•10• Inesperado ascenso
Pensé que esa misma noche regresaría al lado de Poem Smith, pero no fue así.
El ataque de Richard Silver contra Matt Middleton fue un rotundo fracaso o ¿Eso era lo que en realidad quería Matt que ocurriera?
Después de mandar a Poem a casa, vuelvo al piso superior y de vuelta a la habitación de Matt. Se ven las luces encendidas por debajo de la puerta y el zumbido de una máquina se escucha desde adentro. Mi corazón trata de latir tranquilo, no debe de haber temor alguno en mí. Conocía a Matt, sabía que nunca me haría daño.
Abro la puerta y mis manos vuelan automáticamente a mi boca para sofocar el grito.
Richard Silver yace sobre la gran cama blanca (ahora teñida de rojo), con sus brazos y piernas estirados en su máxima capacidad. No grita porque Matt lo tiene amordazado con una pelota y cinta transparente cubriendo su boca. Richard ya no parece aquel sujeto de hace unas horas atrás. Ahora tiene el cabello rapado y una de sus orejas sangra. Está hinchado de la cara por los golpes y tiene un balazo en el brazo izquierdo. Hay cortes profundos en su pecho, producto de un cuchillo.
No veo a Matt hasta que éste se gira a verme desde el gran sillón de la derecha. En sus manos sostiene una máquina de afeitar y hay un extraño brillo de locura en sus ojos.
-¡Romina! Cuanto me alegro que cambiaras de opinión.
Su tono entusiasta logra remover de su lugar a Richard. Lo observo tratando de ver más allá de los lentes oscuros que Matt le ha colocado. Richard quiere que lo controle y lo liberé, lo sé, estoy casi segura de sus intenciones.
-¿Qué le hiciste a Richard?
-Oh, solo estoy conversando con él. Sabes, él no quiere decirme dónde está la droga. No quiere decirme cómo crear a...
Se detiene y toma el cuchillo del buró de la cama. Con delicadeza recorre el pecho de Richard y va dejando un corte superficial en su piel. La sangre no tarda en brotar.
-Tal vez yo puedo decirte donde encontrar... la droga. Estaba con ellos, en su mansión antes de venir aquí.
Mis palabras salen antes de que tenga planeadas decirlas. Pero necesito unir las piezas de lo que sea que pone en este estado a Matt... y del porqué perdí el control sobre Priscila.
«¿De qué droga está hablando en primer lugar?»
Su rostro gira rápido en mi dirección, inclina su cabeza a un lado. Parece un loco desquiciado. No logró recordar que Matt fuera así, a veces bebía demás o se comportaba melancólico pero ahora no reconozco a Matt. Ya no se parece a aquel hombre que en mi pasado me rescató de mi autodestrucción.
-¿En serio? -Hace un puchero infantil y se acerca a mí con lentitud- ¿Por qué no lo dijiste antes?
Coloca sus manos llenas de sangre sobre mis hombros. Estos se estremecen por no estar tan acostumbrados como antes a su toque sorpresivo.
-No tuve la oportunidad. Yo traje a Richard porque el amenazó con hacerle daño a Poem.
Bajo la mirada, doy un pequeño vistazo a Richard que comienza a respirar con urgencia.
-Mmm, pobre de ti preciosa -Niega y con voz herida dice-: Me duele que me traiciones de esa forma, Romina. Después de todo lo que hice por ti ¿Acaso ya olvidaste eso también?
Sus ojos están heridos pero siguen estando extraños y algo opacos. Ya no tienen brillo jovial. Es como si hubieran drenado su espíritu.
-Nunca voy a olvidar que fuiste el que me sacó de ese hospital. Él que me dio todo lo necesario para controlar mi poder. Fuiste, eres todo para mí, Matt.
-Tus palabras me conmueven de verdad, Romina. Pero me traicionaste y eso me lo tengo que cobrar.
-Ponme a prueba, mándame a una misión y yo la haré.
Muerdo mi lengua fuerte y espero sus palabras. Por dentro deseo controlarlo, pero eso es imposible desde que lo conocí.
-Fuiste un fracaso en la misión de matar a Richard y está el hecho de que le abriste la puerta para matarme ¿Qué te hace pensar que te daré otra misión? Cuando ni siquiera pudiste hacer lo que te dije y me dejaste. Te fuiste.
