Prólogo
El viaje había sido extremadamente largo, estaba cansado por el recorrido, se quito el gorro y se peino un poco. Allí estaba, Arendelle, el famoso reino de Elsa. Algo toco su brazo, al voltear no pudo evitar sonreír. Era Sven, su mejor amigo, un reno.
—Si, si, ya hemos llegado. Debo encontrar pronto un empleo o no tendré dinero para darte de comer—el animal agacho la cabeza.
Empezó a andar hasta la entrada, donde dos guardias custodian la puerta. Con sus armaduras relucientes y lanzas, imponían respeto, junto a eso había que destacar su gran envergadura y altura. Al verle acercarse levantó el brazo para detener su avance.
—¿Quien sois?, nunca os hemos visto por estos lares.
—Mi nombre es Kristoff, vengo a buscar trabajo—respondió algo asustado.
—¿Y ese reno?.
—Ah, es mi amigo Sven, viene conmigo.
Los dos guardias cruzaron miradas durante unos instantes, el joven pudo ver como de manera lenta sus cerradas bocas fueron dejando paso a unas carcajadas.
—¿De que se ríen?—el enojo se apodero de todo su cuerpo, le hervía la sangre.
Pero estos no prestaban atención, solo se reían delante de sus narices.
—Lo siento, es que debes de ser muy solitario para que tu amigo sea un reno—comentó mientras se limpiaba la lagrima.
—Ejem, puedes pasar. Y como disculpa, en el castillo se esta dando diferentes trabajos, si tienes suerte puede que te toque uno bueno—explicó el otro.
El chico controlo su ira lo mejor que pudo y agradeció el gesto, también se aseguro de que Sven no hiciera de las suyas ya que podía entender perfectamente lo que decían aquellos dos.
Mientras tanto, Elsa ya estaba despierta desde hacia unas horas, vestida con un elegante traje blanco que combinaba con su hermoso pelo recogido en una trenza. A pesar de ser tan joven, tenía grandes conocimientos para manejar el reino, contaba con ayudantes claro, pero sin duda, sus ideas siempre solían ayudar mucho a su pueblo. En lo que respecta a saber leer, escribir y tener un techo, su reino era prácticamente la envidia de muchos.
—Mi reina, afuera estamos organizando para dar trabajo, ¿le gustaría ir a revisar?—pregunto una doncella.
Ella llevo la mano a su barbilla mientras hacia extraños movimientos con los labios, como si estuviera leyendo, ¿tenía tiempo para hacerlo?, había otros deberes que tenía que atender.
—Sus asesores se han encargado de la parte económica, de hecho, gracias a su trabajo y organización hoy tiene la agenda libre—comentó.
Aquello saco a la joven una gran sonrisa, respiro aliviada, aquella semana había resultado especialmente dura debido a la negociación de unos tratados comerciales. Era el tema que peor se le daba tratar pero gracias a uno de los asesores de su padre, supo resolverlo.
—Bien, iré personalmente—emprendió el camino mientras era saludada por todas las doncellas y mayordomos.
Antes de salir, se paro delante del cuadro de sus padres. Cerro los ojos y comenzó a orar en silencio, siempre lo hacia, les daba las gracias por todo lo que hicieron por ella y su hermana. Hablando de ella, le dio un susto por detrás.
—¡Anna!, te tengo dicho que no hagas eso—regaño ella, casi se había caído.
—Deberías estar acostumbrada—dijo con aquella sonrisa.
—Si, tienes razón.
—¿A donde vas?—pregunto colocándose cerca.
—Como reina, es mi obligación supervisar algunos eventos. Ven, vamos a ver como dan trabajo a nuestros habitantes—ella dejo escapar un bufido y se negaba a asistir.
Pero la mirada de su hermana la convenció. Aunque agradecía ser la princesa y no la reina, no iba para nada con ella eso de estar todo el día de aquí para allá. Caminaron juntas hasta las afueras, charlando alegremente como dos hermanas, eso era lo que más le gustaba a Anna, disfrutar de una conversación familiar, sin honoríficos ni sobre el trabajo de la reina.
—Hay menos gente de lo esperado—comento la pequeña al ver el lugar casi vacío.
—Eso es porque gracias a nuestra organización de trabajos, prácticamente todo el mundo tiene un empleo. Eso ayuda a que las familias tengan ahorros, compren, tengan un hogar y puedan pagar sus impuestos—explico. Pero Anna había desconectado a los pocos segundos y estaba mirando unas mariposas revolotear no muy lejos de allí—¿qué voy a hacer contigo?.
