La cena p.1
La conversación con su jefa Luz rondó por su mente todo el tiempo. Juró portarse a la altura toda esta semana tratar con muchas fuerzas mejorar su comportamiento con todo el mundo sean clientes o gente que trabaja alli si quisiera buenas notas en su reporte. Tenia que hacerlo porque un Blight jamás rompe un juramento o promesa sino hay terribles consecuencias.
Cortesmente y con una sonrisa algo fingida saludaba todos empezando con la guardia baja. Eda quien cuidaba la entrada de la tienda quedó atonita al escucharla decirle "buenos dias" sin malos gestos. Supuso que tenía alguna enfermedad que la hacía comportarse así o quizás algo que tomó la hizo enloquecer. Sorprendida continuó mirándola hacer lo mismo a todos los que se encontraban en su camino quedándose como ella.
Despues de llegar a su estación de trabajo comenzó su rutina. Saludó a los clientes con dificultad con el mismo gesto aparentando estar a gusto mientras les decía lo mismo de siempre. Sus compañeros de trabajo no podían creer que aquella chica malhumorada y engreida ahora intentaba ser servicial. Los rumores de que ella tomaba algún tipo de droga no se hicieron esperar. No deseaba tener una riña antes de la cena del viernes pero en el fondo de su ser le gritaba venganza a todo ser que soltara acusaciones de ese calibre manchando su glamurosa y perfecta imagen.
En la hora del almuerzo era normal. Salió de la tienda hasta la pequeña fonda. Entró y se sentó en la mesa que solía usar desde que inició su trabajo.
Una mesera como de 15 años de edad se acercó amablemente esperando a que ordenara. Una vez pedido el desayuno sacó su teléfono celular para ver que habían puesto sus amigos de nuevo. Como siempre publicaban sus viajes y cosas lujosas generando envidia en ella. La misma chica volvió y dejó un plato humeante junto a un tazón con tostadas recién hechas. Miró con asco la comida y dejó su teléfono en la mesa. El lugar ya estaba lleno por sus compañeros de trabajo. A veces deseaba tener compañía pero sabía que por su actitud nunca lo tendría.
En silencio se preparó para comer lo que parecía una sopa de pollo a su vez que vigilaba cautelosamente a todos los que se encontraban en ese lugar, parecía un gato observando con esos ojos amarillentos y unas pupilas retraídas. Por ratos sus compañeros se volteaban indiscretamente como si fuera un bicho raro y después susurraban cosas y soltaban ligeras risas. Aquello era un malestar para Amity.
Después de comer aquella insípida comida volvió a la tienda y se dirigió a la caja designada con anterioridad para retomar sus labores. Luz siempre iba con sus compañeros para ayudarles o platicar un poco con ellos, algo raro en alguien de rango superior. Por eso todo mundo la adoraba, a excepción de la peliverde. Eso era un reto para ella, no lo hacía por quedar bien con sus padres, realmente le gustaba amistarse con todos por eso cuando vió como se esforzaba la chica mostró una sonrisa de satisfacción y volvió a su oficina pero no se dió cuenta que la había visto de reojo.
La semana se fue volando sorprendiendola demasiado. Se concentró tanto en quedar bien con Luz que no se dió cuenta que necesitaba comprar sus accesorios pero con los miseros cheques que recibían no le alcanzaba para algo grandioso.
Tistemente ella debía tragar su orgullo teniendo que ir a una tienda de joyería económica para buscar algo que se viera decente y a buen precio. Pensaba ir saliendo de su empleo pero no le daría tiempo de alistarse. Decidió tomarse un descanso para ir al baño y hablar con su jefa Luz. Caminó hacía el pasillo y tocó la puerta.
—Adelante—contestó desde adentro de la oficina.
Amity abrió la puerta con delicadeza y entró en silencio. Estaba nerviosa para pedirle otro favor. Tragó saliva y se sentó. Luz sólo la miraba fijamente con esa sonrisa que la caracterizaba.
—Jefa Luz se que hoy es nuestro encuentro y verás me preguntaba si podría salir temprano hoy—dijo desviando la mirada.
