Capítulo 21
No me dieron opción al momento de dejarme en lo de Josh, sin importar cuánto protesté e intenté resistirme. Los hombres de traje me barrieron fuera del asunto como si no fuera nada. Según ellos mi misión ya había terminado, sin éxito por cierto, y ya no tenía nada que hacer en el tema. Volvía a mi tiempo libre, mi misión era Andy y debería concentrarme más en mis exámenes, o al menos aquellas fueron sus palabras. Mis propias palabras antes para no coger una misión, utilizadas cruelmente en mi contra. Sabía que ellos lo habían disfrutado, algún día me vengaría por esto.
No pude ver a Jack, no pude despedirme, y lo único que me retuvo de huir y hacer lo que deseaba tan pronto como me dejaron en lo de Josh fue saber que Ethan estaba allí también. Mi hermano, quien me había llorado por teléfono diciendo que la situación lo había sobrepasado y aun así siendo incapaz de decirme por qué, quien nunca se había roto en trece años desde la muerte de papá. Él me necesitaba, y yo necesitaba un modo de partirme para poder lidiar con todos mis problemas diferentes a la vez. ¡Al menos el tonto destino podría haber causado uno y no todos juntos!
Era el atardecer en Londres aunque mi cuerpo insistía en que el día recién comenzaba. El Jetlag era una horrible. ¡Nadie nunca mencionaba los trastornos de viajar! Tanto como antes había deseado recorrer el mundo para descubrir cada uno de sus lugares, ahora comenzaba a cuestionarme el asunto. Ethan me esperaba en la sala, sentado en un sillón mientras bebía una taza de té. Lucía sereno y calmado como siempre, la soledad siempre me había resultado algo natural en mi hermano, pero en aquel momento no. Había oscuros arcos bajo sus ojos, su mirada estaba demasiado distante y triste. Papá había muerto en esta casa. ¿Pensaría en eso cada vez que la visitaba? ¿Estaría pensando en eso mismo ahora? Yo ni siquiera sabía dónde, pero Ethan sí. ¿Estaría de pie sobre sangre pasada?
—¿Cómo está tu pie? —preguntó él sonriendo como si no pudiera ver todo lo que delataba que no se encontraba bien, posiblemente nadie lo viera, y suspiré.
—¿Tan evidente es?
—Él me dijo.
—Tan solo me torcí el tobillo, nada grave —dije y me dejé caer a su lado—. Ya está bien.
—Un esguince no es solo una torcedura.
—Lo siento. ¿Escuché bien? ¿Cuántas veces me has dicho que un esguince es solo una torcedura? ¿Cuántas veces te has lesionado de un modo peor tú? Estoy bien.
—¿Quieres té?
—¿Quieres hablar al respecto? —pregunté en cambio y Ethan suspiró antes de beber un poco.
—Hay verdades que se deben saber con el tiempo. ¿Verdad? Tú me enseñaste eso.
—¿Puedes explicarme por qué toda la familia está de cabeza de pronto? —dije y bajé la voz aun cuando Josh no era ninguna amenaza—. ¿Cómo es posible que prohibieran a cualquier Bright tener contacto con el caso a excepción de mí? ¿Dónde está John?
—Es complicado, Em. Por favor no me preguntes al respecto.
—¿Entonces cómo esperas que te ayude?
—Del mismo modo que yo te ayudo —respondió Ethan sonriéndome—. Estando aquí, aun cuando no sé qué demonios pasa dentro de tu cabeza. ¿No es eso lo que he estado haciendo estos últimos meses por ti?
—Te diré si me dices —dije doblando mis piernas y entonces él sonrió realmente.
—Buen intento, pero no, hermanita.
—Tú te lo pierdes.
—Luces mejor.
—Dormí durante cuatro días, por supuesto que luzco mejor. No puedo decir lo mismo de ti, aunque no dudo que Diana te ayudó a dormir bien.
