Capítulo 22

Era extraño escuchar en palabras lo que siempre había sabido y nunca me había atrevido a pronunciar. No era toda la verdad, sabía que había mucho más, cosas que todavía no sabía, cosas que Jack quizás había sabido y no recordaba. Pero si queríamos tener alguna posibilidad de ganar entonces no podíamos seguir callando, aun a pesar de todas las consecuencias que implicara hablar. Y fui perfectamente consciente que en ese instante todos debían de estar mirándome, la perfecta hija que repetiría los pasos del padre.

Por tan solo un segundo nada sucedió, entonces Ethan me tomó por el brazo y prácticamente me estampó contra el muro más cercano. Quizás debí haber pensado mejor en las implicaciones de tener a mi hermano presente. Sí, definitivamente no había sido una buena idea que él escuchara. Ethan era capaz de lidiar con cualquier cosa mucho mejor que yo, era mejor que yo en cualquier aspecto de esta vida, lo había visto soportar semanas de tortura y al día siguiente de estar libre actuar como si nada hubiera sucedido; pero si algo podía afectarlo completamente era su temor a que la historia de papá se repitiera conmigo. Y aquí estaba, confirmando lo que meses atrás le había dicho que no debía temer, revelando la mayor mentira que le había dicho en toda mi vida al asegurarle que estaría bien.

—Cuidado, tengo algunos muchos rasguños de mi viaje a Argentina —dije intentando restarle importancia al asunto.

—¿Cuánto tiempo? —preguntó él.

—¿Cuánto tiempo qué? ¿Llevo herida? El brazo desde el primer día, los golpes depende cual, el pie...

—¿Cuánto tiempo llevas callando esto? ¿En qué demonios estabas pensando?

—En mantenerte vivo por empezar —dije y lo empujé lejos—. ¿Crees que yo quería terminar en una situación así?

—¿Y no se te ocurrió en ningún segundo mencionarme que su padre mató al nuestro? ¿Cómo demonios puedes confiar en él?

—Porque creo en lo que veo, y a diferencia de muchos en este lugar no juzgo por la sangre —respondí—. Y agradece ahora mismo que siga con vida, porque si quieres la verdad, hermano, Lionel casi me mata en Quebec. Ese corte que hice pasar por una puñalada menor fue mucho peor de lo que dice el informe médico, y si Jack no hubiera aparecido para deshacerse de Lionel y detener mi hemorragia entonces no estaríamos teniendo esta conversación.

—¿Y todo este tiempo lo has sabido y no me has dicho nada?

—Le prometí a John que te cuidaría de la verdad, aun cuando ni él sabe todo lo que yo. Así que esta soy yo, Ethan, diciendo todo, esperando no cometer el mismo error que papá y triunfar donde él fracasó.

Vagamente escuché las indicaciones de un agente mientras le sostenía la mirada a mi hermano. Terminé por ceder, lo quisiera o no ahora estaba involucrada de pleno en esta investigación y no como una persona a cargo. Los agentes me obligaron a regresar al cuarto de interrogación y sentarme en el lugar libre bajo su estricta mirada. Respiré profundamente, sabía que mi contrato me protegía de cualquier problema además que no había tenido opción al callar, pero de todos modos no deseaba que mi familia escuchara sobre esto.

—Deberían apagar las cámaras y los micrófonos, de hecho cualquier tecnología que tengan funcionando, él es capaz de hackear su computadora —dijo Jack antes que el agente partiera para dejarnos solos—. Es por seguridad. Y en lo posible agradecería si mi padre sigue creyendo que me mató.

—Será un largo día —dije descansando mi cabeza sobre mis brazos una vez que estuvimos solos.

—¿Tu hermano?

—Posiblemente en medio de una crisis nerviosa. Quiere matarte, quiere matarme, es posible que toda mi familia reaccione del mismo modo. ¿No es ese su peor miedo? No han dejado de repetirme cuánto me parezco a él, tanto físicamente como por cómo soy, y supongo que todos en el fondo temen que termine del mismo modo.

