XXV
El tiempo no avanzaba a la velocidad que me hubiera gustado.
Solo han pasado dos horas desde que ocurrió la noticio, y las desgracias solo van en aumento. La organización del torneo a reforzado la seguridad, las participantes pasan por nuestro vestuario esperando encontrase conmigo, pero no les doy esa oportunidad. Entre mis compañeras y las taquillas me escondo hasta que los chicos logran sacarme de ahí.
Tomoka nos sigue hasta la parte trasera, la cual, gracias a los refuerzos no hay nadie y no lo habrá hasta que todo acabe. O al menos eso espero.
Con las manos nerviosas y sudorosas de los nervios, camino de un lado al otro escuchando las soluciones de la abuela las cuales le ha pasado a Tezuka.
—Que sencillo parece —suspiro, alterada—. ¿La entrenadora está aquí?
Había perdido el paradero de mi abuela en las últimas horas. Al igual que a Ryoma.
Seguro debe de estar callando los cotilleos sobre él y ambos.
—Echizen no contesta al móvil —dice Momo, volviendo de intentar localizar al azabache—. Lo último que sabemos de ambos es que estaban calmando a los periodistas.
—Se ha atrasado el inicio del torneo por culpa de alguien que ha decidido llamar la atención —masculla Tomoka, enfadada—. Como lo encuentre le arranco la cabeza y le desmiembro para dárselo a los animales.µ
Los chicos dan un paso hacia atrás, alejándose de la furia de mi mejor amiga.
Me río al ver lo cobardes que son.
—¿Has pensado en descargar toda esa energía? —Se atreve a hablar Momo.
—Saku me dijo de jugar al tenis con ellas, pero mandaba las pelotas contra el suelo dañándolas, o incluso haciendo un hueco en la valla.
Trato de no perder los nervios yo también. Lo único que nos falta es que yo también empiece a perder la cabeza por el tema. Busco la mirada de Tezuka, esperando que él me de esas seguridad que no encuentro en mi, o en los demás. Él tiene que estar sereno siendo el único al mando ahora que mi abuela a desaparecido.
—¿Seguro que no sabes nada? —Me dirijo a él. Se encoge de hombros, negando—. Es increíble lo que está pasando.
—Al menos no se ha suspendido el torneo.
—O descalificado —interrumpo, revisando las noticias del grupo.
La pantalla pasa de la bandeja de notificaciones al chat entero. Mensaje tras mensaje, trato de leerlos con calma. Más después de haber interceptado uno de ellos antes de que se borrase. Al parecer las chicas han olvidado que estoy metida y han empezado a comentar algo a las demás que no han sido capaces de venir.
Después de horas esperando, de pensar que íbamos a poder hacer algo y no solo estar mirando como idiotas. No se pudo hacer nada.
El mensaje era claro, sencillo y bastante llamativo: nos han cancelado la participación.
* * *
Dos días después la abuela es la más cabreada.
Incluso habiendo ya anunciado la cancelación, ella insistió en poner otra fecha, una privada solo para las entrenadoras y así se evitarían de cotilleos innecesarios como lo que pasó ese día. Pero nada. Ninguno de los de organización quiso atrasar o volver a convocar un torneo. El tiempo que han invertido en este nadie se lo devolverá. Y el tiempo que hemos perdido nosotras en entrenar y en la ilusión tampoco.
—Voy a matar a quien haya sido el culpable.
Llevamos dos semanas despotricando del culpable y todavía no se sabe nada.
—Hablar mal de alguien sin ponerle cara es delito —suspiro, dejándome caer en el sofá de casa.
—Habeis tenido la oportunidad de jugar como profesionales y os lo han quitado. Esa persona merece un castigo.
—Nadie hará nada. Se acabó. Ya da igual, tendremos más oportunidades.
—Pues dile eso mismo a Ryoma —se sienta a mí lado—. Lleva estos días hablando con periodistas de confianza para que le digan la fuente.
—Pero... —replico—. Es que no veo que se puede meter en problemas. Ya está el tema de su hermano en calma, no vaya a ser que ahora le saquen uno de él y no sea verdad.
Tomoka se encoje de hombros.
Desde que nos comunicaron la cancelación todo a estado muy tenso. A decir verdad no me impresiona, yo también o estaría si no fuera porque tengo más cosas en mente. Me molesta que Ryoma se este tomando tantas molestias por un simple cotilleo cuando debería estar en otras, mucho más importantes.
Trato de localizar al azabache, pero me marca que el número al que llamo está apagado o fuera de cobertura. Espero a que él me llame de vuelta, centrando mi atención en lo que Tomoka me está haciendo en las uñas. No sé en qué momento ha sacado todo ese kit de uñas, pero lo tenía guardado.
—Podríamos hacer una apuesta —dice, controlando el pulso a la perfección—. O sea, según algunos medios, vosotros dos nunca rompisteis, lo cual, es mentira. Todos sabemos que lo dejasteis cuando él se fue.
—Que de la nada estén saliendo rumores absurdos me molesta.
—Cielo, ambas sabemos que no es verdad —me mira, acusándome de blasfemar contra alguien cercano a ella—. Sabes perfectamente que desde que llegó no has dejado de pensar en él.
Me niego a contestar. Es verdad que pienso en él, bastante. Pero eso no significa que siga... o puedo que, entre toda esa rabia quemada con el paso del tiempo, haya decidido dejar de tener el rencor que tenía contra él. Ryoma me ha demostrado en repetidas ocasiones que puedo confiar en él, que todo lo que pasó... Bueno, fueron cosas que no estaban en nuestras manos.
—Somo amigos —le aclaro—.Solo amigos.
—Si los amigos se miran y se besan de la forma en la que lo hacéis vosotros, quiero uno así también —se ríe.
Quiero golpearla, pero tengo la mano demasiado ocupada en la máquina como para sacarla y golpearla.
Odio que tenga razón.
He tenido diferentes desvíos cuando se trata de Ryoma. Puede que concentrarme full en el tenis no haya servido de mucho al final. Sabiendo que han tenido que cancelar el torneo por problemas de seguridad (o eso es lo que dicen), no me creo que en el futuro no vuelva a pasar nada por el estilo.
—Podria hablar con él —digo—. Solo para asegurarme de que está bien. Nada más.
Tomoka me mira de reojo, con esa acusación reflejada.
—Hablar con él es difícil. No creo que sirva.
—Por probar no pierdes nada, sabes que él hablará al final. Siendo tú, no me cabe duda.
—Le tienes mucha fé a ese hombre —me encojo de hombros.
—Por una vez —me toma las manos—, sé menos calculadora y ve a comerle la boca por haberte ayudado.
Consejos que debería seguir más amenudo. Aunque me guste poco admitirlo.
Continuará...
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