—¿Cómo sucedió esto? —preguntó Ethan y echó su cabeza hacia atrás, perdiendo su mirada en el techo—. ¿Cuándo nuestras vidas se volvieron tan complicadas, Em? Los primeros años fueron tan fáciles, luego John me advirtió que tendría problemas tan pronto como me fijara en una chica.
—Creo que él se refería a que tendrías problemas como papá, no como los que tienes con Diana —dije echando también la cabeza hacia atrás para imitar su pose—. John me contó sobre cómo ellos se conocieron.
—Nunca me contó eso.
—De los dos yo soy la anormal, Ethan, el bicho raro insensible y demasiado racional. John me cuenta muchas cosas por eso sabiendo que no me afectarán mientras a otro sí. No puedo permitir que las cosas me afecten, ese es mi trabajo. Mamá tenía novio entonces.
—Eso definitivamente no lo sabía —dijo Ethan y sonreí ligeramente.
—Sí, un chico malo de la universidad con el cual salía. No me sorprende conociendo su actitud, supongo que esa relación era más destructiva que otra cosa. John dice que papá se enamoró completamente de ella tan pronto como la vio. Se suponía que él estaba trabajando, quizás dejó un poco de lado el protocolo.
—Seguía amándola aún después de dejarla —dijo Ethan para mi sorpresa, él rara vez hablaba de esos años—. Lo recuerdo. Cada vez que me tocaba pasar tiempo con él me preguntaba por ella y por ti. Entonces era solo un niño como para notarlo, pero ahora, cuanto más lo pienso, más me doy cuenta que él en ningún segundo dejó de amarnos, a ninguno de nosotros. Ni a mí, ni a ti, ni a mamá. ¿Crees que ella lo siga amando también?
—Lo hace.
—Mamá nunca habla de él.
—No, nunca lo hace, pero descubrí recientemente que es porque le duele mucho hacerlo. Nunca lo olvidó. Guarda una fotografía de él en su mesa de noche, la mira cuando está sola, me ha contado que él era capaz de mejorar el peor de sus días y que era la persona más cálida que jamás conoció. Me ha dicho también cuánto me parezco a él, y cuánto tú lo haces. Ella sabe en cierta forma —dije de un modo tan bajo que solo mi hermano pudiera oírme—, teme perdernos. Ella no cree en la cubierta de papá, pero él le enseñó que hay preguntas cuyas respuesta no quiere saber, por eso se conforma con ello.
—Es lo más seguro. Mira dónde terminamos nosotros por eso.
—No me arrepiento de preguntar.
—Yo tampoco, pero hubiera preferido que tú no lo hicieras.
—Yo hubiera preferido que tú no lo hicieras. Aun ahora hay preguntas cuyas respuestas no quieres saber, Ethan.
—Tú tampoco, Em.
—¿No es extraño? ¿Cuántos secretos hay entre nosotros?
—No seríamos lo que somos si no los hubiera.
Tan retorcido como eso sonaba, era cierto. No seriamos espías sin secretos entre nosotros aun siendo hermanos. Y se sentía tan normal aquello, no me afectaba para nada saber que Ethan callaba sus asuntos del mismo modo que yo callaba los míos. Había cosas que era mejor que él jamás supiera, pero también había cosas que necesitaba que él supiera. Aún si yo creía que lo protegía al ocultarlo, tenía que reconocer que necesitaba su ayuda. Me sentía como una niña pequeña de nuevo, recurriendo a su hermano mayor por apoyo, pero después de todo para eso estábamos. A pesar de la distancia y las misiones de por medio, siempre podíamos contar el uno con el otro.
—Dime cómo salvarlo —pedí—. Tú tienes que saber. Él no merece esto.
—Mintió sobre quién era.
—¿Qué harías si fuera Diana? —pregunté mirándolo.
—Eso es diferente.
