•25• Apocalipsis

Toda la presión de su poder me está ahogando. Mi rostro está pegado a la tierra, su rodilla presiona mi cráneo mandándome choques de dolor. Mis ojos enfocan con destellos y distorsión, la batalla que está sucediendo afuera del manto transparente de su poder.

Romina ha sido alcanzada por tres hombres y ahora intenta quitárselos de encima. Giro lo que puedo la mirada a la izquierda y veo a Robin y Priscila combatiendo con éxito a un trío de mujeres, en las manos de ellos traen pedazos puntiagudos de tablas del atril caído.

Intento respirar cuando la presión en mi cráneo se va, pero las manos de Charlie me oprimen el pecho en su lugar. Las lenguas de su poder eléctrico me comienzan a recorrer el cuerpo.

«Vamos enciendan. Vamos llamas.»

Trato de que mi fuego se abra paso por mi cuerpo pero estoy entumecido por alguna extraña razón. El poder. El poder del dominio es un hielo gigante contra mí.

-¿Qué se siente saber en el fondo que no podrás ganar, Poem? -la dicha de Charlie aumenta mi cólera fría.

-No vas a ganar, Silver -mi voz es callada por un bofetón de su parte.

-Quiero que mires bien lo que sucede afuera -gira mi rostro hacia Romina y los demás- ¿Lo ves? Ellos no pueden contra nosotros.

Y efectivamente, Romina ha caído de bruces y ahora una decena la estrujan como muñeca de trapo. Mi grito sale como el aullar de un lobo herido. Entonces veo como Robin yace inmóvil a varios metros, con mi hermana delante de él protegiéndolo de las personas dominadas.

-¡Déjala! ¡Haz que se alejen de ellos! -mi rugido, junto con mis ojos le traspasan la cara a Charlie.

-¿Y por qué lo haría? -sus manos aprisionan ahora mis brazos débiles. He agotado todas mis fuerzas en intentar encender mi poder.

-¿Por qué lo haces Charlie? ¿Tú y yo éramos amigos?

-¿Amigos, Poem? -su risa repentina se escucha lastimera- ¿Quieres saber lo que mi padre pensaba de nuestra amistad? Siempre pensó que era una farsa, él me vínculo contigo por simple conveniencia. Fuiste algo que debía de vigilar y no podía hacerlo él mismo o levantaría sospechas.

-No es verdad.

No, no, eso no es verdad.

-Lo es. Tú y yo, nunca fuimos verdaderos amigos.

-Entonces mi madre tubo que haberlo descubierto.

Sí, ella me hubiera alejado de esta mala amistad, falsa amistad.

-Lo hizo pero muy tarde -sus uñas se clavan en la piel de mi brazo-. Cuando se dió cuenta de la traición de su superior, mi padre. Ella ya iba a morir.

-¡No! ¡¿Cómo pudieron?! -mi cuerpo se retuerce y le alcanzo a dar una patada en el estómago.

No me da tiempo de levantarme y volver atacar. Con toda su fuerza me empuja al suelo y concentra su energía en golpearme el pecho una y otra vez. Me saca el aire de los pulmones y comienzo a ver más pequeñas luces parpadeando en mis ojos.

-Aún no termino contigo, amiguito. Mírame a los ojos -me abre los párpados que se resisten a verlo-. No temas, nunca he podido dominarte. Eres un Dicta. Oh sí, eres el pequeño y gran éxito de mi padre. Tu pobre madre se negaba pero tu estabas muriendo de asma.

¿¡Qué?!

-Q...ué.

-Te estabas muriendo de asma y tu madre dio autorización a mi padre de que te transplantara algo, junto con sangre de esa cosa, una Dominante. Después de eso mejoraste y luego decidieron experimentar conmigo.

Lo que Charlie está diciendo no es lo mismo que los diarios decían sobre mi condición.

-Mentira, eso no decían los diarios de tu padre.

-¿A quién quieres engañar, Poem? -su sonrisa adquirió nuevos niveles de anchura.

