En luto.

 —Señorita Elsa, por favor abra— Rogaba Kai, pero la chica se rehusaba a cumplir su pedido. Una semana,  ya había pasado una semana de la extraña desaparición de sus padres. Su objetivo no se vio cumplido. 

Cuando el día(en el que debían haber arribado en el puerto de Corona) llegó y las banderas noruegas no  se vieron en lo alto del cielo todos comprendieron que algo andaba mal.

La búsqueda fue incesante y sin descanso. Hasta que el escudo de armas noruego fue encontrado, a medio hacer y rodeado de pedazos de madera rota,  en una costa cerca de Dinamarca, ósea las Islas del sur.

Lo dieron todo por perdido.

Anna no estaba del todo convencida. Algo le indicaba que no podía ser cierto,  que alguien había sobrevivido. Ella era una sombra andante, que cruzaba por los pasillos en busca de pistas o huellas,  evidencia. 

El tiempo pasaba y no aparecían. Así que el presentimiento se fue poco a poco olvidando. Hasta llegar al fondo de su corazón,  formando un nudo,  un nudo imposible.

Elsa en cambio nunca aprendió a expresar sus emociones así que era un torbellino a punto de explotar.  Un manojo de nervios viviente. 

Su pequeño y delicado cuerpo temblaba aún más que el de un perro chihuahua.

El hielo en su corazón se torno rojo, del miedo, para siempre.

Y  el príncipe misterioso dejo de importarle.  ¿Qué más daba un chico de nombre "H"? Sus padres eran lo primordial,  eran  su cadena. 

La cadena que las unía a ella y a Anna.

La cadena entonces, se hundió bajo el mar. Se rompió.

Su duelo fue llevado en silencio.

El día del funeral la albina no quiso siquiera levantarse. Sus ojos estaban tan rojos que parecía haber fuego en ellos. Y ni el más frío hielo podía aplicarlo.  

Su habitación era un congelador.

Intentando animarse rebuscó entre sus libros,  aquellos que su padre le había regalado a los 15 años.  

Todos ya los había terminado,  repisas enormes y apretujadas guardaban su mayor tesoro. El olor que se impregnó en sus hojas era el mismo al de su papá.  Cada noche se acostaba con un libro al lado y eso lograba hacerla dormir.

Sus dedos recorrieron los lomos de los tesoros, saboreando las texturas y fuentes de letra de cualquier forma e idioma, de todos colores; sus delgados dedos se sentían en casa,  se sentían a gusto.  Era como reencontrar a un viejo amigo.

Un momento. Un desconocido.

¿Qué hacia ahí?  ¿Desde cuándo había un infiltrado en su fiesta?

Lo tomó en brazos, cuidadosa, encontrándose con un grueso libro de tapas de cuero rojo y letras doradas.

"La sirena y el príncipe"

¿Qué? El título no se le hacía conocido.

Sin duda lo leería... luego.

Al intentar colocarlo de nuevo en el espacio vacío  un sobre se deslizó por la cubierta y llego al suelo.

La rubia lo levantó, confundida.

Al ver el sello privado de sus padres sobre la abertura entendió que les pertenecía.

Y lloró.

Lloro buscando consuelo, lloró intentando demostrar que sin su amor no era nada, lloró por no haber ido con ellos y juró no navegar jamás en un mar con fantasmas.

Decidió no leerla, ya tenía mucho por lo cual llorar y una cosa más sería masoquismo.

Sus padres,  adorados y preciados padres. Su madre la había guiado,  le había ayudado a convertirse en una mujer,  que no diera pena ajena y que tuviera porte, elegancia y una gran y bella personalidad. Le quería mucho,  si pero no como a su padre.

En cuanto tuvo uso de razón la primera palabra que dijo fue "Papá"  después  "agua" en terceros "gracias" y al final "mamá"

Su padre,  ¡Dios mío,  su padre!  Era un ángel en persona,  un guardián,  un amigo, un compañero,  un cuenta cuentos,  un....un.... No podía seguir pensando en ellos, su dolor era tal...

— Elsa— La  voz quebrada de Anna en  versión madura la interrumpió.  Le dio las gracias mentalmente pues de no ser por ella se habría aventado por el balcón— Se que sigues ahí dentro— Comenzó a cantar,  débil y suave— La gente pregunta donde estas,  que sea valiente y en verdad trate, pero no puedo más....Déjame entrar— Sus súplicas eran escuchadas,  Elsa estaba a punto de abrir la puerta,  sus dedos pálidos hicieron contacto con la manija—Ya no nos queda nadie, solo tú y yo...— El lamento que salía de sus labios era un murmullo prácticamente. 

Y decidió no abrir la puerta, porque era una promesa a  sus padres, sin ellos no habría nadie quien cuidará a la pelirroja ¿y si la congelaba?  ¿Y si la lastimaba?  No, no tiraría tanto esfuerzo por un impulso.  La protegería,  de ella y del mundo.

— ¿Y ahora que va a pasar?— continuo la chica, sollozando,  Elsa se dejó caer al suelo,  cansada— ¿Y si hacemos un muñeco?

Fue la última vez  que Anna se presentó a la puerta.

Rendida y humillada se levanto,  se secó las lágrimas y acomodo el negro vestido.

— Entiendo— Dijo— Si tanto te molesto solo tienes que decirlo. Ya no te molestare, gracias por tu tiempo— Sin duda estaba dolida,  mucho. Su vestido se arrastraba, sus sollozos se alejaban. Su hermana ya se alejaba.

Ambas estaban en luto.

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¡Hola,  helsa shippers!

¿Qué tal? ¿Qué opinan?  ¿qué es lo que ya desean que suceda? ¡Nuevos personajes nos esperan!  ¿Qué creen que pase con Hans? ¿Que se imaginan que cambie?  Sus respuestas las espero.

Con esto damos finalizado la primera parte y pasamos a la segunda *0* Estoy contenta con su apoyo,  poco pero sincero. Veo votos 7w7 pero pocos comentarios, anda que no muerdo.

Y si alguien vio el partido de Costa Rica vs Holanda, ¿Me dirían quien ganó?  Por favor.

Un saludo.

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