los vigilantes
Zemyassa: Yo soy Zemyassa, el líder de los Vigilantes. El padre de los Nefilim, aquel cuyo poder fue temido, considerado una amenaza solo superada por Lucifer y Lilith. Yo, que goberné reinos en la tierra. Yo, un arcángel de inmensa fuerza y sabiduría... reducido ahora a algo tan insignificante y miserable.
Dijo este con unas venas en la frente mientras estaba frente a la embajada del cielo con un deleantal rozado y artículos de limpieza.
Este se sentía humillado. Por tener que hacer algo tan denigrante, y todo por que la compasiva gobernante del infierno fue piadosa con el y sus compañeros y en vez de matarlos los había castigado a trabajos comunitarios y de voluntariado eterno.
Azazel:vamos señor no se queje esto no es tan malo.
Dijo Azazel quien parecía ser el único que estaba disfrutando del castigo pues el era conocido por construir armas para los humanos y era un gran inventor asique su deber era construir cosas para ayudar al desarrollo del infierno .
Zemyassa lo fulminó con la mirada y con enojo Dijo.
Zemyassa:eso lo dices porque tu haces algo que te gusta más que un castigo parece un regalo.
En ese momento una voz burlona habló.
Adám: Zemyafuck, deberías sentirte honrado por la generosidad del Hellflake. Fue increíblemente indulgente con ustedes. Quizás deberías aprender un poco de Azazel, al menos él no se lamenta tanto como tú.
El vigilante clavó una mirada fulminante en el padre de la humanidad antes de hablar.
Zemyassa: Supongo que esto te resulta divertido, ¿cierto?
Adám: Un poco, lo admito. Pero, ¿sabes? Abbadon estaría complacido de ver que su antiguo alumno finalmente sirve para algo.
Zemyassa sonrió con malicia antes de hablar.
Zemyassa: Debe ser maravilloso ver cómo la hija de los reyes encuentra su propósito... construyendo su propio legado sobre los cuerpos de sus padres.
Lo dijo con burla evidente.
Adám: Vigila tu lengua, desgraciado. Una sola palabra más sobre ella, y mi alabarda será lo último que conozca tu miserable trasero.
Ichell: Señor, por favor, guarde silencio. Recuerde que la última vez que causó problemas tuvo que hacer una "reparación".
Zemyassa sintió un escalofrío al recordar aquellos años en los que estuvo a cargo de un grupo de bebés imps durante dos largas décadas.
Adám estalló en carcajadas antes de soltar con sorna:
Adám: No me digas que echas de menos ese trabajo, ¿eh? Niñera de la ira. ¡Jajajaja!
El rostro de Zemyassa se tornó rojo de vergüenza y rabia. Incluso su antiguo maestro, Abbadon, lo visitaba de vez en cuando solo para recordarle con burla que debía ser una inspiración para las nuevas generaciones.
Abbadon: Vaya, esos sí que fueron logros impresionantes.
La voz de Abbadon resonó en la embajada del cielo, donde había aparecido con la única intención de dar una "afectuosa" bienvenida a su antiguo alumno.
Zemyassa apretó los dientes con furia.
Zemyassa: Cierra la boca, anciano.
Abbadon: Siempre tan cálido y amigable.
Comentó con una sonrisa divertida.
En ese momento, Lute llegó y se posicionó junto a Adám antes de hablar con tono burlón.
Lute: ¿Y a nuestra querida mucama qué le pasa hoy? Se ve más malhumorada de lo normal.
Azazel apenas pudo contener la risa ante el comentario, mientras Zemyassa le lanzaba una mirada que prometía tormento.
En ese momento, Charlotte, la reina del Infierno, hizo su entrada con una sonrisa serena.
Charlotte: Hola a todos.
Sus ojos se posaron en sus tíos con calidez.
Charlotte: Tío Adám, tía Lute, ¿cómo han estado?
Lute: Todo en orden, Hellflake.
