Bajo cero.
Un frío gélido azota el Reino.
Los ancianos especulan que podría ser el día más frio de la historia, es como si el sol hubiera decidido esconderse y jamás salir.
El antes insoportable calor de la costa y el ritmo constante de las olas los acompañaban, ahora solo había frío y silencio, un silencio que poco a poco se perdió con la explosión sorda de los ligeros copos de nieve al caer. Las olas sonaban como cristales rotos, cubiertas de azúcar glaseada.
¡Blanco, azul, blanco, frío!
Era todo lo que se podía ver, las calles se transformaban, las fuentes eran jarrones que sostenían ramilletes y caranvanos, los suelos estaban enterrados en nieve. Las casas parecían locomotoras moviéndose de un lado a otro repiqueteando y llenando el cielo de acero con humo gris.
Los gatos se movían inquietos, mientras la fina escarcha los llenaba de lentejuelas, el frío silbaba con fuerza, la gente se refugiaba en sus casas, los árboles parecían hadas y duendes vestidos de blanco con sus ramas en dirección al cielo, bailando en busca de estrellas, rodeados de nieve y ya con pocas hojas como cabello. Los perros bostezan a la luna, abrigados con sus pelajes, observando divertidos como los caballos con carruajes de deslizaban por los adoquines.
Eran un reino sin rey, sin reina y al borde de el desastre.
Sin pensarlo dos veces la chica de vestido verde y cabellera naranja pidió su caballo y una capa, no pidió voluntarios y nadie se ofreció. El Duque de Weselton gritaba cosas, furioso, mientras su mostacho se ponía más blanco.
- Iré contigo-Se ofreció Hans, más por obligación que por gusto.
- No, tengo que ir sola-Se negó Anna, mientras sus mejillas palidecian.
- Princesa, yo quisiera ir-Hunter se acercó, ya con su caballo y abrigado, el Duque le regaló una mirada de traición. A el pelirrojo no le agradaba la idea de que ese chico fuera con su prometida, pero le agradecía pues así el no tendría que ir; al final y después de discutir llegaron a un acuerdo, Anna buscaría a Elsa por su cuenta y Hunter por la suya, los dos se fueron.
"Dejo al príncipe Hans acargo" Había dicho Anna, en dirección hacia la desconocida Montaña del Norte, galopando decidida dejando a un pueblo sin explicaciones. A merced de un desconocido, nadie se sentía tranquilo.
-¡Esa chica fue nuestra perdición!-Grito alguien entre la multitud. La gente tenía el rostro helado, con las cabelleras revueltas y los labios amoratados.
-¡Moriremos!- Añadió otra voz, los guardias intentaban calmar a la gente, que ahora era presa de un pánico justificado. Hans no sabia que hacer, siempre había planeado el estar a cargo de un reino pero no en esas condiciones.
Niños y adultos corrían buscando refugio, cubriéndose con los brazos sus ligeras prendas, la gente dentro del castillo comenzó a quemar cosas, los guardias avanzaban por las callejuelas, vigilando la seguridad.
-¡Príncipe! -Grito una muchacha, joven y de cabello castaño, con unos preciosos ojos verdes, acompañada de un hombre castaño.
- ¿ Qué pasa? -La garganta le ardía, los nervios aumentaban.
- Príncipe, mi esposo y yo queremos ayudarle-Respondió la chica, sacudiendo los brazos despreocupada.
- No, no es su problema, son invitados y yo...-El frío hacia que sus dientes castañetearan, apreto los puños y el frío se fue de repente, mientras hablaba entraba al castillo,para pensar que hacer.
-Disculpe, pero no solo somos invitados-Tercio el hombre, hablando por primera vez-Mi esposa esta unida a esta familia.
-¿Cómo?- Que el supiese las hermanas no tenían pariente externos a sus fallecidos padres.
- Soy su prima, Rapunzel del reino de Corona, Alemania-Se adelanto la chica, sonriendo- Sabemos como controlar a un pueblo y si nos permite...
