Capítulo 6
Tuve que escapar antes que Kevin pudiera reaccionar respecto a lo dicho aunque pude ver en su rostro cómo lentamente comenzaba a conectar las piezas perdidas que conocía. Él sabía lo suficiente como para poder deducir quién era Jack y estar al tanto de todo, y él también había visto a Lionel. Odiaba aquello, que Jack se pareciera físicamente a su padre. El mismo gris de ojos, la misma sonrisa al saber que tenía el juego ganado, a veces incluso podían parecerse mucho cuando Jack actuaba de aquel modo frío que últimamente había adoptado. Y eso me provocaba escalofríos, por más que sabía que él no era Lionel.
—No tendrías que haber dicho aquello —dije mientras caminábamos por los largos pasillos.
—¿Decir qué? —preguntó Jack y suspiré.
—Sabes qué, la situación ya estaba bastante mal para mí sin que Kevin supiera quién eras.
—No es mi culpa si le has dicho de mí, Bright, porque no veo otro modo en que sepa quién soy.
—Necesitaba que confiara en mí cuando lo conocí, tenía que soltar algo de información para pretender que confiaba plenamente en él y andaba sin cuidado en ser como cualquier otro agente. Y tú eres mi gran mancha en mi expediente, lo primero en lo que la gente piensa cuando sabe de mí es que ayudé a un doble-agente pero aquello es predecible ya que después de todo soy una chica Bright. Condenada a un título.
—Tu problema, no es mi asunto.
—Lo hiciste apropósito —dije y continué cuando él no me respondió—. Te conozco, Jack, sabías que provocarías esto. No existe nada más valioso que la información. ¿Recuerdas? Tú me enseñaste aquello.
—No es mi culpa si todo el mundo parece estar al tanto de lo que sucedió en París —respondió él y me detuve.
—Encontramos el archivo Pandora, posiblemente nunca antes tantas organizaciones secretas corrieron tanto peligro. Cientos de agentes podrían haber muerto de no ser por nosotros, cientos de misiones arruinadas y cientos de consecuencias por ello —dije mirándolo—. Lo que tú y yo hicimos es inimaginable, todos los criminales al tanto estaban detrás de lo mismo y queriendo eliminarnos. No fui consciente en ese entonces del valor de lo que hice, y sé que tampoco lo soy ahora. Por supuesto que todos saben de París, y por supuesto que todos saben las consecuencias y lo que siguió luego. Y tú sabes que es así.
—No con exactitud, pero supongo que a ti te debe ser muy fácil pasarlo por alto —dijo Jack y enterró su mano en su cabello—. No es como si tuvieras que cargar con esto como un eterno recordatorio.
—¿Realmente olvidaste todo? —pregunté y bajé la vista mientras retomábamos el paso—. Lo siento.
—El daño ya está hecho.
—Pero yo no te traicioné, no te vendí a Lionel. No importa lo que diga, tú nunca me creerás porque no lo recuerdas, porque desconfías de mí del mismo modo que lo hiciste cuando nos conocimos y que siempre lo has hecho de todos. Pero, Jack, si hay una sola cosa que puedes recordar en algún momento, entonces quiero que sea la última vez que nos vimos. Fue en Quebec, a principio de año.
—¿Mi padre realmente planea matarte? —preguntó él luego de unos segundos en silencio.
—¿Por qué crees sino que intentó eliminarte? Ethan no sabe todo, está seguro en la ignorancia y Lionel sabe que yo actuaría de ese modo para protegerlo. Tú eras lo único que se interponía entre él y yo.
—Pero estás bien ahora.
—Seis meses, ese es el tiempo que me dio. Y está llegando a su fin. Solo me quedan unas pocas semanas. Está bien, sobreviviré para ver los Juegos Olímpicos. Luego... Bueno, supongo que conoceré a mi padre.
—No deberías estar resignada a ello —dijo Jack y lo miré.