Adám: No podría estar mejor.
Abbadon intervino con un tono relajado.
Abbadon: Un gusto verte, majestad.
Charlotte le dirigió una sonrisa genuina.
Charlotte: Es un placer reencontrarnos, Abbadon.
Azazel, incapaz de ocultar su entusiasmo, preguntó con energía.
Azazel: Su majestad, ¿hay algo que necesite que solucione?
Charlotte negó con tranquilidad.
Charlotte: Por ahora, todo está en orden. Pero si surge algo, serás el primero en saberlo.
Entonces, su mirada se posó en Zemyassa, y su expresión se suavizó.
Zemyassa, en cambio, la observaba sin molestia alguna oculta, dejando clara su incomodidad.
Charlotte: Zemyassa… parece que el mal humor nunca abandona tu mirada.
Zemyassa: Pues claro, "su majestad".
Su tono sarcástico hizo que los demás fruncieran el ceño, pero Charlotte no mostró enfado, sino algo más profundo: decepción y una leve tristeza.
Charlotte: Tienes el potencial para ayudar a muchos aquí. Todos los vigilantes han aceptado el cambio sin problemas… todos excepto tú.
Zemyassa: Pues qué bueno por ellos. Yo, en cambio, estoy perfectamente cómodo así.
Respondió con una burla evidente.
Charlotte se acercó con una sonrisa tranquila.
Charlotte: Algún día, te darás cuenta de que hay cosas más grandes que tu amargura y malhumor.
La reina Charlotte mantenía una sonrisa gentil, pero los presentes en la embajada solo pudieron suspirar y negar con la cabeza. Aunque todos reconocían su poder y su habilidad como gobernante, su corazón tan compasivo a veces parecía más una debilidad que una fortaleza.
Adám murmuró en voz baja: A veces, eres demasiado buena para tu propio bien, niña.
Zemyassa soltó un bufido y respondió con desdén:
Zemyassa: Sí, sí, lo que tú digas. Supongo que seguiré con mi trabajo, después de todo, fuiste tú quien me lo asignó.
Su tono era seco y carente de emoción.
Charlotte sacó algunos alimentos y los sostuvo con una sonrisa amable.
Charlotte: Traje algo para compartir con todos. También puedes ofrecerles a tus compañeros.
Azazel observó la comida con gratitud y asintió.
Azazel: Oh, muchas gracias, su majestad.
Zemyassa, con su actitud habitual, se encogió de hombros.
Zemyassa: No tengo hambre.
Sin embargo, su estómago decidió traicionarlo con un gruñido audible. Al darse cuenta, un tic nervioso apareció en su ojo por la vergüenza.
Charlotte dejó escapar una risita suave.
Charlotte: Jeje, sí, claro, Zemyassa. Bueno, esperemos que el hambre te vuelva a encontrar.
Según las propias palabras de Zemyassa, esta era su rutina humillante, repitiéndose una y otra vez. Pero lo que más lo irritaba no era su situación, sino la constante amabilidad de la gobernante del Infierno. La manera en que lo trataba, como si fuera un niño que aún tenía la oportunidad de cambiar, como si algún día pudiera convertirse en alguien que realmente ayudara a los demás. Aquello hería su orgullo más de lo que estaba dispuesto a admitir.
Zemyassa: Algún día gobernaré el Infierno, la Tierra y el Cielo.
A su lado, Adám comía tranquilamente y respondió sin mucho interés.
Adám: Sí, sí, bla bla, lo que digas. Por cierto, ¿no que no tenías hambre?
Zemyassa bajó la mirada hacia el plato frente a él, donde un sándwich de pavo descansaba como prueba irrefutable de su contradicción.
Con dignidad forzada, le lanzó una mirada fulminante a Adám y dijo con orgullo herido:
Zemyassa: Cállate.
Los presentes estallaron en carcajadas.
Fin espero les haya gustado bayy.
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