Compromiso.

— Hunter —Una desesperada joven  rubia jalaba con fuerza del saco del chico,  que la apartaba con brusquedad y dolor —Por favor,  Hunter,  escúchame — El castaño se soltó de su agarre, sin voltear a verla y empujó a la multitud enmascarada para llegar a la salida. Elsa corrió en dirección a la puerta, buscando al herido chico, pero no había rastro alguno. El patio se hallaba impecablemente perfecto, vacío y con la luna brillando despreocupada sobre el, las fuentes borboteaban y los arbustos se mecian a un ritmo lento, muy lento.

— Hunter, no fue lo que parece —Gimió Elsa, mientras lágrimas resbalaban por sus rosadas mejillas, no quería lastimar a terceros,  ese baile con aquel pelirrojo solo fue eso, un baile....Hunter no la merecía.

— No te creo —Respondió la voz de su amigo desde un rosal, ella suspiro más calmada, pero seguía acumulando culpa.

— Por favor Hunter,  no actúes así,  solo fue un baile.... —Intentó justificar,  pero el chico seguía empeñado en permanecer detrás de las rosas blancas.

— No, no fue solo eso—Gruñó el ojiverde,  sacando una mano para avisarle donde estaba, ella se acercó con lentitud. — Fue mucho más.

— Hunter, mírame —Ordenó Elsa, al sentarse a su lado, agarrando con fuerza la mano cálida de su acompañante, éste no la aparto, pero no se digno a voltearla a ver. —¿Por qué dices que fue más? —Sus entrañas se retorcieron. Ella sabía que eso no fue normal.

—Tu y él parecían conocerse,  entenderse...quererse...Tu nunca me has visto a mi como lo viste a él. Creí que tenia una oportunidad ¿Sabes cuánto luche para llegar contigo?  ¿Lo sabes? —Su reproche le corto el alma, su quebrada voz estaba sumamente herida, su labio temblaba y los ojos se extinguían, jamás pensó ver a su querido amigo así.

— Te quiero, no debes dudarlo —Le dijo con cariño, intentando sonar convincente para ambos, ese baile la confundió. — No sé lo que somos,Leann—Susurro con dulzura,  pronunciando el tan oculto nombre de su amigo, el levantó la vista,  paralizando sus sentidos por el dolor de verlo con los ojos inyectados en sangre por el llanto.

— Yo tampoco,  responde tu —El chico se dejo abrazar cual niño pequeño y mecer en sus brazos como un recién nacido, usando sus mejores armas de chantaje.

— No, eso no es justo —Dijo la rubia, mirando al vacío, horas antes le habría pedido una respuesta urgente,  para confirmar lo inevitable,  pero el pelirrojo que llego...Ni siquiera sabía el nombre.

—Creo que debemos saberlo pronto — Continúo Hunter, aferrándose al cuerpo femenino —Por nuestro bien.

—Estoy de acuerdo —Aceptó ella, sonriendo,  él devolvió la sonrisa —Venga, debemos ir al baile de mi cumpleaños.

— ¿Sabes? Cuando te vi con...ese tipo... —El castaño hizo una mueca de asco, ella solto una risilla —Mi madre y yo,  ya habíamos terminado de preparar tu pastel, se ve magnífico y sabe igual —Admitió el chico, frotando sus manos con deleite.  Siempre fue así, no podían estar enojados mucho tiempo, se conocían  a fondo y compartió más momentos con él que con su propia hermana.  Elsa no dejaba de pensar y de recapacitar el asunto del enmascarado, fue una explosión de sentimientos y miradas....

Su verde mirada,  idéntica a la de su príncipe misterioso...

— Bueno, querida Reina, debemos regresar —La voz de Hunter la sacó de la laguna mental que estaba teniendo,  brindándole una mano para que se levantará.

Cuando el muchacho regresó a Arendelle sus padres no pidieron explicaciones, se conformaron con tenerlo de nuevo a su lado, él prometió ayudarlos con el dinero que ganó en años anteriores sin decir que era hurtado, el gentil matrimonio lo agradeció y desde entonces los tres se ven muy unidos.

Al entrar al castillo de nuevo, todos voltearon a verlos con picardía, fue entonces que los colores subieron a su rostro como si estuvieran parados de manos.  Sus cabellos revueltos y sus manos sujetas, añadiendo el acto de que se escabulleron detrás de las flores daban a entender otra cosa, Elsa sintió ganas de golpearse la cabeza.

