Él asesino
En otro lugar
Murata suspiró por enésima vez y volvió a mirar el mapa que sostenía entre sus manos. Una vez más confirmó que no se trataba de un error o una broma de mal gusto, sino que la taberna que el buscaba no era otra que la que tenía en frente, pero contrario a sus expectativas, ese lugar era muy diferente al que le fue descrito él capitán Sabito. Para empezar "La taberna del ángel". No tenía nada que ver con el nombre. En segundo lugar está lleno de personas de dudosa reputación. Por último no entendía, ¿por qué él cocinero que parecía trabajar en ese lugar se dedicaba a fulminarlo con la mirada?, que él recordase no había hecho contacto visual con nadie más que la amable peli rosa que le ofreció un par de bebidas hace unos minutos, en fin se encogió de hombros a la vez que bebía con calma el enorme tarro de cerveza. Iba por la mitad cuando una voz a su espalda habló.
-No eres de por aquí, ¿verdad?- se giró lentamente para ver de quien se trataba, era un hombre alto y de apariencia algo robusta, acompañado de unas cejas prominentes y peculiares.
Juraría que lo había visto antes, solo que no lo recordaba con claridad.
-Simplemente soy un extranjero que escuchó miles de maravillas de este lugar- mintió como si nada.
-No lo sé, mocoso, no tienes pinta de ser extranjero se llevó la mano al mentón con un gesto bastante serio. -Por las prendas que llevas, me atrevería de decir que eres un simple contador en el mejor de los casos, como se nota que nunca te has esforzado en toda tu miserable vida- entonces señalo su manos, por lo que él de pupilas oscuras imito su acto. -Ves esto, estas si son manos de hombre, en cuanto a tí, tienes las manos finas y delicadas como las de una niña-
Una vena de enojo se formó en cien de Murata y es que nunca de los nunca nadie se atrevió a hablarle se de esa manera, por esa insolencia su lengua ya estaría siendo cortada por uno de sus escoltas. Después de todo era un aristócrata que tenía sangre real en las venas, por lo que las personas inferiores a él, debían respetarlo como mínimo. De ser por él, ahora mismo ese insolente rogando clemencia y piedad, más algo lo detuvo.
-No permitas que nadie descubra tu identidad, bajo ninguna circunstancia, Murata- advirtió con severidad él capitán Sabito. -La tarea que te asignó la madre de la princesa Nezuko es simple-
Si fuera así, entonces, ¿por qué la reina le encomendó tal tarea?, ¿por qué no mejor lo hacia él héroe de la guerra?, ¿por qué no eligió con alguien con más experiencia en esa área en específico?. Así todos ganaban y él lo dejaban de lo más tranquilo. -Eres alguien que suele ser invisible para el resto, por lo que eres el candidato perfecto-
Murata no sabía si tomar eso como.
¿Insulto o halago?
-Solo soy un bastardo que nació con algo de suerte y que nunca tendrá la necesidad de esforzase, a diferencia del resto- jactó con arrogancia.
-Condenado mimado-
-Viejo asqueroso-
-Bueno para nada-
-Borracho de cuarta-
-#%@$@-
-%@%@%-
Ambos estallaron de risa.
-Nada mal, mocoso- murmuró para sí, cuando él de cabello lacio ordenó más bebidas y algo de comida-
-Se dice que la comida y el alcohol deben ir de la mano, para que sepa mejor-
-Lo único que lo supera es el sexo-
-Definitivamente- no mentía en esa ocasión, pero la única manera de obtener información de un borracho era a través del alcohol. Aoi solía decir las personas más honestas además de los niños eran los borrachos.
-Me caes bien- dijo luego de varias cervezas.
-Lástima, me caes como una patada en los huevos-
-Mentí, eres como un grano en el culo que nadie quiere-
Discutieron y discutieron, hasta que...
-Si sigues con esa actitud, todos te odiarán- reclamó Murata.
-Nah, el único al que todos odian, no soy yo- dijo él adulto de hebras rubias con mechas anaranjadas. -Pero ese bastardo se ganó el respeto de muchos luego de ir a la guerra-
-¿Quién?-
-El dueño de la taberna- al ver su rostro confuso, tosió falsamente. -Olvide qué eres extranjero, Giyuu Tomioka, uno de los mejores asesinos que tiene esta nación-
Mierda.
No solo era eso, sino que también uno de los pocos sobrevivientes de la familia Tomioka, misma que llegó a controlar el reino de la familia Kamado desde las sombras.
-No lo olvides, Murata- las palabras de la reina hicieron eco dentro de su cabeza. -Quiero que traigas a Nezuko de vuelta, no solo ella corre peligro, sino que el prestigio y la reputación de la familia Kamado lo hace-
-Oh, hablando del diablo-
-Shinjuro-
-Giyuu-
-¿Quién es?- cuestionó con voz fría y seria.
-Ahora que lo pienso, no me has dicho como te llamas, extranjero.
Con la excesiva atención sobre su persona.
Murata se hizo una simple pregunta.
¿Por qué a mí?.
Próximo capítulo
Prisionera
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top