9-Respuesta

Kristoff realizaba sus tareas como mayordomo sin rechistar, a pesar de las insistencias por parte de Elsa y Anna, él quería seguir trabajando como parte del servicio. También en sus ratos libres iba con Samuel a estudiar los protocolos para actuar como todo un verdadero caballero de la reina. Al anciano le resulto increíble la facilidad con la que memorizaba y aprendía cada uno de ellos.

—¿Has estudiado alguna vez hijo?—pregunto el hombre.

—Solo aprender a leer y escribir, desde bien pequeño tuve que ayudar porque mis padres eran pobres y no tenían dinero para mandarme a una escuela—contesto ruborizado por su pasado.

—Ya veo, bien sigamos—dijo pasando una pagina.

Aquel día Elsa que debería estar muy feliz, estaba bebiendo el té con cara de pocos amigos mientras Anna estaba a su lado comiendo unas pastas.

—Increíble, soy la reina y no puedo ver a mi pareja—dijo moviendo la cucharilla.

—Hermana, por lo menos esta en palacio, ¿tan enamorada estas?—ella se ruborizo.

—En fin, supongo que esperare hasta la cena—no le quedaba otra.

Los reinos aliados se enteraron por carta de la noticia de que la reina había encontrado a una persona con quien casarse. Al escucharlo de su mensajero quisieron saber quien había podido conquistarla, ¿de que país sería el príncipe?. Pero todos hicieron lo mismo al escuchar que se había casado con un...simple plebeyo.

—¿Es una broma?, ¿se ha dejado engañar por una rata?—uno de los reyes rompió el mensaje y lo tiro al suelo.

Otros sin embargo se lo tomaron bien, realmente la reina siempre los había tratado de maravilla e incluso los ayudo en tiempos de necesidad sin esperar nada a cambio. El padre de Hans enfurecido rompió unos cuantos cristales y ordeno a su hijo ir él mismo.

—Padre, conquistare su corazón—dijo realizando una reverencia.

—Una vez te cases con ella...mátala, a ella, su hermana y a ese...Kristoff—ordeno enfurecido.

—Como ordenéis padre—se retiro mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro.

Aquellos días Elsa leyó todas y cada una de las cartas que recibió de todos los reinos, muchos le mostraban su enfado por haber elegido antes a un ''pobre'' que a su hijo. Ella con cada insulto que leía aumentaba su cabreo. Estaba muy enojada y quería congelar a aquellos que se atrevían a insultar al hombre que amaba.

Cuando iba a golpear la mesa escucho el ruido de la puerta.

—¿Quien es?—su tono asustaba.

La puerta se abrió y Kristoff asomo la cabeza tímidamente, aquel grito podría ahuyentar a las fieras más feroces del reino. Trago saliva antes de poder entrar.

—Kristoff—su cara cambio totalmente.

—¿Qué tal estas?, veo que algo te tiene...cabreada—no sabía como atajar la situación.

—Son las cartas de los otros reinos, algunos han aceptado pero Hans y los otros...te han insultado y eso me cabrea—él la rodeo con sus brazos.

—Todo esta bien...lamento que tengas que pasar por esto.

—Eso tendría que decirlo yo, te han insultado y—le planto un pequeño beso.

Ellos se miraron durante unos instantes, ella sintió como toda la rabia acumulada se esfumaba rápidamente mientras llevaba las manos a la espalda de aquel hombre que había roto su coraza de hielo.

—¿Qué tal va estudiar todos los protocolos?.

—Muy bien, Samuel es un  profesor genial.

—Me alegro, espero que todo vaya bien. En dos semanas tendremos una cena en el reino cercano, Belfort. Aún tienes tiempo.

—Si, ¿vamos a cenar?, ya es de noche.

Ella miro y efectivamente, el día entre unas cosas y otras se le había pasado el día por completo. 

—Si, tengo algo de hambre.

—Te mereces descansar, has hecho mucho por este reino—dijo feliz.

Ambos se fueron a cenar y por los pasillos fueron saludados por todo el servicio, para que iban a negar su relación cuando todo el mundo lo sabía. Estaban muy felices. Kristoff se sentó y fue servido por un mayordomo del cual había entablado una buena amistad y aquella situación se le hizo rara. Pero con el paso de los días se iba acostumbrando.

