Segunda parte: El presente.

     Tres años después.

                    ...

Arendelle,  vivo y emocionado Arendelle.  Reino que renace,  reino noruego, reino de magia.

Hoy estaba de fiesta.  Las personas sacaban sus mejores galas. Era el inicio de verano,  el fiordo y sus alrededores estaban tranquilos.

Con la llegada de esta esperada celebración todos dejaron la tristeza atrás.  Se prepararon para continuar y avanzar.

Las puertas serían abiertas.

-Senorita Elsa,  buenos días.  Debe despertar-Gerda, la fiel  ayudante de los difuntos reyes era la encargada de ayudar a la heredera a despertar todos los días,  un trabajo muy fácil.  En cambio,  su esposo debía enfrentarse a una guerra todas las mañanas al intentar despertar a la princesa Anna. Anna, esa dormilona que se terminaba la reserva de chocolates correspondientes a un mes en una semana.

- Ya estoy despierta,  Gerda- Respondió desde adentro la heredera- Adelante.

Gerda hizo caso a lo que le indicaban. La futura Reina estaba de espaldas,  en camisón y con su brillante melena suelta. Gerda no le vio bien el rostro,  pero se podía saber que había estado llorando.  Por esas fechas habían muerto sus padres. 

Ese día abriría la carta.

- Hola Gerda- Le saludo Elsa- Un día como hoy se fue Lean ¿Lo recuerdas? 

Gerda asintió, recordando a su desaparecido primogénito.

- Fue mi culpa,  Gerda, lo fue y lo siento. Yo...-La mucama la hizo callar con un abrazo.

- No, majestad,  fue culpa de quien tomo la decisión y usted no lo obligó a nada- La tranquilizo- Ahora debemos arreglarla y vestirla. ¿Puedo?

- Adelante.

La pelinegra señora chasqueo los dedos y por la puerta las sirvientas más cercanas a Elsa entraron.  Traían consigo baldes de agua tibia,  sales de baño y mil cosas para dejarla lo mejor posible.

-Su majestad,  prepararemos su baño.

Por un momento la ojiazul se olvido de todo y se dejó llevar por ellas, conversando de cualquier cosa y riendo sin razón.

Cualquier celula muerta y cualquier impureza, fue retirada de su piel. Al final cual muñeca de porcelana fue vestida.  Su piel tenía destellos helados y su cara era tan hermosa,  aun y con muy poco maquillaje.  Con su ondulada melena le hicieron un moño francés, algo aburrido en su opinión. No comprendía como su madre usaba aquel peinado a diario.

Una vez puesto el corsé y la crinolina, era la hora de su vestido.

-¿Qué azul toca hoy?  ¿Cobalto, celeste o aquamarina? - Preguntó sarcástica. Desde que recuerda el azul había sido su color, y conforme crecía el cliché de los azules continuo.  Su ropa era tan exageradamente azul que a veces pensaba que sus padres habían querido a un hijo.  Les dio las gracias por no obligarla a  usar pantalones, aunque quizá estaría más cómoda.

- Para hoy le conseguimos un poco de color- Explicó Anya, una muchacha joven y risueña- Directo desde el Reino francés DeVain, un regalo de parte de la princesa Nadine ...- Las demás hicieron un redoble de tambores con sus dedos,  mientras Anya y la otra chica, Kalf, abrían el ropero con dramatismo y por el una capa larguísima y púrpura caía.  Bueno, al menos no era azul. Gracias,Nadine.

-¡Y la mejor parte! - Continuo Shasta, una mujer de 33 años,  acariciando la tela - Es seda y terciopelo.

Terciopelo,  amarrado al cuello,  en verano. Verano.

Era inmune al frío pero el calor....

- Y su vestido- Siguió Reneé, una francesa para nada francesa.- Aqui esta- En sus manos un vestido largo y verde jade se encontraba,  era lindo de el busto para abajo pero arriba... Mangas, había mangas. Negras y de terciopelo.

Era el colmo.

- Bien, estoy lista. A la obra- Autorizó la albina. Al escuchar eso se vio sumergida en muchas capas de tela, intentando salir extendió los brazos y busco desesperada una salida, el oxígeno dentro del terciopelo se terminaba.

Un suspiro de alivio escapo de sus labios al encontrarse afuera. El vestido estaba muy ajustado y le costaba respirar,  el corsé se ceñía mucho a sus caderas.

Las mucamas estaban sollozando al verla.

- Majestad,  se ve hermosa- Murmuró Anya- Prometimos no llorar hasta el día de su boda pero...

- Basta, anda dejen de llorar.- Intento calmarlas-Hoy será una fiesta y deben alistarse.- Y mentalmente se dijo "Lloren hoy, que nunca habra boda"

- ¿ Alistarnos?

