Capítulo 13

Recogí mi cabello mientras seguía tomando notas. El trabajo sería mucho más sencillo si tuviera una computadora, y si la vagancia ganaba una impresora también, pero cargar conmigo una computadora portátil era un riesgo que no me gustaba a diferencia de muchos agentes. Mi Ipod era confiable y leal, y sabía que no había modo que alguien me lo quitara o lo revisara. Lo llevaba siempre conmigo. Y hasta el momento nunca me había fallado. Increíblemente, Jack permaneció en absoluto silencio mientras trabajaba, ni siquiera se dedicó a echarme frías miradas llenas de acusación como había esperado y recibido gran parte del día anterior. Solo una silenciosa compañía, lo cual se sentía bien luego de haber estado tantas veces trabajando sola.

Creo que durmió un poco, intentando recuperar el sueño perdido por las pesadillas. Sería difícil decirlo para mí, no levanté mucho la vista de mi libreta mientras seguía transcribiendo la información que encontraba en Internet. Permaneció quieto en el sillón mientras yo trabajaba en el suelo y cuando finalmente terminé, me senté a su lado para pasarle los escritos. Jack me arrebató mi bolígrafo y comenzó a tachar lugares de la lista o remarcar otros, algunas veces tomando la decisión rápidamente, otras tardando. Y podía verlo en sus ojos, la frustración al no recordar, la desesperación al temer estar cometiendo un error.

—¿Qué clase de contacto estamos buscando? —pregunté.

—Alguien del otro lado de la línea aunque no sé exactamente cuál es su negocio —dijo Jack y recuperé mi bolígrafo con suavidad.

—Entonces estamos buscando un club de alto nivel —dije y taché algunos lugares de la lista—. Tú solo tratabas con los criminales de alto nivel, supongo que es el estatus familiar, y me enseñaste que los criminales de ese nivel no dudan en gastarse sus millones en lujos. Será un lugar exclusivo, posiblemente necesitaremos una invitación para entrar. Eso reduce las opciones.

—No, invitación no, aquí las cosas funcionan por lista. Necesitaremos que alguien nos ponga en una lista de invitados —dijo Jack y pasó una mano por su cabello—. Hay algo más, algo...

—Con una espada, lo sé, pero ninguno de estos lugares parece relacionado con una. Quizás tenga que ver con tu contacto.

—Eso podría tomar más tiempo.

—O no —dije cogiendo mi Ipod y sonriéndole apenas—. ¿Sabes por qué los hombres de traje me necesitan tanto? Porque mis métodos pueden no ser los más correctos, o los más de acuerdo al protocolo, pero soy eficiente y conozco otras formas de conseguir la información. Hoy en día la gente utiliza Internet para todo, incluso citan manifestaciones a través de eventos en Facebook. Y a diferencia de los agentes promedio, yo crecí como una adolescente normal así que soy una experta en redes sociales y buscar fiestas. Solo dame unos minutos.

Miré mi Ipod para comenzar otra búsqueda en Internet. Fue cuestión de minutos para que encontrara las páginas de los respectivos lugares y también los nombres de las diferentes personas a cargo de las listas de admisión. Los escribí en mi libreta con una increíble calma. Me mantuve atenta a la hora y a mi teléfono en caso que Ethan volviera a llamar, pero confiaba en que mi hermano podría superarlo, fuera lo que fuese. ¿Debería mandarle un mensaje a Diana? Ella se preocupaba por él, sabía que la relación entre ellos era mucho más profunda de lo que estaban dispuestos a admitir.

—¿Hace cuánto trabajas para los hombres de traje? —preguntó Jack.

—Un año atrás ellos me hicieron participar en una misión luego de descubrir la verdad sobre mi hermano. Ethan estaba perdido en acción y yo era la única capaz de entender cómo funciona la mente de mi hermano y continuar sus pasos para concluir con su misión, y quería encontrarlo. Se suponía que podría recuperar mi vida normal luego de concluir con eso, pero lo cierto es que los problemas me siguieron a casa —dije y me encogí de hombros—. O quizás yo comencé a ver más allá del mundo normal. Fue a principios del otoño que acepté un puesto.

—¿Por qué?

—Porque me di cuenta que no podía huir de esto. He perdido gente, he visto lo que este mundo les hace a las personas, sé cómo los tipos malos pueden llegar a ser y no me gustan los abusivos. Alguien tiene que detenerlos, ser capaz de coger esos casos que los hombres de traje no pueden sea por protocolo o porque no tienen los contactos correctos.

