Capítulo 33 🦊 Cuando Kash perdió la sonrisa

#DomingoDeNoHuboActualizaciónElViernes


Capítulo dedicado a AzaLectora_ por sus increíbles comentarios <3

—¿Te digo algo? Yo debería ser de esos sujetos que estudian los comportamientos sospechosos de las personas en el aeropuerto, te aseguro de que me condecorarían por buen trabajo.

Ahí está otra vez, mi mejor amiga hablando cosas que no entiendo. Después de ponerme un mensaje amenazándome por no haberle respondido, me hice el tiempo en el transporte hacia el campus central para hacer una videollamada.

—¿Por qué sacas eso de repente?

—Porque tengo un ojo sobrehumano y puedo ver que me tienes grandiosas noticias —responde con una ancha sonrisa que rebosa confianza—. ¿Ya mandaste a la mierda a Chase?

No me puedo creer que ese sea el motivo de su buen humor.

—Empieza a descartar tu idea de estudiar comportamientos humanos —ironizo.

—¿No he acertado?

—No.

—¿Entonces las ojeras a qué se deben?

Ojeras del demonio, hoy en la mañana hice todo por ocultarlas, pero fue en vano, al final decidí limpiarme el maquillaje y llevar mis gafas.

—A una prueba —respondo y recuerdo que anoche me quedé hasta tarde en la biblioteca—. Y a un trabajo grupal en el que estoy trabajando. Chase no tiene nada que ver con mi mala cara.

—Creí que él era el responsable. —Blanqueo los ojos al escucharla. A estas alturas de la vida Anne lo odia más que yo—. No me juzgues, él siempre es la razón detrás de tu mala cara, qué bueno que ya has tomado distancia y...

Hace una pausa en la que sus ojos se agrandan revelando que acaba de darse cuenta de algo que ya me veo venir.

—Ay, no... —dice en lo que yo me empiezo a esconder en el cuello de mi chaleco— Estuviste con él la otra noche... ¡Y al día siguiente! ¡Por eso no me respondiste!

Me cubro la frente, abatida. Es una vergüenza tener la osadía de escribir más reglas cuando yo misma las rompí. ¡Es que ni siquiera sé para qué lo intento! Esas malditas reglas nunca debieron existir porque a la larga siempre terminan valiendo un moco.

—Michi, no me digas que has vuelto con tu ex.

La vocecita de Anne me trae de vuelta al vagón.

—No hemos vuelto, quedamos como amigos. Y no olvides que tú volviste con J.J., no me hables como si fuera la cosa más indignante del mundo.

—Pero Jared nunca me terminó.

Buen punto.

—Como sea... Chase y yo no somos más que amigos y así nos vamos a quedar.

—Ni Jax, con todas sus tontas promesas, me mintió tanto.

Ese comentario me saca una sonrisa. Jax Wilson haciendo promesas amorosas no es algo raro, en los pasillos de Jackson siempre andaba con alguna chica a la que seguro le susurraba un montón de ñoñerías al oído y le regalaba el mundo, todo con el fin de lograr llevárselas a la cama. Puaj. Qué bueno que al final Anne no se tragó ninguna de sus tonterías.

—Hablo en serio, no tengo tiempo para estar saliendo con alguien —vuelvo al tema—. Primero debo estar bien, sobrevivir al primer semestre...

—Hablando de semestre, ¿vendrás para las vacaciones?

—Sí, estoy adelantando trabajos y estudios para volver a casa.

—Qué buena noticia, justo me hace falta una modelo.

—Tss... Pensé que dirías que te alegraría verme o que extrañas salir conmigo.

—Oh, eso también —sacude su mano restándole—. Pero, como supondrás, mi pequeño negocio no se sustenta de amor fraternal y chismes universitarios, yo necesito a mi modelo estelar.

—No quiero, busca a alguien más.

Forma un puchero y suspira.

—No sé si odiarte por negarte o sentirme orgullosa de que por fin empiezas a decir que no. Está bien, no voy a insistir, no quiero que me termines reemplazando por la chica que dibuja... ¿Cuál era su nombre?