—¡No es diferente! Mírame a los ojos y dime que no estarías dispuesto a hacer cualquier cosa por ella si esta fuera su situación —dije y Ethan fui incapaz de responderme—. Conoces la historia de ella, del mismo modo que yo conozco la historia de él, y en ningún caso sus acciones fueron voluntarias. Ellos no son los verdaderos tipos malos tras los que deberíamos estar.
—No podemos salvar a todos, Em.
—¿Cuántas veces has dejado escapar a Diana?
—¿Cuántas veces tú lo has cubierto en vez de entregarlo?
—Lo amo, del mismo modo que tú amas a Diana, y sabes tan bien como yo que no merece esto. ¡Realmente lo intentamos! No es su culpa si no conseguimos nada. ¿Entonces qué se supone que haga ahora? ¿Quedarme sin hacer nada mientras me desespero por encontrar una solución?
Ambos callamos abruptamente al escuchar el sonido de una puerta. Vimos a Josh aparecer luciendo tan descuidado y despreocupado como siempre. Tenía su largo cabello rubio recogido con una cinta, su rostro estaba manchado de pintura al igual que sus arrugadas prendas, sus pies estaban descalzos mientras se arrastraba camino a la cocina. Él ni siquiera notó nuestra presencia hasta que no pasó de regreso por la sala. A veces me cuestionaba seriamente la capacidad de atención de ese hombre. Lució sorprendido de encontrarnos, aunque tampoco parecía como si le importase que nos hubiéramos apoderado de su sala.
—No sabía que estaban aquí —dijo Josh mirándonos totalmente desorientado—. No lucen de lo mejor. ¿Quieren hablar?
—No —dijo Ethan.
—Sí —dije y mi hermano me miró mientras Josh tomaba asiento en un sofá libre junto a nosotros, me encogí de hombros—. Llega a ser un buen psicólogo, créeme.
—Emma sabe que me olvidaré de cualquier cosa que me diga, tampoco es como si me interesen sus problemas realmente.
—Es como si nunca le hubieras hablado, pero puede dar buenos consejos.
—¿Por eso has pasado tanto tiempo aquí últimamente? —preguntó Ethan.
No podía negar eso. Josh había resultado ser mejor oyente de lo que había esperado, y dar mejores consejos de lo que uno esperaría de prácticamente un vagabundo. Quizás el hecho que se olvidara de cualquier cosa que le dijeras fuera lo mejor, podía hablarle de cualquier asunto y jamás lidiar con el bochorno de él mencionando el tema de nuevo. Posiblemente fuera él quien me hubiera mantenido de pie todos estos meses y obligado a dar un paso tras otro, tan improbable como eso sonaba.
—¿Entonces cuál es el asunto esta vez? —preguntó Josh pasando una mano por su rostro, tan solo manchándose más con pintura dorada.
—Es... complicado —respondí y él me sonrió de un modo somnoliento.
—¿Cuántas veces debo repetírtelo, Emma? No puede ser tan complicado. A tu edad siempre lo parece, pero créeme que no lo es —dijo Josh, si él tan solo supiera la verdad—. ¿Qué sucede ahora?
—Tenemos un amigo que está en problemas —dijo Ethan, escogiendo con cuidado sus palabras aunque Josh ni lo notó—. Serios problemas.
—¿Problemas legales? —preguntó Josh como si no fuera la gran cosa e hice una mueca.
—Algo así.
—¿Qué tan malo puede ser? He tenido problemas peores a su edad. Los problemas legales son sencillos, los verdaderos problemas son cuando te metes con los otros sujetos.
Ethan miró completamente sin palabras a Josh, él nunca antes lo había escuchado hablar de su desconocido y al parecer extremadamente problemático pasado. Sinceramente, a mí ya no me sorprendía, el hombre hablaba como si hubiera lidiado con la mafia de joven por más que nunca daba detalles al respecto y en lo que a mí concernía podía estar delirando como diciendo la verdad. No me importaba su pasado, y a él no le importaba lo que realmente sucedía en mi vida, era un trato justo. Ninguno preguntaría demasiado. Y, como siempre, había cierta verdad en las palabras de Josh.
