Adiós máscara.
Ella estaba asustada, pero su mirada irradiaba molestia, sus manos se movían con rapidez y confianza, acorralando a los dos guardias que intentaban atacarla sin piedad ¿Y él? Hans se encontraba mirando desde lejos, dudoso y admirado por la capacidad de la bella mujer, los demás guardias estaban subiendo, y ella no lo había visto. Debía intervenir, pero no tenía idea de a que bando ayudar. Sombras de todas formas se veían reflejadas en el hielo.
Su mirada pasaba más que a el gran espectáculo/batalla a las caderas de la joven, ese vestido era demasiado ajustado para moverse de ese modo...
Cuando la joven princesa Anna no regresara esa tarde no cabía ninguna duda que el tenía que ir a por ella y tampoco había duda de que debían ir al enorme castillo helado.
Solo que no esperaba que unos guardias se interpusieran en su plan. Traidores, les había apodado, pero el no estaba mejor.
Al fin, la tropa que lo acompañaba, lo alcanzó y se vio obligado a hacer algo, dudoso dio un paso al frente y se deleitó por ultima vez con la figura femenina frente suyo.
—¡Reina Elsa! — La llamó, gritando levemente, mientras los dos traidores de Weselton intentaban escapar del hielo que amenazaba atravesarlos. Ella volteo a verlo, con una luz increíble dentro de sus ojos, con fuerza y confianza, luz que no se encontraba cuando se vieron por primera vez, el sonrió con dulzura, intentando que se calmará, pero la rubia lo recibió con una mala cara. Una cara llena de reproche —¡No sea el monstruo que todos piensan que es! —Le dijo, mientras el miedo se apoderaba de él, imaginando una venganza por parte de la monarca por haber deseado casarse con su hermana.
— ¡Solo vete! —Rugió, continuando con su labor, los guardias de la tropa no movían ni un dedo, al parecer viendo solo el trasero de su soberana. Hans rodo los ojos, molesto, como si el no hubiera hecho eso minutos antes.
—¡Por favor, Reina, usted es mejor que eso! —Gritó "Es mejor que yo" Pensó. Entonces la joven volteo por segunda vez en su dirección, el estruendo de espadas y hielo parecía no molestarle, con lentitud y delicadeza bajo sus manos, y el hielo dejo de crecer.
Tan solo unos cuantos segundos después Hans tuvo que correr, para desviar una una flecha de la ballesta de uno de los traidores, que apuntaba con precisión el extremo izquierdo del pecho de la joven. "Ese helado corazón lleno de secretos no debe morir así" Pensó el pelirrojo, mientras golpeaba el brazo y desviaba la flecha, con mal tino golpeó el bello candelabro que se alzaba sobre la chica y este se desplomó hacia el suelo, ella corrió y corrió pero la larga capa del vestido la hizo tropezar y para ella el mundo se volvió oscuro.
El príncipe se acercó con lentitud, mientras los guardias arrestaban a las comadrejas de Weselton.
Recordando el cuadro donde ella sonreía comparó la realidad con la pintura. Todo seguía igual, con la diferencia de que ahora parecía marchita, triste y estaba el pequeño detalle de que estaba desmayada...
La tomo en brazos, con cuidado, temiendo romper la cosa más increíble del mundo.
El camino de regreso no pudo ser más que una tortura interna para él, sus objetivos eran tan difíciles de cumplir teniéndola en frente.
Al llegar al palacio se la llevaron a los calabozos, la amarraron con cadenas y la dejaron descansar, mientras la rubia dormía Hans la cuidaba desde un banco alejado de la cama, nervioso. Podía matarla ahí mismo, decir que ella había muerto, que no sobrevivió al impacto, pero no era capaz. Solo quería que despertará y que todo se solucionará, para después encontrar una mejor forma de encontrar un camino al trono más sencilla.
Entonces sus ojos se abrieron.
...
Sus manos se helaban, toda ella sería un muñeco de nieve sin vida, no se casaría no tendría nada en la vida, necesitaba llegar con Hans y rápido.