—Kash.

—Kash —repite—. Pronunciar su nombre es como probar algodón de azúcar: algo dulce. ¿Será que me la presentarás algún día?

—Dile a J.J. que te traiga de visita y te la presento, te va a agradar, tiene buen sentido de la moda.

—Me gusta, me gusta —se remueve como si sintiera escalofríos—. Hablando de gustar, ¿qué crees que le haya gustado a Houston de ella?

—Uhm, hay demasiados factores, ni siquiera él lo puede entender. A veces me dan ganas de preguntarle más, pero no quiero presionarlo.

—Lo mejor es dejar que pase el tiempo y se entienda a sí mismo.

Le doy la razón.

Antes de bajar del transporte, Anne me cuenta sobre la propuesta de Jared sobre irse a vivir juntos. Cuando me habló de la propuesta enseguida pensé que los dos estarían firmando los papeles para las próximas vacaciones, de ahí la insistencia de mi amiga por tenerme de vuelta en Hazentown, pero supongo que me precipité. Luego de eso me habla sobre lo que preparó a la hora del almuerzo.

Al bajar le voy enseñando cómo es el campus y el interior de la biblioteca. Anne no para de emitir sonidos de asombro o hacer preguntas sobre cómo nos guiamos por los enormes pasillos del lugar. Una vez llego a mi destino —una silla en el pasillo sobre Astronomía y Física— el tour y la videollamada acaba.

Se siente extraño que Nathan no merodee por acá.

Mejor no lo invoques.

Sí, mejor no pienso en ello o no podré estudiar como...

Maldita sea. Las notificaciones altas de mi celular empiezan a sonar. Espero que nadie cercano a mí se haya molestado y me apresuro en ponerlo en silencio para concentrarme en el trabajo, no obstante, me es imposible no prestar atención al mensaje que desató la avalancha de alertas.

Kashing:

Lamento molestarlos

Y hacer este grupo tan de repente

Si gustan pueden salirse

Pero les agradecería escucharme antes

Leerme*

Necesito ayuda con un asunto

Pero no tengo la suficiente confianza con nadie más de la uni

:(

Y no quería estar escribiéndoles uno por uno, perdón je


Houston Tenemos Un Problema:

¿Qué pasa?


Número Desconocido:

A quién mataste? :v

Definitivamente esa es Vea. Me apresuro en anotar su número en caso de que lo necesite. Anne estará orgullosa de que por fin sobrepase los diez contactos en mi agenda.

A:

¿Y qué hago yo aquí? Mejor dicho, ¿cómo obtuviste mi número?


Kashing:

Se lo pedí a Vea


A:

¿Y cómo lo supo ella?


Vea:

Lo saqué del listado de estudiantes de Economía :D


Nathan:

...


Yo:

... x2


A:

No te hagas, Michi, te encanta verme aquí.

¿Ya anotaste mi número?


Yo:

Ya lo tenía agendado.


A:

¿En serio?


Yo:

Sí.

Quería asegurarme de mantenerte bloqueado en caso de que te atrevieras a hablarme.


Vea:

LOL


Houston:

Bueno, ¿en qué estábamos?

Kash aparece como escribiendo; mientras tanto, un nuevo mensaje de Chase aparece en la pantalla:

A:

Es cierto, me tiene bloqueado.

Desbloquéame, Michina. Anda.


Yo:

No veo motivos para hacerlo.


Vea:

Que suelte los billetes. Sin billetes no hay desbloqueo :v


A:

¿Michi, te vale otra clase de soborno?


Yo:

No hay nada que puedas darme.


Vea:

Su amor.


Yo:

Eugh.


A:

Mi AMISTAD.