— Elsa, debo irme con mamá para los últimos platillos —Susurro el castaño,  despidiéndose con la mano.

Ella se quedo sola, buscando a su hermana con la mirada,  para comprobar que se hubiese cambiado, alguien poso una mano en su hombro.

— ¿Reina Elsa? —Un chico de cabello avellana sonreía,  mientras sus obres azules chocaban.

— Si, soy yo —Respondió con seguridad —¿Y usted es...?

— El príncipe Jackson del reino Overland, el reino azul al otro lado del mar—Intercambiaron cortas reverencias.

— Un gusto.

— El gusto es mio —El muchacho no parecía tener más de 19 años y se veía contento — Adoro lo que logra hacer con sus poderes, majestad.

— Oh, muchas gracias, tomo un poco de tiempo pero...el resultado es lindo—Agradeció la soberana,  el asintió con la cabeza.

— En mi reino, me dicen el príncipe Frost —Comentó Jackson con alegría — Y es debido a mi pasión oculta por el invierno.

—Eso es genial, señor — El chico era agradable y le recordaba a Anna con esa edad, parecía lleno de vida.

—Si, tiene suerte de mantener un don como ese —Una rápida sombra cruzo el atractivo rostro del joven, pero como tan rápido apareció se desvaneció, un escalofrío la recorrió.

— Si, lo supongo — Contesto vagamente, mientras a lo lejos veía a su hermana (ya cambiada y limpia) charlar con una niñita similar a Jack.

— Ella es mi hermana Emily — Le informó,  adivinando su pensamiento —Veo que mi hermana y la suya se llevan bien.

—Así parece,  se les ve muy alegres —Caminaron en dirección a las dos chicas, que compartían anécdotas de sus intentos de robar chocolate por las noches,  al verlos se quedaron calladas de inmediato.

— Oh, príncipe Jackson —Anna se inclino un poco, Emily abrió la boca formulando una perfecta "O" al ver a Elsa.

—Princesa Anna —Saludo el muchacho,  depositando un suave beso en su mano,  Anna miró de reojo a Emily evitando reir, Elsa rodo los ojos, su hermana siempre hacia lo mismo, reirse de los rituales de presentación.

— Majestad, es más hermosa de lo que pensaba —Susurro la niñita castaña,  con admiración,  Elsa indicó con la mano que no importaba, Emily abrió la boca un poco más,  dejando ver dos pequeñas ventanillas en la parte delantera.

— Me parece que debemos ir por la princesa Mérida,  ve por ella Emily —Dijo Jackson, Emily asintió y fue en busca de la princesa escocesa.

— Nos vemos luego, majestad —Se despidió el príncipe, las dos hermanas lo despidieron y siguieron su camino.

—El baile es un exito —Comentó Anna casi brincando de emoción —No me gusta tanto este vestido como el de hace rato pero es aceptable — Agregó distraída, meneando los brazos sobre el nuevo vestido rojo rubí —¿Has visto a Kristoff? —Preguntó la pelirroja,  jugando con sus mangas, Elsa se encogió de hombros,  su hermana se alejo y partió en busca de su novio. Aquello le daría tiempo.

Avanzó hasta el atril y vio al rubio,  susurrando cosas para si mismo mientras se acomodaba una y otra vez la corbata, Elsa estaba segura que repasaba el discurso.

— Oye, Kristoff,  relájate,  tu no tienes pánico escénico como yo —Bromeó la albina, él junto las cejas en señal de preocupación —Ella se pondrá tan feliz por el compromiso que no le importaría que vinieras montado en sven.

— Reina Elsa, lo sé,  pero yo...

— Nada de peros, tu te casarás con ella y no me llames Reina,  seremos familia — Lo animó, dando ligeros golpes en el brazo,  el sonrió con nerviosismo.

—No me gustaría arrebatar tu noche especial, Elsa —Ella se encogió de hombros.

— Es especial para mi cada que veo a mi hermana sonreir —Susurro con cariño,  el suspiro aliviado expulsando una gran bocanada de aire.