—Si estoy viva ahora es porque Lionel así lo permitió. Vivo porque él me lo permite. No importa lo que haga, no tengo oportunidad contra él, y no arrastraré a nadie en esto. Tú formabas parte y así terminaste —respondí con seguridad—. No le tengo miedo a la muerte, hace tiempo que dejó de asustarme. Le tengo miedo a lo que le sucederá a quienes me importan cuando no esté aquí. Tengo miedo a cómo reaccionará mi hermano, a quién cuidará de Andy, a cómo se lo tomara mi madre. Mi familia ya ha sufrido demasiado como para agregarle otra muerte, y es mejor que no sepan que será por la misma mano que asesinó a mi padre. Pero si he de morir entonces no lo haré sin más, daré pelea hasta mi último aliento, y haré todo lo posible antes de ello. Porque esa soy yo, la heroína anónima de una tragedia. Julieta, Antígona, Ofelia, todas murieron por lo que creían correcto. Es hora de jugar mi propio rol en el escenario de la vida.
Genial, ahora estaba monologando como ellas. Pero era consciente de la convicción en mis palabras, de lo segura que estaba por lo que haría. Mi padre había muerto por proteger a quienes amaba de Lionel, yo no defraudaría su causa haciendo lo contrario o temiendo el fin. Y prefería morir antes que afrontar otra pérdida, una real, y una de la que definitivamente no habría vuelta atrás. No podría sobrevivir con la culpa y el hecho de saber que sangre había sido derramada por mí. Y lo más doloroso de todo aquello era que acababa de confesarle algo que jamás le había dicho a nadie, ni siquiera a Andy, a él, y Jack no era el mismo que yo había conocido. Pero tonta e ingenua había caído en la costumbre pasada, creyendo que obtendría algo a cambio además de silencio y una imagen imperturbable.
Él se giró y me acorraló contra un muro tomándome completamente por sorpresa. Sostuvo mis manos en alto, evitando que pudiera reaccionar y atacarlo como estaba entrenada, y un solo vistazo al moretón que le había dejado la otra vez bastó para que ni siquiera considerara hacerlo. Fue un movimiento tan rápido, tan limpio, tan calculado y a la vez tan intenso. Era bueno saber que el agente que había sido seguía vivo en alguna parte, y su repentina cercanía me golpeó junto con todo lo que aquello representaba. Me olvidé de mis líneas, cómo él siempre lograba que lo hiciera. Mi corazón no se estaba tomando nada bien la situación, o tal vez sí, realmente no sabía la respuesta. Solo sabía que era él. Sus ojos, su calidez, su intensidad. Estaba vivo, luego que lo hubiera creído muerto, luego que hubiera sufrido su pérdida.
—Escúchame muy bien. Mi padre ya cobró muchas vidas, mató al tuyo, y no permitiré que siga contigo. Él te pondrá una mano encima sobre mí —dijo Jack y cerró sus ojos fuertemente, dejando caer su cabeza—. Lo intento, Bright, realmente que lo intento. No tienes idea de lo que esto es para mí. No puedo dormir durante las noches de solo pensar en todo lo que no debo recordar. Deseo recuperar lo que perdí más que nada, y temo que tal vez no lo logre. Y se siente horrible, jamás sufrí tanto como lo estoy haciendo con esto. No sé qué es real, no sé qué creer y qué no, no sé quién se está aprovechando de mi situación. Pretendí ser tantas personas, tuve tantas identidades falsas, que no sé quién soy. ¿Alguna vez te has mirado al espejo y no te has reconocido para nada? Pero si hubo algo seguro desde que me desperté fue tu nombre. Y no quiero que nada te suceda mientras no recuerde todo, porque solo Dios sabe los demonios que me atormentarán si recuerdo demasiado tarde tras haberte perdido.