—¿Nos conocimos en una misión?

—La primera. Era una simple chica entonces, apenas sabiendo lo que estaba haciendo. Tenías la misión de protegerme y, bueno, los hombres de traje no confiaban para nada en mí por ser una Bright así que también debías tenerme vigilada —dije y le pasé mi libreta—. ¿Algún nombre te suena familiar?

—¿Sabes qué es lo más frustrante? Sé que debería hacerlo, sé que es uno de estos nombres, pero no sé cuál.

Jack cogió el bolígrafo, tachó algunos nombres con inseguridad mientras otros no se atrevió al ser la duda tan grande. Era devastador verlo luchar contra su falta de memoria porque sabía que no había mucho que pudiera hacer para ayudarlo. ¿Qué tan terrible debía resultar no ser capaz de confiar en su propia mente? Él siempre me había dicho que era el arma más poderosa que una persona podía llegar a tener y ahora mismo era incapaz de recordar un simple nombre. Me acerqué poder leer sobre su hombro la lista de nombres en silencio.

—Este —dije y señalé uno en la hoja—. Horacio Odas.

—¿Por qué?

—Porque es una combinación particular de nombre. Las Odas de Horacio, los libros escritos por el gran poeta del Imperio Romano. Las coincidencias no existen, Jack, tú me enseñaste eso. Y Horacio menciona una espada en una de sus Odas. Para aquel que ve una espada desenvaina sobre su cabeza los festines no tendrán dulce sabor —dije e hice una mueca—. O algo así, no recuerdo la cita exacta.

—La espada de Damocles —dijo Jack enseguida y vi la realización en su rostro—. Ese es. Ese es el alias del sujeto que buscamos. Damocles es quien maneja todo el negocio clandestino en esta zona y puede decirnos dónde encontrar a la persona que necesitamos.

—Entonces solo necesitamos una cita con Damocles —dije recuperando mi libreta—. Sigues siendo un buen agente a pesar de lo que creas y aún puedes recordar.

—Eres rápida al deducir.

—Es a lo que me dedico.

—¿Y también conoces todos los escritos de Horacio? —preguntó Jack sonriendo apenas y le sonreí sin poder evitarlo.

—He visitado la casa Bright algunas veces, hay escritos en latín por todas partes. Esa cita de Horacio está en el comedor, bastante tortuosa y certera debo decir. ¿Entonces ahora qué? ¿Le mandamos un mensaje para que nos incluya en su lista y le decimos que queremos hablar con Damocles?

—Tendremos suerte si siquiera lee el mensaje y no lo desecha de una —dijo Jack y suspiró al cabo de unos segundos, luciendo vencido—. Utiliza mi alias.

—¿Qué? —exclamé sin creerlo.

—Me oíste bien, si quieres que no nos ignore, utiliza mi alias. Si realmente me movía dentro de ese círculo como dices y tenía tanto poder como creo, entonces habrá escuchado de mí y estará dispuesto a conocerme.

Lo miré en silencio, siendo consciente de lo que me estaba pidiendo que hiciera. Sabía que tenía razón en lo que estaba diciendo, su alias era bien conocido entre los criminales y su simple mención podría conseguirnos lo que necesitábamos, pero aun así mis dedos no se movieron para escribir el mensaje. Me pregunté si mi corazón se había detenido de pronto.

—Me hiciste firmar un contrato de confidencialidad —dije.

—Si, y ahora te estoy diciendo que utilices mi alias para firmar ese mensaje —respondió Jack.

—Se supone que estás muerto. ¿Tienes idea de lo que pasará si hago lo que dices? Lionel podría saber que sigues con vida.

—¿Crees que no he considerado los riesgos? Solo hazlo.

—No —dije y él me miro fríamente.

—¿Por qué no?

—¿Por qué? ¿Que tal por el hecho que tu padre podría saber de ti y buscarte para concluir lo que empezó? ¿Acaso ese no es riesgo suficiente para ti?

—En todo caso es mi asunto. ¿No crees?

—No me importa. ¿Y qué hay de Byte? No quieres que nadie sepa que sigues vivo. ¿Crees que Byte no sabrá si de pronto aparece en la red un mensaje con tu alias?

—Es solo un mensaje.

