IX
La semana de festivales llegó más pronto de lo esperado.
Mi clase pasó de la preocupación a la diversión en segundos cuando el tutor anunció la temática de este año. Las películas. Muchos dijeron de hacer alguna clásica, otros de acción, otros modernas, entre muchas otras sugerencias. Yo no tenía claro a que lado sumarme, en realidad, me daba un poco igual qué hacer. Mi plan era divertirme y olvidarme de lo que estaba pasando por mi mente en esos momentos.
Gracias a Ann pude desconectar durante unas semanas, centrarme en el torneo y en mí misma. AL menos durante unas semanas. La abuela tuvo la grande idea de juntarnos en los entrenamientos con los chicos haciendo que mis intentos de no pensar en él se fueran a la mierda.
Por suerte puede evitarlo lo mejor posible gracias a Tezuka-sempai.
Cada vez que intentaba acercarse lo más mínimo a mí él lo mandaba a hacer cualquier otra actividad. La suerte de que el capital este de mi lado.
Esa misma tarde en los entrenamientos nos tocaba partidos en parejas. Me tocó juntarme con Jun, una de las sempais del club.
—¿Estás lista?
—Algo desentrenada —bromeo—. Pero sí, lista para darles una paliza.
—Esa actitud es necesaria en el torneo. No la olvides, Ryuzaki.
Que me llamasen por mi apellido me recuerda a Ryoma.
Argh, estúpido chico, siempre presente.
—Preparadas —gritó Jun a nuestros rivales.
La abuela había decidido hacerlo por sorteo así que no tenemos idea con quién nos va a tocar. Solo espero que mi mala suerte no se manifieste ahora.
—Preparados —gritó Momo golpeando a su compañero para que avanzará.
Y todos sabemos quién es su compañero. Sí, Ryoma.
Boto la pelota preparada para el saque y lanzarlo directa a su cara cuando la abuela habla.
—Es un partido amistoso —me mira directamente a mí—. Así que por favor, cuidado, no queremos lesiones antes del torneo.
—Sí entrenadora —gritamos todos.
Estas últimas semanas hemos estado entrenando a tope para el torneo, y más de una a acabado exhausta por ello. En cambio los chicos parecían tener mucha más energía que antes. Es gracioso ver que tan diferentes son nuestros clubs, en fuerza, trabajo en equipo y demás. Siempre nos han comparado y hasta ahora no me había fijado en que realmente hay una gran diferencia entre ambos.
El pequeño partido comienza ganando ellos por 1 puntos. Conseguimos anotar uno más y ellos tres más por delante de nosotras. Jun y yo acabamos respirando con fuerza al acabar el primer tiempo con el marcador cinco a dos.
—Tenemos que ir con equilibrio —dice Jun bebiendo agua—. No son novatos, ellos ya han participado en torneos dobles y han demostrado sus habilidades.
—Se están haciendo los débiles —susurro algo molesta al pensar que están jugando con nosotras.
—Esperan que demos el máximo, y eso haremos.
—¿Esperas que les ganemos? Ellos van 30 y nosotras 15.
Mi molesta y desgana empezaron a molestarle.
—Recuérdame cuántas veces has remontado tú en partidos individuales —no respondo, ella ya lo sabe y me lo recuerda—. Exacto. Muchas más veces de las que he podido hacerlo yo o cualquiera de ellos. No tenemos porque compararnos con ellos, somos mejores y con saberlo nosotras nos basta.
Con los ánimos dados volvemos al partido. El segundo tiempo pasa más rápido, al final acabamos perdiendo, pero como bien a dicho Jun ellos tienen más práctica en estos juegos, mientras que nosotras solo nos centramos en las habilidades individuales. A partir de ahora será mejor perfeccionar nuestro trabajo en equipo si queremos salir de las primeras en la clasificatoria del torneo.
Al finalizar la abuela nos da una pequeña charla en la cual estoy totalmente desconectada.
Me guardo un bostezo esquivando la mirada de mi abuela cuando choco con alguien justo detrás de mí. Ese olor. Ese pecho. Esa presencia... Solo podía ser él.
El haber estado toda la semana evitándole ha tenido que molestarle, y ahora que tiene la oportunidad de acercarse a mí lo hace. Aprieto lo labios mirando al frente como si nada hubiera pasado. Mejor ignorarlo.
Acaba la charla y cada uno se va a sus vestidores, o eso esperaba hacer antes de que me detuviera.