Kashing:

Una amiga del lugar de donde vengo se puso en contacto conmigo hace unos días para decirme que mi hermano, Pac, está muy enfermo y que toda mi familia ha estado preocupada. Pac es el tercero de mis hermanos y desde niño tuvo problemas de salud, pero nunca fue algo grave, lo que significa que si mi amiga se puso en contacto para decirme sobre Pac quiere decir que esto es muy serio. El problema es que mi familia ya no me quiere ver y por más que me he puesto en contacto con ellos no responden a mis llamadas. Mi amiga tampoco responde y temo que sea por una mala noticia que no desea contarme, aunque tengo la esperanza de que solo se deba a la mala conexión. El punto es que quería preguntarles si alguno de ustedes podría acompañarme este fin de semana a casa para saber qué pasó.

Houston es el primero en responder que la acompañará.

Vea, quien parece que se ha puesto muy seria y le dice que lamenta mucho por lo que está pasando, y que como su amiga y compañera de cuarto está dispuesta a escucharla, pero que no podrá acompañarla por un trabajo que entrega el lunes. A Kash esto no parece molestarle, sino que lo entiende y le dice que la pondrá al tanto.

Yo hago un repaso rápido de lo que tengo que hacer —además de estudiar— y respondo que también puedo acompañarla.

Nathan sigue mi respuesta diciendo que él puede llevarnos.

Y, finalmente, en reemplazo a Vea, Chase contesta que nos ayudará en lo que sea. Quiero decirle que él apenas está conociendo a Kash, pero si ella lo unió al grupo no puedo quejarme.

Kash nos dice que lamenta la molestia, pero que le alegra saber que puede contar con nosotros.

Después de otros intercambios de mensajes por el grupo, le hago clic al número de Chase y le doy a la opción de desbloquear. Me pican las manos al pensar en la posibilidad de escribirle algún mensaje, tal vez saludándolo o alardeando de mi benevolencia al desbloquearlo. Sin embargo, lo que no esperaba era que en medio de mi disputa interna un mensaje llegara de su parte:

A:

1. Repasar para administración.

2. Escribirle al profesor de Cálculo.

3. Lavar la ropa.

4. Leer a Mika.


Yo:

¿Qué haces?


A:

En vista de que me tenías bloqueado te iba a usar de lista.


Yo:

Eres bobo. ¿Por qué necesitas una lista para cosas tan fáciles de recordar?


A:

Por la simple razón de que me ayuda a organizarme. Tú haces reglas, yo listas.

Ah, me faltó anotar lo más importante:

5. Fastidiar a Michi.


Yo:

Eso no tienes que recordarlo, es algo que haces incluso sin que lo desees.


A:

Es cierto.

Mejor la cambio.

5. Enamorar a Michi.


Yo:

Qué galán. Si el baño no me quedara tan lejos te juro que estaría vomitando corazones de papel.


A:

Tienes una imaginación muy volátil, Michi. ¿De nuevo has estado comiendo brownies mágicos?


Yo:

Que te jodan, Chase.


A:

Qué bonita te ves con el ceño fruncido.

El corazón me da un salto brusco al leer lo que ha puesto. Eso quiere decir que anda cerca.

Miro en todas direcciones en busca de su rostro. La biblioteca está más concurrida de lo normal, por lo que se me hace difícil dar con Chase. Hay un montón de chicos con el cabello castaño, aunque claro, ninguno tiene su atractivo, que no es nada de otro mundo, para ser sincera, solo que él tiene esa clase de confianza que atrayente y que acapara multitudes. Es como la gravedad.

Otro mensaje llega.

A:

160°

En mi cabeza se dibuja un transportador que me indica cuantos son 160° desde mi posición actual y sigo una línea invisible que lleva hacia una de las salas de estudio, mismas que tienen paredes de cristal laminado que aísla el ruido del exterior. Sentado en un puf, con la laptop en el regazo y el celular en las manos, Chase me saca la lengua como burla. Uno de sus compañeros se da cuenta de aquel gesto y voltea en mi dirección, echándose a reír cuando, en mal plan, le regreso la burla a Chase enseñándole el dedo corazón.


Michi ya se había marchado cuando los chicos y yo terminamos de estudiar. Me hubiera encantado decirle que se uniera o ir donde ella, pero mi presencia solo hubiera ayudado a seguir distrayéndola de sus asuntos. A decir verdad, no quería lucir impaciente ahora que habíamos quedado bien. Si tenía algo para conformarme, eso era que tenía su número de móvil otra vez.

