Texto 5: Black Butterfly. Capítulo 20 "Corrupción" año: 2014

-Aceptaré eso... sólo si tú eres el príncipe... -le sigue el juego, un poco avergonzada por las palabras que le expresó, aunque sonara un tanto cursi y más aceptarlo, era lo que quería.

-¿Aunque al besarme me convierta en rana? –la mira preocupado.

-¡Ahh, nooo!, ¡No quiero un Kirito-kun rana! –le sonríe tras la broma y se arroja a sus brazos, para luego buscar sus labios y empezar a repartirle pequeños besos, con los que el Spriggan cerró los ojos, dejándose llevar por las sensaciones que las pequeñas manos de su esposa y los labios tan hambrientos dejaban a su paso sobre su cuerpo. –Eso es... recuéstate... -prácticamente le susurró, para ayudarlo a recostarse sobre la cama, sabía lo mucho que había sufrido durante las últimas horas y según lo que le había explicado podría separar esas sensaciones de él, suplantándolas con otras, y más si eran de mayor intensidad. Ambos tenían la casilla de Remover código de ética marcada, así cuando sus sentimientos se intensificaban en cierta dirección se producían ciertos cambios en el avatar, sin necesidad de desactivar dicho código para llevara a cabo una interacción más cercana.

Los sonidos de los botones activando comandos sonaron entonces.

–REMOVER TODO EL EQUIPO –OK

-REMOVER TODAS LAS PRENDAS –OK

Para la última opción, no podían dejar de mirarse, ya abrumados por la espera que se había convertido en los segundos más alargados del día.

-REMOVER TODA LA ROPA INTERIOR-OK

La agudeza de la habilidad de DETECCIÓN del espadachín negro, le hacía sentir tranquilo, que a pesar que todos sus amigos estaban afuera de la habitación, ninguno sospechaba siquiera lo que estaba ocurriendo y se encontraban todos distanciados de la puerta, de la que por gracia divina del sistema, tampoco se escapaba sonido alguno.

Era la primera vez que habían empezado su interacción a ese nivel con las luces encendidas, situación que sorprendió a Asuna, al poder ver claramente las reacciones en el rostro de su amado, que aún continuaba con los ojos cerrados, más parecía que en lugar de ayudarle, lo lastimaba más, por lo que se detuvo en el recorrido de sus besos sobre su pecho. Al sentir que había parado, Kirito abrió los ojos y la miró, tan claramente gracias a la luz, que se asustó al ver la expresión que tenía de tristeza, estaba sentada sobre él, completamente desnuda, por lo que por unos segundos sus ojos se desviaron de su rostro hacia sus pequeños y claros hombros, bajando a sus turgentes pechos, que de solo verlos hicieron que el deseo por ella, creciera en abundancia dentro de su abdomen. Pero logró recuperar un poco de razón y con ella la sensación del dolor que lo dominaba, haciéndolo apretar los párpados.

-¿Te estoy lastimando?... –preguntó colocando delicadamente una mano bajo el ombligo del ojigris.

-No... para nada... -respondió en un jadeo, era verdad que le dolía, no podía evitarlo, pero al mismo tiempo lo extasiaba poco a poco, era cuestión de tiempo que terminara de acostumbrarse. Pero la respuesta no la convenció, por lo que del mismo modo delicado que se subió, terminó por bajarse de él, odiaba la situación, quería con todo su corazón estar con él, pero no podía pensar que al hacerlo lo lastimaba, se dio la vuelta e iba a bajarse de la cama, cuando fue detenida desde atrás, su esposo la había abrazado lo más rápido que pudo con intensiones de no dejarla ir, sin saber a ciencia cierta de donde la había tomado. Sorprendiéndose a sí mismo y a ella, al sentir una mano agarrando su cintura y la otra estrujando uno de sus senos, sonrojándola al instante, para seguidamente sentirse estimulada por él, que al sentir la suave textura entre su mano, había empezado a oprimir para sentirla en su totalidad, se suponía que sería ella, quien lo hiciera sentir bien... ¿Pero qué era eso?, con el sólo hecho de que la hubiera agarrado de esa manera y ahora la acariciara, hacia crecer una nube de deseo en sus adentros que se extendía desde su vientre hasta su cabeza nublándola por completo. De cierto modo... contribuyendo al bienestar de él, que había caído presa de su piel y por ende las sensaciones de dolor estaban siendo reemplazadas tal y como le hubo explicado Anna.