—Te prometí que eso no sucedería —dijo Jack mirándome—. No me preguntes cómo, pero de algún modo lograré estar allí para evitarlo. Mi padre no seguirá derramando sangre de tu familia, mucho menos la tuya.

—No te necesito para salvarme, te necesito para ayudarme a vencerlo. Lo conoces mejor que cualquier otro, y eres el mejor agente que conozco al momento de lidiar directamente con criminales. Si alguien puede prever sus pasos eres tú.

—Creo que tenemos un problema más inmediato ahora de todos modos. ¿Crees que funcionará?

—¿Qué otra opción teníamos?

—Tendremos que confesar todo, y tu cabeza está más ordenada que la mía últimamente.

—He callado el suficiente tiempo. Pero ahora mismo estoy desesperada, y no tengo muchos días. ¿Qué pueden hacerme ellos que sea peor que esto? Y sé que están escuchando cada palabra ahora mismo mientras a la vez discuten cómo lidiar con esta situación, y que ellos no confían ni en ti por tu pasado ni en mí por ser una Bright, pero ahora mismo no tenemos otra alternativa. ¿Qué puede ser lo peor? Tú estás encadenado y a punto de ser enjuiciado, yo estoy confirmando lo que siempre supieron de mí, y todo porque confié en ti aun cuando me pediste que no lo hiciera y te dije el contenido de Pandora. Pero si te hubieran apresado entonces, Jack, yo ahora mismo no estaría viva, y Lionel seguiría haciendo de las suyas y solo Dios sabe lo que hubiera sucedido si no hubiéramos evitado que Valentino terminar en sus manos, y eso solo fue lo primero.

—Él te ve como una amenaza —dijo Jack y sonreí ligeramente.

—Lo sé. Sino no estaría tan obsesionado con acabar con una chica de diecisiete años que ni siquiera es considerada totalmente una agente.

—Eres más que una agente, y es por eso que le resultas una amenaza. Porque de ti no sabe qué esperarse, y ya has demostrado en muchas ocasiones ser mejor que otros. Aquí estás. ¿No? Contra cualquier lógica, aún viva, una estudiante que hace solo un año fue sacada de su simple vida de adolescente.

—Nunca has experimentado la normalidad si crees que ser un adolescente promedio es simple. De todos modos, eso no me salvó de seguir los mismos pasos que mi padre, quizás incluso hasta la tumba.

—No. No tropezarás con esa misma piedra final —dijo Jack y también apoyó su cabeza sobre sus brazos para que sus ojos estuvieran a la misma altura que los míos—. Tan delirante como Matthew sonaba algunas veces, él me dijo que estamos aquí para no cometer los mismos errores que nuestros predecesores, para triunfar donde ellos fracasaron, para hacer el bien donde hicieron el mal. Es nuestra decisión si queremos repetir sus mismos pasos y encontrar el mismo final, o hacer algo para cambiarlo. Tu padre calló, tú acabas de decidir hacer lo contrario. Podemos vencerlo, estaremos bien.

—Tan solo espero no estar cometiendo un error. Papá calló, pero al menos logró proteger a su familia como deseaba. ¿Y si me estoy equivocando con esto?

—No tienes modo de saberlo, es lo que sucede cuando apuestas de este modo —dijo Jack y suspiró—. Solía temer ser como él. ¿Qué me impide ahora mismo repetir sus pasos? Mi propia decisión de no hacerlo. Y estoy seguro de mi decisión, y sé que no repetiré sus pasos, y ahora mismo he escogido confesar aun sabiendo que podría pasar mis próximos años encerrado por esto en vez de huir como bien podría. No seré un criminal. Y tú no serás una víctima más de mi padre.

Le sonreí ligeramente, porque no había otra cosa más que pudiera hacer, no encontraba palabras para decir. No me importaba si cada una de nuestras frases estaban siendo escuchadas, si los hombres de traje eran lo suficientemente desconfiados como para creer que esta no era más que una actuación. Un agente volvió a los pocos minutos para tomarme declaración y confirmarle lo que Jack había dicho. Tuve que someterme a un interrogatorio, como si ellos ya no me hubieran interrogado lo suficiente antes respecto a este mismo asunto, primero por separado para ver si las respuestas de ambos coincidían y luego juntos.