Él calló, pero no se movió de donde estaba. Tampoco abrió los ojos o se atrevió a mirarme. Y mi corazón se saltó un latido al saber lo perdido que se sentía o lo mucho que estaba sufriendo. Realmente no podía imaginar lo que estaba siendo la situación para Jack. Si yo la estaba pasando mal por tener que lidiar con su pérdida de memoria, no quería imaginar lo que sería para él. Jack era quien me había enseñado que la mente era el mejor arma que teníamos, y que la información era lo más valioso que existía en el mundo. ¿Pero qué sucedía cuando tu arma estaba defectuosa y la información estaba perdida? ¿Podría yo salir a escena sin conocer mis líneas, sin saber a quién debía interpretar? Sería una improvisación forzada, peligrosa ya que los demás no estarían improvisando.
—No estás solo, y si alguien puede con esto, eres tú —susurré y él se tensó—. Confío en que puedes hacerlo. Siempre estás cuando te necesito, Jack, siempre vuelves a mí de algún modo, eres aquello que sin importar cuánto intente evitar el destino parece empecinado en reencontrarnos.
—¿Puedes prometerme algo? —preguntó él y asentí sin pensarlo—. Si realmente eres sincera, si realmente eres lo único seguro en esta vida y en quien puedo confiar, deja que lo averigüe por mi cuenta. Creo en que si las cosas están destinadas a ser, no importa la interferencia sucederán de todos modos. Recordaré o reviviré todo, pero es algo que tengo que hacer solo.
Se alejó antes que pudiera responderle y partió. Lo seguí de cerca, sin atreverme a hablarle, no si él no me miraba. Era tan frágil lo poco que había recuperado de él, aunque fueran apenas unos pequeños segundos robados de algún modo mágicamente, que no me atrevía a correr el riesgo de perderlo de nuevo. La costumbre estaba allí, impregnada en Jack del mismo modo que en mí, aquella de compartir nuestros secretos que apenas lográbamos aceptar y cargar y que nadie más conocía. Y no importaba que él no recordara, su subconsciente de algún modo lo hacía. Una vez había leído en uno de esos pesados libros sobre la mente y el comportamiento humano que uno no olvidaba realmente las cosas, simplemente no recordaba en qué parte del cerebro había guardado aquella información. Sus recuerdos no estaban perdidos, solo tenía que encontrarlos de nuevo dentro de su cabeza.
¿Cómo se suponía que lidiara con esto? ¿Debía simplemente callar y verlo luchar contra la nada por recordar? No quería dejarlo solo, él jamás lo había hecho conmigo y yo no podía hacerlo. Pero si me lo había pedido, si de algún modo había juntando el valor para confesarme aquello a pesar de creer que yo lo había traicionado, entonces tendría que esforzarme por cumplir. Comprendía perfectamente por qué lo hacía, Jack temía que los demás se aprovecharan del hecho que no recordara nada, que lo confundieran con recuerdos falsos y cosas que jamás habían sucedido realmente. Con su mente intacta él nunca había confiado en nadie, ahora lo haría mucho menos. Y sería una tortura para mí, porque era una agonía tenerlo tan cerca y a la vez saber que no lo tenía, pero tendría que soportarlo y tener esperanza. Recordando o reviviendo, él creía que recuperaría el pasado.
Un hombre le cortó el paso en una muy clara demostración que Jack no estaba invitado dentro cuando llegamos al lugar correcto. Él le sostuvo la mirada pero no dijo nada al respecto, era consciente de lo precaria que era su libertad condicional y lo inestable que era su situación. Una orden, una simple palabra y él probablemente terminaría encerrado y acusado de alta traición a la corona entre otras cosas por su falsa acusación de doble-agente. Y lo único que Jack había querido todo este tiempo había sido recuperar su antiguo puesto. Había crecido expuesto al peor de los males, conviviendo con hermanos que en su mayoría eran despiadados criminales ahora y que lo habían tratado del peor modo posible, había sido educado por Lionel. Honestamente, no comprendía cómo siquiera había salido bien de esa familia.
