reunion de overlords parte 2
Charlotte observó a los Vees con severidad antes de hablar con voz firme y autoritaria:
Charlotte: "Muy bien, aclararemos esto de una vez por todas."
El poder de su presencia creció de manera abrumadora, sacudiendo los cimientos del edificio.
La presión que emanaba era tan intensa que todos los Overlords sintieron cómo sus almas se estremecían. Algunos, como Zestial o Carmilla, lograron mantenerse en pie a pesar de los temblores que recorrían sus cuerpos. Pero otros, como los Vees, estaban visiblemente aterrados.
Alastor, sin embargo, temblaba por razones muy diferentes. No era miedo lo que lo embargaba, sino una emoción desbordante. Sus ojos brillaban con una excitación desenfrenada al contemplar a la reina imponiendo su autoridad. Aunque su amabilidad habitual era encantadora, verla enojarse de esta manera era, para él, un espectáculo sin igual.
La sonrisa de Alastor se ensanchó aún más mientras dejaba escapar una carcajada.
Alastor: "¡Jajajajajaja! ¡Esto es absolutamente fascinante!"
Charlotte comenzó a hablar con un tono firme y claro:
Charlotte: "No pienso iniciar una guerra contra el cielo, porque simplemente no es necesario. Ya no representamos una amenaza para ellos. Además, los exterminadores son tanto aliados como familia. Si alguien vuelve a usar el término 'lamebotas', habrá consecuencias serias. Y finalmente, recuerden esto: soy la reina del infierno, y nadie desafiará mi autoridad."
Charlotte dejó de emitir su energía y habló con un tono firme:
Charlotte: Espero haber sido lo suficientemente clara.
Muchos de los overlords temblaban ante su presencia, pero, como siempre, había quienes insistían en no captar el mensaje a la primera.
Velvet logró recomponerse y, adoptando una actitud un poco más "humilde", comentó:
Velvet: B-bueno, su majestad, entendemos que tiene una buena relación con los exorcistas, pero... ¿no cree que tal vez ellos podrían no ser lo que parecen?
Charlotte levantó una ceja, claramente intrigada.
Charlotte: Y exactamente, ¿qué estás intentando insinuar?
Velvet: Sólo me pregunto... ¿y si desde el principio ellos se aprovecharon de usted?
Por un breve momento, Charlotte se quedó inmóvil, sorprendida por la osadía de aquella suposición. La idea de ser manipulada le resultaba ofensiva. No podía concebir que sus amigos, y mucho menos sus tíos, fueran capaces de algo así.
Charlotte: Eso es imposible. Ellos jamás me harían algo semejante.
Su voz era firme, llena de sinceridad y confianza inquebrantable.
Valentino, que había estado observando , decidió intervenir con su tono habitual, impregnado de ironía y ligera burla.
Valentino: ¿Está tan segura, su majestad? A veces, las personas son muy hábiles para esconder sus verdaderas intenciones tras una máscara perfecta.
Charlotte giró lentamente hacia Valentino, su mirada afilada como una daga.
Charlotte: ¿Estás insinuando que no conozco a las personas en quienes confío?
Valentino sonrió con una mezcla de despreocupación y malicia, jugando con el borde de su sombrero.
Valentino: No me malinterprete, su majestad. Sólo digo que incluso las mejores máscaras pueden ser engañosas. Tal vez esos "amigos" suyos no son tan transparentes como usted cree.
La habitación se llenó de tensión. Algunos overlords miraban a Charlotte, esperando una reacción explosiva, mientras otros desviaban la mirada, temiendo quedar atrapados en el fuego cruzado.
Charlotte: Mis tíos y mis aliados no tienen máscaras, Valentino. Conozco sus corazones mejor de lo que tú conoces tu propio reflejo.
Su tono era como el filo de una espada, cortante y seguro. Pero Valentino no se inmutó, simplemente dejó escapar una pequeña risa.