—Tranquila Anna, ya vamos a llegar —La animaba Kristoff, le pesaban sus párpados y no sentía los dedos de las manos, su entusiasmo estaba por debajo de lo usual, enterrado en el subsuelo.
Quería darle las gracias, por tener paciencia y ser gentil y dulce, por haberla llevado con los trolls, por darle una oportunidad más apra vivir....Lejos de él, del gentil montañés. Se había encariñado con ese chico, había sido de gran ayuda y ahora el solo buscaba su bienestar. Su ego estaba herido, ella era una manzana verde que no maduro lo suficiente y cayó del árbol antes de tiempo. Tan solo verla indicaba que estaban frente a una chica mucho más que ingenua, y esa causa era el porque ahora mismo se estaba muriendo. Confiar ciegamente en su hermana fue un error mortal, pero a pesar de todo se sentía conmovida por el sacrificio que ella hizo todos estos años...Un sacrificio que no valió nada.
No sabia que pasaba con exactitud. Ni cuenta se dio cuando la llevaron al interior del castillo y la llevaron al cuarto de Elsa, no pudo siquiera decirle adiós a su amigo....
...
— Tienes que decirles que me liberen —Suplicó la platinada, jalando de las cadenas, el pelirrojo la miro con desagrado. No podía regresar el verano y sin eso no tenia otra salida más que eliminarla del camino. Si ella moría el invierno lo haría igual.
Oh, Elsa, si supieras como regresar el verano te hubiera dejado vivir.
—Lo intentaré — La corto, dándole la espalda, todo se estaba complicando demasiado y estaba seguro qur si hubiera visto esas turquesas un poco más habría caído bajo el hechizo que tenia a merced a casi todos los hombres que la miraran.
Crunch, crunch, crunch.
Sonaba su corazón, mientras avanzaba.
Crunch, Crunch, Crunch.
Se marchitaba.
Pero la idea de ya no sentir compasión le parecía más que atractiva, antes de dejar a Elsa definitivamente, uno de los muchos invitados le había comentado si ninguna de las dos hermanas regresaba el se quedaría con todo. Suerte la suya, que las dos ya estaban en el palacio, si, claro, suerte. Llego a un pasillo donde los sirvientes iban y venían, alborotados de la habitación de su condena.
— ¿Anna? —La chica menor se lanzó a sus hombros, su cabello tenía mechones plateados esparcidos por doquier, su piel antes color durazno lechoso estaba más que blanca y azulada, sus pecas ya no estaban, sus ojos verdosos se volvieron celestes, de un celeste tan pálido como el cielo después de la lluvia. Ella era Anna, la chica que intentaba sobrevivir a la más grande tormenta. Ya no era la chica de 18 años de alcurnia, solo era la joven que se congelaba. —Estas helada.
— ¡Hans, por favor, tienes que besarne! —Le dijo en un hilo de voz, su cuerpo tiritaba y se veía frágil. —¡Ahora! ¡Besame! —Le ordeno, con urgencia.
—Ey, Tranquila —Mascullo el pelirrojo, asustado por la urgencia de su prometida.
—Les daremos privacidad —Les dijo una mucama, cerrando la puerta.
—¿Por qué? — La pregunta logró salir con dificultad, no podía besarla, no, nunca. —¿Pero que te paso? —Se corrigió.
—Elsa congeló mi corazón —Respondió la princesa, llorando con suavidad y abrazando sus rodillas, se encontraba pequeña en esos momentos, se encontraba moribunda.
—¿Qué? —Incluso el sabía que Elsa adoraba a su hermana, ¿Cómo podía haberla congelado?
— Fue un accidente —Aclaró la chica, bajando la mirada, ocultando unas cuantas lágrimas que bajaban hasta su regazo. Una luna traviesa se ocultaba por la ventana y daba paso a un tímido amanecer.
