11-Alivio
La muerte del conde supuso un duro golpe y la noticia sacudió todo el reino que empezaba a preocuparse por los últimos acontecimientos. Arendelle estaba sumida en el caos y las seguridad había aumentado tanto que no era posible ir al baño sin que alguien vigilase la zona. La más preocupada era la reina, la situación era crítica, no era un problema comercial ni nada por el estilo que se solucionase en los despachos. Aquello era grave.
Elsa y Anna miraban el fuego de la chimenea mientras se abrazaban la una a la otra con una manta por encima. Necesitaban apoyarse la una a la otra, sus vidas eran quienes corrían peligro, apenas podían pegar ojo pensando en que entraran por algún lado para clavar en ellas un cuchillo afilado. La puerta de la sala se abrió dando paso a un Kristoff cubierto por algo de nieve y tapado hasta el cuello.
—Menudo temporal hace fuera—se quito el gorro y se acercó hasta ellas.
Elsa se quito la manta y se lanzo a sus brazos, estaba preocupada.
—¿Porqué has tardado tanto?, ¡me tenías preocupada!—sus ojos estaban llorosos.
—Lo-lo siento, estaba investigando y tratando de encontrar al culpable—lo que más le dolía era ver a Elsa de otra manera. Los ojos tristes, su piel pálida, su pelo desordenado y sus manos temblorosas—escucha, todo va a ir bien.
Luego se sentó junto a ellas, al hacerlo pudo sentir como todo el cansancio que se había acumulado a lo largo del día ahora hacia efecto.
—¿Has encontrado algo?—pregunto la princesa preocupada.
—Si, hemos hallado una pista, muy probablemente daremos con el culpable muy pronto—las hermanas se miraron sonrientes, era una excelente noticia.
—¡Genial!—Anna ahora daba saltos de alegría.
—Sino os importa...voy a dormir un poco—quiso levantarse pero su amada lo detuvo y le hizo apoyar la cabeza sobre su regazo.
En cuestión de segundos, el sueño se apodero del joven que se quedo dormido. Elsa miraba ahora a su pareja, con los dedos jugaba suavemente con los cabellos dorados y acariciaba su cabeza como si de un niño pequeño se tratase.
Anna se sentó en el sofá de enfrente mientras contemplaba la escena con cierta ternura. Ahora los nervios estaban algo más calmados.
Aquella misma noche los guardias lograron apresar al culpable, lo detuvieron gracias a una de las doncellas que no reconocía haberle visto nunca por el castillo. Iba vestido como uno mas de los cocineros, es por ello que pasaba desapercibido. Esa mujer ya llevaba mas de diez años trabajando allí por lo que se sabía perfectamente quienes entraban y salían en sus puestos de trabajo. Elsa vestida con su vestido, con el bastón de mando, su corona y ahora un aspecto serio, se dirigió hasta la sala.
—Así que este es el asesino—dijo con un tono serio y seco.
Kristoff que estaba presente, solo observaba la escena en silencio, ahora su amada estaba en su papel de reina. El hombre arrestado llevaba aún la ropa de cocinero, tenía una cara alargada y unos dientes algo largos. Su mirada detonaba mucho odio hacia Elsa.
—Yo Elsa de Arendelle, os acuso de haber asesinado a dos personas. Y una de ellas es nada menos que un conde, ¿sabéis cual es el precio a pagar no?—alzo su mirada—la condena es la muerte. Kristoff abrió los ojos, sabia que la realeza era dura y estricta, aunque verlo en persona era muy diferente.
—¿Nos lo llevamos?.
—Si, ni siquiera ha negado los hechos y es un intruso, nadie le conoce. Mañana por la mañana se llevara a cabo la ejecución.
Los soldados lo llevaron a rastras mientras trataba de escaparse, su voz resonó por los pasillos de palacio. Elsa dejo el bastón encima de la mesa, pesaba mucho para sostenerlo tanto tiempo. Dirigió su mirada por la ventana mientras con una de sus manos se agarraba el pecho.
—Majestad—susurro él.
—Sabes que puedes llamarme Elsa.