—¿Qué quieres decir? —pregunté.
—Los polis siempre son buenos, Emma. Sin importar la apariencia que den se apiadarán de un joven si este dice ser una víctima y sabe actuar bien. Siempre se puede negociar con ellos, no te mandarán a matar cuando creas estar a salvo. El truco está en hacerles creer que te necesitan —dijo Josh y golpeó con un dedo su cabeza, manchando su cabello con pintura también—, en dar vuelta su propio juego. Es cierto que con los polis es todo más sencillo cuando hablas. ¿Por qué está en problemas tu amigo?
—Quizás se relacionó con gente que no debía —respondí—. Pero no es lo que parece. Él no tuvo opción.
—Entonces que confiese, que hable, y que le haga creer a los polis que lo necesitan libre para colaborar. Te lo digo por experiencia, siempre encuentras un poli bueno que hace eso. Si logra convencer a los polis que será más útil libre que encerrado no creo que tenga problemas, un poco de trabajo comunitario y listo —dijo Josh y se encogió de hombros.
—¿Tuviste problemas con la ley? —preguntó Ethan y lo golpeé.
—No nos importa eso.
—Era bastante problemático de joven, Ethan. Me metí en cosas que niños como ustedes jamás deberían saber que existen siquiera, pero me salí a tiempo —respondió Josh tranquilamente—. Dile a tu amigo que haga lo mismo, Emma. Los buenos perdonan, los malos no tanto. Estoy seguro que ambos podrán ayudarlo en lo que sea que esté metido, no se hagan tanto drama. Los adolescentes siempre exageran todo. Además, no creo que un joven sea asunto de los polis. ¿En cuántos problemas pudo haberse metido?
—Bastantes. ¿Tal vez andaba con una identificación falsa y lo descubrieron? Y mintió veces anteriores para que no lo descubrieran —respondí ante la incrédula mirada de Ethan, pero Josh no hizo más que reír.
—¿Tanto problema por una identificación falsa? Creí que se trataba de algo más serio, como asociación o crímenes o drogas. Eso no es la gran cosa. Quizás tenga algún castigo menor, pero si confiesa todo y delata quien le vendió esa identificación lo dejarán libre sin muchos inconvenientes. Lo que importa es si tiene un buen corazón o no, y sé que ustedes juzgan muy justamente a sus amigos por lo que seguro que este chico lo tiene. Ya verás que todo saldrá bien. ¿Algo más?
Había muchas cosas que me hubiera gustado discutir con Josh, solo para que alguien me escuchara y que me diera sus consejos, pero no hablaría de esas cosas frente a Ethan. Vamos, no le diría a mi hermano que me había acostado con el hijo del asesino de papá y posiblemente mi futuro asesino. No le diría a mi hermano que había tenido sexo y punto, por más que yo supiera lo que él hacía con Diana cuando estaban solos. Así que simplemente sacudí mi cabeza en negación, ya era bastante para mí.
—¿Es tonto tener esperanza en algo imposible? —preguntó Ethan por lo bajo para mi sorpresa y Josh lo miró con atención.
—¿A qué te refieres? —preguntó él.
—No lo sé. ¿No crees que es desgarrador guardar esperanza en algo que sabes que es imposible?
—La esperanza es el sentimiento más tonto que puede tener el ser humano, pero a veces vale la pena y es lo que nos hace seguir adelante. Sí, es desgarrador, pero somos masoquistas. Siempre queremos aferrarnos a ese clavo ardiente. No es tonto, Ethan. Siempre queremos creer que el fénix renacerá de sus cenizas por más que nos digan que esa criatura no existe. El dolor nos recuerda que somos humanos.
—Pero estoy hablando de algo realmente imposible, y aun así veo indicios que dirían lo contrario y no sé qué creer.