—Solo un acto de amor verdadero podrá salvarme —Explicó Anna, subiendo un líquido por la nariz desagradable y de color verde.
— Un beso, entonces —Entendió el príncipe, la pelirroja asintió con cansancio. El frío rostro femenino se acercó al suyo, con los ojos cerrados y una chispa de esperanza en su pecho, sus labios estaban cerca y sus respiraciones se mezclaban, y entonces con brusquedad el se alejo de ella.
Abrió los ojos sorprendida, el solo le dedicó una sonrisa burlona.
— Anna, si tan solo hubiera una persona aquí que te amará. —Todo sucedió tan lento, la chica sintió morir, sus ojos se llenaron de lágrimas, odio y confusión, su quijada se abrió tanto que pensó que se rompería y, de haber tenido fuerzas, le habría propinado un buen golpe como regalo.
—¿Qué? ¡ Tu dijiste que me amabas! — Le reclamó, con tristeza.
— No yo nunca dije eso, tu lo pensaste —Aclaró, levantándose —En mi reino yo soy el décimo tercero en la línea y por lógica allá nunca voy a ser Rey —Si ella iba a morir, ¿Qué perdía contándole? Se quitó los guantes, haciendo un acto simbólico de quitarse la máscara de chico bueno. Adiós máscara. Pero, si John le había aconsejado casarse no había nada malo ¿O si? —Tenía que casarme, para llegar a una corona, en cualquier otra parte.
—¿De que hablas? — Sin duda Anna tenía un problema, le acababa de confesar el plan y ella seguía preguntando por sus intenciones. Ahora entendía porque John le había dicho que tenia que ir por ella, la ingenua de la familia en lugar de Elsa, el hueso duro de roer.
— Elsa era la mejor como como legítima heredera, pero nadie podía acercarse a ella, y es una pena, porque es una mujer hermosa — Soltó con sinismo, Anna se arrastró en su dirección —Pero tu, pequeña, eres otro caso muy diferente ¿No es así? Estabas tan deseosa de amor que aceptaste ser mi esposa sin ninguna duda —Cogio una jarra de agua y la dejo caer en la fogata, quitando el poco calor en la habitación, Anna temblo. El mismo no entendía de donde sacaba aquel sinismo y valor que nunca había ocupado.
— ¡No, Hans, cállate, basta! —Gimió Anna, secándose las lágrimas.
— Supuse que después de la boda tendría que idear un accidente para Elsa —Continuo, ignorando olímpicamente los comentarios de la joven. —Todo habría sido sencillo, pequeña. Ella misma se condenó— El desdén con el que pronunciaba pequeña lo decía todo —Pero en tu torpeza la fuiste a buscar, fue un bonus extra que regresarás congelada y moribunda. Arendelle me tendrá solo a mi.
—¡Ya detente!—Anna intento agarrar su zapato, pero el la esquivo con facilidad.
— Ahora solo queda... —"No lo digas, no lo digas" Lo reprendió su mente. Paso con dificultad y oculto su rostro de confusión —Deshacerme de Elsa y recuperar el verano —Término, con una pizca de culpabilidad.
—Tu no eres rival para ella— Dijo Anna en un gruñido, mientras alrededor suyo el crisral de ilusiones y ambiciones dignos de una niña se rompían, cayendo con fuerza sobre ella, rendida ante los pies de Hans.
— No, tu pequeña —Agarró con suavidad el mentón de la joven mientras se ponía los guantes —No eres rival para Elsa.
—No te saldrás con la tuya —El levantó ambas cejas, fingiendo sorpresa.
—Ve con tu montañés — Abrió la puerta y se retiró, escucho como Anna rompía a llorar.
Tan rápido como se percató que nadie lo acompañaba en ese pasillo se deslizo hasta el suelo.
Ser cruel no era lo suyo, su pecho le dolía y no porque cierta chica lo congelará, pero le pesaba por el sentimiento de culpa ¿Cómo sus hermanos cargaban tanta sin preocuparse? No tenía mucho tiempo así que debería efectuar la siguiente fase rápido. Suspiro concentrado, preparado para recitar el monólogo que lo llevaría a un escenario mayor.