Al igual que siempre, ellos no intentaron inyectarme ningún escalofriante químico que hacía de suero de la verdad, aunque esta vez no me pude salvar del detector de mentiras. Ethan me mataría por eso. ¿Cuánto él se había esforzado por protegerme de terminar de este modo? Pero yo no era Alicia, no era una criminal, y no planeaba decir más que la verdad. Mi sábado fue por consiguiente extremadamente largo y aburrido, frustrante en más de un modo tanto por las preguntas que me hacían como por el hecho que no podía terminar de responder una sin ser atacada por la siguiente. No tenía la paciencia de un agente normal para esto. Y créeme, contarle mi drama amoroso de un año al MI6 no fue ni de cerca divertido.

Así que tuve que confesar todo, desde lo que realmente sucedió en París entre nosotros y que definitivamente no aparecía en sus récords, hasta cómo le había confesado el contenido de Pandora y lo había dejado escapar tras saber la verdad. Lo había dejado ir, lo había encubierto, le había mentido a mi propio hermano al respecto. Tuve que confesar cada sencilla vez que había sabido de Jack mientras era buscado por el MI6, los hombres de traje habían estado un verano entero sin poder encontrarlo mientras yo recibía postales de los lugares que visitaba. Cada vez que él me había ayudado cuando yo tenía una misión.

Ethan no habló conmigo cuando me dejaron libre en la noche, solo para que pudiera dormir en mi propia cama y regresar al día siguiente. El domingo se desarrolló exactamente igual, nada más que tediosas horas de minuciosa interrogación. Creí ver a otros miembros de la familia Bright algunas veces, personas que tan solo ubicaba por nombre o haber visto una sola vez en la reunión familiar de Navidad. No me sorprendió, supuse que todos querrían saber la verdad detrás del asesinato de Orlando Bright. Todo lo que yo había descubierto y nadie más había podido. Tan solo esperaba que Ethan estuviera lidiando bien con todo esto a pesar de su silencio.

Evité involucrar a terceros. No quería que mi hermano tuviera problemas por haberme cubierto todo este tiempo al saber que guardaba en parte contacto con Jack. Mi abuela había hablado con él en una ocasión. Incluso el tío John había sabido lo que había estado involucrado y él me había contactado con un viejo conocido de papá, una rata callejera que me había mencionado por primera vez al conde de Saint Germain. No dije nada tampoco sobre ese asunto ya que ni siquiera yo sabía qué era con exactitud. Y seguramente estaba rompiendo algún mandamiento de ser una chica Bright al confesar mi delito.

—Debería estar estudiando —protesté el tercer día durante los pocos minutos que estábamos solos—. Tengo un examen final el viernes y falté demasiadas clases, no he tenido tiempo de leer todos los apuntes de mi doble.

—Seguramente te irá bien. ¿Qué te pueden tomar que no sepas siendo parte del MI6? —dijo Jack.

—Podría pedir algunos favores y conseguir que alguien me de una copia del examen antes del día —dije y él sacudió su cabeza.

—Sabes que no lo conseguirás, Bright. Y tu consciencia no te dejaría hacer trampa.

—Algo merezco luego de todo por lo que ando pasando. ¿Tal vez un helado? ¿Cuánto tiempo más piensan seguir con esto? Les hemos dicho todo. Les he dicho más de lo que estaría dispuesta a contarle a cualquiera si fuera mi voluntad. Me han preguntado cosas demasiado personales que ni siquiera entiendo qué tienen que ver con todo esto. Todo el MI6 ahora conoce mi vida privada detalladamente.

—Te olvidas que también me hicieron las mismas preguntas, y tu hermano posiblemente escuchó mis respuestas.

—¿Respondiste que tan solo te estabas aprovechando de mí y manipulándome para quedar libre?