—Y luego te presentarás frente a este sujeto con tu alias y la información podría filtrarse y se sabría que sigues vivo. Y no voy a pasar por esto otra vez.

—¿Tienes idea de cuánto tiempo podría costarnos conseguir una cita con Damocles si somos simples desconocidos? No tenemos tiempo, Bright. Si firmas con mi alias no solo conseguirás una cita cuanto antes sino que también sabrá que no somos presas fáciles. Es un sujeto peligroso, es mejor dejarle en claro que no debe intentar nada con nosotros.

—No me importa. ¿Piensas que no he tratado con situaciones similares antes?

—No en un campo como este.

—Estamos hablando sobre poner tu vida en riesgo si la información sale de esta zona.

—¿Quieres volver a Londres cuanto antes o no? —preguntó él mirándome a los ojos.

Mi respiración falló al escuchar aquello. ¿Acaso había escuchado mi conversación anterior? Pensé en Ethan y también lo que implicaría que Lionel supiera que Jack seguía con vida. Había una gran posibilidad que intentara matarlo de nuevo, lo haría si Jack se mostraba dispuesto a evitar que cobrara mi vida, y aun si existía una posibilidad que no lo matara al estar conforme con su pérdida de memoria y su situación actual conmigo, Jack había sufrido un infierno a causa de ese hombre. Era libre de su familia ahora, sin tener que preocuparse porque sus hermanos intentaran matarlo, sin tener que estar huyendo de ellos la mayor parte del año o soportando horribles reuniones familiares sentado a la derecha de su padre quien era el hombre que más odiaba. Aun si Lionel no lo mataba, no quería que volviera a controlar su vida.

¿Valía la inestabilidad emocional de mi hermano en este momento más que el riesgo que correría Jack de utilizar su alias? Se suponía que estaba muerto, podría ser una coincidencia, un impostor, pero temía que si aquel rumor llegaba a Lionel, él querría investigar más. Ethan era fuerte, podría superar lo que le estaba sucediendo, no haría nada estúpido o eso esperaba... a pesar que era un hombre. Yo misma llamaría a John o Diana si era necesario para que se encargaran de él, lo acusaría con mamá si llegaba a tal extremo y nadie que respetara en algo su vida se atrevería a enfrentarse a esa mujer.

—Tiene que haber otra manera —dije.

—O envías tú el mensaje, o yo lo haré.

—¿Y cómo planeas hacer eso?

—No me desafíes, Bright.

Le sostuve la mirada sin ceder. Recordé la fría expresión de Lionel la última vez que lo había visto, el modo en que me había tratado como si yo lo hubiera obligado a dispararle a Jack, como si fuera mi culpa que hubiera matado a su mejor soldado. Porque no eran más que eso para él, soldados. Incluso antes de saber la verdad sobre su familia, Jack me había dicho que su padre no tenía hijos, tenía soldados. Y Lionel no dudaría en deshacerse de alguno. La selección natural había dicho, como si no estuviéramos hablando de una vida, como si no estuviéramos hablando de su propia familia. Para Lionel solo los más fuertes sobrevivían y no importaba quién quedaba en el camino.

No. Me negaba a pasar por eso de nuevo. Y Jack debió haber notado aquella determinación en mis ojos porque en menos de un segundo me arrebató mi Ipod y estuvo sobre mí para inmovilizarme contra el sillón. Sentí sus codos clavarse dolorosamente en mi espalda mientras sus dedos eran rápidos en escribir un mensaje que no debía ser enviado. No lo dejaría. Había pasado casi un año desde que habíamos estado en la misma posición, conocía sus trucos lo suficiente. Logré golpearlo con mi codo y aproveché aquel segundo de distracción de su parte para patearlo fuera. Jack cayó al suelo y estuve sobre él en un parpadeo. Sostuve sus manos contra el suelo sin pensar en lo que estaba haciendo. El Ipod cayó junto a su cabeza, mi corazón deteniéndose ante el suave sonido. Si llegaba a quedarme sin música por su culpa...

Jack fue rápido en dar vuelta la situación. Mi cabeza golpeó fuertemente el suelo, mis manos inmovilizadas a ambos lados, el peso de su cuerpo sobre el mío no dejándome mucha libertad de movimiento. Debí haberlo pensado mejor. Podía golpearlo duro, podía coger mi cuchillo y asegurarme de salirme con la mía, pero no quería herirlo. Aún podía ver los rastros del último golpe que le había dado. Era rápida y flexible, pero no muy difícil de superar en fuerza. Después de todo, seguía siendo peso pluma. ¿Y contra alguien que llevaba años de entrenamiento como agente? Si quería ganarle tendría que ir más allá de eventuales golpes y forcejeos porque de ese modo no tenía oportunidad.