Mira a la cama donde está Richard y arroja el cuchillo que justo se le clava en el muslo. El grito es amortiguado por la pelota en su boca.
-Esta vez no tendré excusas, lo voy hacer.
-¿Por qué? -su mirada es dudosa y tiene algo de asesina en ella.
-Porque quiero complacerte.
Le miento y él entrecierra sus ojos. Es obvio que no me cree.
-¿Qué es lo que quieres Romina?
Un choque de adrenalina y mentiras se apodera de mi cuerpo. Si tengo que mentir, que sea algo que en parte sea verdad. Por un momento pienso en Poem y su increíble habilidad para ver mis mentiras.
-Quiero que liberes a Richard Silver y dejes en paz a Poem Smith.
Lo último es un error, un grandísimo error que solo me doy cuenta cuando su cara se sorprende por tal deseo.
-¿Qué Poem? Ah, ya. El chico de gafas y cabello castaño que le metí una paliza por no decirme dónde estaba su jefe ¿Por qué tendría que dejar en paz a un chico tan... interesante como él?
«La cagué ¿Por qué no cierro mi bocota?»
-Solo déjalo.
Quiero restarle importancia pero no sirve de nada. Lo hecho está hecho.
-Ja, ja, ja, ja. Ay Romina. De seguro ya se metió entre tus piernas... -Lo miro con una ceja alzada, no debo de descontrolarme-. Así que hay alguien más capaz de tocarte -Agrega rápidamente.
-No, no, no. Es solo mi vecino y él estaba cuando sucedió todo este alboroto.
Me apresuro a decir con las manos excusándome. Matt camina de un lado al otro con una mano en su barbilla. Su cerebro está pensando muy rápido, intentando encajar sus propias preguntas con mis respuestas. Y voy a perder, siempre pierdo contra Matt.
-Siempre mintiendo, caramelo. Ahora me interesa saber más sobre ese chico Poem. Dime ¿El dominio lo dejó entrar? ¿Puede tocarte como yo lo hago, de esa forma tan íntima?
Sus ojos chispean de diversión bajo esa capa de locura repentina. Bajo de nuevo la vista y me encantaría que eso fuera verdad, que Poem tenga la misma capacidad que Matt de tocarme de acercarse.
-No, no puede. El dominio no lo deja entrar.
La risa de Matt me hiere más de lo que debería. Él sacude mis hombros y levanta mi rostro con sus manos frías.
-Me alegro de ser aún el único. Dime ya enserio ¿Por qué ese hombre te interesa tanto?
No puedo responderle y eso lo toma como un acierto a sus teorías.
-Bien, tengo una misión nueva para ti -Se trepa sobre la cama y quita la cinta y pelota de la boca de Richard-. Vas a ir a la casa de Richard de nuevo y me buscarás un documento en especial, parece ser que se encuentra en un libro. Una vez que lo tengas, explotas la casa y sus alrededores. Vienes y quizás considere ya no molestar a tu chico de lentes.
-¿Y qué pasa con Richard?
-¿Aún sigues con esa estúpida idea en tu cabeza? Reacciona Romina. Richard Silver es el causante de todo esto. Él no es parte del trato.
Se recuesta al lado del inconsciente de Richard y me despide con la mano.
Bajo las escaleras y rezo porque a Richard nada le pase. Es una pieza en todo esto y necesito preguntarle más cosas, al igual que Matt, al igual que Poem. Ninguno de estos hombres puede morir.
Por el momento no soy tan valiente como pensaba, estoy dejando que Matt haga conmigo lo que sea, cómo en el pasado. Eso es un trago amargo en mi garganta.
Encuentro un auto estacionado en la entrada (de seguro de uno de los guardaespaldas sobreviviente), me subo y lo enciendo con facilidad. Doy una vuelta acelerando y dejo la mansión de Matthew Middleton.
No salvé a Richard, perdí una parte de la verdad.
Me revuelvo entre las sábanas por milésima vez. Desde que llegué al edificio con el hombre cargando con mi cuerpo inconsciente, no espero encontrarme con mi hermana al despertar. Pero aquí está Priscila, como si no hubiera pasado nada anoche.