—¿Crees en espíritus? —preguntó Josh simplemente—. Porque la ciencia niega rotundamente algo así, es lógicamente imposible, pero estoy bastante seguro que un fantasma me acosa algunas veces.
—¿Y entonces qué?
—Entonces cree si eso quieres, sé paciente. La paciencia es la joya del hombre. Mira a tu hermana, le dije que fuera paciente y sus problemas se solucionarían y ahora se ve mejor que la última vez que la vi. Solo date una oportunidad y espera, quizás seas recompensado, quizás descubras que estabas mal, pero no puedes controlar todo. Deja que el tiempo pase e intenta no torturarte mucho a ti mismo en el proceso, ustedes dos piensan demasiado. Deberían ser más relajados.
—No todos tenemos tu don de la indiferencia absoluta, Josh —dije sonriendo—, por más que lo envidie. Gracias por la ayuda.
—Siempre para servirles. Ahora iré a terminar mi pintura, creo que es una de mis mejores hasta el momento —dijo él poniéndose de pie.
—¿Y qué es esta vez? ¿Alguna obra maestra que te dará millones? —pregunté con diversión.
—La llamo Fénix —respondió Josh y miré la pintura manchándolo por completo.
—¿Los fénix no se supone que son rojos? Ya sabes, como el fuego y todo eso.
—¿Quién inventó semejantes cosas? Los fénix son luz y brillo, por eso son dorados.
Él finalmente desapareció de regreso en su estudio, dejándonos a mí y a Ethan lidiando a solas con nuestros problemas. Ninguno volvió a decir una palabra al respecto, y del mismo modo que Ethan respetó mi silencio, yo respeté el suyo. Intenté no imaginar lo que lo torturaba, lo que le mantenía despierto últimamente. Al menos por esa vez nos teníamos el uno al otro. Dormimos esa noche en lo de Josh, y sorprendentemente el sueño llegó fácil para mí. Mi mente por primera vez no me torturaba tanto como los meses anteriores. Resultaba irónico que mi insomnio pasara a mi hermano, al parecer era imposible que los dos hermanos Bright lograran conciliar bien el sueño al mismo tiempo.
No pude evitar pensar en Jack. Necesitaba verlo, necesitaba encontrar un modo de lograr que el MI6 lo perdonara. Él no era un criminal, y a pesar de desconocer por completo la situación, Josh había logrado aclarar mi mente con sus palabras como siempre. A veces desearía ser tan capaz de tomarme las cosas a la ligera como ese sujeto, no preocuparse tanto debía dejar más capacidad de pensar. Tan solo necesitaba ver a Jack y hablar con él y entonces quizás podríamos llegar a algo juntos para negociar con los hombres de traje. No me daría por vencida tan fácilmente.
Encontré a Ethan a primera hora en la cocina mientras la casa estaba completamente a oscuras, al parecer él no había podido dormir esa noche tampoco. No me preguntó qué hacia despierta tan temprano o qué tenía en mente, él simplemente tomó un rápido desayuno conmigo y luego me siguió fuera. Mi hermano no necesitaba preguntar para saber lo que sucedía dentro de mi cabeza. Tomamos el underground juntos y al momento de entrar a los cuarteles del MI6, él impidió que me negaran la entrada. Le bastó con solo decir quién era y mostrar una identificación para que los hombres de traje prácticamente le abrieran el camino. ¿En serio, qué tan importante era Ethan aquí? ¿O eran todos los hombres Bright así?
—Si metes la pata, me arrastras contigo así que piensa muy bien lo que vas a hacer y piensa si vale la pena —dijo él mientras caminábamos por los pasillos.
—Tranquilo, tengo todo bajo control —respondí.
—Estoy confiando en tu palabra que en el fondo es inocente, ellos ya han pasado por una situación así con Alicia así que no puedes permitirte ni un desliz.
—Por milésima vez, no soy Alicia, no traicionaré al MI6 por un criminal y Jack no es nada parecido a Giorgio Difaccio.