-Lo que leíste está muy cerca de la realidad -continua, ahora su miraba viaja a algún lugar del pasado- Antes de que experimentar contigo lo hicieron primero con Matthew Middleton, pero terminó siendo un fracaso, ese imbécil no sirve para nada.

Intento reunir mi fuerza poco a poco pero el peso de su cuerpo y poder es inmenso que solo puedo continuar escuchando su discurso.

-Yo fui el último, pero... -su rostro se tuerce con terror -la cantidad de sangre de dominante que pusieron en mi sistema fue demasiado. Casi llevándome al borde de la locura. Cuando me pudieron estabilizar descubrieron que no poseía ningún poder al igual que tú... -asiente intentando convencerme de sus palabras.

-Lo que no contaban era que yo sí los poseía solo que se los oculté. Era mi gran secreto hasta hace unas semanas...

No doy crédito a lo que escucho. Es imposible. Pero mi mente no deja de encajar cosas extrañas que viví al lado de Charlie cuando eramos pequeños.

-Y todo se reduce a ti -concluye con un suspiro.

-¿Por qué?

-¿Es que aún no lo entiendes? -suelta de nuevo otro suspiro como si le cansara la situación-. Debes de morir, de la misma manera que Matthew Middleton. Los dos son aberraciones, falsos Dominantes. No deben de tener nuestros poderes. No pueden ser como yo.

¿Por qué? Quiero preguntar una vez más pero el poder de Charlie explota contra mis huesos. Grito o eso creo que hago. La luz es tan fría que me congelo de la cabeza a los pies. Entonces comprendo una parte de su enojo y descubro que no es enojo, es quizás celos y un poco de desesperación. Descubro en su ataque que yo, un Dicta soy capaz de destruir un Dominante como él con total facilidad. Mis puños se cierran. A lo lejos escucho los gritos frenéticos y los golpes contra el escudo que nos cubre.

«Pronto, chica luna. Espérame.»

El rostro de Charlie está detrás de la luz que me enfría. Lo veo abrir los ojos con un astivo de preocupación.

-No puedes vencerme. Si lo haces, allá afuera hay un millón de personas dominadas. Si yo lo ordeno destruirán esta asquerosa ciudad.

Su amenaza me recorre el cuerpo como una chispa. Es la pequeña llama que necesito para encontrar mi poder cálido y traerlo conmigo a la superficie. Va saltando de hueso en hueso, de nervio en nervio, me toca los músculos y en un segundo sale como el brote de un fuego artificial de la punta de mis dedos. Es el poder de la sustancia Dominante, mandando sobre mi cuerpo y dictando que me levanté y pelee. Toqueteo las mejillas de Charlie y lo arrojo todo lo que puedo lejos de mis manos en llamas.

Ruedo por un lado y me incorporo despacio. Al fin mis ojos ven la claridad, ya no hay luz fría. Tirado a cinco pasos de mí, se encuentra Charlie semi inconsciente. Se toca el rostro, donde las marcas de mis dedos lo quemaron, le dan el toque de un guerrero caído. El escudo que proyectaba se ha encogido y limitado a cerrarse entorno a él.

No me detengo a verlo por más tiempo y me giro en busca de mi hermana y los demás. Encuentro a los tres haciendo un círculo juntos con sus espadas de maderas improvisadas. Las personas se han ido o desaparecido de la nada, no lo sé.

-¡Poem! -Priscila me llama y se lanza a mis brazos. Pero yo no quito la mirada del corte que tiene en una mejilla Romina.

Ella niega y abre sus ojos antes de que sienta el rayo que me parte la columna. Suelto y arrojo a Priscila lejos de mí y no me permito caer como Charlie lo desea. Me volteo y con manos extendidas y luego levantadas mando lo más parecido a una bola de ping pong de fuego a Charlie.

Todos exhalan sorprendidos, hasta yo mismo. Es algo que antes jamás podía hacer. Charlie no alcanza a esquivarlas pero no le causan un gran daño y sólo hacen que se ría sin humor y gruña como animal salvaje.