Jack se apoyó al otro lado del corredor y cruzó sus brazos sobre el pecho, resignándose a quedarse fuera. Estaba molesto, pero realmente no tenía otra opción. Le eché una última mirada, teniendo esperanza en que quizás podría recuperarlo de algún modo. No lo quería a él, tan solo quería que estuviera bien. Entré, solo para saber al instante que nada bueno saldría de esto. Reconocía una situación tensa cuando la veía, había terminado metida en todo esto a causa de una. De hecho, con los Juegos Olímpicos cada día más cerca, el MI6 había cruzado un nuevo límite en desconfianza extrema y tal vez paranoia. No los culpaba exactamente pero... Bueno, realmente creía que aquel pobre vendedor de banderas que habían arrestado hacía unos días por estar vendiendo frente a la puerta principal del cuartel no había sido una amenaza alguna. Ahora el hombre tendría un trauma de por vida.
—Por favor no me digan que estamos en una situación de peligro mortal a nivel mundial —dije deseándolo más que nada y conociendo mi mala suerte.
—¿Le has echado un vistazo a las notas que tú misma has transcripto? —preguntó la agente Midford.
Me caía bien Germaine, a veces llegaba a competir con la dureza de Scarlett pero eso era para mantener a raya a cualquiera que se atreviera a cuestionar su puesto por ser una mujer. Claro, eso no cambiaba la actitud habitual hacia cualquier chica Bright. Y una creería que al menos ella podría estar de mi lado en esta...
Germaine Midford, aquel era el nombre de la mujer que había quedado a cargo del asunto ya que John había sido barrido del asunto junto con cualquier Bright. Aunque, sorprendentemente, mi hermano estaba presente en la sala. Él y unos pocos agentes rudimentarios más monitoreando pantallas y trabajando con computadoras. Ethan lucía calmado, lo cual era bueno, pero no lucía nada contento por otra parte lo cual no parecía una buena señal. Siempre que mi hermano adoptaba aquella seriedad-agente significaba que el asunto era serio, y esa dureza en su expresión delataba que me implicaba. Midford tiró las carpetas con mis transcripciones sobre la mesa de metal en el centro. Sabía el tipo de sala que esta era, sabía que no se trataba de una reunión casual para tomar café y mencionarles que tenía unos exámenes finales que dar en unos días y para los cuales estudiar además de cuidar del hijo del favorito a Primer Ministro, una obra que ensayar, un agente de la CIA con el cual lidiar y, como si eso fuera poco, debía agregar a Jack.
—De hecho, apenas dormí algo anoche por quedarme transcribiendo aquello e intentando descifrarlo pero no creo que haya más de lo que hay allí —respondí.
—Ese es el problema, Em, no te haces una idea del gran operativo criminal armado y el dinero movido detrás, y todo por un collar que nadie sabe qué significa.—dijo Ethan seriamente sin desviar su mirada de la pantalla que estaba vigilando, de pie detrás de los funcionarios.
—Pero lo tenemos en nuestras manos.
—¿Y qué nos asegura que aquello nos da ventaja? —preguntó Midford— .Necesitamos saber exactamente lo que es, y necesitamos saberlo cuanto antes. Pero ya hemos agotado nuestros recursos, ninguno de nuestros expertos pudo llegar a algo.
—Y no es seguro desarmarlo —agregó mi hermano—. Podría contener algo y perderse de ese modo. Incluso Jack salvó su agenda y llamó a sus contactos, bajo completa supervisión del MI6 por supuesto, pero ninguno supo decirle algo al respecto.
—¿Y de qué modo aquello podría concernirme? —pregunté.
—¿Crees que no soy consciente de tus actividades? Trabajas al borde de la ley, por eso eres efectiva para nosotros —dijo Midford seriamente apoyada sobre la mesa, sin mirarme—. Eres esa persona que puede ensuciarse las manos por nosotros sin que tengamos que preocuparnos por cuestiones legales o ser acusados de ir contra la ley.