Pronto su otro seno también había sido tomado entre la otra mano del espadachín negro, y estrujado de la misma manera, situación que propició aún más su cercanía, su espalda chocaba contra la espalda desnuda del joven, por lo que podía sentir su respiración poco profunda y sus exhalaciones cálidas y aceleradas sobre su hombro. La derrumbaba, era demasiado el anhelo que había crecido en ella, que hacía temblar su cuerpo con cada nuevo toque o apretón que le daba. Su esposo sabía perfectamente la debilidad que tenía ella con sus pechos y lo iba a aprovechar para su beneficio y por supuesto el de ella, que no pudo más, al sentir como había empezado a pellizcar su pezón derecho, mientras apretaba hacia el interior el izquierdo y se derrumbó sobre una almohada en la cama.

-Ki... ¡Kirito-kun!... –Se sentía demasiado... bien... no sabía si avergonzarse o no por eso... después de todo, el hombre que le provocaba todas aquellas sensaciones que la revoloteaban era su esposo, el padre de sus futuras hijas, su amante inmaculado y el objeto de sus más profundos deseos y pasiones. Estaba demasiado caliente, sentía que en cualquier momento iba a empezar a hervir si no se detenía, pero de ninguna manera quería que parara, podía sentir como sus pechos se acoplaban perfecto entre sus manos y como el anillo que portaba la rozaba, el anillo de su amado vínculo entre los dos.

Estaba sobre ella, apoyando levemente su peso sobre la espalda perfecta de la chica, que empezó a besar despacio entre sus caricias que la enloquecían y los gemidos que lo elevaban hasta la luna o más allá de ser posible.

Podía sentir como cada vez que la apretaba saltaba casi imperceptiblemente rozando su trasero contra el erecto miembro del espadachín, ahora no sabía si quería sentir más las caricias de sus manos sobre sus pechos o su perfecto y duro pene dentro de ella. Ninguna de las dos, Kirito la tomó por ambos brazos y dándole la vuelta la recostó de espaldas sobre la almohada, por lo que quedaron cara a cara, ambos jadeantes y deseosos de continuar, el sudor de ambos había empezado a correrse como pequeñas perlas sobre sus pieles, se veía tan hermoso a sus ojos, su rostro de niño angelical siempre la había atraído y aunque se tratara simplemente de la apariencia de su avatar, amaba con locura a su Kirito Spriggan también. Por lo que poniéndose de rodillas tras levantarse de la almohada, llegó hasta él y lo besó profunda, apoyando una de sus manos en su clavícula derecha y la otra en su hemicuello izquierdo, provocando el impacto de sus pechos contra los pectorales del joven héroe dorado, mientras degustaba de aquellos labios que podría permanecer besando y besando hasta desaparecer en la eternidad. En un momento sus lenguas se habían encontrado y se saboreaban entre si, en conjunto con sus labios superiores, inferiores, mejillas, narices y mentones, más que un beso profundo parecía que literalmente quisieran comerse. Entre beso y beso, Kirito bajo por su cuello hasta llegar nuevamente a sus pechos y seguir torturándolos.

-No... ¡No, no! –No sabía si quería ser vista, lo tenía tan cerca, que estaba segura se daría cuenta de cada pequeño ruido que hiciera, ¿Cuántas veces habrá lamido sus pechos hasta ahora?, sin duda muchas, pero ninguna se comparaba a otra, estar con él y sentir lo que le hacía siempre la transportaba a otra dimensión conocida como su propia burbuja de amor y lujuria, no podía evitar sentirse hasta cierto punto lasciva al verlo lamer sus pezones o rodearlos con los labios para chuparlos o succionarlos, se le coloreaban tan rápidamente de un rosado oscurecido y se endurecían como si su cuerpo lo reconociera al instante y le invitara a continuar más y más.