- Les dejo el día libre. Ahora vayan- Las despidió con una sonrisa, escuchando sus charlas sobre los vestidos nuevos que usarían.

Gerda se quedo con ella.

- ¿ Segura que está bien,  majestad? - Esa señora siempre entendía lo que le pasaba. Se lo agradecía.

- No, estoy bien. Mucho, ahora debe llevarle el desayuno a mi hermana- Respondió algo fría- Lindo día,  Gerda.

La mucama comprendió que necesitaba estar sola y no se negó,  se encaminó a la puerta y la cerró tras si.

Elsa se tiro al suelo.

La mirada aceitunada de su padre la miraba todos los días,  desde lo alto de un cuadro.  Que lo mostraba de joven,  risueño y en el día de su coronación. Eso le ayudaba a vivir.

Al principio se negó a que aquel cuadro estuviera con ella,  pues le recordaba a ellos. Pero comprendió que loa necesitaba,  aún y fuera en pinturas.

Debajo del cuadro un mueble pequeño y de caoba la esperaba,  con instrumentos dorados sobre el. Esos instrumentos eran una réplica de los que debía usar ese mismo día en la iglesia.

Con pánico se quitó los guantes, los que la privaban de ser libre,  deseando fuertemente que sus alrededores no se volvieran una copia barata del polo norte. 

Respirando pausadamente sujeto los instrumentos,  con sus manos desnudas, contando en su cabeza que tan rápido se congelaban "1,2, 3..." Se congelaron, frunció el ceño.

- No dejes que, sepan de ti- Se dijo, recordando las palabras que sus padres le habían dicho- No has de sentir,  has de esconder. Buena chica tu siempre debes ser. Un paso en falso y se hechara a perder...- Volvió a tomar los instrumentos dorados "1,2,3,4,5,6,7..." Había durado más.

Los dejo a un lado, rendida- Pero es hoy y nada más- Siguió alentandose- Es duro resistir- Se acercó a la puerta,  caminando al mismo ritmo de una marcha funeraria. Otros le temían a fantasmas,  a ladrones o a la guillotina. Ella temía al mar, a los barcos y a las puertas. Se asomó al balcón,  melancólicamente. La gente de inmediato clavo sus pupilas en ella. Príncipes, plebeyos,  todos los invitados. Asustada volvió a entrar a su habitación.  Hasta quedar frente a frente con la puerta

- Hoy, las puertas deben ya abrir- Recitó rápidamente,  abriendo de golpe las puertas blancas de su habitación.  Las sirvientas la miraron curiosas.

Ella sintió el impulso de taparse la cara al ver la cegadora luz del sol, como un vampiro receloso.

Cegada por la potencia del sol que se filtraba descaradamente por los ventanales, camino confundida por el pasillo.  No sabia donde estaba, ni que parte del palacio era. Era su casa y ni los baños conocía.

Camino y camino hasta llegar a un rincón conocido por ella. Era el cuarto de salmón,  el cuarto que alguna vez compartió con su hermana.

¿Se encontraría dentro?

Con aquella pregunta en mente se alejo presurosa, deseando que Anna no saliera por ahí en ningún momento.

Guiada por borrosos recuerdos, camino hacia el jardín secreto de su madre.  Sabía perfectamente que la estarían buscando para llevarla en el carruaje,  pero no tenía prisa.

Un extraño recuerdo llego a su memoria:

~~Bajaron de la carroza, elegantemente y deslizándose por el pavimento que cubría la calle adoquinada.Todos sonrieron al encontrarse  con un gran jardín,  enorme y con tantas flores diferentes que no podías contarlas.  El agua de las fuentes y ríos artificiales que rodeaban el jardín borboteaba, Elsa sonrió.

-Esto es hermoso,  Padre ¿Podemos tener un jardín así?

-Podemos-Aseguró el Rey Stellan.~~

De regreso a la actualidad la rubia se sujetaba con dolor la cabeza. ¿Cuando había sucedido eso? ¿Dónde estaban?

Sin saber como llego al destino.

Al parecer su padre habia cumplido la promesa, pues un precioso jardín con fuentes y patitos estaban frente a ella.

Se quedo sentada, mucho tiempo,  viendo el agua borbotear.

- Elsa-Soplo la brisa.  Asustada observó a sus alrededores.  ¿Había oído bien o alguien habia susurrado su nombre?  El viento la rodeaba en un pequeño remolino. -Elsa- Esta vez habia oido muy claramente,  si habían dicho su nombre.

El ambiente se enfrió y se levanto.  Comenzó a correr a la salida.

- Elsa- Volvió a decir el viento.  Y por primera vez se sintió asustada al no tener una compañía visible.

A paso rápido y sin mirar a dónde iba se alejo de ahí.  Un cuerpo hizo impacto contra el suyo.