...
*Narra Elsa*
“Tu hermana aún no ha regresado.”
El recuerdo de aquellas palabras retumbó en mi memoria, cortante como el hielo.
Yo aún albergaba la pequeña pero vital esperanza de verla aparecer en cualquier momento a las puertas de Arendelle, y vagaba en círculos, cegada por la espesa niebla que yo misma causaba, a su espera.
De pronto, vi una oscura silueta acercándose a mí. Mi corazón dio un vuelco.”Anna”, pensé. Pero no tardé en darme cuenta de que no se trataba de ella. Para entonces ya era demasiado tarde.
— ¡Elsa! ¡Ya no puedes escapar de esto! —Gritó la voz de Hans.
Abandoné mi fútil intento de huida, y le supliqué:
— Tú solo cuida de mi hermana.
Comprendía perfectamente por qué Hans me buscaba, por qué me había encarcelado. Bueno, a decir verdad, no, no lo comprendía. Su deber era matarme, por el bien de Arendel. Por el bien de Anna, incluso. Por su propio bien. Pero había preferido darme una oportunidad. Y ahora me había escapado. Hasta el más compasivo de los reyes no habría sido capaz de pasar semejante acto por alto.
— ¿Tu hermana? Volvió de la montaña débil y helada. Dijo que le habías congelado el corazón. —Me dijo, sin emoción alguna en la voz, pero una cara de asco.
Algo me atravesó. “No”, susurré.
— Intenté salvarla, pero ya era muy tarde. — Continuó. Mi corazón se detuvo, saltándose una serie de latidos. — Tenía la piel de hielo y se le puso el pelo blanco. ¡Tu hermana está muerta! Por tu culpa.
Y ya no aguanté más. Todas mis fuerzas parecieron derretirse en mi interior y el tiempo se detuvo. Me deje caer, mis rodillas se estamparon con tal fuerza que sentí como tornaban, pero no importaba.
Mi hermana, mi amada pequeña, mi sangre...Anna, no, no podía ser cierto, no era real, no...
—¡Elsaaa! —Un crujido y una espada, el último grito de mi hermana.
Me levanté con temor,creyendo que mi locura comenzaba a florecer, pero no, Anna estaba frente a mi, convertida en hielo.
—¡Oh, Anna, no! —La abracé sollozando, sus ojos eran pequeños copos, cristalinos, ella era frágil, ella era hielo.
—Oh, Anna, no me dejes por favor —Susurre, consciente de que ya no me escuchaba. La abracé con fuerza, tanta como pude.
— ¿Elsa? —Abrí los ojos con temor de que mi mente me jugará chueco pero no, ahí estaba ella, sonriendo, con sjs adorables trenzas brillando y sus ojos iluminados, nos abrazamos al unísono.
—¿Te sacrificaste solo por mi? —Pregunté incrédula, ella solo amplio su sonrisa.
— Te adoro.
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¡Hola, chicos/as!
¿Cómo estan?
La verdad si, faltan pedazos, como los trolls y eso, pero aparecerán como flash blacks...Cuando lo requiera 7uu7 ¿Les gustó el capitulo?
En fin, un nuevo cap blah, blah, blah...Tengo una duda, no sé si soy la única pero cuando me llega una notificación de actualización no me aparece el capitulo hasta un día después :c ¿Les ha pasado?
Me gustaría saber sus opiniones (: En especial porque el siguiente capítulo ya lo tengo ..(se supone que iba a ser el primero pero...Luego se me ocurrió otra cosa y la historia tomó otro camino) Yo no acostumbro pedir votos pero esta vez será la excepción, cuantos más voten más pronto subiré el capítulo (Me molesta eso de un escritor pero de verdad quiero subir el capitulo ya xD)
Como siempre, estrellitas y comentarios son bienvenidos.
Un saludo y gracias por leerme. ♡
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