Me obliga a quedarme en la cama mientras ella se comunica con Matt en un intento por saber dónde está Romina.
-De verdad puedo ir yo mismo y traerla de las orejas si es necesario. Y de paso patear el trasero de ese imbécil.
-No puedes Poem, estás herido de bala. Y te aseguro que Matt no le hará daño.
-Una bala contra mí -Me levanto un poco y me recargo en las almohadas-. ¿También vas a defender a ese tipo?
-¿No puedes perdonarme y ya? ¿No entiendes que yo no fui consciente de hacerte eso? Y deja de hablarle así a Matt.
Marca otra vez el número y se lleva el teléfono al oído. Al no obtener respuesta arroja el teléfono a la cama.
-No siempre tu hermana te traiciona de esa manera. Uno espera que lo haga no sé, prefiriendo DC sobre Marvel o Harry Potter sobre Juego de Vikingos. No espera que te meta un balazo como si fuera un pellizco juguetón -Mis ojos ruedan hacia ella-. Y matt se puede ir a la mierda.
Ella solo niega y se acerca a mí y acomoda las almohadas sentándose a mi lado.
-Para tu información es Juego de Tronos y no Juego de Vikingos.
-Lo que sea. Me traicionaste y eso me quema, me duele, me lastima... literalmente.
-Si ya dejaste de llorar ¿Podemos concentrarnos con el hecho de que Romina no ha regresado a casa?
-¡De eso es de lo que hablamos! Oh vamos, Priscila. Déjame ir por ella.
Saco mi pierna buena de la cama y comienzo a ponerme de pie. Pero el pequeño monstruo me empuja de nuevo a la cama.
-No puedes ir. Así que yo iré y asunto resuelto. Sé cómo llegar a la casa de Matt.
El enojo se me sube a la cabeza y me cruzo de brazos. Niego de un lado a otro en repetidas veces. Estoy a punto de reclamar de nuevo por su idea absurda cuando el timbre suena.
-¿Escuchas? Ya llegó. No tienes porqué preocuparte más.
Ella salta de la cama y se encamina para abrir la puerta. Mi corazón da una voltereta y luego suelto la respiración.
«Gracias Dios. Estaba tan preocupado porque no llegara.»
El grito de terror de Priscila es lo que rompe mi tranquilidad y me impulsa a ponerme de pie e ir corriendo (lo que mi pierna herida me permite), hasta la entrada. La encuentro temblando de pies a cabeza con sus manos cubriendo la boca.
-¿Qué sucede Priscila? -Trago saliva acercándome a ella. Como no responde y se limita a temblar. Me atrevo a mirar lo que la pone así.
Afuera han dejado una bolsa enorme de basura y sobre ella un nota con letras rojas.
"Richard Silver, nunca dijo ni una sola palabra. Fiel hasta la muerte.
Poem Smith eres el siguiente. Así que prepara tus palabras."
-Muevete de la puerta Priscila.
-Pero Poem...
-¡Dije que te muevas de la puerta, carajo! Llama a la policía y di lo que sucede.
-Pero harán muchas preguntas -En su voz ya se escuchan las lágrimas-. ¿Cómo voy a explicarles que está el cuerpo de un muerto en la entrada de mi casa?
«Piensa Poem, piensa. La policía no puede enterarse de esto. Te creerán un loco e irías a la cárcel junto con tu hermana.»
-Toma mi teléfono y marca la tecla ocho. Te va a contestar Charlie. Vienes y me lo pasas cuando conteste.
Ella corre a mi habitación, mientras yo me quedo viendo la bolsa. Entonces recuerdo que tengo vecinos y con manos temblorosas y el dolor de mi herida reciente, tomo la bolsa de la abertura y la arrastro como puedo al departamento.
Arranco la hoja con la amenaza escrita en ella, leo una y otra vez. Intento asimilar las palabras. Miro hacia la bolsa y un nudo se aprieta en mi garganta.
«Oh, Richard ¿Por qué?»
-Charlie al teléfono -dice Priscila extendiendo el teléfono para mí.
Dudo unos segundos y luego me armo de valor para hablar con el hijo de Richard.
-¿Qué sucede Men? ¿Chocaste mi auto?
La voz risueña de Charlie me aprieta la garganta aún más. Se supone que él está de vacaciones, siendo feliz a su manera alocada. No tengo el valor para decirle esto, pero vuelvo a leer la hoja y sé que tengo que decirle.