—Y si algo sale mal, el MI6 nunca estuvo relacionado conmigo —dije amargamente pero ella me ignoró.
—Hemos recurrido a todas las personas que podrían saber algo del objeto, de este lado de la ley, de un lado no tan claro, y ninguna ha sabido respondernos. Hay una opción, una no muy conveniente. Como bien conoces, hay personas que se dedican a esto, a saber cosas. Hay un individuo, existe la posibilidad que podría ser de utilidad a diferencia de todos las que ya hemos contactado —continuó Midford.
—Y a juzgar por el tono, no lo han podido contactar —dije y ella suspiró cerrando los ojos.
—Sé que me arrepentiré por el resto de mi vida de esto, pero estoy dispuesta a hacer otro trato contigo. Y estas palabras no abandonarán esta habitación, pero el MI6 está dispuesto a negociar por tu colaboración de urgencia.
—¿Has visto mi agenda? Mi contrato expresamente me absuelve de misiones fuera de la ciudad, incluso de misiones, en época de finales. Tengo un examen que aprobar en días. Lo de Andy no es algo serio, de todos modos paso tiempo con él, pero no cargaré con nada más. Estoy ocupada, de hecho.
—Lo sé, y es por eso que te estoy pidiendo una excepción a ese punto.
—En todo el año nunca rechacé algo, nunca me negué cuando necesitaron mi ayuda, pero tengo un límite. No puedo hacerlo. No te daré una excepción sin importar lo que ofrezcas a cambio.
—¿Ni siquiera si aquello es la posible reinserción de tu cuestionable chico como agente? —preguntó Midford y me congelé—. Si ahora mismo está parcialmente libre, caminando bajo vigilancia por estos pasillos, es por su utilidad al colaborar compartiendo información pero tan pronto como deje de ser útil para mí, irá a juicio por traición a la corona. La colaboración puede aplacar la sentencia pero aun así le espera un buen tiempo encerrado. Pero si aceptas esto, y él realmente demuestra que nunca hubo una voluntad de traición de su parte, entonces tal vez su permiso pueda extenderse con un buen apoyo de mi parte. No recuperará todo el estado de agente o lo que conlleva, y estará bajo estricta vigilancia para asegurar que no vuelva a cometer lo mismo, pero no será encerrado. Trabajará para nosotros, del modo en que solía hacerlo.
Era un hecho bien sabido que las mujeres tendían a poseer una inteligencia emocional mejor que la de los hombres, aunque la sensibilidad era mucho más que esa palabra que había perdido valor con el tiempo y algunos consideraban signo de debilidad. La comisura derecha del labio de Midford se curvó ligeramente hacia arriba, ella sabía que había dado en el blanco. Se llevaría bien con mi abuela.
Por un momento el completo peso de su oferta me dejó aturdida y sin palabras. Allí estaba, lo imposible al alcance de mi mano, lo impensable de parte de los hombres de traje ofrecido por una mujer. Ceder nunca era un buen negocio, porque si cedías una vez entonces el otro comenzaba a creer que podrías hacerlo de nuevo, pero en aquel preciso momento no pude pensar en otra cosa. El MI6 realmente tenía que estar desesperado como para ofrecer algo semejante por mi colaboración. Y era todo lo que Jack siempre había querido, recuperar el trabajo que había perdido. Los demás estaban tan equivocados al creer que él realmente había sido un doble-agente... Tan solo había mentido respecto a su identidad para que no lo relacionaran con Lionel, ahora que conocía a su padre no me sorprendía que lo hubiera hecho.
—¿Y qué gano yo con eso? —pregunté tras pensar con cuidado mis palabras—. No me concierne, para nada.
—Crees en su inocencia. ¿Le arrebatarás la oportunidad de probarla? —dijo Midford girándose para verme y le sostuve la mirada seriamente—. Eres una chica buena en el fondo, Emma, ambas lo sabemos.