—¡Es mi decisión, Bright! —exclamó Jack—. ¿O acaso no entiendes que es el modo más seguro y rápido de regresar a Londres?

—No para ti, no si Lionel luego sabe que estás vivo por eso —respondí luchando contra su agarre, pero él no cedió.

—¿Y crees que no fui consciente de aquello desde que puse un pie fuera del limbo? Sabía perfectamente los riesgos que estaba tomando al momento de decidir regresar a esta vida. No puedo ocultarme por siempre y tampoco puedo huir por siempre porque yo no soy así, y mi padre eventualmente sabrá de mí y me encontrará. Pero cuando lo haga no quiero que me tome por sorpresa, no pienso pasar el resto de mis días preguntándome si ya sabe de mí o no, yo tomaré esa decisión, yo controlaré mi destino.

—Es una lástima entonces que tenga la orden de regresar contigo entero a Londres.

—¿Cuál es la primera prioridad cuando estás en una misión, Bright? —preguntó él y apreté los dientes, negándome a responder—. Vamos, no me digas que no lo sabes porque si es cierto que yo te enseñé lo que sabes sobre actuar en el campo entonces conoces la respuesta.

—También me enseñaste a no tomar riesgos innecesarios, a no saltar directo al peligro porque es la primera idea que se me viene a la mente y a nunca actuar sin un plan. Y a cuidar del otro, Jack. Porque si tú no hubieras ido contra las órdenes de los hombres de traje cuando te dijeron de no intervenir y esperar, entonces yo no habría vuelto de París.

—No sabes cómo son las cosas en terrenos como este, es lo mejor resguardarte bajo un alias con peso a intentar jugar por detrás y no tenemos suficiente tiempo para hacer una buena jugada por detrás. No sabes lo peligrosos que los tipos malos pueden llegar a ser aquí.

—No, no lo sé, pero sé lo que tu padre te haría de saber que sigues con vida.

—No puedes tomar esa decisión por mí, y sabes que es lo mejor —dijo Jack y el agarre en mis muñecas se suavizó cuando se inclinó más cerca—. No puedes encargarte de todo sola, Bright.

—¿Entonces qué estás haciendo tú exactamente?

—Cumpliendo con mi parte del trato de llevarte de regreso con tu hermano, sana y salva, y cuanto antes. ¿Es mucho pedir que confíes en mí en esto?

—¿A costa de poner en riesgo tu propia vida?

—¿No lo harías estando en mi lugar?

—Es diferente.

—¿En qué sentido? —susurró él y contuve la respiración cuando se inclinó más cerca—. Explícame.

Estaba tan cerca que podía sentir perfectamente su respiración contra mi piel, sus labios a milímetros de los míos. Porque te sigo amando pensé sabiendo que jamás se lo diría. Había desperdiciado la oportunidad de decírselo meses atrás, y ahora ya no sería lo mismo. Había intentado ignorarlo, pero mi cuerpo seguía reaccionando del mismo modo ante su cercanía y, a pesar de lo que creyera de mí, sabía que el joven del cual me había enamorado la primera vez seguía allí. Apareciendo cuando estaba en problemas y necesitaba una mano, recordándome que no estaba sola, enseñándome lo que sabía. ¿Pero qué había esperado? ¿Que mis sentimientos por él desaparecieran? ¿Que seis meses de creerlo muerto bastaran para que lo olvidara? ¿Que encontrarlo en este estado cambiaría algo de lo que sentía?

Estaba tan cerca, la punta de su nariz tocando la mía, un simple movimiento y podría besarlo. Tan cerca... ¿Por qué no se había alejado todavía? Podía sentir a la perfección sus dedos deslizándose por el interior de mis muñecas, posiblemente sintiendo mi acelerado pulso. Él se inclinó más cerca y cerré los ojos sin poder evitarlo. ¿Qué decía esto de mi control? Bastante lamentable mi resistencia. ¿Unos pocos meses fuera de práctica y ya cedía tan fácilmente ante su cercanía? Podría haberme hecho cualquier cosa y no hubiera encontrado mucha oposición, pero no fue hasta que escuché el sonido de mi Ipod cuando el mensaje fue enviado que comprendí lo que había hecho.