-Eres mala hierba que debe ser cortada de raíz, Smith.

Lanza su poder eléctrico contra mí pero alguien pasa a mi lado y salgo alejado de su camino. Romina se le planta de frente y los dos se sostienen la mirada por unos instantes. No sé qué sucede pero ella cae al suelo, agarrando su cabeza y su hermano la intenta tranquilizar. Cuando no lo consigue, se llergue en toda su altura y gira sus muñecas mientras susurra algo en un idioma que no conozco.

Charlie retrocede, topa con la pared de piedra y aunque intenta que su escudo de protección aleje a Robin, es en vano. Robin lo traspasa y cuando está a solo un paso de él, levanta sus dos manos y con la electricidad en sus pulgares saliendo. Los clava en un segundo en los ojos de Charlie. Su grito es el equivalente de un chirrido de uñas largas contra un pizarrón. Da manotazos contra la crudeza de Robin, pero es imposible. La sangre brota, la carne se destroza entre sus dedos. Cuando Robin saca sus dedos, la vida de Charlie también sale de su cuerpo.

Me quedo mirando el cuerpo de Charlie sin poder creer lo que estoy viendo. No puedo evitar que las lágrimas broten de mis ojos. Él me dijo que no era mi amigo, que nunca lo fue. Pero sé, que él sabía que eso no era verdad. Siempre fuimos amigos. Siempre lo consideré mi mejor amigo.

━━━━━━━━ La infancia ━━━━━━━━

Conocí a Charlie cuando íbamos en la primaria. Recuerdo que mi primer día en la nueva escuela me sentía como insecto expuesto patas arriba bajo una luz incandescente de más niños de mi edad.

Con torpeza me encaminé a mi pupitre después de decir mi nombre con tartamudez. Iba en tercer grado y comenzaba a renegar de nuevo por el cambio tan repentino que mi madre hizo en nuestras vidas.

Aquel día no logré concentrarme en nada, constantemente veía por la ventana y añoraba mi antigua ciudad, mi escuela y a mi único amigo que había hecho dos años atrás.

En la hora de receso, saque mi almuerzo y me fui a la sombra de un gran árbol situado en un rincón, alejado de los grupos de niños que correteaban por todo el patio.

-¡Hey, fuera de aquí! ¡Esta es mi guarida secreta!

Giré, intentando encontrar el origen de aquel reclamo, pero no ví a nadie cercas de mi.

-¿No escuchas o qué? -la voz venía de arriba, en una de las gruesas ramas del árbol. Un segundo después un niño saltó de ella. Aterrizando como un elegante gato.

Tenía el cabello negro peinado por un lado como si el viento tuviera manos y se lo acomodara de esa forma. Sus ojos eran marrones dorados y la mueca de su boca me advertía que no le gustaba que le llevaran la contraria.

-Bi, bi, bien, ya me voy -me disculpé con las manos alzadas.

En mi otra escuela ya había experimentado el acoso y los golpes de otros niños más grandes que yo. Mi asma y dolor de articulaciones tampoco ayudaba a alejarlos. Era evidente que no iba a cometer el mismo error.

-Espera -me arrebató mi bolsa de frituras de la mano y comenzaba a protestar cuando con una risa de lo más simpática me confesó: -Me encantan estas papitas, te puedes quedar. -alzó sus hombros y volvió a trepar a la rama.

Me hacía dudar que en lugar de gato fuera una ardilla.

-Emm ¿Gracias? -me encogí de hombros y di media vuelta, alejándome de ese niño extraño.

-De nada, puedes subir aquí -me invitó, sacudiendo la rama y dispersando hojas en mi cabeza-. Hay espacio para los dos.

Dudé unos segundos. Al ver que no me movía, sonrió en señal de triunfo ante mi miedo. Así que escalé por primera vez un árbol y cuando llegué a la cima me sentía como una especie de Mowgli.