Valentino: Oh, claro, claro. Pero a veces... los corazones más oscuros son los que menos se sospechan. Sólo algo en qué pensar, su majestad.
Velvet intervino con cautela, como si tratara de mediar.
Velvet: Su majestad, nadie aquí duda de su juicio, pero... quizá sería prudente observar con un poco más de distancia. Sólo por precaución.
Charlotte: No necesito precaución cuando se trata de aquellos que me han demostrado su lealtad una y otra vez.
El silencio volvió a caer, pero esta vez era más denso, como si cada palabra de Charlotte hubiera enterrado cualquier objeción.
Alastor observaba la escena desde un rincón, con esa sonrisa inquietante y permanente en su rostro. Mientras los demás discutían, una idea comenzó a formarse en su mente. Con un gesto casual, activó su radio, sintonizando solo lo necesario para captar las visitas de la reina. Su intuición le susurraba quiénes podrían ser, y aquello lo deleitaba.
Alastor (pensando): Jeje, esto promete ser un espectáculo fascinante... perfecto para una transmisión inolvidable.
Vox decidió intervenir, su tono lleno de fría lógica mientras hablaba.
Vox: Su majestad, tal vez debería considerar adoptar una perspectiva más pragmática. Después de todo, aunque sea más pacífico, esto sigue siendo el Infierno.
Alastor rompió el tensión con una carcajada que resonó en la habitación.
Alastor: Jajajaja, oh, querido amigo, me parece que subestimas a nuestra brillante reina. Estoy seguro de que es perfectamente capaz de tomar sus propias decisiones.
Vox lo fulminó con una mirada cargada de desdén antes de responder con brusquedad.
Vox: Mejor cállate, imbécil. Esto no es un asunto en el que debas meter tu nariz.
La sonrisa de Alastor se volvió más gélida mientras lo miraba fijamente.
Alastor: Ah, pero si alguien como tú tiene la osadía de cuestionar la inteligencia de una mujer tan formidable como nuestra reina, que, además, es una estimada amiga mía, entonces, mi querido Vox, esto se convierte en mi problema también.
Charlotte dirigió a Alastor una mirada cargada de gratitud, pero también le dejó claro, sin necesidad de palabras, que podía manejar la situación por su cuenta.
Alastor, comprendiendo el mensaje, inclinó levemente la cabeza en señal de respeto y optó por guardar silencio, permitiéndole tomar el control de la conversación.
Charlotte habló con firmeza, su voz llena de autoridad.
Charlotte: Aprecio la preocupación, pero no soy una tonta. Tengo la capacidad de juzgar por mí misma si alguien está ocultando sus verdaderas intenciones hacia mí.
En ese instante, Valentino, con una sonrisa astuta en su rostro, dio un paso hacia Charlotte. Su caminar era firme, engreído, pero con un toque de confianza que no alcanzaba a disfrazar su ligera falta de respeto, aunque intentaba parecer respetuoso.
Valentino: Mi Reina, ¿nunca ha pensado en la posibilidad de presentarme a alguna de sus compañeras exorcistas? Estoy seguro de que podríamos disfrutar de algunas interacciones... muy agradables.
Charlotte frunció el ceño, pero no dijo una palabra, manteniéndose en silencio ante las insinuaciones de Valentino. Él, sin embargo, continuó con su discurso, acercándose con más seguridad.
Valentino: De hecho, podría presentarle a algunas de mis damas, para que también puedan disfrutar de... ciertos placeres. ¿Quién sabe? Tal vez usted también se anime a pasar un rato en mi estudio. El disfrute carnal es algo que toda mujer de su estatus debería experimentar. Ser la reina de un lugar tan caótico como este, incluso en tiempos de paz, debe ser una carga considerable, ¿no lo cree?
Se acercó aún más, y sin previo aviso, tomó la mano de Charlotte con una sonrisa confiada, sin imaginar las consecuencias que podrían seguir.