—¿Podemos hablar?
—Tengo prisa —digo, soltándome de su agarre y corriendo a los vestidores.
Antes de tener la oportunidad de seguirme Tezuka y Momo aparecen con los demás para llevarse a su compañero. Consigo respirar con más calma una vez entre en los vestidores, me ducho relajando cada parte de mi cuerpo y me cambio.
Antes de tomar la mochila le envío un mensaje a Tomoka avisándola de que ya he salido. Seguramente este con Ann.
—Sakuno, cariño, puedes venir un momento —me llamó la abuela justo al salir—. Es urgente.
Asiento siguiéndola hasta su despacho. El sol había comenzado a bajar acabando con los pocos rayos de sol que quedaban. Desde el despacho de la entrenadora se podía ver perfectamente los campos de tenis y la salida. Los chicos estaban reunidos en ella riendo y hablando. Algunos parecían más serios que los demás, lo que me llevo a pensar que algo había pasado.
—Sakuno —volvió a llamar la abuela—. Estás distraída, cariño.
—Disculpa, no estoy durmiendo bien últimamente —justifico, tomando asiento.
—No te preocupes, estoy segura de que a partir de ahora dormirás mejor.
—¿Y eso?
—Han llamado tus padres —se me heló la sangre—, dicen que van a estar en Japón las semanas de torneo.
—Para eso queda mucho aún.
—Cuanto menos te lo esperes estarán aquí, y tendrás que demostrarles que vales para esto, cariño.
—Vale. ¿A qué viene lo de dormir entonces si no van a volver hasta...?
—Quieres asegurarse de que entrenas al completo por lo que han hablado con... —trago saliva dejando el nombre al aire.
—Si es quien creo que es ya sabes mi respuesta.
—Lo mismo les dije a ellos pero sabes cómo son de persistente cuando...
—Me da igual si ellos han dicho o no quién me entrena —empezaba a perder la paciencia—. Hablaré con ellos de esto.
Antes de que tuviera oportunidad de contestar me levanto y salgo del despacho.
La relación con mis padres ha ido variando desde que empecé a jugar al tenis. Cuando empecé a salir con Ryoma lo odiaron aun más. De cierta maneras llego a entender el odio que le tienen, la abuela se dedica a ello y aun así sigue entrenando a pesar de todo lo que pasó. En cambio ellos... Parece que solo piensan en lo sucedido y no dan un paso al frente para olvidarlo.
Al salir no esperé a Tomoka ni Ann, necesitaba irme lo antes posible. Huir de allí. Y sí acaso, llorar hasta quedar dormida. No me molestaba la idea de tener un entrenador, el problema era a quién planeaban poner para ello.
Y no, no es el padre de Ryoma. Es alguien peor. Un antiguo compañero de mi abuela al cual odio. Entrenador de uno de los rivales del club y enemigo de los chicos. Uno de sus alumnos ha estado en varias ocasiones en nuestro instituto molestando. Kintaro.
Él no es el problema, si no su entrenador.
—Me niego a hacerlo.
—¿Pasó algo, princesa?
—Píerdete Echizen.
—¿Has salido enfadada de la charla con la entrenadora?
Camino más rápido pasando el parque.
—No es asunto tuyo. Vete.
Como de costumbre, me ignora y me sigue. Reduzco el paso. Podía sentir a Ryoma detrás mía, ni muy lejos ni muy cerca, si no a una distancia respetable. Algo raro en él. Ajusto el bolso sobre mi hombro antes de darme la vuelta dispuesta a plantarle cara. Pero ya no estaba. ¿Dónde...? Antes de que tuviera la oportunidad de seguir la pregunta unas risas de niños provenientes del parque llamaron mi atención.
Al no estar lejos de la entrada me acerqué curiosa de ver qué estaba pasnado. Ryoma estaba jugando con los niños, dibujando en el aire con pequeños fuegos artificiales. Ay, esos fuegos me recuerdan ah... Mejor dejar los recuerdos de lado, sigo enfadada con él.
Lo más sensato sería irme, dejarle con sus nuevos amigos y marcharme a casa, pero no sé porqué seguí ahí quieta, admirando como una acción tan pequeña me parecía de lo más adorable.