Lo empujé fuera con fuerzas y me lancé sobre mi Ipod solo para comprobar que era muy tarde. Lo mataría. Definitivamente lo mataría. Eso era jugar muy bajo. Y yo no debería haber sido tan tonta. Me giré para golpearlo, pero Jack se puso de pie antes que pudiera alcanzarlo con mi puño. Lo miré con odio desde donde estaba, cerrando fuertemente las manos para no saltar sobre él e intentar estrangularlo porque sabía que eso no quedaría bien en mi archivo y luego me arrepentiría.

—Aprende esto, Bright. Nunca bajes la guardia, no importa con quién estés tratando o cuál sea la situación.

Lo apuñalaría. Mis dedos picaron con la necesidad de coger el cuchillo dentro de mi bota y hacerlo. No sería la primera vez que sangre de esa familia mancharía la hoja. Entonces así era cómo se sentía estar del otro lado del juego, quizás comenzaría a creerle más a Ethan en su frustración sobre cómo Diana a veces jugaba con él de este modo. Me puse de pie de un salto sabiendo que no iría por el cuchillo. Quise golpearlo con mi puño, pero él lo atajó antes que lo alcanzara y me dedicó una seria mirada advirtiéndome que no lo volviera a intentar. Si apreciaba en algo su vida entonces no bajaría su guardia, porque yo le pondría una mano encima antes que Lionel por esto.

No le volví a dirigir la palabra porque de lo contrario estaba bastante segura que le diría lo suficiente como para terminar incluso más arriba en su lista negra. Era oficial, lo iba a matar. Y cuando respondieron diez minutos más tarde con una dirección y un horario para la cita con Damocles, me negué a cederle esta partida. Sí, lo habíamos conseguido. ¿Pero a qué precio? ¿Poner su vida en riesgo de ser descubierto por Lionel ahora? Si el mensaje se filtraba siempre podía decir que yo me había hecho pasar por él, pero si Damocles decía que lo había visto entonces tenía poco margen para intentar improvisar. No me sorprendió que el lugar fuera el club que habíamos encontrado, aunque sí me sorprendió que la cita fuera esa misma noche y el horario.

—Te dije que conseguiríamos algo enseguida si firmábamos con ese alias —dijo él.

—¿A las tres de la mañana? —pregunté y él simplemente se encogió de hombros.

—Es el horario habitual para este tipo de negocios. Los clubes aquí abren a la medianoche, pero la fiesta no empieza hasta la una o más tarde.

—¿Y qué haremos si Lionel descubre que sigues vivo?

—Cualquiera podría estar utilizando mi alias.

—Eso no importa, él encontrará el modo de saber y todo por lo que has hecho —dije y desvié la mirada sin atreverme a verlo al ser consciente del peso de la situación—. Puedes pensar lo que quieras de mí, pero lo que te sucedió es una de las cosas que me quitan el sueño por las noches. Ethan vio a nuestro padre ser asesinado cuando era un niño, no pudo hacer nada más que observar desde su escondite. No comprende que solo tenía siete años, que no habría podido hacer nada para evitarlo, que hizo lo mejor al ponerse a salvo en esa situación. Sé que se sigue culpando. Y yo me culpo por lo que te sucedió, aún cuando él me asegura que no hay nada que hubiera podido hacer para evitarlo. Me sigo cuestionando si podría haberlo previsto. Y ahora me has vuelto a poner en la misma situación.

—Tranquila, no volveré a cometer el mismo error de darle la espalda a mi padre o confiarle información sobre mí a otro —respondió él fríamente y suspiré.

—¿Tienes idea de cuántas veces repetí el escenario en mi mente? Solo para intentar encontrar mi error. Me dijiste que nos veríamos luego del estreno, que te irías a Australia unos días para seguir fuera del alcance de los agentes y desaparecer del radar de Lionel. Me dijiste que no temiera por ti porque él no te haría daño, aun con lo que habías hecho creías que él no sería capaz de matarte al considerarte una pieza irremplazable. Y yo te creí. No debería haberlo hecho. No volveré a repetir ese error.

—Nuestro trato termina cuando regresemos a Londres.

—¿Crees que es tan fácil? Sigues siendo mi responsabilidad.