Antes de que Valentino pudiera continuar con sus provocaciones y Charlotte pudiera actuar para hacerle pagar su insolencia, un portal se abrió de repente, interrumpiendo todo. Nadie lo había anticipado, ni siquiera la propia reina.
Por otro lado, Alastor no pudo evitar sonreír de manera traviesa, satisfecho con el resultado de su pequeña jugada.
En ese momento, varias figuras emergieron apresuradamente del portal. Entre ellas, se encontraba la conocida pareja de Charlotte, Vaggie, quien respiraba profundamente, su rostro contorsionado por una furia incontrolable. Miró a Valentino con una rabia palpable y gritó:
Vaggie: ¡Te voy a matar!
Sin pensarlo dos veces, Vaggie intentó lanzarse sobre él con la intención de hacerle pagar, pero fue detenida de inmediato por varias exorcistas, incluyendo a los tíos de Charlie, quienes la sujetaron con firmeza.
Varios de los Overlords se quedaron completamente atónitos, el miedo reflejado en sus rostros al ver a los Exorcistas. A pesar de sus intentos por mantener la compostura, la tensión en el aire se hacía cada vez más densa. Sin embargo, la ansiedad alcanzó su punto máximo cuando una figura que claramente era muy familiar salió del portal.
Esta figura llevaba un par de grandes alas doradas, y su mirada no dejaba lugar a dudas: no estaba nada contenta. A su lado, otra Exorcista observaba con el mismo nivel de furia, mirando directamente al Overlord Polilla, con una intensidad que dejaba claro que su paciencia estaba por agotarse.
Charlotte exclamó sorprendida, claramente avergonzada por la inesperada llegada:
Charlotte: ¿Tíos? ¿Chicos? ¡Oh, por Dios! ¿Por qué están aquí? Les dije que iba a regresar pronto... ¡Esto es una locura!
Antes de que pudiera seguir explicando, Vaggie se soltó de los Exorcistas que intentaban calmarla y, con una rapidez que sorprendió a todos, se plantó frente a Charlotte, apuntando su lanza directamente al cuello del Overlord Polilla.
Charlotte intentó intervenir, pero en ese momento sintió cómo sus tíos la sujetaban con una fuerza protectora. Aunque ella podría fácilmente zafarse, sus tíos la mantenían firme, mirando con desaprobación al trío de los Exorcistas.
La reina, completamente avergonzada por la escena, no podía evitar sentirse como si quisiera esconderse bajo la mesa. Se pasó una mano por la cara, casi deseando no haber dicho nada.
Adam habló con tono serio
Adam: Hellflake, creo que, como pequeño favor, nos encargaremos de esto... AHORA mismo.
Charlotte, viendo la situación, intervino rápidamente, con un tono que denotaba algo de desesperación:
Charlotte: ¡Tío Adam, tía Lute, por favor! Solo es una reunión, puedo manejarlo de una manera menos drástica.
Lute, con su mirada severa, respondió sin dudar:
Lute: Hellflake, incluso siendo la reina, a veces eres demasiado blanda para tu propio bien.
Charlotte sintió una punzada de vergüenza al escuchar la verdad en las palabras de su tía. Sabía que era cierto, pero al mismo tiempo se preguntaba cómo sus tíos y su pareja habían escuchado la conversación. Fue entonces cuando recordó rápidamente la radio que Alastor le había regalado.
Miró a Alastor entre molesta y algo avergonzada, pero él simplemente le devolvió una sonrisa juguetona.
Alastor: Jejeje, lo siento, mi reina.
Charlotte suspiró profundamente y, con un tono suplicante, miró a sus tíos antes de decir:
Charlotte: Por favor, no se pasen.
Adam y Lute respondieron casi al unísono, con una sonrisa divertida en sus rostros:
Adam/Lute: No prometemos nada.
Fin espero les haya gustado no olviden comentar y votar bayyy.
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