XXI
DOBLE ACTUALIZACIÓN!! SI NO HAS LEÍDO EL ANTERIOR CORRE!!
***
Al principio el mensaje de Ryoma me sorprendió. Estaba terminando de estudiar cuando lo recibí.
Aviso a la abuela de que voy a salir un rato, sabiendo que es tarde, me pide que tenga cuidado. Con la raqueta al hombro se ríe cuando me ve salir corriendo. Obvio la abuela sabe a dónde me dirijo. Solo una persona es capaz de mandar un mensaje a estas horas pidiendo que lleve la raqueta. Por eso, con la respiración alterada entro en el espacio de deporte del barrio. Ryoma se encuentra recostado contra el muro viendo el reloj.
Levanta la vista unos segundos captando mi presencia.
Ay, como odio que incluso a estas hora de la noche, con el pelo desordenado y el chándal se vea tan guapo. Más ahora que me sonríe como si nada. Aunque, somos amigos. Los amigos deberían sonreírse.
—Has venido —me dice—. Pensaba que me dejarías tirado.
—¿Y perderme la oportunidad de ganarte? Jamás.
—No sabes qué vamos a hacer y ya das por hecho que me vas a ganar.
—Es obvio —sonrío orgullosa de saber lo que quiere—. Siempre que llamabas a Momo o alguno de los del club antes de un torneo era para ver si estaban nerviosos y su nivel. Conmigo no creo que sea diferente.
Se ríe, desviando la mirada. Lo he pillado, obvio.
Sonrío aun más orgullosa.
—Juguemos. Veremos quien de los dos es el mejor.
—¿Desde cuando tienes tanto ego, Sakuno? —se burla.
—Desde que te fuiste —avanzo hasta mi lado, sacando la raqueta de la bolsa—. Cuando rompimos me puse de meta ser mejor que tú, o al menos ganarte en un amistosos a ser posible.
—Ya me has ganado varias veces —recuerda—. No veo la necesidad de seguir añadiendo victorias.
Suspiro, señalando al azabache con la raqueta, desafiante.
—¿Alguna vez dejaras de enfrentar a tu padre y a tu hermano? —Lo piensa unos segundos y niega—. Entonces yo tampoco dejaré de hacerlo contigo. Eres uno de los mejores jugadores que conozco por lo tanto, da igual las veces que sea capaz de ganar, tú siempre serás mejor con el paso de los años. Así que, dar por hecho que con una victoria es suficiente no basta.
Me mantiene la mirada con un brillo de orgullo.
No soy la misma chica que conoció hace años. He cambiado. Mis ideas sobre este deporte también. Al principio quería jugar para estar con él, ser capaz de jugar con él algún día. Ahora solo quiero pasarlo bien, con mis compañeras o sola, pero jugar por que sé que es lo que me gusta. Puede que no pueda ser una profesional como Ryoma, que mi nivel no llegará al suyo hasta dentro de unos años, pero, si sigo esforzándome y dando lo mejor de mí este torneo será el principio de muchos.
Y quién sabe. Tal vez en alguno de ellos me toque de rival Ryoma (no literal).
Con la cabeza en alto me llevo la raqueta al hombro.
—¿Listo para perder? —le desafío.
—Ya veremos.
—Saca tú primero. Te ofrezco esa ventaja.
Su sonrisa divertida me saca los nervios. Es buena señal que Ryoma se ría. De forma indirecta me deja saber que el juego no es del todo serio y que no debo preocuparme por si hago algo mal.
Él se prepara para sacar por fin, botando la pelota repetidas veces hasta que la lanza a lo alto, golpeándola. A cámara lenta veo como la bola se dirige a una de las esquinas, así que corro hacia ella. Golpea perfecta, devolviendo el golpe haciendo que él corra a por ella. Varios golpes después me adelanto al centro del campo, saltando en busca del golpe que acaba de lanzar, devolviéndole con un remate.
Marco punto. El primer punto.
Con la respiración entre cortada no dejo de sonreír.
Ryoma se acerca a la cuerda.
—No me lo estas dejando fácil, Ryuzaki —dice.
—Deja de hacerte el niño y juega bien.
—¿Quieres que ponga todo mi empeño? —Dudo unos segundos pero asiento—. De acuerdo, dejaré de darte ventaja.
—No seas malo. Solo bromeaba —me río, sacándole se sus casillas. Le molesta ver como sus contrincantes se burlan de él—. Lo digo enserio. No me des ventaja si lo que quieres es verme jugar como debo.
