XXII
Las horas finales han llegado. Por fin.
Con la hora cada vez más cerrada los nervios aumentan. Puedo notarlo. Sobre todo conmigo. Trato de tomarlo con calma, parada en el pasillo, esperando a que las horas de clase acaben para poder liberar algo del estrés de las últimas horas antes del torneo.
¿Cómo puedo estar tan, pero tan nerviosa, si he entrenado todo y más? Tengo a mi familia y amigos animando con todo, seguro nos irá bien. Lo sé.
Suspiro, moviendo el pie con nervios. Busco a Tomoko, esperando que pase por el pasillo con los bocadillos que le pedí, pero no aparece desde hace rato. Tengo demasiada hambre. El estomago se me va a cerrar de los nervios si no como algo ya.
—¿Nerviosa? —Aparece Ryoma, apoyándose a mi lado. Lo ignoro—. Oh vamos, no vas a decirme nada. Te puedo ayudar. Sé cómo controlar los nervios.
—¿Quién ha dicho que lo estoy? —suelto una risa nerviosa poco disimilada—. Además, nadie te ha pedido tú ayuda. Estoy esperando a los bocadillos.
—Comer por nervios. Buena esa.
—No es estoy... —suspiro frustrada—. Vale, tu ganas. Sí, estoy nerviosa. ¿Pero que quieres que haga? No todos somos un famoso jugador con experiencia.
—¿Crees que nunca estuve nervioso antes de jugar un partido? —encara ambas cejas. Por dentro digo que sí, que me es difícil de creer que alguien como él nunca se haya puesto nervioso—. Pues déjame decirte que sí me ha pasado. He estado nervioso tantas veces que me cuenta no pensar en esos días.
—Seguro era cuando apenas estabas empezando.
—Y ahora —le miro—. No me mires como si estuviera diciendo la mentira más grande. Es verdad.
—Disculpa que no te crea, jugador profesional con infinidad de trofeos y títulos.
Mi burla le hace gracia y acabamos riendo los dos.
¿Cuánto tarda Tomoka en traer los dichosos bocadillos? La cafería no esta tan lejos como para tardar más de veinte minutos. Estar así con Ryoma, como amigos, sabiendo que mi corazón se emociona cada vez que me mira o me sonríe con tanto cariño y sinceridad, me deja aun más nerviosa.
El torneo es una cosa, pero saber que el azabache esta a mi lado para ayudarme es peor aun. Cada cosa que me dice para hacer que deje mis nervios atrás me pone todavía más nerviosa.
Hoy esta especialmente raro. No solo por el hecho de haber venido a verme, que también, si no por la falta de su mochila de deporte. Normalmente en los descansos suele irse a entrenar contra la pared, pero hoy no parece tener ganas.
—¿No has ido a entrenar? —me pregunta de la nada.
—Vamos más tarde.
—Si estás tan nerviosa, podría practicar contigo —se ofrece.
Lo pienso. De verdad lo hago.
Tener a Ryoma entrenando conmigo antes del torneo debería ser una buena noticia. Después de todo él es uno de los mejores jugadores. Pero no. No me alegra para nada saber que quiere entrenar conmigo simplemente para sacar algo de provecho.
—Gracias, pero puedo solo. Bueno, con mis compañeras.
—No están a mi nivel. Conmigo estarías más preparada.
—Lo demostraste la otra noche, lo sé —se calla—. No voy a entrenar más contigo, Ryoma. Después del torneo tendremos esa salida como te prometí y nada más. Cada uno seguirá su camino como jugador.
Se separa de la pared juntándose más a mí.
—¿Segura que quieres eso? —me hace dudar—. La otra noche no parecías muy convencida de dejarme ir.
—Eso fue antes. Ahora...
—Ahora estas nerviosa por muchas cosas. Lo mejor que debes hacer es distraerte.
—Tu no me ayudas —declaro, cortante.
Quiero alejarlo. Necesito hacerlo. Si sigo pensando que su ayuda me puede hacer bien acabaré cayendo de nuevo en sus encantos. No puedo poner mi corazón por encima de la razón.
En algún momento de mi lapso se ha acercado más, dejando una distancia mínima entre los dos.
Su perfume me rodea por completo dejando mis sentidos a su merced. Como odio que huela tan bien.
—¿Segura que es así? Porque tus ojos me dicen lo contrario.
Tus encantos me hacen ver diferente. Pienso, pero no digo nada. Simplemente me aparto, tomando distancia. Lo suficientemente lejos como para poder respirar un ahora y un aire diferente al suyo. ¡Cuánto tarda Tomoka! Cuando llegue la voy a tener que matar por hacerme pasar este momento. Seguro esta esperando a que él se vaya para acercarse. Como siempre, ella es la más fan de nuestra relación/ no relación que llevamos arrastrando por años.
—Estoy esperando a alguien —informo—. Puedes irte.
—Espero contigo entonces. No vaya a ser que te metas en problemas o te desmayes.
—Oh, que caballero. Pero mira que pena, el problema ahora eres tú —encara ambas cejas sin entender—. Si no te vas no va a venir.