Me despedí de mis compañeros y salí de la biblioteca hacia la tienda de conveniencia más cercana. Me crujía el estómago por no haber comido nada durante toda la tarde. Allí compré fideos instantáneos para preparar en el dormitorio y una bebida en lata.

De camino a la residencia no busqué ninguna distracción en la música, tampoco repasé lo que había estudiado en la biblioteca, mi mente estaba ocupada por los cuestionamientos. Desde que me había juntado con mi padre no podía dejar de pensar en la posibilidad de sus advertencias. Ni siquiera sabía qué hacer. ¿Debía comentárselo o dejarlo pasar hasta que las cosas se resolvieran? Lo último sonaba la mejor opción, el problema era que, para que eso ocurriera, tendría que hacer un sacrificio: sacrificar mi relación con Michi definitivamente o sacrificar los estudios.

De ser cierto que mi padre todavía tenía poder sobre los estudios de Michi, en cualquiera de las dos opciones que escogiera ella terminaría odiándome... otra vez.

Pensar en ello coincidió con la llegada de Nathan en el estacionamiento. Me faltaban varios metros para llegar a la puerta, pero me fue fácil notar que se trataba de él gracias al auto. No importa lo que él creyera, estaba claro que mi padre quería que entre los dos hubiera una especie de competencia, de ahí que él me pagara la universidad y a Nathan le brindara un montón de facilidades para subsistir en una nueva ciudad, incluyendo el auto.

Nathan aparcó frente a la residencia y se bajó del auto. Desde el lado del copiloto Bonnie no tardó en bajar. Los dos se reunieron frente a la puerta para hablar y luego ella se despidió de él con un beso en la mejilla. Nathan se quedó unos segundos mirando la puerta, embobado, antes de reaccionar y volver al auto. Sin pensarlo, apresuré el paso y abrí la puerta trasera del auto para subirme. Mi medio hermano no daba créditos a lo que veía por el espejo retrovisor. Su rostro pasó del asombro a la confusión y, finalmente, a la seriedad.

—Hola —saludé.

—¿Qué quieres?

—Hablar.

—Es un alivio saber que esas son tus intenciones —desdeñó. Me daba gracia que tras su seriedad existiera esa clase de humor—, aunque algo me dice que no quieres simplemente hablar. ¿Vienes a darme una charla de hermano a hermano?

—Tal vez.

Se giró sobre su asiento y me miró de frente. Su rostro me recordaba al de mi padre cuando era joven, solo que los de Nathan eran mucho más finos.

—Te escucho.

—El otro día sabías que nuestro padre estaba en la ciudad, ¿verdad?

—Sí, estuvimos hablando en mi departamento.

—¿Sobre qué hablaron?

Una minúscula sonrisa se le asomó por la comisura del labio.

—¿Por qué te hablaría sobre eso?

Era cierto; no había motivos ni la confianza suficiente para que me contara algo así, pero esperaba que al menos tuviera algo de consciencia o empatía después de todo. En vista de que no la tendría, no me quedó de otra que asumir que Nathan estaba de parte de papá, que la razón por la que me miraba tanto era porque sabía que mi padre me hablaría de Bonnie. Y ahora él se estaba reuniendo con ella...

—Escucha, Nathan, sé que entre los dos no hemos hablado. Yo nunca tuve interés en saber de ti, jamás me preocupé por lo que estarías pasando y cuando volví a verte en lugar de actuar como alguien maduro, lo que hice fue tener celos de ti y Michi; pero sea lo que sea que nuestro padre esté planeando, no necesitas ser parte de eso.

—¿Parte de qué? —preguntó, esquivo, y yo no era idiota para creerme el cuento de que no sabía nada.

—Juntarte con Bonnie...

—Aguarda un segundo —me frenó—. Dices que no has tenido interés en mí en todo este tiempo ¿y ahora te preocupa que me reúna con una persona?