—Disculpe mi reina, ha llegado otra carta del Reino de las islas del Sur, desea saber si se casará con el príncipe Hans o algunos de sus hijos.
—Gracias, ya lo hablaremos después—la joven se retiro.
Suspiro triste, aquel tema sin duda era del que menos deseaba saber. No quería casarse con alguien de otro reino el cual apenas conocía. En ese punto envidiaba a su hermana, aún no tenía que preocuparse por esos temas. Si se casaba, que fuera por amor.
—El siguiente—dijo el guardia.
—Buenas, mi nombre es Kristoff—se presento este.
Elsa se fijó un poco en él, destacaba sin duda entre el resto, teniendo un reno era fácil hacerlo. Vio que era más alto de lo que parecía en un principio, pelo rubio, brazos y espalda ancha además de llevar una ropa gastada.
—Muy bien, recogedor de hielo, aquí esta el contrato—rellenó el papeleo en apenas unos pocos minutos.
No era precisamente lo que más deseaba, pero en ese momento no podía permitirse dejar escapar aquella oportunidad.
—Te unirás a la expedición mañana por la mañana, puedes descansar en una de las habitaciones para los huéspedes—el hombre le señalo una de las puertas.
Todos los que pedían trabajo eran personas que no tenían hogar, por lo que hasta que consiguieran una, la reina había ordenado utilizar aquellas habitaciones que en su día fueron establos utilizados para almacenar trastos.
Fue al subir unos peldaños cuando sus miradas se cruzaron, Kristoff se quedo de piedra al ver la intensidad aquellos ojos. Entonces se dio cuenta de que aquella persona debía ser la reina por la vestimenta que portaba.
—Sa-saludos reina—se inclinó totalmente nervioso, no podía cometer ningún error y menos ante aquella persona.
—¡Un reno, mira Elsa un reno!—Anna chillaba emocionada al verlo. Debido a que vivía en el castillo, nunca había tenido oportunidad de ver uno de cerca, solo desde la ventana de su habitación en la distancia.
Sven levantó las patas asustado y comenzó a emitir sonidos que asustaron a Anna. Al haberse puesto en aquella posición parecía un elefante enojado, la princesa cayo al suelo atemorizada. Elsa viendo aquella con temor de perder a su hermana, alzó sus manos para congelar al animal, prefería pagar por el antes que por la vida de Anna.
—¡Sven quieto!—el animal se echo hacia atrás y se puso de nuevo a cuatro patas. Luego acarició un poco el lomo para tranquilizarlo. Miro a la chica y le ayudo a ponerse en pie.
—Gracias.
—¿Estás bien?—pregunto. Ella asintió.
Todo los mayordomos fueron hasta ella para limpiarla y peinarla, Kristoff al ver aquello se dio cuenta de que casi había matado a la princesa. Se puso de rodillas pidiendo perdón.
—Le ruego que me perdone alteza—decía casi dando golpes contra el suelo.
—No, no tiene importancia—contesto sorprendida.
El joven sintió unos pasos, al levantar la mirada pudo ver a la reina. Trago saliva asustado, podían ejecutarle por aquello.
—Levanta—ordeno ella seria.
Él lo hizo enseguida.
—Has puesto en riesgo la vida de mi hermana, esta clase de animales no deberían estar aquí—Kristoff permanecía callado—te ruego que cuides más de el, de lo contrario, si vuelve a ocurrir, no tendré mas remedio que sacrificarlo.
El joven no pudo hacer otra cosa que asentir mientras pedía disculpas. Elsa dio media vuelta, al hacerlo, un olor a vainilla penetro sus fosas nasales. Sin duda, era el olor de la reina. Anna decía algo a su hermana, pero esta solo se fue hasta el interior del castillo acompañada por ella y el resto de los trabajadores del castillo.
Elsa se refugio en su habitación, cerro la puerta y apoyó su cabeza en la pared. Su corazón latía mucho, había estado a punto de ver morir a su hermana ante sus propios ojos. Entonces, recordó el rostro del joven, a pesar de su forma de vestir, el resto presentaba un mejor aspecto. Camino hasta la cama y se sentó, le dolían los pies por usar aquellos zapatos. Mientras se los quitaba pudo ver encima de la mesa una carta, sin duda sería de Hans.
—He retrasado mucho tiempo esto, tal vez...tal vez sea lo mejor para el reino que me case con él—susurro triste. El retrato de sus padres la miraban desde la pared, recordó que ellos también sacrificaron muchas cosas por el reino, pero nunca su amor.
¡Saludos!, espero que opinen sobre esta historia xD. En cuanto a los de Fairy Tail, regresarán en Febrero, a principios.
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