—De acuerdo, de acuerdo —se rinde apretando los labios—. Hagamos una apuesta. Si gano, me debes algo, pero si ganas tú...
—No no, no empieces apostando cosas. —Le detengo antes de que siga—. La última vez que lo hicimos acabe corriendo ambos campos de tenis durante una semana.
—No fue mi culpa.
—¡Si lo fue! Me hiciste perder apropósito.
—Venga, no seas quejosa. Hagamos esto más interesante —continúa ignorándome por completo—. Si ganas durante 24 horas seré tu esclavo.
—¿Y si ganas tú?
Es sonrisa que tanto me molesta aparece en sus labios como un rayo.
Me estoy arrepintiendo de haber empezado este juego con lo que sea que va a salir.
—Si gano me debes una cita —finaliza.
—¿Se supone que eso es un castigo?
—Oh, créeme no sabes lo que es salir contigo más de dos horas —se queja alejándose de la cuerda cuando estoy levantando la raqueta—. ¿Trato?
Dudo. Enserio lo hago. En el fondo sé que si acepto, él será capaz de sacar toda su fuerza y ganarme en pocos minutos, y eso me dejaría en mal lugar. Pero, si no lo acepto se pensará que soy una rajada, o peor, que me pone nerviosa el pensar que tengo que salir con él.
Así que, a duras penas asiento, cerrando el acuerdo con un apretón de manos.
—No vale echarse atrás ahora —declara por último, antes de seguir con el partido.
Bueno, que malo puede salir. Ni que fuera la primera vez que juego contra él. Me preparo para lanzar y continuamos. Apenas me queda aliento cuando el marcador le da por ganador al idiota de Ryoma. El mío sigue con el misero primer punto que hizo antes de tener esa estúpida apuesta.
Para que luego diga que sin motivación no hace nada.
Ha tardado veinte minutos en hacerme caer al suelo del cansancio. Todas las pelotas salían disparadas y era prácticamente imposible ir tras ellas. Era como si estuviera jugándose la copa del mundo.
Con la botella de agua como salvavidas, descanso. Ryoma sin una sola gota de sudor y con más frescura que un día de spa, se acerca hasta mi. El sabor de la victoria se le sale por los poros.
—Bueno, ¿cuando te viene bien quedar?
—Lo has hecho apropósito —replico.
—Oh vamos, por quién me tomas —se burla por enésima vez—. Los dos sabemos que no ibas a ganarme.
—¡No me has dejado tiempo de respirar en cada maldito lanzamiento! Eso no es justo. ¿Así tratas a tus compañeros cuando te enfadas?
—No —se recuesta, descansado—. Con ellos soy peor. Algunas de las pelotas van directas a ellos, en cambio, contigo he tratado de apuntar fuera.
—Que considerado —mascullo, molesta—. Después del torneo.
Me mira con ambas cejas encardas.
—¿Qué? No he dicho que tenga que aceptar salir contigo mañana mismo. Además, es tarde y estoy cansada por tú culpa.
—Me parece bien. Después del torneo tendrás una cita conmigo. Como las que solíamos tener.
Lo miro asombrada de que quiera recrear ese tipo de citas que me organizaba.
—Te recuerdo que no eres anda bueno planeando salidas —me río.
—Quién sabe. Tal vez te sorprenda esta vez —me guiña el ojo, coqueto.
Trato de no reírme de semejante gesto de chico desperado y me levanto. Ya va siendo hora de volver a casa.
—Nos vemos el día del torneo, Echizen —pronuncio su apellido para molestarlo.
—Nos vemos, Ryuzaki.
Me dispongo a irme cuando su mano agarra la mía, llevándome de nuevo hacía él.
Ryoma aún no se a levantado, por lo que soy la única que esta de pie. Más especifica: entre sus piernas. Me mira desde abajo, levantando la barbilla y acaricia mi pulso acelerado.
—Podrías llevar ese vestido que tanto me gusta el día de la cita —me pide, tímido—. No tenemos porqué repetir lo que hicimos, solo...
Me suelto de mala manera y con las mejillas ardiendo de la vergüenza. Justo tenía que mencionar ese dichoso vestido en este momento. Arhg que mal. Al llegar a casa me ducho quitándome el mal olor del sudor. Lo malo es que antes de irme a la cama y descansar no dejo de recrear la escena que mencionó.
Ryoma y sus malditas frases con doble sentido.
Continuará...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top