—Tú no estás intentando usar psicología conmigo —dije y sonreí sin poder evitarlo—. No quieres jugar a eso, no conmigo. Acepto la oferta, pero no por él, sino por el hecho que está claro el nivel de desesperación al que llegaron para estar dispuestos a ofrecer algo así. Y le debo lealtad a mi país, el bien sobre todo.
—Increíble —soltó Ethan sin mucho entusiasmo—. ¿Ahora les ofrecemos a los criminales absolverlos a cambio de colaboración?
Él no lo dijo en serio, lo noté al instante al examinarlo de cerca, pero ninguna otra persona podría haber sabido que el tono de mofa en su voz era fingido junto con su empatía hacia el asunto. Mi hermano tenía que pretender que pensaba como cualquier agente, y la oferta era un insulto, pero lo que él realmente estaba pensando era en una oportunidad. No dudaba en que debía haber oído mi conversación con Diana, y tampoco dudaba en que Ethan desearía que ella no fuera buscada en un importante número de países. La oferta era una esperanza para él, porque si el MI6 la hacía una vez, podría volverla a hacer. Pero Midford no notó nada de eso, ella no sabía descifrar personas del mismo modo que solo yo sabía hacer.
—Creí que estaría bien al tanto de la gravedad del asunto, agente Bright —dijo Midford. ¿Agente Bright? ¿Por qué tanta formalidad? ¿Qué tan alto era el puesto de mi hermano dentro del Servicio Secreto o respeto habría de por medio? Porque nunca antes había escuchado a un simple agente de campo ser tratado de ese modo.
—Y por eso mismo estoy diciendo que mi hermana no formará parte de esto —respondió él seriamente, tan tajante como solo podía ser el agente Ethan Bright.
—Espera un segundo. ¿Qué? —pregunté incrédula.
—No lo harás. Germaine, he visto el rumbo que tomará este asunto y no involucrarás a Emma en esto. El nivel de gravedad es alto, el peligro mayor del que ella jamás enfrentó. No permitiré que mi hermana se vea metida en el medio de este asunto.
—En todo caso creo que es mi decisión. ¿Y qué haces aquí si estás en contra?
—Temía que te involucraran, pero confiaba en que se respetaría tu contrato y a juzgar por tu situación actual te negarías. No consideré una alternativa.
No lo mencionó, no exactamente, pero la verdad estuvo en sus ojos cuando se giró para mirarme. Definitivamente mi hermano no estaba nada complacido por esto. Él sabía que yo no negaría aquella oferta, por más que lo hiciera parecer como una decisión completamente personal sin ningún tipo de lazo con Jack lo cual me dejaría incluso en una peor situación al delatar mi relación con él. Y conocía a Ethan lo suficiente como para saber que se estaba controlando, él siempre era fríamente controlado cuando debía, capaz de matar a alguien sin parpadear o infiltrarse en cualquier organización criminal. Tan solo una vez lo había visto perder su control, no era una vez que a mi hermano le gustara recordar.
—Sigue siendo mi decisión —insistí—. Te recuerdo que trabajo por mi cuenta para el Servicio Secreto, los superiores en realidad no pueden mandarme o tienen un poder real sobre mi. Eres mi hermano, pero no puedes decidir por mí en este momento.
—Tienes exámenes.
—Puedo cumplir antes de la fecha.
—Tu cumpleaños es en unos días.
—No sería la primera vez que estoy sola ese día.
—¿No tienes una obra que presentar en unas semanas?
—Nunca fue una dificultad para mí ensayar mientras estaba en misión.
—No me importa lo que digas, Emma, mi posición será siempre un no. Tú no tienes idea de lo que esto implica. ¿Relacionarte de pleno en algo que podría estar ligado a un evento internacional de este calibre? Eso es ir a primera línea de fuego.—dijo Ethan seriamente—. ¿Sabes cuánto tiempo necesita un agente en el campo antes de ser considerado para algo así?
