El sabor de la gloria.
-Mira, Kristofforo...
-Es Kristoff, ¿Cuántas veces he de repetirlo? -Recalco el repartidor, deteniéndose frente a una montaña, Olaf, el curioso muñeco de nieve amante del verano que habían descubierto hace poco y que les había prometido ayudarlos, en esos momentos correteaba por ahí, jugando con la nieve.
-Si, emmm...yo necesito llegar cuanto antes y estamos atrasados y...
-¿Insinuas que es mi culpa? -La enfrentó, aceptando la verdad. Un viaje de medio día se había convertido en uno de dos y el frío aumentaba cada vez más, hacer aquel trabajo le era complicado al tener enfrente a la hermana de la chica que su platonico amaba.
-No, no es eso, yo solo...pff -La princesa comenzó a balbucear, dándose un abrazo compasivo, estar frente a aquel muchacho le ponía nerviosa, más que con Hans, cada cosa que ella hacía era una tontería frente a lo que su rubio guía hacia, tenía miedo de cometer errores y quedar como una tonta, justo lo que se encontraba haciendo en esos momentos -Tienes razón, yo no soy la experta en montañas, pero de verdad, Kristoff, el camino se me ha hecho muy largo y la gente puede morir más rápido por una hipotermia, seria negligencia dejarlos así. -Confesó la pelirroja, jugando con sus trenzas, el solo sentía la culpa y la conciencia pesar más, Anna era adorable, lo era aún y en esas situaciones, su corazón era demasiado bondadoso y el era un corazón sin compasión.
-Bien, mira, tenemos que escalar esto, pero es demasiado empinado, solo tengo una soga y sin dudas tu no escalas montañas -Un par de minutos con la mirada baja bastaron para que la joven colgara a unos tres cortos metros del suelo.
-Yo puedo -Afirmó la princesa, mientras una pierna se alzaba sobre su cabeza -¿Ya falta menos? Dime que falta menos ¿Sientes el aire más frio aquí? Bueno, todo es frío pero...Jeje yo...¿Cuanto falta? -Kristoff sonrió de medio lado, las locuras de Anna lograban que olvidará por breves momentos a su ex amigo, esa chica sin dudas era como un sol con batería infinita.
- Estas un poco loca Anna, primero te comprometes con un desconocido....
- Tal vez si, lo estoy ¿Pero acaso tu eres un experto en el amor? - Replico la chica, aferrándose a la roca.
-Yo no, pero tengo amigos que si.
-Chicos, no se si sirva pero he encontrado una escalinata que lleva directamente a donde queremos llegar -Les aviso Olaf, asomando su pequeño cuerpecito por detras de una piedra.
-¡Si, que suerte! -Anna celebró desde lo alto, con una sonrisa.
-Sueltate -Ordeno tranquilo Kristoff, esperando a que la joven bajará despacio, en lugar de eso y de un momento a otro la chica estaba en sus brazos, se miraron un breve instante, Anna sonreía y el solo intentaba no mirarla, no ver esos lindos ojos verde azulados y contarle la verdad.
-Genial, como un ejercicio de confianza -La preciada carga de sus brazos se marcho y corrió adonde el muñeco estaba, el solo los observó con diversión y corrió a donde ellos. Su mandíbula cayo al ver el magnífico castillo helado que se alzaba ante ellos, la escalera brillaba y tenia detalles únicos, el adoraba el hielo y eso, era un gran tributo a el.
Imaginarse ahora mismo a la Reina Elsa en los brazos de su antiguo amor le causo un dolor en las costillas, para bajar al estómago y subir a la garganta, era ardor, un sabor amargo. Celos.
Anna solo contemplaba sin expresión alguna que no fuera admiración, su adorada y ejemplar hermana era capaz de eso y más, era maravilloso, las emociones entre los dos subían y bajaban a una velocidad de infarto.
Subieron en silencio, las piernas de Anna subían de dos en dos o de dos en tres, más que emocionada por llegar al final, los últimos peldaños los salto de un jalón, resbalando un poco.
-Gracias por acompañarme -Dijo la muchacha, cuando Kristoff ya hubiese llegado, junto a Olaf -Pero creo que tengo que hacer esto sola...
-Pero yo quiero entrar -Olaf se acercó a ella, con la mirada suplicante, ella negó con la cabeza.