-Me llamo Clark Kent ¿Y tú nombre es? -saludó y alzo su mano como si fuera una persona adulta y eso fuera el comienzo de un gran negocio.

-¿Eres Clark Kent? ¿Su, su, Superman?

Debió de ver mi cara de asombro e inocencia, porque comenzó a reírse a todo pulmón con el queso de las papitas impregnadas en sus dientes.

-Ya quisiera ser Superman, pero no. Es broma amigo. Me llamo Charlie Oliver Silver.

-Que gracioso -le saqué la lengua-. Y yo soy Bruce Wayne pero me puedes decir Batman.

Él me dió una mirada detenida y suspiró.

-Eso te convierte en mi enemigo ¿No?

Alcé una ceja con interrogación y los dos nos echamos a reír.

-Pero no cuenta porque eres malísimo para el sarcasmo, Bruce.

-Ya, lo sé. Me llamo Poem Smith.

Los dos nos volvimos a reír. Desde entonces Charlie y yo nos volvimos inseparables. Grandes amigos, grandes hermanos.

Tarde me daría cuenta que nos habíamos mudado a esa recondita ciudad porque mi madre había conseguido su puesto anhelado en los laboratorios del padre de mi mejor nuevo amigo.

━━━━━━━━ El presente ━━━━━━━━

-¡Charlie! -el llanto de mi hermana me trae de vuelta al presente.

-No puedes Priscila- Robin la detiene a medio camino y la atrae a sus brazos.

-¡Suéltame! Debo de ir con él -su rostro está desesperado por ver lo último de Charlie. Ella también lo conoció, peor aún... Ellos intentaron tener una relación.

Pero Priscila ya no puede ir tras Charlie porque este comienza a brillar débilmente desde el centro de su cuerpo, hasta que se va convirtiendo en una especie de estela brillosa que se va encendiendo más hasta que se apaga de golpe. En el suelo, ya no hay cuerpo, ni lo que fue Charles Olivier Silver en vida.

Yo sigo en el piso, mirando el espacio vacío. Sin creer lo que ha pasado.

-¿Sintieron eso? -Romina alza la voz y me volteo para verla.

Su rostro está girado hacia las escaleras y la luz que viene de afuera. Un temblor repentino me hace levantarme. Ella se pone de pie y sale corriendo a la superficie, todos la seguimos.

Los pastizales dorados se agitan con un leve viento. Pero más allá, la ciudad se está consumiendo en llamas. Humo negro sale de los edificios y se escucha a lo lejos los choques de los automóviles. No hay gritos de auxilio.

-Llegamos tarde -dice Romina.

-¿De qué hablas Romina? -le pregunto.

Su cabello se agita al igual que las espigas. No quiero que confirme lo que sospechamos.

-No lo sé, pero hemos llegado tarde. Charlie sembró la semilla y ha germinado.

Su voz se repite una y otra vez en mi cabeza mientras vamos cruzando las calles destruidas en la camioneta.

"Es tarde, le abrí la puerta. Es tarde, le abrí la puerta. Es tarde, le abrí la puerta. Le abrí la puerta. La puerta."

Conforme nos acercamos a la ciudad. Las lenguas de fuego nos rodean como brazos de gigantes. El asfalto está destruido y el vehículo da saltos intentando llegar.

-No hay nadie, esto parece... parece -la voz de Robin se va apagando; sus ojos buscan entre el fuego la mínima señal de vida.

Los dos vamos en la cabina de la camioneta, mientras los hermanos Smith van en la cajuela.

-Debemos de ir a la puerta -suelto de pronto. En mi mente la frase que me dictó Charlie comienza a ser más literal que algo simple como sus últimas palabras antes de desaparecer.

-¿Él te lo dijo? -Robin me mira de reojo y se toca la cien para recalcar su pregunta.

Asiento, pero conforme vamos avanzando, más difícil es cruzar las calles en la camioneta. Llegamos a un punto muerto, cuando un gran socavón nos corta el paso. Robin frena y suelta el aire contenido. Atrás, los hermanos se bajan y observan a los alrededores. Escucho las palabras sin saber quién lo dice, "en medio del infierno".