—Tú sabes muy bien los motivos por los cuales jamás me acerqué a ti y me distancié de mi padre.

—Y ahora él te está pagando la universidad. Qué ironía.

—Pasaron cosas, Nathan, tú mejor que nadie debes saber lo manipulador que es. Hasta ha conseguido que cambies de idea y estudies Economía también —señalé lo obvio.

Empezó a negar con la cabeza evocando una risa profunda que me confundió todavía más.

—Te equivocas: fui yo el que eligió estudiar esta carrera.

—Por las manipulaciones de nuestro padre, seguro que él....

Volvió a reírse, esta vez con la boca abierta, como si acabara de soltar el chiste más gracioso que hubiera escuchado en su vida:

—Nunca debiste quitarme lo que me pertenece; voy a quitarte todo lo que te gusta y dejarte sin nada —dijo, reclinándose sobre su asiento y distorsionando su cara por el repudio absoluto que sentía hacia mí—. Ahora, haz el favor de largarte de mi auto.

Me quedé desconcertado, no podía creer que Nathan tuviera una animadversión de tal magnitud hacia mí. Quería creer que en el fondo su odio era catapultado por las cizañas de mi padre o su madre, que Nathan estaba demasiado metido en su burbuja familiar para poder ir contra sus padres.

Bajé del auto, pero antes de cerrar me agaché y busqué su mirada en el espejo retrovisor.

—Ojalá un día puedas ser libre de pensar por ti mismo y no actuar para complacerlos a ellos.

Me gritó que me fuera y cerré la puerta.

Aquella charla no dejó más que preguntas. Lo más claro que tenía era que se había creado una especie de alianza entre mi padre, Nathan y Bonnie.


Resulta que Kash viene de un pueblito al sur llamado Tamville. Según lo que Houston busca por internet, es un lugar al interior de la ruta principal con no más de trescientos habitantes y que su principal fuente de recursos es la pesca.

—En el restaurante de paso de mi amiga Tania venden el mejor pescado frito del mundo, podríamos pasar a probarlo y le pedimos algunos descuentos. No, mejor no, hace tiempo que su tía ha estado enferma y los gastos de los medicamentos salen carísimos.

Kash no ha dejado de hablar en todo el trayecto. Al parecer, el que nos estemos acercando a su hogar la pone tan ansiosa que debe hablar por los codos para distraerse, pero el único que le presta su absoluta atención es Nathan, y creo que es porque los dos van adelante y él es quien maneja. Houston después de echarle un vistazo a Tamville en Google Maps ha decidido buscar referencias para una maqueta que debe entregar antes de que acabe el semestre. Yo, que voy en medio, voy escuchando alguno de los comentarios y tratando de leer los apuntes que me traje sin que el estómago se me revuelva y vomite. Quien luce sacado de onda es Chase, que no ha dejado de mirar por la ventana.

—Creo que tu panorama ha cambiado mucho, ¿no? Tus fines de semana antes trataban de fiestas y ahora vas de viaje a un pueblito desconocido.

—Sí, jamás imaginé ir de camino a un pueblo con un grupo de raritos. —Houston chasquea la lengua en desaprobación y Kash voltea a verlo con el ceño fruncido mientras yo le doy un empujón en el hombro como reproche, aunque sé que lo hace en broma—. Ah, y mi exnovia. Si los chicos de Jackson me vieran se reirían.

—Eso sería un duro golpe a tu orgullo y reputación.

—Después de la graduación no creo que ocurra nada peor.

Había olvidado que una de las mejores amigas de Heather lo había repudiado delante de todos.

—¿Qué pasó en la graduación? —pregunta Kash y su interés es contagiado a Houston, que deja de lado su celular para prestarle atención.

Chase y yo nos miramos.

—Yo...

—Él se embriagó y terminó bailando sobre las mesas —lo interrumpo. No es que quiera salvarle el pellejo, es que dar contexto sobre lo que pasó es dar vueltas a un mismo punto que se supone quería olvidar.