—Respondí que te invitaría a salir tan pronto como me dejaran libre —dijo Jack y lo miré sorprendida—. No te mentí al decirte que eres lo primero y lo último en lo que pienso cada día, y por algún milagro tengo una segunda oportunidad y esa bala no me mató así que no pienso desperdiciar un solo segundo de mi vida sin hacer lo que deseo. Y lo lamento si no puedo recordar con exactitud todo lo que pasamos juntos, pero quiero pasar cada día posible contigo para que me ayudes a recordarlo. Me importas, más de lo que nunca antes me importó una persona. Y si estoy aquí intentando hacer lo correcto es en parte gracias a ti. Te prometo que si logro librarme de esta acusación, lo intentaremos como dos personas normales.

—No quiero normalidad, tan solo te quiero a ti —dije y él sonrió.

—Puedes tener un par de problemas con eso, los hombres de traje también me quieren. Al parecer soy muy solicitado.

—Entonces tendrán que lidiar conmigo.

—Me apiado de ellos.

Reí sin poder evitarlo, y callé tan pronto como una agente entró en el cuarto. Lo único que me faltaba era ser acusada de amenaza al MI6 por una simple broma entre adolescentes. A pesar de mi aparente control, por dentro era un pequeño lío de emociones. Le importaba, y eso le restaba valor al hecho de estar siendo retenida aquí para una interrogación o que los agentes escucharan cada sencilla palabra que intercambiábamos o que Ethan siguiera furioso conmigo por haberle ocultado todo este tiempo todo lo referido a Lionel y su amenaza de matarme. Estaba feliz a pesar de todo. El joven que amaba me había dicho que le importaba, y si esa no era una razón para estar feliz entonces no sabía qué lo era.

—Te buscan, Emma —dijo la mujer.

—¿Quién? —pregunté.

—Ella no quiso dar un nombre, pero dijo que era importante y que la estarías esperando.

Suspiré y me puse de pie sin tener idea de qué estaba sucediendo aunque, llegada a este altura, ya nada podía sorprenderme. Era extraño ver el cuarto de vigilancia con sus ordenadores completamente apagados, pero al menos ellos habían tomado en cuenta nuestra advertencia de no utilizar nada que pudiera ser hackeado. Tuve que recorrer todo el largo camino hasta la recepción el cual era interminable teniendo en cuenta que todos me miraban sabiendo quién era y en lo que estaba metida, y todo solo para encontrar a una mujer de vestido rojo esperando.

Me detuve sin poder creerlo. Ni siquiera sabía cómo ella había llegado hasta aquí o logrado contactar conmigo sin tener que dar su identidad. Parecía completamente ajena al hecho que los pocos presentes le prestaban su total atención, observando atentamente a la extraña en caso que resultara una amenaza. Me acerqué con sigilo como si temiera que mi propia presencia pudiera espantarla lo cual, sinceramente, no sería algo sorprendente. Cecilia Carter no se movió cuando me detuve a su lado, su serio semblante tampoco se alteró. Ella se giró para enfrentarme. Una mujer que había sufrido demasiado, que ya no deseaba sufrir más y que definitivamente no quería tener nada que ver con este mundo.

—¿Qué haces aquí? —pregunté.

—Saldar mi deuda —respondió ella—. No le dirás a nadie quién soy ni que vine, y tan pronto como me vaya fingirás que esto jamás sucedió. Y tienes que prometerme que nunca más me buscarás. Te olvidarás completamente de mi existencia. Para ti no seré nada más que un fantasma, Emma Bright, porque la mujer que crees que soy dejó de existir hace años.

—Ellos preguntarán tu identidad.

—No, no lo harán. ¿Cómo crees que sigo aquí sin haber dado un nombre? ¿Cómo crees que logré contactar contigo tan rápido? Orlando me enseñó qué decir y hacer en caso que deseara contactar con él a través del MI6, supuse que el código no habría cambiado demasiado desde entonces.

—¿Y por qué viniste? ¿Tu nuevo esposo volvió a amenazarte con el divorcio si no mostrabas algo de simpatía?