-Debemos de movernos Robin y rápido.

-¿Por qué? No hay nadie, ya no hay peligro. Este es el apocalipsis, el fin del mundo terrenal.

Sus palabras aunque son amargas, definitivas. Tienen justo una pequeña falla.

-Te equivocas. -salgo de la camioneta y respiro el humo apocalíptico. No hay olor a muerte y conozco de la muerte.

-¿Cómo? -se me une al frente del motor y camino dos pasos al borde del agujero en la tierra. Abajo, a unos cincuenta metros de la superficie; se escucha el chillido de algo emerger del centro de la tierra. Una especie de chillido de horror. Algo sufre debajo de la tierra y está por salir.

-¿Cómo puedes saber que es el fin del mundo, si aún estamos aquí? No podemos ser la excepción. Así no funcionan las cosas aquí.

-¿De qué fin hablas Romina? -la voz de Priscila se hace quitar la mirada de la oscuridad del pozo.

-Mi hermana cree que este no es el fin del mundo.

-¿Y lo es? -Poem me lo pregunta. En su rostro hay demasiadas emociones que al final me quedo con la mirada de frustración.

-Claro que lo es -la carcajada de Robin hace eco en los edificios, traspasando las flamas-. Ya no existe nadie, ningún cuerpo, ningún signo de vida.

El rostro de Priscila gira por todos lados, está entrando en pánico. Poem solo me contempla en silencio.

-¿Qué fue exactamente lo que dijiste hace rato en los pastizales, Romina?

-Fue algo que me dijo -me toco la frente-, Charlie. Fueron sus últimas palabras. Es tarde, le abrí la puerta.

Poem se toca la barbilla y gira sus talones, caminando de un lado a otro. Se detiene y me clava sus ojos de nuevo. Priscila está entre los brazos de Robin y los dos nos observan con expectacion.

-¿Puertas? ¿Qué puertas? ¿A quién le abrió las puertas?

-Lo mismo estoy pensando, por eso creo -exhalo-. Que lo que dice Robin no puede ser verdad.

-Es lo que veo -responde con aún los brazos alrededor de Priscila.

Todos nos quedamos sin palabras y el crepitar de las llamas es lo único que existe a nuestro alrededor. Poem y yo estamos mirándonos en todo este silencio. No podemos tocarnos como lo hacen Priscila y Robin, pero si pudiéramos nos sostendríamos de igual manera. Inclusive, más fuerte. Casi hasta rompernos y unirnos.

-Poem -Priscila rompe el silencio de insertidumbre-. Cuando Matt me secuestró, él no sabía que podía meterme en tus sueños.

-¿Puedes hacer eso? -Robin la suelta y la mira con su rostro lleno de gracia.

-Solo lo hice esa vez. Matt me había llevado con los ojos vendados pero consciente al bosque. Me llevó a aquella casa. Nunca supe quien vivía ahí, no había muebles. Pero...

-¿Qué viste, Priscila? -Poem ha quedado petrificado en su lugar.

-En una habitación del segundo piso habían cientos de libros rojos. Todos en diferentes idiomas. Matt me dijo que estábamos buscando uno en especial. Decía que era antiguo.

-Pero ¿Para qué te quería a ti? -mi curiosidad está en aumento. Los chillidos en el fondo de la tierra están detrás de mí. Presiento que no tenemos mucho tiempo.

-Me dijo que como era hija de la Dra. Fitzgerald, sabría cual de todos era el libro. Ya me había llevado media hora antes a la casa de nuestra madre. Pero al no encontrar nada... -se toca una mejilla, como recordando algún golpe-, me llevo a aquella casa. Le dije muchas veces que mamá no nos decía nada de lo que hacía. Pero no me creyó.

-¿Cómo pudiste entrar en mis sueños?