—Oh, sí, sí —me da la razón—. Estuve bailando semidesnudo sobre las mesas. Había un montón de fotos vergonzosas sobre ese momento que me encargué de eliminar de la faz de la Tierra.

Qué exagerado, pero es inevitable seguirle el juego.

—Tuvo que ir a una asociación de alcohólicos anónimos por eso. ¿Verdad?

Busco su aprobación, pero en sus ojos encuentro una acusación que me dice «¿en qué rayos me estás metiendo?». Yo trato de mantenerme solemne y no carcajearme.

—Ajá, incluso tengo mi medalla por haber pasado sesenta días sobrio.

—No sé por qué no les creo —dice Kash, volviendo al frente.

—Porque es mentira —le explica Houston—. No puedo creer que ustedes dos se unan para engañarnos. Definitivamente, son el uno para el otro.

—¿Ves? —Chase busca mi mirada— Incluso tu mejor amigo lo dice.

No respondo y en lo que resta del viaje nos la pasamos en silencio la mayor parte del tiempo, solo haciendo algunos comentarios sobre la hora y algunos autos que pasan. Con las indicaciones de Kash, Nathan se sale de la carretera y se va por un camino de tierra que nos lleva hasta Tamville.

El pueblito es tal cual Google Maps mostraba, solo que mucho más deteriorado que en las fotos. Solo la zona de pescadería tiene pavimentada la calle y para llegar a diferentes negocios debemos sujetarnos para no salir volando por las ventanas. Y ni hablar de los pueblerinos; la mayoría son ancianos o motociclistas que parecen estar planeando robarnos.

—Este es la clase de pueblo al que van los protagonistas en las pelis de terror —me susurra Houston.

—No se asusten, las personas son muy amables cuando las conocen... ¡Miren, ahí está mi amiga Tania!

Rápidamente, Kash baja la ventanilla del auto y asoma la mitad del cuerpo para gritarle a una anciana que apenas la puede reconocer.

—¿Kash, eres tú? —Ayudada por la maleta, la anciana se acerca a nuestro auto.

—Soy yo, Tania, he venido a ver a mi hermano —explica, bajando la voz al pronunciar lo último. Se nota a leguas que a Kash la incertidumbre le afecta, sobre todo cuando la anciana cambia su expresión a una de tristeza.

—Oh, pequeña, he tratado de contártelo... —Hace una pausa en la que se me encoge el corazón. No quiero ni imaginar lo que Kash debe sentir en estos momentos— A tu hermano lo han llevado al hospital San Diego hace dos días y hoy en la mañana han llevado a la más pequeñita.

—¿Juno? —A Kash la voz le tiembla.

—Así es. Todo indica que en su casa anda un virus muy fuerte que está afectando a los más delicados. He estado todo el día orando por ellos.

Kash toma una bocanada de aire, al parecer, intentando no llorar. Por el espejo puedo verla intentando sonreírle a la anciana y tomarle de las manos para agradecerle por las oraciones. Un anciano desde el interior de la casa llama a Tania y nos echa un vistazo, receloso. La desconfianza no proviene solo de él, también de algunas personas que están alrededor. Chase también lo nota y voltea en busca de mi confirmación.

—¿Kash?

Houston se inclina sobre el asiento y la toma del hombro. Kash, a diferencia de lo alegre que siempre se muestra, parece haberse perdido en su propio mundo.

—¿Kash? —insiste mi amigo, alzando un poco más la voz. Ella hace un intento por sonreír, pero en sus ojos la tristeza es profunda— ¿Quieres ir a tu casa o al hospital?

—Vamos a casa —responde y mira a Nathan para indicarle el camino.

La casa de Kash está alejada del resto y es mucho más grande que las demás, aun así, parece que los años y la humedad que viene del mal ha corroído la pintura de las paredes. El jardín está lleno de maleza y algunos juguetes de niños pequeños están desperdigados entre la hierba y arena; a un costado de la casa hay un pequeño garaje lleno de cosas oxidadas y una camioneta para dos personas con las ventanas sucias.