—Si esta misión no sale bien, me encerrarán por traición a la corona. No tendrás que ocuparte de mí entonces.

—La intención es evitar ese juicio, lo cual conseguirás con algo de suerte si esta misión sale bien.

—¿Realmente crees que ellos dejarán pasar sus acusaciones sobre mí tan fácilmente solo por esta misión?

—Los hombres de traje no son tan inflexibles como se muestran cuando están desesperados y sabes manipularlos, supongo que es otra cosa que no recuerdas haberme enseñado —murmuré aún sin atreverme a mirarlo—. Están desesperados en esta ocasión. Londres es sede de un evento global que reunirá a los más altos mandatarios mundiales, no pueden arriesgarse a nada.

—Tan pronto como deje de serles útil me tirarán a una celda.

—¿Tan poco confías en mis palabras? No has cometido traición. ¿Cuál ha sido tu crimen? ¿Mentir sobre tu nombre para que no te relacionaran con tu familia? Ellos ni siquiera deben saber que el único delito que cometiste fue encubrimiento. Pero eras uno de los mejores, y ellos lo saben. No eres malo, aun cuando ellos te perseguían al creerte un traidor seguías haciendo misiones por tu cuenta para ayudarlos.

—Créeme que no me han dado un trato de lo mejor desde que me atraparon. Sin contar que mi interrogadora decidió olvidarse del protocolo.

—Estás fuera ahora porque yo así lo quise. No creas que, tan fácil como conseguí eso, no puedo conseguirte un trato con los hombres de traje o dejar que simplemente te condenen por traición. ¿Sabes por qué ellos desconfían tanto de mí? Porque puedo descifrar a una persona en segundos, y a partir de eso es tan fácil manipular todo a mi favor. Soy una actriz. He manipulado criminales, he manipulado aliados y he manipulado a mi propio hermano así que no creas saber lo que soy capaz de hacer cuando pienso que es por una buena causa cuando ni siquiera debes recordar la primera vez que me viste.

Incluso lo había manipulado a él, pero ahora mismo mencionar eso no me ayudaría a ganarme de nuevo su confianza. Ya bastante difícil había sido la primera vez, prefería no imaginar cuánto me costaría esta. Midford había dicho que Jack recuperaría su puesto si demostraba que no había tenido la intención de cometer traición y seguía siendo tan útil como había sido como agente, tan solo tenía que conseguir que esta misión saliera bien. Sería demasiado desear que las cosas volvieran a ser como antes, que todo se solucionara con un libro y un café como solíamos hacer. Atesoraba tanto esos libros que él me había regalado entonces, su forma de pedirme disculpas tras alguna fuerte pelea. Y posiblemente nunca lo había visto tan feliz y relajado como cuando, a cambio, yo lo invitaba a tomar algo, a tener una vida normal y corriente como cualquier otro par de jóvenes al menos por esos pocos minutos. Mi forma de pedirle disculpas.

Esto no se solucionaría así de fácil. Aun cuando Ethan decía que solo era cuestión de tiempo para que Jack recordara, sabía que no teníamos tanto, al menos no yo. Lionel había jurado matarme. Había conseguido matar a papá. ¿Qué era una adolescente con solo un año de experiencia en comparación? La única razón por la cual él no había venido por mí todavía era porque deseaba que sufriera, que me desesperara al ver el tiempo correr y saber que mi muerte se aproximaba sin nada que pudiera hacer para evitarlo, que temiera. Había creído que sería simple no pensar en ello, utilizaría esos pocos meses para arreglar la situación de modo que mi pérdida no causara tanto daño a mi familia. Ahora sería capaz de dar cualquier cosa por unos días más, al menos para solucionar todo correctamente.

Necesitaba pensar en una salida, pero primero necesitaba concluir esta misión. Podía lograr que Jack recuperara su puesto anterior, pero también necesitaba evitar que Lionel supiera que él seguía con vida e intentara matarlo de nuevo. Podía hacerle creer a Ethan que no sería asesinada, pero si yo ya no estaba para detenerlo de buscar venganza entonces no sabía quién podría. Y John se culparía por mi muerte del mismo modo que se culpaba por las demás. Y eso sin contar a mamá. ¿Cómo era posible que temiera más a las consecuencias de mi muerte pero aceptara esta sin temor?