Priscila se agacha y con la punta de su dedo índice traza un cuadrado. Adentro dibuja dos círculos y dos flechas apuntandose una a la otra dentro de los círculos.

-Encontré el libro correcto -los tres soltamos exclamaciones de asombro-. Pero no podía decirle que lo había encontrado. Así que lo guardé entre mi ropa, pero no tardó en darse cuenta. Adentro de mi ropa algo cálido me iba calentando y cuando me di cuenta, estaba en llamas.

Suelta una sonrisa de triunfo, como si haber jugado con fuego fuera algo divertido.

-Pero, pero no estás quemada o tienes alguna lesión a la vista -su hermano se acerca y le toca el rostro. Robin da un paso atrás para darles espacio a los hermanos.

-Eso fue porque el fuego me absorbió, el libro lo hizo. Después, no sé cómo ocurrió pero estaba en tu mente y sueños.

-Esperen -las manos de Robin se alzan con determinación-. Si pudiste entrar al sueño de tu hermano ¿Cómo es que Poem se puso en la misma sintonía?

-¿Cómo que sintonía? -Priscila pregunta confundida.

-¿Cómo sabía "el libro mágico" a dónde llevarte? ¿Es porque son hermanos o es algo más complejo? Hablamos de teletransportación. Algo de lo que estoy más familiarizado que todos ustedes. Vivo en el espacio, las leyes son hasta cierto punto flexibles allá afuera -apunta al cielo-. Pero no en la tierra.

-Yo estaba abriendo otro libro rojo pero en el sótano de mi madre... -su mirada va detenidamente a su hermana. Hay una advertencia en el aire y Priscila la responde al instante.

-Supongo que al encontrar el libro, el otro se activó. Todo es confuso ahora mismo para mí. Yo y Matt fuimos a la casa de mamá pero al no ver nada, no duramos mucho tiempo ahí.

-¿Dónde encontraste ese libro, Poem? -Robin está cruzado de brazos. Los chillidos son ya un sonido de fondo para mí. No creo que ninguno de los tres no los escuche al igual que yo.

-En el sótano. Solo lo abrí y luego me desmayé. Pero pensé que era por mis poderes. Ya tenía tiempo sintiéndome mal. No creí encontrarme en aquel sueño contigo, hermana.

-Ni yo, pero nos ayudó al final. Pudiste llegar al bosque y rescatarme.

-Sabemos que Matt no era Matt ¿Verdad? -mi voz sale ronca por estar mucho tiempo en silencio-. Quiero decir que te diste cuenta de que no era él ¿Correcto, Priscila?

-Lo sabía, Romina. Pero creía que era producto de las drogas o el alcohol. Horas después de que tú, Poem y Charlie entrarán en aquella batalla. Escuché que era Charlie en todo ese tiempo.

-Eso quiere decir de qué hay dos libros rojos.

-¿Algún interés en particular por esos libros, Robin?

-Ninguno, Poem. Solo curiosidad.

-De curiosidad, murió el gato.

-¿Eh?

El chillido es ahora insoportable, tanto que me tumba y caigo de rodillas. Escucho el grito de sorpresa de Poem y las pisadas de Robin corren en mi ayuda. Pero los chillidos salen como la lava de un volcán en erupción. Desde el pozo de oscuridad, una sombra enorme emerge. No veo lo que hay detrás de mí, pero el olor es repugnante. Los cuerpos de las personas caen a mi alrededor. Poem y Robin expulsan su poder en un santiamén. Yo al fin me descongelo del suelo y gateo para ponerme de pie, antes de que el mar de personas calcinadas me caiga encima.

Priscila corre a mi encuentro, pero Robin le pone la mano en el hombro y es él, quién me ayuda a ponerme de pie. Poem ya está en la camioneta. Arranca en reversa. Me apuro a trepar junto con Priscila y mi hermano. No sabemos lo que hacemos, pero es obvio que un enfrentamiento con aquel gigante monstruo subterráneo, compuesto de cuerpos humanos, no es una opción ahora mismo.