—Me imagino que es por algo de su vestuario ¿no es así señorita Blight?—soltó una risita al ver la reacción de sorpresa de la contraria—puede tomar el resto del día.
—¿Pero que hay de mis padres?, ellos te cuestionaran sobre mi salida anticipada.
Luz meditó un poco su respuesta y soltó un "oh"emocionada.
—Diré que te sentiste mal y que tomarás este día como parte de tus vacaciones.
Aquello último no le agradó a la peliverde pero era eso o salir a su hora. Le agradeció y se fue lo más rápido que pudo. Fue hacia su casillero y checó su salida.
Salió corriendo a la estación de autobuses para ir a su hogar, no deseaba que nadie conocido la viera en esas fachas como le decía a su uniforme. Uma vez que subió al autobús estuvo al pendiente de todas las personas que entraban y salían del medio de transporte durante todo el trayecto.
—Ya solo falta poco para llegar y poder quitarme esto—hizo muecas al tocar su uniforme, realmente lo odiaba a pesar de quedarle bien.
Una vez visualizado el gran edificio pidió que la bajaran y salió velozmente hasta llegar a la gran mansión. Pero había un problema, sus padres estaban en casa ya que se encontraba un auto afuera. No podía entrar en la parte de enfrente por las cámaras de seguridad y si la llegaran a pillar arriesgaría su plan y metería en líos a su jefa. Tuvo que ir por la parte de atrás donde los rosales se encontraban plantados. Se arrastró torpemente hacia adelante arañando varias partes de su cuerpo y rasgando un poco su uniforme de trabajo. En silencio se maldijo a su misma por lo que había hecho y como puso salió haciendo el menor de los ruidos. Fue nuevamente a la parada de autobuses para tomar uno que le llevara a un centro comercial. En su mente trazaba un nuevo plan. Consistía en ir a la primera joyería, compraría los accesorios más económicos y saldría lo más rápido posible de allí.
Una vez que tomó el transporte estuvo atenta todo el tiempo, tenía que asegurarse de que nadie la reconociera. Media hora después llegó a la plaza Latissa, conocido por tener cientos de tiendas y lugares recreativos para todo el público. Allí solía ir a darse su testamento de belleza y comprarse ciertos lujos. Con melancolía se bajó del transporte público y comenzó la operación "compra rápida", un nombre sin chiste pero no tuvo tiempo para pensar en otro mejor. Caminó con cautela procurando que nadie la siguiera.
Caminó mirando de un lado a otro los precios de los objetos que exhibían. Cada cosa que le generaba interés estaban fuera de su presupuesto. Suspiró y continuó su camino hasta llegar a una joyería que jamás había visto. El cuervo de plata era su nombre. Entró y como su nombre decía puros accesorios de plata. Sus ojos se posaron en unos aretes con una joya inmensa cada uno.
—Veo que se muestra interesada en estas bellezas—comentó una señora de cabellera anaranjada y esponjada. Sus ojos color esmeralda brillantes detrás de unas gafas redondas la observaba con detenimiento.
—Y-yo solo miraba y me parecieron muy bonitos.
—Le voy a contar sobre Artemis y Apollo—señaló ambos accesorios—estas finas joyas son únicas. Apollo es de un cuarzo azul puro y de 15.4 quilates mientras que Artemis es un cuarzo rosa de 16 quilates. No cualquiera puede obtenerlo por su precio. Ambos cuestan 57.4 millones de dólares.
La peliverde sentía que se le revolvía el estómago por escuchar tal cifra estratosferica. En otro tiempo lo compraría sin dudarlo pero ahora lo pensaría. Comenzó a sudar frío y la dependienta se dio cuenta de aquello y decidió irse a otro lugar para atender a alguien más que había entrado hace unos instantes.
Decidió ir a mirar los otros productos pero sus precios eran muy caros pero no tanto como los primeros que vió. Al final se decidió por no comprar nada al ver que ya se le acababa el tiempo. Desilusionada fue hacia la parada y esperó hasta que diera la hora de su salida para ir a su mansión para comenzar la noche interesante.
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