-No-La corto Hans y de pronto se sintió extraño, nunca había tenido ayuda en nada, las cosas el no las había conseguido en bandeja de plata, sus hermanos se las volvían incansables y cuando Jamil, su guardaespaldas, se ofrecía (en limitadas ocasiones) a ayudarle el rechazaba automáticamente, recibir ayuda era absurdo, para él solo se trataba de una muestra de debilidad frente a los 11 brutos, además, si el se haría con ese mismo reino esto le serviría de práctica.- Así estaré bien, ustedes vayan a las calderas-Se marcho de allí, dejando a la pareja con la palabra en la boca pero lo que menos quería en esos momentos era charlar.
-Hans, tenemos que ir por la Reina Elsa-Le dijo Jamil, en tono suplicante, mientras repartían comida y mantas en el pueblo. - Puede estar en problemas.
El mencionado rodo los ojos, cansado de los insistentes ataques cursi de su acompañante.
- Jamil, ella causo todo esto, ya basta-Le ordenó, cansado-Ella congelo todo.
- Lo sé, pero tu puedes descongelarlo...-Hans pateo las rocas que había cerca de ellos, suspiro sin ganas y realizó un puchero.
-Claro, como se controlarme y no matar gente con lo que tu mencionas-Contesto con sarcasmo, repartiendo leña-¿No crees que de ya controlarlo no lo habría hecho?
- Claro que no...-El pelinegro se mordió los labios, que estaban de un extraño color azul, a comparación de Hans, que estaba incluso sonrojado.
- Mira, es cuestión de tiempo que aquella Reina caprichosa regrese y ya-Jamil lo miro con reproche, ni el mismo sabía porque tanto rencor con tan bella mujer, el frío no le afectaba.
-Al menos admite que es preciosa-El guardaespaldas se cruzó de brazos, levantando ambas cejas.
- ¿ Por qué? -Hans escupió la pregunta, nervioso y dubitativo, no le costaba nada complacer al pelinegro, pero algo dentro suyo estaba empeñado en llevarle la contraria.
- Pues porque todos lo dicen, quiero escucharlo de tu boca y que admitas que la joven princesa Anna fue un regalo de consolación- Aquella actitud de "Te conozco" que tenia Jamil le agradaba y molestaba a la vez, discutir con el no tenia caso. El acompañante siempre se salía con la suya.
- Si -Dijo, dándole la espalda, alejándose de él.
-¿Si que? -Grito el pelinegro, pero para entonces Hans ya estaba muy lejos para oírlo.
...
-Que sorpresa verte aquí-Susurro un chico, cubriéndose la dorada melena con un gorro. La tormenta los había detenido a él y a su mascota en las montañas, no creía que nadie fuese a dar un paseo por allí.
-Igual, pero ya no soy el mismo-Respondió el otro, con la mirada baja-Ya sabes porque, Kriss.
- Y tu bien sabes que detesto que me llamen Kriss-Gruño el rubio.-Creí que estabas bromeando al respecto con tu plan, desde que tu te fuiste e intentamos escapar juntos todo parecía mejorar, ya veo que no.
- Te equivocas, yo me encuentro mejor que nunca y pronto cumpliré lo que te dije ¿Si lo recuerdas?
-¡Y como olvidarlo!-Bufo, acariciando a un reno dormido-Lo decías cada cinco minutos, lo tuyo no era amor, era obsesión.
- Es amor-El desconocido parecía no desistir a su idea-Y he venido mejor que nunca.
-¿Y para que me necesitas? Según entiendo tu ya tienes todo lo que siempre quisiste-Le reprocho "Kriss" Todavía dolido por su alejamiento.
- Aún no la tengo a ella.
- Y yo tengo la culpa ¿no?-El sarcasmo en su frase era tanto que más pasaba como regaño.
- Solo necesito que me ayudes esta vez, es todo-Dijo el extraño con tranquilidad.-Vamos Kristoff, por los viejos tiempos.
El tal Kristoff lo pensó un momento, ya no quería nada relacionado con ese tipo y tal vez lo convencía ahora de que lo dejase en paz.
- Quiero algo a cambio-Dijo, mientras sus ojos mieles buscaban algun signo de mentira.
- Lo suponía ¿Qué quieres?-Se notaba de lejos que el negociante no se andaba con rodeos.
- Dinero, claro esta y que me dejes sólo-Kristoff y Sven (Su reno mascota) estaban atravesando una difícil situación en la cual apenas y tenían con que comer. El extraño le extendió una bolsa repleta de monedas.