—Hablé con ellos, no tienes permitido hacer el interrogatorio, pero te permitirán presenciarlo. Intenta no recordarles tu presencia o te echarán. Te conseguí unos minutos para que puedas hablar con él antes, no puedes desperdiciarlos —dijo Ethan y me detuvo por el brazo para que lo mirara a los ojos—. Sea lo que sea que tienes en mente, tienes una sola oportunidad de hacerlo funcionar. Y no te metas en problemas, Emma.
No podía decirlo en palabras, pero la advertencia estaba allí en sus ojos, yo no podía decir nada que pudiera comprometerme también en este asunto. Asentí, agradecida más que nada por la absoluta y ciega fe de Ethan en mí. No me atrevía a decirle que Jack era más inocente que Diana. Le sonreí, esperando con eso lograr trasmitirle que todo estaría bien. Lo que él había hecho por mí era más de lo que hubiera pedido, los hombres de traje me habían eliminado completamente del asunto ayer y a Ethan le había bastado una sola llamada en algún momento de la noche para meterme de nuevo. No lo defraudaría. No haría que él pagara nada por mí.
Seguí a Ethan dentro de un cuarto de observación. Apenas le presté atención a los otros agentes presentes a excepción de Kevin quien me sonrió con engreimiento. Los hombres de traje no parecían nada contentos de su presencia y la tendencia de la CIA a meterse en todos nuestros asuntos comenzaba a molestarme como a ellos. Miré del otro lado del vidrio de un solo sentido, Jack estaba tranquilamente sentado como si sus manos no estuvieran encadenadas a la mesa delante de él. Los hombres de traje querían condenarlo por traición a la corona, dependiendo de cómo resultara esto quizás pudiera evitar ese juicio e intentar recuperar su antiguo puesto de agente.
—Y yo tenía entendido que no te permitirían estar aquí, Emma —dijo Kevin.
—¿Qué haces tú aquí? —pregunté en respuesta.
—Podría, o no, haber intereses americanos comprometidos con las respuestas de nuestro prisionero —dijo él dándome una conocedora mirada—. Podría saber información de interés para la CIA.
—En ese caso serían notificados luego —respondió Ethan fríamente—. No tienes autorización para presenciar un asunto interno del MI6.
—Podría saber cosas al respecto, cosas que a ustedes podrían interesarles.
—Kevin, por favor, este no es tu asunto —dije mirándolo a los ojos—. Hicimos un trato en Quebec. ¿Recuerdas? Compartiríamos la información que fuera del interés del otro, pero no insistiríamos en lo demás. Y ahora mismo estoy tratando de ayudar a una persona inocente a evitar un juicio injusto.
—¿Saldrás a almorzar conmigo? —preguntó el.
—No —respondí y Kevin captó enseguida toda la implicación detrás.
—Supongo que a veces es imposible no tropezar con la misma piedra —dijo Kevin y se detuvo junto a mí antes de partir, bajando la voz de modo que solo yo lo oyera—. Te lo dije antes y te lo repito, Emma Bright. Eres lo suficientemente afortunada de tener una segunda oportunidad, no la desperdicies, y no decidas por otros si vale la pena correr el riesgo o no. No cometas el error de creer que alejando a otro lo salvarás. No cometas mi error.
—No sabía que ese fue tu error —susurré.
—Los medicamentos ayudan al momento de dormir. Yo enterré un cuerpo, tú no. Hagas lo que hagas, tan solo prométeme que no fallarás.
—Cuenta conmigo.
—Entonces nos vemos, chica inglesa —dijo Kevin y me guiñó un ojo antes de salir—. ¡E intenta no meterte en muchos problemas!
No era la primera vez que Kevin me advertía al respecto, y no dudaba en el pasado oscuro del agente americano. Entrometido como resultaba, su ayuda había resultado más que útil en Quebec. Era un buen agente y un buen chico, y creía en su intención de querer salvarme de su error. Suspiré, era cierto que Kevin me había enseñado bastante sobre aceptar y no autolimitarme desde que lo conocía. Miré a Ethan y él asintió antes de acompañarme hasta la puerta que llevaba al cuarto de interrogación.