-No, Olaf, lo siento -Ahora fue turno de Kristoff ponerse frente a ella.
-Entonces yo voy.
-Me gustaría, pero no, ya una vez congeló el reino al presentarle un joven. -Bromeó Anna, encogiendo los hombros.
-¡Ah, por favor! -El rubio se jalo el cabello con fuerza -¡El hielo es mi vida!
-Bueno, puedes apreciar tu vida desde aqui -Se dio media vuelta y levantó la mano.
Mil recuerdos surcaron au mente, ella misma en diferentes etapas frente a la misma puerta, nunca obtenía respuesta....
- ¿ Por qué no toca? -Preguntó Olaf en un susurro -¿Crees que no le enseñaron o qué?
Temerosa su puño se estampó contra el hielo, que se abrió lentamente, por primera vez en mucho tiempo su hermana le habia abierto ¡Lo había hecho!
-Eso es nuevo -Susurro para si, dando un paso y otro más, temiendo que alguna trama anti-Anna's se activase en cualquier momento, pero no había trampas y tampoco rastro de su hermana. Se permitió ver el vestíbulo, amplio y alto, iluminado y con destellos, una elegante fuente en medio de dos escaleras llamo su atención. Camino hacia las escaleras llamando a su hermana, pero no había rastros, todo era demasiado silencioso y quieto, justo lo contrario a ella.
-Anna -La llamo la voz serena de la rubia, la pelirroja levantó la mirada, emocionada, los dos pares azules colapsaron.
-Wow, Elsa te ves...Diferente, te queda muy bien el cambio, no porque seas fea como eras antes, tu te pareces mucho a mamá ¡pero ella no era fea! ¡No! ¡tu tampoco pero...te ves bien! - Se mordió la lengua, antes de decidir alguna otra tontería, la chica mayor sonrió suavemente, su hermana siempre hablaba de más.
-Gracias, supongo - La menor sonrió con los ojos cerrados, avanzando con lentitud hacia la platinada.
- ¿Podemos regresar? -Suplicó Anna, mientras su hermana negaba con la cabeza. Tenia que distraerla.
En el ala oeste del palacio helado un castaño amarraba diversas telas fabricadas por la misma Elsa, para poder salir del cuarto sin ser visto
"Estúpido Kristoff, le pago para que me de tiempo y justo llega, que injusticia" Pensaba Hunter, mientras se deslizaba lentamente por la cuerda improvisada, su mente vaga por lo sucedido esa tarde y una tonta sonrisita se formo en su rostro, tantos años de espera si habían valido la pena, ¡La había besado! Y las chispas se activaron, tal como el siempre pensó, lo había logrado, había probado la gloria, y tenía un sabor delicioso.
Se des amarró la cuerda de la cadera y sus pies se estamparon contra la manta blanca, se dejo caer en el suelo, con los ojos cerrados, estafas y pleitos, pero todo valió la pena, incluso el haber ilusionado a Kristoff para que lo ayudará.
Ese rubio era la pequeña mancha de su "Perfectamente imperfecta" vida, bien podía haberlo dejado cuando comenzó a notar que sus sentimientos iniciaron su metamorfosis, pero el cariño de hermano que le guardaba lo obligaba a permanecer con aquel repartidor, le era incómodo hacer una tarea y verse observado con avidez por el muchacho, así que tomó la decisión de dejarlo, abandonado y con el corazón partido. Pero por más que lo intentará él sabía que no pertenecía a aquel bando.
"Oh, Kristoff, si tan solo hubiera una persona que te amará" Había pensado al verlo colgado, cuando habían realizado el gran robo que lo llevo a Weselton.
- ¡ Leann, ayúdame Leann! -Gritó Kristoff aquella vez, mientras sus dedos resbalaban de la superficie, el ojiverde solo lo ignoro, sin mirar atrás a su único amigo y compañero. Lo habría ayudado, pero no podía permitir que el montañés intentará conquistarlo. Hunter Leann Miller no era para él.
Viendo en retrospectiva todo lo que hizo en anteriores años el siempre sacrificó todo por ella, por la rubia, dejar a sus padres, robar, engañar y al final ser un traidor a la patria, trabajando con el anciano Duque.
Todavía sentía sus labios cosquilleantes, con la sensación helada y a la vez cálida de la Reina. Sabía que él había sido el primero en besarla, un punto más a su victoria.