Cerré los ojos un instante. ¿En qué me había metido? Un año atrás mi mayor preocupación había sido el teatro, el chico con el cual había estado saliendo esa semana y una mejor amiga que no había sido más real que un cabello teñido. Y ahora aquí estaba, lidiando con asuntos de seguridad mundial, un joven que amaba pero no me recordaba y una sentencia de muerte esperándome. Estaba tan jodida, no era una sorpresa que no pudiera dormir bien por las noches.

Jack no volvió a hablar, y yo pretendí estar más interesada en el plano de Bariloche que en su presencia. Era agonizante tenerlo tan cerca y a la vez saber que estaba tan lejos. Pero era mi culpa. Yo había provocado esto. Yo había hecho que Lionel quisiera matarme al meterme en sus asuntos e investigar sobre mi padre. Yo había alejado a Jack en primer lugar al creer que era lo más seguro para él si su familia no me utilizaba en su contra por lo que, conociendo mi suerte, no sería inesperado si él tan solo recordaba esa cruel actuación de mi parte para asegurarme que no quisiera volverme a ver. Y yo solita me había metido en el MI6. Entonces no debería torturarme por algo que yo misma había provocado.

Se trataba de una ciudad pequeña, aunque comparada con Londres cualquiera lo era. Estudié con cuidado las calles, me aseguré de guardar una copia del plano en mi Ipod. Cualquier cosa que hiciera aquel pesado silencio más soportable. Podíamos cumplir esta misión en cuestión de unos pocos días. Con algo de suerte Damocles nos daría la dirección que necesitábamos y luego sería cuestión de interrogar a nuestro sujeto.

No soporté mucho tiempo en realidad. Mi cuerpo reclamaba por mi falta de sueño como siempre hacía últimamente y el cambio de horario tampoco estaba ayudando. El Jetlag era malo. Recogí mis cosas y me puse de pie, de todos modos me era imposible trabajar en su compañía. Tendría que superarlo. Como agente no podía permitir que algo tan estúpido y subjetivo como esto me afectara, la prioridad siempre debía ser cumplir con la misión, no podía dejar que mi propia situación personal me afectara cuando estaba en una; pero ahora mismo no tenía ni fuerzas para pretender que a pesar de todo no seguía siendo una adolescente más con un problemático corazón y una caótica mente.

Él no se movió. Tampoco levantó la vista de las notas que estaba leyendo. Lo miré fugazmente de soslayo pero incluso así, sin saber que lo observaba, no lucía como recordaba. Había tanto dolor en su mirada, tanto conflicto, y sorprendentemente tanta tristeza. Debía ser frustrante y desgarrador no saber quién era. Y mi cuerpo sufrió como si ese dolor fuera también mío, quería consolarlo más que nada pero sabía que no tenía lugar allí. Así que simplemente le di la espalda y me alejé aun cuando no llegué muy lejos.

—Londres —dijo Jack y me detuve enseguida—. No sé por qué, ni cómo terminé allí, pero fui a ver Hamlet al teatro. Tú eras Ofelia. Y Julieta, y Hermia, y Antígona, y Ana Page, y Hyacinte, y Cordelia.

Por un instante mi corazón se detuvo por completo. Había nombres allí que ni siquiera yo recordaba tanto como los otros. Una vez en París, Jack me había confesado que había ido a verme actuar otras veces luego de Hamlet, y aun así nunca me había detenido a pensar en todos esos personajes que había actuado antes de conocerlo y él había visto. Y conté en silencio solo para comprobar que eran todas las obras que había actuado desde que él me había visto por primera vez, y a pesar de su aversión al teatro recordaba cada nombre.

—Ethan te llevó a ver Hamlet. Mi hermano se esfuerza por ir a verme cada noche de estreno, en esa ocasión se encontraba en medio de una misión y no hubiera llegado a tiempo si tú no lo hubieras ayudado a concluir rápido. Fue su modo de agradecerte —respondí sin darme vuelta.

—Eso era lo importante que me perdí. ¿Verdad? Tenía que ir a verte actuar.

—Sí —respondí y él suspiró.

—Deberías dormir un poco, parece que lo necesitas y estaremos despiertos hasta tarde hoy.

—Tú también deberías descansar.

—Sí, yo también intentaré dormir un poco —dijo Jack y tan pronto como di un paso volvió a hablar—. Lo siento, por haberme perdido esa función. ¿Te dejé plantada?

—No fue tu culpa.

Partí antes que volviera a hablar, antes que lograra confundirme aún más.

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