—Orlando nunca me perdonó. ¿Sabes? Y tú tienes aquella misma juiciosa mirada que él, como si supieras el infierno que pasé, como si pudieras imaginar todas las lágrimas que derramé —dijo Cecilia y fingió más interés en mirar hacia otra parte—. Pero lo cierto es que no saben nada. No pueden imaginar nada. Y no conocen mi dolor. Has cambiado, has crecido, ya no eres la niña que Orlando observaba desde la distancia deseando poder estar cerca de ella. Y lo siento tanto por tu padre, porque este mundo es cruel y ni siquiera los niños se salvan de quedar atrapados en sus problemas. Él no quería esto para ti, yo ciertamente no quería esto tampoco. Solíamos vernos en Hyde Park cada mañana que él estaba en Londres. Tu madre solía llevarte allí para que jugaras, y él era capaz de sentarse durante horas en un banco solo para verlas desde lejos. Cada día que estaba en Londres. Era un masoquista buscando excusas para acercarse a ti.

—Supongo que es cosa de familia, querer proteger a los nuestros a pesar del sacrificio que implique, del dolor.

—Él realmente buscaba cualquier excusa para estar cerca de ti, vivía solo para esas mañanas de verte jugar en Hyde Park. Pero temo que cada vez que era feliz por eso, Lionel aparecía para recordarle que sabía de ti y mantener a Orlando alejado. Solía hablar con él, cuanto más descubría el monstruo que realmente era Lionel más me desesperaba por esas horas con el único hombre que era mi esperanza y sabía que podía ayudarme a escapar. Supongo que todos los padres llevan a sus hijos a Hyde Park para jugar. Orlando fue la mejor persona que conocí en este mundo, la única verdadera luz de esperanza que tuve en mi vida, tan devoto a sus valores y a su familia —dijo Cecilia y suspiré.

—Lo sé, he escuchado eso muchas veces de él.

—Prometió que me ayudaría a escapar. Tan solo hubiera deseado haberlo conocido antes, que no hubiera sido tan tarde entonces. Él planeó un escape para dos, y te imaginarás su reacción al encontrarme sola meses después en Argentina. Soy culpable de todo lo que me acusó, de todo lo que tú me reclamas al igual que tu padre, y no me arrepiento de mis acciones, pero debes saber, Emma, que no tuve opción. Orlando jamás me perdonó, sé que tú no lo harás tampoco.

—No es a mí a quien debes pedirle perdón.

—No se lo pediré a nadie, y tampoco lo quiero. Crees saber todo de mí, pero no sabes nada. Fue por su bien a pesar de lo que puedas pensar, por eso tuve que abandonar a mi hijo —murmuró Cecilia y su voz tembló al mencionar la última palabra como si le resultase imposible—. Lionel jamás lo hubiera dejado ir. Lo perdí desde el día en que ese hombre puso su mirada en él, desde ese primer día que esa maldita mancha apareció en sus preciosos ojos. Y por cada día que su heterocromía se extendía y veía el interés de Lionel crecer, sabía que no había modo que pudiera salvarlo.

—Pues debiste haberlo intentado mejor, haber peleado por tu hijo entonces. Podrías haberlo llevado contigo —dije y Cecilia rio amargamente.

—¿Cómo? No tenía nada. Ni educación, ni dinero, ni podía asegurar su bienestar. Lionel nos hubiera cazado hasta el fin del mundo, él jamás lo hubiera dejado ir, y yo no podía ofrecerle nada a ese niño. Prefiero mil veces que enfrente al monstruo cada día de su vida, a que viva cada segundo con miedo de un monstruo que desconoce y podría encontrarlo. Era lo mejor. Yo no podría jamás haberlo cuidado como debía. No tenía nada. Y la mujer que fui entonces lloró días enteros por eso. He cometido el peor pecado de este mundo por lo que hice, y espero que nunca experimentes un dolor siquiera similar. Pero tú y Orlando al parecer son incapaces de ver aquello.

—Supongo que tenemos prioridades diferentes.

—No conoces mi posición, Emma Bright, no sabes lo que era esa vida, no comprenderás jamás que fue lo mejor.

—Podrías remediarlo.

—No quiero hacerlo. No quiero volverlo a ver o escuchar de él, no quiero nada de lo que quede de la vida de esa mujer ni ningún recordatorio.