—Llegó la hora —Ambos levantaron los pulgares, dándose apoyo mutuo, Elsa subió los pequeños escalones para llegar a la tarima, la música se detuvo de golpe y todos voltearon  a verle. Las nauseas se acumularon al ver los pares de ojos sobre ella.

—Eh.....buenas noches—Balbuceo la soberana,  mientras evitaba ver al frente y centraba su atención en el techo. —Hoy, celebramos el deshielo, una metáfora de las buenas épocas y virtudes del verano— Todos aplaudieron, en primera fila estaba Anna y en un extremo Kristoff,  esperando la señal , por otro lado Hunter y Gerda llevaban un gran pastel a la mesa principal— Pero yo no sería nada sin mi hermana, por favor,  Anna, ven aquí — Solicitó,  la pelirroja brinco entusiasmada moviendo con energía las faldas rojas para llegar junto a la albina,  Elsa chasqueo la lengua con disimulo y el montañés se abrió paso hasta la tarima, Elsa le dejo el camino libre y todos voltearon a verse confundidos.

— Anna, princesa,  estos dos años a tu lado, fueron los mejores,  demore mucho en darme cuenta lo especial y único que es nuestro sentimiento, de despertar y no verte a mi lado y seguir viendo tu anular desnudo, mientras tomo tu mano todas las tardes, a sabiendas que yo puedo vestirlo,  así que aquí y ahora... —Las palabras se atoraron, Anna abrió los ojos con ligeras lágrimas. No es una sonrisa triste. No hay rastro alguno de la asusta muchacha de 18 años, asustada,  engañada y aislada. Ahora es Anna, la dulce y valiente.  Ahora es Anna, la chica que encontró el amor verdadero. La que logró superar al maldito patán...Ahora no es la sombra de su fabulosa hermana, es el todo de ese muchacho,  que ahora se encuentra de rodillas, extendiendo una linda cajita esmeralda,  donde un anillo le dedica un guiño travieso.

— Anna Arendelle ¿Quieres casarte conmigo?

                      ...

—¡Oh, Elsa, por dios, estoy tan feliz! —Gritó Anna mientras devoraba el pastel de chocolate que Gerda le había dado —¡He esperado tanto! —Agregó pasando el bocado, mirando con ilusión el anillo que ahora vestía su dedo anular.

— Me alegro mucho por ti, Anna —Susurro Elsa,  mirando con melancolía el anillo turquesa que escondía en su mano; aquel anillo que un día llegó  a su vida sin origen aparente, Anna no lo paso desapercibido.

— ¿De dónde es eso?Corrección,  ¿Quién te lo dio?—Señaló la pelirroja,  con renovada alegría,  ambas esperaban al rubio que corrió a vomitar después de recibie una respuesta positiva.

—¡De ningún lado! ¡Y nadie!—Se apresuró a decir la ojiazul, escondiendo la mano en su vestido,  junto a la caja musical del desconocido.

— Solo porque es tu cumpleaños y estoy comprometida te libras de preguntas —La amenazó,  alejándose de su hermana.

Ya era pasada media noche y la gente apenas estaba degustando del banquete, Elsa se sentía agotada, muchas emociones y poco tiempo ¿Era parte de sus responsabilidades como Reina?  No entendía mucho como funcionaba el asunto, aún no se terminaba de acostumbrar, pero si sus padres lo lograban ella también podía.  Habían prohibido el alcohol para evitar pequeños desperfectos en presencia de los pequeños, pero no faltaba el hombre que llevaba un potente licor para compartir,  así que debía estar atendiendo los casos de ebriedad.

— Que divertido — Dijo una chica de marcado acento escocés, mientras ambas observaban a un regordete duque caer sobre una princesa de no menos 15 años,  aplastando su delgado cuerpo.

—No lo es —Suspiro Elsa, bajando la cabeza con agotamiento —Los menores imitan el comportamiento y en pocos años la multitud sobria disminuirá.

— Esto no es nada, majestad,  en mi nación beben por barriles, así que aquí tienen muy poca tolerancia,  son débiles — La chica sostenía una pose confiada y alegre, sus mechones estaban más esponjados que el cabello de Anna por las mañanas,  pero se veían suaves y rojizos,  su complexión no era fina, pero era adorable, y su vestido combinaba con el color de ojos, color celeste.—Princesa Mérida, de Dunbroch —Extendió su mano y la estrecharon, nada de modales y reverencias,  se notaba de lejos que Mérida era muy liberal y jovial — la joven que convirtió a su madre en oso —Añadió en un susurro acompañado de risas.