—¿Qué tal formar parte de la realeza?—pregunto Anna con una sonrisa. Sin duda, ella era la alegría del reino.

—Es un poco raro...me cuesta acostumbrarme je,je.

—Bueno, es lógico, normalmente los que pertenecen a la realeza se les enseña desde bien pequeños. Pero tienes todo nuestro apoyo—le esbozo una sonrisa que le hizo enamorarse aún mas de ella.

—¿Para cuando la boda?.

—¡Anna!—gritaron entre risas.

—Quiero verte en un altar con un vestido de boda—dijo emocionada.

—Y yo...—dijo él imaginando la escena.

Aunque aquel tema no lo habían hablado, él quería pasar mas tiempo con ella sin pensar en la boda ni nada, sabía que a ella le emocionaba. Ahora iba a formar parte de la realeza de aquel reino, no le molestaba aunque tampoco le llamaban las riquezas ni tener poder. Simplemente quería ser feliz junto a ella, simplemente con eso le bastaba.

Al principio Elsa se preocupaba de como pudiera actuar frente a la presión, la vida en la realeza y como rey podría ser muy dura y no todo el mundo estaba preparado para ello. Pero con el paso de los días le había demostrado que era capaz de asumir el rol, o por lo menos esa esperanza tenía.

Mientras tanto, lejos de allí un barco zarpaba con el príncipe Hans a bordo. Siempre iba impoluto, era educado y era muy astuto, desde la noticia de que se iba a comprometer con la reina Elsa esperaba ansioso ese momento. La noticia de que no sería el elegido, le cabreo mucho, no había mostrado su ira pero sin duda, por dentro estaba cabreado y enojado de tal manera que tendría que controlar sus impulsos por no matar a Kristoff cuando lo viera.

Algunos días más pasaron y Elsa por fin había terminado toda las políticas y tareas que su agenda le comprometían. Su reino progresaba a un nivel que aumentaba con el paso de las semanas, sabía como manejar cada situación, salvo una, cuando estaba con él. Anna estaba comportándose como una autentica princesa.

—Todo va bien, demasiado bien—susurro mientras sujetaba su taza. Le preocupaba que pudieran hacer algo desde el reino de las Islas del Sur.

—Tranquila, ¿deseas más té?—pregunto mientras sostenía una pequeña servilleta en su brazo y servía.

—No tienes porque trabajar ahora, tu reina te da el permiso—dijo con una sonrisa.

Ella repitió la frase al ver que no obedecía. Él asintió finalmente y se sentó a su lado, ella se acurruco un poco sobre su hombro, quería estar con él.

—Kristoff, apenas tenemos intimidad—aquel tono sensual y bajito hizo que se le rizase la piel.

—Si...bueno...el trabajo...estudiar...—ella lo callo con un beso apasionado—Elsa...Elsa...—ella se puso encima suya, deseaba estar con él.

—Soy la reina...puedo hacer...lo que quiera...y te ordeno...que beses a tu reina—su respiración aumentaba por momentos.

Kristoff esbozó una sonrisa, llevo sus manos a los hombros de ella y deslizo su vestido para dejarlo caer sobre sus pies. Y allí, cerca del fuego y ellos solos, se unieron demostrando el amor que sentían el uno por el otro. Aquella noche durmieron juntos en la habitación de la reina, la cama era tan sumamente ancha que parecía no tener fin. Y la comodidad era tan grande que sin duda, otra cama parecía dormir en el suelo en comparación con esa.

—Te quiero Kristoff.

—Y yo a ti...Elsa.

Se dieron un beso y se durmieron con una gran sonrisa. Mientras tanto, Anna había podido escucharlo todo y estaba roja, siempre hablaba sobre ese tema para poner nerviosa a su hermana, pero el haberlo escuchado era muy distinto.

—Espero con ansia la boda—dijo feliz e imaginando la escena.

Sin embargo, los problemas no solo vendrían de Hans y compañía, sino de otros reinos que mandaron a sus asesinos más habilidosos el matar a la reina. Si ella caía, el reino se sumiría en un caos y el primero en llegar sería quien tomaría posesión de poder.

Diferentes naves partieron rumbo a Arendelle. Todo ello mientras la pareja dormía plácidamente sin imaginar lo que estaba por venir.

Continuara.

En Febrero regresarán los fics de FT y la semana que viene actualizare este fic.

Saludos!!



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