—¿Vas a ejecutarle o solo es una estrategia para ver si confiesa?.
—Mañana se hará justicia—dijo tajante.
—No quiero ver eso.
—Pues tendrás que hacerlo—el rubio abrió los ojos.
—¿Como?.
—Kristoff—susurro en voz baja—eres el futuro rey de Arendelle, estás cosas por desgracia son comunes para la realeza, se que es duro pero...—se seco unas lagrimas—es la obligación de un gobernante. Hacemos cosas que no queremos, pero es por el bien de nuestro pueblo, de lo contrario, reinaría el caos—le miro—¿podrás apoyarme?, por favor.
Él asintió, realmente ella tampoco estaba preparada. Pero su deber era ese. Sacaron dos cosas positivas, una fue acabar con el problema, el otro, que pudieron conciliar el sueño aunque solo fuera un poco.
La ejecución pública se llevaría a cabo recién entrada la mañana y en la plaza donde todo el mundo quería entrar a ver, solo permitieron el paso a un grupo reducido. No habían logrado sacarle otra confesión ni nada por lo que dictaron sentencia. Colocado en un pared y los ojos vendados, los guardias a pocos metros ya tenían el arma cargada.
—Lo siento por esto—Elsa no miraba a su esposo, tenía que mirar para demostrar que tenía la firmeza de ver.
—No te preocupes—él a pesar de todo, sostuvo la mirada en la ejecución mientras sostenía la mano de su amada.
Y la muerte se llevo a un alma.
Las tareas de Kristoff como futuro rey y mayordomo cada vez ocupaban mucho más tiempo, por lo que Elsa le quito ese puesto para que dedicase todo a los protocolos. El joven aprendía rápido y solo quería complacer a su amada. Anna parecía haber madurado un poco con todo aquello aunque a los pocos días regreso a su estado habitual.
Por otro lado, el cuerpo del conde se llevo a su reino y allí asistieron al funeral donde conocieron al nuevo rey quien estrecho lazos con Kristoff.
Al siguiente día todo estaba muy raro en el ambiente, el joven notaba como que algo no marchaba bien. Anna comía muy concentrada y seria, Elsa tenía una mirada que indicaba peligro.
—Ejem...¿a que vienen esas caras?—pregunto algo miedoso.
—Nada.
—No pasa nada—eso era malo, cuando alguien decía que no pasaba nada, si que pasaba algo.
Kristoff continuo comiendo mientras de reojo las miraba.
—¿Qué tal tu día?—le pregunto cambiando de tema.
—Bien, ocupada con las tareas del hogar. No tengo hambre—se levanto y se fue fuera de la habitación.
—¿Tu sabes que le pasa?—Anna alzo su cabeza.
—Sino sabes que le pasa a tu futura mujer, ¿qué clase de pareja eres?—¿desde cuando era tan fría Anna?.
Las luces se apagaron de golpe, Kristoff se quedo de piedra cuando un foco se poso sobre él y entraba Elsa cambiada, llevaba un precioso vestido verde y el pelo recogido en una trenza. Se acerco hasta él poco a poco, a escasos centímetros se arrodillo y saco una caja con un anillo.
—Kristoff, ¿me haríais el honor de convertiros en mi esposo?—pregunto con una sonrisa.
—Si, acepto—aquello había sido todo una sorpresa, aunque estaba aliviado de ver que todo era un montaje para hacer esa pedida de mano.
Ambos se besaron apasionadamente y se abrazaron. Elsa sonreía feliz mientras el joven no podía terminar de creer todo aquello, era tan feliz. En poco tiempo había pasado de no tener trabajo a convertirse en futuro rey de Arendelle.
Anna lanzaba pétalos a su alrededor mientras silbaba alegre y feliz por el compromiso.
—¿Para cuando un niño?—pregunto.
—¡Anna!—dijeron al mismo tiempo.
Luego los tres se echaron a reír y la pareja se volvió a besar antes de seguir con la comida, pero aquella vez lo harían como prometidos.
Continuara.
Próximamente, Capítulo 12: La boda
Espero sus comentarios!!!
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