¿Quién es?
Los cumpleaños 10, 11, 12 y 13 pasaron volando. Los catorce atormentaban a la muchacha rubia, escondida entre paredes. Muchos días, muchas horas. Interminables días de no hacer nada productivo, de recibir clases particulares y no aprender nada sobre la vida. Una que otra vez la idea de escaparse la tentaba, inmediatamente la abandonaba. No podía hacerle eso a sus queridos padres, ellos habían sacrificado mas por ella. No era justo dejarlos.
Aburrida y con la tarea terminada se animo a abrir los ventanales. Aprovechando que sus padres habían salido.
—Hans— Dijo, tan bajo que las palabras se perdieron en el viento, sonrió, gritando con más fuerza— ¡Hans!— Esta vez el eco la acompañó en su llamado. Sin razón se rió a carcajadas, una carcajada dulce que te ponía feliz. Casi nunca abría su enorme ventana, esta vez se permitió hacerlo. Sintió una gran acogida, como si el viento, el sol, las aves, la brisa... como si la madre naturaleza al recibiera. Imprudente dio un paso y salió al balcón.
—No he de sentir— Gritó ella, aun con su sonrisa— ¡Pero ya no me importa!— Vaya que ya no le importaba, la gente de afuera la veía con curiosidad, las jovencitas murmuraban celosas cual bella era su próxima soberana, los jóvenes soltaban pequeños suspiros. En especial uno de ellos.
—Hey, tu, no te quedes como hipnotizado ahí parado. Ayúdame muchacho— Ordeno Kai, el mayordomo más cercano a la familia real.
—Es que mírala— Respondió el joven, con las mejillas sonrosadas, Kai le sacudió el cabello entretenido y siguió la mirada de su hijo hasta encontrarse con la joven princesa, que estaba sentada mirando el fiordo.
— Olvídalo, Leann, ella no puede estar con nadie— Le advirtió su padre. El chico bajo la cabeza, frustrado.
— ¿Por qué? ¿Por qué no soy príncipe? ¡Estoy seguro que ella me aceptará! Sólo, sólo déjame intentar...
—No— Gruño Kai— El corazón de la futura Reina ya es de alguien más.
— ¿Alguien más? Papá, ella se la pasa encerrada. Dudo que conozca a alguien. Nos conocemos desde niños, éramos amigos, ella es mía—El chico, necio y desafiante, frunció el ceño, con sus ojos verdes tristes.
— Escucha, Leann, ella no es una cosa, ella ama a otra persona y te someterás a ello. Punto final— Y Kai dio por terminada la conversación.
El castaño se alejo de su padre, decepcionado y dolido. Camino rumbo a las cocinas y se encontró con su madre.
—Hola, mamá— Saludo, sin ganas.
—Leann, ve y lleva este té a la princesa Elsa— Respondió Gerda a modo de saludo— Y rápido— Emocionado agarró la bandeja con un exceso de energía y corrió hasta la habitación, que él tantas veces había espiado. Con ya la mitad del contenido en la taza y la otra mitad en el suelo, se armo de valor y tocó la puerta.
— Pase— Dijo Elsa, desde dentro, cuando Leann entró ella le dedicó una sonrisa— Leann, que gusto verte.
—Princesa Elsa, hola yo eh...eh...— Comenzó a balbucear, mientras sus piernas temblaban— Le traje el té que solicito— Unas manos pequeñas y blancas rozaron las suyas, grandes y tostadas, después se hicieron con la taza.
— Hierbabuena— Susurro la albina, saboreando el verde líquido— Gracias, Lee.— Una involuntaria sonrisa de formó en la cara del muchacho al escuchar su sobrenombre salir de los labios que tanto anhelaba.
— Un placer— Contesto el chico, haciendo una pequeña reverencia, conteniendo el impulso hormonal de besarla. El, 16 años y aun guardaba con recelo el primer beso, por ella, para ella. Enterarse que ella jamás le correspondería era duro.
—Disculpe sí le incómodo pero hay una pregunta que ronda por mi mente desde que la vi por primera vez— Elsa dejo de beber.
— ¿Y qué es?
—Usted...usted...— El aprendiz de mayordomo se sonrojo— ¿Podría llegar a gustar de mi? — La pregunta tomo desprevenida a la princesa, que se comenzó a ahogar con la bebida, Leann se acerco preocupado, rodeo con sus brazos la delineada cintura de su platónica y realizó la maniobra que le habían enseñado para esos casos.
—¿Se encuentra bien?— Se atrevió a decir Lee.
— Si, emm, si— Carraspeo Elsa— Yo solo siento el té en mi nariz— Comento ella, tapándose la cara con las manos— Por favor, Lee, trae un pañuelo— Leann se apresuró en conseguir lo que le solicitaban y con eficiencia se lo dio— Gracias.
Avergonzado decidió retirase y dejar a la princesa asear sus fosas nasales llenas de té con sabor a hierbabuena, entonces reprimió una risita, al imaginarse a la rubia efectuar aquella tarea.
Una vez puesto un pie afuera del cuarto azul se hizo con la bandeja y se dispuso a cerrar la puerta.
Una voz lo interrumpió.
— Lee, lo siento pero yo no puedo sentir más que cariño por ti...—Susurro Elsa, el asintió, dándole la espalda y encogiendo los hombros. Fingir que no era más que una pregunta metafórica era su única salida, apretó los puños y parpadeo seguidamente para contener el agua que emanaban sus ojos.
Se quedó así, bajo el marco de la puerta, buscando palabras para cubrir su dolor.
— Solo era una broma, majestad— Su tono de voz, quebrado y tembloroso le hizo entender a la chica qur de una broma no se trataba y el remordimiento en su pecho con lentitud se formaba.