Mientras le veía, no pudo evitar notar como las gotas de sudor bajaban a gran velocidad sobre su frente, por lo que le apartó los mechones delanteros que ya estaban bastante más oscurecidos por la humedad, por lo que él levantó el rostro hacia ella e impulsándose un poco sobre la cama, llegó hasta sus labios rojizos y la besó nuevamente, haciéndola acomodarse un poco para subir hasta su altura, con lo que él quedó arrodillado entre las piernas de ella, ambos al notarlo se acomodaron más, de tal modo que podía acariciar sus muslos, pero cesó al sentir la mano de su esposa en su propia intimidad, estaba seguro que no podría soportar mucho si ella empezaba a desquitarse con su pene todo lo que él le había provocado a sus pechos.

La posición no era demasiado cómoda para llevara a cabo su cometido, por lo que volviendo a besarlo y sin dejar de hacerlo, se bajó de la cama y lo volteó para que quedara sentado frente a ella, de ese modo, bajo entre besos por su pecho, su abdomen y finalmente llegó a donde quería. Él la había provocado tanto que cada uno de los gemidos de su mujer se habían traducido en los estímulos que le habían provocado una potente erección, que habían tornado su pene tan duro y tan caliente que parecía al mismo tiempo tan delicado y delicioso a los ojos de Asuna que no dudó en empezar a probarlo. Desde la primera vez que lo había hecho, el día en que se mudó a la casa Kirigaya, había tenido muchas oportunidades de realizarlo de nuevo y puede decirse que había perfeccionado su técnica, movía su lengua en sus contornos, subía y baja con ella, lo apretaba entre sus labios y Kirito parecía que en cualquier segundo iba a morir sumido en el placer, apenas y podía mantenerse erguido y se inclinaba hacia adelante sobre ella, apartándole los mechones que se le escapaban hacia el rostro y acariciándole la cabeza, mientras ella lo hacía entrar y salir de su boca.

-A... Asuna... espera... espera... -la detuvo cuando sintió que de continuar así podría terminar en su boca y después de todo lo que habían hecho, definitivamente moría por terminar pero dentro de ella.

Por un momento las apariencias ya no importaron más no sabían si estaban dentro o fuera o de cual mundo... a sus ojos, los ojos luminosos de su amada castaña lo miraban enamorada y deseosa, mientras, luego de haberla recostado sobre la cama, se deslizó despacio dentro de ella, sintiendo chocar su levemente abultado vientre contra su abdomen, ya fuera con su siempre impecable y estilizada figura ó con las muestras de su embarazo ante sus ojos, le parecía siempre la mujer más perfecta y encantadora del universo entero, amaba pensar que dentro de ella vivía y crecía su propia semilla, por lo que volvió a besarla y al hacerlo continúo moviéndose, sentía que no podría soportarlo mucho, lo apresaba de tal manera que le parecía indescriptible y la sensación de éxtasis empezó a crecer en lo más profundo de su vientre y el de ella.

-Asuna... mi amor, no puedo parar... -trataba de excusarse en su oído al sentir como aumentaba la fuerza, intensidad y velocidad de los movimientos de su cadera.

-Vamos... Vamos Kirito-kun... yo también quiero que llegue... -le respondió entre respiraciones.

Sus rostros estaban tan cerca, pero no podían hacer contacto por la sensación tan creciente y a punto de explotar reflejada en sus expresiones. El punto de unión entre los dos, parecía que podría desaparecer si seguían estimulándolo, preso del calor que se generaba, hasta que no pudieron soportarlo más.

-¡A... Asuna! –Trató de controlar su propio gemido apretando los dientes.

-¡Kirito!, ¡Kirito-kuun! –dejó salir y con ello su cuerpo se convulsionó entre los brazos del espadachín, que sentía como su pene se había liberado en el interior de su esposa, haciéndolo sentir demasiado relajado y adormilado de repente. Después de una tarde entera de dolor agobiante y sentir como si sus músculos estuvieran acalambrados sin cesar, sentía que había alcanzado la gloria, por lo que dándole un beso, se dejó caer a su lado.

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