—¿Cuál es el récord? —pregunté y él entornó los ojos al mirarme—. Puedo romperlo.
—Esto no es sobre tú jugando a sobrepasar límites.
—No, es sobre algo lo suficientemente grave como para que tú estés en modo sobreprotector y el MI6 esté dispuesto a ofrecerme lo que sea para que acepte. Y no lo rechazaré, Ethan, no ahora. Porque a pesar de lo que creas, soy consciente de la situación internacional en este momento. Somos una sede mundial, somos un blanco ideal, y ahora mismo todo el mundo es vulnerable en Londres. Si esto realmente es una amenaza, entonces colaboraré para neutralizarla.
—No dijiste lo mismo hace cinco minutos —dijo él y le eché una mirada de advertencia, si sabía lo que le convenía no se atrevería a utilizar mis secretos en mi contra para sacarme de esto.
—Hace cinco minutos no era totalmente consciente de la gravedad de la situación, todo gracias al orgullo del MI6 por no admitir aquello. Además, ni siquiera sabes lo que van a pedirme.
—¿No? ¿Por qué tú? Soy bueno con las probabilidades, Emma —dijo Ethan y se golpeó apenas la sien—. Soy excelente.
—No mejor que yo en descifrar situaciones y personas —respondí y puse los ojos en blanco antes de fijarme en Midford—. ¿Qué se supone que debo hacer esta vez?
—Hemos agotado nuestros contactos, de todo tipo, pero hay una persona que tal vez pueda saber lo que significa el collar. Es difícil de encontrar, otros la han mencionado pero es imposible de contactar. No se sabe nada al respecto.
—¿Pretenden que encuentre a una persona de la cual no saben nada? —pregunté y eché mi cabello hacia atrás—. Esto podría tomar algunos buenos días.
—Hemos reducido la zona de búsqueda a una región específica de Argentina. De allí en adelante, estás por tu cuenta.
—¿Argentina? No tenemos muy buena relación política allí.
—Reclaman las Falklands como suyas y se están colgando de todo este punto de atención sobre nosotros para insistir en su causa —comentó Ethan—. Pero eso no importa. No irás allí. Jugar en Argentina no es nada fácil, el campo allí es muy duro.
—Iré —dije echándole una seria mirada a mi hermano y volví a fijarme en Midford—. ¿Solo buscar a alguien en ese territorio? Puedo hacerlo.
—No tienes idea de lo que es trabajar en un país así —dijo Ethan.
—Y yo creo que tú me estás subestimando. Unas pocas horas, solo dame el tiempo suficiente para estudiar el asunto y pensar, y te aseguro que estaré preparada para todo.
—¿Em, alguna vez te has fijado en el tipo de zona a las que te han mandado al campo? —preguntó él.
—¿Ethan, alguna vez has pensado en el tipo de gente con la que he tratado? —pregunté en cambio—. No te haces una idea.
—No estás calificada para ir al campo en una zona de ese nivel.
—No irá sola —dijo Midford y ambos callamos para mirarla—. Esa es la otra cuestión.
—¿Cómo que otra cuestión? —preguntó Ethan sospechando sobre la renuencia de Midford a hablar—. ¿Acaso no es suficiente con pretender mandarla a un campo de segundo nivel?
—He tomado decisiones por mi cuenta toda mi vida, no estuviste antes y entiendo que eso fue por tu trabajo pero ahora mismo no importa si estás o no, es mi elección, hermano —dije y entonces miré seriamente a Midford—. ¿Y cuál es la otra cuestión?
—No estarás sola. El objetivo ya de por si parece imposible de localizar, esa es tu parte, pero solo los que se mueven dentro del mismo círculo pueden hacer buen contacto o conseguir respuestas.
—Segundos y puedo descifrarlo para saber cómo actuar —dije y una sonrisa tiró de mis labios—. Y créeme, esas dos cosas son lo que mejor hago.