- ¿ Con eso basta? - Pregunto con apuro.
- Bien, ¿Y que quieres que yo haga?
- Solo entreten un rato a la princesa-Pidió el encapuchado.
- ¿ A la loca que canta por cualquier cosa?-Kristoff parecía no creerse eso.
-Si, a ella, de seguro si te encuentras con ella te pedirá ayuda y si aceptas te dara dinero, tu cumplirás tu parte llevándola por un camino largo y tardado, después las cosas saldrán solas-El rubio no le veía el caso a eso, no veía en que punto podría sacar un beneficio.-¿Hecho? - Kristoff dudo un poco, sabía que con su ex amigo debía andarse con cuidado, pero ya había recibido el pago así que...
- Hecho.
...
El cambio realmente le sentaba bien, su curvilínea figura se encontraba dentro de un comodo y fresco vestido hecho con hielo, al fin podía respirar y moverse sin usar un ajustado corse, el moño ya no le jalaba la cara y caía con gracia en una sola trenza, tradición Noruega en la cual la hermana mayor usaba una trenza y la menor dos, además de que aquel peinado le gustaba.
Observó su alrededor, sonriente, encontrando paredes pulidas y transparentes de hielo puro, el piso era un copo que brillaba y el candelabro sobre ella igual, así que le daba un aire mágico; era una de las pocas veces que no se sentía mal por usar sus poderes.
Horas antes se había liberado cantando y creando cosas, la energía broto de ella como un cráter y el fin estaba tranquila con ella, total ya todos lo sabían. Años y años de sufrimiento...Ya no más.
Si había decidido irse de ese lugar de manera definitiva tenía que crear un nuevo hogar, así que llego la parte que más le emocionaba: Su habitación.
Una habitación libre de recuerdos que la persiguieran recordando lo mal que se había comportado...Un momento, sus libros, sus amados libros...Los había dejado, no podía volver...
Se sentó en su nueva cama, deslizando los dedos por la escarcha, mientras un hielo que no tenia nada que envidiar a la más delicada seda la rodeaba, pero no podía dormir, estaba inquieta.
Se levantó y camino hacia el enorme balcón, mirando el cielo sin estrellas, que le recordó el fiordo en las noches. Siempre había sido abnegada, siempre había puesto al pueblo antes que ella y ahora ya no podía hacer eso.
Un extraño ulular llamó su atención, pensando en un pájaro común ignoro el sonido, hasta que unas garras se clavaron en su mano, soltó un chillido de dolor y se fijo por primera vez en el animal.
Era una paloma de cristal y tenía una carta para ella, no pudo siquiera preguntarse de donde había salido ese animal tan peculiar porque la curiosidad:
"Querida Elsa:
Si en verdad eres tu, solo puedo decirte dos cosas: No me conoces, ni yo a ti..Lo sé, suena extraño, pero lo es aún más para mi pues siempre te he tenido en mente , desde muy chico tu nombre suena en mis labios, nadie sabía nada de ti y to no te conocía, me parecía mas que nada ilógico que cada dia este sentimiento creciera por una chica desconocida. No sabia si eras real o no, puede que seas solo una invención de niño...
En las noches tu aparecías en mis recuerdos, o mejor dicho tu voz, dulce voz, me daba igual que edad tuvieras tu y poco a poco te convertiste en algo platonico e inalcanzable..Pero si te interesa saber, aquella rara sensación que me produciad sigue aquí.
Y...creo que te quiero...
Si, en definitiva te quiero
Att: H."
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¡Aquí reportandome!
He regresado y les vengo a arruinar la vida :v en fin, estos días fueron muy duros para mi pues a pesar de que me divertí pues no había Internet gratis T-T pero bueno... He vuelto.
Ustedes ¿Que piensan que pase? ¿Quién creen que es el desconocido? Y ¡La paloma regresa! :o
Opiniones, críticas, votos y comentarios son bienvenidos. Gracias por su apoyo y gracias a el ya llegamos a los 23o y algo de votos ¡Wow! (Puede que para algunas sea poco pero para mi es mucho.)
Un saludo enorme.
Siempre les responderé sus comentarios, no crean que los ignoro son valiosos :)
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