Sexto Capitulo: Ocurrencia

POV VIKTOR

Un día mas, mas horas aburridas en ese estúpido colegio. Estoy harto de tener que ver los estúpidos rostros de aquellos idiotas que me molestan en la escuela.
Lo peor del caso es que los muy imbéciles me esperan en la entrada de la escuela, para así embestirme y joderme la existencia.

Faltaban 5 minutos para las 7:00 am.  Y pude notar a lo lejos como un japonés pelinegro, gritaba mi nombre y corría en dirección mía.

—viktor...  -soltó leves jadeos al haber estado corriendo, sus mejillas tenían un leve tono carmín, lo cual me produjo una leve sonrisa y ternura al verlo con ese rostro tan tierno- ¿puedo acompañerte a entrar? Es que...  Pichit-kun ya debe estar adentro esperándome... Hoy se me hizo mas tarde

-solté una leve risa y rodee sus hombros con uno de mis  brazos—claro que si, no tengo ningún problema...

Alcance a notar una leve sonrisa que se formaba en sus labios, me pareció muy adorable verlo con ambas mejillas sonrojadas... Era algo tan tierno que me tome la decisión de grabar esa linda imagen en mi mente.
Cuando llegamos a la puerta, esos estúpidos estaban esperándome, solamente pude atinar a agachar la cabeza, mientras ellos sonreían de forma ladina, tan engreída, odie tanto tener que ser intimidado por alguien.

—así es como nos gusta, que nos tengas miedo..  -dijeron riéndose mientras le miraban, solamente atine a soltar un chasquido de lengua y continuar caminando-

FIN POV VIKTOR

El pelinegro noto aquella mención por parte de los otros tipos, así que se detuvo en seco, de lado de los compañeros. Estos de inmediato miraron extrañado al japonés

—¿que les sucede? -comento de una manera tajante y seca, tan firme que los compañeros se les erizo la piel-

—¿he? ¿Yuuri? -se quedo alejado con algo de miedo, a que los bravucones le hicieran algo al nipón-

—parecen idiotas, ¿que acaso no saben respetar? Ya están grandes, comportense conforme a la edad que tienen, esto dejenselo a los niños pequeños ¡ya maduren! Y si vuelven a hacer este tipo de acciones, tengan por seguro que les daré una buena paliza en el culo de cada uno de ustedes -el nipón les dirigió una mirada asesina, mientras los apuntaba con su dedo índice. Soltó un leve bufido antes de darse totalmente la vuelta, en dirección al peliplateado-

Increíblemente los bravucones estaba impactados al ver ese tipo de comportamiento en un japonés que se notaba tímido y débil, vaya que habían juzgado muy mal, aquel nipón logro captar la atención de uno de los bravucones, cuyo nombre es nada mas y nada menos que el grandioso Jean Jacques Leroy, un estudiante de segundo grado, notas altas, cuerpo fornido, ojos azules, cabello azul marino casi negro. Se quedo maravillado ante aquella actitud y apariencia que portaba el nipón. Trato de acercarse, pero para cuando volteo, el nipón ya estaba a lado del peliplateado, mostrándose feliz, con una radiante sonrisa que cautiva a cualquier ser que le mire.

—nos volveremos a encontrar, y para ese entonces...  Yo seré tu grandioso Rey -sonrió ladinamente antes de fijar su vista en las bellas curvas y el buen trasero que portaba el nipón-

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—¡Yuuri! Eso fue increíble, muchas gracias por defenderme -el de hebras plateadas, se abalanzó sobre el nipón, dándole un muy fuerte abrazo-

—no fue nada -carraspeo avergonzado al recordar la actitud intimidante que les mostró a esos mocosos- en realidad....  -rasco levemente su nuca mientras mostraba una leve tono carmín sobre sus mejillas- se lo tenían merecido, no es justo que traten así a los demás...

Soltó un leve suspiro mientras avanzaban hacia la primera clase

—bueno en eso tienes mucha razón -miro de reojo al pelinegro para después mostrarle una amplia sonrisa- aun y así, me defendiste. Me gustaría poder agradecerte de alguna forma. -se quedo pensando unos momentos, su mano se dirigió a su mentón, haciendo una pose pensativa-

—de verdad no tien.. -y peliplateado lo interrumpió eufórico, con sus ojos azules con un peculiar brillo intenso, y una sonrisa amplia-

—¡podemos ir a comer! -atino muy emocionado- al terminar las clases, te espero en el patio central... Allí escogeremos el lugar a donde comeremos. No llegues tarde -sonrió ampliamente y antes de darle un ultimo abrazo se despidió, diciendo que ya era tarde para su clase-

El pelinegro se quedo unos segundos en su lugar, con una estúpida sonrisa plasmada en el rostro, aun procesando cada una de las palabras dichas por el peliplateado. Se percató de la hora que era y se hecho a correr a su salón, casi se cae en el pasillo, debido a la rapidez que le tuvo que poner a su recorrido.

Llego al salón, y después de una regañada por parte del maestro de matemáticas, se ubicó en su banca, Soltó un suspiro cargado de emociones y miro por la ventana, ansioso porque ya acabarán las clases y pudiera pasar mas tiempo con el albino.



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