—Eso no importa. No tienes un alias. Estamos tratando con un traficante de información —continuó Midford y Ethan suspiró.
—No los conoces, Em —dijo él y pasó una mano por su cabello—. Posiblemente sepa quién eres para el momento en que golpees su puerta. De algún modo esos sujetos logran saberlo todo.
—Una administración de favores —dije y ambos me miraron enseguida, apenas pude contenerme de hacer una mueca—. En realidad es así como funciona. Son conscientes de las personas con las que tratan, cuando sueltan algo piden un pago a cambio. Sé cómo es, puedo arreglarme por mi cuenta.
—¿Y qué te hace pensar que querrá hablar con alguien que trabaja para el MI6 si tanto se esfuerza por estar fuera del radar y ocultarse? Ni siquiera eso, eres una Bright y tu reputación te persigue. Y esta persona solo se mueve en el círculo de su tipo —dijo Midford—. Llevarás al doble-agente contigo.
—¿Qué? —exclamó al mismo tiempo que Ethan, y probablemente igual de sorprendida.
—Él inició esto por su cuenta, sea por el motivo que sea, e intentará terminarlo si tiene la oportunidad. Si hay alguien que puede asegurarse que no oculte nada, eres tú. No solo por tu habilidad para descifrar personas sino que además por el hecho que ya pareces conocerlo bastante bien —dijo Midford echándome una reprobadora mirada—. Recuerda algo sobre haber trabajado fuera del radar luego de ser descubierto. De hecho, está bastante seguro de poder encontrar a esa persona, y conoce bien ese campo.
—No puedes estar hablando en serio —dijo Ethan—. Ni pensarlo. No mandarán a mi hermana sola con un sujeto sospechoso de traición a la corona.
—Y por supuesto aquello es desde un punto de vista totalmente objetivo y no tiene nada que ver con el hecho que soy tu pequeña hermana —comenté y puse los ojos en blanco—. Ethan, sé ser responsable. Y sé mis abstinencias en misión.
—Hay una orden desde arriba que especifica que debes hacer todo lo necesario para asegurarte que no se escape —continuó Midford—. Porque lo intentará.
—No lo hará. Escapó la otra vez de aquí, podría hacerlo ahora de nuevo y no lo ha hecho.
—Un año atrás sus contactos no lo consideraban muerto, y un año atrás tú fuiste lo suficientemente ingenua e inocente como para permitirle tener la oportunidad de escapar. Pero quiero creer que eso ha cambiado y que estos meses han definido tu lealtad. Después de todo, lo interrogaste como si se hubiera tratado de cualquier otro.
—Solo cumpliendo con mi trabajo —dije sosteniéndole la mirada y comprendiendo que estaba sobre línea delgada si esto continuaba—. Respeto mis deudas. Él salvó mi vida, y mi contrato dice explícitamente que me desligo de cualquier asunto relacionado con personas a quienes les debo eso.
—No irás a Argentina y mucho menos sola con alguien que carga con la acusación de doble-agente —insistió Ethan.
—Personalmente, no creo que la seguridad de su hermana esté en peligro, agente Bright, sin importar el nivel del campo. No estará sola después de todo, y el chico cuidó bien de ella la última vez. Además, él conoce bastante bien el campo en Argentina, y ha estado en campos de peor nivel. La guerra de Afganistán, los conflictos en Israel, las protestas de Egipto... —dijo Midford y me miró—. Ya recibió dos balas por ti al parecer, tan solo mantenlo vigilado y has lo necesario para que colabore. Juega un poco, usa tu encanto, acuéstate con él si es necesario. Eres una Bright, no te debería ser difícil controlar a un hombre.
—No. No es correcto. Yo no hago ese tipo de cosas, mucho menos con personas que no se lo merecen. Hay cosas con las que no se juegan.
*********************************************************************
Por favor no te olvides de dejar tu voto, y puedes encontrar más historias de todo tipo en mi perfil.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top