Es un sitio deprimente que contrasta a fondo con la apariencia de Kash.

Al bajarse, ella se acomoda el cabello y la ropa, nerviosa como nunca antes la vi y espera a que todos estemos abajo para armarse de valor y dirigirse a la puerta. Antes de que pueda golpear siquiera, la puerta se abre hasta atrás, enseñando el rostro de un niño pequeño que le llega solo a la mitad.

—¡JunJu!

Su grito de asombro lo dice todo. No esperaba verla ahí, pero lo pone feliz y salta a sus brazos. Kash está tan conmocionada que ni siquiera reacciona al principio, pero cuando termina de procesarlo responde a su abrazo. Otro niño no tarda en aparecer y gritando se suma al abrazo. Kash acaba de puntillas en el suelo, abrazando a sus dos hermanos entre lágrimas al mismo tiempo en que se dedican palabras en coreano.

La escena es tan tierna que se me llenan los ojos de lágrimas, pero me da gracia ver que Houston ya está llorando.

Sin embargo, una mujer se asoma por la puerta trayendo de vuelta el silencio. Se parece mucho a Kash, solo que su vestimenta es oscura y su mirada cansada. Al notar su presencia, Kash se coloca lentamente de pie y, al hacerlo, la abofetea sin pensarlo.

Houston da un paso para detenerla, pero basta la mirada de advertencia de la mujer para que se detenga. Kash voltea a vernos y niega con la cabeza, algo que interpreto como que no nos metamos.

—Te fuiste y me dejaste toda la responsabilidad a mí. Y ahora te atreves a aparecer de la nada, con tus amiguitos, como si nunca te hubieras ido. ¿Estás bien de la cabeza?

—Mamá...

Agarra a sus dos hijos y los tira hacia el interior de la casa.

—No vuelvas a aparecer aquí.

—Pero, mamá...

—Dejaste de ser mi hija el día en que te marchaste, no te quiero ver nunca más. —Hace el amago de cerrar la puerta, pero Kash pone el pie entre esta y el umbral—. ¡Vete! ¡Ya no quiero verte!

—Al menos dime cómo están mis hermanos, por favor.

—Están mal. Si hubieras estado aquí ellos no se habrían enfermado ¿y tienes el descaro de preguntar por ellos? ¿¡Qué te pasa!?

Lo siguiente que hace es darle un empujón que por poco la tira al suelo. Houston se apresura en atajarla para que no caiga y la estabiliza. La madre de Kash da un portazo que causa eco y un grupo de gaviotas en la distancia emprende el vuelo. El silencio que se pronuncia es punzante y doloroso, pero lo es más ver a Kash enfrentar a una madre inflexible.

Con ayuda de Houston regresa al auto, llorando y con la mano en el pecho. Puedo compartir esa clase de dolor en el que sientes que el pecho se te romperá en siento de pedazos y que ya no puedes sostenerte por sí misma, en el que no importa el resto, solo buscas arrancarte el sufrimiento y llorar toda la noche. Antes de que subamos al auto, abrazo a Kash con todas las fuerzas que poseo; una forma de decirle que estoy con ella. Luego se une Houston, quien la consuela diciéndole que tarde o temprano su madre comprenderá por qué se marchó.

—Supongo que no podré venir a casa en las vacaciones —suelta ella a modo de broma, y me causa gracia que incluso con la nariz tapada y los ojos chiquitos de tanto llorar, pueda soltar algo así.

—¿Quieres que hable con tu madre? Tal vez si alguien más le explica por qué decidiste irte lo entenderá —propone Houston.

—No vale la pena —balbucea secándose las lágrimas—. Conozco a mamá, ella no cederá ante nadie, mucho menos si no los conoce. Lo mejor que podemos hacer es no perder más tiempo y volver a la universidad. Lo siento tanto, chicos, al final solo hemos venido a perder el tiempo.

—No fue una pérdida de tiempo, Kash, viniste para saber de tu hermano —habla Houston a modo de regaño.