—¿Entonces qué haces aquí?

—Pagando mi última deuda, la única que será eternamente insaudable. No puedo devolver años condenados, pero puedo dar años de una segunda oportunidad —dijo Cecilia sin mirarme y sacó un sobre sellado de su bolso, me lo entregó sin mirarme—. El medallón que me mostraste es una copia de aquel que perteneció al hijo menor de la familia Romanov, el único varón y verdadero heredero. Luego de la revolución de octubre hubo muchos saqueos, las pertenencias de esa familia fueron vendidas, muchos objetos se perdieron sin dejar registro alguno de su existencia. Por eso no podías encontrar a nadie que supiera decirte qué era. Aquí está toda la información que necesitas sobre el medallón de Alexei Romanov, lo único que pido a cambio es tu absoluto silencio.

—¿Lo estás ayudando y ni siquiera quieres que lo sepa?

—No quiero saber nada de él, y no quiero que él sepa nada de mí. Su madre está muerta. Si lo que tú dices es verdad entonces con esto puedes conseguirle una vida mejor. Hazlo. Pero él jamás puede saber de esto, y tú no le dirás nada al respecto. Tienes lo que querías, ahora olvídate que yo existo.

—¿Por qué Adam y no también Jack? —pregunté mientras Cecilia se alejaba y ella se detuvo para mirarme sobre su hombro.

—Porque el aborto no es legal en Argentina, y luego conocí a Ignacio y simplemente no pude hacerlo —respondió Cecilia.

Ella me dio completamente la espalda, pero no se movió. Noté la absoluta tensión en su pose mientras sus frías palabras aún tenían su efecto. A pesar de todo, seguía siendo injustificable para mí lo que había hecho. Sin importar cuánto intentara darle sentido, no podía. Y a la vez sentía el peso de sus acciones en el sobre en mis manos.

—Llévalo con mi padre. Él vive en Cardiff todavía, creo. Su nombre es Henry Carter. ¿Puedes encontrarlo? —dijo Cecilia.

—Sí —respondí.

—Él siempre quiso un nieto. Lo recibirá con los brazos abiertos. No le digas nada de mí, pero dale a ese viejo hombre lo que quiere. Serán felices como familia. Y Emma, una cosa más.

—¿Qué? —pregunté.

—Cuida de Jack.

Ella no dijo nada más. Ni siquiera una palabra. Simplemente partió, y yo me quedé allí de pie comprendiendo que era un adiós definitivo que él nunca sabría. Tal vez ella no era nada más que una apariencia, tal vez a pesar de cuanto mostrase lo contrario a una diminuta parte de ella le seguía importando. Esperé hasta que desapareció de mi vista antes de darme vuelta y correr en busca de la agente Midford. Abrí el sobre en el camino solo para confirmar que contenía lo que necesitaba. Mis pies no se movían lo suficientemente rápido a pesar de tener todo el tiempo del mundo.

Le mostré a Midford todo su contenido, habíamos cumplido la misión después de todo. En un mundo perfecto eso solo hubiera bastando para tener un efecto inmediato, pero este no era un mundo perfecto. Ella dijo que vería qué hacer al respecto y me envió de regreso a mi casa. ¡Habían dicho que restituirían a Jack si cumplíamos con la misión! Pero a pesar de todos mis reclamos y propuestas fui echada del lugar. Y, aunque destruía mi orgullo admitirlo, mi hermano no estaba allí para lograr meterme dentro del asunto de nuevo. Tampoco creía que Ethan se encontrara de humor para ayudarme luego de lo que habían sido los últimos días para él.

Así que pasé los siguientes días encerrada en mi casa estudiando para un examen de instituto como si un final fuera más importante que cualquier otra cosa que estuviera sucediendo en mi vida. No supe nada más respecto al MI6 o Jack, y por más que intentaba no pensar en él, me resultaba imposible. ¿Seguiría esposado? ¿Seguiría durmiendo en una celda y estando encerrado cuando no estaba siendo interrogado? De pronto la literatura francesa no era ni de cerca tan interesante como me había resultado durante el año escolar. Necesitaba saber qué estaba sucediendo. Necesitaba saber que todo estaría bien. ¿Era eso mucho pedir?

