailando volvemos con los chicos. Houston, que ha estado todo el tiempo distante, me llama a un lado apartado.
—Necesito que me des las mejores vibras —dice.
—¿Qué vas a hacer?
—Le diré a Kash lo que siento —dice, firme—. Creo que ya es hora.
Las manos me empiezan a sudar. Nerviosa, le arreglo el cabello y coloco las manos en su hombro como si fuera a recitar una oración para bendecirlo. Tal vez sea una forma de detenerlo porque algo me dice que esto acabará muy mal.
—Te desearía suerte, pero creo que no soy la más capacitada para eso —rompo la tensión—. Bueno, más bien creo que nosotros formamos nuestro destino. Sea cual sea la respuesta de Kash, no vayas a sentirte mal.
Houston no dice nada, solo asiente y vuelve con el resto.
Yo le sigo detrás, casi cuidándole la espalda.
—¿Kash?
Houston se dirige a ella, distrayéndola del bailecito que tiene junto a Vea. Cuando las dos dejan de bailar y lo miran, mi amigo se acaricia las manos encogido de hombros, tragando saliva repetidas veces y luego suspirando.
—¿Podrías acompañarme a buscar unas... eh... cosas?
—¡Por supuesto!
Los dos no tardan en desaparecer de nuestra vista.
—Bueno, aquí se define nuestra amistad —dice Vea—: ¿Son team Edward o team Jacob?
Blanqueo los ojos y busco un lugar dónde sentarme. Estoy tan nerviosa que el deseo por devorarme las uñas es incontenible. Chase se sienta a mi lado y pasa una mano por mi cabello.
—¿Te teñiste de verdad?
—Nope, ni de chiste, amo mi cabello. Este es un tinte de fantasía, se va con el lavado.
—Ya veo... —dice, pensativo.
—¿Te gusta?
—Me gusta, pero también me gusta el rubio. Y tus rizos.
—En un rato más el cabello se me esponjará y seré un desastre.
—Bueno, serás un desastre muy lindo...
Nathan llega junto a nosotros. Se ha quitado la calva y revuelve su cabello con fastidio. Parece que tiene ganas de decirnos algo, pero se arrepiente a último momento.
Es eso o es que Houston aparece más pronto de lo que esperábamos.
—¿Y? ¿Cómo te fue?
Mi entusiasmo desaparece cuando veo su expresión.
—Digamos que no muy bien —pronuncia bajito.
—¿Y Kash? —pregunta Vea, mirando por encima del hombro de Houston.
—Dijo que necesitaba tiempo para pensar —responde—, pero la vi esconderse debajo de una mesa.
—¿Y no fuiste tras ella? —cuestiona Vea— Eso es lo que hacen siempre en los libros, ¿es que no sabes nada?
—Basta, Vea —la regaño—. Houston, ¿qué pasó?
Mi amigo toma aire hasta llenar los pulmones y lo libera lentamente. Mientras tanto, Vea va en busca de Kash.
—Le dije que estoy sintiendo cosas por ellas, que no tengo una explicación porque toda mi vida creí que solo me gustaban los hombros, pero que ella logró despertar estos nuevos sentimientos. Le dije que podía parecer extraño, pero que me gustaría descubrirme con ella, y...
Hace una pausa. Su mirada se desvía hacia Nathan y luego la baja.
—Ella dijo que no sabía cómo expresarse porque nunca le ha gustado a nadie y que le parece lindo ser considerada para esta «misión». No me había entendido, así que fui directo. Le dije «me gustas».
—¿Y...? —pregunto Chase, expectante.
—Dijo que le gusto también, pero no de la misma forma. Luego pidió que la disculpara y se marchó.
Otro suspiro más.
Chase le pone una mano en el hombro.
—Bienvenido al club de los que fuimos rechazados alguna vez —le dice—. Michi es la fundadora.
Como regaño le doy un manotazo.
—Lo siento mucho, Houston —le digo a mi amigo y le doy un abrazo porque sé que lo necesita—. Si quieres hablar a solas, aquí estoy.
—Necesito un trago —murmura—. ¿Alguien más?
—Yo te acompaño —se ofrece Chase—. Nathan, ¿te gustaría una gaseosa?
Su burla no le hace gracia a su medio hermano, quien prefiere mirar en otra dirección como respuesta.
—¿Y tú? —Chase busca mi mirada.
—También quiero —digo.
De camino al bar, busco por los alrededores dónde puede estar Kash. Hay muchas Wednesday por los alrededores, pero ninguna está acompañada de Lurch.
Tengo un mal presentimiento sobre lo que pasará de ahora en adelante con nuestro grupo...
Una mano me agarra del brazo con rudeza. Asustada, volteo y me encuentro a Bonnie con una sonrisa falsa y espeluznante.
—Bienvenida de vuelta, Michi —me saluda con los dientes muy apretados—. Espero que disfrutes de este nuevo semestre. Y Chase también.
_____________________________
Les diiiije que empieza la recta final y también los problemas >:)
No quiero que termine, pero a las vez sí, porque necesito editar las otras novelas T--T Pero me entretuvo mucho editar RTR, así que soy una contradicción andante.
Espero les haya gustado el capítulo y estén atentos a lo que Bonnie tiene preparado muajajaj
Se acabaron los capítulos felices
okno
nos los asustaré más porque ya pasó Halloween jiji
me woa tomar tecito porque ya es tarde y ustedes vayan a bañarse, puercosss
los jamoneo, muak, muak, mumuak
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top