Ryoma no es un mal chico con los niños, nunca lo fue. Puede que él no quisiera tenerlos, pero si que los cuida, al menos ahora. Cuando le conocí no podía ni verlos, le parecían ruidosos y molestos, siempre pidiendo y molestando con jugar o cualquier cosa. Al parecer le hice cambiar de opinión.
Justo en ese momento uno de los niños tropezó cayendo al suelo. Comenzó a llorar y el azabache fue a ayudarlo.
—Vamos, levanta, te llevaré a la fuente.
Lo carga entre brazos. Mientras el chico moquea entre lágrimas Ryoma lo deja en su pierna mientras agarra un poco de agua y le limpia la herida. Esta versión amable del azabache solo la hemos visto unos afortunados. Estoy segura de que Momo ha tenido muchas oportunidades de apreciarlo de cerca. Yo en cambio no recuerdo haber tenido tantos como para llenar una hoja por las dos caras.
La cara de niño cambia a una sonrisa de agradecimiento. Regresa con sus amigos de nuevo a jugar. Ryoma suspira, limpiando la arena de su rodilla antes de revisar su camiseta manchada de agua. Me río por lo bajo al verlo torcer el gesto molesto.
Nunca le ha gustado mancharse a menos que sea por jugar al tenis.
—Vas a seguir viendo o vas a venir —dice de pronto, sobre saltándome.
Me ha pillado.
Salgo de mi pésimo escondite y me acerco con cautela. Aun no tengo claro nuestra situación después de lo de la enfermería y demás, por lo que mantener un mínimo de distancia estará bien.
—Te he visto.
—Ahora es un delito ayudar a un niño —chasquea la lengua.
—No, no lo es. Al contrario, es un gesto bonito viniendo de ti.
—Lo malo es que solo recuerdas los malos momentos, Ryuzaki —soltó en tono enfadado.
—No era mi intención dar a entender eso.
Juego distraída con mis dedos. Ahora me siento mal por ponerlo de mala persona.
—Es cierto que solo recuerdo cosas, no todas las que me gustarían pero...
—Eso es porque tú has querido mantener recuerdos basura que solo me dejan como el malo de la relación cuando los dos sabemos que nunca fue así.
—¿Te recuerdo lo que llevas haciendo antes y después de nuestra relación?
Estaba empezando a molestarme de verdad esta conversación.
—Lo que haya pasado antes o después de estar junto no debería importarte —dijo, sereno.
—Veo que no te importé nada.
—¿De verdad piensas eso? —se para al frente mío, haciendo que no pueda evitar cruzarme con su mirada—. ¿De verdad fui tan mal novio para que sigas pensando esas cosas? Parece que no quieres dejar el pasado atrás y seguir con tú vida.
—Lo estaba haciendo hasta que llegaste. No te das cuenta.
—No fue lo que vi.
—Entre el torneo y tu no sé con cuál estresarme más. Ah, espera sí lo sé: Tú!! —exclamé, perdiendo la paciencia.
—Si estas estresada por el torneo porque no mejor entrenas para mejorar, que te hace falta.
—Eres asqueroso.
Quise dar por zangado el tema. Por suerte supo pillarla a la primera y se calló. No diría que es un buen gesto por su parte, pero si es una buena mano de obra sabiendo cómo soy con estos temas.
Acaba acompañándome a casa y una vez estamos parados en el portal a la espera de que alguno hable primero. Debió la mirada a un lado con las manos guardadas en los bolsillos.
—Espero verte mañana en el entrenamiento.
—Sabes que no me dejaré ganar.
—Quiero ver a esa Sakuno que lucha por sus sueños —sonó lejana esa frase. Tan dura y real. Asiento apretando los labios sin poder decir nada aún.
—Gracias, aunque no lo merezcas —digo.
—Si necesitas entrenar más... Ya sabes.
—Tengo a Tezuka si necesito ayuda, tranquilo.
Mis intenciones no fueron sonar borde, si no alejar cualquier tipo de hora extra a su lado. Por más que quiera seguir teniendo estos momentos íntimos no podía permitírmelo. Este sentimiento cálido seguía reprimido en mi pecho cada vez que estoy a su lado.
Continuará...
Darle amor con estrellas y comentarios para saber qué queréis más.
Me estoy tomando mucho tiempo escribiendo pero es que no tengo tiempo jajajaja. Cuando puedo escribir es cuando menos inspiración tengo. Disculpar las tardanzas.
El lado bueno es que será larga (no a 45 capítulos pero si a unos cuentos) espero jajajajaja
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