-¿Qué demonios es eso?

-Es de lo que Charlie me dijo -miro cómo el gigante se pone de pie y en sus ojos brilla algo blanquecino-. Supongo que esos cuerpos son las personas de esta ciudad.

-¡Miren por allá! -Priscila apunta a la izquierda. Donde otra sombra oscura se levanta entre dos edificios en llamas. Es entonces cuando más siluetas negras aparecen a la redonda. Logro contar doce. Robin detiene la marcha y todos nos sacudimos. Al frente de la camioneta hay un gran boquete y de el a gran velocidad vuelve a emerger otro gigante. Esta vez observo con más detenimiento a las personas que lo componen. Todos tienen los cuerpos calcinados, pero de cierta forma vivos.

Golpeo el techo con desesperación y le grito a Robin: -¡Son como los seres de las estrellas!

Como mi hermano no responde a mi afirmación, me bajo de un salto y voy a la ventana para ver lo que le sucede.

-No lo son, Romina.

-¡Lo son! ¡¿Qué no los estás viendo?! ¡Mira sus ojos, son como las galaxias que había en ellos!

-No lo son, hermana.

-¿Si quiera los estás viendo? Pareces ido, parece que estás en otro lugar.

Robin me mira por fin a la cara, aquí y ahora. Rompe a llorar en silencio frente a mí.

-No lo son. Esas personas que vez frente a tí, son una burla de Charlie hacia nosotros. Hacia nuestro origen. Él quiso que lo viera, el quería ver lo que pudo lograr. Lo rechazó su padre, lo ocultó. Nos prefirió a nosotros, sobre su hijo. O sino pregúntale a Poem, que eso fue lo que le dijo dentro del escudo. -su llanto se convierte de pronto en furia y sale de la camioneta, haciéndome a un lado.

-¿Qué eran entonces las personas que habítaban en las estrellas?

-Te lo diré cuando todo esto acabe, lo prometo.

Sus ojos brillan pero las lágrimas no cesan.

-¿Qué es lo que sucede, Romina? -Poem pregunta pero antes de que le responda, Robin lo hace por mi.

-Vamos a pelear, Poem. Más vale que pongas en un lugar seguro a Priscila. Este monstruo no se va a quedar quieto por mucho tiempo.

Veo a Poem hablar con sus hermana, la empuja dentro de la camioneta y le dice que maneje lo más rápido posible, hasta un par de edificios que parecen seguros. Priscila se niega a dejarnos pero con un beso en la frente de su hermano, ella se va. Tal vez sea la última vez que la vea. Así que no dejo de ver la camioneta hasta que da una vuelta y se pierde de nuestra vista.

-¿Como atacaremos a esa cosa?

-No lo haremos -Robin enciende su poder al máximo y da unos estiramientos-. Vamos a trepar ese mar de cuerpos.

Alza su vista, apunta a los ojos. Sé a lo que se refiere. El objetivo está claro para mí pero no para Poem.

-Es demasíado alto, además esos cuerpos pueden atacarnos. No sería más fácil desprenderlos de lo que sea que estén sostenidos o unidos.

-Nada los sostiene. Sería una batalla eterna ¿Observas como caen y vuelven a trepar para juntarse entre ellos? Pues, lo único que no cae y brilla está en sus ojos y si observas bien. No son ojos.

Miro con detenimiento ese par de ojos luminosos. Y en efecto, no son ojos. Aquello que brilla son los cuerpos blancos y los cabellos en llamas de los Dominantes que estaban con Charlie en su discurso.

-En ese caso, hagámoslo rápido.

-Alto ahí, caballero de armadura -Robin lo detiene y eso hace que casi choque contra mi escudo-. Vamos a trepar pero no a matar personas ¿Entendido? ¿Romina?

Asiente y yo por igual. Nada de muertes, escalar cuerpos que nos pueden atacar, veinte metros de altura y sin olvidar que son más de diez monstruos gigantes a nuestro alrededor. Eso parece sencillo.

Parece...

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