Me presenté el día debido a la hora debida a dar el examen, aun cuando mis pensamientos estaban ciertamente en otra parte. Las horas escribiendo se me hicieron eternas, y cuando terminé me encontré con Andy en el corredor del instituto. El lugar parecía desierto con todos sus estudiantes encerrados en aulas dando exámenes. El silencio era sepulcral. Pero a pesar de todo compartimos una sonrisa, aun cuando un profesor nos miró severamente al ver que apenas podíamos contenernos de reír de los nervios.

De algún modo habíamos logrado sobrevivir a este alocado año escolar, a pesar de todos los problemas y complicaciones, a pesar de la muerte de David y la traición de Cam. Habíamos perdido a nuestros amigos más cercanos, pero nos habíamos encontrado también. A pesar de nuestras nuevas dobles vidas, Andy como el hijo de un político y yo como una agente especial del MI6. Parecía algo difícil de creer que a pesar de todo hubiéramos logrado terminar el año en el instituto.

Chocamos nuestros puños y nos alejamos juntos, necesitando un lugar donde los profesores no nos amenazaran con cortarnos las lenguas para no hacer ruido. Queríamos gritar y festejar porque nadie jamás sabría todo lo que habíamos tenido que soportar en paralelo a nuestra vida de estudiantes y, realmente, era todo un gran logro haber llegado al final.

—Finalmente unas merecidas vacaciones —dijo Andy—. Creo que nunca antes había deseado tanto que el año escolar terminara. ¿Entonces sigues sin saber nada?

—Sí, y es frustrante. Estoy a punto de matar a los hombres de traje, incluido a mi hermano por esto —dije y resoplé mientras pasaba ambas manos por mi cabello—. Esto es insoportable.

—Paciencia, Em.

—Intenta tú tener paciencia en mi lugar. Al menos dame una buena noticia. ¿Cómo van las cosas con la chica del catering?

—Ya lo sabes, es bastante difícil que vaya a algún lado sin tener al MI5 encima luego de lo sucedido en esa fiesta. A ella le intimidan los hombres de traje como a cualquiera, mi torpeza adolescente natural no ayuda.

—Me tienes a mí ahora, al menos mientras esté contigo no necesitas al MI5 también.

—Mi padre sigue traumado al respecto. ¿Ahora mi mejor amiga es mi guardaespaldas?

—No necesitas un guardaespaldas, lo sucedido en la fiesta fue un lamentable infortunio que es poco probable que vuelva a suceder de momento. Pero si tu padre quiere sentirse seguro respecto a ti entonces aquí estoy.

—Le dije que podíamos vernos esta tarde, que no tendría a los hombres de traje encima, pero ella no me respondió. ¿Crees que la he asustado? No era mi intención. Yo tampoco los quiero cerca de mí, pero no puedo evitarlo.

—Andy, ella ve tu imagen, no esperes que no se sienta intimidada por eso. Aprende esto, en la vida real la plebeya promedio se avergüenza fácilmente y no sabe cómo actuar frente al príncipe, aún cuando él es igual de torpe que ella. Desearía que la vida fuera tan sencilla como las historias que nos vende Disney.

—Suenas como una experta. No soy ningún príncipe.

—No, eres el hijo de un político importante quien sufrió un intento de asesinato y anda rodeado de guardaespaldas y alta seguridad, y ella es una chica normal que intenta ganarse la vida como miembro de un servicio de catering —dije tranquilamente—. En tiempos modernos creo que eso sí se traduce como la historia del príncipe y la plebeya.

—¿Y qué hay de ti?

—Tú tienes tu comedia romántica, yo tengo mi tragedia —respondí tranquilamente—. Al menos Maurice no podrá decir que no haré de una excelente Aricia.