Oh, tan delicioso sabor de gloria.
Se levantó y borro sus huellas, después tendría tiempo para lo que quería, dejaría todo al azar y la Reina iría con el, para su tan esperado final feliz.
Un momento, no era el único.
La sonrisa se desvaneció cuando recordó la carta que fingió haber escrito, ¿Quién era ese chiflado H? ¿Quién quería robarle a la preciosa mujer? Fuese quien fuese ya tenia un buen enemigo asegurado.
Siguió avanzando, planeando los objetivos, incluso logró verse con la corona y jugando con niños mágicos de ojos verdes, que lindo destino...
- Leann, veo que lo has conseguido -La voz cargada de molestia y despecho de su tormento ojimiel lo despertó, seguía igual a como lo había dejado, pero ahora más que dolido parecía decepcionado.
- Lo hice, la besé y te lo agradezco -Informó con sinismo, mientras una sonrisa socarrona se formaba con lentitud.
- No puedo creer que te he ayudado después de lo que me hiciste -Gruño Kristoff, sentado en la escalinata.
- Oh vamos, ¿Qué la princesa es tan insoportable? Creí que se llevarían bien -Camino hasta el y se sentó a su lado, como todos los días hace muchos años .
-¿Qué ganas con esto? -
Lo corto, ignorando el comentario sobre Anna, admitir que le agradaba sería darle un arma para atacarlo.
- Lo que debió ser mío. -Y divertido añadió -Y yo no me refiero a un reino, me refiero al helado corazón.
-Bueno, entonces felicidades señor tramposo -Kristoff se había puesto de pie, y subía los escalones.
- ¿ A dónde vas?
- Quiero asegurarme de que Anna este bien -Le dieron ganas de golpearse en la cabeza, decir eso era confesar prácticamente que la princesa no le era del todo indiferencia. Leann soltó una carcajada.
-No me digas ¿Te has enamorado de ella?
- No -Gritó, avergonzado, confundido y con la comida en la garganta, tal vez debía hacer eso, vomitar en la atractiva cara de su ex amigo. ¿Le gustaba Anna? No ¿Si? No..¿Tal vez?Era bonita y dulce, divertida y aventurera ¿Qué tenía de malo?
- Si no te conociera me creería esa respuesta mediocre -Gruño Leann, rodando sus ojos.
-Ese es el problema, no me conoces -Y Kristoff se marchó, dejando a un castaño con mucho que decir.
Al entrar al palacio todo parecía impecable, sin dudas el hielo tenía poder. Subió por la única escalera y supuso que por donde las hermanas habían ido. Un grito y un relámpago le avisó que algo andaba mal.
Al llegar solo distinguió a una melena pelirroja en el suelo, la soberana tenía ambas manos en la boca, se notaba aterrada.
- ¿ Quién eres? ¡Ay, no importa solo váyanse! -Anna se levantaba como podia con ayuda de Kristoff, se sujetaba con fuerza el pecho, le dolía y pesaba, Elsa estaba paralizada.
- ¡No, yo no me voy sin ti!-Imploró Anna, sollozando.
-Si, debes -Los ojos azules se tornaron cristalinos y con un movimiento de manos bolas y cuadros helados se volvieron uno.
Si Anna quería hacer un muñeco de nieve, vaya que ya había uno. Y enorme.
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¡Hola criaturitas del señor! *Pone su mejor voz de Rubius* Y estamos aquí con un nuevo capítulo..
De acuerdo, no.
Creo que avanzamos cada vez más, secretos y secretos pronto tendran respuesta ;)
Primer comentario=dedicatoria.
¿Qué tal si nos conocemos un poco más? Yo les hago unas cuantas preguntas al final de cada capítulo y las responden (: Si quieren.
1.-¿Cual es su fic favorito de Wattpad? De cualquier temática, no importa que no sea frozen.
2.-¿Cual es su capítulo favorito de este fic?
3.-¿ Cómo estan? (Ok, esta no...) ¿Cuál es su personaje favorito de Frozen y porque?
Los que quieran leer mi nueva novela Helsa la podrán leer en mi perfil se llama "Partners in crime "
Como siempre estrellitas y comentarios son bienvenidos. Un saludo y gracias por leerme.
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