—Tienes menos de cinco minutos, hazlos valer —dijo Ethan.
Tan solo necesitaba uno. Intenté no pensar en todos los agentes prestándome atención al momento de entrar en el cuarto y tomar el asiento libre frente a Jack al otro lado de la mesa. Él me miró enseguida, una sonrisa tirando de sus labios. Desconocía en qué condiciones había pasado la noche y aun así cada día lucía mejor, incluso si sus recuerdos volvían poco a poco. Se sentía como antes también, de algún modo volvía a tener aquella chispa en su mirada, esa enérgica astucia que siempre había querido aprender también.
—Debieron haber sabido que no era simple quitarte de un caso cuando estás interesada en este. No eres una persona que cede fácil, Bright —dijo Jack—. No serás quien me interrogue. ¿Verdad?
—No puedo, tan solo conseguí ser espectadora ya que no tengo libertad alguna en un caso que puede llegar a concernirme personalmente —respondí.
—¿Al menos me traerías Nutella la próxima vez? La comida cuando eres un prisionero deja bastante que desear.
—¿Te enfrentas a un juicio por traición a la corona y lo que pides es Nutella? Tienes una adicción seria.
—Tengo aspiraciones realistas, si no puedo dormir sin estar esposado entonces al menos puedo pedirte Nutella. ¿Puedes creer que me confiscaron el dulce de leche que había traído de Argentina?
—Creo que tienes una adicción enfermiza.
—Podría morir mañana, o pasar el resto de mis días en prisión —dijo Jack levantando sus manos para mostrar sus cadenas—. No me negaré el placer de comer eso. Ellos no están contentos conmigo, no me dejarán ir fácil. No mostré mi utilidad, no cumplí mi parte, tendré un juicio.
—Entonces confiesa todo ahora —dije mirándolo a los ojos esperando que comprendiera el mensaje—. Cada sencilla cosa, sin importar lo que sea. Todo lo que recuerdes o sepas, dilo. Me dijiste que apostemos en grande. ¿No? Es momento de hacer la primera jugada.
—No quieres oír lo que tengo para decir.
—¿Cuánto mal podría hacerme?
—No me preocupa tu reacción sino los demás. Lo diré todo, pero no te puedo asegurar que cause una buena reacción.
—Bastará para darte una oportunidad —dije y me contuve de responder al escuchar el golpe en la puerta diciendo que mi tiempo había terminado—. Hazlo. Confiesa todo. Ya veré luego cómo lidiar con las consecuencias. Si queremos ganar esta guerra, debemos empezar a apostar en grande.
—¿Entonces has decidido pelear? —preguntó Jack y me levanté a regañadientes.
—¿Bromeas? Las vacaciones de verano se acercan y con ellas la temporada alta del teatro, Maurice me mataría si abandono ahora la escena —dije sonriendo—. Suerte, Jack.
—Una cosa más, Bright —dijo él y lo miré sobre mi hombro—. Deberías sacarlo de aquí.
Supe enseguida a quien se refería. Abandoné el cuarto solo para ser reemplazada por un agente que tomó mi anterior lugar. De nuevo en la sala de vigilancia tan solo podía pensar en el peso de lo que le acababa de pedir a Jack que hiciera y las posibles consecuencias. Me paré junto a Ethan, necesitaba sacarlo de aquí. Él no quería oír lo que sería dicho. Observé al agente coger una jeringa y Jack suspiró antes de extender su mano. Contuve la respiración cuando el hombre le inyectó un líquido trasparente. En todos los interrogatorios que había presenciado antes y hecho personalmente, nunca antes había habido químicos implicados.
—¿Qué le hacen? —pregunté.