—No creo que seas Aricia, tú eres Hermia —dijo Andy sonriéndome—. Tienes esa misma chispa. Y recuerda que al final de El sueño de una noche de verano todo sale bien, la ley acepta que Hermia esté con Lisandro, ambos son libres y felices a pesar de todos los inconvenientes de por medio.

—Y Puck se sale con la suya —respondí mirándolo.

—Me siento más como Arlequin en este momento.

—Tú siempre serás Dorant a pesar de no haber conseguido ese papel.

Era una suerte que estuviéramos solos recorriendo quizás por última vez por los próximos meses los pasillos del instituto, cargando una última vez nuestros coloridos uniformes y hablando de un modo que solo conocedores del teatro comprenderían. Yo ni siquiera estaba segura de si regresaría para el último año. Debía aprovechar estos momentos cuanto durasen. Al menos podía estar segura que pasara lo que pasara, Andy siempre estaría a mi lado, sin importar lo que fuera, aunque luego de todo lo que habíamos pasado (incluyendo el secuestro) dudaba que otra cosa pudiera forjar una amistad tan fuerte.

Ambos salimos del instituto, saboreando los primeros segundos de libertad absoluta. Me detuve enseguida al ver quien me estaba esperando en la acera y al instante eché a correr hacia él. Jack rio cuando salté sobre él para abrazarlo y solo calló cuando lo besé sin pensar en nada más. Estaba libre, eso era todo lo que importaba. Sus manos no estaban esposadas mientras me sostenía y me devolvía el beso con el mismo entusiasmo. Aún cuando me bajó para que mis pies estuvieran de nuevo en tierra temía que si me soltaba caería, mis piernas de pronto se sentían demasiado inestables y no podía hacer nada más que mirarlo a los ojos.

—Estás libre —susurré.

—Casi libre. Tendré el rastreador por un buen tiempo, no puedo abandonar Londres sin su autorización y me dieron un puesto fijo como consultor al momento de lidiar con criminales, en especial en el caso contra mi padre —respondió Jack—. Parece que no conseguí un trabajo muy diferente al tuyo, soy quien hará el trabajo ilegal para los hombres de traje.

—¿Desde cuándo estás libre? —pregunté.

—Esta mañana, tomó tiempo negociar el contrato —dijo Jack y se inclinó más cerca mientras acomodaba un mechón de mi cabello—. Al parecer una actriz con aires de diva no sé cómo, pero logró cumplir con la misión que habíamos fallado. Ella armó un buen escándalo, los hombres de traje no querían que se involucrara más, no discutieron mucho con mis términos cuando les dije que si el trato era injusto entonces ella lo sabría.

—¿Cuándo pasé de ser una molestia a una amenaza para ellos?

—Creo que desde el primer instante en que impusiste tus términos en vez de callar y obedecer. ¿Quieres ir ahora por ese helado?

—Me encantaría —respondí y Jack se alejó para mirar a Andy.

—Tú también vienes, Romeo. Tengo entendido que ella no puede perderte de vista. Además, hace tiempo que no te veo y si tienes que cargar con las cicatrices de mis puntos por el resto de tus días lo mínimo que puedo hacer es comprarte un helado a ti también.

—¿Algún día aprenderás mi nombre? —preguntó Andy acercándose para estrechar su mano y le sonrió a Jack—. Es bueno verte de nuevo, vivo y entero, y ya no siendo un fugitivo. Nunca tuve la oportunidad de agradecerte correctamente por haberme salvado esa noche.

—Lamento yo que te hayas visto involucrado en eso —respondió Jack.

—Te agradezco la invitación, pero tengo otras cosas que hacer —dijo Andy luciendo incómodo, siempre incapaz de lidiar con situaciones sociales.

—Es una lástima entonces, yo no era exactamente quien andaba esperándote —dijo Jack.

Andy lo miró confundido y luego se fijó en la tímida chica esperando no muy lejos. Su rostro se iluminó completamente al instante, la joven mesera sí había venido después de todo. Ambos se reunieron enseguida, sonrojándose y sin saber exactamente qué decir, e intercambié una rápida mirada con Jack antes de abrazarlo de nuevo y cerrar mis ojos. Se sentía tan bien tenerlo de regreso.

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