— He escuchado de eso—Ambas mantenían la mirada al frente, mientras los guardias mandaban a los ebrios señores a sus alcobas.

— Bueno, querida,  déjame decirte que lo mio fue peor que lo tuyo; no debes seguir sintiéndote culpable por lo de su hermana — Habló Mérida,  demostrando un lado maduro poco común en ella, dejando en claro que era ella quién escribía las cartas que se enviaban y no otra persona — Casi olvido el porque vine aquí, apartando el hecho de que somos socias comerciales —Le regaló una sonrisa vaga y de su capucha un sobre amarillento apareció frente a sus ojos, la sonrisa de la pelirroja desapareció dejando un rostro inexpresivo y frío. —He de invitarte a mi boda, majestad —Gruñó la chica, Elsa abrió los ojos sorprendida,  no solo Anna se casaría, pero Mérida...Ella era la libre,  la luchadora,  la valiente...¿Casarse? Justo ella, que compartía su idea de no necesitar hombres.

— No tuve otra opción,  si es que se lo pregunta —Aclara triste, despojando el redondo rostro del antifaz que llevaba puesto —Mi madre me ha obligado y cree que es esencial para mi, y yo le dije que la volvería a convertir en oso pero no me cree capaz, entonces le conté  que podía reinar sin casarme y dijo que no y yo le grite lo que mi prometido hizo hace dos años y lo excusó con que la gente cambia ¿Puede creerlo?  ¡Ah, pero no es todo, no! Ella quiere que la invite a usted, cosa que me resulta de mala educación por lo que mi prometido.... —Escupía la palabra con ligeras arcadas de vómito falso —Le hizo, así que si no asiste a ver como me caso y al siguiente día el aparece envenenado misteriosamente se lo agradecería,  pero si prefiere verme sufir como mi madre ¡Bien por mi! —Elsa se alejo con pánico de la furibunda chica, que pateaba las sillas vacías con fuerza,  maldiciendo en su idioma la buena hora en la que nació mujer. Hablaba con ella como si fueran amigas de toda la vida y la velocidad de pronunciar las palabras era increíble.

— ¿Y quién es? — Fue lo único que se le ocurrió preguntar,  la chica levanto loa brazos al cielo y se jalo los cabellos, en señal de rendición.

— Un estúpido — Contesto, mordiendo la lengua con demasiada fuerza.

— Lo imagino — Elsa no se creía capaz de contradecirla pero ahora la curiosidad era una parte vital de esa repentina conversación.  El Rey Fergus estaba ayudando a cargar a los hombres caídos en guerra de bebida y la Reina Elinor estaba bebiendo chocolate despreocupada y  a una prudente distancia.

— No creo que quiera ir a mi boda si le digo quien es—Explicó la princesa escocesa, ya mas calmada.

— Prometo ir, de verdad —Levantó la mano encima del corazón,  en señal de estar de acuerdo.

— Una promesa es una promesa —Le recordó Mérida,  señalando acusadora, Elsa volvió a asentir.  Eso se significaba tener amigas a las cuales confiar secretos.

— ¿ ya me dirás quién es? —La pelirroja bajo la cabeza.

— Es el príncipe Hans.

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Buenas, buenas.

No me manden a la hoguera, por favor.

Creo que tarde años en subir este capítulo y que no es del todo largo y supermegawow pero bah...Aquí la que escribe soy yo 7uu7 La tarea, dejen la culpa a la tarea....

Bueno, aquí no hay mucha narrativa y hay mucho diálogo, asi que vaya la redundancia ¡Mucho diálogo y poca acción!  ¿Les gusta el giro que tomó la historia?  el lado bueno es, que Mérida odia a Hans así que no se preocupen.

Un saludo a las nuevas lectoras y un saludo a las no tan nuevas, aquellas que siempre me dejan un comentario ♡

Capítulo dedicado a NataliaLovers :) Gracias por tu apoyo! (Como estoy en el móvil no se puede dedicar pero en cuanto pueda estar en la computadora ya lo pondré oficialmente)

Estrellitas y comentarios son bienvenidos.

Un enorme saludo.

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