—Una mezcla de tiopentato de sodio —respondió Ethan sin desviar su mirada—. Él conoce el mecanismo de interrogatorio normal, no correrán el riesgo de un engaño. Afecta las funciones cerebrales, mentir es mentalmente más complejo que decir la verdad por lo que le dificulta eso. Suero de la verdad en otras palabras Em.
—¿Esa cosa existe?
—Hay más químicos de los que deseas conocer si quieres seguir teniendo una vida normal sin sospechar de todo.
—Deberíamos irnos.
—¿Por qué no quiere que esté aquí?
—Ethan, soy una adolescente y no quiero que mi hermano mayor vea al chico con el que estuve ser interrogado con el suero de la verdad en su sangre.
—No me iré a ninguna parte, Em.
—Por favor.
—Entonces dime por qué.
—Solo confía en mí. Hay un tiempo para todo. ¿Verdad?
—¿Y cuánto tiempo he esperado yo desde que él te conoció y empezaron los problemas?
—No quieres oír esto, hermano.
—No me moverás de aquí.
Me mordí el labio para no hablar, no con todos los agentes a nuestro alrededor pretendiendo estar concentrados en el interrogatorio que se llevaría a cabo y no también en cada palabra que yo decía. Estaba tan implicada como Jack en este caso, lo único que me salvaba de estar siendo juzgada como él era mi contrato con el MI6 y el hecho que los hombres de traje me necesitaran más de lo que estaban dispuestos a admitir. No quería que Ethan oyera y a la vez sabía que no había modo de sacarlo de aquí. Una vez que mi hermano se obsesionaba con algo era peor que yo, y nada ni nadie lo haría cambiar de opinión al respecto.
—¿Cuál es tu nombre? —preguntó el agente.
—Jack.
—Tu nombre completo —pidió él y Jack suspiro.
—Jack Alexander Roland Carter.
—¿Cuántos años tienes?
—Dieciocho.
—¿Cuál es tu nacionalidad?
—Inglés.
—¿Dónde naciste?
—Londres, Inglaterra, Reino Unido.
—¿Quienes son tus padres?
—Cecilia Carter y Lionel Roland.
—¿Por qué mentiste respecto a tu identidad?
—Porque no podía decir quien era mi padre realmente, y no quería estar relacionado con él tampoco.
—¿Y quién es tu padre?
—Lionel Roland, ex-agente del MI6.
—El agente Lionel Roland murió en acción hace años.
—Fingió su muerte, pero si hace un test de ADN no verá resultado porque él se ha ocupado de borrar su huella del sistema. Lionel Roland está vivo, es culpable de alta traición a la corona, me pidió que me uniera al MI6 para cubrir sus crímenes y me ayudó a crear mi falsa identidad. Mi intención es y siempre fue encontrar un modo de detenerlo, pero no tuve opción más que actuar bajo su pedido.
—Nada de lo que dices tiene sentido. ¿Por qué habrías de querer traicionar a tu padre?
—Porque soy consciente de todos sus crímenes.
—¿No crees que si alguien supiera que Lionel Roland sigue vivo nosotros no lo sabríamos ya? —preguntó el agente y Jack respiró profundamente antes de cerrar sus ojos.
—Orlando Bright lo sabía, pero Lionel Roland lo amenazó con matar a toda su familia si lo delataba. Orlando Bright intentó detenerlo por su cuenta entonces, pero Lionel Roland lo mató para silenciarlo finalmente, y luego mató a Vivien Bright cuando ella descubrió la causa de la muerte de su hermano. Emma Bright lo sabe, ella ha estado frente a frente con Lionel Roland y es consciente de todos sus crímenes, pero ella tampoco puede hablar porque él la tiene amenazada con su familia y le ha dicho que planea matarla en menos de un mes. Él intentó matarla el invierno pasado, pero yo lo evité, y por eso luego quiso matarme y por poco lo logra —respondió Jack y miró al agente a los ojos—. Mi padre es Lionel Roland, asesino de Orlando Bright, y ahora mismo planea matar a Emma Bright.
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