Un motivo de culpa.
Miro el cielo, oscuro y sin estrellas, unos pozos que tragarian todo de una vez si al mundo se le diera por voltearse y estar de cabeza, todos caerían al vacío de la noche, obligados por la gravedad, sin opciones ni salidas, serian un nada, flotando en un todo. Involuntariamente se amarró un lazo en la cintura y lo ató a uno de los pilares de la cabaña donde estaban durmiendo él y su mascota, temiendo que el techo (y el, de por medio) fuera llevado por la tormenta de nieve que se desataba allá afuera. Se jalo el dorado cabello y agarro con fuerza una bolsa llena de monedas.
¿Cómo había caído tan bajo?
La princesa Anna no tenia la culpa de nada, al principio parecía buena idea divertirse un rato burlándose de ella, pero después se percató que ella solo intentaba ayudar a su gente, aun y tuviera que arriesgar su vida, el solo era una carga más para complicar su tarea, se sintió sucio y vendido, todo por una bolsa de monedas. Su conciencia le reclamaba lo que estaba a punto de hacer: Obstaculizar a la única oportunidad de salvar Arendelle.
Ni el mismo estaba del todo seguro del porque hacerlo, se negaba a decir el motivo en voz alta,y aun se negaba más cuando esa voz de su cabeza se lo repetía una y otra vez.
《Dejate de juegos, Kristoff, tu sabes porque lo haces...》Su conciencia no se rendía 《Lo hiciste por él, aun lo quieres a él, aunque tu bien sabes que tu amigo jamás te verá de esa forma, tu mismo te das asco》 Pero Kristoff rechazaba aquella idea, sintiéndose mal consigo, gustar de él le causaba náuseas y a la vez dolor. Estaba consiente que él estaba locamente enamorado de la Reina Elsa, se lo decía día y noche, desde que se conocieron y ante él era débil, aceptaba cualquier cosa por complacerlo, amarle era un crimen, eran cómplices en ello. Un delito que jamás de los jamases debía ser confesado.
El y su ex compañero de infancia habían pasado buenos y malos momentos, en su mayoría malos, soportando el reproche del mundo al encontrarse solos y sin hogar durante largas temporadas, teniendo su compañía día y noche, contando secretos y pesares, dos huérfanos, uno por la inevitable muerte y otro por placer de dejar a un lado su familia. Kristoff fue adoptado por una familia de trolls, pero se vio obligado a dejarlos una temporada para ir con su mejor amigo.
Su relación era extraña, eran amigos y a la vez hermanos, eran como un matrimonio, que celebraba las buenas rachas y discutían en las malas, se volvió más rara todavía cuando Kristoff se dio cuenta de su extraña atracción por su amigo, la facilidad con la que de un día para otro obedecía sus ordenes y por el cual sacrificaba todo, lo defendia a capa y espada y se perdía en el verde de sus ojos, salvajee. Confundido se repetía sin cesar que confundía un cariño fraternal con uno amoroso, ya que el rubio nunca había tenido ninguno de los dos le era complicado diferenciar, la respuesta a esa pregunta fue muy obvia al darse cuenta que no dejaba de pensar en él. Pero así como su sentimiento hacia el muchacho crecía el de su amigo se convertía en obsesión por la Reina de Arendelle.
— Kriss, un día yo tendré dinero, un castillo y un título y ella, ella caerá a mis pies —Decía su platonico, cada noche mientras buscaban refugio, en algún lugar diferente.
—Deberías dejar ya eso a un lado, ¿Qué pasa si ella no esta interesada? —Dijo Kriss, ya cansado de tanta platica sobre una chica que ni sabía de su existencia.
—Mira, Kriss, se que funcionará y los dos, nosotros al fin tendremos un lugar digno donde vivir —Cuando dijo "nosotros" el rubio no lo pensó dos veces, le ayudaría en lo que fuera, así que partieron hacia lo desconocido en busca de fortuna.
Fue un golpe duro para el repartidor de hielo el ser abandonado por el chico que creía amar, esa oscura noche invernal igual a esta, se vio en una encrucijada y su compañero lo abandono, todo este tiempo lo había usado para su cometido, Kristoff lo vio irse, mientras el no volteaba ni una sola vez para verlo, lo dejo como a un perro faldero, huyendo con el botín, mientras Kriss, mas que herido y moribundo luchaba con el dolor de su corazón roto.
Ya había pasado un buen tiempo de eso, y Kristoff se enrollaba con cualquier chica intentando olvidar el único momento de su vida que dudo de su orientación.
Al llegar por segunda vez en su vida a Arendelle estaba decidido a dejar todo y comenzar de nuevo, quizá conocería a una linda y dulce chica y tendrían una familia, el les enseñaría a sus hijos la magia y el poder hielo y se iría en paz, olvidando al chico que lo abandono sin piedad.
Pero de pronto llega y lo obliga a colaborar con el, y de tonto va y acepta, su comportamiento le daba pena.
No podría ver a la princesa sin recordar todo lo que tenia que hacer y lo que había hecho. Esperaba no encontrarla en el camino y regresarle el dinero, pero esa misma tarde se habían visto frente a frente y al ver la adorable cara de su víctima supo de inmediato que no lo lograría, tratandola de forma dura y agresiva, para que la dulce princesa no se encariñara con él.