-Tu padre murió.
Del otro lado de la línea escucho solo el viento. Pasan unos largos segundos hasta que la voz de Charlie al fin me responde.
-¿Cómo sucedió? -dice con un sollozo.
Le cuento de principio a fin los desastrosos acontecimientos, incluyendo la caída de Romina de su techo. Él no me interrumpe en ningún momento para hacerme preguntas. Cuando término, él sopla fuerte y se aclara la voz.
-Se que mi padre nunca fue la mejor opción para ti y tu hermana. Cometió errores en el pasado con tu familia y también con la nuestra -vuelve a respirar profundo y suelta el aire- pero siempre los consideró como sus hijos y sabes que tú eres mi hermano, Poem.
-Lo sé, lo sé Charlie. Pero no pude protegerlo como hubiese querido. Yo, yo siento que le he fallado de la peor forma a tu padre. Te he fallado a tí -la voz se me quiebra.
-No le fallaste Poem. No te culpes de eso.
-¡Por mi culpa está muerto, Charlie! Deberías de venir a matarme por permitir que muriera tu padre a manos de su enemigo.
Una larga pausa se instala en la línea y el silencio por igual.
-¿Puedes hacer algo por mí, Poem?
-Claro, lo que sea -digo de inmediato.
-Lleva el cuerpo de mi padre al rancho y entierra su cuerpo bajo el gran ciprés que está en la colina. Yo tomaré el próximo vuelo a casa.
-Sí, eso haré ¿Cuando llegas?
-Creo que a más tardar mañana a mediodía. No creo que sea conveniente que llames a la policía, ya sabes. Los negocios turbios de papá nos meterían en problemas. Ah y Poem, ahora estás a cargo de la Compañía.
-¡¿Quééé?! No puedes hablar enserio ¿por qué yo? Tú eres el hijo de Richard Silver.
-No tendré cabeza para dirigir a un montón de sujetos armados. Además tú sabes los movimientos dentro de la compañía. Estás mas familiarizado con eso que yo.
Al parecer Charlie no se entera de nada. Hace meses que dejé de involucrarme en las cosas de Richard. Solo hacía mis prácticas para obtener una beca. Trato de mantener la calma con la noticia. No puedo quejarme, le dije que haría lo que fuera y Charlie se lo está tomando al pie de la letra. Bien.
-Entiendo. Pero no creo que a los muchachos les guste que yo meta mis narices en la Compañía y no el legítimo hijo de Richard.
-Pues tendrán que acostumbrarse y aceptarlo. Además tú fuiste el que provocó su muerte, es lo mínimo que puedes hacer.
El resentimiento, tristeza, dolor y enojo están impregnadas en sus últimas palabras. Quiero decirle algo pero Charlie ha colgado. Dejándome con la culpa en la boca del estómago y girando en mi mente.
-¿Qué te dijo Poem?
Priscila se acerca y pongo el teléfono en sus manos. Me siento en el sillón y paso mis dedos por mi frente y cabello.
-Me ascendió a encargado de la compañía. También tenemos que ir a enterrar el cuerpo de Richard al rancho.
Ella mira a la ventana y gruesas lágrimas brotan por su rostro. Está tan impotente como yo.
-¿Preguntó por mi?
«Oh, Priscila.»
-No mencionó nada. Pero escuchó todo lo que le dije. Lo siento, no podía ocultar nada de eso, no después de lo que está pasando.
-Él me odia en estos instantes Poem, lo sé -palmea su pecho y muerde sus labios-. No me va a perdonar nunca está traición horripilante.
-Hey...
Me levanto y le doy un gran abrazo. Un abrazo que nos hace falta a los dos en estos momentos.
-No es tu culpa Priscila. Ustedes dos necesitan hablar en cuanto llegue. Todo va ir bien.
-Es mi culpa por estar involucrada en la muerte de su padre. No me va a perdonar.
No sé qué decirle a mi hermana. Pues todo lo que menciona en cierta forma es verdad. Me siento tan impotente, tan miserable de que su vida se esté convirtiendo en un caos y que con mis estupideces le doy el complemento extra.
-Saldremos de está, Priscila. Te lo prometo.
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