Esa misma noche Leann desapareció del castillo.
Kai y Gerda lo buscaron por doquier. El Rey y la Reina ayudaron en varias ocasiones. Pero nada.
Elsa se sentía culpable.
Así que agarró tinta y pluma, dispuesta a escribir solicitando consejo a su tan añorado pelirrojo, con el que no había perdido contacto, gracias a las cartas.
"Hans, he hecho algo terrible. Creo que por mi culpa el hijo de una persona muy apegada a la familia escapó. No lo encuentran, desde hace mucho. Es mi culpa Hans, todo lo que hago esta mal, todo. ¿Qué hago ahora? Mis poderes crecen y mis padres no permiten que vea a mi hermana, no conozco ni siquiera el patio trasero del castillo, me siento sola y... "
Esa carta nunca obtuvo respuesta, esa carta nunca fue enviada.
—¡¡Explícame que es esto, Elsa!!— Fueron los gritos furiosos del Rey los que irrumpieron en la habitación de su primogénita, a plena madrugada. Ella se levanto perezosa, después se sorprendió al ver las suaves facciones de su papá tan duras y enojadas, sus manos apretadas sujetaban papel. Una hoja y un sobre.
— ¿pa...papá?— El corazón de la rubia dio un vuelco.
— ¡Explícame! — Exigió el hombre. La puerta se abrió por segunda vez y por ella la reina hizo su acto de presencia.
—Cálmate, Stellan— lo advirtió la castaña— Despertarás a Anna— a modo de respuesta Stellan le tendió la carta a su esposa, quien la leyó de cabo a rabo como si fuera una atrocidad.
— Elsa ¿Desde cuándo?
—Siempre, mamá— Confesó la albina, cabizbaja— Perdón...
— ¿Crees que un perdón lo soluciona? ¡Te pones en peligro! ¡Das demasiada información! ¡Y Leann se fue!
— ¿Yo me pongo en peligro? ¡Tú te refieres a que los pongo a ustedes en peligro! ¡Oh, mejor dicho, pongo a su hija favorita en peligro! — Inmediatamente se tapó la boca, no sabía porque había dicho aquello, continuo— ¡La mejor decisión que tomaron fue encerrarnos a ella y a mí en lugar de buscar una solución o entrenamiento para mí!— Tantas cosas que se había guardado ahora las soltaba como bombas en una guerra— ¡Me obligaron a comprometerme y después me alejaron de él!
—¡¡Basta!!— La interrumpieron sus padres al unísono — ¡Fue para protegerte!
—Pues ya me harté, ya no más chica buena— Rodeo a sus papás y abrió la puerta, un hormigueo recorrió su brazo al tocar la manija, abrió y cerró con un portazo. Si sus padres la buscaban ella ya estaría lo bastante lejos.
Libre, libre, libertad.
Corrió por los pasillos, buscando la salida.
La encontró y por ella salió.
El frío no le molestaba, las estrellas brillaban traviesas y el reino estaba en calma.
Entonces fijo su destino.
Se dirigió al muelle y subió por una tambaleante tabla de madera hasta llegar a la superficie del barco con destino a las Islas del sur. La tabla se rompió. La tripulación no se encontraba, todo estaba oscuro. El estorboso vestido azul pesaba demasiado, intento subir pero era muy débil para aguantar su propio peso. Se sintió absurda y patética, sus manos comenzaron a sudar y por lo tanto ella comenzó a resbalarse. Intento gritar, pero su voz era ahogada por el miedo.
Los pasos apresurados de un rescate la aliviaron.
— ¡Papá!— Grito, asustada— ¡Perdóname papá!
— ¡Elsa! ¡Sujétate ya vamos! — Le aseguró el Rey, mientras el equipo de rescate sacaba cosas metálicas. Ella quiso ver, gran error.
Al voltear su cabeza perdió la poca fuerza que le quedaba y cayó al profundo océano.
Todo se volvió oscuro.
...
Figuras borrosas que brillaban intercambiaban palabras.
— No quiero que recuerde nada de él, él provocó esto. Todo recuerdo suyo debe ser borrado, lo demás no, por favor.
—El príncipe no tendrá lugar en el corazón de su hija, se lo aseguro.
— Pero ¿El la recordará?
— El hechizo es para ambos, solo lo recordarán cuando el amor entre los dos vuelva a surgir.
— Perfecto.
— Una sola advertencia más, majestad. Después de esto sus hijas no podrán volver a perder recuerdos. Nunca
Y volvió a caer rendida.
— Mamá....papá...— Despertó en su habitación, con la cabeza vendada y una mente turbia. Sus padres acudieron al llamado.
— ¿Estás bien?
— Eso creo ¿Que paso?— Los reyes intercambiaron miradas.
— Caíste del balcón.
— ¿De verdad?
— Si, solo una pregunta más ¿Recuerdas a Hans?— Los ojos azul turquesa de la rubia los miraban con duda y dolor. Esperaron y esperaron, mientras internamente una lucha por recordar hacia que su cabeza diera vueltas.
— No— Dijo al fin— ¿Quién es?
— Nadie en particular, cariño, nadie en particular.
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¡Hola mis wattperos favoritos!
Aquí un nuevo cap, espero entiendan lo que quiero expresar....Es un poco largo, y es debido a una celebración pues ¡¡¡Al fin acabaron mis exámenes!!! podré actualizar con más frecuencia.
El siguiente capítulo es aún más largo y elaborado. Por favor me ayudarían mucho con un comentario o estrellita. Saber que me leen es mi recompensa.
Un saludo.
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