Agarró el laud que cargaba con el y comenzó a tocar, descargando su molestia en eso.
—Vamos, Sven, es hora de dormir —El muchacho se tapo la cabeza y se hundió en la paja, su reno se acurrucó a un lado suyo.
—Lindo dueto —La peculiar voz de la princesa los despertó, Kristoff abrió los ojos y se encontró con la joven muchacha parada en la puerta.
—¿Qué quieres? —Tajantemente respondió, deseando que solo necesitará refugio y no lo que su ex amigo le había pedido.
—Quiero que me lleves a la montaña del norte. —Triste y agotado Kristoff suspiro rendido.
De un momento a otro y después de discutir se encontraban camino a la montaña del norte, por una ruta larguísima y con cada palabra que decía la princesa el chico comprendía que no era del todo mala.
—Y entonces se enojo porque conocí a mi prometido ese día y ¡Se negó a bendecir la boda! —Anna contaba su compromiso improvisado como quien compra comida a diario, comprobando la teoría de Kristoff de que quizá sí estaba algo loca.
—Un momento, ¿Te comprometiste con un hombre al que acababas de conocer ese día? —Kristoff comprendió que si ni el mismo sabía lo que era un amor verdadero esa chica menos. —¿Qué tus padres no te advirtieron de los extraños?
—Pero claro que si... —Se alejo un poco del rubio— Además Hans no es un extraño —Agregó Anna, con aire de superioridad.
—Ah claro—Dijo secamente y con una sonrisa ironica —¿Su apellido?
—De las Islas del sur —Titubeo la pelirroja, intentando sonar segura.
—¿Color de ojos? —Su acompañante siguió con el interrogatorio, divertido y olvidando por momentos lo que debía hacer.
—Hermoso...
—¿Mejor amigo?
—Probablemente John —El preguntaba más rápido, intentando confundirla.
—¿Comida favorita?
— Sándwiches
—¿Edad? ¿Y que pasa si no te gustan sus modales? ¿ Si te trata mal?
—Pff... —La chica suspiro, rodando sus joviales ocelos —El es un príncipe, ¿modales? El debe tenerlos —Evito el tema de la edad, ya que el montañés la regañaria, debido a que su prometido tenía 23 y ella solo 18
—Puede que se pique la nariz —Se mordió la boca para no reir ante la expresión de impacto que tenia la ojiazul.
—¿Por qué su nariz? —Preguntó Anna, asqueada y curiosa.
—Y se los traga — Susurro, evadiendo la pregunta, la chica realizó una mueca de asco.
—Solo puedo decir algo ¡Uugh! —El rubio no pudo evitar reírse, ya más calmado.
— Ahora debemos elegir por donde ir, obviamente no te dejaré elegir a ti debido a que tu juicio no es muy bueno.
—¿Diiiisculpa? — Anna levanto las cejas. El agudo oído de su compañero se percató de algo.
—No hables.
—No, yo creo que... —Le tapo la boca, mientras ella pataleaba intentando liberarse.
—Hablo en serio —Gruño Kristoff, saltandola, ella solo frunció el ceño. Con una lámpara de aceite iluminó sus alrededores y una profunda mirada amarilla se encontró con la suya y de pronto más pares de ojos amarillentos surgieron, era una manada furiosa de lobos.
Ahora no solo el engañar a la princesa era un motivo de culpa, también el morir juntos por lobos, todo era su culpa.
—¡Corre Sven! —Ordenó el repartidor de hielo, prendiendo fuego para ver mejor.
Tras una larga huida y el peligro de morir al caer de un abismo solo quería quedarse y dormir, dejar todo y olvidar todo.
—Prometo reemplazar tu trineo y todo lo que había dentro — Se lameno la chica, con tristeza —Entiendo que ya no me quieras acompañar... —Dejo que se fuera y se quedo quieto, el reno lo empujo.
—Claro que ya no la voy a acompañar, es más, después de esto no volveré a ofrecer ayuda a nadie.
—Pero morirá si no la ayudas —Reclamó Sven, o mejor dicho, su conciencia — Y no tendrás trineo nuevo y no cumplirás tu trato con...
—Ya entendí — Suspiro frustrado mientras escuchaba como la princesa pedía indicaciones — Espera, no te vayas —Era lo mejor, era mejor que dejarla a su suerte.
—Genial, dejaré que me sigan — Dijo Anna, con alegría, el sonrió de medio lado, a lo mejor y no era tan malo.
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Okey, primero que nada...No me maten por el enamoramiento de Kristoff, fue necesario para la idea que tengo u.u' en serio, además ese pasado ya lo dejo y solo le gustan las mujeres.
Dejando eso a un lado gracias por su apoyo, ya somos casi 300 votos...Bueno, somos 28o y algo...Pero ya casi, no creí que tanta gente me apoyará. Celebrando esto encontrarán imágenes y pequeños detalles y correcciones en los primeros capítulos (por ahora apenad voy corrigiendo el cuatro) pero dentro de poco ya todos estarán "remodelados"
Dedicaré capítulos ,la gente interesada coloquelo en los comentarios :)
Un enorme saludo.
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