Él o ella estaba mojado.

- Cuanto lo siento-Era un él y le estaba extendiendo la mano,  una mano mojada. Ella no levanto la mirada,  se había pegado fuerte en la nuca- ¿Esta herida?- Inquirio cortés,  ella negó con la cabeza. Tenia los ojos firmemente cerrados, pero se obligó a abrirlos.

Esmeraldas y turquesas se encontraron. 

La cabeza le volvió a doler.

- Majestad-Dijo asombrado el muchacho,  haciendo una reverencia- Hoy todo me va mal- Se apresuró a explicar,  antes de recibir una respuesta por parte de la futura Reina- Hace unos momentos igual tropecé con su hermana, lo lamento.

- No, no. Estaba distraída- Respondió ella,  fría y distante. Ese chico, lo conocía de algún lado- Le aconsejo que vaya a cambiarse o pescara un resfriado.

- Creo que tiene razón- Su melena pelirroja ya estaba en proceso de secado- Supongo que va en dirección a su coronación,  soy torpe debo estarla retrasando.

- Concuerdo con usted-Le dijo la albina,  el levantó ambas cejas, ella se sonrojo- No a lo de ser torpe,  me refiero a lo de la coronación.

- No importa de igual forma su hermana también me ha llamado torpe.

- Ah, ya lo veo...- Se quedaron en silencio,  el la miraba con curiosidad, sus ojos pasaban por su cuerpo y ella se sentía intimidada- Su traje gotea- Le avisó. El se encogió de hombros.

-Si usted me lo permite me voy a cambiar,  la veré allá.  Mucha suerte-Hizo una reverencia pronunciada y le dedicó una gran sonrisa. La ojiazul no estaba acostumbrada a  eso.

-Si, allá lo veré.

- Soy el príncipe Hans de las Islas del Sur- Gritó el chico cuando ya estaba en el otro extremo del pasillo.

- Yo soy...

- Se quien es usted, majestad- Y una sonrisa escapo de los labios carmesí  de la futura Reina.  Suspiro aliviada y se dirigió al carruaje donde Kai le reprendió por su retardo.

Todo el camino hacia el evento penso en ese muchacho. No porque le hubiera gustado,  le conocía.  ¿De dónde?

Al llegar a las puertas y saludar a muchas personas desconocidas que decían ser amigos de sus padres llego la hora de prepararse.

Se miro por ultima vez en el espejo y se acomodo algunos cabellos errantes que caían por su rostro.

Era la hora.

La música y los cánticos desde el balcón la acompañaban, el padre y su hermana en el hall se encontraban,  todo era tan veraniego.

La gente aplaudió con fervor,  algunos asombrados de verla allí,  de comprobar que existía y no era una fantasía más.

Llego a donde el padre y suspiro pesadamente.  Decía muchas palabras en su lengua antigua,  pero no presto mucha atención,  su mente divagaba en los dibujos de las paredes,  que mostraban la historia de su nación. Entre la multitud estaba el muchacho pelirrojo,  el levantó una mano en señal de saludo,  ella pensaba devolver el saludo.  Hasta que se dio cuenta que no era para ella, era para Anna.

Su pelirroja acompañante  estaba alegre y su mirada solo estaba en el apuesto chico. Sin saber porque frunció el ceño.

- Majestad- El padre la miraba fijamente. Era la señal. Orando para que nadie se percatara en sus guantes dispuso a tomar los instrumentos reales. - Majestad, sus guantes.

"Tonto" Penso Elsa, nerviosa a la vez que se quitaba los guantes.  Cambiaría esa regla en cuanto fuera coronada.

Al hacer contacto con los instrumentos contuvo la respiración,  mientras la gente se levantaba.

"1,2,3,4,5,6,7, 8,9,10,11..."

Todo un record.

- Reina Elsa de Arendelle- Anuncio el padre.

-Reina Elsa de Arendelle- Repitió la multitud. Al escuchar eso aventó los instrumentos y se puso nerviosa los guantes,  había dejado escarcha, pero nadie se percato.

Sonrió sin muchas ganas y la gente aplaudió aún mas fuerte.

Sintió dos miradas sobre ella, si bueno,  todos la miraban a ella, la reina.  Pero había dos miradas únicas.

Una a su lado, sonriente y la otra en frente,  curiosa.

Ambas miradas provenían de gente pelirroja.

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¡ Hola! Actualice dos días seguidos,  ey.

En lo personal creo que todos queríamos el primer encuentro ¿no? Bueno, por mi parte es todo. Compartan con sus amigos si les gusta y así Cx Estrellitas y comentarios son bienvenidos.  Opiniones,  si.

A partir de aquí todo se pondrá bueno 7uu7

Un saludo y gracias por leerme.

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