—Ah, Tomoka —asiento. Él se ríe—. De acuerdo, te dejaré con el interrogatorio entonces.
—No es...
—Suerte con ello. Aunque no sé que será peor, si el torneo o tu mejor amiga —me guiña el ojo.
Se marcha por fin dándole la oportunidad de aparecer a mi mejor amiga, con los bocadillos.
Ella no deja de sonreír, molestándome todavía más al ver que no trae los bocadillos que le pedí.
—¿Y mis bocadillos?
—Me los comí esperando a que se fuera Ryoma —me sonríe, arrepentida—. Disculpa, pero no haber pasado tanto tiempo hablando con tu ex.
—¡Basta! Solo somos amigos.
—Amigos que se tienen ganas —tira besos al aire—. O me vas a decir que no quieres besarlo.
Dudo. Realmente lo hago.
Puedo mentirle a otra persona sobre mis sentimientos hacia Ryoma, pero a Tomoka jamás. Ella sabe perfectamente cuando miento o trato de ocultar información importante, y si empiezo a decir que no, a dudar de mi respuesta ella sabrá que realmente pasa algo. Y puedo que así sea. No me puedo mentir a mí misma. Me pasan cosas con el azabache desde hace bastante.
Lo que pasa es que tengo miedo de decirlo en voz alta. Pensar que puedo volver a estar con él me pone de los nervios. De verdad, no quiero volver a pasar por el escándalo del pasado, menos por las dudas y las frustraciones que me comían la cabeza cuando el no estaba o cuando decían algo relacionado con nuestra relación. Toda información secreta, obvio.
Ningún periodista sabía quién era yo. Aunque ahora estoy segura de que sabrán quién soy cuando me vean en el torneo. Es obvio que los chicos irán, y que esos cotillas de las revistas de amor que me hicieron la cabeza un lío vendrán también y lo acorralan a preguntas al pobre Ryoma. No sé si lo nuestro está bien o sí hay algo acaso, pero lo que sí tengo claro es que pasa algo. Él lo ha dejado claro. Más después de pedirme una salida. Para nada como amigos. Obvio.
Aunque me hubiera gustado rechazarle para ver hasta dónde es capaz de llegar, la idea de que me lo pidiera no me disgustó. Así que le cuento un resumen resumido a Tomoka. La pobre no acaba de creerse lo que es capaz de hacer Ryoma por tener una cita conmigo. Para él un partido no es nada. Una apuesta menos.
—Se nota que quería ganar —dice por lo bajo cuando entramos a clase—. O me vas a decir que no es obvio que quiere seguir contigo.
—No lo sé. De verdad que no lo sé.
—No te hagas la tonta amiga. Sabes perfectamente que él jamás daría vueltas por volver a ver a alguien.
—Pero...
—Te recuerdo que antes de que estuviera contigo él no dudaba en estar con una chica, mucho menos le daba tiempo de pensar —me interrumpe diciendo la verdad—. Ha cambiado. Desde que te conoció cambio para bien. Deberías darle una oportunidad.
—¿Y si vuelve a pasar lo mismo?
—Que confundas a Ryoma con su hermano ya no va a pasar —asegura—. El mayor dejará los torneos para tomar un descanso. Ya lo viste.
—Ya, pero... No me fui de lo que pueda pasar en el futuro.
—Eso es problema de la Sakuno del futuro, no del presente —toma mi mano dándome ánimos—. ¿Tú qué quieres? Sin pensarlo demasiado. Qué dicta tu corazón.
—¿No debería ser el cerebro?
—Ambas sabemos que ese es un negado —nos reímos—. Venga, ¿qué dice?
Admitirlo en voz alta jamás. Pero, tiene razón.
Mi corazón me dicta tantas cosas ahora que mi cerebro no sería capaz de aceptar que me duele pensar en la posibilidad de dar un paso erróneo y arriesgarme a salir herida de nuevo.
Salir con alguien famoso no debería ser tan doloroso, mucho menos arriesgado. Se supone que somos seres humanos y que todos somos iguales en ciertos aspectos. Pero eso no parece aplicarse en el amor cuendo tu imagen y nombre está en boca de todos. Al principio me sentía orgullosa de poder decir que Ryoma era mi pareja, de verdad. Pero desde que ocurrió eso ya no sentí ese calor de emoción en el pecho al ver su imagen en las pantallas.
¿Podré volver a arriesgarme con ello? ¿De verdad merecerá la pena?
El amar a alguien no debería de convertirse en una inseguridad.
Y aunque me cueste pensar en ello ahora, no puedo. En pocas horas estaré de camino al estadio donde se celebrará el torneo y no puedo permitirme tener la cabeza en otro lado que no sea el último entrenamiento de hoy. Así que al acabar las clases salgo directa al campo a entrenar con ganas. La motivación está en el aire y todas estamos a tope con ello.
Hasta la abuela nos anima y algunos de los chicos del club se detienen a vernos y algunos alumnos de otros cursos igual. No queda nada. Es la hora de la verdad.
Continuará...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top