—Y ahora Hyejin está enferma —se lamenta ella—. Mamá tiene razón, si hubiera estado con ellos no se hubieran enfermado.

—Ya escuchaste a la anciana, dijo que es un virus, no fue tu culpa.

—Quiero creerlo, pero no puedo dejar de pensar en qué hubiera pasado si me quedaba en casa.

—Lo hecho, hecho está —habla Nathan y su indiferencia parece sacar de onda a Houston—. Te quedan dos opciones: quedarte y ganarte el favor de tu madre otra vez o volver a la universidad.

Pese a la mirada de desaprobación de todos, Nathan no se inmuta. Tiene los ojos puestos en Kash, en lo que expresa su rostro, en lo que va a responderle. Es como si estuviera inmerso en una película de suspenso y el secreto más oscuro de la película fuera a ser revelado.

—Voy a volver —responde ella sin pensarlo demasiado—. Voy a demostrarle a mis padres que sí valió la pena marcharme.

Y con esto volvemos al auto.

Cuando recuperamos la señal Houston busca el número telefónico del hospital San Diego para preguntar en recepción por los hermanos de Kash. Al quinto intento una de las recepcionistas responde que los niños están estables, lo que nos deja tranquilos.

En mitad del camino, Houston y Chase bajan a comprar snacks y bebidas en una gasolinera, por lo que nos quedamos solos en el auto. Kash decide bajar a tomar aire un instante y cuando vuelve a subir, Nathan, que en todo el camino estuvo en silencio, decide volcarse hacia ella con una expresión seria.

—¿Por qué lo haces?

La pregunta la toma desprevenida. Kash parpadea y mira hacia un lado como buscando quien la salve.

—¿Bajar a tomar aire fresco? —pregunta, algo desorientada.

—¿Por qué no dejas la universidad y vuelves con tu familia? —específica Nathan— ¿Por qué si es tan doloroso dejarlos, insistes en seguir haciendo lo que quieres?

—Porque esta es mi historia y nadie más la vivirá por mí.

Aquella respuesta no deja más que el ceño fruncido de Nathan.

—Pero tu familia es más importante.

—A veces creemos que hacemos bien al hacer caso a nuestros padres porque eso es algo que siempre se nos ha enseñado, pero ¿y si no fuera así? No quiero depender de ellos ni que sean los que manejan mi vida, quiero tener el control yo misma y ayudarlos en el camino. Si mi decisión significa que tendré que dejar de hablarles, entonces estoy dispuesta a tomar ese reto porque sé que estoy haciendo lo correcto.

Nathan parece procesar lo que acaba de escuchar y se vuelve hacia el volante. Kash se lo queda mirando, algo confundida, pero también voltea la cara, pero puedo ver en el espejo que se muerde los labios y las mejillas se les ha teñido de rojo.

Afuera, Houston y Chase llegan con nosotros.

Ha empezado a llover.

—Entonces... —Houston se sacude el cabello y dirige la mirada a Kash— ¿Tu verdadero nombre es JunJu?

Ay, cielos, si esa es su forma de conquistarla, me temo que Nathan le está sacando la delantera.


_________________________

Pobre Kash :( Que alguien la adopte por favorrr T-T

Bueno gente, capítulo de relleno, aunque no tanto porque influirá en futuras decisiones :P

Quería mostrarles más sobre Kash y hacer el contraste entre ella y Nathan, porque, así como Chase y Michi son opuestos, ellos también lo son.

Esperemos que nuestra Kash pueda ser feliz :(

Qué opinan de las intenciones de Nathan?

Qué hacía con Bonnie?

Estarán planeando algo?

Será que la coneja siguió el dicho de "si no es con él, será con el hermano"? :O

Será que Chase le contará todito a Michi?

¿Ustedes qué harían en su lugar?

Pregunta pa reflexionar.

Y como pregunta random: ¿cuál es su estación del año favorita?

La mía es invierno :D aunque en mi ciudad NUNCA llueve. En invierno llovió UNA MISERABLE NOCHE :(

Los jamoneo y no olviden esrañab~~


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